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ArribaAbajoFiguraciones tuyas (1988)


ArribaAbajoUn amor viejo como un recién nacido

Tuve un amor. Hace tantos siglos de eso.

Venía cuando ya era noche cerrada y marchaba antes del alba. El viento rosado del amanecer, decía, de seguro le quemaría las lágrimas.

Cuando pienso en ella echo de menos la capacidad de segregar un esqueleto externo en las circunstancias en que el interno se derrumba. Una reserva de quitina para suplir las carencias del calcio.

Ella venía lastrada por milenios de dominio, de vejación, de tormento, y al mismo tiempo sus pasos eran indeciblemente ligeros. El poder ascensional de su risa me asombra aún hoy.

Me regalaba tarros de miel furtiva, caramelos color de ámbar con un insecto dentro, ineficaces sortilegios para detener los relojes, serenidad destilada de la contemplación de árboles de diversos colores, me regalaba promesas, promesas a regañadientes, muchas laboriosas y fugaces promesas.

Con ella era imposible establecer las reglas de respetuoso trato que los seres humanos pactan para evitar despedazarse. Nos amábamos y nos heríamos con pasión pareja.

La tentación de la vida vegetal. La purificación de las pasiones, hasta que la sangre se transforma en savia. La inocencia de la fotosíntesis frente al trabajo del carnicero.

Ella añoraba la época en que cabalgaba una yegua blanca por entre bosques inmediatos, las teas asombrosas del otoño. Yo no podía ofrecerle nada equivalente.

Me enjabonaba el cuerpo de arriba abajo, demorándose en el sexo, y yo hacía lo mismo con ella. Nos lavábamos los dientes a la vez, mirándonos a los ojos en el espejo. Hasta que un día ella apartó la mirada.

Tuve un amor, un amor viejo como un recién nacido, un amor intacto después de tantos siglos.






ArribaAbajoLos primeros poemas de amor



1

ArribaAbajoEn ellos uno escoge
casi arbitrariamente un objeto
cálido, apetecible, curvilíneo
para fantasear sobre él

(a veces
ni siquiera es preciso el objeto:
impenetrables los caminos de Narciso).

No se habla del otro: se habla
de la propia ansia
del propio miedo
del propio dolor.
Autoindulgente campanero de cristal
echando la vida al vuelo.

Más adelante se aprende, poco a poco
a menudo con crujir de dientes
y gustosas angustias
y estrujones de corazón, la enorme
distancia que separa un cuerpo de otro
cómo a veces se salva en un instante
cuán radicalmente
es cada ser humano un infinito.
Se llega a estar ante el otro
como ante una patria remota.

Dicho sea de paso
lo antedicho no solamente ocurre
con los poemas de amor.
(1987)


2

He regresado a casa llevándote en los labios
asediado en mi gozo por tus dedos de nata

He regresado a casa con tu calma en los brazos
atropellándome algo en las lindes del pecho

Herido por la lluvia he regresado a casa
he perdido mi sangre y he ganado la tuya

He regresado a casa con acrobacia fácil
atónito del largo azar de tu caricia

He regresado a casa con tu cuerpo en los dedos
me he cortado los brazos y tu cuerpo persiste
afirmando en el tacto su trabazón de dicha
Qué dulce riesgo ser ladrón de tu cintura

He regresado a casa en este país cálcico
donde en los huesos crecen delgadas llamas negras

He regresado a casa y me he echado en la cama
con un alba asesina que me roba los párpados

He regresado a casa sin regresar ausente
y hasta el oxígeno dice la magia de tu risa
He regresado a casa desnudo por el aire
Es más frágil el pecho que el hálito que alberga
He nacido esta noche del collar de tu abrazo.

(1979)                







ArribaAbajoEstado de la cuestión el 28 de septiembre a las seis de la tarde


ArribaAbajoVivo
con amor en el corazón
(cierta prestigiosa tradición lo localiza
precisamente ahí)
y lombrices en los intestinos
(desconfío de otra prestigiosa tradición
que clasifica ambos fenómenos
bajo la rúbrica «parásitos»).
Vivo con manos
ultrajantemente blandas,
con cuerpo bien lavado
y nutrido varias veces al día
(más lo que cae entre horas),
vivo en el vientre de la ballena
y doy conferencias sobre las úlceras gástricas,
vivo dando dos pasos hacia atrás
y uno adelante porque mi amante —poco leninista— me enseña
a bailar charlestón, vivo medio vestido que es casi lo mismo
que vivir medio
desnudo, vivo arrancando banderas,
vivo izando banderas
y arrancándolas, vivo en la frontera
donde ya no viven indios libres y salvajes
sino aduaneros salvajes y sumisos,
vivo en la frontera, como les decía, vivo
con amor y lombrices.






ArribaAbajoCanción de amor


ArribaAbajoNo nos equivocamos acerca del futuro:
ni ruina ni despojo.

La savia en el umbral.






ArribaAbajoToco el mundo solamente en tu piel [selección]




1

Está aquí. Arráncate
la piel para asomarte
al río más profundo.

Hermosa, hermosa, hermosa, engalanada
solamente con su fugacidad.

Toda la luz del mundo
excava esta caricia,
revienta en este fruto.


2

Pero mis ojos engendran
en tu piel. Mis ojos escriben semillas
sobre la luz de tu cuerpo.

En este mundo hay demasiada muerte
para que durmamos
en lechos distintos.

Mirarte es un retorno interminable.


3

Todas las noches del tiempo han trabajado
para crear el fruto iridiscente,
la terca drupa humana con sus manos
pequeñas para amar.

Viene la noche de total vigilia.

De la verdad solamente sé
a través de tu risa.
Toco el mundo solamente en tu piel.


6

Un torrente de tiempo o un remanso
debajo de la piel.

Angustia parsimoniosamente respirando
entre cuatro paredes.

Al besarte, entreabierto, siempre
un fulgurante panal de intimidad.

Y la oscura herida fascinante
de tu sangre menstrual
rememora la promesa de las estaciones.


7

Tu testarudez,
que te vuelve inmune al soborno.
Tu impaciencia,
que te hace tan difícil resignarte.
Tu risa a destiempo
abriendo ventanas y cerrando heridas
en el espeso tiempo del horror.
Tu sensualidad, alimentada
por una nube igual que por un beso.
Tu inconstancia
incompatible con la mentira y con el dogma.
Tu imprevisibilidad,
palabra con que calumnio
una libertad más ágil que mis sueños.
Tu puerilidad
por la inocencia imposible y verdadera
que te brilla en los ojos.

Debajo de este roble de la Holteistrasse
amo
todos tus vicios.


8

Al besarme en la boca me entregas un aliento
que viene de tu madre
y de la madre de ésta
y de la madre de ésta
y la cadena carnal se pierde hacia el origen
del amor y del pánico.

Ese aliento
lo ignoran a veces hasta los pulmones
por no hablar de tú y yo.

Me desgarra los labios
la dulzura acre de la libertad.


9

Una vinculación. Amo los cuerpos
donde el sudor y el tiempo echan raíces,
la oscura explosión carnal del compasivo,
el doloroso golpe en los riñones
de la fraternidad. Te amo
vinculada, apegada a tu sangre,
solidaria en los fuertes tendones de tu cuello,
vertical en la tierra como un árbol
cuyo peso fuese ya meditación.
Amo los cuerpos
donde el sudor y el tiempo echan raíces.


10

Apoyo la boca
contra la boca que es tu sexo y grito
porque la soledad de multitudes
de repente es mi cuerpo.
Y hoy que podría jugarme a cara o cruz
una moneda con el mismo sol,
hoy que un otoño orgulloso pastoreaba robles,
hoy que se amaban sirenas y campanas
—hoy acaso tampoco voy a ser capaz
de besarte en los labios tierra arada, musgo,
espuma marina, cobre, potros desbocados
y los labios unánimes de todas las mujeres.
Mas no te debo menos ni me debo yo menos.


14

Ahora es hace mucho.
Jugamos a inventar
la senda más precaria entre la lluvia.
Te has parado un momento.

Hojas lanceoladas
y largos tallos, hilos verdes que cosen
la sangre a un sueño de estrellas
mojadas, infantiles,
leves alfabetos dispuestos por el viento
sobre el capó blanco de un coche.

Qué hermoso, dices.
(Y la palabra se anonada
ante la belleza que tus palabras conjuran).
Y se abre la noche, el asombroso nido,
aquella noche antigua o la inmensa noche actual.


15

No se desenlazaron las miradas
mientras compartíamos el agua, el alimento.
Un brillo en tus pechos
húmedos de saliva
asienta la penumbra.
Un clavel rojo se justifica ante el horror.
Sería tan hermoso poder asentir
a la paz inviolable de una tarde como ésta.


16

Un solo ventanuco iluminado
en la espalda plana de la casa.
Sobre la vertical la pregunta de Venus
depone la malicia.

La noche, gravemente.

Nada nos salva. Nada salvo acaso
la densa quemadura de tu piel en la mía.


17

Las exportaciones españolas de armamento
se multiplicaron por ocho
hasta sumar más de medio billón de pesetas
entre el ochenta y dos y el ochenta y seis
(hasta alcanzar un meritorio octavo puesto
en el ranking mundial).

Diez de las 544 centrales nucleares
que funcionan en el mundo
están instaladas en España.
Almaraz la visitan 25.000 escolares al año, y les enseñan
que una central nuclear tiene menos radiactividad que un huevo frito
(25 milirrem)
y que la luz de la luna
(35 milirrem). Entra en examen.

Las mejores agencias de viajes norteamericanas y británicas
organizan veraneos en las guerras del tercer mundo
para disfrute de profesionales que buscan calidad de vida.
Voy allá a encontrarme a mí mismo
manifestó uno de ellos en televisión.

Comenzó entonces la rigurosa prueba
de vivir tres semanas sin ti.


18

Desconfío de usted, víscera imberbe,
corazón elegido,
corazón con muletas.

Desconfío de su hábito de interpretar el mundo
en términos de fidelidad y de sabañones.
Me incomoda su pretensión de trato preferente.

Amor, cómo desprecio a los artistas de la ausencia.
Amor, escríbeme para poder respirar.


19

Sin ti puedo escribir versos.
Sin ti puedo pasear. Puedo
recoger hojas secas. Puedo leer.
Sin ti puedo admirar un crepúsculo prusiano
que me recordará la Sierra
de Guadarrama y puedo cocinar,
eso sí, con pocas especias.

Sin ti no puedo respirar un segundo.
Sin ti la sangre en las venas
es aterida pasta de silencio.
Sin ti la luz se pudre.
Sin ti no hay mundo.


20

Como un buzo horroroso
ciegamente horadando un espesor que no es agua.
Un animal acorralado por la aurora.
Un adiós pespunteado con cuchillos.

Doy vueltas y más vueltas
en el yermo de la cama sin ti,
siento cómo el pánico de amarte
va traspasándome los huesos
con agujas de lentísima plata.

Te conocí el día en que acabaron
todas las treguas.


21

La ácida lengua insomne de tu ausencia
duramente me excava cada poro,
cada hora de arena y de silencio.

El valle despoblado.
El jardín cultivado por el hambre.

No se apega a la sangre para un beso
el trallazo solar de la belleza.

Amiga, no se vive,
no se ama impunemente.


22

El vertiginoso desequilibrio de tus labios
contra el mundo,
del calor de tu cuerpo contra el sol.

Verano extravasado.
Días envenenados de dulzura lentísima.

Tortura de la incertidumbre
encalostrada de sí misma.
Gozo
de no saber ya.


23

«Soledad tengo de ti, / tierra donde yo nací»

Gil Vicente                



Soledad tengo de ti.

Te amo en un mundo
donde el tormento nutre.

En los versos se clavan
astillas, sólo astillas:

atisbos de una vida
más profunda, más lenta,
más amarga, más limpia.

Soledad tengo de ti,
amor, desde que nací.
Soledad
tengo de ti.


24

Hemos soñado un mundo
exactamente igual a éste,
menos el pus.

Menos la explotación.
Menos el encanallamiento programado
por los bandullos infalibles.
Menos los niños picoteados por la muerte.

He soñado este mundo
a imagen de tus ojos
y de tu inapagable desnudez.


25

En torno a ti cristaliza
lo imposible,
el continuo del mundo.

Un otoño fluvial hace diez años
y la andrajosa primavera de hoy: contiguos.
Un barrio madrileño adyacente de otro en Bonn
o en Santillana del Mar o en Sevilla.

Te cortas un dedo y sangro.
Un zaguán da a una aurora.
Los gastados peldaños de la lluvia
suben al anfiteatro de ese aroma.

Y todos los pasajes encristalados del deseo
que recorro cegado son concéntricos
a la nata espiral de tu cintura.


26

Junto al Valle de los Sarrios
te he abrazado honda
contra la tierra,
has clavado
la tersura
de tu deseo en el cielo.
No moriremos.


28

Con un beso desprendes
mis párpados de ceniza.

El oro de tu piel
desnuda.

Tu cuerpo es el centro de este valle.
Este valle es el centro de tu cuerpo.


29

Entre tu vientre y tus senos
beso la incandescencia del mundo.

Obrero en las mejillas,
temblor de rodillas duras,
rico en retornos.

No hay retroceso posible
después de haberte amado.


30

Cuando el rompecabezas del amor está completo
me encuentro con que no obstante
ha sobrado un montón de piezas.

Y de tanta alegría tengo
que besarte en los hombros.






ArribaAbajoHe soñado con ella esta noche


«La amistad danza en torno a la Tierra y, como un heraldo, nos anuncia a todos que despertamos para la felicidad»

Epicuro                




1

Invención del cuerpo,
abolición
del cuerpo.
Deseo.


2

Las arañas dulces
de la fatiga
sólo cuando he llegado hasta tu vientre.
La pregunta se extingue.


3

Huésped de un sueño, amante,
amazona de gracia y abandono.
Lunar la mano o beso
cauteriza la ausencia.


4

Así un día encuentro —y es gozo en duración—
que la mejor expresión de aquel amor
tan buen acompañante de mi vida
se da en esta cálida, precaria, nocturna frase del oboe.


5

Inútil para el rencor.
Cada beso abre
una boca en la piel:
la vida a borbotones.


6

De la carne no la resurrección:
la insurrección. Contigo
hasta el fondo del sueño
y desfondarlo.






ArribaAbajoAmor en la metrópoli



1

Al despertar el calor
de tu cuerpo desnudo
y panecillos de pasas recién hechos,
cuyo aroma saboreas primero.

Abrigándonos
una manta hecha trizas
y una coraza resplandeciente de tortura.

MUERA LA TUTELA. ABAJO LA CANINEZ.
VIVA LA PESTE.


2

Las revoluciones más hermosas de mi vida
las he vivido contigo
tus muslos enlazando mis caderas
tu risa abrazándose a mi risa
los dos girando más deprisa que ambas
y enredándonos sin remedio en la luz cremosa y dúctil
del estudio de tu padre.


3

Felicidad: una herida en la memoria.






ArribaAbajoAmores imaginarios



1

Hemos venido para festejar.
La fiesta de dos cuerpos y una sombra.

Dos cuerpos desgarrados por raíces
y la savia amarga de tu vulva dulce
bautiza mi traición.


2

Tu voz está aquí, pero tú no estás aquí.
Están tus ojos, pero tú no estás.
Tu cuerpo está, tú no.
Como un árbol arrancado,
como una oreja arrancada,
como un barquito tallado en corteza de pino
que se pierde en el arroyo de la infancia.


3

Increíble azar
de una moneda no trucada
que cayese sobre la misma cara siempre

pero vivir es eso.
Inspiración crear un código
y expiración quebrarlo. No sigas arrojando esa moneda.

Anochece a las cuatro de la tarde
el cielo desmiente a todos los espejos
y sé que te he perdido.






ArribaAbajoLamentaciones del amante perruno


Es verdad que le gusta mi hocico húmedo
y la puerilidad de mis patazas ansiosas.
Le hago gracia. Y entretanto me abraso en pasión muda.

Es ya una artista del olfato
y lamentablemente no puedo impresionarla por ahí.

En invierno rastreo embalajes abandonados
para su pobre estufa.
La duda entonces: ¿me ama por mí mismo?

Ella ama a un tigre
y detesta las orejas gachas.
No sé como consigo engañarme a mí mismo.
Ella ama a un tigre.

Me sitúo detrás de la persiana
para que el sol raye mi piel raída.




ArribaAbajoDiurno jardín, jardín nocturno

En el jardín nutricio —estrictas lechugas civilizando fuentes neoclásicas— cada gesto dice entrega, cada corola la consumación del amor.

Hiriente la perfección, hiriente. ¿Secas los pétalos para protegerlos? ¿O para protegerte?

Penetrarte por cada poro. Absorberte también así.

Tu falda negra y morada, perfección dolorosa de arquitectos.

La historia con su síncopa progresista de puñetazos en la boca del estómago: veinte millones de muertos en la guerra que fue mañana. A Iskra y a su madre las ahorcaron juntas.

No hay ya otra forma de violencia que la dulzura en la piel de tus muslos.

El riesgo impredecible de encontrarme en tus ojos.

Tu columna vertebral cuajada de flores nocturnas.

Sudor, ofrenda a regañadientes de la noche, cuando corro para alcanzar el penúltimo metro a la una y veintinueve.

Por detrás de la almohada, tenue y lejanísimo, siento cantar un grillo desde alguna pradera de tu amor.

Tu cuerpo desconoce los senderos marchitos.

Te espero, ya sin miedo a la pérdida, en la ardua ribera de nuestro manantial sólido. No llevaré la mochila cargada de rocío, pero te prometo que tampoco estará vacía.




ArribaAbajoLa libertad enjambra

Paseando por la Alhambra —Castillo Rojo— contigo, contigo y nada más que contigo.


Aunque detestas el paternalismo bienintencionado de los cipreses, tú no puedes ser más que de un jardín.

La colmena y el bancal intercambian embajadores. La libertad enjambra.

¿Sabes respirar como respira un gato? ¿Y respirar como respira un gato tendido al sol?

Nos gusta que los seres que amamos tengan los huesos alegres y el aliento íntimo. Su fortaleza no es una excusa.

Los placeres no generalizables me ponen nervioso.

La inmortalidad de la carne no es un dogma: es una turbadora promesa por la que salen espontáneamente fiadores el cuerpo de la flor, el de la fruta y el de la amiga.

Poesía no es palabra desencarnada, sino palabra pronunciada por un cuerpo. El calor de la poesía es esa extensa temperatura corporal que funde los tiempos y amalgama los espacios. Fonemas floreciendo, rebosando, ardiendo en el mediodía de tu cuerpo.

Poesía no es palabra ensimismada sino palabra compartida. No es palabra empozada sino andarina palabra de valle, de ladera y de cumbre. Es palabra enhiesta en la victoria de una ascensión compartida.

La literatura, en cambio, es angosta. Cuando te tomo de la mano ya no cabemos dentro.

El deseo de poder disponer las trochas por donde va a caminar nuestro amor. (A la espalda de tales jardineros, inmodestos pero meticulosos, el monte apenas logra reprimir los pujos de risa).

Una muchacha que pasa dice: «esto está más seco que el ojo de un tuerto», y me pregunto a cuál de las soledades se refiere.

No soy siervo de nadie y tú eres mi dueña.

La intimidad del interior del fruto y la eclosión del espacio. Yo no sabría vivir sin ti.






ArribaAbajoLa esperanza violenta (años ochenta)




ArribaAbajoLos trenes son de los enamorados


ArribaAbajoEn su puntualidad la vida cobra
la dimensión diáfana del amor: ser llevados en algo
que nos sobrepasa, hacia un destino cierto.
La purificación de la impaciencia. El transparente temblor
de la esperanza. Los trenes
son de los enamorados. Quien nunca
haya viajado en tren a una ciudad lejana
donde aguarda la amante o el amante
nunca ha viajado en tren.

Hacia ti. La caricia de la nieve
sobre los campos. Deseo de una rosa
roja.






ArribaAbajoEl vestido más hermoso


ArribaAbajoEl mejor vestido para mi cuerpo
es tu cuerpo desnudo.
El mejor vestido para tu cuerpo
es mi cuerpo desnudo.

Vestido así
no tengo ganas de desnudarme
nunca.






ArribaAbajoHabrá que trabajar en este bosque


ArribaAbajoCuando te quitas la blusa
dan ganas de cantar.

El deseo, nuestro alimento transparente.
Dan ganas de desplegar
hayedos en los balcones.

También la ausencia, para completarte
por el lado de las estrellas.




ArribaAbajoLa tersura de la enamorada

Velar frente a tu cuerpo no como frente a un espejo: como frente a una puerta.

Noche ventral iluminada por tu cuerpo. No sé acabar las frases que comienzas tú.

Recorro el estupor de las avenidas de tu cuerpo. Poseer es un acto de debilidad.

Tu sexo como una boca nocturna abierta contra mi piel, por la que inhalas y exhalas el oxígeno de los sueños. Déjame abrazarte antes de la desecación de la noche.

Noche ventral iluminada por tu cuerpo.

Agua sólo quiero de tus labios de musgo. Luna, de tus pechos.

Tu cuerpo, vértice de existencia donde se cortan el tiempo y el deseo. La certidumbre tangible —acariciable— de poder no olvidar.

En cuántas noches de soledad, aún por venir, podré arrebujarme en la película de calor que hoy he robado nupcialmente a tu cuerpo.

Noche ventral iluminada por tu cuerpo.






ArribaAbajoContra la traición


ArribaAbajoSi me extraviase tan absolutamente
como el tesorero de abyección
si negase
que en el vasto lenguaje simbólico del mundo
alienta el delirio de un amor ingobernable
sin otro apetito que su transparencia
si acariciase las romas vértebras del verdugo
si de sopetón me durmiese por un siglo
si no supiese quién soy
como un grano de sal condenado a muerte
si asesinase a un gato
para ganar la lepra en algún sedicente paraíso

bastaría que me rozara un dedo tuyo
la resurrección de un solo dedo tuyo
para regresarme.






ArribaAbajoContra los celos


ArribaAbajoLo dijo la mujer de un político español
de aquella patria que fue la Segunda República
y yo lo adapto mutatis mutandis:

—Si yo la quiero tanto,
¿cómo va a extrañarme que los demás la quieran?






ArribaAbajoContra la muerte


ArribaAbajoUn único conjuro
amor, contra la muerte:
comunidad. (Palabra sin veneno
pero a menudo endulza
los venenos mortales).
La repito no obstante, la sostengo
como un planeta tibio
recién nacido:
comunidad.

El frescor de tus brazos y el himno
de la conversación entre seres libres.






ArribaAbajo27 maneras de responder a un golpe (1989)




ArribaAbajo27 maneras de responder a un golpe [selección]



1

He vivido en la superficie de las cosas.

Mas viví también por fortuna
en las palabras. Ellas iban
incorporándome a la lentitud
penetrando las estaciones de mi piel
dilatando la malla amarga de los días
rastreando el frío y el calor en los seres
zambulléndose en el amor hasta salir al tedio
en el tedio hasta dar en la esperanza
en la esperanza hasta emerger en el asombro
sin yo quererlo o porque lo quería.
Las palabras
maravillosamente
incapaces de compromiso.

No soy un juglar de la descomposición. Acaso
amo sobre todas las cosas
el lugar del canto del pinzón
la aérea ebriedad de las mimosas
y el minuto con memoria del beso de los amantes.
Pero hay que ir hasta el fondo
correr el riesgo
de abrasarse en la resistencia de las cosas
—para sacar acaso la cabeza
al otro lado del espejo
o en el frescor de un nuevo meridiano.


2

El rocío suplica a la montaña
que se quite la sal de los labios:

pero a ella están talándole las faldas,
no tiene tiempo.


3

Desde hace días han desaparecido
las africanas que vendían maíz cocido
en el mercado de la rue Dejean.

Extrema quietud la de los niños negros
fajados a la espalda de ellas
con la ventrera, un arcoiris pobre.

Y ya que estamos hablando de colores:
el interior de este silencio es rojo
como un corazón arado.


4

Al individuo con sus correas ásperas
con su boca tapiada
con su triste inmunidad
aléjalo de mí.

Hemos nacido para soles más limpios.

Y no dejes de escribir
tu fiebre por las paredes.


8

Renuncia al centro.

El sol succiona la sangre de los muertos; la acuña
en monedas de luz con que engaña a los vivos.
La gran ciudad diluye tanto el sueño
que éste deja de reparar fuerzas y purificar el sudor;
en la gran ciudad el pan supura arena;
los ojos de las mujeres se vidrian de mudez.
Renuncia al centro.

Un punto que no existe imanta todas las miradas:
mientras tanto se siegan cuerpos
los árboles pierden la memoria
las parturientas mastican cristal.
Renuncia al centro.

Puedes buscar las manos fértiles de los ancianos
las manos inventoras de los niños
el gozoso misterio en las manos de tus hermanos y hermanas:

renuncia al centro.


16

Los esclavos
según el muy sabio estagirita
herramientas que hablan

pero la historia no transcribe
ni una sola palabra
de su fuego mellado.

¿De qué color el grito de Espartaco
el de Euno de Sicilia?
¿Y cómo se llamaban aquéllas
de las que ni siquiera se conserva el nombre?

Gladiador el combate está amañado
lo están todos los combates
salvo la vida o muerte
contra el poder de Roma.


17

La esperanza ya ausente de un rostro libre:
el cielo ensangrentado se agacha y lo besa.

La larga caravana de los carros
atestados con enseres inmemoriales, urgentes,
apunta hacia una estepa donde se ignoran los nombres.
La derrota tiene latidos quebradizos.

El pasado es ya una casa donde la nieve
va cubriendo las colchas y la mesa.

Un rostro libre, ya bruñido de éxodo.
Yo no lamento
haberle sostenido la mirada
diecisiete años antes de mi nacimiento.


18

La posguerra por ejemplo en Grecia
es una guerra que se prolonga
por ejemplo dentro de un campo de concentración.

Yannis Ritsos
garrapatea papeles desgarrados
en los retretes o bajo la manta.
Después esconde los poemas
en botellas vacías que entierra
por si la guerra finalizase algún día.

Los dibujos sobre las piedras
mantienen a raya a la locura.

La posguerra, esa guerra inacabable.


19

A París, una ciudad que no existe,
me llega la noticia:
Berlín
ha desaparecido.

¿Quién da un paso hacia el centro del invierno?

La angustia dúctil se me enrosca en el vientre.
Hoy tengo ancianos los ojos cuando todo
todo está aún por hacer.
10 de noviembre de 1989


20

Mientras los escolares de Berlín Oeste
andan a la rebatiña por un pedrusco del tan frágil Muro
la guerrilla salvadoreña lanza una ofensiva para derribar al gobierno

Los telediarios franceses alternan
cinco minutos de momentos históricos
con cinco minutos de publicidad.
¿El siglo de las guerras civiles
desemboca realmente en Wagner?

Bienaventuradas las multinacionales
porque ellas heredarán la Tierra.
Noviembre de 1989


21

El tumor le deformaba el vientre
como una teta monstruosa.
Hoy ha reventado.
El hedor inunda toda la casa.

La perrita Asphodèle agoniza
con los ojos abiertos
al vacío de todas las preguntas.

Pronto la intravenosa de sombra
apagará el dolor sorprendente de ser.

El mundo está enfermo de soledad.


22

Por una diagonal sin esperanzas
escapo al cielo.
César Vallejo en París, César Vallejo quebrado
crucificado en la lluvia.

¿Quién imantó el privilegio?
¿Quién injertó la dulzura? ¿Quién retiró la mesa?
¿De quién son estas manos que sorben los colores
y este cieno inservible para crear un hombre?

¿Y en qué momento vas
a sublevarte...?

Un rostro desarbolado por la angustia.
El agua densa en este río
de márgenes violentas. El río reconoce a su madre la cloaca.
De compasión le estallan al indio los pulmones.
La lluvia borra los ojos. No reconozco nada.


23

El dios egipcio Bes
tiene la barba hirsuta y las patas cortas
cola de león
greñas espeluznantes
y rápidas muecas torvas le alborotan la jeta.
Nadie lo tomaría por un dios
sino por un demonio muy poco frecuentable.

Y sin embargo Bes
es el más amable de los dioses:
ayuda en los partos
promueve la belleza de las mujeres
protege a los durmientes
y siembra alegría por todas partes bailando y tocando música.

En la fealdad suma de este benefactor sin tacha
veo la prueba suprema de su delicadeza de espíritu:
como verdadero artista que es
no ha querido ponernos las cosas demasiado fáciles.
A su lado el apolíneo violador Apolo —por poner un ejemplo—
se revela ridículamente insensible para el matiz
y su grosera suficiencia asesina
—sea en asuntos de canto o de mujeres—
no corresponde a una persona discreta
sino a algún hampón de altos vuelos en un bar de alterne.

No adoraré nunca a Bes
pero le daré la mano
y apenas se presente ocasión me iré de vinos con él
por alguna ciudad de calles fértiles.


25

De repente el olor de las mimosas
como una antorcha que respira o como
una ola inmemorial que besa
la desnudez expectante de la playa.

No es más que la puerta
que se abre, pero pone en movimiento
un aire donde cuaja
toda la dulzura de este precario otoño.


26

Lo pueden hacer muchos,
pero nadie lo hace: entonces hazlo.
Si no lo puedes hacer más que tú,
artesano, tus manos me dan frío.
Enseña a hacerlo a otros.
Que no enmudezca tu casa.
Que la memoria zumbe sobre rosas y asfódelos.

Si se rompe ese hilo
está perdido todo.


27

DUM SPIRO SPERO:
me defiende defiendo
mi cabrona esperanza
mientras me quede aliento.




ArribaAbajoBaila con un extranjero (1990-1991)


ArribaAbajoCurriculum vitae 1

De niño me tentaba escapar de casa. Pero me decía a mí mismo que antes de aprender a manejar un abrelatas, leer un mapa y dar cuerda al reloj no podía aventurarme en solitario a correr mundo.

No me escapé nunca de casa. No uso reloj. Ya sé manejar aceptablemente un abrelatas y no me oriento mal con ayuda de un mapa, pero no me escapé nunca de casa.

No leí a los sacrosantos Pound y Eliot. Leí al niño de Charleville y olvidé su obra completa en un beso. Por eso me atreveré algún día a decirte: no busques cómplices. Mejor creer en un Dios barbudo que divinizar manuales de retórica. Pero ni en tal caso esperes salvación. No mendigues nunca.

Entonces, huye.






ArribaAbajoAlianza


ArribaAbajoCaminas en el interior de la piedra.
A ciegas, mas con extraña precisión, ajustas
el fulgor y el silencio.
Está creciendo en ti
un amor aterido de locura. Tropiezas
una vez y otra
en el interior de la piedra.

La servidumbre existe, igual que la alianza
del fulgor y el silencio.




ArribaAbajoJuventud, divino tesoro (Curriculum vitae 3)

Cuando adolescente, quería tener un sombrero hongo negro. Supongo que ya entonces estaba bastante maleado por el maestro Magritte. En cierto momento lo compré en un comercio de la Plaza Mayor. Oculté una cuchilla de afeitar desnuda en la banda interior del sombrero. Juguetear con la idea del suicidio, entonces, no producía otra cosa que un leve escalofrío estético.

Había olvidado el hongo negro, y hoy me volvió a la memoria. Meditando en sordina sobre el mundo actual y su posible configuración en el cercano final de siglo, en este obsceno siglo de los genocidios industrializados y de las guerras civiles planetarias, me pareció obligado llevar en todo momento sobre mí los medios para un suicidio rápido y no excesivamente doloroso.

Sentí un acerado escalofrío: pero no precisamente de naturaleza estética.






ArribaAbajoPara no asustar al pueblo declaramos la guerra


ArribaAbajoPara no asustar al niño le conté una mentira.
Para no asustar a su madre la violé en la escalera.
Para que su marido no se asustase tuve que asesinarlo.
Para no asustarme he escrito estas líneas
con mi propia navaja
ya clavada en el vientre.




ArribaAbajoEl conciliábulo de los muñones

Camino describiendo círculos. El sol revienta como un huevo podrido, el eje del mundo es un árbol calcinado. Sin querer piso y quiebro mis propios dedos

alguien tensa los hilos de mi desamparo. Brutal añoranza del movimiento: tengo los tobillos empotrados en una costra de presente seco

la alacena rebosa vida. Descanso en la perfección de las criaturas que nos sobrevivirán: en mis ratos de ocio he venido adiestrando un competitivo orfeón de cucarachas

las nobles escolopendras aman en cambio la inocencia y el frescor de las arterias. Insuperable, dulce aptitud de los insectos

han caído ya, definitivamente, las sombrías capuchas de la infalibilidad. Un solo beso de nieve y se derrumban los hombros

pájaros carroñeros ávidos de cebarse en sus propios cuerpos podridos. Sólo la amenaza del anciano guardián, que blande su disciplinario chuzo como una cascada de garfios, los retiene

el mismo centinela ciego es amado por los niños

cómo abriga, en la irrevocabilidad del invierno, la sólita costra de papel de libros mascado y sentimientos de alquiler

darle la vuelta al pánico. Reprimir la compasión por su pataleante impotencia. Desescamarlo cuidadosamente

si los pulmones de la criatura no aguantan nuestra atmósfera de plomo y carbón, mejor dejarla morir. Así que desconecto la incubadora

con adobes de paja y sangre reconstruimos las cloacas, reparamos las prisiones. Sencillas son las ciudades del futuro, legibles y sencillas

el sueño nos oxida los ojos, pero no podemos dormir. Hoy no podemos dormirnos

atroces, indecibles, todos estos preparativos de lo humano.




ArribaAbajoA través del túnel

En el túnel se sosiega la vertiginosa barahúnda de las imágenes. Camina más despacio. Apégate a la compañía de tus propios pasos.

(Presente en cada paso: como si éste te fuese a precipitar al vacío).

Extinguidas las luces, se enciende la memoria.

A medida que penetras en el vientre de la montaña, tu violencia se transforma. Te aterciopela el contacto con las rosas tibias de oscuridad. Aquí la compasión no se castiga.

Caminas bajo tierra: cercano a los muertos. Puedes ser solidario con el dolor germinado, irresuelto, de aquellos cuyas vidas fueron cercenadas en flor.

Suspenso entre la vida y la muerte. Arropado en el silencio mineral, exacto. Por fin sin cuerpo, y por ende capaz de experimentar todo lo que ser corporal significa.

Ventaja de quien avanza en la más cerrada oscuridad: incluso el resplandor más nimio es perceptible.

La esperanza, entonces, es ese punto en el horizonte que nos perfora los ojos.

(Extinguidas las luces, se enciende la memoria).

A una mano que tantea en la oscuridad, ¿puede algo provocarle más pánico que tocar inopinadamente otra mano?

Camina más despacio. La oscuridad contiene todas las direcciones. La prisa del caminante borra la meta.




ArribaAbajoMañana de primavera en Barcelona

Los ciento cincuenta campesinos hindúes analfabetos envenenados por pesticidas en
     Rajtapura (alguien no supo leer las instrucciones de uso)
y el olor de la hierba recién cortada.

Los niños de Sierra Leona vendidos como esclavos para Gran Bretaña o Líbano
     (estamos, madre, en 1990)
y el olor de la hierba recién cortada.

Los alquileres pagados por emigrantes marroquíes a gitanos madrileños de La Veguilla
     para poder ocupar su chabola en el asentamiento (parece que se trata de diez mil
     pesetas, tampoco es tanto para los tiempos que corren)
y el olor de la hierba recién cortada.

El rostro de la vieja prostituta apostada frente a los escombros (las excavadoras van
     escribiendo el texto de la posmoderna ciudad alegre y confiada, MILLOREM
     CIUTAT VELLA
) a setecientas pesetas el polvo
y el olor de la hierba recién cortada.

Y el olor de la hierba recién cortada.






ArribaAbajoElogio de los peatones


ArribaAbajoAhora que los automóviles madrileños
alcanzan la exorbitante velocidad
de once kilómetros por hora
y todo hace prever
que se avecinan nuevas proezas de embotellamiento
y los récords de lentitud
seguirán siendo batidos
una y otra vez

qué delicia
caminar
mirar a las chicas
viajar en metro
sorprenderse de los nombres de las calles
comprar sellos y buscar buzones
sudar
caminar.

23 de febrero de 1990                







ArribaAbajoAlabanza de las babosas


ArribaAbajoSon caracoles sin concha,
vulnerables.

Avanzan
por entre bosques atónitos
a pecho descubierto.
Las hiere lo más nimio.

Las muy hermosas
tienen el dorso pardo,
naranja el expuesto vientre delicado.

Su reputación de frigidez
es por completo injusta:

de la lluvia disfrutan
como muy pocos seres de este mundo.






ArribaAbajoAlabanza de los poetas


ArribaAbajoEllos no son ciudadanos especiales.

Viven entre el sí y el no.
Mueren en el no.

Les aterra
la incapacidad de sentir miedo
o de sentir compasión
en ellos y en los otros.
Pero no son ciudadanos especiales.

Intentan hacer arte con lo más vulgar:
los encuentros
el hálito
las caricias
las palabras.

Se juegan la vida
intentando ayudar a que una coma atine
con el lugar que le estaba destinado
desde el comienzo del tiempo.

Son todos judíos, según supo
el judío rumano Paul Celan.
Viven entre el sí y el no.
Los matan en el no.






ArribaAbajoElogio de la reciennacida


ArribaAbajoPájaro que se deja caer como una piedra
Piedra que se echa a volar como un pájaro

El aire es tan tenue como la esperanza:
te sostiene

Vas a volar muy adentro
Vas a ser la más amada.






ArribaAbajoAlabanza de los futuros amantes


ArribaAbajoTan hermosos. Verlos lejos,
sentados frente a frente, ella y él,
absortos en la almendra del mundo,
verlos sin escuchar ni una palabra
—dioses cautivos en un acuario ígneo—
y saber lo que ellos aún no saben:

como la lengua del sol que alisa el pelo a sus crías
los va salvando el deseo.






ArribaAbajoAlabanza de los trenes verdaderos


ArribaAbajoHay muchos trenes falsos.
Es fácil confundirlos con los trenes auténticos.
Casi todos
los llaman también trenes:
los revisores
los ferroviarios
los carteristas
los viajeros casi sin excepción
y hasta yo mismo
cuando no quiero dar muchas explicaciones.

Trenes sólo son los que parten de noche.
Trenes sólo son los que llevan a ti.






ArribaAbajoAlabanza sucinta de la enamorada


ArribaAbajoCada vez que me miras
nazco en tus ojos.






ArribaAbajoSeguridad vial


ArribaAbajoLa democracia camina
El capitalismo cabalga

La democracia camina
El capitalismo viaja en palanquín

La democracia camina
El capitalismo acelera un automóvil

La democracia camina
El capitalismo se acomoda en un Tren de Alta Velocidad

La democracia camina
El capitalismo vuela en Concorde
y da volteretas en una lanzadera espacial

Uno de los dos resulta atropellado
¿Adivinas quién?






ArribaAbajo¿Quién ama a los subnormales?


ArribaAbajoMás allá de la punzada epidérmica
—duele menos que un pellizco
y duele menos que una cita frustrada,
duele poquísimo—
que sientes cuando la ves caminar de la mano de otra persona
con sus patitas tuertas y sus ojos prensados
¿quién ama a los subnormales?

¿quién ama a las madres de diecinueve hijos?
¿quién ama a los ancianos incontinentes?
¿quién ama a los niños autistas?
¿quién ama a las chicas gordas?
¿quién ama a los ciegos extraviados en su sangre?
¿quién ama a los castrados en la tortura?
¿quién ama a los perros que huelen mal?

Y si nadie ama a estos, ¿quién
ama?






ArribaAbajoDiez años antes del tercer milenio


ArribaAbajoCuando pienso en quienes murieron ayer siento
vergüenza de estar vivo.

Cuando pienso en quienes están muriendo hoy
muriendo y masmuriendo siento
vergüenza de estar vivo.

Cuando pienso
en quienes vivirán y morirán mañana
siento vergüenza de estar vivo.






ArribaAbajoTeoría de la percepción para tiempos tenebrosos


ArribaAbajo«La rabia
distorsiona tu percepción», dice un amigo
y naturalmente está en lo cierto

Pero los rostros de los amos
están tan distorsionados
por el poder
el dinero
la hipocresía
el sobreconsumo energético
las arengas bélicas
y la propaganda

que quizá sólo gracias a la distorsión
producida por la rabia consigo ver
recompuesto su bestial rostro verdadero.

24 de febrero de 1991
(mientras en los desiertos de Oriente Medio culmina la masacre)
               







ArribaAbajoCon los ojos abiertos


«La baba de la bestia / no perdona»

Claribel Alegría                



ArribaAbajoQuiero ver todo lo que va a venir.

Las guerras que seguirán
a la última de todas las guerras
Los crímenes que ennoblecerán
al próximo Benefactor de la Humanidad
y los crímenes que harán olvidar esos crímenes
Las palizas a los perros mudos
Las palizas a los negros mudos
Las palizas a las mujeres mudas:
yo he de ver todo eso

Los pilotos de la US Air Force
ven películas porno antes de bombardear Bagdad2
y yo he de verlas
Las pantallas de televisión muestran
a los muertos de cólera en Lima
a los muertos de carnaval en Ciudad de Méjico
a los muertos de mosca carnívora en Trípoli
a los muertos de miseria en Calcuta
a los muertos de resignación en Madrid París Londres:
tengo que ver todo eso
Quiero ver todo lo que va a venir

No quiero mi merecido puesto en el desfile
ni en el banquete
ni en el jardín
(perdón, ya no hay jardines
LOS JARDINES SON ONTOLÓGICAMENTE IMPOSIBLES)
Quiero estar en la calle
dentro del laberinto
amaestrando al hambre y a la angustia
sin ovillo de hilo y con los ojos abiertos

Ya no hay tiempo
Por primera vez en la historia
SE HA TERMINADO EL TIEMPO
(de educar a los hijos
mejorar las ciudades
regalar un dedalico de amor a quienes sufren)

pero yo necesito ver lo que vendrá
después del tiempo.






ArribaAbajoFigurilla antropomorfa de significado desconocido. Cultura teotihuacana. Altiplano central. Clásico (0-750 d. C.)


ArribaAbajoLas manos del artesano
toman arcilla de la tierra
para moldear al dios
que crea al artesano.

Según su calendario solar
a dieciocho meses de veinte días
seguía un breve mes de cinco días nefastos:
existía además otro calendario ritual.
Palabras que son objetos.
Tiempos. Tiempos que no se superponen.

Tlaloc, dios de la lluvia, por cortesía de Olivetti.
SATÉLITE DEL AMOR
y del espanto. Detesto los satélites.
La boca de la sacerdotisa
iluminada desde el interior
con excelente criterio museístico.

Tiempos que no se superponen.

La diosa de la fertilidad
tiene los ojos perforados.
Xipe-Topec, el dios de los orfebres,
es el dios de la regeneración.

¿Siempre
del lado de los vencidos?
Detesto los satélites.

Una de las esculturas totonacas
es especialmente impresionante:
la mitad derecha de una cabeza emerge
de un bloque de piedra esférico.
ESCULTURA ANTROPOMORFA,
REPRESENTACIÓN DE LA DUALIDAD.

La alegría de la diosa
es absolutamente secreta.
Los tiempos no se superponen.

Mi alegría secreta: dentro de treinta siglos
no recordará nadie —si es que hay nadie—
a uno solo de nuestros premios Nobel.






ArribaAbajoAgnosticismo axiológico


ArribaAbajo¿Y si no existen
los valores absolutos
las verdades eternas
los siete sabios de Grecia
los cuatro jinetes del Apocalipsis
ni el portero de noche sobornable
para un palco de lujo en el Juicio Final?

Sólo lamento
amor mío
no haberte masturbado esta mañana
—te he deseado tanto—
en los limpísimos lavabos del museo.





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