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231

Homenaje a Rodríguez-Moñino (Madrid: Castalia, 1966), II, 326-27. Rodríguez-Moñino es el mayor experto que ha habido sobre la figura de Gallardo. Es notable -en contraste con otros eruditos- cómo las únicas colecciones de los trabajos de Rodríguez-Moñino son las que él reunió en vida, Curiosidades bibliográficas (Madrid: Langa, 1946) y Relieves de erudición (Madrid: Castalia, 1959). Sus muchos otros estudios literarios, muy dispersos y algunos en tiradas muy limitadas, piden una compilación, y los ya publicados, una reedición.

 

232

Como tuvo Cervantes la vulgaridad de ganarse la vida tratando con dinero, esta etapa de su vida no ha suscitado mucho interés. Sobre las actividades y conocimientos económicos de Cervantes véase Narciso Alonso Cortés, «Tres amigos de Cervantes», Boletín de la Real Academia Española, 27 (1947-48), 143-75; Carroll Johnson, «"La española inglesa" and the Practice of Literary Production», Viator, 19 (1988), 377-416; más brevemente, Juan Bautista Avalle-Arce, «Un banquero sevillano, poeta y amigo de Cervantes», Archivo Hispalense, 40 (1964), 209-14.

 

233

Astrana VI, 86; véase también Astrana, VI, 102, n. 1.

 

234

«Tres amigos de Cervantes», pp. 155-57.

 

235

Poesías sueltas (Comedias y entremeses, VI), p. 64.

 

236

Para el anticlericalismo, véase nuestro libro Las «Semanas del jardín», pp. 40-41 y 117-18. Las alusiones al Antiguo Testamento son (numeración según nuestra edición): «Como el obediente Isaac, llevaré al monte la leña para que se haga el sacrificio» (6:8-9); «con los carbones encendidos... purificar mis labios para más pura y sencillamente hacer y decir lo que mandáis» (6:10-11; vea Isaías 6:6-7); «podríamos llorar... con Jeremías, y decir: ¡Cómo está sola esta ciudad llena de pueblo, y se ha hecho como viuda la que era señora de las gentes!» (3:25-27; también 4:23-24); «las... lágrimas... con que lloraba Ana a su hijo Tobías» (4:24-25). No hay alusión tan explícita al Nuevo Testamento, nada más una mención del «apóstol» (7:13).

 

237

Para la historia completa, vea nuestro libro Las «Semanas del jardín», capítulo 2.

 

238

En su Noticia de un precioso códice de la Biblioteca Colombina, de complicada bibliografía. Fue publicada primero en la revista La Concordia, núms. 1-6, 1863 (Ford y Lansing, p. 167). Entonces se incluyó en el Ensayo de una biblioteca española de libros raros y curiosos de Bartolomé José Gallardo, I (Madrid, 1863), el texto que nos interesa en las cols. 1366-70; es la única edición fácilmente accesible. Astrana Marín, además de estas dos ediciones, cita otra, en forma de libro suelto, de 1864 (IV, 187-88, n. 1), y la encontramos también en Cervantes: A Bibliography de Raymond L. Grismer (Nueva York: H. W. Wilson, 1946), p. 64. Ford y Lansing, sin citar la edición de 1864, mencionan una edición «aumentada» en la revista La América, «año XI, núm. 5, 6, 7, Madrid, 1867». Las diferencias entre las ediciones de 1863, 1864 y 1867 están sin examinar.

El texto del Ensayo de una biblioteca española de libros raros y curiosos ha sido reimpreso, con una nueva «Noticia» sin firma (pp. 7-9), por el editor José Esteban (Madrid, 1983).

 

239

Monique Joly, «De rufianes, prostitutas y otra carne de horca», Nueva Revista de Filología Hispánica, 29 (1980), 1-35, en la p. 1.

 

240

Joly, pp. 1, 7 y 8 (con la referencia a «la estampa de la hoja primera de los libros de caballerías»). Digan nuestros lectores si esta cita no suena a Cervantes: «Esta gente, estragada y perdida, cuando va a morir, les parece que van a bodas, porque con este modo de hablar tan sin pesadumbre, sacan los abanicos hechos, otros se ponen los bigotes, otros se componen y aderezan mucho de cuerpo, haciendo de la gentileza; otros, como dicen, haciendo de las tripas corazón, muestran llevar mucho ánimo y hacen demostraciones y virajes de bravos, como dando a entender que no sienten la muerte y que la tienen en poco, y ha habido hombre que, estando jugando a los naipes, le han notificado sentencia de muerte y que se confiese, y ha respondido que le dejen ver su suerte, y tornándole a decir que mire que le notifican aquello, ha respondido a el escribano que haga su oficio y no pase de ahí» (citado por Pedro Herrera Puga, Sociedad y delincuencia en el Siglo de Oro [Madrid: Católica, 1974], p. 143). Herrera no conoce ni la edición de Fernández Guerra ni el manuscrito colombino, pero cita a base de otro, en el Archivo Municipal de Sevilla. El libro de Herrera, basado en una historia del jesuita y padre carcelero Pedro de León, sin duda conocido de Cervantes y posiblemente compañero suyo de estudios, es fundamental para conocer la cárcel de Sevilla entre 1578 y 1616. Para otros manuscritos y discusión de la cuestión de autoría, vea Jorge Urrutia, «La Relación de la Cárcel de Sevilla», en La picaresca. Orígenes, textos y estructuras. Actas del I congreso internacional sobre la picaresca (Madrid: Fundación Universitaria Española, 1979), pp. 121-33.