221
¡Otra vez moral! El buen hombre de Maquiavelo carecía de audacia.
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Y tenía yo por mí el concurso de ambos.
223
¡El astuto personaje!; me hizo concebir excelentes ideas desde mi niñez.
224
Vaubois, fuiste mi Viteli. Sé ser reconocido oportunamente.
225
Reflexión de republicano.
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¡El travieso! Hay, en toda esta historia de Oliverot, muchas cosas de que sabré aprovecharme, en las circunstancias.
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Se asemejaba algo ella al famoso banquete de la iglesia de San Sulpicio, que me hice ofrecer por los diputados a mi vuelta de Italia, después de fructidor; pero la pera no estaba madura todavía.
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Perfeccioné bastante bien esta maniobra el 18 de brumario, y sobre todo al siguiente día en Saint-Cloud.
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Me bastaba por lo pronto el espantarlos, dispersarlos y hacerles huir. Era menester sostener lo que yo había mandado decir solemnemente a Barras: que no me gustaba la sangre.
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¡Que acaben, pues, bien pronto ese Código Civil, al que quiero dar mi nombre!