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Retórica y Poética

Francisco José de Artiga (1645-1711)

Biografía

Aunque todas las ediciones del Epítome de la Elocuencia Española lo mencionan como Francisco José Artiga, otras referencias biográficas y críticas lo citan como Francisco Antonio de Artiga. Nació en la ciudad de Huesca en 1645, en cuya Universidad estudió y de la que fue Catedrático de Matemáticas a partir del año 1692. Además de sus actividades docentes, ocupó varios cargos administrativos en el Ayuntamiento local.

Desarrolló diversos trabajos como arquitecto como, por ejemplo, la redacción de los planos de la Universidad, y varios proyectos de ingeniería, como ingeniero hidráulico y militar. Según Javier García Rodríguez, también es citado como astrónomo. Además de obras científicas, publicó otros trabajos en los que establece los lazos que vinculan la astronomía y las matemáticas con las verdades de la fe.

La primera edición del Epítome de la Elocuencia Española se publicó en 1692. Fernando Lázaro Carreter afirma que, tras su publicación, pasan más de cincuenta años sin que se escriba un tratado de interés.

Fernando Lázaro Carreter, 1985, Las ideas lingüísticas en España durante el siglo XVIII, Barcelona, Editorial Crítica: 172.

Véase también: Revista de Filología, 22-sep-02, Dieciocho: Hispanic Enlightenment.

Obras-Bibliografía

Epítome de la Eloquencia española. Arte de discurrir, y hablar con agudeza, y elegancia en todo género de asuntos, de Orar, Predicar, Argüir, Conversar, Componer Embaxadas, Cartas, y Recados. Con Chistes, que previene las faltas, y ejemplos, que muestran los aciertos. Compusolo D. Francisco Joseph Artiga, olim Artieda, Infazon, Ciudadano de la vencedora ciudad de Huesca, Profesor de Matemáticas, y receptor de la Universidad.

Dedicado a nuestra señora del Pilar.

Bercel. En la Imprenta de Mauro Marti, en la Plaza de S. Jayme. Año 1750.

El Epítome de la Elocuencia española de Francisco José Artiga, -«dogmatizador», en palabras de Menéndez Pelayo, de la escuela «equivoquista», «degeneración pedestre de la escuela conceptista»‑ está escrito en verso y consta de cinco «Diálogos». El primero define la elocuencia y explica sus diferentes clases. El diálogo segundo establece una comparación de los distintos géneros oratorios a partir del análisis de sus respectivos contenidos y fines. El diálogo tercero trata de las partes de la elocuencia, se detiene, incluso, en la descripción de las diferentes maneras, según sean los propósitos, de realizar las embajadas, visitas, cartas y recados, y explica los diversos tipos de tropos y de figuras. El diálogo cuarto lo dedica a la «memoria», y el quinto a la «pronunciación» y a la «acción».

La primera edición del Epítome de la Elocuencia Española se publicó en 1692. Según Fernando Lázaro Carreter, tras su publicación pasan más de cincuenta años sin que se escriba un tratado de interés. El propio Lázaro, a pesar de caracterizar la obra como «atrabiliaria y absurda», reconoce ciertos méritos en el Epítome porque muestra la inquietud del autor por encontrar un espacio propio para la lengua española, convertida en seña de identidad en medio de una época de ocaso:

Por debajo de las escisiones, de la ruptura de la secuencia política, por debajo, también, de las decadencias y del dominio exclusivo de la escolástica y su fiel exponente el latín, soterradamente, la pujanza idiomática del español exige atenciones. Entre tantos cuerpos de cultura que se hunden, solo el idioma popular permanece pujante y vivo. Y el matemático oscense, poseído de ese sentido social, acude a la llamada, toma contacto con la masa general de hablantes para dirigir hasta sus más sencillas expresiones espirituales. Fernando Lázaro Carreter, 1985, Las ideas lingüísticas en España durante el siglo XVIII, Barcelona, Editorial Crítica: 172.

Otros juicios, por el contrario, son mucho menos positivos. Menéndez Pelayo, por ejemplo, lo califica como «absurdo y chistoso» y, según él «este librejo [...] indica el punto extremo de la decadencia literaria y la urgente necesidad de remedio».

La historia impresa del Epítome de la Elocuencia Española es bastante extensa y, en ocasiones, confusa, pues a partir de la primera edición la obra de Francisco de Artiga fue reimpresa -de manera legal o de manera irregular- con frecuencia a lo largo del siglo XVIII y en diferentes lugares (Pamplona, Madrid, Barcelona). Este hecho confirma su notable aceptación, difusión y utilización a lo largo de este siglo.

Véase también: Revista de Filología, 22-sep.-02, Dieciocho: Hispanic Enlightenment.

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