Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
 

171

209-21. Garcilasso de la Vega (nació en Toledo, en 1503; murió en Niza, en 1536). Sus obras se publicaron, con las de Boscán, en Barcelona, el año 1543. Tomando por base la imitación clásica e italiana, alcanzó una perfección métrica muy superior a la de Boscán, y fue modelo de la mayor parte de los poetas españoles de la segunda mitad del siglo XVI, entre ellos del mismo Cervantes, que cita con frecuencia sus versos. Falta todavía una edición completa y crítica de sus obras, a pesar de los laudables trabajos del Brocense, de Herrera y de Tamayo de Vargas. (N. del E.)

 

172

209-22. Cristóbal de Castillejo (1490?-1550), natural de Ciudad Rodrigo. Sus Obras se publicaron en Madrid, el año 1573. Fue partidario de la antigua métrica española, y enemigo declarado de las innovaciones de Boscán y de Garcilasso. Consúltese, acerca de él, a C. L. Nicolay, The life and works of Cristobal de Castillejo; Philadelphia, 1910. (N. del E.)

 

173

209-22. Bartolomé de Torres Naharro (murió hacia 1530), natural de la Torre de Miguel Sexmero (provincia de Badajoz). Su Propalladia, colección de obras dramáticas y líricas, se publicó en Nápoles, el año 1517. (Cons. la edición Cañete-Menéndez y Pelayo, en los tomos IX y X de los Libros de antaño; Madrid, 1880-1900.) Es el jefe de la escuela del «estilo artificioso» en la historia del teatro español del siglo XVI, escuela que, unida a la del «estilo pastoril», cuyo principal representante fue Juan del Encina, determina el desarrollo de aquel teatro en la primera mitad de dicho siglo. (N. del E.)

 

174

209-26. El capitán Francisco de Aldana, alcaide de San Sebastián. Murió en la jornada de Alcazarquivir (1578), donde era maestre de campo general del rey de Portugal. Sus Obras fueron sacadas a luz por su hermano Cosme (primera parte, Milán, 1589?; segunda parte, Madrid, 1591; compárense Gallardo, Zarco y Sancho, Ensayo de una Biblioteca, &.ª, I, cols. 123 y siguientes, y Salvá, Catálogo, &.ª I, pág. 180). Hay un soneto de Francisco de Aldana en la Primera parte de Cortés valeroso y Mexicana, de Gabriel Lasso de la Vega (Madrid, 1588). Su nombre poético era Aldino.

En la Adjunta al Parnaso, Cervantes cita, como poetas que han alcanzado renombre de divinos, a «Garcilasso de la Vega, Francisco de Figueroa, el capitan Francisco de Aldana y Hernando de Herrera». Una curiosa carta autógrafa e inédita del capitán Francisco de Aldana se halla en poder de nuestro docto amigo D. Francisco Belda.174.1 (N. del E.)

 

174.1

II, 295-6. [«Una curiosa...Belda.» añadido del apéndice «Adiciones a La Galatea» de op. cit., p. 326 (N. del E.)]

 

175

209-27. Don Hernando de Acuña (1520?-1580?). Nació en Valladolid. Militó en las guerras de Italia, Flandes y Alemania. Sus Varias poesías se publicaron en Madrid, en 1591. Además, tradujo en verso El caballero determinado (Amberes, 1553), de Olivier de la Marche, y parte del Orlando innamorato de Boiardo. Su nombre poético era Damon. Véase, acerca de su persona, el libro de Narciso Alonso Cortés, Don Hernando de Acuña; Valladolid, 1913.

Acuña siguió también a los poetas italianos. Su elegía A una partida, como ha probado E. Mele, es imitación de otra de Tansillo que comienza:


«Se quel dolor, che va innanzi al morire.» (N. del E.)



 

176

212-1. Véanse, al final de estas Notas, las relativas a los personajes del Canto de Caliope.176.1

 

176.1

El Canto de Caliope fue copiosamente ilustrado por Cayetano Alberto de la Barrera en las Notas puestas al tomo II (páginas 303 a 348) de la edición Rivadeneyra de las Obras completas de Cervantes (de las que sólo se tiraron 310 ejemplares), y adicionadas en el tomo XII, pág. 393. En esas Notas se fundan las publicadas por D. Jaime Fitzmaurice-Kelly en las páginas 253 a 288 de su edición de la Galatea, traducida al inglés por H. Oelsner y A. B. Welford. A ellas remitimos también al lector. Nosotros hemos procurado añadir algunos datos, siendo muy parcos al tratar de las figuras literarias bien conocidas, y ampliando preferentemente lo relativo a personajes de los cuales se tiene menor noticia. Los números puestos delante de cada nombre, coinciden con los que van en el texto del Canto. (N. del E.)

 

177

(1) ALONSO [MARTINEZ] DE LEYUA.- «Comenzó a servir desde el año de 1565 en las galeras de Nápoles, que gobernó dos años y medio; y su padre, don Sancho Martínez de Leiva, estuvo cautivo en Constantinopla: y después en las de España, mientras su padre fué general de aquella escuadra; y con la gente della desembarcó en la costa de Granada cuando la rebelion de aquel reino, donde hizo muchas entradas y facciones de importancia, y, con la vigilancia que su padre y él pusieron en guardar la mar, tomaron más de cien bajeles, la mayor parte galeras y galeotas; conque, careciendo los moros de socorro, se consiguió el fin de aquella guerra. Y después pasó a Italia con veinte galeras de España, para reforzar la armada de la Liga; y viendo que se había renovado la guerra en Flandes, y que el señor don Juan estaba retirado en el castillo de Anamur [Namur], muy apretado de los rebeldes, deseoso de hacerle algun servicio y socorro de consideración, empeñó, y después vendió, cuatro lugares que tenía en el reino de Nápoles, con que levantó aquella tan celebrada compañía que llamaron de los nobles, de aventureros toda, de maeses de campo, capitanes y alfereces reformados, sin quedar hombre de prendas en Nápoles, Milan y Sicilia que no fuese por su soldado, siendo alferez della don Diego de Leiva, su tío, y sargento don Sancho de Leiva, su hermano, numerándose ochocientos españoles con sus criados; y los entretuvo en Lombardia a su costa. Y de allí pasó a Flandes, donde halló al señor don Juan tan agradecido de la promptitud y fuerzas con que le habia servido en aquella necesidad, que le salió a recibir, y con este socorro venció su alteza la batalla de Gembleurs [Gemblours], y trujo consigo a don Alonso... Y, muerto el señor don Juan, y retirado el ejército, y deshecho el del enemigo, viendo con el desamparo que habian quedado las cosas de su casa por haber fallecido don Sancho, su padre, en Navarra, vino a España, y, ofreciéndose la jornada de Portugal, su magestad le mandó ir a servir con el cargo de capitan general de las galeras de Sicilia... Se le hizo merced del cargo de capitan general de la caballeria de Milán, y no pasó a Italia porque, habiéndose ofrecido la jornada para Inglaterra, asistió a todas las prevenciones navales, y se le mandó acompañase al duque de Medina Sidonia y fuese por su segunda persona de aquella jornada, y llevando título de secreto de capitan general de la infanteria para en desembarcando en tierra; y, habiendose embarcado, y peleado diversas veces con los enemigos, se perdió en la costa de Irlanda, año de 1588, dejando su casa tan acabada como es notorio; y, de los hermanos que tuvo, dos murieron cautivos en Constantinopla, y otro peleando al lado de su padre en la jornada de los Gelves, donde le cautivaron. Y don Pedro de Leiva... fué capitán general de las galeras de España, donde murió... Y don Sancho de Leiva murió en Flandes, gobernador y castellano de Cambray... Y don Felipe de Leiva murió ahogado estando sirviendo en las galeras de Sicilia, de teniente de su hermano don Pedro..., que, por morir tan mozo, no pudo pasar más adelante en el servicio.» (Los generales que ha habido en la illustrísima y antiquísima casa de los Señores de Leiva, y lo mucho que han servido a los señores reyes de Castilla, de quinientos años a esta parte. Manuscrito 4163 de la Biblioteca Nacional de Madrid; letra de mediados del siglo XVII; folios 116 y siguientes).

Luis Cabrera de Córdoba, en su Historia de Felipe II, menciona en varios lugares a Alonso de Leiva, diciendo en uno de ellos que se señaló «como en las armas rico y generoso, magnífico, lucido, bizarro, a que no poco ayudaba su gentileza y gallarda persona» (edición de Madrid, 1876-1877; tomo III, pág. 112).

Los contemporáneos de Leiva, no sólo alaban sus cualidades militares, sino también su talento poético. Así, Cristóbal de Mesa (1559-1633), en su poema épico Restauracion de España (Madrid, 1607; fol. 173), escribe:



   «Honraba a los de Leiva el gran Antonio,
y don Alonso habrá deste apellido,
que dará de valor tal testimonio,
que no le ofenderá tiempo ni olvido.
Un Héctor será en guerra, en verso un Meonio;
mudo ya de su citara el sonido,
dirán en su sepulcro sus endechas
que de ninguno fueron mejor hechas.

   (Quedará) [Qual] solitaria tórtola viuda,
que, después que el primer marido pierde,
gime en vez de cantar, y, si se muda,
ni posa ni reposa en ramo verde;
así, de bien y de placer desnuda,
sin que de más que de su mal se acuerde,
quedará su mujer, doña Mariana,
que tendrá, como él, muerte temprana.»


Y Vicente Espinel (1551-1624), en La Casa de la Memoria, inserta en las Diversas rimas (Madrid, 1591; folios 32 y siguientes), dice:


   «En la venérea concha el tierno canto
oye de aquel que della misma ha sido
al turco y moro riguroso espanto,
cuya sangre sus popas ha teñido:
el ánimo gentil, el dulce llanto,
el blando estilo con que, enternecido
don Alonso de Leiva, cuando canta,
a Venus enamora, a Marte espanta.»


En otro lugar (fol. 41) de la misma obra, añade:


   «¡Oh tu, sujeto de immortal renombre,
gran domador del ancho mar salado,
que, pasando los términos del hombre,
hasta la eternidad has aspirado!
El justo premio de tu heroico nombre,
don Alonso de Leiva, aun no es llegado;
espero que ya llega, y, aunque tarda,
es porque la Fortuna a más te guarda.»


A pesar de nuestras indagaciones, no hemos hallado ninguna composición poética de Alonso de Leiva. Desde luego debe distinguírsele de un su homónimo, bastante más moderno, que escribió versos satíricos contra el conde de Villamediana. (V. Gallardo, Zarco y Sancho, Ensayo de una Biblioteca española de libros raros y curiosos, tomo IV; Madrid, 1889; col. 686.) En el canto VII de La Austriada de Juan Rufo (Madrid, 1589), el autor alaba a Alonso de Leiva.177.1 (N. del E.)

 

177.1

II, 300-16. [«En el canto... Leiva.» añadido del apéndice «Adiciones a La Galatea» de op. cit., p. 326 (N. del E.)]

 

178

(2) DON ALONSO DE ERCIL[L]A [Y ZUÑIGA].- Nació en Madrid, el año 1533, y murió en 1594. Su celebrado poema épico La Araucana (1569-1578-1590) es, sin duda, el mejor de todos los de su género en España.

En el capítulo VI de la Primera parte de Don Quixote, Cervantes pone en boca del cura estas palabras, referentes a La Araucana de Ercilla, a La Austriada de Juan Rufo y al Monserrate de Virués: «Todos essos tres libros... son los mejores que en verso heroico en lengua castellana están escritos, y pueden competir con los más famosos de Italia; guárdense como las más ricas prendas de poesía que tiene España.»

Acerca de Ercilla, véanse: La Araucana, facsímile de la primera edición (dos tomos, impresos en Nueva York, 1902-1903; comprenden la primera y segunda parte, respectivamente), por Archer M. Huntington; La Araucana, edición de José Toribio Medina, Santiago de Chile, 1913 (tres tomos en folio; publicados dos); M. Menéndez y Pelayo, Historia de la poesía hispano-americana, tomo II, Madrid, 1913, págs. 291-309; Boletín de la Real Academia de la Historia, tomo XII, págs. 147 y 148, y tomo XXXI, págs. 65 y siguientes; y F. Rodríguez Marín, Un escrito inédito de don Alonso de Ercilla (en la revista Unión Ibero-americana, 29 de febrero de 1912). El nombre poético de Ercilla fue Lardiseo. (N. del E.)

 

179

(3) DON IUAN DE SILUA.- Trátase, probablemente, como sospecha La Barrera, de D. Juan de Silva, cuarto conde de Portalegre, embajador que fue de Felipe II en la Corte portuguesa, y después gobernador y capitán general de Portugal.

Brunet (Manuel du libraire, &.ª, tomo II; París, 1861; col. 217) atribuye a nuestro Silva el libro de Geronimo [Franchi] Conestaggio Dell’ Unione del Regno di Portogallo alla corona di Castiglia (Genova, 1585; hemos tenido a la vista la edición de Venecia, 1642). Tal atribución puede proceder de afirmarlo así Juan Pablo Mártyr Rizo, en su versión de la Historia de las guerras de Flandes contra la de Geronimo de Franqui Conestaggio (Valencia, Mey, 1627), escrita en francés por Pedro Matheo, y de haber sido Juan de Silva traductor del mencionado libro, según resulta del manuscrito 2423 de la Biblioteca Nacional de Madrid, titulado Guerras de Portugal del Conestaggio (109 hojas en folio; copia de mediados del siglo XVII), en cuyas últimas hojas figura, de distinta letra que el resto, una «Copia de carta de Gerónimo Franchi, en la segunda impresion de la Historia de Portugal, tradusida en castellano por el conde de Portalegre». Reproducimos el siguiente fragmento de esta versión, alusivo al propio Silva:

«Habíase en este medio entendido que don Juan de Silva, que tenia cargo de embajador de Portugal, no solamente estaba vivo en Alquisivir, aunque muy mal herido, sino que el jarife le habia dado libertad, y que iba a Ceuta con el cuerpo del rey don Sebastián, y de allí a poco, que era por Navidad del año 78, se supo que habia llegado a Sevilla. La venida de este caballero fué tenida, por las personas que tenian experiencia de las cosas de Portugal, por muy apropósito, porque, volviendo a su oficio, parecia que sabria tratar tan gran negocio mejor que lo pudiera hacer otra ninguna persona, concurriendo en él, con ser muy discreto, otras muchas partes necesarias para el manejo dello, porque, además que tenia experiencia de la condición del rey don Enrique y del humor de los portugueses, estaba con ellos bien quisto por ventura, porque, como él era de los Silva, que, siendo muy nobles en Portugal, pasaron en Castilla a tiempo de las diferencias del rey don Juan el I con el Maestro de Avis, hijo de madre portuguesa, le estimaban y tenian como por su natural, fuera de que, por favor del rey don Sebastián, se habia casado en Portugal con doña Felipa de Silva, heredera de don Alvaro de Silva, conde de Portalegre, mayordomo mayor del rey, y uno de los principales señores de aquel reino. Pero cuando todos pensaron que de Sevilla se habia de venir a Portugal, le llamó el rey don Felipe a la Corte, diciendo que queria primero instruirle de palabra de las materias que al presente ocurrian, y decirle su intención.» (Folio 75.) El citado manuscrito 2423 es sólo un fragmento de la versión del libro de Conestaggio, y contiene únicamente los cuatro primeros libros y parte del quinto.

La obra de Conestaggio fue también traducida al castellano por el capellán de la Real Capilla de Granada Luis de Bavia (Barcelona, 1610), a quien Góngora dedicó uno de sus más cultos y enrevesados sonetos (número XXI de la edición Adolfo de Castro, en la Biblioteca Rivadeneyra). Comparada la versión de Bavia con los fragmentos de la de Silva, échase de ver notoria diferencia de estilo. En Las gverras de los Estados Baxos, de Carlos Coloma (Amberes, 1625), alude éste en el Prólogo (págs. 6 y 7) a Franchi, censurando la parcialidad y mala información demostradas por el escritor italiano en su obra sobre las guerras de Flandes, y recordando al mismo tiempo «lo bien que cumplió con la verdad y las demas circunstancias de la historia, en la de la Union de Portugal à Castilla, por auer sido testigo de la mayor parte, y de lo demas aduertido desapasionadamente». Y Baltasar Gracián, en su Agudeza y arte de ingenio (discurso LXII), dice: «Escribe el Doctor Babia con estilo claro, pero muy terso y elegante; Cabrera ya es más afectado. El Caballero Conestaggio, en su Union de el reyno de Portugal con Castilla, renovó aquel juicioso y profundo estilo de Tácito; sea su encomio el traducirle del italiano en español el mismo Babia.»

Consérvanse en la Biblioteca Nacional varios manuscritos de cartas políticas y familiares de nuestro Silva. De uno de aquéllos (núm. 18723-12) entresacamos la siguiente, que, como la mayor parte de las otras, carece del nombre de la persona a quien va dirigida:

«De 16 de Marzo es la última que tengo de v. m., y, no llegando tarde, ni habiendo yo emperezado de responder, se ha hecho todo tan despacio, porque se le olvidó a un llamenco mío de darme la carta por diez o doce días; no sea esto parte para que v. m. afloje y dilate el escribirme, aunque yo le ofrezca tan poca materia como en Toledo se ofrece. La patria me ha hecho tan buen acogimiento, o la Corte me enfada tanto, que, tomando por achaque la indisposición de S. M., me he dejado estar hasta la Pascua en este lugar, porque, a trueco de perder doce o quince dias de la convalecencia del rey, gano la Semana Santa de Toledo, que es mejor puesto para aquellos dias que el de Madrid. Tornaré la misma semana de Pascua. A todos nos ha ido bien de salud aquí, aunque los muchachos rabian por tornar al Príncipe. Este correo debe llevar a Portugal la exclusión del Presidente que nos ha aturdido en Toledo. Pedro de Alcozaba le podrá aconsejar cómo se ha de valer en esta adversidad, y todos podemos haber entendido que no ha estado seguro si se levanta dos dedos del suelo; fué milagro, como suele, venir las zabras179.1 con el dinero de las Indias, y cosa cierta que, si no hurtamos nuestra hacienda a los ingleses, tienen más derecho a ella que nosotros. Al conde de Fuentes bese v. m. por mí las manos, y dele Dios muy buenas Pascuas. De Toledo, domingo de Ramos, 1591.» El aludido conde de Fuentes, D. Pedro Enríquez de Acevedo, nació en Valladolid, hacia 1560, y murió en 1610.

En las casas de D. Juan de Silva reuníase una academia literaria, que presidía el gran duque de Alba, D. Fernando de Toledo. (Cons. C. Fernández Duro, Don Pedro Enríquez de Acevedo, conde de Fuentes, en el tomo X de las Memorias de la Real Academia de la Historia; Madrid, 1885; pág. 494.)

Pueden verse cartas de Silva en los tomos XXXIX y XL de la Colección de documentos inéditos para la historia de España.

Otro Silva, D. Juan de Silva y Toledo, escribió la Historia famosa del principe don Policisne de Boecia, hijo y único heredero de los reyes de Boecia Minandro y Grumedela (Valladolid, 1602), una de las últimas novelas caballerescas. (N. del E.)

 

179.1

Barcos pequeños. Zabras los llama también Baltasar del Hierro en el primer canto de sus Victoriosos hechos de... don Aluaro de Baçan (Granada, 1561). (N. del E.)

 

180

(4) DON DIEGO OSORIO.- A juzgar por las palabras de Cervantes, fue Osorio poeta épico, y guerrero. Muy probable es que se trate del leonés «don Diego de Santisteuan Osorio», autor de la Quarta [y quinta] parte de la Aravcana (Salamanca, 1597) y de la Primera y segvnda parte de las guerras de Malta y toma de Rodas (Madrid, 1599). Acerca de Diego de Santistevan, véase la Bibliografía madrileña de Pérez Pastor (Madrid, 1891-1906-1907; tomo III, pág. 478).

A este Diego de Santistevan Osorio alude Lope de Vega en la Arcadia (Madrid, 1598; libro V), y el mismo Cervantes en el Viage del Parnaso (Madrid, 1614; capítulo IV), al decir:


   «Desde el indio apartado, del remoto
mundo llegó mi amigo Montesdoca
y el que anudó de Arauco el nudo roto


En la primera edición de La Aravcana (primera parte), de D. Alonso de Ercilla (Madrid, 1569), hay dos quintillas de Diego de Morillas Osorio en alabanza del libro. (N. del E.)