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La «Cueva Pequeña de la Huesa Tacaña» y el «Mesolítico» villenense

José María Soler García


Delegado Local del Servicio Nacional de Excavaciones Arqueológicas y Director del Museo de Villena

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El paraje situado en el extremo sudoriental del término villenense y en las raíces occidentales de la Peña Rubia se conoce con el nombre de la «Huesa Tacaña». Por él discurren, a pocos metros unos de otros, lo que indica su importancia estratégica, el cauce del Vinalopó, la carretera general Madrid-Alicante y el ferrocarril que enlaza la Meseta con la costa alicantina, en cuyo kilómetro 403, frente a la «Huesa», se halla emplazado el apeadero de la Colonia de Santa Eulalia (Fig. 1.ª).

La sierra forma un ancho escalón, entre dos escarpes verticales, al que se accede fácilmente por el Sur, y al pie del escarpe superior se abren dos cavidades casi contiguas, visibles desde la carretera, a las que hemos denominado «Cueva Grande» y «Cueva Pequeña» de la «Huesa Tacaña» (Láminas I y II).

De la primera nos ocupamos hace años en una breve nota1, que habrá de ser ampliada de acuerdo con los nuevos métodos. Es a la «Cueva Pequeña», mencionada de pasada en aquel trabajo, a la que vamos a dedicar ahora nuestra atención.

Se trata de una pequeña cavidad, de unos siete metros de boca, dividida en dos compartimentos, de 4,40 y 3,80 metros de profundidad, por un saliente rocoso que avanza desde el fondo hasta el centro de la oquedad. Su altura media es sólo de 1,30 metros (Fig. 2.ª).

El yacimiento se localizó en el compartimento mayor, que es el de la izquierda   —34-35→   o septentrional, y estaba compuesto por un depósito de tierras grises sueltas, con escasas piedras, cuyo espesor oscilaba entre 15 y 40 centímetros.

Mapa topográfico de Villena

Fig. 1.ª Mapa topográfico del término de Villena.
Los círculos punteados representan yacimientos líticos de superficie.
Los círculos negros, poblados de llanura con cerámica cardial
(Dibujo Soler García)

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Planta y sección de la cueva

Fig. 2.ª Planta y secciones de la «Huesa Tacaña». (Dibujo Soler)

En sólo dos jornadas pudo vaciarse la cavidad hasta la roca de base, y el cribado de las tierras proporcionó escaso material, lítico exclusivamente, cuyo inventario es el siguiente:

  • Figura 3.ª

  • 1. Lasca cortical, de cresta alta, desprendida del núcleo n.º 4. Conserva restos del córtex y los negativos de las hojillas desprendidas del núcleo primitivo. Entre el plano de lascado, cóncavo, y el frente, toscamente retocado, se produce un filo de buril.
  • 2. Hojilla de frente truncado procedente del mismo núcleo.
  • 3. Otro fragmento del mismo núcleo, con base truncada.
  • 4. Núcleo de sílex marrón, del que se obtuvieron todas las piezas de la figura. Presenta negativos de hojillas desprendidas desde la base en una de las caras y desde un lateral en la opuesta.
  • 5 y 6. Dos hojillas de base truncada procedentes del mismo núcleo, que se superponen del modo que se indica en la figura. Sílex translúcido, debido a su menor espesor.
  • Figura 4.ª

  • 1. Núcleo de lascas, con frente denticulado y el borde izquierdo esquirlado por el uso.
  • —36→
  • 2. Lasca de sílex melado, con buril lateral en el ángulo inferior izquierdo y frontal en el superior del mismo lado.

Piezas de sílex

«Cueva Pequeña de la Huesa Tacaña». Villena (Alicante).
Fig. 3.ª Núcleo de sílex con sus hojas.
Fig. 4.ª Denticulado y buril

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  • Figura 5.ª

  • 1 a 5. Trapecios de retoque vertical.
  • 6. Perforador natural en lasca menudamente retocada inversamente en el filo. Sílex marrón oscuro, quizás procedente del núcleo de la figura 3.ª.
  • 7. Microburil «raté», de base, en sílex oscuro.
  • 8. Microburil de punta, en sílex translúcido, quizás del mismo núcleo ya mencionado.
  • 9. Lasca con dorso parcialmente rebajado y retoques en el filo.
  • 10. Hojilla truncada, con muesca retocada en la base.
  • 11. Pequeño «gajo», con el frente adelgazado por ambas caras.
  • 12 y 19. Hojillas con pequeñas muescas menudamente retocadas.
  • 13, 18, 23-25, 27-31 y 35. Hojillas, en su mayor parte con el frente truncado.
  • 14. Hojilla truncada, que presenta en la cara inferior el negativo de otra hoja que abarca más de las tres cuartas partes de su longitud.
  • 15. Buril sobre truncadura oblicua.
  • 16. Hojilla con truncadura oblicua y estrecho frente retocado.
  • 17. Hojilla con escotadura en el frente para destacar un pequeño apéndice adelgazado y retocado.
  • 20. Hoja de frente parcialmente retocado.
  • 21. Hoja de cresta parcialmente retocada.
  • 22. Hojilla con frente biselado y retocado a modo de raspador.
  • 26. Hojilla con escotadura en el talón y filo menudamente retocado.
  • 32. Hojilla truncada, con retoque menudo en el filo.
  • 33. Hoja-cuchillo, con dorso acomodado por medio de amplias muescas sin retoque.
  • 34. Rectángulo, con retoque vertical en el frente y oblicuo directo en el borde derecho.
  • 36. Hojilla apuntada con talón afacetado.

No se dibujan 6 hojillas menudas y una lasca con saliente agudo a modo de gancho.






ArribaAbajoInterpretación

El interés de este pequeño yacimiento es superior al que, a primera vista, deberíamos otorgar a lo reducido de su extensión y a la escasez de materiales que ha suministrado.

Es evidente, por lo pronto, que la cueva no se utilizó como enterramiento, sino como albergue temporal de un grupo humano muy reducido cuya primordial ocupación sería la caza, según parecen atestiguar tanto la elección del emplazamiento   —38-43→   como la elevada proporción de microlitos geométricos que nos ha dejado.

Piezas de la «Cueva Huesa Tacaña»

Fig. 5.ª.- «Cueva Pequeña de la Huesa Tacaña».
Villena (Alicante). Trapecios, microburiles y hojas

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Piezas de la «Cueva Huesa Tacaña»

Fig. 6.ª.- Hojas y hojillas retocadas. (Tam. nat.).
Cueva Grande de la «Huesa Tacaña». Villena (Alicante).

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Piezas de la «Casa de Lara»

Fig. 7.ª.- «Casa de Lara». Villena (Alicante).
Hojas de muesca y microrraspadores

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Piezas de la «Casa de Lara»

Fig. 8.ª.- «Casa de Lara». Villena (Alicante). Microlitos geométricos

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Piezas del «Arenal de la Virgen»

Fig. 9.ª.- «Arenal de la Virgen». Villena (Alicante). Raspadores

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Parece también evidente que estos microlitos se fabricaban en la misma cueva, si nos atenemos al testimonio de los núcleos y sus hojas y otorgamos a los microburiles su repetidamente supuesta conexión con los trapecios, aunque en este caso no concuerden.

Nos preguntamos entonces por qué estos cazadores no utilizaron como albergue la «Cueva Grande» que tenían a pocos pasos y eligieron una covacha incómoda y exigua sin apenas condiciones de habitabilidad. No es difícil la explicación sin embargo porque, como dijimos en la nota a ella dedicada, la excavación de la «Cueva Grande» fue dificultada por la aparición de grandes bloques desprendidos del techo, amenazador aún de nuevos desprendimientos. Aquella pequeña horda de cazadores debió sentir la misma preocupación que nosotros hemos sentido al tener que permanecer en el interior de la gruta, y pronto abandonó el paraje en busca de mejor albergue.

Esto nos proporciona otra evidencia, y es la de la posterioridad de llegada al lugar de los de la «Cueva Pequeña» con respecto a los de la «Cueva Grande», lo que confirma, sin lugar a dudas, el examen tipológico de sus conjuntos líticos.

Pero si esto es fácil de apreciar, ya no lo es tanto adscribir dichos conjuntos, no ya a sus épocas, sino a sus respectivas culturas.

Hemos de adelantar que, para nosotros, ambos conjuntos son «mesolíticos», y empleamos el término aun a sabiendas de las objeciones que ha merecido por parte de algunos prehistoriadores, entre los que se cuentan Obermaier2, Pericot3 y Jordá4.

El segundo de ellos reconoce, a pesar de todo, que el vocablo expresa bien su condición de intermedio entre las dos edades de la piedra, y no deja de emplearlo en el esquema cronológico que propone al final de su obra «La España primitiva», cuyos períodos XV al XVIII engloba en el «Epipaleolítico o Mesolítico»5.

Si Jordá lo discute con más fuerza es porque considera poca cosa para caracterizar el período únicamente el nivel II de la Cueva de la Cocina.

Almagro6 estima, como los anteriores, que sería mejor denominarlo «Epipaleolítico», porque en realidad se trata de las mismas gentes y culturas del Paleolítico superior adaptadas al nuevo medio ambiente, pero, no sólo continúa utilizándolo, sino que lo ha subdividido en «Mesolítico mediterráneo I y II»,   —44-45→   ampliando así el concepto restringido de Fletcher7, que había establecido anteriormente su «Mesolítico Valenciano I y II».

Piezas del «Arenal de la Virgen»

Fig. 10.ª.- «Arenal de la Virgen». Villena (Alicante).
Microburiles y hojillas de dorso rebajado

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Para Maluquer8 se trata simplemente de un «Mesolítico español», y aun cabe recordar que Roche9 habla de un «Mesolítico costero» para los concheros portugueses de Muge, caracterización ya empleada por Jordá en su «Epigravetiense III de facies costera», tipo Mallaetes, que en 1953 consideraba plenamente «mesolítico»10.

Mientras todas estas nomenclaturas se unifican, creemos preferible seguir llamándole «Mesolítico» a secas.

No cabe dudar de que este «Mesolítico» es epipaleolítico, pero tiene matices culturales que lo caracterizan y es un término apto y cómodo para recoger las nociones de «post-paleolítico» y de «preneolítico» que encierra el período que con él se intenta delimitar. La propiedad del vocablo será discutible, pero también lo es la de «neolítico» y no creemos que pueda ya sustituirse.

Por otra parte, el «Mesolítico» tiene en la comarca villenense entidad suficiente para que no aparezca ya tan aislado el nivel II de la Cueva de la Cocina, y no sólo admite los dos períodos establecidos por Fletcher y Almagro, sino que hace vislumbrar la posibilidad de nuevas subdivisiones, como ya hizo Bosch Gimpera con sus cuatro etapas de «Mesolítico I a, I b, II y III11. Almagro, además, había ya ensanchado considerablemente los límites de este período al incluir en su «Mesolítico mediterráneo I» el nivel III de la citada «Cueva de la Cocina»12.

Es difícil, desde luego, separar esta etapa cultural de la paleolítica antecedente. Adoptaremos para ello el criterio básico formulado por el mencionado profesor Almagro, que es el de la propagación de las industrias microlíticas a expensas del utillaje mayor y reducción o casi extinción del utillaje óseo. Nos sirve también de base, en lo industrial, la lista-tipo propuesta por Laplace-Jauretche para el estudio estadístico de este período13.

Aplicando estos criterios a las estaciones villenenses, adscribiríamos al «Mesolítico I» la «Cueva Grande de la Huesa Tacaña», que contiene: un 6,8% de raspadores; un 10,7% de buriles; un 14,8% de puntas y hojillas de dorso rebajado, y un 40,7% de hojillas minúsculas, lisas o levemente retocadas. Algunas de las hojillas de dorso rebajado presentan una gibosidad que preludia ya los   —46-47→   microlitos geométricos posteriores (fig. 6.ª, 4 y 5), y ninguno de los huesos recogidos en esta cueva puede ser considerado como verdadero utensilio. En la nota a ella dedicada, adscribíamos provisionalmente el yacimiento a un «epigravetiense de facies microlítica», de acuerdo entonces con la sistematización de Jordá14.

Piezas del «Arenal de la Virgen»

Fig. 11.ª.- «Arenal de la Virgen». Villena (Alicante). Microlitos geométricos

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La «Cueva Pequeña» que ahora presentamos entraría de lleno en un momento avanzado del «Mesolítico II», según atestigua su relativamente elevado índice de trapecios -10%-, de truncaduras rectas o levemente curvadas; la presencia de microburiles y la ausencia de hojillas de dorso rebajado, presentes todavía, junto a los microlitos geométricos, en varios yacimientos de la comarca. El conjunto de ambas cuevas parece responder a ese período «Epigraveto-Capsiense» de Pericot, fusión de las técnicas indígenas «gravetienses» (=Cueva Grande) con las de los recién llegados «capsienses» (=Cueva Pequeña), «todos ellos cazadores -dice- aunque muchas veces los hallamos separados, como si se debieran a bandas independientes que circulan por nuestras montañas»15. No cabe definición más conforme a nuestro caso.

Al período inicial de ese «Mesolítico II» podrían adscribirse las fases más antiguas de «Casa de Lara»16, (Figs. 7.ª y 8.ª); del «Arenal de la Virgen»17 (Figs. 9.ª, 10.ª y 11.ª), y el yacimiento inédito del «Pinar de Tarruella», situado en un arenal cercano al de la Virgen y que contiene, junto a una industria de tipo arcaico, con denticulados, buriles y raspadores variados (Fig. 12.ª), hojillas de dorso rebajado, abundantes microrraspadores y microlitos geométricos (Fig. 13.ª). Ni un solo fragmento de cerámica hemos logrado recoger en este yacimiento, pese a su proximidad al Arenal de la Virgen, en el que existen variadas especies, incluida la cardial.

Ahora bien, tanto el Pinar de Tarruella como Casa de Lara o el Arenal de la Virgen son yacimientos de superficie, y su testimonio es por lo tanto dudoso. Por su parte, las dos cuevas de la «Huesa» contienen industrias aisladas de una sola época, con estratigrafía horizontal en todo caso y con muchas posibilidades de que la interpretación que de ellas hemos dado no se ajuste a la realidad.

Afortunadamente, podemos aducir otro testimonio menos vulnerable, como es el de la «Cueva del Lagrimal», yacimiento estratificado, todavía inédito, que ha de arrojar mucha luz sobre estos problemas.

Adelantemos ahora que el nivel inferior de esta cueva -Lagrimal IV- carente de cerámica, contiene microburiles, microlitos geométricos y abundantes hojillas de dorso rebajado (Figs. 14.ª a 17.ª), es decir, la misma industria, globalmente   —48-51→   considerada, que hemos visto en los yacimientos de llanura y que atribuimos a la fase inicial del «Mesolítico II». También para Tarradell, que conoce sus materiales, entra de lleno en el Mesolítico esta cueva, refiriéndose sin duda a los niveles inferiores18.

Piezas del «Pinar de Tarruella»

Fig. 12.ª.-«Pinar de Tarruella». Villena (Alicante). Industria lírica

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Piezas del «Pinar de Tarruella»

Fig. 13.ª.-«Pinar de Tarruella». Villena (Alicante). Industria microlítica

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Piezas de la «Cueva del Lagrimal»

Fig. 14.ª.-«Cueva del Lagrimal». Villena (Alicante).
Raspadores del Nivel IV, Sector F, capa V

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El nivel siguiente -Lagrimal III- contiene todavía hojillas de dorso, un mayor índice de microlitos geométricos, brazaletes de concha y abundancia de fragmentos cerámicos lisos, algunos provistos de mamelones u orejetas. Sólo cuatro fragmentos están adornados con líneas finamente incisas. No hay el menor asomo de cerámicas impresas. Nos hallamos, pues, ante un Neolítico de cuevas sin cardial.

En Lagrimal II, disminuye el índice de dorso rebajado y sigue aumentando el de microlitos geométricos, pero hay ya cuatro puntas de flechas bifaciales, una hachuela pulida de sección elíptica, brazaletes de concha, cerámicas lisas o con pezones utilitarios, un fragmento de boca con bordes picados, varios trozos de colador o encella, cinco fragmentos con adorno acanalado en líneas paralelas o en espina de pez y dos punzones de cobre, uno de ellos con su mango de asta. Nivel claramente «Eneolítico» y último momento de ocupación de la cueva por los habitantes prehistóricos.

El nivel I es ya moderno, con afloraciones de los inferiores y gran cantidad de restos moriscos o medievales. Los iberos están ausentes y los romanos sólo dejaron en la cueva una muy leve matización.

Éstos son los resultados obtenidos en esta «Cueva del Lagrimal», que naturalmente habremos de justificar en la detallada memoria que tenemos en preparación. Salta a la vista la similitud de estos resultados con los obtenidos hace años en la excavación de la «Cueva de la Cocina»19 y posteriormente en la covacha de «Llatas»20, ambas en la zona montañosa de la provincia de Valencia. También allí, a los niveles mesolíticos se superponen los neolíticos sin cerámicas impresas, que en la comarca de Villena son privativas, hasta ahora, de los yacimientos de llanura.

Pero no es de estos problemas del Neolítico de los que aquí vamos a tratar. Nuestro propósito es más modesto y probablemente más útil, pues pretendemos únicamente exponer nuestras observaciones en una reducida comarca geográfica que ha tenido en la Historia una acusada personalidad -antiguas «tierras de don Juan», feudo de los Manueles, marquesado de los Aragón y de los Pacheco- y que la tuvo ya posiblemente en la Prehistoria. Sólo con el estudio detallado de estas parcelas podrá llegarse en su día a una síntesis válida para más amplias zonas del territorio peninsular.

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Piezas de la «Cueva del Lagrimal»

Fig. 15.ª.-«Cueva del Lagrimal». Villena (Alicante).
Industria microlítica del Nivel IV, Sector D, capa VI, b

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Piezas de la «Cueva del Lagrimal»

Fig. 16.ª.-«Cueva del Lagrimal», Villena (Alicante).
Industria microlítica del Nivel IV, Sector J, capa V

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Limitándonos ahora a las etapas anteriores al Neolítico, pueden resumirse nuestras observaciones del siguiente modo:

a) Existe en la comarca un fondo paleolítico medio representado por el yacimiento «musteriense» de la «Cueva del Cochino»21. Algunos de sus tipos industriales tienen una larguísima perduración, que no ha de suponerse derivación genética, y que debemos interpretar más bien como fenómenos de convergencia. Véase, por ejemplo, la raedera de la lámina IV, 1, primera de la segunda fila.

b) Son desconocidas, hasta ahora, las etapas del Paleolítico superior, de las que sólo tenemos testimonios dudosos en algunas estaciones superficiales.

c) Tanto las terrazas del Vinalopó como las orillas de la antigua «Laguna de Villena», desecada a principios del siglo XIX, se hallan sembradas de estaciones de superficie, en las que pueden cosecharse miles de piezas líticas de variada tipología, similares a las que Vilaseca describió procedentes de las estaciones-talleres tarraconenses22. Uno de estos yacimientos se halla precisamente en las viñas de la «Huesa Tacaña», al pie de las cuevas y en las terrazas que descienden hacia el río Vinalopó. En las láminas III y IV presentamos algunas piezas de este yacimiento.

d) En la «Cueva Grande de la Huesa Tacaña» hallamos una industria de facies microlítica, sin geométricos, que asimilamos al «Mesolítico I». Tarradell23 piensa que pueden pertenecer a este período parte de los niveles de esta cueva, imaginando sin duda una estratigrafía que no existe en realidad. Es la fase de ascendencia magdaleniense con tendencia microlitizante que Martínez Santa-Olalla denominó «Neolítico Antiguo» o «Mesolítico»24 y que San Valero prefiere llamar «Mesolítico» a secas25.

e) El testimonio de alguna de las estaciones de superficie, como la del «Pinar de Tarruella», hace pensar en un extenso substrato «Mesolítico» en la comarca sobre el que se desarrollaría posteriormente el Neolítico de llanura de facies cardial que vemos en «Casa de Lara» y en «Arenal de la Virgen».

f) El «Mesolítico II» se halla asimismo en cuevas, tanto en la del «Lagrimal», inmediatamente debajo de un Neolítico de facies no cardial con microlitos geométricos, como en la «Cueva Pequeña de la Huesa Tacaña», aquí en una fase más avanzada, con pérdida de las hojillas de dorso rebajado que acompañan siempre a los microlitos en la fase inicial.

No entramos en problemas de cronología porque no disponemos aún de datos   —55-56→   firmes. Afortunadamente, son posibles ya en España los análisis del radiocarbono, y los diversos niveles de la «Cueva del Lagrimal» han de ser a este respecto de capital importancia, porque poco podemos esperar en este sentido de los yacimientos de llanura, mientras no se realicen en ellos los trabajos de excavación que están reclamando. Pensamos todavía en las enseñanzas que nos tiene reservadas un yacimiento extenso y rico como el de la «Casa de Lara», cuando se explore en profundidad con los medios necesarios.

Piezas de la «Cueva del Lagrimal»

Fig. 17.ª.-«Cueva del Lagrimal». Villena (Alicante).
Hojas de dorso rebajado y microlitos geométricos del
Nivel IV, 1 a 20, Sector F, capa V; 21 a 23, Sector H, capa VI

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Hay que esperar también la aparición de alguna otra cueva con yacimiento potente que nos ayude a conocer el Paleolítico superior de la comarca y su transformación en ese «Mesolítico» que la «Cueva Pequeña de la Huesa Tacaña» nos ha inducido a comentar.

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Paraje de la «Cueva Huesa Tacaña»

Lámina I. Villena (Alicante). Paraje denominado la «Huesa Tacaña»,
en el extremo occidental de la Peña Rubia. Al pie del escarpe superior,
las cuevas «Grande» y «Pequeña». (Foto Soler)

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Paraje de las cuevas que forman la «Huesa Tacaña»

Lámina II. Villena (Alicante). Las cuevas «Grande» y
«Pequeña» de la «Huesa Tacaña». (Foto Soler)

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Piezas de la «Cueva Huesa Tacaña»

Lámina III. La «Huesa Tacaña». Villena (Alicante).
Industria lítica de superficie. (Foto Soler)

Piezas de la «Cueva Huesa Tacaña»

Lámina III. La «Huesa Tacaña». Villena (Alicante).
Industria lítica de superficie. (Foto Soler)

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Piezas de la «Cueva Huesa Tacaña»

Lámina IV. La «Huesa Tacaña». Villena (Alicante).
Industria lítica de superficie. (Foto Soler)

Piezas de la «Cueva Huesa Tacaña»

Lámina IV. La «Huesa Tacaña». Villena (Alicante).
Industria lítica de superficie. (Foto Soler)





 
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