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Entremes del vizcayno fingido

Miguel de Cervantes Saavedra





  —[81]→     -fol. 240r-  
 

Entran SOLORZANO y QUIÑONES.

 

SOL.-   Estas son las bolsas, y, a lo que parecen, son bien parecidas; y las cadenas que van dentro, ni mas ni menos. No ay sino que vos acudays con mi intento: que, a pesar de la taymeria desta seuillana, ha de quedar esta vez burlada.

QUI.-   ¿Tanta honra se adquiere, o tanta habilidad se muestra en engañar a vna muger, que lo tomays con tanto ahinco y poneys tanta solicitud en ello?

SOL.-   Quando las mugeres son como estas, es gusto el burlallas; quanto mas, que esta burla no ha de passar de los texados arriba; quiero dezir, que ni ha de ser con ofensa de Dios, ni con daño de la burlada: que no son burlas las que redundan en desprecio ageno.

QUI.-   Alto. Pues vos lo quereys, sea assi. Digo que yo os ayudaré en todo quanto me aueys dicho, y sabre fingir tambien como vos, que no lo puedo mas encarecer. ¿Adónde vays agora?

  —82→  

SOL.-   Derecho en casa de la ninfa; y vos no salgays de casa, que yo os llamarè a su tiempo.

QUI.-   Alli estarè clauado esperando.

 

(Entranse los dos.)

 
 

(Salen DOÑA CRISTINA y DOÑA BRIGIDA; CHRISTINA sin manto, y BRIGIDA con el, toda asustada y turbada.)

 

CRIS.-   ¡Iesus! ¿Que es lo que traes, amiga doña Brigida, que parece que quieres dar el alma a su Hazedor?

BRI.-   ¡Doña Christina amiga, hazme ayre, roziame con vn poco de agua este rostro, que me muero, que me fino, que se me arranca el alma! ¡Dios sea conmigo! ¡Confession a toda priessa!

CRIS.-   ¿Que es esto? ¡Desdichada de mi! ¿No me diras, amiga, lo que te ha sucedido? ¿Has visto alguna mala vision? ¿Hante dado alguna mala nueua de que es muerta tu madre, o de que viene tu marido, o hante robado tus joyas?

BRI.-   Ni he visto vision alguna, ni se ha muerto mi madre, ni viene mi marido, que aun le faltan tres meses para acabar el negocio donde fue, ni me han robado mis joyas; pero hame sucedido otra cosa peor.

CRIS.-   Acaba; dimela, doña Brigida mia, que me tienes turbada y suspensa hasta saberla.

  —83→  
  -fol. 240v-  

BRI.-   ¡Ay, querida, que tambien te toca a ti parte deste mal sucesso! Limpiame este rostro, que el y todo el cuerpo tengo bañado en sudor mas frio que la nieue. ¡Desdichadas de aquellas que andan en la vida libre, que, si quieren tener algun poquito de autoridad, grangeada de aqui o de alli, se la dejarretan y se la quitan al mejor tiempo!

CRIS.-   Acaba, por tu vida, amiga, y dime lo que te ha sucedido, y que es la desgracia, de quien yo tambien tengo de tener parte.

BRI.-   ¡Y cómo si tendras parte! Y mucha, si eres discreta, como lo eres. Has de saber, hermana, que, viniendo agora a verte, al passar por la puerta de Guadalajara, oi que, en medio de infinita justicia y gente, estaua vn pregonero pregonando que quitauan los coches, y que las mugeres descubriessen los rostros por las calles1.

CRIS.-   ¿Y essa es la mala nueua?

BRI.-   ¿Pues para nosotras puede ser peor en el mundo?

CRIS.-   Yo creo, hermana, que deue de ser alguna reformacion de los coches: que no es possible que los quiten de todo punto. Y serà cosa muy acertada; porque, segun he oydo dezir, andaua muy decayda la caualleria en España, porque se empanauan diez o doze caualleros   —84→   moços en vn coche, y açotauan las calles de noche y de dia, sin acordarseles que auia cauallos y gineta en el mundo; y como les falte la comodidad de las galeras de la tierra, que son los coches, bolueran al exercicio de la caualleria, con quien sus antepassados se honraron.

BRI.-   ¡Ay, Cristina de mi alma! Que tambien oi dezir que, aunque dexan algunos, es con condicion que no se presten, ni que en ellos ande ninguna... Ya me entiendes.

CRIS.-   Esse mal nos hagan; porque has de saber, hermana, que està en opinion, entre los que siguen la guerra, qual es mejor, la caualleria o la infanteria, y hase aueriguado que la infanteria española lleua la gala a todas las naciones. Y agora podremos las alegres mostrar a pie nuestra gallardia, nuestro garuo y nuestra bizarria; y mas, yendo descubiertos los rostros, quitando la ocasion de que ninguno se llame a engaño si nos siruiesse, pues nos ha visto.

BRI.-   ¡Ay, Cristina! ¡No me digas esso! ¡Que linda cosa era yr sentada en la popa de vn coche2, llenandola de parte a parte, dando rostro a quien, y como, y quando queria! Y en Dios y en mi ánima te digo que, quando alguna vez me   —85→   le prestauan, y me via sentada en el con aquella autoridad, que me desuanecia tanto, que creia bien y verdaderamente que era muger principal, y que mas de quatro señoras de título pudieran ser mis criadas.

  -fol. 239r-  

CRIS.-   ¿Veys, doña Brigida, cómo tengo yo razon en dezir que ha sido bien quitar los coches, siquiera por quitarnos a nosotras el pecado de la vanagloria? Y mas, que no era bien que vn coche ygualasse a las no tales con las tales; pues viendo los ojos estrangeros a vna persona en vn coche, pomposa por galas, reluziente por joyas, echaria a perder la cortesia, haziendosela a ella como si fuera a vna principal señora. Assi que, amiga, no deues congojarte, sino acomoda tu brio, y tu limpieza, y tu manto de soplillo3 seuillano, y tus nueuos chapines en todo caso con las virillas4 de plata, y dexate yr por essas calles, que yo te asseguro que no falten moscas a tan buena miel, si quisieres dexar que a ti se lleguen: que engaño5 en mas va que en besarla durmiendo.

BRI.-   Dios te lo pague, amiga, que me has consolado con tus aduertimientos y consejos. Y en verdad que los pienso poner en prática, y pulirme y repulirme, y dar rostro a pie, y pisar el poluico   —86→   atan menudico6, no tengo quien me corte la cabeça: que este que piensan que es mi marido, no lo es, aunque me ha dado la palabra de serlo.

CRIS.-   ¡Iesus! ¿Tan a la sorda, y sin llamar, se entra en mi casa? Señor, ¿que es lo que vuessa merced manda?

 

(Entra SOLORÇANO.)

 

SOL.-   Vuessa merced perdone el atreuimiento, que la ocasion haze al ladron. Hallè la puerta abierta, y entréme, dandome ánimo al entrarme venir a seruir a vuessa merced, y no con palabras, sino con obras; y si es que puedo hablar delante desta señora, dire a lo que vengo y la intencion que traygo.

CRIS.-   De la buena presencia de vuessa merced no se puede esperar sino que han de ser buenas sus palabras y sus obras. Diga vuessa merced lo que quisiere, que la señora doña Brigida es tan mi amiga, que es otra yo misma.

SOL.-   Con esse seguro y con essa licencia, hablaré con verdad, y con verdad, señora, soy vn cortesano a quien vuessa merced no conoce.

CRIS.-   Assi es la verdad.

SOL.-   Y ha muchos dias que desseo seruir a vuessa merced, obligado a ello de su hermosura, buenas partes y mejor término;   —87→   pero estrechezas, que no faltan, han sido freno a las obras hasta agora, que la suerte ha querido que de Vizcaya me embiasse vn grande amigo mio a vn hijo suyo, vizcaino, muy galan, para que yo le lleue a Salamanca, y le ponga de mi mano   -fol. 239v-   en compañia que le honre y le enseñe. Porque, para dezir la verdad a vuessa merced, el es vn poco burro y tiene algo de mentecapto, y añadesele7 a esto vna tacha que es lástima dezirla, quanto mas tenerla, y es que se toma algun tanto vn si es no es del vino; pero no de manera que de todo en todo pierda el juyzio, puesto que se le turba, y quando està assomado8, y aun casi todo el cuerpo fuera de la ventana, es cosa marauillosa su alegria y su liberalidad: da todo quanto tiene a quien se lo pide y a quien no se lo pide; y yo querria9 que, ya que el diablo se ha de lleuar quanto tiene, aprouecharme de alguna cosa, y no he hallado mejor medio que traerle a casa de vuessa merced, porque es muy amigo de damas, y aqui le dessollaremos cerrado como a gato. Y, para principio, traygo aqui a vuessa merced esta cadena en este bolsillo, que pesa ciento y veinte escudos de oro, la qual tomará vuessa merced, y me dara diez escudos agora   —88→   que yo he menester para ciertas cosillas, y gastará otros veynte en vna cena esta noche, que vendra aca nuestro burro o nuestro bufalo, que le lleuo yo por el naso, como dizen, y a dos ydas y venidas se quedará vuessa merced con toda la cadena, que yo no quiero mas de los diez escudos de aora. La cadena es bonissima y de muy buen oro, y vale algo de hechura. Hela aqui. Vuessa merced la tome.

CRIS.-   Beso a vuessa merced las manos por la que me ha hecho en acordarse de mi en tan prouechosa ocasion; pero, si he de dezir lo que siento, tanta liberalidad me tiene algo confusa y algun tanto sospechosa.

SOL.-   ¿Pues de que es la sospecha, señora mia?

CRIS.-   De que podra ser esta cadena de alquimia: que se suele dezir que no es oro todo lo que reluze.

SOL.-   Vuessa merced habla discretissimamente, y no en valde tiene vuessa merced fama de la mas discreta dama de la corte; y hame dado mucho gusto el ver quan sin melindres ni rodeos me ha descubierto su coraçon. Pero para todo ay remedio, si no es para la muerte. Vuessa merced se cubra su manto, o embie si tiene de quien fiarse, y vaya a la plateria, y en el contraste se   —89→   pese y toque essa cadena; y quando fuera fina, y de la bondad que yo he dicho, entonces vuessa merced me dara los diez escudos, hara le10 vna regalaria11 al borrico, y se quedará con ella.

CRIS.-   Aqui, pared y medio, tengo yo vn platero, mi conocido, que con facilidad me sacará de duda.

SOL.-   Esso es lo que yo quiero, y lo que amo, y lo que estimo:   -fol. 240r-   que, las cosas claras, Dios las bendixo.

CRIS.-   Si es que vuessa merced se atreue a fiarme esta cadena en tanto que me satisfago, de aqui a vn poco podra venir, que yo tendre los diez escudos en oro.

SOL.-   ¡Bueno es esso! ¿Fio mi honra de vuessa merced, y no le auia de fiar la cadena? Vuessa merced la haga tocar y retocar, que yo me voy, y boluerè de aqui a media hora.

CRIS.-   Y aun antes, si es que mi vezino està en casa.

 

(Entrase SOLORZANO.)

 

BRI.-   Esta, Christina amiga, no sólo es ventura, sino venturon llouido. ¡Desdichada de mi, y que desgraciada que soy, que nunca topo quien me de vn jarro de agua, sin que me cueste mi trabajo primero! Sólo me encontre el otro dia   —90→   en la calle a vn poeta, que de bonissima voluntad y con mucha cortesia me dio vn soneto de la historia de Piramo y Tisbe, y me ofrecio trecientos en mi alabança.

CRIS.-   Mejor fuera que te huuieras encontrado con vn ginoues que te diera trezientos reales.

BRI.-   Si, por cierto. ¡Ai estan los ginoueses, de manifiesto y para venirse a la mano como halcones al señuelo! Andan todos malenconicos y tristes con el decreto12.

CRIS.-   Mira, Brigida13, desto quiero que estes cierta: que vale mas vn ginoues quebrado, que quatro poetas enteros. Mas, ¡ay!, el viento corre en popa. Mi platero es este. ¿Y que quiere mi buen vezino? Que a fe que me ha quitado el manto de los ombros, que ya me le queria cubrir para buscarle.

 

(Entra el PLATERO.)

 

PLAT.-   Señora doña Cristina, vuessa merced me ha de hazer vna merced: de hazer todas sus fuerças por lleuar mañana a mi muger a la comedia, que me conuiene y me importa quedar mañana en la tarde14 libre de tener quien me siga y me persiga.

CRIS.-   Esso hare yo de muy buena gana; y aun si el señor vezino quiere mi casa   —91→   y quanto ay en ella, aqui la hallará sola y desembaraçada: que bien se en que caen estos negocios.

PLAT.-   No, señora; entretener a mi muger me basta. Pero ¿que queria vuessa merced de mi, que queria yr a buscarme?

CRIS.-   No mas sino que me diga el señor vezino que pesará esta cadena, y si es fina, y de que quilates.

  -fol. 240v-  

PLAT.-   Esta cadena he tenido yo en mis manos muchas vezes, y se que pesa ciento y cincuenta escudos de oro de a veinte y dos quilates; y que, si vuessa merced la compra y se la dan sin hechura, no perdera nada en ella.

CRIS.-   Alguna hechura me ha de costar, pero no mucha.

PLAT.-   Mire cómo la concierta la señora vezina, que yo le hare dar, quando se quisiere deshazer della, diez ducados de hechura.

CRIS.-   Menos me ha de costar, si yo puedo; pero mire el vezino no se engañe en lo que dize de la fineza del oro y cantidad del peso.

PLAT.-   ¡Bueno seria que yo me engañasse en mi oficio! Digo, señora, que dos vezes la he tocado eslauon por eslauon, y la he pesado, y la conozco como a mis manos.

BRI.-   Con esso nos contentamos.

PLAT.-   Y, por mas señas, se que la ha llegado   —92→   a pesar y a tocar vn gentilhombre cortesano que se llama tal de Solorçano.

CRIS.-   Basta, señor vezino. Vaya con Dios, que yo hare lo que me dexa mandado. Yo la lleuaré y entretendre dos horas mas, si fuere menester: que bien se que no podra dañar vna hora mas de entretenimiento.

PLAT.-   Con vuessa merced me entierren, que sabe de todo. Y a Dios, señora mia.

 

(Entrase el PLATERO.)

 

BRI.-   ¿No hariamos con este cortesano Solorçano, que assi se deue llamar sin duda, que truxesse con el vizcayno para mi alguna ayuda de costa, aunque fuesse de algun borgoñon mas borracho que vn zaque?

CRIS.-   Por dezirselo no quedará. Pero vesle; aqui buelue, priessa trae; diligente anda sus diez escudos le aguijan y espolean.

 

(Entra SOLORÇANO.)

 

SOL.-   Pues, señora doña Cristina, ¿ha hecho vuessa merced sus diligencias? ¿Està acreditada la cadena?

CRIS.-   ¿Cómo es el nombre de vuessa merced, por su vida?

SOL.-   Don Esteuan de Solorçano me suelen llamar en mi casa. Pero ¿por que me lo pregunta vuessa merced?

  —93→  

CRIS.-   Por acabar de echar el sello a su mucha verdad y cortesia. Entretenga vuessa merced vn poco a la señora doña Brigida, en tanto que entro por los diez escudos.

 

(Entrase CRISTINA.)

 

BRI.-   Señor don Solorçano, ¿no tendra vuessa merced por ay algun mondadientes15 para mi, que en verdad no soy para deshechar, y que tengo yo tan buenas entradas y salidas en mi casa como la señora doña Cristina? Que, a no temer16   -fol. 241r-   que nos oyera alguna, le dixera yo al señor Solorçano mas de quatro tachas suyas. Que sepa que tiene las tetas como dos alforjas vazias, y que no le huele muy bien el aliento, porque se afeyta mucho17; y, con todo esso, la buscan, solicitan y quieren. Que estoy por arañarme esta cara, mas de rabia que de embidia, por quien no ay quien me de la mano, entre tantos que me dan del pie. En fin, la ventura de las feas18.

SOL.-   No se desespere vuessa merced: que, si yo viuo, otro gallo cantará en su gallinero.

 

(Buelue a entrar CRISTINA.)

 

CRIS.-   He aqui, señor don Esteuan, los diez   —94→   escudos, y la cena se adereçará esta noche como para vn principe.

SOL.-   Pues nuestro burro està a la puerta de la calle, quiero ir por el. Vuessa merced me le acaricie, aunque sea como quien toma vna pildora19.

 

(Vase SOLORÇANO.)

 

BRI.-   Ya le dixe, amiga, que truxesse quien me regalasse a mi, y dixo que si haria, andando el tiempo.

CRIS.-   Andando el tiempo en nosotras, no ay quien nos regale, amiga; los pocos años traen la mucha ganancia, y los muchos la mucha pérdida.

BRI.-   Tambien le dixe cómo vas muy limpia, muy linda y muy agraciada, y que toda eras ambar, almizcle, y algalia entre algodones20.

CRIS.-   Ya yo se, amiga, que tienes muy buenas ausencias.

BRI.-    [Aparte.]  ¡Mirad quien tiene amartelados, que vale mas la suela de mi botin que las arandelas de su cuello! Otra vez bueluo a dezir: la ventura de las feas.

 

(Entran QUIÑONES y SOLORÇANO.)

 

QUI.-   Vizcayno manos besame vuessa merced, que mandeme.

SOL.-   Dize el señor vizcayno que besa las manos de vuessa merced, y que le mande.

  —95→  

BRI.-   ¡Ay, que linda lengua! Yo no la entiendo, a lo menos; pero pareceme muy linda.

CRIS.-   Yo beso las del mi señor vizcayno, y mas adelante.

QUI.-   Pareces buena, hermosa; tambien noche esta cenamos; cadena quedas duermas; nunca basta que doyla.

SOL.-   Dize mi compañero que vuessa merced le parece buena y hermosa; que se apareje la cena; que el da la cadena aunque no duerma aca; que basta que vna vez la aya dado.

BRI.-   ¿Ay tal Alexandro en el mundo? ¡Venturon, venturon, y cien mil   -fol. 241v-   vezes venturon!

SOL.-   Si ay algun poco de conserua y algun traguito del deuoto21 para el señor vizcaino, yo se que nos valdra por vno ciento.

CRIS.-   ¡Y cómo si lo ay! Y yo entrarè por ello y se lo dare mejor que al Preste Iuan de las Indias.

 

(Entrase CRISTINA.)

 

QUI.-   Dama que quedaste, tan buena como entraste.

BRI.-   ¿Que ha dicho, señor Solorçano?

SOL.-   Que la dama que se queda, que es vuessa merced, es tan buena como la que se ha entrado.

BRI.-   ¡Y cómo que està en lo cierto el señor   —96→   vizcaino! A fe que en este parecer que no es nada burro.

QUI.-   Burro el diablo. Vizcayno ingenio quereys quando tenerlo.

BRI.-   Ya le entiendo, que dize que el diablo es el burro, y que los vizcaynos, quando quieren tener ingenio, le tienen.

SOL.-   Assi es, sin faltar vn punto.

 

(Buelue a salir CRISTINA con vn criado o criada, que traen vna caxa de conserua, vna garrafa con vino, su cuchillo y seruilleta.)

 

CRIS.-   Bien puede comer el señor vizcayno, y sin asco, que todo quanto ay en esta casa es la quinta essencia de la limpieza.

QUI.-   Dulze conmigo vino y agua llamas bueno; santo le muestras; esta le beuo y otra tambien.

BRI.-   ¡Ay, Dios, y con que donayre lo dize el buen señor, aunque no le entiendo!

SOL.-   Dize que con lo dulze tambien beue vino como agua, y que este vino es de San Martin, y que beuera otra vez.

CRIS.-   Y aun otras ciento; su boca puede ser medida.

SOL.-   No le den mas, que le haze mal; y ya se le va echando de ver; que le he yo dicho al señor Azcaray que no beua vino en ningun modo, y no aprouecha.

QUI.-   Vamos, que vino que subes y baxas, lengua es grillos y corma es pies.   —97→   Tarde bueluo, señora; Dios que te guardate.

SOL.-   Miren lo que dize, y veran si tengo yo razon.

CRIS.-   ¿Que es lo que ha dicho, señor22 Solorçano?

SOL.-   Que el vino es grillo de su lengua y corma de sus pies, que vendra esta tarde, y que vuessas mercedes se queden con Dios.

BRI.-   ¡Ay, pecadora de mi, y cómo que se le turban los ojos y se trastraua la lengua! ¡Iesus, que ya va dando traspies! ¡Pues monta que ha beuido mucho! La mayor lástima es esta que he visto en mi vida. ¡Miren que mocedad y que borrachera!

SOL.-   Ya venía el refrendado de casa. Vuessa merced, señora Cristina, haga   -fol. 242r-   adereçar la cena, que yo le quiero lleuar a dormir el vino, y seremos temprano esta tarde.

 

(Entranse el VIZCAYNO y SOLORÇANO.)

 

CRIS.-   Todo estara como de molde. Vayan vuessas mercedes enhorabuena.

BRI.-   Amiga Cristina, muestrame essa cadena, y dexame dar con ella dos filos al desseo. ¡Ay, que linda, que nueua, que reluziente y que barata! Digo, Cristina, que, sin saber cómo ni cómo no, llueuen los bienes sobre ti, y se te   —98→   entra la ventura por las puertas sin solicitalla. En efeto, eres venturosa sobre las venturosas; pero todo lo merece tu desenfado, tu limpieza y tu magnifico término, hechizos bastantes a rendir las mas descuydadas y essentas23 voluntades; y no como yo, que no soy para dar migas a vn gato. Toma tu cadena, hermana, que estoy para rebentar en lagrimas, y no de embidia que a ti te tengo, sino de lástima que me tengo a mi.

 

(Buelue a entrar SOLORÇANO.)

 

SOL.-   ¡La mayor desgracia nos ha sucedido del mundo!

BRI.-   ¡Iesus! ¿Desgracia? ¿Y que es, señor Solorçano?

SOL.-   A la buelta desta calle, yendo a la casa, encontramos con vn criado del padre de nuestro vizcaino, el qual trae cartas y nueuas de que su padre queda a punto de espirar, y le manda que al momento se parta, si quiere hallarle viuo. Trae dinero para la partida, que sin duda ha de ser luego. Yo le he tomado diez escudos para vuessa merced, y velos aqui, con los diez que vuessa merced me dio denantes, y bueluaseme la cadena: que, si el padre viue, el hijo boluera a darla, o yo no sere don Esteuan de Solorçano.

  —99→  

CRIS.-   En verdad que a mi me pesa, y no por mi interes, sino por la desgracia del mancebo, que ya le auia tomado aficion.

BRI.-   Buenos son diez escudos ganados tan holgando. Tomalos, amiga, y buelue la cadena al señor Solorçano.

CRIS.-   Vela aqui, y venga el dinero: que en verdad que pensaua gastar mas de treynta en la cena.

SOL.-   Señora Cristina, al perro viejo nunca tus tus, estas tretas con los de las galleruzas24, y con este perro a otro huesso25.

CRIS.-   ¿Para que son tantos refranes, señor Solorçano?

SOL.-   Para que entienda vuessa merced que la codicia rompe el saco. ¿Tan presto se desconfió de mi palabra, que quiso vuessa merced curarse en salud y salir al lobo al camino, como la gansa de Cantipalos?26.   -fol. 242v-   Señora Cristina, señora Cristina, lo bien ganado se pierde, y lo27 malo, ello y su dueño. Venga mi cadena verdadera, y tomese vuessa merced su falsa: que no ha de auer conmigo transformaciones de Ouidio en tan pequeño espacio. ¡O hideputa, y que bien que la amoldaron, y que presto!

CRIS.-   ¿Que dize vuessa merced, señor mio, que no le entiendo?

SOL.-   Digo que no es esta la cadena que yo   —100→   dexè a vuessa merced, aunque le parece; que esta es de alquimia, y la otra es de oro de a veinte y dos quilates.

BRI.-   En mi ánima, que assi lo dixo el vezino, que es platero.

CRIS.-   ¿Aun el diablo sería esso?

SOL.-   El diablo, o la diabla. Mi cadena venga, y dexemonos de vozes, y escusense juramentos y maldiciones.

CRIS.-   ¡El diablo me lleue, lo qual querria que no me lleuasse, si no es essa la cadena que vuessa merced me dexò, y que no he tenido otra en mis manos! ¡Justicia de Dios si tal testimonio se me leuantasse!

SOL.-   Que no ay para que dar gritos, y mas estando ai el señor corregidor, que guarda su derecho a cada vno.

CRIS.-   Si a las manos del corregidor llega este negocio, yo me doy por condenada: que tiene de mi tan mal concepto, que ha de tener mi verdad por mentira y mi virtud por vicio. Señor mio, si yo he tenido otra cadena en mis manos sino aquesta, de cancer las vea yo comidas.

 

(Entra un ALGUAZIL.)

 

ALG.-   ¿Que vozes son estas? ¿Que gritos, que lagrimas y que maldiciones?

SOL.-   Vuessa merced, señor alguazil, ha venido aqui como de molde. A esta señora   —101→   del rumbo seuillano le empeñè vna cadena aura vna hora en diez ducados para cierto efecto; bueluo agora a desempeñarla, y, en lugar de vna que le di que pesaua ciento y cinquenta ducados de oro de veynte y dos quilates, me buelue esta de alquimia, que no vale dos ducados, y quiere poner mi justicia a la venta de la çarça28 a vozes y a gritos, sabiendo que será testigo desta verdad esta misma señora, ante quien ha passado todo.

BRI.-   ¡Y cómo si29 ha passado! ¡Y aun repassado! Y en Dios y en mi ánima que estoy por dezir que este señor tiene razon; aunque no puedo imaginar dónde se pueda auer hecho el trueco, porque la cadena no ha salido de aquesta sala.

SOL.-   La merced que el señor alguazil me ha de hazer, es lleuar a la señora al corregidor, que alla nos aueriguaremos.

  -fol. 243r-  

CRIS.-   Otra vez torno a dezir que, si ante el corregidor me lleua, me doy por condenada.

BRI.-   Si; porque no estoy bien con sus huessos.

CRIS.-   ¡Desta vez me ahorco! ¡Desta vez me desespero! ¡Desta vez me chupan bruxas!

SOL.-   Aora bien: yo quiero hazer vna cosa   —102→   por vuessa merced, señora Cristina, siquiera porque no la chupen bruxas, o, por lo menos, se ahorque. Esta cadena se parece mucho a la fina del vizcaino; el es mentecapto y algo borrachuelo; yo se la quiero lleuar y darle a entender que es la suya, y vuessa merced contente aqui al señor alguazil y gaste la cena desta noche; y sossiegue su espiritu, pues la pérdida no es mucha.

CRIS.-   ¡Pagueselo a vuessa merced todo el cielo! Al señor alguazil dare media dozena de escudos, y en la cena gastarè vno, y quedarè por esclaua perpetua del señor30 Solorçano.

BRI.-   Y yo me hare raxas baylando en la fiesta.

ALG.-   Vuessa merced ha hecho como liberal y buen cauallero, cuyo oficio ha de ser seruir a las mugeres.

SOL.-   Vengan los diez escudos que di demasiados.

CRIS.-   Helos aqui, y mas los seys para el señor alguazil.

 

(Entran dos musicos, y QUIÑONES, el vizcaino.)

 

MUS.-   Todo lo hemos oydo, y aca estamos.

QUI.-   Aora si que puede dezir a mi señora Cristina: mamóla31 vna y cien mil vezes.

BRI.-   ¿Han visto que claro que habla el vizcayno?

  —103→  

QUI.-   Nunca hablo yo turbio, si no es quando quiero.

CRIS.-   ¡Que me maten si no me la han dado a tragar estos vellacos!

QUI.-   Señores musicos, el romance que les di y que saben, ¿para que se hizo?

MUS.
«La muger mas auisada,
o sabe poco, o no nada.
La muger que mas presume
de cortar como nauaja
los vocablos repulgados
entre las godeñas32 pláticas;
la que sabe de memoria
a Lofraso33 y a Diana34,
y al Cauallero del Febo35,
con Oliuante de Laura36;
la que seys vezes al mes
al gran don Quixote passa,
aunque mas sepa de aquesto,
o sabe poco, o no nada.
La que se fia en su ingenio,
lleno de fingidas traças,
fundadas en interes,
y en voluntades tyranas;
la que no sabe guardarse,
qual dizen, del agua mansa,
y se arroja a las corrientes
que ligeramente passan;
-fol. 243v-
la que piensa que ella sola
es el colmo de la nata
en esto del trato alegre,
o sabe poco, o no nada.»

  —104→  

CRIS.-   Aora bien; yo quedo burlada, y, con todo esto, combido a vuessas mercedes para esta noche.

QUI.-   Aceptamos el combite, y todo saldra en la colada37.




 
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