Acto I |
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Salen
LEONARDA, dama, y
RUFINA.
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RUFINA | Ya vengo | | de quitarte ese cuidado. | |
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LEONARDA | ¿Dijiste, Rufina, a Hurtado, | | que a la tarde salir tengo? | |
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RUFINA | Ya, señora, le prevengo | 5 | de que has de ver a doña Ana. | |
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LEONARDA | ¡Qué de juventud liviana | | que nos esperaba enfrente! | |
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RUFINA | Servir pudiera de puente | | desde Sevilla a Triana. | 10 | Mas, si en toda la ciudad | | no hay tu talle, ¿qué te admira? | |
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LEONARDA | Mas presumo yo que mira | | del oro la cantidad: | | «Dineros son calidad», | 15 | dijo el cordobés Lucano; | | porque esto de padre indiano | | mueve más la juventud; | | que a la nobleza y virtud | | pocos estienden la mano. | 20 | ¿No estaba don Pedro allí, | | aquel mi gran pretendiente? | |
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RUFINA | Aquel necio maldiciente | | de su hermano, entre ellos vi. | |
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LEONARDA | ¡Lo que hablaría de mí | 25 | toda aquella mocedad, | | con su necia libertad! | |
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RUFINA | Allí estaba un caballero, | | al parecer forastero, | | con más seso y gravedad. | 30 |
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LEONARDA | En ninguno reparé, | | por si estaba allí mi hermano. | |
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RUFINA | No estaba allí Feliciano, | | que uno a uno los miré. | | Pero el forastero fue | 35 | quien me pareció mejor. | |
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(Dentro, ruido.)
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LEONARDA | Parece que oigo rumor, | | y cerca de nuestra casa. | |
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RUFINA | ¿Cómo esto en Sevilla pasa? | | Abre ese balcón, Leonor. | 40 |
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(Entren, las espadas desnudas y las capas
revueltas,
DON JUAN DE CASTRO y
MARTÍN, su criado.)
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DON JUAN | Entra, y donde quiera sea. | |
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RUFINA | ¿Cómo no?, ¿qué pretendéis? | |
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LEONARDA | ¿Quién habrá que aquesto crea? | | ¿Hasta mi estrado os entráis? | 45 | ¡Hola! |
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DON JUAN | Si en venir huyendo | | de la justicia os ofendo, | | vuestro respeto agraviáis. | | Casa tan noble me ha dado | | licencia, y no me engañé, | 50 | pues donde un ángel hallé, | | ¿quién duda que fue sagrado? | | Mandad que cierren la puerta. | |
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LEONARDA | Menos alterada estoy, | 55 | que estuve, de veros, muerta. | | |
-fol. 159r-
| No cierren la de la calle, | | porque será dar sospecha. | |
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DON JUAN | Que no fue cosa mal hecha | | os dice mi traje y talle. | 60 |
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MARTÍN | Señora, si solo fuera, | | quien de esta manera entrara, | | no es mucho que os espantara | | y mala sospecha os diera; | | pero don Juan, mi señor, | 65 | abona el haber pisado | | las barandas del estrado | | de vuestro heroico valor. | | Amparadle, pues oísteis | | que su imagen os llamó. | 70 |
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(Sale
RUFINA.)
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RUFINA | Ya la gente que os siguió | | no sabe por dónde fuisteis. | | Toda, en efeto, se fue, | | y la calle está segura. | |
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DON JUAN | A tal templo de hermosura, | 75 | buscando amparo, llegué. | | Yo soy, gallarda señora | | (como ya os lo dice el traje), | | forastero de Sevilla, | | corona de las ciudades, | 80 | que en España, en toda Europa | | gobierna el Rey, que Dios guarde; | | que, como naturaleza, | | es de todos patria y madre. | | Nací en Madrid, aunque son | 85 | en Galicia los solares | | de mi nacimiento noble, | | de mis abuelos y padres. | | Para noble nacimiento | | hay en España tres partes: | 90 | Galicia, Vizcaya, Asturias; | | o ya montañas se llamen. | | Qué turbado estoy, pues digo, | | en ocasión semejante, | | cosas que os importan poco. | 95 | No os espantéis, perdonadme, | | que por Dios, que no me turban | | pendencias ni enemistades; | | el templo sí, y en su altar, | | la belleza de su imagen. | 100 | ¿Qué os importa a vós saber | | que descienda de la sangre | | del conde de Andrada y Lemos, | | y que la causa dilate | | de la presente desdicha, | 105 | que os ha obligado a escucharme | | en vuestro mismo aposento, | | donde el sol fuera arrogante? | | Sabed que vine a Sevilla | | huyendo (mirad qué alarde | 110 | de fortuna), porque a un hombre | | castigué la lengua infame. | | Hablaba mal de mujeres; | | y yo, que he dado en preciarme | | de defenderlas, no puede | 115 | sufrir que tan mal hablase. | | Pasarme quise a las Indias, | | que dos heridas mortales | | ya le tendrán bien seguro, | | que mal de mujeres hable. | 120 | Llegué a Sevilla, y la flota, | | como veis, aun no se parte; | | entretanto, me entretienen | | caballeros y amistades. | | Hoy vine a la Madalena, | 125 | y como algunos hallase | | a la puerta, me detuve; | | que ellos gustaron de honrarme. | | No salió mujer de misa, | | a quien un don Diego, un áspid, | 130 | helado para gracioso, | | para hablador, ignorante, | | no infamase en las costumbres, | | no desluciese en el talle, | | no afease en la hermosura, | 135 | |
-fol. 159v-
| no descubriese el amante. | | Palabra no les decía | | que el alma no me pasase; | | que cuando se habla en corrillos, | | no es afrenta que se hace | 140 | al ausente, que no la oye, | | sino a los que están delante; | | porque es tenerlos por hombres | | que gustan de infamias tales, | | y hablar mal de los ausentes, | 145 | afrenta los hombres graves. | | Salió una señora indiana | | con dueña escudero y pase, | | y en viéndolo, se tapó, | | dejando caer la margen | 150 | del manto al pecho, en lo negro | | luciendo cinco cristales. | | Como cuando el sol hermoso | | por nubes opuestas sale, | | así de sus ojos bellos, | 155 | luz por las puntas de Flandes. | | Pero no templó su lengua, | | que luego dijo: «¡Que trate | | mi hermano por interés, | | con esta indiana casarse! | 160 | Que, ¡vive Dios!, que me han dicho | | que vendió en Indias su padre | | carbón o yerro, que agora | | se ha convertido en diamantes. | | Que, puesto que es vizcaíno, | 165 | para el toldo que esta trae, | | son muy bajos sus principios. | | ¡Mal hayan indias y meras! | | Yo, no podiendo sufrir | | palabras tan desiguales | 170 | al valor de un caballero, | | dije: «Vuesa merced hable | | como quien es, que desdice | | de las palabras el traje; | | que es honrar a las mujeres | 175 | deuda a que obligados nacen | | todos los hombres de bien, | | por el primer hospedaje | | que de nueve meses deben, | | y es razón que se les pague. | 180 | Que, puesto que son las lenguas | | espadas, para templarse | | quiso Dios que las pusiesen | | en los pechos de sus madres.» | | «¿Quién le mete en eso a él, | 185 | no conociendo las partes?», | | respondió, descolorido. | | Yo dije: «El ver que la infamen | | sin dar ocasión, y el ser | | hombre, que basta a obligarme, | 190 | cuando no naciera noble». | | Replicó: «Pues, oiga y calle, | | si no sabe quién soy yo, | | y que no es bien que se case | | mi hermano desigualmente.» | 195 | Respondí yo: «Los que saben | | que en Vizcaya a los más nobles | | se les permite que traten, | | con hábitos en los pechos, | | no dicen razones tales; | 200 | y, sin conocerla, digo | | que el ser mujer es bastante | | nobleza, y que no es honrado | | quien no las honra.» «¡Dejadme! | | (dijo entonces). Mataré | 205 | este necio, si es su amante!» | | Repliqué: «No la conozco, | | pero lo que digo baste | | para hablar en su defensa. | | Saca la espada, cobarde, | 210 | que donde palabras sobran, | | temo que las obras falten. | | ¡Saca la espada!, ¿qué esperas, | | pues no te detiene nadie?» | | Pero, ¡vive Dios!, que apenas | 215 | las dos se vieron iguales, | | cuando pienso que la indiana | | |
-fol. 160r-
| vino en forma de algún ángel | | y le derribó en el suelo, | | sin que a tenerle bastasen | 220 | cuantas espadas y amigos | | pretendieron ayudarle. | | No espere mejor suceso | | la lengua que las infame, | | ni menos que vida y honra | 225 | quien las defienda y alabe. | | Con esto quise tomar | | la iglesia para librarme, | | y, por la confusa gente, | | tomé diferente calle. | 230 | Al revolver de la esquina, | | vi estas casas principales, | | juzgué por ellas el dueño, | | es imposible engañarme. | | Traigo una hermana conmigo, | 235 | a quien doy tantos pesares, | | que este postrero, señora, | | temo que la vida acabe; | | esto solamente siento. | | Hasta que la noche baje, | 240 | os suplico permitáis | | que en vuestra casa me ampare | | para partirme a Sanlúcar, | | donde a las Indias me embarque, | | si podrán llevar el peso | 245 | de mis desdichas sus naves. | | Que tan justa obligación | | hará que el alma os consagre | | la tabla de este milagro, | | que con letras de oro en jaspe, | 250 | diga que pudo, en Sevilla, | | don Juan de Castro librarse, | | con doña Ángela, su hermana, | | de dos peligros tan grandes. | | Y porque vea el pintor, | 255 | cuando la tabla señale, | | cómo ha de poner la historia, | | y pues sois la hermosa imagen, | | ya me pongo de rodillas | | para que así me retrate. | 260 | Que quien defiende a mujeres, | | bien es que piedad alcance. | |
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LEONARDA | La ocasión en que os halláis | | no da lugar a respuesta; | | vuestro valor manifiesta | 265 | lo que hacéis y lo que habláis. | | Esa mujer que obligáis, | | yo soy, y palabra os doy | | que mintió, porque yo soy | | nieta de tan noble abuelo, | 270 | que, por bien nacida, al cielo | | siempre agradecida estoy. | | Es de mi padre el solar, | | el más noble de Vizcaya; | | que a las Indias venga o vaya, | 275 | ¿qué honor le puede quitar? | | Si le ha enriquecido el mar, | | no implica ser caballero. | | Quiso honrar ese escudero | | mi padre; mas no podrá, | 280 | que esa espada es lengua ya | | con que digo que no quiero. | | Eso de hierro y carbón | | es lenguaje maldiciente; | | pero yo quiero, aunque miente, | 285 | tener en esta ocasión | | ese trato y opinión, | | para que cuando le halle | | en aquella misma calle, | | me sirva el hierro, en su mengua, | 290 | para cortalle la lengua, | | y el carbón, para quemalle. | | Pienso que viene mi hermano. | | Rufina, escóndele presto. | |
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DON JUAN | ¡Bien haya el cielo, que ha puesto | 295 | mi remedio en vuestra mano! | |
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MARTÍN | Rufina, color indiano, | | ¿no hay bodega o palomar? | |
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RUFINA | El pajar te quiero dar, | | |
-fol. 160v-
| y a tu amo, mi aposento. | 300 |
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MARTÍN | ¿Si comen, no habrá sustento? | |
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RUFINA | ¿Ya no te llevo al pajar? | |
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(Llévalos.)
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(Salen
FELICIANO,
DON PEDRO y
CARRILLO.)
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FELICIANO | Esto se ha de hacer así, | | no hay sino armarnos de presto. | |
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LEONARDA | ¿Dónde vas tan descompuesto? | 305 |
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DON PEDRO | ¡Ay, Leonarda!, que espirando | | queda mi hermano don Diego. | |
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LEONARDA | Quien tan locamente ciego | | vivió siempre murmurando, | 310 | ¿qué mucho que muera así? | |
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FELICIANO | ¡Qué buen modo de consuelo! | | Vamos de aquí. |
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DON PEDRO | Sabe el cielo | | que reprehensiones le di; | | mas era hermano mayor, | 315 | no me tocaba el castigo. | |
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FELICIANO | Yo soy de don Pedro amigo, | | y tuve a don Diego amor. | | Si hablaba mal, solo fue | | de ruin gente, que la honrada | 320 | siempre fue dél respetada. | |
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FELICIANO | Esto sé, | | y vive Dios, que si esconde | | la tierra este forastero, | | que le he de matar. |
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DON PEDRO | No espero, | 325 | que habemos de saber dónde; | | que es Sevilla confusión. | | Y si en monasterio está, | | ¿quién, Feliciano, podrá | | matarle en esta ocasión? | 330 | Lo mejor será enviar | | a Sanlúcar dos soldados | | para matarle pagados; | | porque éste se ha de embarcar, | | y no podrá conocellos. | 335 |
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FELICIANO | Vámosle a buscar agora, | | que es lo que importa. |
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DON PEDRO | Señora, | | pensé que esos ojos bellos | | enterneciera la muerte | | de don Diego, y tan airados | 340 | los hallo, que mis cuidados | | crecen con rigor más fuerte; | | que, por doblar mis enojos, | | como a mi hermano un traidor, | | me matan con más rigor | 345 | la espada de vuestros ojos. | | Que, si no estáis ofendida... | |
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FELICIANO | ¿De qué os aflige mi hermana? | | ¡No ha de amanecer mañana | | este villano con vida! | 350 | (Vase.) |
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(Sale
DON ANTONIO, padre de
LEONARDA.)
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DON ANTONIO | ¿Dónde va tu hermano así? | |
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LEONARDA | Allá con sus amistades, | | a ejecutar necedades | | que te den cuidado a ti. | |
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DON ANTONIO | Dicen que ha herido a don Diego | 355 | un forastero, don Juan. | |
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LEONARDA | Los dos a buscarle van, | | uno necio, y otro ciego. | |
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DON ANTONIO | ¿Pues que quiere Feliciano | | acabar mi vida ansí? | 360 |
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LEONARDA | Este don Pedro, que aquí | | trujo, a mi pesar, mi hermano, | | queriendo que su mujer, | | como se lo ha dicho, sea, | | en estas cosas se emplea. | 365 |
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DON ANTONIO | Algo le ha de suceder. | | Siempre los malos sucesos | | vienen por malos amigos, | | no tiene un padre enemigos | | como los hijos traviesos. | 370 | Matarán este don Juan, | | |
-fol. 161r-
| ¿quién lo duda? Es forastero. | |
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LEONARDA | Es valiente caballero, | | tendrá amigos, no podrán. | | La causa de la cuestión | 375 | fue decir mal de mujeres, | | don Diego; pues ¿cómo quieres | | que le ayude la razón | | una sutil vanagloria? | |
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DON ANTONIO | ¿Luego el don Juan defendía | 380 | las mujeres? |
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DON ANTONIO | Ese hombre tiene valor. | | No hay cosa, Leonarda mía, | | más digna de un hombre honrado; | | Ser quien le mató quisiera; | 385 | así en las venas me altera | | el humor del tiempo helado. | | Si supiera dónde estaba, | | favor le diera, y dinero. | | Propia acción de caballero. | 390 | ¿Quién lo bien hecho no alaba? | | Voy a buscar a tu hermano, | | que es loco y rico. | (Vase.) |
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(Sale
RUFINA.)
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RUFINA | Ya quedan | | a donde hallarlos no puedan. | |
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LEONARDA | Solo temo a Feliciano. | 395 | ¿Dónde pusiste el criado? | |
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RUFINA | Martín (que aqueste es su nombre) | | queda, por más tordo que hombre, | | en el pajar enjaulado. | | Pienso que ha de cantar bien; | 400 | porque aun a penas entró, | | cuando de comer pidió. | |
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LEONARDA | Haz que de comer le den, | | que yo haré con gran secreto | | la comida de don Juan. | 405 |
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LEONARDA | El caballero es discreto; | | y que me ha puesto, Rufina, | | en notable obligación. | |
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RUFINA | Por ella obliga a afición, | 410 | y por la persona inclina. | | Pidiome un libro. |
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LEONARDA | Hasme dado, | | Rufina, grande contento; | | hoy sabrá mi nacimiento; | | que tú, sin mostrar cuidado, | 415 | le darás mi ejecutoria, | | diciendo que aquí la hallaste | | en un cofre mío. |
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LEONARDA | Quiero que sepa que tengo | | sangre de un señor de España. | 420 |
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RUFINA | Si la vista no me engaña, | | a pensar que quieres vengo | | ser con él más que piadosa. | |
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LEONARDA | ¿No te parece que fuera | | quien a don Juan mereciera? | 425 |
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LEONARDA | Venturosa, | | sin temer tormenta o calma. | | Porque el bien hablar, Rufina, | | es una señal divina | | de la nobleza del alma. | 430 |
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(Vanse.)
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(Sale
DOÑA ANGELA, dama, y
RAMIRO, huésped.)
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DOÑA ÁNGELA | No sé cómo he de tener | | paciencia en tan mal suceso, | | que, si no es perder el seso, | | no me queda qué perder. | |
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HUÉSPED | ¿No pudiera suceder | 435 | el matar a vuestro hermano? | | Que fuistes dichosa, es llano, | | que en dos males es error | | no agradecer el menor, | | y quejarse al cielo en vano. | 440 |
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DOÑA ÁNGELA | Conozco que mayor mal, | | huésped, suceder pudiera; | | que esto no me sucediera, | | fuera a mi inocencia igual. | | ¿Una mujer principal, | 445 | |
-fol. 161v-
| en tierra estraña, os admira | | que sin amparo se mira? | |
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HUÉSPED | No, me admira que os engaña | | llamar esta tierra estraña. | |
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DOÑA ÁNGELA | ¿A qué mi remedio aspira? | 450 |
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HUÉSPED | En Sevilla estáis, no estáis | | en algún monte desierto. | | ¡Ay del que cerca del puerto, | | si ya no es muerto, miráis! | | En mi casa no temáis | 455 | necesidad, ni violencia. | |
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(Dentro,
FELICIANO y
DON PEDRO, y
CARRILLO.)
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FELICIANO | ¿Quién ha de hacer resistencia | | a donde hay tanta razón? | |
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HUÉSPED | Estos, los parientes son. | |
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DOÑA ÁNGELA | Defienda Dios mi inocencia. | 460 |
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(Salen.)
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FELICIANO | ¿Posaba don Juan de Castro, | | huésped, en aquesta casa? | |
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HUÉSPED | Aquí posaba, señor, | | que a mí me pesa en el alma. | |
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FELICIANO | ¿Tiene aquí ropa o criados? | 465 |
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HUÉSPED | No tiene más de esta dama. | |
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DON PEDRO | ¿Es su amiga o es su hermana? | |
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DOÑA ÁNGELA | Hermana por sangre soy, | | de buena sangre heredada, | 470 | que os suplico respetéis, | | y amiga porque se llama | | la amistad que es verdadera | | parentesco de las almas. | | No fue por mí la cuestión, | 475 | ni he sido parte ni causa | | de vuestro disgusto y pena, | | aunque la mayor me alcanza. | | Los hombres, al fin, son hombres, | | por mayores males pasan. | 480 | ¡Ay de las pobres mujeres | | que los hombres desamparan! | | Aquí sí que es el dolor, | | y más cuanto más honradas, | | porque es el mayor peligro | 485 | el honor a quien le guarda. | | Yo soy la muerta, yo sola | | a quien destruyen y matan; | | yo, triste, que aun el valor | | en tal desdicha me falta, | 490 | entre vuestras armas sola, | | mujer entre mil espadas; | | dadme, señores, la muerte, | | yo me confieso culpada; | | que son sangre las desdichas, | 495 | y de deudo a deudo pasan. | | Mi fortuna dio los filos, | | y le sacó de la vaina | | el acero de esta herida. | | ¿Qué aguardáis? ¡Tomad venganza! | 500 |
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DON PEDRO | ¿Qué os parece de este llanto? | | Vive Dios, si no mirara. | |
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FELICIANO | Callad, don Pedro, por Dios, | | que es bajeza esa palabra. | | De lo que don Juan ha hecho, | 505 | ¿qué culpa tiene su hermana? | | ¿Esta moza está en las tierras, | | donde, con violentas armas, | | por una ofensa, un linaje, | | mujeres y amigos matan? | 510 | Aunque esta señora fuera | | culpada en esta desgracia, | | ¿no pudieran detener | | la más violenta arrogancia | | dos perlas de aquellos ojos? | 515 |
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DON PEDRO | ¡Buen amigo! ¡Linda traza | | de vengar un muerto hermano! | | Ven Carrillo, que si aguarda | | mi agravio tiernos requiebros, | | locas son mis esperanzas. | 520 |
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CARRILLO | Vamos por toda Sevilla, | | déjale, que es una mandria. | | Yo apostaré que a estas horas | | |
-fol. 162r-
| le está ofreciendo su casa. | | Vamos por los monasterios, | 525 | que, por la tribuna santa, | | que aunque esté en el refitorio, | | le he de dar cuatro mohadas. | |
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(Vanse los dos.)
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FELICIANO | Señora, no tengáis pena, | | que aunque es bastante la causa, | 530 | por amigo de don Pedro | | acompañé su venganza. | | Que entré soberbio os confieso, | | y, en viendo ese talle y cara, | | amainé todas las velas. | 535 | Tengo sangre de Vizcaya; | | lo que dijere una vez | | será firme y sin mudanza. | | Dadme licencia que os vea, | | y en esta ocasión os valga; | 540 | que vive Dios de poner | | un millón que hay en mi casa | | por vuestro servicio, y luego | | honor, sangre, vida y alma. | |
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DOÑA ÁNGELA | El cielo os pague el consuelo. | 545 |
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FELICIANO | Basta. | | No se engañó quien le puso. | | ¿Huésped? |
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FELICIANO | Dos palabras: | | Con estos cincuenta escudos | | regalaréis esta dama | 550 | mientras que vuelvo a Sevilla. | |
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HUÉSPED | Cincuenta escudos me dio. | |
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DOÑA ÁNGELA | Término de gente hidalga. | |
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HUÉSPED | Pesia tal, es rico y noble, | 555 | puede comprar a Triana. | | Una hermana tiene hermosa, | | para quien su padre guarda | | cien mil ducados de dote. | |
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DOÑA ÁNGELA | La fortuna, mi madrastra | 560 | ha guardado para mí, | | cien mil penas y desgracias. | |
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(Vanse.)
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(Salen
DON JUAN y
MARTÍN.)
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MARTÍN | Con licencia | | de la mulata, que es la quinta esencia | | de toda la discreta picardía | 565 | que lo moreno de esta tierra cría. | |
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MARTÍN | ¿Qué dices? Treinta platos | | me trujo esta princesa de mulatos; | | y sirviendo la paja de manteles, | | comí mejor que en sillas, ni doseles; | 570 | y, para postre, mano y paz de Francia, | | que puesto que temiendo la fragancia, | | la limpieza pastilla, y no ser fea, | | disimular pudiera la gragea. | | ¿Comiste tú? |
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DON JUAN | Pedile a la morena | 575 | un libro, por pasar mejor la pena | | de tanta soledad; y ella, que ignora | | qué historias salen en la Corte agora, | | en vez de tanta prosa, verso y fama, | | |
-fol. 162v-
| me trujo la nobleza de su ama, | 580 | de mil colores y oro, y la he leído; | | con que también estuve entretenido, | | como con los donaires del
Parnaso, | | del
Orfeo, del nuevo Garcilaso. | | Es tanta, finalmente, su belleza, | 585 | que puede competir con su nobleza. | | Vino, Martín, tras esto la comida, | | guisada de la dama defendida, | | con tal regalo, olor, gusto y aseo, | | que solo le ha faltado a mi deseo | 590 | el postre que te dio la mulatilla. | |
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MARTÍN | ¡Qué bizarra es la gente de Sevilla! | | ¡Qué liberal, qué limpia y generosa! | |
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DON JUAN | ¿No es Leonarda discreta? ¿No es hermosa? | |
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MARTÍN | ¿Cómo discreta? Cicerón, Cervantes, | 595 | ni Juan de Mena, ni otro después, ni antes, | | no fueron tan discretos y entendidos; | | en una harpa templada en los oídos, | | es sentencia en favor por el consejo, | | consonancia en cristal de vino añejo. | 600 | Son de doblón en mesa o plata doble, | | cortés respuesta de persona noble, | | ruido de arroyuelo ardiendo Febo, | | soneto de don Luis, Séneca nuevo; | | con hambre, los torreznos que se fríen; | 605 | con tercianas, las fuentes que se ríen, | | o más sonoro que en la espalda suele, | | de los que azotan a quien no le duele, | | o en un falso testigo o alcahueta, | | el eco de la solfa de baqueta. | 610 | Pues en llegando a hablar de la hermosura, | | Diana es fea, Filomena oscura, | | la doncella de Francia y la doncella | | de Dinamarca, nones son con ella, | | porque el sol es muy lindo, y nos enfada | 615 | por los caniculares, y esta agrada. | | Quedémonos aquí, pues has topado | | las Indias sin la mar, que tú embarcado | | irás a tu aposento con Leonarda, | | y yo con la mulata que me aguarda | 620 | |
-fol. 163r-
| en mi pajar sin larga las escotas; | | porque si aquí se encierran treinta flotas, | | ¿qué es menester buscar mayor tesoro, | | que aun esta esclava, si la vendo, es oro? | |
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DON JUAN | ¡Cómo piensas, Martín, lo que has
soñado! | 625 | ¡Bien parece que en paja te has echado! | |
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MARTÍN | Sí, mas no la he comido; que me dieron | | naranjas que la cólera rompieron, | | un pernil con las hebras como grana, | | que abriera a un hipocóndrico la gana, | 630 | y a estar hecha en figura más perfeta, | | de un cardenal pudiera ser muceta | | una ave enamorada. |
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MARTÍN | De tierna, derretida y bien asada, | | hubo su rabanito, oliva y queso, | 635 | que pudieran venderme por el peso, | | con esto y diez tragadas de cazalla, | | dije, poniendo aparte la toalla, | | los ojos ya del buen licor testigos: | | «muleta, ¿dónde están los
enemigos?» | 640 |
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DON JUAN | ¡Ay, Martín! ¡Cómo todo me alegrara,
| | si en Madrid a doña Ángela dejara!, | | pero ver que es mi hermana, y que afligida | | ha de estar del peligro de mi vida, | | no me permite gusto, ni contento. | 645 |
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MARTÍN | ¡Quedo, que está Leonarda en tu aposento! | |
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(Salen
LEONARDA y
RUFINA.)
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LEONARDA | Habréis pasado muy mal | | de aposento y de comida. | |
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DON JUAN | No la he tenido en mi vida, | | hermosa señora, igual. | 650 |
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LEONARDA | Dar un palacio real | | a vuestro valor quisiera. | |
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DON JUAN | Menos a mi intento fuera; | | por ser de esclava le alabo; | | que, siendo yo vuestro esclavo, | 655 | me disteis mi propia esfera. | | Vine a mi centro en venir | | donde vuestra esclava vive. | | Parece que me apercibe | | de que os tengo de servir. | 660 | Si aquí os puedo ver y oír, | | toda mi ventura encierra, | | todos mis males destierra, | | porque después de no estar | | en el cielo, no hay buscar | 665 | mayor descanso en la tierra. | | Pero, ¿qué ha de ser de mí, | | ya que en tal lugar estoy, | | si en siendo noche me voy | | de aqueste día en que os vi? | 670 | Si tan presto el bien perdí, | | fímera fue mi ventura. | | |
-fol. 163v-
| No es bien, el que poco dura, | | mas, quién, señora, pensara | | que mis contrarios vengara | 675 | vuestra divina hermosura. | | Cuál es el muerto, no acierto, | | bella Leonarda, a juzgar; | | si el no veros me ha de dar | | la muerte, yo soy el muerto. | 680 | Pensé que llegaba al puerto | | de mis desdichas, y llego | | donde a la muerte navego | | con tal tormenta y rigor, | | que quiere anegar amor | 685 | el alma en un mar de fuego. | | ¿Qué hice yo a vuestros ojos, | | que vengan mis enemigos, | | cuando los hice testigos | | de mis lágrimas y enojos? | 690 | Juzgaréis que son antojos | | decirme que me desalma | | amor, que me tiene en calma; | | pero vuestra discreción | | sabe que la obligación | 695 | abre las puertas al alma. | | Primero os amé que os vi; | | ¿quién vio tan nuevo obligar? | | Y no lo podéis negar, | | pues sabéis que os defendí. | 700 | Mirad cómo merecí | | favores antes de veros; | | pero fue para perderos, | | pues en viéndonos los dos, | | no me defendí de vós, | 705 | aunque supe defenderos. | |
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LEONARDA | Señor don Juan, si tenéis | | determinado partiros, | | mal podré yo persuadiros | | contra lo que vós queréis; | 710 | y basta que me dejéis | | con tantas obligaciones | | sin decirme esas razones, | | para más pena y dolor; | | que no le detiene amor | 715 | a quien deja las prisiones. | | Defenderme antes de verme | | no fue amor, nobleza fue, | | o condición vuestra, en fe | | de obligarme y conocerme; | 720 | pero si fue defenderme | | nobleza, nobleza fue | | el haberos defendido; | | con que diréis, con razón, | | que cumple su obligación | 725 | beneficio agradecido. | | Vós os vais porque queréis, | | y algún deseo lleváis, | | pues porque queréis os vais, | | cuando quedaros podéis. | 730 | Al peligro anteponéis | | el ángel que en la posada | | debe de estar lastimada. | | ¡Mirad qué estraños desvelos, | | que os estoy pidiendo celos, | 735 | sin amor ni ser amada! | | Dicen que la enfermedad | | tiene la espada desnuda, | | cuando está la vida en duda; | | y en mí el ejemplo mirad. | 740 | A matar la libertad, | | la espada desnuda entrastes1, | | aunque piadosa me hallastes; | | pero el efeto que hicistes | | no os lo dije, pues os fuistes | 745 | con más prisa que llegastes. | | Id en buen hora a buscar | | esa dama venturosa, | | que estará tan cuidadosa | | como me habéis de dejar. | 750 | Mirad si queréis llevar | | alguna cosa de aquí; | | que os aseguro que fui | | dichosa en que luego os vais, | | |
-fol. 164r-
| porque si más os tardáis, | 755 | me llevárades a mí. | |
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DON JUAN | Leonarda, si yo me voy | | es por no daros enfado, | | que del ángel lastimado | | legítimo hermano soy; | 760 | y el favor que me dais hoy, | | en el alma le imprimí. | | Bien quisiera estarme aquí, | | si tuviera atrevimiento, | | porque este humilde aposento | 765 | fuera cielo para mí. | | El cuidado de mi hermana | | confieso que me le da. | |
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DON JUAN | No está | | lejos, sabedlo mañana. | 770 |
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MARTÍN | ¿Para qué andáis por rodeos | | donde se os ven los enojos, | | pues por la boca y los ojos | | andáis trocando deseos? | | Pensad la partida bien; | 775 | que él se muere por no irse, | | y tú, si puede decirse, | | porque se quede, también. | | Por lo menos, ya que fuese | | prisión esta voluntad, | 780 | hasta saber la verdad | | responde, aprueba y estese. | | ¡Ea!, ¿qué os estáis mirando? | |
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DON JUAN | Por mí, yo me quedo aquí. | |
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LEONARDA | Y yo, ¿qué diré de mí? | 785 |
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MARTÍN | Di que lo estás deseando. | |
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RUFINA | ¿Y él no tiene hermana allá? | |
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MARTÍN | No, perra, perla quería | | decir, que tú lo eres mía. | |
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RUFINA | Tu hermano ha venido ya. | 790 |
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LEONARDA | Salgamos del aposento, | | y cierra tú. |
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RUFINA | En fin, ¿se quedan los dos? | |
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LEONARDA | O es amor, o atrevimiento. | |
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(Vanse, queda
LEONARDA, y sale
FELICIANO.)
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LEONARDA | Cuánto me alegro de verte, | | que me has tenido con pena | | de ver que tan loco fueses | | a acompañar otro loco. | | ¿Qué ha sucedido?, ¿qué tienes? | 800 | ¿Habéis hallado, por dicha, | | al forastero valiente? | | Mas, ¿que le habéis muerto? |
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FELICIANO | Yo | | soy el que vengo a la muerte. | |
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LEONARDA | ¡Ay, cielos!, ¿estás herido? | 805 | ¿Dónde? ¿Cómo? |
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FELICIANO | Espera, tente, | | que es una herida invisible, | | de que sola el alma muere. | |
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FELICIANO | ¿De amor, hermana, no puede? | 810 |
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LEONARDA | ¿Pues tú sabes qué es amor? | | que con gusto indiferente | | a ninguna quieres bien, | | y dices que a todas quieres? | |
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FELICIANO | Como yo pienso, Leonarda, | 815 | que mi dinero pretenden, | | guardo el alma, y doy la bolsa, | | que es lo que ellas apetecen. | | Dijéronnos la posada | | de aquel don Juan, y cual suelen | 820 | romper los aires los rayos, | | fuimos a cal de la sierpe; | | entramos, pensando hallar | | prendas de don Juan, y enfrente | | estaba un retrato suyo, | 825 | con alma entre viva y nieve. | | una doña Ángela, un ángel, | | claro está, pues lo parece, | | con unas lágrimas tristes, | | que hicieran la noche alegre. | 830 | Las lágrimas te encarezco, | | |
-fol. 164v-
| para que por ellas pienses | | cuál deben de ser los cielos | | que tales lágrimas llueven. | | Pero si llorando y tristes | 835 | nombre de cielos merecen, | | ¿qué serán con alegría | | ojos que tal gloria tienen? | | Abrió por medio un clavel; | | ¡ya quisieran los claveles | 840 | tomar las perlas que vi!, | | y dijo en razones breves | | la desdicha en que se hallaba. | | Hablela yo tiernamente, | | que no supo a tanto sol | 845 | el corazón defenderse; | | pesó a perlas mis palabras, | | enternecida de verme | | de su parte en su desdicha, | | que a veces, Leonarda, mueve | 850 | al llanto en las desventuras | | el ver que alguno las siente. | | Prometí darla favor; | | don Pedro enojose, y fuese, | | y aunque yo también me fui, | 855 | diré la verdad, quedeme. | | Di para regalos de hoy | | cincuenta escudos al huésped, | | que llevaba en un bolsillo. | | Con esto he venido a verte, | 860 | porque sepas que don Pedro | | puede buscar quien le vengue; | | porque yo pienso, Leonarda | | (y ríñeme como sueles), | | tener el ángel que digo, | 865 | por mi dueño, para siempre. | |
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LEONARDA | Lo que yo pienso reñirte, | | pues sabes que las mujeres, | | de ver otras en desdichas | | se lastiman fácilmente, | 870 | es que a persona tan noble | | esa miseria le dieses, | | cuando le dabas el alma. | |
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FELICIANO | Razón, mi Leonarda, tienes, | | mas, ¿no ves que las que pesan, | 875 | por miedo de los fïeles, | | a lo principal añaden | | otra cosa diferente? | | Así al alma puse el oro, | | no porque valor hubiese, | 880 | pero por cumplir el peso, | | aunque me pesa de verme | | en peso tan desigual; | | si bien es un tiempo aqueste | | que a peso del oro hay almas | 885 | y almas que por él se pierden. | | Ya lo di, corrido estoy. | |
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LEONARDA | Poco el oro me parece | | para contrapeso de alma. | |
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DON JUAN | No tuve más, ¿qué me quieres? | 890 |
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LEONARDA | En tal ocasión, hermano, | | y más si amor te enloquece, | | era lo cierto decir, | | como hombre cuerdo y prudente: | | «Yo tengo en casa una hermana, | 895 | que en esta ocasión os puede | | tener consigo entretanto | | que este negocio remedien | | ruegos, dineros y amigos.» | |
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FELICIANO | Luego si yo la trujese, | 900 | ¿la tendrías tú contigo? | |
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LEONARDA | ¿Eso dudas? ¿Luego entiendes | | que tengo el alma de piedra? | | Iré por ella si quieres, | | y si hay lugar en tristezas, | 905 | le diré lo que mereces. | |
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FELICIANO | ¡Ay, Leonarda de mis ojos! | | A tus pies quiero atreverme | | a pedirte que me obligues, | | y que esta dama consueles. | 910 | Haz poner el coche, y parte | | a la calle, que parece | | que, estando a los pies de un ángel, | | |
-fol. 165r-
| entonces fue de la sierpe. | | Toma mi hacienda, mi vida, | 915 | como sola el alma dejes, | | y esto porque no la tengo. | |
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LEONARDA | Llama, Rufina, esa gente, | | hoy que el ángel de mi hermano | | el coche en oro convierte. | 920 |
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RUFINA | ¡Basta, que estáis dos a dos! | |
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FELICIANO | ¡Ay, Ángela, si te viesen | | en esta casa mis ojos! | |
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LEONARDA | ¡Ay, don Juan, cuánto me debes! | |
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RUFINA | ¡Ay Martín!, si a mi color | 925 | tal San Martín le viniese. | |
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