421
Considerando Epicuro que los mortales disponen aproximadamente de cuanto necesitan, y que sin embargo de contar con riquezas, honores, glorias e hijos gallardos, no por ello se ven libres de mil interiores desdichas ni dejan gemir como los esclavos en las cárceles, comprendió que todo el mal procede del vaso mismo, el cual, corrompido, de antemano, agria y estropea todo cuanto en él se vierte. LUCRECIO, VI, 9. (N. del T.)
422
Merced a un vicio común de la humana naturaleza acontece que tenemos mayor confianza y temor mayor en las cosas que no hemos visto, y que están ocultas y nos son desconocidas. De Bello civili, II, 4. (N. del T.)
423
Te burlas de mí, Coracino, porque no estoy perfumado; prefiero no oler a nada que oler bien. MARCIAL, VI, 55, 4. (N. del T.)
424
Póstumo, quien huele siempre bien, huele mal. MARCIAL, II, 12,14. (N. del T.)
425
Mi olfato percibe los malos olores con sutileza mayor que un perro de nariz excelente reconoce la guarida del jabalí. HORACIO, Epod., 12, 4. (N. del T.)
426
Si para saciar de noche tus adúlteros deseos cubres tu cabeza con la capa gala. JUVENAL, VIII, 144. (N. del T.)
427
¡Oh Júpiter!, en medio de todas tus grandezas sólo su nombre me es conocido. (N. del T.)
428
Pidiendo cosas que sólo pueden comunicarse a los dioses llamándolos aparte. PERSIO, II, 4. (N. del T.)
429
Di a Stayo lo que quisieras alcanzar de Júpiter: «Gran Júpiter, exclamará Stayo, ¿por ventura pueden hacérseos peticiones semejantes?» «¿Y tú crees que Júpiter mismo no hablará como Stayo?» PERSIO, II, 21. (N. del T.)
430
Murmuramos en voz baja criminales oraciones. LUCANO, V, 104. (N. del T.)