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621

Del mismo modo que es preferible no dar vino a los enfermos porque, siéntoles ordinariamente nocivo, rara vez provechoso, se corre el riesgo de dañarles a cambio de la esperanza demasiado problemática de devolverles la salud, así creo también que sería preferible que no se hubiera otorgado al hombre la facultad de pensar, la comprensión, la perspicacia, en suma, lo que llamamos razón, la cual a todos nos fue liberalmente concedida y aprovecha a muy pocos siendo en cambio altamente nociva para los más. CICERÓN, de Nat. deor., III, 27. (N. del T.)

 

622

¿Resiste el ignorante con menos ímpetu las embestidas del amor? HORACIO, Epod., 8, v. 17. (N. del T.)

 

623

Así estarás exento de enfermedades y flaquezas; así te librarás de preocupaciones y de sufrimientos, y el destino bienhechor te concederá una vida más dilatada y feliz. JUVENAL, XIV, 156. (N. del T.)

 

624

Os asemejaréis a los dioses, que conocen la ciencia del bien y el mal. Génes., III, 5. (N. del T.)

 

625

Cuidad de que nadie os seduzca con las argucias de la filosofía, ni con sutilezas vanas y engañadoras según las mundanales doctrinas. SAN PABLO, ad Colors., II, 8. (N. del T.)

 

626

Superior a los demás mortales el sabio se considera poco menos que un Júpiter; es rico, libre y hermoso, y todos le rinden homenaje; es rey de los reyes, y para colmo de dicha goza de excelente salud, a no ser que la pituitaria le moleste con una secreción demasiado abundante. HORACIO, Epíst., I, 1, 606. (N. del T.)

 

627

Sin duda fue un dios, ¡oh noble Memnio!, quien habló el primero de esa comprensión admirable de la vida que nosotros llamamos sabiduría; quien con arte prodigioso sacó la vida de los mares agitados y de las impenetrables tinieblas la luz serena y clara. LUCRECIO, V, 8. (N. del T.)

 

628

Lucrecio, que en los versos precedentes habla tan pomposamente de Epicuro y su doctrina: Un brebaje que le suministró su mujer, o su amada, trastornó tan fuertemente su razón que la violencia del mal no le dejó sino algunos intervalos de lucidez, que aprovechó para componer su poema, llevándole por fin al suicidio (Crónica de EUSEBIO.) (C.)

 

629

Con razón nos enorgullecemos de nuestra virtud, lo que no sucedería si la hubiéramos recibido de un dios y no de nosotros mismos. CICERÓN, de Nat. deor., III, 36. (N. del T.)

 

630

Haciendo el bravucón con palabras altivas, no debía sufrir de hecho. CICERÓN, Tusc. quaest., II, 13. (N. del T.)