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    Tú, que de Luso el sin igual tesoro
trujiste en nueva forma a la ribera
del fértil río, a quien el lecho de oro  275
tan famoso le hace adonde quiera,
con el debido aplauso y el decoro
debido a ti, BENITO DE CALDERA,
-fol. 325v-
y a tu ingenio sin par, prometo honrarte
y de lauro y de yedra coronarte.  280

    De aquel que la cristiana poesía
tan en su punto ha puesto en tanta gloria,
haga la fama y la memoria mía
famosa para siempre su memoria.
De donde nasce adonde muere el día,  285
la sciencia sea y la bondad notoria
del gran FRANCISCO DE GUZMÁN, qu’el arte
de Febo sabe, ansí como el de Marte.

    Del capitán SALCEDO está bien claro
que llega su divino entendimiento  290
al punto más subido, agudo y raro
que puede imaginar el pensamiento.
Si le comparo, a él mesmo le comparo,
que no hay comparación que llegue a cuento
de tamaño valor, que la medida  295
ha de mostrar ser falta o ser torcida.

    Por la curiosidad y entendimiento
de TOMÁS DE GRACIÁN, dadme licencia
-fol. 326r-
que yo le escoja en este valle asiento
igual a su virtud, valor y sciencia,  300
el cual, si llega a su merescimiento,
será de tanto grado y preeminencia,
que, a lo que creo, pocos se le igualen:
tanto su ingenio y sus virtudes valen.

    Agora, hermanas bellas, de improviso,  305
BAPTISTA DE VIVAR quiere alabaros
con tanta discreción, gala y aviso,
que podáis, siendo musas, admiraros.
No cantará desdenes de Narciso,
que a Eco solitaria cuestan caros,  310
sino cuidados suyos que han nascido
entre alegre esperanza y triste olvido.

    Un nuevo espanto, un nuevo asombro y miedo
me acude y sobresalta en este punto,
sólo por ver que quiero y que no puedo  315
subir de honor al más subido punto
al grave BALTASAR, que DE TOLEDO
el sobrenombre tiene, aunque barrunto
que de su docta pluma el alto vuelo
-fol. 326v-
le ha de subir hasta el impíreo cielo.  320

    Muestra en un ingenio la experiencia
que en años verdes y en edad temprana
hace su habitación ansí la sciencia,
como en la edad madura, antigua y cana.
No entraré con alguno en competencia  325
que contradiga una verdad tan llana,
y más si acaso a sus oídos llega
que lo digo por vos, LOPE DE VEGA.

    De pacífica oliva coronado,
ante mi entendimiento se presenta  330
agora el sacro Betis, indignado,
y de mi inadvertencia se lamenta.
Pide que en el discurso comenzado,
de los raros ingenios os dé cuenta
que en sus riberas moran, y yo ahora  335
harélo con la voz muy más sonora.

    Mas, ¿qué haré, que en los primeros pasos
que doy descubro mil estrañas cosas,
otros mil nuevos Pindos y Parnasos,
-fol. 327r-
otros coros de hermanas más hermosas,  340
con que mis altos bríos quedan lasos,
y más cuando, por causas milagrosas,
oigo cualquier sonido servir de eco,
cuando se nombra el nombre de PACHECO?

    Pacheco es éste, con quien tiene Febo  345
y las hermanas tan discretas mías
nueva amistad, discreto trato y nuevo
desde sus tiernos y pequeños días.
Yo desde entonces hasta agora llevo
por tan estrañas desusadas vías  350
su ingenio y sus escriptos, que han llegado
al título de honor más encumbrado.

    En punto estoy donde, por más que diga
en alabanza del divino HERRERA,
será de poco fruto mi fatiga,  355
aunque le suba hasta la cuarta esfera.
Mas, si soy sospechosa por amiga,
sus obras y su fama verdadera
dirán que en sciencias es HERNANDO solo
del Gange al Nilo, y de uno al otro polo.  360
-fol. 327v-

    De otro FERNANDO quiero daros cuenta,
que DE CANGAS se nombra, en quien se admira
el suelo, y por quien vive y se sustenta
la sciencia en quien al sacro lauro aspira.
Si al alto cielo algún ingenio intenta  365
de levantar y de poner la mira,
póngala en éste sólo, y dará al punto
en el más ingenioso y alto punto.

    De don CRISTÓBAL, cuyo sobrenombre
es de VILLAR[R]OEL, tened creído  370
que bien meresce que jamás su nombre
toque las aguas negras del olvido.
Su ingenio admire, su valor asombre,
y el ingenio y valor sea conoscido
por el mayor estremo que descubre  375
en cuanto mira el sol o el suelo encubre.

    Los ríos de elocuencia que del pecho
del grave antiguo Cicerón manaron;
los que al pueblo de Atenas satisfecho
tuvieron y a Demóstenes honraron;  380
los ingenios qu’el tiempo ha ya deshecho,
-fol. 328r-
que tanto en los pasados se estimaron,
humíllense a la sciencia alta y divina
del maestro FRANCISCO DE MEDINA.

    Puedes, famoso Betis, dignamente  385
al Mincio, al Arno, al Tibre aventajarte,
y alzar contento la sagrada frente
y en nuevos anchos senos dilatarte,
pues quiso el cielo, que en tu bien consiste,
tal gloria, tal honor, tal fama darte,  390
cual te la adquiere a tus riberas bellas
BALTASAR DEL ALCÁZAR, que está en ellas.

    Otro veréis en quien veréis cifrada
del sacro Apolo la más rara sciencia,
que en otros mil subjectos derramada,  395
hace en todos de sí grave aparencia.
Mas, en este subjeto mejorada,
asiste en tantos grados de excelencia,
que bien puede MOSQUERA, el licenciado,
ser como el mesmo Apolo celebrado.  400

    No se desdeña aquel varón prudente,
-fol. 328v-
que de sciencias adorna y enriquesce
su limpio pecho, de mirar la fuente
que en nuestro monte en sabias aguas cresce;
antes, en la sin par clara corriente  405
tanto la sed mitiga, que floresce
por ello el claro nombre acá en la tierra
del gran doctor DOMINGO DE BECERRA.

    Del famoso ESPINEL cosas diría
que exceden al humano entendimiento,  410
de aquellas sciencias que en su pecho cría
el divino de Febo sacro aliento;
mas, pues no puede de la lengua mía
decir lo menos de lo más que siento,
no diga más sino que al cielo aspira,  415
ora tome la pluma, ora la lira.

    Si queréis ver en una igual balanza
al rubio Febo y colorado Marte,
procurad de mirar al gran CARRANZA,
de quien el uno y otro no se parte.  420
En él veréis, amigas, pluma y lanza
con tanta discreción, destreza y arte,
-fol. 329r-
que la destreza, en partes dividida,
la tiene a sciencia y arte reducida.

    De LÁZARO LUIS IRANZO, lira  425
templada había de ser más que la mía,
a cuyo son cantase el bien que inspira
en él el cielo, y el valor que cría.
Por las sendas de Marte y Febo aspira
a subir do la humana fantasía  430
apenas llega; y él, sin duda alguna,
llegará contra el hado y la fortuna.

    BALTASAR DE ESCOBAR, que agora adorna
del Tíber las riberas tan famosas,
y con su larga ausencia desadorna  435
las del sagrado Betis espaciosas;
fértil ingenio, si por dicha torna
al patrio amado suelo, a sus honrosas
y juveniles sienes les ofrezco
el lauro y el honor que yo merezco.  440

    ¿Qué título, qué honor, qué palma o lauro
se le debe a JUAN SANZ, que DE ZUMETA
-fol. 329v-
se nombra, si del Indo al Rojo Mauro
cual su musa no hay otra tan perfecta?
Su fama aquí de nuevo le restauro  445
con deciros, pastores, cuán acepta
será de Apolo cualquier honra y lustre
que a Zumeta hagáis que más le lustre.

    Dad a JUAN DE LAS CUEVAS el debido
lugar, cuando se ofrezca en este asiento,  450
pastores, pues lo tiene merescido
su dulce musa y raro entendimiento.
Sé que sus obras del eterno olvido,
a despecho y pesar del violento
curso del tiempo, librarán su nombre,  455
quedando con un claro alto renombre.

    Pastores, si le viéredes, honraldo
al famoso varón que os diré ahora
y en graves dulces versos celebraldo,
como a quien tanto en ellos se mejora.  460
El sobrenombre tiene DE VIVALDO;
de ADAM el nombre, el cual ilustra y dora
con su florido ingenio y excelente
-fol. 330r-
la venturosa nuestra edad presente.

    Cual suele estar de variadas flores  465
adorno y rico el más florido mayo,
tal de mil varias sciencias y primores
está el ingenio de don JUAN AGUAYO.
Y, aunque más me detenga en sus loores,
sólo sabré deciros que me ensayo  470
ahora, y que otra vez os diré cosas
tales que las tengáis por milagrosas.

    De JUAN GUTIÉRREZ RUFO el claro nombre
quiero que viva en la inmortal memoria,
y que al sabio y al simple admire, asombre  475
la heroica que compuso ilustre historia.
Déle el sagrado Betis el renombre
que su estilo meresce; denle gloria
los que pueden y saben; déle el cielo
igual la fama a su encumbrado vuelo.  480

    En don LUIS DE GÓNGORA os ofrezco
un vivo raro ingenio sin segundo;
con sus obras me alegro y enriquezco
-fol. 330v-
no sólo yo, mas todo el ancho mundo.
Y si, por lo que os quiero, algo merezco,  485
haced que su saber alto y profundo
en vuestras alabanzas siempre viva
contra el ligero tiempo y muerte esquiva.

    Ciña el verde laurel, la verde yedra,
y aun la robusta encina, aquella frente  490
de GONZALO CERVANTES SAAVEDRA,
pues la deben ceñir tan justamente.
Por él la sciencia más de Apolo medra;
en él Marte nos muestra el brío ardiente
de su furor, con tal razón medido  495
que por él es amado y es temido.

    Tú, que de Celidón, con dulce plectro
heciste resonar el nombre y fama,
cuyo admirable y bien limado metro
a lauro y triunfo te convida y llama,  500
rescibe el mando, la corona y cetro,
GONZALO GÓMEZ, désta que te ama,
en señal que meresce tu persona
el justo señorío de Helicona.
-fol. 331r-

    Tú, Dauro, de oro conoscido río,  505
cual bien agora puedes señalarte,
y con nueva corriente y nuevo brío
al apartado Idaspe aventajarte,
pues GONZALO MATEO DE BERRÍO
tanto procura con su ingenio honrarte,  510
que ya tu nombre la parlera fama,
por él, por todo el mundo le derrama.

    Tejed de verde lauro una corona,
pastores, para honrar la digna frente
del licenciado SOTO BARAHONA,  515
varón insigne, sabio y elocuente.
En él el licor sancto de Helicona,
si se perdiera en la sagrada fuente,
se pudiera hallar, ¡oh estraño caso!,
como en las altas cumbres del Parnaso.  520

    De la región antártica podría
eternizar ingenios soberanos,
que si riquezas hoy sustenta y cría,
también entendimientos sobrehumanos.
Mostrarlo puedo en muchos este día,  525
-fol. 331v-
y en dos os quiero dar llenas las manos:
uno, de Nueva España y nuevo Apolo;
del Perú, el otro, un sol único y solo.

    FRANCISCO, el uno, DE TERRAZAS, tiene
el nombre acá y allá tan conoscido,  530
cuya vena caudal nueva Hipocrene
ha dado al patrio venturoso nido.
La mesma gloria al otro igual le viene,
pues su divino ingenio ha producido
en Arequipa eterna primavera,  535
que éste es DIEGO MARTÍNEZ DE RIBERA.

    Aquí, debajo de felice estrella,
un resplandor salió tan señalado,
que de su lumbre la menor centella
nombre de oriente al occidente ha dado.  540
Cuando esta luz nasció, nasció con ella
todo el valor, nasció ALONSO PICADO;
nasció mi hermano y el de Palas junto,
que ambas vimos en él vivo transumpto.

    Pues si he de dar la gloria a ti debida,  545
-fol. 332r-
gran ALONSO DE ESTRADA, hoy eres digno
que no se cante así tan de corrida
tu ser y entendimiento peregrino.
Contigo está la tierra enriquescida
que al Betis mil tesoros da contino,  550
y aun no da el cambio igual: que no hay tal paga
que a tan dichosa deuda satisfaga.

    Por prenda rara desta tierra ilustre,
claro don JUAN, te nos ha dado el cielo,
DE ÁVALOS gloria, Y DE RIBERA lustre,  555
honra del proprio y del ajeno suelo.
Dichosa España, do por más de un lustre
muestra serán tus obras y modelo
de cuanto puede dar naturaleza
de ingenio claro y singular nobleza.  560

    El que en la dulce patria está contento,
las puras aguas de Limar gozando,
la famosa ribera, el fresco viento
con sus divinos versos alegrando,
venga, y veréis por summa deste cuento,  565
su heroico brío y discreción mirando,
-fol. 332v-
que es SANCHO DE RIBERA, en toda parte
Febo primero, y sin segundo Marte.

    Este mesmo famoso insigne valle
un tiempo al Betis usurpar solía  570
un nuevo Homero, a quien podemos dalle
la corona de ingenio y gallardía.
Las Gracias le cortaron a su talle,
y el cielo en todas lo mejor le envía;
éste, ya en vuestro Tajo conoscido,  575
PEDRO DE MONTESDOCA es su apellido.

    En todo cuanto pedirá el deseo,
un DIEGO ilustre DE AGUILAR admira,
un águila real que en vuelo veo
alzarse a do llegar ninguno aspira.  580
Su pluma entre cien mil gana trofeo,
que, ante ella, la más alta se retira;
su estilo y su valor tan celebrado
Guánuco lo dirá, pues lo ha gozado.

    Un GONZALO FERNÁNDEZ se me ofresce,  585
gran capitán del escuadrón de Apolo,
-fol. 333r-
que hoy DE SOTOMAYOR ensoberbece
el nombre, con su nombre heroico y solo.
En verso admira, y en saber floresce
en cuanto mira el uno y otro polo;  590
y si en la pluma en tanto grado agrada,
no menos es famoso por la espada.

    De un ENRIQUE GARCÉS, que al piruano
reino enriquece, pues con dulce rima,
con subtil, ingeniosa y fácil mano,  595
a la más ardua empresa en él dio cima,
pues en dulce español al gran toscano
nuevo lenguaje ha dado y nueva estima,
¿quién será tal que la mayor le quite,
aunque el mesmo Petrarca resucite?  600

    Un RODRIGO FERNÁNDEZ DE PINEDA,
cuya vena inmortal, cuya excelente
y rara habilidad gran parte hereda
del licor sacro de la equina fuente,
pues cuanto quiere dél no se le veda,  605
pues de tal gloria goza en occidente,
tenga también aquí tan larga parte,
-fol. 333v-
cual la merescen hoy su ingenio y parte.

    Y tú, que al patrio Betis has tenido
lleno de envidia, y con razón quejoso  610
de que otro cielo y otra tierra han sido
testigos de tu canto numeroso,
alégrate, que el nombre esclarescido
tuyo, JUAN DE MESTANZA, generoso,
sin segundo será por todo el suelo  615
mientras diere su luz el cuarto cielo.

    Toda la suavidad que en dulce vena
se puede ver, veréis en uno solo,
que al son sabroso de su musa enfrena
la furia al mar, el curso al dios Eolo.  620
El nombre déste es BALTASAR DE ORENA,
cuya fama del uno al otro polo
corre ligera, y del oriente a ocaso,
por honra verdadera de Parnaso.

    Pues de una fértil y preciosa planta,  625
de allá traspuesta en el mayor collado
que en toda la Tesalia se levanta,
-fol. 334r-
planta que ya dichoso fruto ha dado,
callaré yo lo que la fama canta
del ilustre don PEDRO DE ALVARADO,  630
ilustre, pero ya no menos claro,
por su divino ingenio, al mundo raro.

    Tú, que con nueva musa extraordinaria,
CAIRASCO, cantas del amor el ánimo
y aquella condición del vulgo varia  635
donde se opone al fuerte el pusilánimo;
si a este sitio de la Gran Canaria
vinieres, con ardor vivo y magnánimo
mis pastores ofrecen a tus méritos
mil lauros, mil loores beneméritos.  640

    ¿Quién es, ¡oh anciano Tormes!, el que niega
que no puedes al Nilo aventajarte,
si puede sólo el licenciado VEGA
más que Títiro al Mincio celebrarte?
Bien sé, DAMIÁN, que vuestro ingenio llega  645
do alcanza deste honor la mayor parte,
pues sé, por muchos años de experiencia,
vuestra tan sin igual virtud y sciencia.
-fol. 334v-

    Aunque el ingenio y la elegancia vuestra,
FRANCISCO SÁNCHEZ, se me concediera,  650
por torpe me juzgara y poco diestra,
si a querer alabaros me pusiera.
Lengua del cielo única y maestra
tiene de ser la que por la carrera
de vuestras alabanzas se dilate,  655
que hacerlo humana lengua es disparate.

    Las raras cosas y en estilo nuevas
que un espíritu muestran levantado,
en cien mil ingeniosas, arduas pruebas,
por sabio conoscido y estimado,  660
hacen que don FRANCISCO DE LAS CUEVAS
por mí sea dignamente celebrado,
en tanto que la fama pregonera
no detuviere su veloz carrera.

    Quisiera rematar mi dulce canto  665
en tal sazón, pastores, con loaros
un ingenio que al mundo pone espanto
y que pudiera en éstasis robaros.
En él cifro y recojo todo cuanto
-fol. 335r-
he mostrado hasta aquí y he de mostraros:  670
FRAY LUIS DE LEÓN es el que digo,
a quien yo reverencio, adoro y sigo.

    ¿Qué modos, qué caminos o qué vías
de alabar buscaré para qu’el nombre
viva mil siglos de aquel gran MATÍAS  675
que DE ZÚÑIGA tiene el sobrenombre?
A él se den las alabanzas mías,
que, aunque yo soy divina y él es hombre,
por ser su ingenio, como lo es, divino,
de mayor honra y alabanza es digno.  680

   Volved el presuroso pensamiento
a las riberas de Pisuerga bellas:
veréis que augmentan este rico cuento
claros ingenios con quien se honran ellas.
Ellas no sólo, sino el firmamento,  685
do lucen las claríficas estrellas,
honrarse puede bien cuando consigo
tenga allá los varones que aquí digo.

    Vos, DAMASIO DE FRÍAS, podéis solo
-fol. 335v-
loaros a vos mismo, pues no puede  690
hacer, aunque os alabe el mesmo Apolo,
que en tan justo loor corto no quede.
Vos sois el cierto y el seguro polo
por quien se guía aquel que le sucede
en el mar de las sciencias buen pasaje,  695
propicio viento y puerto en su viaje.

    ANDRÉS SANZ DE PORTILLO, tú me envía
aquel aliento con que Febo mueve
tu sabia pluma y alta fantasía,
porque te dé el loor que se te debe.  700
Que no podrá la ruda lengua mía,
por más caminos que aquí tiente y pruebe,
hallar alguno así cual le deseo
para loar lo que en ti siento y veo.

    Felicísimo ingenio, que te encumbras  705
sobre el que más Apolo ha levantado,
y con tus claros rayos nos alumbras
y sacas del camino más errado;
y, aunque ahora con ella me deslumbras
y tienes a mi ingenio alborotado,  710
-fol. 336r-
yo te doy sobre muchos palma y gloria,
pues a mí me la has dado, doctor SORIA.

    Si vuestras obras son tan estimadas,
famoso CANTORAL, en toda parte,
serán mis alabanzas escusadas,  715
si en nuevo modo no os alabo, y arte.
Con las palabras más calificadas,
con cuanto ingenio el cielo en mí reparte,
os admiro y alabo aquí callando,
y llego do llegar no puedo hablando.  720

    Tú, HIERÓNIMO VACA Y DE QUIÑONES,
si tanto me he tardado en celebrarte,
mi pasado descuido es bien perdones,
con la enmienda que ofrezco de mi parte.
De hoy más en claras voces y pregones,  725
en la cubierta y descubierta parte
del ancho mundo, haré con clara llama
lucir tu nombre y estender tu fama.

    Tu verde y rico margen, no d’enebro,
ni de ciprés funesto enriquescido,  730
-fol. 336v-
claro, abundoso y conoscido Ebro,
sino de lauro y mirto florescido,
ahora como puedo le celebro,
celebrando aquel bien qu’han concedido
el cielo a tus riberas, pues en ellas  735
moran ingenios claros más que estrellas.

    Serán testigo desto dos hermanos,
dos luceros, dos soles de poesía,
a quien el cielo con abiertas manos
dio cuanto ingenio y arte dar podía.  740
Edad temprana, pensamientos canos,
maduro trato, humilde fantasía,
labran eterna y digna laureola
a LUPERCIO LEONARDO DE ARGENSOLA.

    Con sancta envidia y competencia sancta  745
parece qu’el menor hermano aspira
a igualar al mayor, pues se adelanta
y sube do no llega humana mira.
Por esto escribe y mil sucesos canta
con tan suave y acordada lira,  750
que este BARTOLOMÉ menor meresce
-fol. 337r-
lo que al mayor, Lupercio, se le ofresce.

    Si el buen principio y medio da esperanza
que el fin ha de ser raro y excelente,
en cualquier caso ya mi ingenio alcanza  755
qu’el tuyo has de encumbrar, COSME PARIENTE.
Y así, puedes, con cierta confianza,
prometer a tu sabia honrosa frente
la corona que tiene merescida
tu claro ingenio, tu inculpable vida.  760

    En soledad, del cielo acompañado,
vives, ¡oh gran MORILLO!, y allí muestras
que nunca dejan tu cristiano lado
otras musas más sanctas y más diestras.
De mis hermanas fuiste alimentado,  765
y ahora, en pago dello, nos adiestras
y enseñas a cantar divinas cosas,
gratas al cielo, al suelo provechosas.

    Turia, tú que otra vez con voz sonora
cantaste de tus hijos la excelencia,  770
si gustas de escuchar la mía ahora,
-fol. 337v-
formada no en envidia o competencia,
oirás cuánto tu fama se mejora
con los que yo diré, cuya presencia,
valor, virtud, ingenio, te enriquecen  775
y sobre el Indo y Gange te engrandecen.

    ¡Oh tú, don JUAN COLOMA, en cuyo seno
tanta gracia del cielo se ha encerrado,
que a la envidia pusiste en duro freno
y en la fama mil lenguas has criado,  780
con que del gentil Tajo al fértil Reno
tu nombre y tu valor va levantado!
Tú, conde de Elda, en todo tan dichoso,
haces el Turia más qu’el Po famoso.

    Aquel en cuyo pecho abunda y llueve  785
siempre una fuente que es por él divina,
y a quien el coro de sus lumbres nueve
como a señor con gran razón se inclina,
a quien único nombre se le debe
de la etíope hasta la gente austrina,  790
don LUIS GARCERÁN es sin segundo,
maestre de Montesa y bien del mundo.
-fol. 338r-

    Meresce bien en este insigne valle
lugar ilustre, asiento conoscido,
aquel a quien la fama quiere dalle  795
el nombre que su ingenio ha merescido.
Tenga cuidado el cielo de loalle,
pues es del cielo su valor crescido:
el cielo alabe lo que yo no puedo
del sabio don ALONSO REBOLLEDO.  800

    Alzas, doctor FALCÓN, tan alto el vuelo,
que al águila caudal atrás te dejas,
pues te remontas con tu ingenio al cielo
y deste valle mísero te alejas.
Por esto temo y con razón recelo  805
que, aunque te alabe, formarás mil quejas
de mí, porque en tu loa noche y día
no se ocupa la voz y lengua mía.

    Si tuviera, cual tiene la Fortuna,
la dulce poesía varia rueda,  810
ligera y más movible que la luna,
que ni estuvo, ni está, ni estará queda,
en ella, sin hacer mudanza alguna,
-fol. 338v-
pusiera sólo a MICER ARTIEDA,
y el más alto lugar siempre ocupara,  815
por sciencias, por ingenio y virtud rara.

    Todas cuantas bien dadas alabanzas
diste a raros ingenios, ¡oh GIL POLO!,
tú las mereces solo y las alcanzas,
tú las alcanzas y mereces solo.  820
Ten ciertas y seguras esperanzas
que en este valle un nuevo mauseolo
te harán estos pastores, do guardadas
tus cenizas serán y celebradas.

    CRISTÓBAL DE VIRUÉS, pues se adelanta  825
tu sciencia y tu valor tan a tus años,
tú mesmo aquel ingenio y virtud canta
con que huyes del mundo los engaños.
Tierna, dichosa y bien nascida planta,
yo haré que en proprios reinos y en estraños  830
el fruto de tu ingenio levantado
se conozca, se admire y sea estimado.

    Si conforme al ingenio que nos muestra
-fol. 339r-
SILVESTRE DE ESPINOSA, así se hubiera
de loar, otra voz más viva y diestra,  835
más tiempo y más caudal menester fuera.
Mas, pues la mía a su intención adiestra,
yo [le] daré por paga verdadera,
con el bien que del dios de Delo tiene,
el mayor de las aguas de Hipocrene.  840

    Entre éstos, como Apolo, venir veo,
hermoseando al mundo con su vista,
al discreto galán GARCÍA ROMEO,
dignísimo de estar en esta lista.
Si la hija del húmido Peneo,  845
de quien ha sido Ovidio coronista,
en campos de Tesalia le hallara,
en él y no en laurel se transformara.

    Rompe el silencio y sancto encerramiento,
traspasa el aire, al cielo se levanta  850
de fray PEDRO DE HUETE aquel acento
de su divina musa, heroica y sancta.
Del alto suyo raro entendimiento
cantó la fama, ha de cantar y canta,
-fol. 339v-
llevando, para dar al mundo espanto,  855
sus obras por testigos de su canto.

    Tiempo es ya de llegar al fin postrero,
dando principio a la mayor hazaña
que jamás emprendí, la cual espero
que ha de mover al blando Apolo a saña,  860
pues, con ingenio rústico y grosero,
a dos soles que alumbran vuestra España
-no sólo a España, mas al mundo todo-
pienso loar, aunque me falte el modo.

   De Febo la sagrada honrosa sciencia,  865
la cortesana discreción madura,
los bien gastados años, la experiencia,
que mil sanos consejos asegura;
la agudeza de ingenio, el advertencia
en apuntar y en descubrir la escura  870
dificultad y duda que se ofrece,
en estos soles dos sólo floresce.

    En ellos un epílogo, pastores,
del largo canto mío ahora hago,
-fol. 340r-
y a ellos enderezo los loores  875
cuantos habéis oído, y no los pago:
que todos los ingenios son deudores
a estos de quien yo me satisfago;
satisfácese dellos todo el suelo,
y aun los admira, porque son del cielo.  880

    Estos quiero que den fin a mi canto,
y a nueva admiración comienzo;
y si pensáis que en esto me adelanto,
cuando os diga quién son, veréis que os venzo.
Por ellos hasta el cielo me levanto,  885
y sin ellos me corro y me avergüenzo:
tal es LAÍNEZ, tal es FIGUEROA,
dignos de eterna y de incesable loa.

No había aún bien acabado la hermosa ninfa los últimos acentos de su sabroso canto, cuando, tornándose a juntar las llamas, que divididas estaban, la cerraron en medio, y luego, poco a poco consumiéndose, en breve espacio desapareció el ardiente fuego y la discreta musa delante de los ojos de todos, a tiempo   -fol. 340v-   que ya la clara aurora comenzaba a descubrir sus frescas y rosadas mejillas por el espacioso cielo, dando alegres muestras del venidero día. Y luego el venerable Telesio, puniéndose encima de la sepultura de Meliso, y rodeado de toda la agradable compañía que allí estaba, prestándole todos una agradable atención y estraño silencio, desta manera comenzó a decirles:

-Lo que esta pasada noche en este mesmo lugar y por vuestros mesmos ojos habéis visto, discretos y gallardos pastores y hermosas pastoras, os habrá dado a entender cuán acepta es al cielo la loable costumbre que tenemos de hacer estos anales sacrificios y honrosas obsequias por las felices almas de los cuerpos que por decreto vuestro en este famoso valle tener sepultura merescieron. Dígoos esto, amigos míos, porque de aquí adelante con más fervor y diligencia acudáis a poner en efecto tan sancta y famosa obra, pues ya veis de cuán raros y altos espíritus nos ha dado noticia la bella Calíope, que todos son dignos,   -fol. 341r-   no sólo de las vuestras, pero de todas las posibles alabanzas. Y no penséis que es pequeño el gusto que he rescibido en saber por tan verdadera relación cuán grande es el número de los divinos ingenios que en nuestra España hoy viven, porque siempre ha estado y está en opinión de todas las naciones estranjeras que no son muchos, sino pocos, los espíritus que en la sciencia de la poesía en ella muestran que le tienen levantado, siendo tan al revés como se parece, pues cada uno de los que la ninfa ha nombrado al más agudo estranjero se aventaja, y darían claras muestras dello, si en esta nuestra España se estimase en tanto la poesía como en otras provincias se estima. Y así, por esta causa, los insignes y claros ingenios que en ella se aventajan, con la poca estimación que dellos los príncipes y el vulgo hacen, con solos sus entendimientos comunican sus altos y estraños conceptos, sin osar publicarlos al mundo; y tengo para mí que el cielo debe de ordenarlo desta manera, porque no meresce   -fol. 341v-   el mundo ni el mal considerado siglo nuestro gozar de manjares al alma tan gustosos. Mas, porque me parece, pastores, que el poco sueño desta pasada noche y las largas ceremonias nuestras os tendrán algún tanto fatigados y deseosos de reposo, será bien que, haciendo lo poco que nos falta para cumplir nuestro intento, cada uno se vuelva a su cabaña o al aldea, llevando en la memoria lo que la musa nos deja encomendado.

Y, en diciendo esto, se abajó de la sepultura; y, tornándose a coronar de nuevas y funestas ramas, tornó a rodear la pira tres veces, siguiéndole todos y acompañándole en algunas devotas oraciones que decía. Esto acabado, teniéndole todos en medio, volvió el grave rostro a una y otra parte, y, bajando la cabeza y mostrando agradescido semblante y amorosos ojos, se despidió de toda la compañía, la cual, yéndose quién por una y quién por otra parte de las cuatro salidas que aquel sitio tenía, en poco espacio se deshizo y dividió toda, quedando solos los del aldea de Aurelio,   -fol. 342r-   y con ellos Timbrio, Silerio, Nísida y Blanca, con los famosos pastores Elicio, Tirsi, Damón, Lauso, Erastro, Daranio, Arsindo y los cuatro lastimados Orompo, Marsilo, Crisio y Orfinio, con las pastoras Galatea, Florisa, Silveria y su amiga Belisa, por quien Marsilo moría. Juntos, pues, todos estos, el venerable Aurelio les dijo que sería bien partirse luego de aquel lugar, para llegar a tiempo de pasar la siesta en el Arro yo de las Palmas, pues tan acomodado sitio era para ello. A todos pareció bien lo que Aurelio decía; y luego, con reposados pasos, hacia donde él dijo se encaminaron. Mas, como la hermosa vista de la pastora Belisa no dejase reposar los espíritus de Marsilo, quisiera él, si pudiera y le fuera lícito, llegarse a ella y decirle la sinrazón que con él usaba; mas, por no perder el decoro que a la honestidad de Belisa se debía, estábase el triste más mudo de lo que había menester su deseo. Los mesmos efectos y accidentes hacía amor en las almas de los enamorados Elicio y Erastro, que cada   -fol. 342v-   cual por sí quisiera decir a Galatea lo que ya ella bien sabía. A esta sazón, dijo Aurelio:

-No me parece bien, pastores, que os mostréis tan avaros que no queráis corresponder y pagar lo que debéis a las calandrias y ruiseñoles y a los otros pintados pajarillos que por entre estos árboles con su no aprendida y maravillosa armonía os van entretiniendo y regocijando. Tocad vuestros instrumentos y levantad vuestras sonoras voces, y mostraldes que el arte y destreza vuestra en la música a la natural suya se aventaja; y con tal entretenimiento sentiremos menos la pesadumbre del camino y los rayos del sol, que ya parece que van amenazando el rigor con que esta siesta han de herir la tierra.

Poco fue menester para ser Aurelio obedecido, porque luego Erastro tocó su zampoña y Arsindo su rabel, al son de los cuales instrumentos, dando todos la mano a Elicio, él comenzó a cantar desta manera: