171
M.: «de auerme hablado de aquella suerte». (N. del E.)
172
M.: «del». (N. del E.)
173
M.: «besasse». (N. del E.)
174
210-6. Erito, por Erichtho (de Tesalia, mujer famosa por su conocimiento de los venenos y medicinas, y mencionada por Lucano). (N. del E.)
175
210-18. Cervantes recuerda aquí una tradición folklórica, que se repite en la historia de la magia en toda Europa. Desde tiempos remotos, los hechiceros han tenido el don de hacer florecer un jardín en el invierno.
Compárese el cuento 5, de la décima noche del Decamerone de Boccaccio.
Cuanto añade Cervantes sobre la Camacha, más bien es lugar común del folklore; esta materia mágica arraiga en la literatura, pero no en la realidad, donde no había mujeres que supieran hablar de Circe, de Medea, y del Asno de oro de Apuleyo. Los elementos de este discurso de la Cañizares se encuentran en novelas, cuentos, patrañas, diálogos (vg. las Celestinas), y Cervantes hizo una combinación hábil de cuanto se contaba de brujas y hechiceras con lo que había leído. (N. del E.)
176
M.: «berros». (N. del E.)
177
M.: «trayan». (N. del E.)
178
M.: «seruiendose». (N. del E.)
179
211-9. Puyol: Picara Justina, III, 248, trae una nota extensa sobre tropelia. (N. del E.)
180
211-15. El texto tiene ante la «que» un tipo raro, semejante a una a «u», que parece ser un cuadratín que ha sobresalido. (N. del E.)