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91

[«suerte,» corregido de la fe de erratas del original (N. del E.)]

 

92

[«puesto» corregido de la fe de erratas del original (N. del E.)]

 

93

[«posseyera. Si» corregido de la fe de erratas del original (N. del E.)]

 

94

151-8. El maestro Gonzalo Correas, en su Vocabulario de refranes y frases proverbiales (edición Academia Española; Madrid, 1906; pág. 571), escribe: «Juan de espera en Dios: Tiene el vulgo una hablilla de uno que llaman Juan de espera en Dios, y dicen los muchachos que era un zapatero que, oyendo el ruido cuando llevaban á crucificar á Nuestro Señor, salió á la puerta con horma y boj en la mano y dijo “allá irás!”, dando un golpe, y que Nuestro Señor respondió: “Yo iré, y tú quedarás para siempre jamás”; y que así quedó inmortal, y se remocece y se aparece de repente entre la gente, y se desaparece como invisible cuando quiere, y que le dió gracia que, siempre que echase mano á la bolsa, hallaría cinco blancas (Cervantes alude a tres).» En otro lugar (pág. 273) dice el mismo Correas que el cuento de Juan de espera en Dios parece haber nacido en España del de Juan de los Tiempos, que «fué un soldado de la guardia del emperador Carlomagno, que vivió trescientos años adelante» (el cuento consta en Vicente de Beauvais). Trátase, en suma, de la leyenda del Judío errante, que, por lo visto, fué popular en España, y que nació probablemente de un relato apócrifo relativo a Malco (el judío que abofeteó a Cristo con un guante de hierro). Consúltese el estudio de Gaston ParisLe juif errant (en Légendes du Moyen Age, 3e édition; Paris, 1908; págs. 149 y siguientes). Otras alusiones a Juan de espera en Dios pueden verse en la comedia de Lope El cuerdo en su casa (III, 3.ª) y en el Lazarillo de Luna (capítulo VII), el cual se refiere, como Correas, a las cinco blancas.94.1 (N. del E.)

 

94.1

I, 252-13. [«Otras alusiones... blancas» añadido del apéndice «Adiciones a La Galatea» de op. cit., p. 325 (N. del E.)]

 

95

[«hay» corregido de la fe de erratas del original (N. del E.)]

 

96

[«cerro» corregido de la fe de erratas del original (N. del E.)]

 

97

162-14. Este primer verso del terceto es un recuerdo de aquellos con que comienza la carta I de Damon a Marfira en Don Diego de Mendoza:


   «A Marfira Damon salud envia,
si la puede enviar quien no la tiene...»


En el capítulo XXV de la Parte I del Quixote, Cervantes insiste en la misma reminiscencia, al principio de la carta de aquél a Dulcinea: «El ferido de punta de ausencia... te embia la salud que el no tiene.» (N. del E.)

 

98

[«acordandome» corregido de la fe de erratas del original (N. del E.)]

 

99

172-13. Así en la primera edición. Entiéndase: «su». (N. del E.)

 

100

178-2. Hoy se diría estacada. Cristóbal de las Casas, en su Vocabvlario de las dos lengvas toscana y castellana (Venetia, 1582), trae estacado con la significación de lizza (tela, o lugar cerrado dispuesto para la lid). Pero la forma estacada debió de ser también de uso corriente en tiempo de Cervantes. Así, D. Luis Zapata, en su Carlo famoso (Valencia, 1566; canto XIII), escribe:


   «Assegurauan dentro la estacada
diez caualleros nobles de gran fama...»


(Fol. 64 v.)                


(N. del E.)