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Entremes del viejo zeloso1

Miguel de Cervantes Saavedra





  —[145]→     -fol. 253r-  
 

Salen DOÑA LORENÇA, y CRISTINA, su criada, y HORTIGOSA2, su vezina.

 

D.ª LOR.-   Milagro ha sido este, señora Hortigosa, el no auer dado la buelta a la llaue mi duelo, mi yugo y mi desesperacion. Este es el primero dia, despues que me casè con el, que hablo con persona de fuera de casa. ¡Que fuera le vea yo desta vida a el y a quien con el me casò!

HOR.-   Ande, mi señora doña Lorença, no se quexe tanto, que con vna caldera vieja se compra otra nueua.

D.ª LOR.-   Y aun con essos y otros semejantes villancicos o refranes me engañaron a mi. ¡Que malditos sean sus dineros, fuera de las cruzes, malditas sus joyas, malditas sus galas, y maldito todo quanto me da y promete! ¿De que me sirue a mi todo aquesto, si en mitad de la riqueza estoy pobre, y, en medio de la abundancia, con hambre?

CRIS.-   En verdad, señora tia, que tienes razon:   —146→   que mas quisiera yo andar con vn trapo atras y otro adelante, y tener vn marido moço, que verme casada y enlodada con esse viejo podrido que tomaste por esposo.

D.ª LOR.-   ¿Yo le tomè, sobrina? A la fe, diomele quien pudo, y yo, como muchacha, fuy mas presta al obedecer que al contradezir. Pero si yo tuuiera tanta experiencia destas cosas, antes me tarazara la lengua3 con los dientes, que pronunciar aquel si, que se pronuncia con dos letras y da que llorar dos mil años. Pero yo imagino que no fue otra cosa sino que auia de ser esta, y que las que han de suceder forçosamente, no ay preuencion ni diligencia humana que las preuenga.

CRIS.-   ¡Iesus y del mal viejo! Toda la noche: «daca el orinal, toma el orinal; leuantate, Cristinica, y calientame vnos paños, que me muero de la hijada; dame aquellos juncos, que me fatiga la piedra.» Con mas vnguentos y medicinas en el aposento que si fuera vna botica. Y yo, que apenas se vestirme, tengo de seruirle de enfermera. ¡Pux, pux, pux! ¡Viejo clueco, tan potroso   -fol. 253v-   como zeloso, y el mas zeloso del mundo!

D.ª LOR.-   Dize la verdad mi sobrina.

CRIS.-   ¡Pluguiera a Dios que nunca yo la dixera en esto!

  —147→  

HOR.-   Aora bien, señora doña Lorença, vuessa merced haga lo que le tengo aconsejado, y verá cómo se halla muy bien con mi consejo. El moço es como vn ginjo verde4: quiere bien, sabe callar y agradecer lo que por el se haze; y pues los zelos y el recato del viejo no nos dan lugar a demandas ni a respuestas, resolucion y buen ánimo, que, por la orden que hemos dado, yo le pondre al galan en su aposento de vuessa merced y le sacarè, si bien tuuiesse el viejo mas ojos que Argos y viesse mas que vn zahori, que dizen que vee siete estados debaxo de la tierra.

D.ª LOR.-   Como soy primeriza, estoy temerosa, y no querria, a trueco del gusto, poner a riesgo la honra.

CRIS.-   Esso me parece, señora tia, a lo del cantar de Gomez Arias5:


    «Señor Gomez Arias,
doleos de mi:
soy niña y muchacha;
nunca en tal me vi.»

D.ª LOR.-   Algun espiritu malo deue de hablar en ti, sobrina, segun las cosas que dizes.

CRIS.-   Yo no se quien habla; pero yo se que haria todo aquello que6 la señora Hortigosa ha dicho, sin faltar punto.

D.ª LOR.-   ¿Y la honra, sobrina?

  —148→  

CRIS.-   ¿Y el holgarnos, tia?

D.ª LOR.-   ¿Y si se sabe?

CRIS.-   ¿Y si no se sabe?

D.ª LOR.-   ¿Y quien me assegurará a mi que no se sepa?

HOR.-   ¿Quien? La buena diligencia, la sagacidad, la industria, y, sobre todo, el buen ánimo y mis traças.

CRIS.-   Mire, señora Hortigosa, trayanosle galan, limpio, desembuelto, vn poco atreuido, y, sobre todo, moço.

HOR.-   Todas essas partes tiene el que he propuesto, y otras dos mas: que es rico y liberal.

D.ª LOR.-   Que no quiero riquezas, señora Hortigosa; que me sobran las joyas, y me ponen en confusion las diferencias de colores de mis muchos vestidos, Hasta esso no tengo que dessear, que Dios le de salud a Cañiçares7: mas vestida me tiene que vn palmito, y con mas joyas que la vedriera de vn platero rico. No me clauara el las ventanas, cerrara las puertas, visitara a todas horas la casa, desterrara della los gatos y los perros, solamente porque tienen nombre de varon; que, a trueco de que no hiziera esto y otras cosas no vistas en materia de recato, yo le perdonara sus dadiuas y mercedes.

HOR.-   ¿Que, tan zeloso es?

D.ª LOR.-   Digo que le vendian el otro dia vna   —149→   tapizeria a bonissimo precio, y por ser de figuras no la quiso, y comprò otra de verduras por mayor precio, aunque no era tan buena.   -fol. 254r-   Siete puertas ay antes que se llegue a mi aposento, fuera de la puerta de la calle, y todas se cierran con llaue, y las llaues no me ha sido possible aueriguar dónde las esconde de noche.

CRIS.-   Tia, la llaue de loba8 creo que se la pone entre las faldas de la camisa.

D.ª LOR.-   No lo creas, sobrina: que yo duermo con el, y jamas le he visto ni sentido que tenga llaue alguna.

CRIS.-   Y mas, que toda la noche anda como trasgo por toda la casa, y si acaso dan alguna musica en la calle, les tira de pedradas porque se vayan. Es vn malo, es vn bruxo, es vn viejo: que no tengo mas que dezir.

D.ª LOR.-   Señora Hortigosa, vayase, no venga el gruñidor y la halle conmigo, que sería echarlo a perder todo. Y lo que ha de hazer, hagalo luego: que estoy tan aburrida, que no me falta sino echarme vna soga al cuello, por salir de tan mala vida.

HOR.-   Quiza con esta que aora se començará, se le quitará toda essa mala gana, y le vendra otra mas saludable y que mas la contente.

CRIS.-   Assi suceda, aunque me costasse a mi   —150→   vn dedo de la mano: que quiero mucho a mi señora tia, y me muero de verla tan pensatiua y angustiada en poder deste viejo, y reuiejo, y mas que viejo, y no me puedo hartar de dezille viejo.

D.ª LOR.-   Pues en verdad que te quiere bien, Cristina.

CRIS.-   ¿Dexa por esso de ser viejo? Quanto mas, que yo he oydo dezir que siempre los viejos son amigos de niñas.

HOR.-   Assi es la verdad, Cristina. Y a Dios, que, en acabando de comer, doy la buelta. Vuessa merced estè muy en lo que dexamos concertado, y verá cómo salimos y entramos bien en ello.

CRIS.-   Señora Hortigosa, hagame merced de traerme a mi vn frailecico pequeñito con quien yo me huelgue.

HOR.-   Yo se le traere a la niña pintado.

CRIS.-   Que no le quiero pintado, sino viuo, viuo, chiquito como vnas perlas.

D.ª LOR.-   ¿Y si lo vee tio?

CRIS.-   Direle yo que9 es vn duende, y tendra del miedo, y holgaréme yo.

HOR.-   Digo que yo le trayre, y a Dios.

 

(Vase HORTIGOSA.)

 

CRIS.-   Mire, tia: si Hortigosa trae al galan y a mi frailecico, y si señor los viere, no tenemos mas que hazer sino cogerle entre todos y ahogarle, y echarle en el pozo o enterrarle en la caualleriza.

  —151→  

D.ª LOR.-   Tal eres tu, que creo lo harias mejor que lo dizes.

CRIS.-   Pues no sea el viejo zeloso, y dexenos viuir en paz, pues no le hazemos mal alguno, y viuimos como vnas santas.

  -fol. 254v-  
 

(Entranse.)

 
 

(Entran CAÑIZARES, viejo, y vn COMPADRE10 suyo.)

 

CAÑI.-   Señor compadre, señor compadre, el setenton que se casa con quinze, o carece de entendimiento, o tiene gana de visitar el otro mundo lo mas presto que le sea possible. Apenas me casè con doña Lorencica, pensando tener en ella compañia y regalo, y persona que se hallasse en mi cabeçera y me cerrasse los ojos al tiempo de mi muerte, quando me enuistieron vna turbamulta de trabajos y desassossiegos: tenia casa, y busquè casar; estaua posado11, y desposéme.

COM.-   Compadre, error12 fue, pero no muy grande; porque, segun el dicho del Apostol, mejor es casarse que abrasarse.

CAÑI.-   Que no auia que abrasar en mi, señor compadre, que con la menor llamarada quedara hecho ceniza. Compañia quise, compañia busquè, compañia hallè; pero Dios lo remedie, por quien el es.

COM.-   ¿Tiene zelos, señor compadre?

  —152→  

CAÑI.-   Del sol que mira a Lorencita, del ayre que le toca, de las faldas que la vapulan.

COM.-   ¿Dale ocasion?

CAÑI.-   ¡Ni por pienso! Ni tiene por que, ni cómo, ni quándo, ni adónde. Las ventanas, amén de estar con llaue, las guarnecen rexas y celosias; las puertas jamas se abren; vezina no atrauiessa mis vmbrales, ni le atrauessarà mientras Dios me diere vida. Mirad, compadre: no les vienen los malos ayres a las mugeres de yr a los jubileos, ni a las processiones, ni a todos los actos de regozijos publicos; donde ellas se mancan, donde ellas se estropean, y adonde ellas se dañan, es en casa de las vezinas y de las amigas. Mas maldades encubre vna mala amiga, que la capa de la noche; mas conciertos se hazen en su casa y mas se concluyen, que en vna semblea.

COM.-   Yo assi lo creo. Pero si la señora doña Lorença no sale de casa, ni nadie entra en la suya, ¿de que viue descontento mi compadre?

CAÑI.-   De que no passará mucho tiempo en que no caya Lorencica en lo que le falta, que será vn mal caso, y tan malo, que en sólo pensallo le temo, y de temerle me desespero, y de desesperarme viuo con disgusto.

  —153→  

COM.-   Y con razon se puede tener esse temer, porque las mugeres querrian gozar enteros los frutos del matrimonio.

CAÑI.-   La mia los goza doblados.

COM.-   Ai està el daño, señor compadre.

  -fol. 255r-  

CAÑI.-   No, no; ni por pienso; porque es mas simple Lorenzica que vna paloma, y hasta agora no entiende nada dessas filaterias13. Y a Dios, señor compadre, que me quiero entrar en casa.

COM.-   Yo quiero entrar alla, y ver a mi señora doña Lorença.

CAÑI.-   Aueys de saber, compadre, que los antiguos latinos vsauan de vn refran que dezia: Amicus vsque ad aras, que quiere dezir: «El amigo hasta el altar»; infiriendo que el amigo ha de hazer por su amigo todo aquello que no fuere contra Dios. Y yo digo que mi amigo vsque ad portam, hasta la puerta: que ninguno ha de passar mis quizios. Y a Dios, señor compadre, y perdoneme.

 

(Entrase CAÑIZARES.)

 

COM.-   En mi vida he visto hombre mas recatado, ni mas zeloso, ni mas impertinente. Pero este es de aquellos que traen la soga arrastrando, y de los que siempre vienen a morir del mal que temen.

 

(Entrase el COMPADRE.)

 
  —154→  
 

(Salen DOÑA LORENÇA y CRISTINICA.)

 

CRIS.-   Tia, mucho tarda tio, y mas tarda Hortigosa.

D.ª LOR.-   Mas que nunca el aca viniesse, ni ella tampoco; porque el me enfada, y ella me tiene confusa.

CRIS.-   Todo es prouar, señora tia; y quando no saliere bien, darle del codo.

D.ª LOR.-   ¡Ay, sobrina! Que estas cosas, o yo se poco, o se que todo el daño està en prouarlas.

CRIS.-   A fe, señora tia, que tiene poco ánimo, y que, si yo fuera de su edad, que no me espantaran hombres armados.

D.ª LOR.-   Otra vez torno a dezir, y dire cien mil vezes, que Satanas habla en tu boca. Mas, ¡ay! ¿Cómo se ha entrado señor?

CRIS.-   Deue de auer abierto con la llaue maestra.

D.ª LOR.-   ¡Encomiendo yo al diablo sus maestrias y sus llaues!

 

(Entra CAÑIZARES.)

 

CAÑI.-   ¿Con quien hablauades, doña Lorença?

D.ª LOR.-   Con Cristinica hablaua.

CAÑI.-   Miradlo bien, doña Lorença.

D.ª LOR.-   Digo que hablaua con Cristinica. ¿Con quien auia de hablar? ¿Tengo yo, por ventura, con quien?

CAÑI.-   No querria que tuuiessedes algun soliloquio   —155→   con vos misma, que redundase en mi perjuyzio.

D.ª LOR.-   Ni entiendo essos circunloquios que dezis, ni aun los quiero entender; y tengamos la fiesta en paz.

CAÑI.-   Ni aun las visperas no querria yo tener en guerra con vos. Pero ¿quien llama a aquella puerta con tanta priessa? Mira, Cristinica, quien es, y, si es pobre,   -fol. 255v-   dale limosna y despidele.

CRIS.-   ¿Quien està ai?

HOR.-   La vezina Hortigosa es, señora Cristina.

CAÑI.-   ¿Hortigosa, y vezina? ¡Dios sea conmigo! Preguntale, Cristina, lo que quiere, y daselo, con condicion que no atrauiesse essos vmbrales.

CRIS.-   ¿Y que quiere, señora vezina?

CAÑI.-   El nombre de vezina me turba y sobresalta. Llamala por su proprio nombre, Cristina.

CRIS.-   Responda. ¿Y que quiere, señora Hortigosa?

HOR.-   Al señor Cañizares quiero suplicar vn poco, en que me va la honra, la vida y el alma.

CAÑI.-   Dezidle, sobrina, a essa señora, que a mi me va todo esso y mas en que no entre aca dentro.

D.ª LOR.-   ¡Iesus, y que condicion tan extrauagante! ¿Aqui no estoy delante de vos? ¿Hanme de comer de ojo? ¿Hanme de lleuar por los ayres?

  —156→  

CAÑI.-   ¡Entre con cien mil Bercebuyes, pues vos lo quereys!

CRIS.-   Entre, señora vezina.

CAÑI.-   ¡Nombre fatal para mi es el de vezina!

 

(Entra HORTIGOSA, y tray vn guadameci, y en las pieles de las quatro esquinas han de venir pintados Rodamonte, Mandricardo, Rugero y Gradaso14, y Rodamonte venga pintado como arreboçado.)

 

HOR.-   Señor mio de mi alma, mouida y incitada de la buena fama de vuessa merced, de su gran caridad y de sus muchas limosnas, me he atreuido de venir a suplicar a vuessa merced me haga tanta merced, caridad y limosna y buena obra, de comprarme este guadameci, porque tengo vn hijo preso por vnas heridas que dio a vn tundidor, y ha mandado la justicia que declare el cirujano, y no tengo con que pagalle, y corre peligro no le echen otros embargos, que podrian ser muchos, a causa que es muy trauiesso mi hijo, y querria echarle oy o mañana, si fuesse possible, de la carzel. La obra es buena, el guadameci nueuo, y, con todo esso, le daré por lo que vuessa merced quisiere darme por el: que en mas està la monta, y como essas cosas he perdido yo en esta vida. Tenga vuessa merced dessa punta, señora mia, y descojamosle, porque no vea el   —157→   señor Cañizares que ay engaño en mis palabras. Alce mas, señora mia, y mire cómo es bueno de cayda. Y las pinturas de los quadros parece que estan viuas.

 

(Al alçar y mostrar el guadameci, entra por detras del vn galan, y, como CAÑIZARES vee los retratos, dize:)

 

CAÑI.-   ¡O, que lindo Rodamonte! ¿Y que quiere el señor rebozadito en mi casa? Aun si supiesse que tan amigo soy yo destas cosas y   -fol. 256r-   destos rebozitos, espantarse ia15.

CRIS.-   Señor tio, yo no se nada de reboçados; y si el ha entrado en casa, la señora Hortigosa tiene la culpa: que a mi el diablo me lleue si dixe ni hize nada para que el entrasse. No, en mi conciencia; aun el diablo seria si mi señor tio me echasse a mi la culpa de su entrada.

CAÑI.-   Ya yo lo veo, sobrina, que la señora Hortigosa tiene la culpa; pero no ay de que marauillarme, porque ella no sabe mi condicion, ni quan enemigo soy de aquestas pinturas.

D.ª LOR.-   Por las pinturas lo dize, Cristinica, y no por otra cosa.

CRIS.-   Pues por essas digo yo. ¡Ay, Dios sea conmigo! Buelto se me ha el ánima al cuerpo, que ya andaua por los ayres.

D.ª LOR.-   ¡Quemado vea yo esse pico de onze   —158→   varas! En fin, quien con muchachos se acuesta, &c.16.

CRIS.-   ¡Ay, desgraciada, y en que peligro pudiera auer puesto toda esta baraja!

CAÑI.-   Señora Hortigosa, yo no soy amigo de figuras rebozadas ni por rebozar. Tome este doblon, con el qual podra remediar su necessidad, y vayase de mi casa lo mas presto que pudiere; y ha de ser luego, y lleuese su guadameci.

HOR.-   Viua vuessa merced mas años que Matute el de Ierusalen17, en vida de mi señora doña..., no se cómo se llama, a quien suplico me mande, que la seruire de noche y de dia, con la vida y con el alma, que la deue de tener ella como la de vna tortolica simple.

CAÑI.-   Señora Hortigosa, abreuie y vayase, y no se estè agora juzgando almas agenas.

HOR.-   Si vuessa merced huuiere menester algun pegadillo para la madre, tengolos milagrosos; y si para mal de muelas18, se vnas palabras que quitan el dolor como con la mano.

CAÑI.-   Abreuie, señora Hortigosa, que doña Lorença, ni tiene madre, ni dolor de muelas: que todas las tiene sanas y enteras, que en su vida se ha sacado muela alguna.

HOR.-   Ella se las sacarà, plaziendo al cielo, porque le dara muchos años de vida,   —159→   y la vegez es la total destruycion de la dentadura.

CAÑI.-   ¡Aqui de Dios, que no serà possible que me dexe esta vezina! ¡Hortigosa, o diablo, o vezina, o lo que eres, vete con Dios, y dexame en mi casa!

HOR.-   Justa es la demanda, y vuessa merced no se enoje, que ya me voy.

 

(Vase HORTIGOSA.)

 

CAÑI.-   ¡O vezinas, vezinas! Escaldado quedo aun de las buenas palabras desta vezina, por auer salido por boca de vezina.

D.ª LOR.-   Digo que teneys condicion de barbaro y de saluage. ¿Y que ha dicho esta vezina, para que   -fol. 256v-   quedeys con la oxeriza contra ella? Todas vuestras buenas obras las hazeys en pecado mortal. Distesle dos dozenas de reales, acompañados con otras dos dozenas de injurias, ¡boca de lobo, lengua de escorpion y silo de malicias!

CAÑI.-   No, no; a mal viento va esta parua. No me parece bien que boluays tanto por vuestra vezina.

CRIS.-   Señora tia, entrese alla dentro y desenojese, y dexe a tio, que parece que està enojado.

D.ª LOR.-   Assi lo hare, sobrina, y aun quiza no me verà la cara en estas dos horas; y   —160→   a fe que yo se la de a beuer, por mas que la rehuse.

 

(Entrase DOÑA LORENÇA.)

 

CRIS.-   Tio, ¿no ve cómo ha cerrado de golpe? Y creo que va a buscar vna tranca para assegurar la puerta19.

 

(DOÑA LORENÇA, por dentro:)

 

[D.ª LOR.-]   ¡Cristinica, Cristinica!

CRIS.-   ¿Que quiere, tia?

D.ª LOR.-   ¡Si supiesses que galan me ha deparado la buena suerte! Moço, bien dispuesto, pelinegro, y que le huele la boca a mil azahares.

CRIS.-   ¡Iesus, y que locuras, y que niñerias! ¿Està loca, tia?

D.ª LOR.-   No estoy sino en todo mi juyzio; y en verdad que, si le viesses, que se te alegrasse el alma.

CRIS.-   ¡Iesus, y que locuras, y que niñerias! Riñala, tio, porque no se atreua, ni aun burlando, a dezir deshonestidades.

CAÑI.-   ¡Bobear, Lorença! ¡Pues a fe que no estoy yo de gracia para sufrir essas burlas!

D.ª LOR.-   Que no son sino veras; y tan veras, que en este genero no pueden ser mayores.

CRIS.-   ¡Iesus, y que locuras, y que niñerias! Y digame, tia: ¿està ay tambien mi fraylezito?

  —161→  

D.ª LOR.-   No, sobrina; pero otra vez vendra, si quiere Hortigosa, la vezina.

CAÑI.-   Lorença, di lo que quisieres; pero no tomes en tu boca el nombre de vezina, que me tiemblan las carnes en oyrle.

D.ª LOR.-   Tambien me tiemblan a mi por amor de la vezina.

CRIS.-   ¡Iesus, y que locuras, y que niñerias!

D.ª LOR.-   ¡Aora echo de ver quien eres, viejo maldito; que hasta aqui he viuido engañada contigo!

CRIS.-   ¡Riñala, tio; riñala, tio; que se desuerguença mucho!

D.ª LOR.-   Lauar quiero a vn galan las pocas barbas que tiene con vna vazia llena de agua de angeles20, porque su cara es como la de vn angel pintado.

CRIS.-   ¡Iesus, y que locuras, y que niñerias! ¡Despedazela, tio!

CAÑI.-   No la despedaçaré yo a ella, sino a la puerta que la encubre.

D.ª LOR.-   No ay para que: vela aqui abierta. Entre, y verà cómo es verdad quanto le he dicho.

  -fol. 257r-  

CAÑI.-   Aunque se que te burlas, si entrarè, para desenojarte.

 

(Al entrar CAÑIZARES, danle con vna vazia de agua en los ojos; el vase a limpiar; acuden sobre el CRISTINA y DOÑA LORENÇA, y en este interim sale el galan y vase.)

 

CAÑI.-   ¡Por Dios, que por poco me cegaras,   —162→   Lorença! ¡Al diablo se dan las burlas que se arremeten a los ojos!

D.ª LOR.-   ¡Mirad con quien me casò mi suerte, sino con el hombre mas malicioso del mundo! ¡Mirad cómo dio credito a mis mentiras, por su... fundadas en materia de zelos, que menoscabada y assendereada sea mi ventura! ¡Pagad vosotros, cabellos, las deudas deste viejo. ¡Llorad vosotros, ojos, las culpas deste maldito! ¡Mirad en lo que tiene mi honra y mi credito, pues de las sospechas haze certezas, de las mentiras verdades, de las burlas veras, y de los entretenimientos maldiciones! ¡Ay, que se me arranca el alma!

CRIS.-   Tia, no de tantas vozes, que se juntará la vezindad.

 

(De dentro:)

 

IUST.-   ¡Abran essas puertas! ¡Auran luego! ¡Si no, echarélas en el suelo!

D.ª LOR.-   Abre, Cristinica, y sepa todo el mundo mi inocencia y la maldad deste viejo.

CAÑI.-   ¡Viue Dios, que crey que te burlauas! ¡Lorença, calla!

 

(Entran el ALGUAZIL, y los musicos, y el baylarin, y HORTIGOSA.)

 

ALG.-   ¿Que es esto? ¿Que pendencia es esta? ¿Quien daua aqui bozes?

CAÑI.-   Señor, no es nada; pendencias son   —163→   entre marido y muger, que luego se passan.

MUS.-   Por Dios, que estauamos mis compañeros y yo, que somos musicos, aqui, pared y medio, en vn desposorio, y a las vozes hemos acudido con no pequeño sobresalto, pensando que era otra cosa.

HOR.-   Y yo tambien, en mi ánima pecadora.

CAÑI.-   Pues en verdad, señora Hortigosa, que, si no fuera por ella, que no huuiera sucedido nada de lo sucedido.

HOR.-   Mis pecados lo auran hecho: que soy tan desdichada, que, sin saber por dónde ni por dónde no, se me echan a mi las culpas que otros cometen.

CAÑI.-   Señores, vuessas mercedes todos se bueluan norabuena, que yo les agradezco su buen desseo; que ya yo y mi esposa quedamos en paz.

D.ª LOR.-   Si quedaré, como le pida primero perdon a la vezina, si alguna cosa mala penso contra ella.

CAÑI.-   Si a todas las vezinas de quien yo pienso mal huuiesse de pedir   -fol. 257v-   perdon, seria nunca acabar; pero, con todo esso, yo se le pido a la señora Hortigosa.

HOR.-   Y yo le otorgo, para aqui y para delante de Pero Garcia.

MUS.-   Pues en verdad que no auemos de auer venido en valde; toquen mis compañeros,   —164→   y bayle el baylarin, y regozijense las pazes con esta cancion.

CAÑI.-   Señores, no quiero musica; yo la doy por recebida.

MUS.-

Pues aunque no la quiera.

«El agua de por San Iuan
quita vino, y no da pan21;
las riñas de por San Iuan
todo el año paz nos dan.
Llouer el trigo en las eras,
las viñas estando en cierne,
no ay labradror que gouierne
bien sus cubas y paneras;
mas las riñas mas de veras,
si suceden por San Iuan,
todo el año paz nos dan.

 (Bayla.) 

Por la canicula ardiente
està la colera a punto;
pero, passando aquel punto,
menos actiua se siente.
Y assi el que dize no miente,
que las riñas por San Iuan
todo el año paz nos dan.

 (Bayla.) 

Las riñas de los casados
como aquesta siempre sean,
para que despues se vean
sin pensar regozijados.
Sol que sale tras nublados,
—165→
es contento tras afan;
las riñas de por San Iuan
todo el año paz nos dan.»

CAÑI.-   Porque vean vuessas mercedes las rebueltas y bueltas en que me ha puesto vna vezina, y si tengo razon de estar mal con las vezinas.

D.ª LOR.-   Aunque mi esposo està mal con las vezinas, yo veso a vuessas mercedes las manos, señoras vezinas.

CRIS.-   Y yo tambien. Mas, si mi vezina me huuiera traydo mi fraylezico, yo la tuuiera por mejor vezina. Y a Dios, señoras vezinas.




 
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