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1

Las observaciones en esta publicación se encontraban ya, en parte, formuladas en A. de Toro (1992: 133-168; 1994: 5-32; 1995: 243-259).

 

2

Alazraki (1983 y 1990: 27) constata que tanto para Borges, Cortázar y Kafka la definición tradicional es inadecuada; naturalmente que extendemos esta observación a las obras de Bioy Casares en cuestión. Él emplea los términos de 'oxímoron' o neofantástico para definir este nuevo tipo de literatura fantástica que difiere de la del siglo XIX y de lo que se ha venido definiendo como tal. Las definiciones de Alazraki son prácticamente equivalentes con las nuestras (cfr. A. de Toro 1998: 11-74).

 

3

No consideramos en este lugar si es realmente correcta la distinción básica entre los temas del yo y del tú, ya que ésta no tiene ninguna importancia en nuestro contexto argumentativo, y nos limitamos a indicar la crítica que al respecto le hace Finné (1980: 30-40) a Todorov y a la alternativa que representan los trabajos de Caillois (1975) y de Blüher (1985: 156).

 

4

Cfr. Finné (1980: 15):

La littérature fantastique se situe d'emblée sur le plan de la fiction pure [...]. Le fantastique est jeu. [...] Le fantastique est donc une forme de l'art pour l'art, un jeu, une gratuité, non un tremplin. [...] le récit fantastique ne se veut plus un reflet de la réalité, ne cherche plus à accréditer certaines croyance, mais bien á divertir -j'ose à peine écrire: à détendre.



 

5

Un problema con las mismas características se encuentra en Wünsch (1991); vid. más abajo.

 

6

Vid. también Callois (1975: 22). La definición de lo «neofantástico» de Finné es una extensión/ampliación del concepto de lo «canónico fantástico» y se diferencia profundamente del término «neofantástico» de Blüher (vid. más abajo).

 

7

Cfr. también Penning (1980/21985: 40).

 

8

Muchas de las observaciones sobre estas dos obras valen para otras de Bioy Casares, por ejemplo, para El sueño de los héroes.

 

9

Diferimos de Mac Adam (1975: 312) en cuanto no consideramos La invención de Morel como «[...] una obra tan realista que carece de absolutamente trama». La carencia de trama, su carencia de mimesis y referencialidad y la conexión con la grabación fílmica acentúan su carácter más bien virtual.

 

10

Alazraki (1990: 30) habla de lo neofantástico en el sentido de «metáforas epistemológicas», como «alternativas, modos de nombrar lo innombrable por el lenguaje científico»; cfr. en el mismo sentido A. de Toro (1994: 5-32; 1995: 243-259; 1998: 11-74; 1999: 139-163; 1999a: 137-162). Alazraki emplea también el término oxímoron para definir elementos fantásticos en la obra de Borges en forma muy similar a nuestros conceptos de rizoma, transversalidad y escriptibilidad del discurso borgesiano (cfr. A. de Toro 1999b: 173-208).