Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.


ArribaAbajoJornada II

 

Salen ENRIQUE, viejo y LAURA.

 
LAURA
Hasta que te vi, señor,
turbada estuve y suspensa,
pendiente el alma de un hilo,
ni bien viva ni bien muerta.
¿Cómo vienes? ¿cómo fue 5
este prodigio? ¿qué intentas?
¿qué pasó? ¿qué sucedió?
No con tal duda me tengas,
porque es otra pena aparte
vivir dudando una pena. 10
ENRIQUE
¿Estás sola?
LAURA
Sola estoy,
pero cerraré esta puerta.
ENRIQUE
No la cierres, que podrán
escucharnos detrás della,
que el que quiere decir, Laura, 15
cosas, y más como estas,
adonde importa el secreto
tanto hace mal si la cierra,
pues no sabe quién le escucha,
mejor es dejarla abierta; 20
que yo veo desde aquí
a quien sale y a quien entra.
Ya te acuerdas de la noche
que, tantas veces funesta
para mí, desde la casa 25
de madama Julia bella
truje a la mía a tu hermano
en mis hombros; ya te acuerdas
que, entre tu sangre bañado
volvió del desmayo apenas, 30
cuando... Mas ¿por qué mi voz
repetirte, Laura, intenta
lo que es justo que no olvides,
lo que es preciso que sepas?
Pues dijo un sabio que solo 35
arte de memoria era
estudiar uno desdichas,
que, como una vez se aprenda,
nunca saben olvidarse.
Y pues acordarte es fuerza, 40
paso ahora a lo que ignoras,
porque todas las adviertas.
Apenas el sol anoche
vencido de las tinieblas,
caerse dejó en el mar, 45
sustituyendo su ausencia
las estrellas y la luna,
porque abrasadas virreinas
de la majestad del sol,
son la luna y las estrellas; 50
cuando, poniendo reparos
a la sagrada violencia
del rayo del poderoso,
dispuse contra su fuerza
mi ingenio, bien como aquel 55
jeroglífico lo enseña
de la encina y de la caña,
que una fácil y otra opuesta
a las ráfagas del viento
del raudal a las violencias, 60
coronaron la humildad,
a vista de la soberbia.
Al tiempo, pues, que Sajonia
celebraba sus exequias
de Astolfo, salimos yo 65
—58v→
y... mas turbada la lengua
no se atreve a pronunciarlo,
que aun de imaginarlo tiembla.
LAURA
No importa, ya sé quién dices.
ENRIQUE
En una oculta maleza 70
de ese monte, tan guardada
de las hojas y las peñas,
que no echó menos el día,
porque siempre para ella
es noche, pues no ve al sol 75
que amanezca o no amanezca;
prevenidos dos caballos
tuve, cuya ligereza
el viento calzó de pluma,
tan hijos suyos, que fuera 80
la espuela manchar en ellos
desprecio y no diligencia.
Aquí, pues, la voz, aquí
en mil suspiros envuelta,
en mil lágrimas bañada, 85
dije... Pero gente llega,
luego, Laura, lo sabrás.
 

(Salen LUCRECIA y CANDIL.)

 
LUCRECIA
Don Carlos está a la puerta.
CANDIL
Dice, si para besar
tus manos, le das licencia. 90
ENRIQUE
Amigo de Astolfo fue.
LAURA

  [Aparte.]  

Y enemigo mío, pues llega
a darme tantos cuidados.
ENRIQUE
Decid que entre en hora buena.

 (Hace que se va LUCRECIA, y vuélvese a estar.)  

Pero decidme primero, 95
Candil, ¿qué venida es esta,
servís a Carlos?
CANDIL
Señor,
desde aquella noche mesma,11
que trujiste herido a Astolfo
a casa, y como si fuera 100
tu familia tu homicida,
con enojo y con afrenta
a todos nos despediste.
Sirvo a Carlos.
ENRIQUE
No me pesa,
decid que entre; mira, Laura, 105
 

(Vase CANDIL.)

 
que importa que nada entienda.
LAURA

  (Aparte.) 

Eso díselo a mis ojos,
porque, si son mudas lenguas
del alma, no callarán
a Carlos nada que sepan. 110
 

(Salen CARLOS y CANDIL.)

 
CARLOS
Aunque fuera desta casa,
dando de mi amistad muestra,
recibo el pésame yo,
el darle aquí será fuerza.
Si bien de una circunstancia 115
hoy mis ojos me reservan,
que es encareceros cuánto
siento la infeliz tragedia
de Astolfo, pues si perdistes
un hijo y hermano en ella, 120
yo perdí un amigo, y no
es pérdida más pequeña,
que es parentesco sin sangre
una amistad verdadera.
ENRIQUE
Bésoos, don Carlos, las manos, 125
que bien tenemos por ciertas
de vuestra noble amistad
tantas generosas muestras.
Bien lo dice mi cuidado,
pues el no dejar que os viera 130
Astolfo en su enfermedad,
por excusarle la pena
fue que llevó de perderos.
CARLOS
Mis lágrimas solo sean
hoy testigos de la mía. 135
LAURA
Mal en tratarlas hicieras
como ajenas, siendo propias.
CARLOS
Nunca estas fueron ajenas.
CANDIL
¡Ay!

 (Hace que llora.) 

LUCRECIA
Pues ¿tú lloras también?
  —59→  
CANDIL
¿Y cómo, no consideras 140
estas lágrimas de tinta?
LUCRECIA
Pues, ¿hay cosa que tú sientas?
CANDIL
No.
LUCRECIA
Pues, necio, ¿por qué lloras?
CANDIL
Por hacer compañía, necia.
 

(Sale un criado.)

 
CRIADO12
Aquel hombre que te habló 145
endenantes, está ahí fuera.
ENRIQUE
Un negocio es, yo saldré
a hablarle, tú aquí me espera,
Carlos; que quiero después
besar la mano a su Alteza, 150
y que me acompañes quiero,
porque notes, porque adviertas
que dar gracias por agravios
es la mayor diligencia.

 (Vase ENRIQUE.)  

CARLOS
¿Atreveranse mis voces, 155
pidiendo al llanto licencia,
validas de la ocasión
que ningún tiempo desprecia,
a mezclar, hermosa Laura,
amores a un tiempo y penas? 160
Pues entre penas y amores
hay tan poca diferencia,
que no salgo del conceto,
pues son una cosa mesma.
LAURA
Bien podrás, Carlos, y bien 165
podré yo decir, atenta
a tus labios y a mis ojos,
que no es posible que sea
buen cortesano el amor,
pues de ninguna manera 170
habla más que una cosa,
mezclando gusto y tristeza.
CARLOS
Por no distinguir los tiempos
ni las personas, se cuenta
que de un árbol mismo cortan 175
la muerte y amor sus flechas.
Y así, pues, amor y muerte
quiere el cielo que me hieran
tan a un tiempo que podrán,
cuando ir a cobrar pretendan 180
las saetas de mi pecho,
equivocar las saetas.
Bien podré, herido dos veces,
decir...
CANDIL
Ya mi señor entra.
CARLOS
Pues ya no podré decirlo. 185
LAURA
Sí podrás, por una reja
de mi jardín esta noche.
 

(Sale ENRIQUE.)

 
ENRIQUE
Perdonad, por vida vuestra,
la tardanza.
CANDIL

  [Aparte.] 

Más tendrá
que perdonar en la priesa. 190
ENRIQUE
Y vamos [a ver]13 al Duque.
CARLOS
Vamos.
ENRIQUE
Laura, adiós te queda.
LAURA
El cielo, señor, te guarde.
CARLOS
No te olvides, Laura bella,
de que en la reja tu sol 195
esta noche me amanezca.
LAURA
No haré, Carlos, que me va
la vida en que tú la tengas.

 (Vase.) 

CARLOS
Tú, vete a casa, y prevén
espada, capa y rodela. 200

 [Aparte.] 

¡Oh, quién de un suspiro al día
el achaque apagar pudiera,
pues está, que viva un dios,
en que solo una vez muera!
CANDIL
Fuera razonable el soplo: 205
¿oyes qué digo, Lucrecia?
Está avisada, que mi amo
hablar a tu ama concierta,
porque estés tú a hablarme a mí.
LUCRECIA
¿De cuándo acá esa fineza? 210
Habiendo vivido en casa
tantos días, ¿hoy te acuerdas
de enamorarme?
CANDIL
Es porque es
costumbre inmemorial esta,
ad perpetuam rei memoria, 215
—59v→
entre los crïados hecha,
que no es porque yo te quiero,
mas podrá ser que te quiera,
por solo hacer compañía.
LUCRECIA
Allá con Porcia se avenga, 220
no es Lucrecia para burlas.

 (Vase.) 

CANDIL
Dos romanas de la legua
enamoro, y ¡vive Dios!,
que he de ser en medio dellas,
pues fui de la Porcia Bruto, 225
Tarquino desta Lucrecia.

 (Vase.) 

 

(Salen el DUQUE, LEONELO y OTAVIO.)

 
DUQUE
Esta pena, esta furia,
doméstico enemigo que me injuria;
esta ansia, este veneno,
áspid ingrato que abrigué en mi seno; 230
esta ira, esta rabia
que el corazón, que es dueño suyo agravia,
no es posible que sea
amor, deidad en mí mayor emplea,
con enojo más fuerte, 235
pena, furia, veneno, rabia y muerte;
pues son tantos desvelos
las cabezas de la Hidra de los celos.
LEONELO
Yo no sé de qué suerte los previenes,
pues tienes celos, y de quién, no tienes. 240
DUQUE
Por respuesta, que puedo, te prevengo,
tenerlos, pues de quien tenerlos tengo.
Tú mismo a un hombre viste
que un jardín aquella noche, ¡ay triste!,
ciego y desesperado 245
entró, a quien yo, ofendido y enojado,
quité la vida, sin quitar la vida;
pues primero murió, que de la herida
de los celos que tuvo.
¡Qué fino amante, qué cortés anduvo! 250
Pues murió, averiguados los recelos,
a vista de su dama y de sus celos.
OTAVIO
Si tú mismo confiesas desos modos
que murió, y es verdad que anoche todos
su entierro vimos, ¿cómo en esta parte 255
un muerto puede darte
celos?
DUQUE
Como no mueren con la muerte
los celos.
LEONELO
¿De qué suerte?
DUQUE
Desta suerte.
—60→
De contrarios efectos esta llama,
de contraria razón esta centella 260
de celos nace en una causa bella,
o bien porque es amada, o porque ama.
Ni ser amada, pues, ni amar la dama
consiente amor, tasándole su estrella;
mas entre ser amada o amar ella, 265
lo uno disgusta, pero lo otro infama.
Luego si ya de Astolfo ser querida
no puede Julia, y yo en su llanto advierto
que ella puede quererle sin la vida,
de los dos daños el mayor es cierto, 270
y pues Julia de un muerto no se olvida,
bien puedo yo tener celos de un muerto.
OTAVIO
Sutil sofistería
de amor.
DUQUE
Pues mi mortal melancolía
della nace, y yo muero, 275
porque remedio a mi dolor no espero.
LEONELO
Como tenerle quiera
tu Alteza, le tendrá.
DUQUE
¿De qué manera?
LEONELO
Ovidio dice, hablando del remedio
de amor, cuál es el medio: 280
oye el verso.
DUQUE
Holgareme de sabelle.
LEONELO
«Para vencer amor, querer vencelle».
DUQUE
Pues yo quiero y no puedo: luego ¿miente
Ovidio, o aconseja neciamente?
Y pues la pena mía 285
tan obstinada en mi dolor porfía,
con otra industria he de poder vencella.
OTAVIO
¿Qué pretendes hacer?
DUQUE
Fïarme della
sin resistirme, a ver lo que hacer quiere
de mí, lléveme, pues, donde quisiere. 290
Preveníos los dos para esta noche,
que el sol apenas hoy desde su coche
lid de rayos y olas
verá sobre las ondas españolas,
cuando a la calle yo de Julia vaya, 295
solo a ver sus umbrales, porque haya
—60v→
menos entre mi amor y su belleza.
 

(Salen ENRIQUE y CARLOS.)

 
ENRIQUE
Deme a besar las plantas vuestra Alteza.
DUQUE

  [Aparte.]  

Solo esto le faltaba a mi castigo,
quejas de un padre y quejas de un amigo. 300
ENRIQUE
Si algún día os mereció
mercedes, señor, mi fe,
dadme hoy albricias.
DUQUE
¿De qué?
ENRIQUE
De que ya Astolfo murió.
Aunque pido mal, que yo 305
y mi honor al gusto vuestro
las debemos, bien lo muestro
con tan alegre albedrío,
pues fue el muerto un hijo mío,
que no fue un esclavo vuestro. 310
De aquella infelice herida
la ocasión aprovechó
porque hiciera mal, si no
muriera a tal homicida.
Su muerte, pues, y su vida 315
que en mí son uno, es muy cierto,
pues si ya vengado advierto,
señor, vuestro enojo esquivo,
para mí está Astolfo vivo,
cuando está para vós muerto. 320
DUQUE
Bien, Enrique, han hecho alarde
los esfuerzos del dolor,
de la sangre y del valor.
¡Dios os guarde, Dios os guarde!
 

(Vanse el DUQUE y criados.)

 
CARLOS
Confuso el Duque, cobarde 325
y turbado ha respondido.
ENRIQUE
Piedad de su pecho ha sido.
Adiós, adiós, Carlos.
CARLOS
Yo
he de ir con vós.
ENRIQUE
Eso no,

 (Aparte.) 

bien hasta aquí ha sucedido. 330

 (Vase.) 

CARLOS
Si decir uno el dolor
que padece, no enternece
sino al que el dolor padece,
bien podré decir mi amor
al sol, pues su bello ardor 335
un laurel siguió fïel,
y no dudo yo que él
con sombras el yerro dore
de que yo una Laura adore,
pues él adoró un laurel. 340
¡Oh tú, planeta luciente,
mide en tu pena la mía,
y haz hoy síncopa del día
el ocaso y el oriente!
Apague el azul tridente 345
tu luz, arder no presuma,
y nazca mi amor, en suma,
de espuma y sombra entre horror,
pues siempre nace el amor
de la sombra y de la espuma. 350
Ya parece que obediente
a mi voz noble y bizarro
guia el pértigo del carro
por los campos de Occidente:
sombra y luz confusamente 355
hacen que el atado broche
de sombra y luz desabroche
el sueño, ya perezoso,
equivocando el dudoso
rubricano de la noche. 360
Y pues ya se ha declarado
triunfante la niebla fría
de las campañas del día,
y yo a mi casa he llegado,
quiero, de traje mudado, 365
ir donde Laura me espera,
luciente sol desta esfera.
  —61→  
 

(Sale CANDIL.)

 
CANDIL
¡Vive Dios, no pare aquí
un instante!
CARLOS
¿Candil?
CANDIL
Sí.
CARLOS
¿Dónde vas desta manera? 370
CANDIL
Huyendo.
CARLOS
Loco pareces;
¿qué hay?
CANDIL
No lo sabré decir,
ni aun pienso que sabré huir,
con haberlo hecho más veces.
CARLOS
Nuevas sospechas me ofreces; 375
¿qué es lo que te ha sucedido?
CANDIL
Yo...
CARLOS
Prosigue.
CANDIL
Estoy perdido;
¿viene alguien?
CARLOS
No.
CANDIL
Te esperaba,
cuando sentí que a la aldaba
de las puertas hacen ruido. 380
Fui a ver quien era, y hallé
un hombre, que rebozado
me mató la luz, turbado
quién era le pregunté,
y muy quedo dijo que 385
te buscase, mas no habló.
Dentro de casa se entró,
y del último aposento
cerró las puertas, atento
a que no le viera yo: 390
allí está, en fin, encerrado.
Ni sé quién es, ni qué quiere.
CARLOS
Calla, y más tiempo no espere.
Trae luz, que determinado
yo haré que de ese cuidado 395
salgas.
CANDIL

 (Entra y saca luz.) 

Aquí tienes ya
la luz.
CARLOS
¿Dónde es dónde está?
CANDIL
Aquí.
CARLOS
La puerta abriré.
 

(Abre ASTOLFO la puerta y no sale.)

 
Pero ella abrir se ve:
¡quienquiera que es salga acá! 400
¿No sale? Entra tú.
CANDIL
Si fueras
a caballo, me tocara
ir delante, mas repara
yendo a pie, ¡cuán mal hicieras
si delante me trajeras! 405
CARLOS
Suelta la luz.
CANDIL
Eso haré
fácilmente.
CARLOS
Yo veré
quien está dentro.
 

(Entra CARLOS con la luz y la espada desnuda.)

 
CANDIL
Cerró
la puerta, así como entró
Carlos, quienquiera que fue. 410
¿Qué me toca hacer aquí
por la ley del duelo, siendo
criado?, ¿criado dice? Entiendo
que solo mirar por mí.
Y pues tanto ha que no vi 415
a Porcia, a verla iré en tal
duda, afectos de leal
ningún cuidado me den,
porque nunca me hará bien
si yo no le sirvo mal. 420
 

(Vase, y salen PORCIA con luces y JULIA con luto.)

 
JULIA
Pon en ese cenador
las luces sobre un bufete,
porque no estemos a escuras
en este trágico albergue
las dos solas.
PORCIA
Ya están puestas,
425
y en él prevenido tienes
un tapete y una almohada,
para que al fresco te sientes,
ya que de estar aquí gustas.
JULIA
Ningún descanso apetece 430
mi vida, en tanto que triste,
entre laberintos verdes,
cercos ya de la fortuna,
y teatros de la suerte,
lloro, Porcia, mis desdichas, 435
imitadoras del Fénix
—61v→
tanto, que en cuna y sepulcro
unas nacen y otras mueren;
que a las desdichas siempre
otras desdichas hay que las hereden. 440
Triste, funesto jardín,
tú, que en tiempo más alegre,
si pompa del amor fuiste,
ruina ya del amor eres;
donde al cielo que lo admira 445
y a la tierra que lo atiende,
representó la fortuna
tragedias de amor, que pueden
tanto a las flores mover,
tanto ablandar a las fuentes, 450
que a las fuentes y a las flores,
de piadosas y corteses,
corren por perlas corales,
dan por jazmines claveles.
Oye mis desdichas, pues 455
lugar a mis dichas deben
tus cristales y tus rosas
por lo que se les parecen;
que mis dichas son flores y son fuentes,
o por lo fugitivo o por lo breve. 460
Yo vi, yo vi coronado
en este jardín alegre,
de vitorias al amor.
¡Cuánto engaña, cuánto miente,
quien deidad le llama, pues 465
una desdicha le vence!
Dígalo a voces la aurora
que en estas hojas se mueve
quejosa, porque mis voces
con sus cláusulas concierten; 470
díganlo a señas las plantas
manchadas, que en este albergue,
para ser tálamo nacen,
y siendo túmulo, mueren;
pues el aura, y pues las plantas, 475
de tratarme a mí y de verme14,
solo suspiros estudian,
solo lágrimas aprenden;
y podrán mejor que yo,
a quien turban y enmudecen 480
las penas, porque en efeto
las padezca y no las cuente;
que el que decirlas puede,
más las alivia, Porcia, que las siente.
PORCIA
¿El campo de la fortuna 485
dejas correr de esa suerte
al discurso? No podrás
pararle cuando lo intentes:
haz treguas, señora, un rato
con las lágrimas que viertes, 490
que así morirás de triste.
JULIA
Pues ¿qué dicha más alegre?
Déjame, Porcia, llorar;
pues todos dicen que es este
el mejor bien de los males 495
y el mejor mal de los bienes.
Pero ¿quién se entra hasta aquí?
 

(Sale CANDIL.)

 
CANDIL
Un muerto Candil, que viene
a las luces de tus ojos
a quemarse, y no a encenderse. 500
JULIA
Desde que Astolfo murió,
Candil, no has venido a verme.
CANDIL
Don Carlos, mi nuevo dueño,
tan ocupado me tiene,
que no he tenido lugar. 505
PORCIA
Muy anciano chiste es ese,
dar por disculpa a los amos
de la culpa que no tienen;
di que Lucrecia, y dirás
bien.
CANDIL
El diablo me lucrecie,
510
que es mucho más, Porcia mía,
que decirle que me lleve,
si yo...
JULIA
¿Qué es eso?
CANDIL
Pregunto,
¿y qué haces desta süerte?
¿No te da miedo este sitio? 515
JULIA
No, que quien ama no teme,
—62→
como el can que de su dueño
sobre el sepulcro fallece,
de la lealtad y el amor
jeroglífico excelente, 520
yo sobre aquestas caducas
plantas, monumento débil
de Astolfo, pues aquí fue
adonde cayó, estoy siempre
con voces y con suspiros 525
gimiendo y llorando a veces.
PORCIA
¿Quieres que, por divertirte,
cante?
JULIA
Él solo consiente
mi dolor, por ser así
que la música entristece. 530
 

(Dan golpes debajo.)

 
Oye, detente; ¡ay Candil!,
¡ay Porcia! ¿Qué ruido es este?
CANDIL
Yo no entiendo bien de ruidos.
PORCIA
Ni yo tampoco.
JULIA
Parece
que en el centro de la tierra 535
sepulcros se abren crüeles.
 

(Vuelven a dar golpes.)

 
Vuelve a escuchar...
PORCIA
¿Tan buen son
es?
JULIA
A ver si el ruido vuelve.
CANDIL
Sí vuelve, porque es un ruido
muy puntual.
JULIA
[Ya es bien me acerque.]15
540
[PORCIA]
No yo, que temiendo estoy
desde el perico al juanete.
CANDIL
Yo, que no tengo perico,
temo desde el pie a la frente.
 

(Dan golpes.)

 
JULIA
Dad voces.
PORCIA
Yo no, no puedo.
545
CANDIL
Ni yo, que fuera indecente
dar voces en casa ajena.
JULIA
Preñada la tierra quiere,
rasgándose las entrañas,
que nazcan o que revienten 550
prodigios. ¿No veis, no veis
cómo toda se estremece?
¿No veis las plantas y ramos
o sacudirse o moverse?
PORCIA
¡Pluguiera a Dios no lo viera! 555
CANDIL
¿Qué es esto que hoy me sucede?
¿Allá embozados y aquí
dan golpecitos?
JULIA
Valedme,
¡cielos!, que ya no hay valor.
 

(Ábrese un escotillón y sale ASTOLFO lleno de tierra.)

 
Pues Astolfo, ¡ay de mí!, es este, 560
que aborto del centro nace
en la parte donde muere.
PORCIA
Válgame San Verbo caro.
CANDIL
San Dios, San Jesús mil veces.
PORCIA
¿Adónde estaré segura? 565

 (Vase.) 

CANDIL
Tratar quiero de esconderme.
ASTOLFO
Quédate, Carlos, aquí,
por lo que me sucediere,
que hasta recorrer la casa
yo entraré solo.
JULIA
¡Detente,
570
Astolfo!
ASTOLFO
Julia, no temas.
JULIA
¿Qué me afliges? ¿Qué me quieres?
¡Déjame, déjame!
ASTOLFO
Julia,
oye, escucha, mira, advierte;
sobre las flores cayó, 575
donde, rendida parece
la deidad que en este templo
aras de púrpura y nieve
dan a estatuas de jazmines,
dan a imagen de claveles. 580
¡Oh, qué mal hice, ¡ay de mí!,
en romper, sin que estuviese
Julia avisada, esta mina!
Pero, ¿qué habrá que yo acierte?
¿Y quién pudo prevenir 585
que aquí, a estas horas, la viese?
¡Mira, oh cielo, que no es justo,
ya que por muerto me tiene,
que siendo yo el muerto, sea
Julia el cadáver! Advierte 590
que expira en su luz el día,
de tantas flores te duele,
—62v→
huérfanas sin su hermosura.
PORCIA16

 (Dentro.) 

¡Al jardín, crïados, gente!
CANDIL

 (Dentro.) 

Id17, a socorrer a Julia. 595
DUQUE

 (Dentro.) 

Nada, Leonelo, receles.
Voces dan, rompe esas puertas.
ASTOLFO
Ya en el jardín entra gente.
¿Qué he de hacer, que unos de otros
nacen los inconvenientes? 600
 

(Golpes dentro.)

 
Si me echo a la mina, dejo
abierta la boca, y pueden
averiguar contra Carlos
y contra mí fácilmente
el intento; si la cierro 605
con ramas, porque no lleguen
a verla, no tengo luego
por donde salir, de suerte
que en irme, Carlos y yo
padecemos igualmente; 610
y en quedarme y ocultarme,
yo solo, pues yo me quede
empeñado y asegure
a Carlos. Mas, pues me ofrece
tan casual instrumento 615

 (Cubre la boca con una almohada.) 

esta almohada, ella cierre,
y fïando a la fortuna
algo en desdicha tan fuerte,
me encerraré en esta cuadra.
¡Valedme, cielos, valedme! 620
 

(Escóndese y salen PORCIA, el DUQUE, criados y CANDIL.)

 
DUQUE
A tu voz rompí esas puertas.
¿Qué es esto, Porcia? ¿Qué tienes?
PORCIA
No sé, señor.
DUQUE
Di, Candil,
¿qué es lo que a los dos sucede?
Pero no me lo digáis, 625
ya veo que a un accidente,
en el mismo sitio adonde
a Astolfo le di la muerte,
Julia yace desmayada.
¡Julia hermosa!
JULIA
¿Qué me quieres?
630
¡Déjame, Astolfo!
DUQUE
No soy,
sino yo. ¿Qué es esto?
JULIA
Atiende.
En este, ¡ay Dios!, no sé (no tengo aliento)
como diga, jardín o monumento;
en este, ¡ay Dios!, no sé (desdicha dura) 635
como diga, sepulcro de hermosura...
Mas ¿qué dudo, luchando yo conmigo?
Monumento, señor, y jardín digo.
Mas ¿qué digo, conmigo batallando?
Hermosura y sepulcro digo, dando 640
la rienda a mis enojos,
aportaban los labios a los ojos
a lágrimas y voces,
que igualmente veloces
corrían cada cual a su elemento, 645
el llanto al agua y el suspiro al viento:
si no es que desatados
iban todos al fuego, que abrasados
tanto salían de mi helado pecho
lágrimas y suspiros, que sospecho 650
que monstruo el fuego sea,
—63→
cuando compuesta de contrarios vea
su esfera, porque luego
cuanto temí y lloré, todo era fuego;
pues por donde el suspiro y llanto pasa, 655
el llanto quema y el suspiro abrasa.
Aquí, en mis fantasías,
crueldades tuyas, o desdichas mías,
estaba, pues, llorando,
cuando, ¡ay infeliz!, cuando 660
alterada la tierra,
que los tesoros pálidos encierra
de muertos, con extrañas
lides rasgar quería las entrañas,
echando de su centro 665
los prodigios que ya no caben dentro
de mudos golpes, pues flores y plantas,
informadas, ¡ay Dios!, en penas tantas,
a temblar empezaron.
Que también las raíces que miraron 670
del céfiro las hojas sacudidas,
no es mucho, mas que tiemblen hoy heridas
las hojas con embates infelices
al céfiro que hiere las raíces,
son iras, son congojas 675
que ignoran las raíces y las hojas.
En efeto, al gemido, que no pudo
articular el viento, porque mudo
dentro del seno estaba,
cuando solo por señas se quejaba, 680
tembló el jardín, y tanto le provoca,
que para respirar abrió la boca.
No así el Vesubio fïero,
que, baluarte rústico de acero,
contra los cielos vomitar presumo 685
bombas de füego y pólvora de humo,
comunero del sol, al sol se atreve,
de cuyo incendio es la ceniza nieve;
como esta tierra, esta que ves, herida,
de sus mismas entrañas desasida, 690
a las estrellas estrella sube
pirámide de polvo, densa nube,
—63v→
a empañar importuna
los trémulos cristales de la luna.
Yo vi aquí, desmayada 695
la voz, torpe la acción, la lengua helada,
erizado el cabello,
en el pecho un puñal, un nudo al cuello,
equívoca la vida,
al corazón la sangre retraída, 700
embargado el aliento,
muerto el sentido, vivo el sentimiento...
No puedo hablar... Yo vi, yo vi bañado
en sangre y polvo a Astolfo, que abortado
de su sangre nacía. 705
DUQUE
Detente, que tu gran melancolía,
que tus vanos desvelos
en ti fueron temores y en mí celos;
pues cuanto causa ha sido
de que tú esa ilusión hayas tenido, 710
con el mismo argumento
lo es de que tenga yo este sentimiento.
¿Adónde está esa boca que te asombra,
adónde, que te aflige está esa sombra,
sino es en tu deseo? 715
Y pues que vivo en tu memoria veo
a quien muerto me ofende,
vengarse dél aquí mi amor pretende.
No hablarte imaginaba
jamás, aunque tus prendas adoraba, 720
mas pues un muerto a mí me da desvelos,
vivo yo, a él le tengo de dar celos.
Y no será la pena, no, fingida,
que si el alma no muere con la vida,
bastarale en tal calma, 725
para que tenga celos, tener alma.
Salíos todos afuera.
JULIA
Mira, señor, advierte, considera...
DUQUE
No llores, que es en vano.
JULIA
Que a los cielos ofendes.
DUQUE
Soy tirano.
730
JULIA
Manchadas estas flores,
¿no te ponen horror?
DUQUE
Desprecio flores,
y antes, que has de ver, piensa,
—64→
que con tu sangre se manchó su ofensa.
 

(Escondido al paño ASTOLFO.)

 
ASTOLFO

  [Aparte.]  

No verá, que primero 735
moriré yo otra vez; ¿cielos, qué espero?
Pero si a verme llega,
el paso a mi esperanza se le niega,
que querer que de verme aquí se asombre,
es temor de mujer, no es temor de hombre. 740
Pues el remedio sea,
que estorbe la ocasión y él no me vea.
DUQUE
Pues viste a Astolfo, di que a defenderte
llegue.
 

(Sale ASTOLFO por parte que no le vea el DUQUE, mata la luz.)

 
ASTOLFO
Sí llegará, de aquesta suerte.
DUQUE
La luz han muerto y una voz escucho. 745
JULIA
De Astolfo es esta voz.
DUQUE
Cobarde lucho
con mi asombro y contigo.
JULIA
Mira si fue temor cuanto yo digo.
DUQUE
Temor fue, que primero
que al espanto me rinda, hacer espero 750
de mi valor alarde,
que nada a mí me puede hacer cobarde.
ASTOLFO

  [Aparte.]  

Ya, ¡cielos!, que sin verme
estorbé su rigor, vuelvo a esconderme.
DUQUE
¿Adónde, voz, te escondes? 755
Si me llamas, ¿por qué no me respondes?
 

(Sale CARLOS.)

 
CARLOS

 [Aparte.] 

A las voces, espadas y ruido,
del puesto que aguardaba me he salido,
que, ya Astolfo empeñado,
con él he de morir puesto a su lado, 760
que es lo que a mí me toca,
y como estaba dejaré esta boca.
JULIA
¡Muerta estoy, cielos!
DUQUE
Ilusión o sombra,
ni tu aspecto me espanta ni me asombra.
¡Hola, Leonelo, Otavio!
 

(Salen todos con luz.)

 
LEONELO
¿Qué es aquesto?
765
  —64v→  
CARLOS

 [Aparte.] 

En grandes confusiones estoy puesto.
DUQUE
¿Qué miro? ¿Carlos?
CARLOS
Sí.
DUQUE
¿Cómo has entrado
aquí?
CARLOS
Del ruido entré, señor, llamado.
LEONELO
¿Por dónde, si la puerta
guardamos?
CARLOS
Por las tapias de la huerta.
770
CANDIL
Pues muy presto has venido,
para dejarte en casa y escondido.
DUQUE
¿Viste a Carlos, Leonelo? ¿Otavio viste
a Astolfo? ¡Penas tristes!
CARLOS
¿A Astolfo? Considera que sería 775
ilusión de tu ciega fantasía.
DUQUE
Si el miedo engaña, ¿puedo
yo engañarme, si yo no tengo miedo?
Yo he escuchado su voz, su forma he visto
al matarme esas luces; mal resisto 780
la cólera.
JULIA
¿Y es cierto?
CANDIL
Él anda en pena aquí después de muerto.
LEONELO
Pues para asegurar tales extremos,
todo este jardín examinemos.
CARLOS

 [Aparte.]  

¡Ay de mí, si por dicha 785
le hallan!
 

(ASTOLFO al paño como escondido.)

 
ASTOLFO
¡Qué cierta es, cielos, mi desdicha!
DUQUE
Abierta está esta cuadra.
CARLOS
Yo a miralla
el primero entraré.
ASTOLFO
Pues, Carlos, calla.
CARLOS
Sí haré, nadie hay aquí.
OTAVIO
Ni aquí tampoco.
DUQUE
Pues no fue sueño lo que miro y toco. 790
Yo le he visto y oído,
verdad, Leonelo, ha sido,
¡qué desdicha tan fuerte,
en el lugar donde le di la muerte!

 (Vase.)  

PORCIA
Este galán fantasma, ¿qué pretende? 795
CANDIL
Que tenga esposo...
PORCIA
¿Quién?
CANDIL
La dama duende.

 (Vase.) 

JULIA
¿Quién mis penas ignora?
CARLOS
Julia, escucha, aunque ver vuelvas ahora
a Astolfo, no te espantes, porque vivo
está, y a verte viene. Esto apercibo 800
de paso a tu belleza;
—65→
que no puedo dejar de ir con su Alteza.

 [Aparte.]  

Y no es sino ir a ver si amor restaura
tan tarde la ocasión de ver a Laura.
JULIA
Carlos, escucha, detente, 805
no dejes tan presuroso
por virrey en mis sentidos
un asombro de otro asombro.
Astolfo, ¿cómo es posible
que vive, cómo, di, Astolfo 810
viene a verme, cómo puede
ser verdad?
 

(Sale ASTOLFO.)

 
ASTOLFO
Escucha cómo,
ya que avisada de Carlos,
imposible dueño hermoso,
estás, y el temor nos deja 815
en aqueste jardín solos.
Bien te acuerdas que a esta esfera,
y aun aqueste sitio proprio,
celoso una noche entré
y salí muerto. No toco 820
si fue lo mismo el salir
muerto que el entrar celoso,
puesto que celos y muerte
dicen muchos que es lo propio.
En los brazos de mi padre, 825
que me lloraba piadoso,
a pesar de mi dolor
el perdido aliento cobra,
de la derramada sangre
bañado cabello y rostro, 830
tanto que corriendo al pecho
en dos humanos arroyos
los ojos y las heridas
equivocaron lo rojo;
porque para que dudase 835
si la vierto o si la lloro,
de envidia de las heridas
lloraban sangre los ojos.
En el último aposento,
donde apenas temeroso 840
entró el sol deshecho en rayos,
entró el aire envuelto en soplos,
me encerraron; y la cura
de la herida fue de modo
que ni amigo ni crïado 845
entró a verme; porque solos
mi padre y mi hermana fueron
asistiendo cuidadosos,
los práticos obedientes
de un grande físico docto, 850
que entraba a verme a deshora
recatado y temeroso.
Con este estudio en mi padre,
en mi hermana estos ahogos,
este silencio en mi casa 855
y esta ceremonia en todos,
convalecí, por hacer
a mis celos este oprobrio
de no morir de mis celos,
o por darles este enojo 860
a mis dichas, pues vivir
un desdichado no es poco.
Apenas, pues, nueva vida
mal restituido cobro,
cuando mi padre de aquel 865
voluntario calabozo
me saca una noche a escuras,
al mismo tiempo que oigo
en otro cuarto en mi casa
tristes exequias y lloros. 870
Los umbrales de una puerta
pavorosamente toco,
cuando de la otra sale
un entierro suntuoso:
«¿quién es el muerto?», pregunto 875
a mi padre, y él, dudoso:
«Tú eres aquel mismo», dijo.
Y aunque de escuchalle absorto,
conocí un gozo entre penas,
y vi una pena entre gozos, 880
de suerte que en un instante
—65v→
breve, en un espacio corto,
vivo y muerto por dos puertas
me miré sacar yo propio.
Era la estación que ya 885
el planeta luminoso,
dejándonos en la noche
llevaba el día a otro polo.
Seguí a mi padre hasta un monte,
de cuyo seno medroso 890
disformemente nacía
el hurto, el sueño y el ocio.
Aquí, pues, en una oculta
parte, murada de troncos,
tanto que aún no penetraba 895
el inculto sitio umbroso
el aire que por defuera
le andaba acechando solo,
como para hacer silencio,
ceceando en suspiros roncos. 900
La lengua muda mi padre,
mal desatada en sollozos,
me dijo: «Yo he pretendido
no ver ni llorar, Astolfo,
tu muerte segunda vez, 905
porque dolor tan penoso
no es dolor para dos veces,
sin osar ponerle estorbos.
Ofendido al Duque tienes,
violencias de un poderoso 910
vénzalas, hijo, la industria,
cuando el valor puede poco.
Al rayo que de la nube
preñada es fatal aborto,
no le aborta aquella torre 915
que es cimera de un escollo,
revellín contra los rayos,
está al reparo de todos,
que aquella cabaña, aquella
que, en lo ignorado del soto, 920
apenas el sol la sabe,
sí que burla los enojos;
porque lo ignorado más
seguro está del destrozo
que lo altivo, que está cerca 925
lo eminente de ser polvo.
Húrtale el cuerpo a la ira,
pues yo el miedo dispongo
tan nuevo que abrazo vivo
al que muerto lloran todos. 930
Desfigurado cadáver
es el que por ti supongo,
en quien del Duque la ira
quiebra, y llegue el desenojo,
que más allá de la muerte 935
no sabe pasar lo heroico.
De lo mejor de mi hacienda,
reducido a joyas y oro,
la mayor parte te entrego;
el céfiro es perezoso 940
con este caballo, en él
sube, y pon tu vida en cobro».
Dijo, y callando la lengua
calló, y hablando los ojos
dio de los pies al caballo, 945
dejándome puesto en otro.
Yo, que en medio de tan nuevos,
tan raros, tan portentosos
sucesos, dejé lugar
para ti, que fuera impropio 950
defeto que las desdichas
se levantasen con todo,
me acordé de que tenía
Carlos hecho para otro
fin una mina en tu casa... 955
Tu enemigo fue, no ignoro
que adivines el intento,
pues valiéndome animoso
de su amistad y mi amor,
sin tu licencia la rompo, 960
que es esta, por cuya boca

 (Descubre la cueva.) 

bosteza la tierra asombros.
—66→
Por ella he venido, Julia,
a desengañarte solo
de que vivo, si es que vivo 965
hoy en tu pecho amoroso,
y pues tu riesgo y mi riesgo
si me estimas, lugar propio
te da el carro del amor
entre sus triunfos famoso. 970
Yo no puedo ya vivir,
a que ausentarme es forzoso,
y más habiendo causado
ya en tu casa este alboroto.
Vente conmigo, vivamos 975
libres del rayo, que como
viva yo contigo, Julia,
tendré a la fortuna en poco.
No desprecies la ocasión,
que a Dios te iguala en un modo, 980
pues está en tu mano hacer
de un desdichado un dichoso.
Y si no, desengañado
de que han valido tan poco
contigo, ¡oh hermosa Julia!, 985
estas lágrimas que lloro,
estos suspiros que lanzo
y estas razones que formo,
me iré donde nunca tengas
noticia de mí, pues solo 990
habrá servido el venir
a verte de un breve, un corto
paréntesis de mi muerte,
y de tu rigor quejoso,
dejándote a que del Duque 995
seas sagrado despojo,
volveré a cerrarle, haciendo
verdad mi fin lastimoso,
que si de una vez la muerte
el tuyo ha acertado a todos, 1000
a mí ya de dos la una;
¿cómo podrá errarme, cómo?
JULIA
Astolfo, señor, mi bien,
dulce dueño, amado esposo,
y... Pero todo lo he dicho 1005
con solo decir Astolfo,
a mis ojos las albricias
de tu vida no perdono,
si bien no te pueden dar
más que lágrimas mis ojos. 1010
Asombro tuve y temor
de verte tan prodigioso,
y aunque el temor he perdido,
aún no he perdido el asombro,
que no es posible que sean 1015
verdad las dichas que toco,
que cuanto las sé, por vellas,
por ser dichas, las ignoro.
Tú vivas feliz los años
que vive el pájaro solo, 1020
que es en hogueras de pluma
hijo y padre de sí propio;
y si para que los vivas
algo a tu lado te importo,
llévame contigo, y sea 1025
patria mía el más remoto
clima, donde el sol apenas,
nudo luciente del globo,
se deja acechar del día,
o adonde con rayos rojos 1030
no deja triunfar la noche,
que ya en estos, y en esotros,
viviré siempre contenta,
que no quiero más abono
para la felicidad 1035
que poder llamarte esposo.
Y así, en tanto que animosa
mi hacienda y joyas dispongo,
vive en la casa de Carlos,
que aunque por casos honrosos 1040
es mi enemigo, también
es tu amigo, y bien conozco
que si en balanzas iguales
aclaman un pecho heroico
—66v→
venganza y piedad, irá 1045
a la piedad generoso,
y no a la venganza. ¿Quién
fuera ya prudente y loco
a la infame, cuando está
al paraje de lo heroico? 1050
Y yo, para asegurarte
tiempo, que será tan poco
que aun a ti te lo parezca,
hoy con estudio ingenioso
haré cubrir esta boca 1055
con una trampa, del modo
que con las plantas y flores
continuando los adornos
del jardín, engañar puedan
al austro, al cierzo y al noto. 1060
Por aquí a hablarme vendrás
de noche, sabiendo solo
un jardinero el secreto,
a quien fïarle dispongo.
Con esto y con el temor, 1065
que ya publicado noto,
tendré cerrado el jardín
todo el día, porque solo
para ti de noche abierto
esté. Pero ruido oigo: 1070
vete, Astolfo, no te vuelva
a ver.
ASTOLFO
Pésame, que el poco
tiempo no me da lugar
de agradecerte dichoso
estas finezas.
JULIA
No esperes
1075
más.
ASTOLFO
A la mina me arrojo.
JULIA
Ya no me da espanto el verla.
ASTOLFO
Viéndote a ti, a mí tampoco.
JULIA
Y es justo...
ASTOLFO
¿Qué?
JULIA
Que antes ya
la venere.
ASTOLFO
¿Por qué modo?
1080
JULIA
Porque es bien que de prodigios
use amor tan prodigiosos.
ASTOLFO
¿Eslo el tuyo?
JULIA
Y lo será.
ASTOLFO
Digno es de lo que te adoro
ese extremo.
JULIA
El ruido vuelve.
1085
ASTOLFO
Adiós, Julia.
JULIA
Adiós, Astolfo.