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591

Erudito griego que vivió en el siglo XV. (N. del T.)

 

592

Antiguamente los elefantes combatían en los ejércitos de Aníbal, en los del rey del Epiro y al lado de los generales romanos; sobre sus lomos llevaban cohortes y torres, que se veían avanzar en medio de los combatientes. JUVENAL, XII, 107. (N. del T.)

 

593

Tienen un nombre, y cada uno de ellos acude a la voz del amo cuando los llama. MARCIAL, IV, 29, 6. (N. del T.)

 

594

Comúnmente se cree que para que sea fecunda la unión de los esposos debe practicarse en la actitud de los cuadrúpedos; pues de este modo la situación horizontal del pecho y la elevación de los riñones favorecen la dirección del líquido generador. LUCRECIO, IV, 1261. (N. del T.)

 

595

Los movimientos lascivos con que la mujer excita el amor del hombre son un obstáculo para la fecundación, porque apartan el arado del surco y desvían los gérmenes del lugar donde deben dirigirse. LUCRECIO, IV, 1266. (N. del T.)

 

596

La voluptuosidad no le parece más viva en los brazos de la hija de un cónsul. HORACIO, Sat., I, 2, 69. (N. del T.)

 

597

La ternera se entrega sin escrúpulo a su padre; la yegua sacia los deseos del caballo que la engendró; el macho cabrio se une a las cabras que de él nacieron; el pájaro fecunda al ave a quien dio el ser. OVIDIO, Metam., X, 326. (N. del T.)

 

598

Y entre las mismas fieras, por crudelísimas que sean, hay común paz. La fiereza de los leones cesa con los de su género; el puerco montés no acomete a otro puerco; un lince no pelea con otro lince; un dragón no se ensaña con otro dragón... Solamente los hombres, a quien más convenía la humanidad y la paz, y a quien fuera más necesaria, tienen entre sí entrañables odios y discordias. FR. LUIS DE GRANADA, Guía de Pecadores, lib. II, cap. IX. (N. del T.)

 

599

¿Viose alguna vez que un león desgarrara a otro menos fuerte? ¿En qué selva feneció un jabalí bajo el diente de otro más vigoroso? JUVENAL, XV, 160. (N. del T.)

 

600

Muchas veces la discordia surge violenta entre dos reyes, y entonces se puede comprender que los bandos se hallan agitados por el deseo de guerrear, VIRGILIO, Geórg., IV, 67. (N. del T.)