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Cómo, por qué, castellano corriente aún hoy. (N. del E.)

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Abatirse decíase propiamente de las aves de altanería como el gerifalte. Quij., 2, 22: Como a señuelo gustoso se le abaten las águilas reales y los pájaros altaneros. (N. del E.)

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Alcándara, percha donde suelen estar el halcón y demás aves de altanería. SALAZAR, Obr. post., f. 86: Mas el grifanio halcón el viento escala / y alcándara formando de una nube. Por aquí se ve que Calisto era de casa rica, donde sólo se criaban estas costosísimas aves y se ejercitaba este deporte real. (N. del E.)

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Te ganen, se apoderen de ti, propísimo valor de este verbo, que consiste en echarse sobre algo, como veremos en el Tesoro (G). Assí optativo, ojalá, Entret., 2: Por verte con gusto, voy / alegre, así Dios me salve. Nótese el prurito de amontonar epítetos a la latina y el dejar el verbo para el fin. (N. del E.)

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Hecho es, por el futuro, a causa de la certidumbre y presteza con que espera hacerlo. (N. del E.)

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Hipócrates e Galeno, así corrijo. En B Eras e Crato, en V Crato e Galieno, en S, Z, A ídem Crato, en R Creato e Galieno, en la edición de Gast, de 1570, Erasistrato y Galieno, en Mabbe Hypocrates and Galen. No hubo tales médicos Eras, Crato, Creato ni Erasistrato. Hipócrates, de la isla de Coo, padre de la medicina, nacido el año primero de la Olimpiada 80, y muerto de ochenta y cinco años. Galieno o Cl. Galenus, médico después de Hipócrates el más nombrado, nacido en Pérgamo el año 131, hijo de Nicon el arquitecto. (N. del E.)

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Silencio, así en B, Celeuco en V, celestial en S, Z, A. (N. del E.)

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Plebérico, en Z, A pleberio. La racha humanística va creciendo hasta espumarajear. En el corazón de Melibea, hija de Pleberio, que, a la latina, llama Rojas corazón Plebérico. (N. del E.)

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Píramo y Tisbe, los desgraciados amantes de que habla Higinio (Fab., 242) y Ovidio en sus Metamórfosis (l. 4): Criáronse él y ella en Babilonia y eran vecinos. Enamorados, se hablaban por la hendidura de una pared y se concertaron salir de noche junto al sepulcro de Nino, debajo de un moral, y donde manaba una fuente muy fría. Llegada primero Tisbe bien rebozada, y estando aguardando sentada, vio acercarse a la fuente una leona a beber, bañada en la sangre de una vaca que se había comido. Huyó a una cueva, dejándose allí el manto, que luego desgarró y ensangrentó el león. Llega Píramo, ve estos despojos, cree que el león ha acabado con su enamorada, y, pidiendo al cielo, a la tierra y a las bestias que le vengasen, se mató con su espada. Saltó de la herida una espadañada de sangre que tiñó las moras del moral, antes blancas. Sale luego Tisbe, desconoce el moral viendo negra su fruta, echa de ver a su amante que estaba en el filo de la muerte conjura al moral encubra a entrambos y lleve siempre fruto negro de luto y se atravesó la misma espada, cayendo muerta sobre Píramo, que acababa de abrir los ojos, de reconocerla y de morir. (N. del E.)

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Ante. GRAN., Mem., I, I, 3: Aquella grande hambre de los siete años de Egipto, ante la cual dice la escritura que... (N. del E.)

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