1291
Es prudente detener como en la carrera los arranques sobrado fogosos de la amistad. CICERÓN, de Amicit., c. 17. (N. del T.)
1292
Desconozco los presentes de los grandes. VIRGILIO, Eneid. XII, 519. (N. del T.)
1293
Todas mis esperanzas residen en mí mismo. TERENCIO, Adelph., acto III, esc. V, v. 9. (N. del T.)
1294
¡Tantas campiñas roturadas serán despojo de un bárbaro soldado! VIRGILIO, Églog., I, 71. (N. del T.)
1295
¡Desdichado es tener que proteger su vida como el amparo de puertas y murallas y mantenerse apenas seguro en su propia casa! OVIDIO, Trist., IV, I, 69. (N. del T.)
1296
Ni siquiera cuando vivimos en sosiego cesamos de temer la guerra. OVIDIO, Trist., III, 10, 67. (N. del T.)
1297
Cuantas veces el acaso rompió la paz, abrió el camino de la guerra. ¡Oh fortuna! ¿por qué no me procuraste una vivienda errante en los ardientes climas o bajo la Osa helada? LUCANO, I, 255 y 56; 251. (N. del T.)
1298
¡Tanto el crimen se multiplicó entre nosotros! VIRGILIO, Geórg., I, 506. (N. del T.)
1299
Sobrepujando las fuerzas y la salud de un anciano. VIRGILIO, Eneid., VI, 114. (N. del T.)
1300
Sin cesar permanecen ante mis ojos mi casa y todos los sitios que abandoné. OVIDIO, Trist., III, 4, 57. (N. del T.)