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241

Si merced a una aparición repentina, estas maravillas impresionaran nuestros ojos por vez primera, ¿a qué podríamos compararlas en la naturaleza? Antes de haberlas visto, nada semejante hubiéramos podido imaginar. LUCRECIO, II, 1021. (N. del T.)

 

242

Un río parece caudaloso a quien no ha visto nunca otro más grande; lo propio acontece con un árbol, con un hombro y con todas las cosas, cuando nada mayo se vio de la misma especie. LUCRECIO, VI, 614. (N. del T.)

 

243

Familiarizado nuestro espíritu con los objetos que a diario impresionan nuestra vista, no los admira en modo alguno, ni pretende para nada investigar sus causas. CICERÓN, de Nat. deor, II, 38. (N. del T.)

 

244

Aun cuando no los acompañara ningún viso de razón, persuadiríanme por su exclusiva autoridad. CICERÓN, Tusc. quaest., I, 21. (N. del T.)

 

245

La parte superior es una mujer hermosa, y el resto el cuerpo de un pez. HORACIO, Arte poética, v. 4. (N. del T.)

 

246

Conocido yo mismo por mi afección paternal hacia mis hermanos. HORACIO. Od., II. 2, 6. (N. del T.)

 

247

No soy desconocido a la diosa que mezcla una dulce amargura con las penas del amor. CATULO, LXVIII, 17. (N. del T.)

 

248

Así en medio de los fríos y los calores el cazador va en seguimiento de la liebre, al través de montañas y valles; mientras le escapa desea darla alcance, y cuando la coge ya no hace caso de ella. ARIOSTO, canto X, estanc. 7. (N. del T.)

 

249

¿En qué consiste ese amor amistoso?¿Cómo no busca su objeto en un joven sin belleza ni tampoco en un viejo guapo? CICERÓN, Tusc. quaest., V, 34. (N. del T.)

 

250

El amor es el deseo de alcanzar la amistad de una persona que nos atrae por su belleza. CICERÓN, Tusc. quaest., IV, 34. (N. del T.)