Avisos e instrucciones dejados por Merlo de la Fuente a su sucesor, § 13. Carta de Merlo de la Fuente al Rey, escrita en Santiago el 25 de mayo de 1611.
«Y si hubiera durado mucho en el gobierno, hubiera adelantado más las cosas de la guerra», dice el padre Ovalle en el capítulo 18 del libro VI de su historia citada. El padre Rosales es más explícito todavía. «Y si como Merlo de la Fuente gobernó seis meses hubiera gobernado seis años, no dudo sino que hubiera acabado esta guerra», libro V, capítulo 46.
Estos dos nombramientos han sido publicados por don Miguel Luis Amunátegui en las pp.282-288 del tomo II de la Cuestión de límites entre Chile i la República Arjentina.
Carta del Virrey a Felipe III fechada en Lima a 21 de noviembre de 1610. En esta carta, escrita toda ella de puño y letra del Virrey, pasa en revista a las diversas personas entre quienes pudo elegir al que debiera ser gobernador de Chile, recuerda sus méritos y antecedentes, y se justifica con las palabras que copiamos en el texto, de haber nombrado a Jaraquemada. En toda su carta, el Virrey no nombra siquiera a Merlo de la Fuente. El adelantado mayor de Castilla, de que allí se habla, era don Martín de Padilla, conde de Santa Gadea, personaje muy importante en España.
Carta de Jara Quemada al Rey, escrita en Santiago el 29 de enero de 1611.
El acta de recibimiento de Jara quemada ocupa las fojas 98 a 103 del libro 8.º del Cabildo y la foja I del protocolo en que la Audiencia asentaba el recibimiento de sus presidentes y oidores.
Ordenanza de 22 de enero de 1611, a fojas 105 y 106 del libro 8.º del Cabildo.
Acuerdo del cabildo de Santiago de 7 de febrero de 1611, a fojas 107 del libro 8.º.
Este informe de Jaraquemada, pieza muy útil para conocer el estado militar del país, ha sido publicado por don Claudio Gay en las pp. 234-244 de su segundo tomo de Documentos, pero con pequeñas omisiones y errores de copia.
Carta de Jaraquemada al Rey, de 28 de enero de 1612. Esos infelices, acusados del delito de sodomía, fueron condenados a ser quemados vivos, según los usos de la época. Parece que en los campamentos y en los fuertes españoles, donde los soldados estaban obligados a vivir encerrados y sin comunicación durante meses y a veces años enteros, se había desarrollado una repugnante inmoralidad, y que los vicios de esa naturaleza eran desgraciadamente frecuentes, a pesar del rigor con que eran castigados. Este mismo hecho está contado por el padre Rosales en el capítulo 48 del libro V con algunas variaciones. Refiere que el suceso tuvo lugar en el fuerte de Paicaví, y que fueron condenados a la hoguera trece soldados, y cuenta con este motivo el milagro de un gallo que quitó el rosario que tenía en las manos cierto reo acusado del mismo delito.