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ArribaAbajoActo III

 

La chacra de CANTALICIO.

   

(En la nueva granja de DON NICOLA. Dos años después. Ocupando toda la mitad de derecha de la escena un edificio en construcción, con las paredes que se alzan apenas medio metro del suelo, lo suficiente para sostener los marcos que deben estar ya colocados. Varios Albañiles trabajan colocando ladrillos. Cayendo hacia el centro mismo un viejo ombú a medio desgajar, que extiende su rama más gruesa hacia el lado de la obra. En el suelo, las ramas recientemente cortadas. Perspectiva alegre, verde, de alfalfar. Pleno sol.)

 

Escena I

 

PEONES 1.º y 2.º y ALBAÑIL.

 

PEÓN 1.º.-  ¡Y diai! ¡Qué más remedio!... Ahora viene lo gordo, hermano... Estos árboles se debían hacer saltar a barreno.

PEÓN 2.º.-   (Señalando la rama gruesa.)  ¿Le metemos a ésta no más?

PEÓN 1.º.-  ¡Y diai!... ¡Qué más remedio!...

PEÓN 2.º.-  Animal viejo, ¿ai ser, no?... Fijate qué raíces...

PEÓN 1.º.-  Pa mí que ha nacido en el tiempo de los españoles...

PEÓN 2.º.-  ¿Qué?... ¡Mucho antes!... ¡Pero mucho!... Debe ser del tiempo e los ingleses...

PEÓN 1.º.-  ¡Siás bárbaro!... Si los ingleses no han venido nunca a este país... Recién están llegando...

PEÓN 2.º.-  ¿Qué sabés vos?... Mirá: a la República Argentina vinieron: primero los indios... los matacos; dispués los ingleses, dispués los gallegos y dispués... el general San Martín, Belgrano y todos esos otros...

ALBAÑIL.-   (Burlón.)  ¡Pucha!... ¡Si me parece estar en la escuela!... Diga, maestro...

PEÓN 2.º.-  Has de ser muy inteligente vos... como ese ladrillo que estás golpiando...

ALBAÑIL.-  Si vos me hubieses enseñado, pue que sí no más...

PEÓN 2.º.-  ¡Andá!... ¡Andá!... ¡Trabajá! ¡Zonzo!... ¡Que si te ve tu patrón!...

ALBAÑIL.-  Más fácil es que te agarre el tuyo haciendo sebo... Y mirá, ni que hubiese adivinao... Ahí llega en el breque...

PEÓN 2.º.-  ¡Cierto!... ¡Metelo, che!... (Buscan acomodo para aserrar mejor.)

PEÓN 1.º.-  De veras que me da pena cortarlo...

PEÓN 2.º.-  ¿Por el ombú... o por el trabajo?...

PEÓN 1.º.-  ¿Eh?... ¡Por las dos cosas!... Vamos.

 

(Comienzan a aserrar. Pausa. Debe oírse un instante el ruido de la sierra y los golpes de cuchara de los Albañiles.)

 


Escena II

 

PEONES 1.º y 2.º, ALBAÑIL, DON NICOLA, HORACIO y VICTORIA.

 
 

(Salen DON NICOLA, VICTORIA y HORACIO, con indumentarias livianas de verano. Notable progreso en el vestir de los dos primeros, especialmente VICTORIA. HORACIO, elegante y desenvuelto.)

 

HORACIO.-  Le digo, viejo, que está equivocado... Cuanto más en la altura se coloque el depósito surtidor, menor tiene que ser su elevación...

DON NICOLA.-  ¿Ma por qué hay que hacerlo más alto?... Eso es lo que yo no te comprendo.

HORACIO.-  La teoría física de los vasos comunicantes...

DON NICOLA.-  ¡Qué comunicante!... ¡Dejate de zonceras... que yo no soy ningún sabio... Decí las cosas claras...

HORACIO.-   (Riendo mientras se aparta DON NICOLA.)  ¡Bueno, bueno, bueno, viejo!... Confieso la plancha... Y no discutamos más. Ahora verá cómo el constructor me da la razón... Veamos cómo anda la obra... ¿Vos no habías venido nunca, Victoria?...

VICTORIA.-  ¡No, nunca!...

HORACIO.-  ¡Sos poco curiosa!... Mirá; de esta parte, en la esquina misma, y bien arriba, va a quedar un pabelloncito lindísimo... Te lo ofrezco...

VICTORIA.-  Para mí es lo mismo. Yo estoy bien en cualquier sitio... y no entiendo mucho de comodidades...

HORACIO.-  ¿De modo que nada te llama la atención? ¿Desencantada de la vida?... ¿A esta edad?

VICTORIA.-  ¡Yo... no sé!...

HORACIO.-  ¡Pobrecita!... ¿Y no has pensado en el suicidio?... Esperate... ¡Con fósforos es más romántico!...

VICTORIA.-   (Con fastidio.)  ¡Oh!... Salí...

HORACIO.-   (Riendo.)  Me olvidaba... ¡Ahora son sin veneno!... ¿Y el viejo?... ¿A qué se ha ido este porfiado?... ¡Tata!...

DON NICOLA.-   (Reapareciendo.) Te digo que yo tengo razón... He visto el terreno con estos ojos...

HORACIO.-  Bueno... Ya lo dirá el constructor... Vamos a verlo...

DON NICOLA.-  Vos tendrás mucho estudio... Pero yo tengo la práctica...

HORACIO.-    (Al ALBAÑIL.)  ¿El constructor?...

ALBAÑIL.-  Se fue a la cremería en el automóvil, pero ahora no más vuelve...

HORACIO.-  Entre tanto podríamos ir a ver el surgente... ¿Le parece, viejo?...

DON NICOLA.-  Sí, pero esperá un poco...  (A los Peones.)  ¿Y desde ayer que trabajan no han podido voltear más que esos gajitos?... Parece que andan haraganeando mucho, ¿eh?...

PEÓN 2.º.-  Si es muy fuerte este árbol... ¿Se cree que así no más se voltea un ombú?...

DON NICOLA.-  ¡Hacha!... Hacha y buenos brazos se precisa... Y verán cómo cae pronto...

PEÓN 2.º.-  Es que no dentra el hacha, pues. ¡Rebota como si fuese goma!...

DON NICOLA.-  ¡Caramba!... ¿Y para qué tienen ese serrucho en las manos?...Bueno, bueno, ¿eh? A ver si acaban pronto... Vamos...

HORACIO.-  ¿Cómo no?... Vamos, Victoria...

VICTORIA.-  No... es muy lejos... No tengo ganas de caminar tanto...

HORACIO.-  ¿Y qué vas a hacer?...

VICTORIA.-  Nada... Volverme al coche...

HORACIO.-  Facha il suo cómodo, señorita romántica...  (Viendo que VICTORIA se vuelve fastidiada.)  ¡Ah, no!... Enojos no permito, hijita...  (La besa.)  Hasta luego.

 

(Mutis de DON NICOLA y HORACIO por la derecha. VICTORIA se aleja lentamente por el lado opuesto.)

 


Escena III

 

PEONES 1.º y 2.º y ALBAÑIL.

 

PEÓN 1.º.-  Adiós, niña... ¿Ya no se acuerda de los viejos amigos?...

PEÓN 2.º.-  Quién la ve, ¿no?... Y las veces que hemos arao en la misma melga...

PEÓN 1.º.-  ¡Ahora es señorita, che!... ¡Ja... ja!...

PEÓN 2.º.-  Me gustaría que golviese Próspero, el hijo'e don Cantalicio... pa ver si lo trataba con tanto disprecio.

ALBAÑIL.-  Murmuren no más... Murmuren... Eso ha de ser en pago del café que les ha dao el viejo Nicola...

PEÓN 2.º.-  ¡Callate, ladiao!...



Escena IV

 

PEONES 1.º y 2.º, ALBAÑIL, CANTALICIO, luego VICTORIA, y al final DON NICOLA.

 

CANTALICIO.-   (Saliendo.) ¿Quién habla de don Cantalicio por acá?...

PEÓN 2.º.-   (Regocijado.) Salú, don Cantalicio... ¡Ánima bendita!... ¡Ya lo creíamos muerto!...

CANTALICIO.-  Ya ve que no, amigo... ¡Cosa mala!... Che, ¿andan los gringos cerca?...

PEÓN 2.º.-  Están en el bajo... ¿Y qué vientos lo traen por estos pagos?... ¿Ande anduvo?

CANTALICIO.-  Lejos... Por la provincia de Córdoba...

PEÓN 2.º.-  ¿Haciendo?...

CANTALICIO.-  De todo. ¿Qué más remedio? ¡Precisé llegar a viejo pa tener que deslomarme trabajando! Y gracias que entoavía servía pa algo... ¿A que no sabés en qué me ocupo?

PEÓN 2.º.-  No, señor.

CANTALICIO.-  En venderles animales a los gringos... Fijate qué suerte... Yo que en mis tiempos sabía tropiar ganaos ariscos de la sierra pa mí... pa mi campo, pa este mesmo campo... me veo ahora condenao a acarrearles güeyes a los colonos...

PEÓN 2.º.-  Lo que son las cosas, hombre...

CANTALICIO.-  Ayer no más le traje a un chacarero del Chañarito unos sesenta animales. Después, como quedaba tan cerca del pago viejo, le dije a Cantalicio: che, andate a mirar cómo marcha aquello... Yo no quería pasar por este camino pa no acordarme, ¿sabés? Pero la querencia me empezó a cuartear pa este lao, y cuando quise acordar... estaba aquí...

PEÓN 2.º.-  ¡Mire, mire!...

CANTALICIO.-  De lejos ya vide todas las judiadas que me habían hecho los gringos con esto...  (Mirando en redor.)  Vean... vean... De la casa, ni qué hablar... Parece que le van a edificar encima un pueblo entero... ¡Ni el horno... ni la noria... ni el palenque!... ¡Cosa bárbara! ¡Desalmaos!... ¿Y aquello? Eso sí que no les perdonaré nunca... ¡talarme los duraznitos!... ¡Los había plantao Elisa, la finadita mi hija... y todos los años daban unas pavías así!... ¡Dañinos!... Lo único, lo único... de lo mío que entoavía puedo ver es ese ombú... Pero che... ¿y por qué lo están podando así?...

PEÓN 2.º.-  ¿Podar?... Al suelo va ir también... ¡Eso estamos haciendo... voltearlo!...

CANTALICIO.-  Eso sí que no... ¿El ombú?... En la perra vida... Todo han podido echar abajo, porque eran dueños... Pero el ombú no es de ellos. Es del campo... ¡Canejo!...

PEÓN 2.º.-  Yo creo lo mismo. Pero los patrones dicen que el pobre árbol viejo les va a dañar la casa...

 

(Aparece VICTORIA y se detiene a escuchar.)

 

CANTALICIO.-  ¿Y por qué no edifican más allá?... ¡Bonita razón!... Los ombúes son como los arroyos o como los cerros... Nunca he visto que se tape un río pa ponerle una casa encima... ni que se voltee una montaña pa hacer un potrero... ¡Asesinos!... ¡No tienen alma!... Si tuvieran algo adentro, les dolería destruir un árbol tan lindo, tan bueno, tan mansito... ¡Cómo se conoce, canejo, que no lo han visto criar ni lo tienen en la tierra de ellos!...

PEÓN 2.º.-  Vaya usted a hacerles entender esas razones...

CANTALICIO.-  ¿Y qué van a comprender ellos... si ustedes mismos, ¡parece mentira, criollos como son!, se prestan a la herejía?...

PEÓN 2.º.-  ¡Oh!... Y si nos mandan...

CANTALICIO.-  No se hace... Salgan de ahí... desgraciaos. ¡Todos se han vendido... todos se están volviendo gringos... todos!... ¡Pa qué habré venido, canejo! ¡A ver tanta pena!...  (Al volverse se encuentra con VICTORIA y bruscamente.)  Buen día... ¡Venís a mirar las lindas cosas que están haciendo, no?...  (Intenta irse.) 

VICTORIA.-  No se vaya, don Cantalicio... Oiga, escúcheme... Tengo que decirle algo... Venga...  (Lo aparta y se queda un momento indecisa.) 

CANTALICIO.-  ¡Hablá de una vez, pues!...

VICTORIA.-  Este... ¿Usted sabe algo de Próspero?...

CANTALICIO.-  No sé, ni necesito saber... ¿Pa eso no más me llamabas?...

VICTORIA.-  Es que... Próspero está ansioso por tener noticias de usted...

CANTALICIO.-  ¿Y vos cómo sabés eso?...

VICTORIA.-   (Confundida.)  Por ahí... la gente lo dice...

CANTALICIO.-  No ha'e ser cierto... No se acuerda más ya...

VICTORIA.-  Sí que se acuerda...

CANTALICIO.-  ¡No, no, no!... ¡Mentira!...  (Intenta irse.) 

VICTORIA.-   (Deteniéndolo.)  Si me lo ha dicho a mí muchas veces...

CANTALICIO.-  ¿Dónde?

VICTORIA.-  En el Rosario... En esta temporada que pasamos allí hace dos meses... Nos veíamos muy seguido... y me hablaba del viejo, que lo quería mucho... que deseaba tanto verlo... y... vea, ayer me escribió y en la carta me preguntaba dos o tres veces por usted...

CANTALICIO.-  ¿Cómo es eso?... ¿Cartitas?...

VICTORIA.-   (Pegándose en la boca.)  ¡Qué zonza!... ¡Se me escapó!

CANTALICIO.-   (Muy suavizado.) Conque ésas teníamos, señorita, ¿eh?

VICTORIA.-  ¡Sí, pero... nadie lo sabe todavía!...

CANTALICIO.-  ¿Y qué es de la vida de ese bandido?...

VICTORIA.-  Está muy bien... acreditadísimo con míster Daples... ¡Ay! Creo que llega tata...

CANTALICIO.-  Yo me mando mudar...  (Al volverse se encuentra de manos a boca con DON NICOLA.) 



Escena V

 

PEONES 1.º y 2.º, ALBAÑIL, CANTALICIO, VICTORIA, DON NICOLA y HORACIO.

 

DON NICOLA.-   (Un poco sorprendido.)  Cosa... Cosa... ¡Ah!... ¿Es usted, don Cantalicio?... ¿Cómo dice que le va?... ¿Qué anda haciendo por estos pagos?... Ha venido a ver su antigua casa, ¿eh? Está un poco cambiada, ¿no? Pero todavía va a quedar mejor...  (CANTALICIO, que se ha quedado mudo, hace jugar el rebenque entre sus manos.)  Ahora, cuando edifique este otro ranchito de dos pisos... y venga el jardín y la quinta de frutales... y la lechería allá abajo...  (Sacude la ceniza de la pipa y vuelve a colgársela de los dientes.)  Va a quedar mejor... bastante mejor... Pero ya se va notando el cambio... ¡Ah, y mire qué pichón de alfalfar!... Y todo lo está haciendo mi hijo el mayor, que ha estudiado en Buenos Aires de ingeniero... ¿Dónde anda Horacio?...

HORACIO.-   (Saliendo.)  ¿Qué hay, viejo?...  (Saludando cortésmente a CANTALICIO.)  ¡Buen día, señor!...

DON NICOLA.-  Aquí te presento a don Cantalicio, el que era dueño de este terrenito... Mi hijo Horacio...

HORACIO.-   (Dándole la mano.)  Muchísimo gusto, señor...

CANTALICIO.-   (Muy seco.)  Igualmente.

 

(DON NICOLA se aparta y luego se va.)

 

HORACIO.-  Yo debo haberlo conocido cuando era muchacho; pero, francamente, no recuerdo.

CANTALICIO.-  Así ha de ser...

HORACIO.-  Acércate, Victoria... A ella la conocería, ¿verdad?... ¿Se conocían ustedes?

CANTALICIO.-  La he saludao ya...

VICTORIA.-  Somos viejos amigos.

HORACIO.-  ¡Pero qué cabeza la mía!... Si mal no recuerdo usted tiene un hijo en el Rosario...

CANTALICIO.-  Sí, señor, Próspero.

HORACIO.-  ¡Lo conozco!... ¡Lindo muchacho!... Nos hicimos amigos últimamente, cuando fui a contratar la trilla con míster Daples.

VICTORIA.-  Dale noticias de él, porque creo que el señor hace tiempo que no lo ve...

HORACIO.-  Está muy bien. Es el hombre de confianza de Daples... Tiene trilladoras a su cargo... Precisamente le propuse que viniese a hacer nuestro trabajo.

CANTALICIO.-  ¿Cree que vendrá?

HORACIO.-  No sé... Pensaba salir con una máquina rumbo a Arias... No sería difícil...  (Pausa.)  Usted hace mucho que no cae por estos pagos. Le habrá extrañado esta transformación.

CANTALICIO.-  ¡Ya he visto, señor, ya he visto!...

HORACIO.-  Con un poquito de pena, ¿no es cierto?...

CANTALICIO.-  ¿Por qué? Ustedes eran muy dueños...

HORACIO.-  Acompáñenos un rato... Le enseñaré algunas cosas...

CANTALICIO.-  No puedo... Tengo que dir lejos...

VICTORIA.-  ¡Qué se ha de ir con este sol!... Lo invitaremos a almorzar en casa...

HORACIO.-  ¡Excelente idea!...  (Muy familiarmente.)  Venga, amigo viejo... Verá qué lindo le vamos dejando su campito... Vamos, vamos pues... y no tenga pena... que esto es pa bien de todos...

CANTALICIO.-  Vea, mocito, que no hemos dormido juntos que se tome tanta confianza... Ya le he dicho que tengo que dirme...

HORACIO.-  Bueno, señor... Disculpe... Usted es muy dueño... Pero le aseguro que no he tenido el ánimo de ofenderlo...

CANTALICIO.-   (Mirando al campo.)  Güeno... Adiosito...

 

(Se va casi corriendo.)

 


Escena VI

 

HORACIO, VICTORIA, PEONES 1.º y 2.º y ALBAÑIL.

 

HORACIO.-   (Que lo ha seguido con la mirada.)  ¡Rico tipo!... ¿Lo has visto?...

VICTORIA.-  ¡Pobre hombre!...

HORACIO.-  No le hemos tratado mal, sin embargo...

PEÓN 2.º.-  ¡Va como luz derecho al caballo!...

VICTORIA.-  ¿Te parece poca mortificación la de ver desaparecer tanta cosa querida?...

HORACIO.-  Estoy seguro de que el hijo no piensa de igual manera...  (Viendo a los Peones que han dejado de aserrar.)  ¡Oh!... ¿Y ustedes por qué no siguen trabajando?...

PEÓN 2.º.-  ¡Este!... Nos pareció oír que decían que se iba a dejar así no más el ombú...

HORACIO.-  ¿Quién ha dado semejante orden?...

PEÓN 1.º.-  Nosotros no sabemos... pero... creíamos no más...

HORACIO.-  Las pocas ganas que tienen de trabajar les hace ver visiones... ¡Adelante! ¡Adelante!...

VICTORIA.-  ¡Oíme, Horacio!... Vos decías hace un rato que me hallabas triste... ¿Querés que te diga la causa?...

HORACIO.-  ¡A ver! ¡A ver!... Confidencia tenemos. ¿Quién es el favorecido?... ¿El novio?...

VICTORIA.-  No tengo ningún novio...

HORACIO.-  Es una lástima, m'hijita...

VICTORIA.-  Estaba así... afectada... por el ombú...

HORACIO.-    (Risueño.) ¿Cómo?... ¿Cómo?...

VICTORIA.-  Me dio pena ver que lo echaban abajo... ¡Un árbol tan viejo!...

HORACIO.-  ¡No oigo!. ¡Caso perdido de romanticismo!...

VICTORIA.-   (Fastidiada.)  ¡Oh!...

PEÓN 2.º.-  Ahí debe venir el automóvil del constructor. Veo una polvareda bárbara en el alto grande...

HORACIO.-  Afligirse porque se destruye una cosa inútil... ¿Viene, che?...

VICTORIA.-  Inútil... no.

HORACIO.-  Y fea y perniciosa... Te imaginás un parque a la inglesa, frente a un chalet, con semejante adefesio en medio... Además obstruye la vista del edificio... y es sucio, hijita, muy sucio; lo inunda todo con esas flores que parecen gusanos... Se podría conservar por respeto a la tradición y quizá prestara algún servicio... si estuviese en mitad del campo... ¡Pero aquí no, de ninguna manera!...

VICTORIA.-  Tendrás razón... Sin embargo, es un capricho mío... y me darías un inmenso gusto si lo hicieras dejar...

HORACIO.-    (Viendo a DON NICOLA.) ¿A que no sabe, tata, lo que me pide Victoria?... ¡Que dejemos el ombú!...



Escena VII

 

DON NICOLA, HORACIO, VICTORIA, PEONES 1.º y 2.º y ALBAÑIL.

 

DON NICOLA.-  Esa porquería... Un árbol criollo que no sirve ni pa leña... y que no sirve más que pa que le hagan versitos de Juan Moreira... Ya debía estar en el suelo...

HORACIO.-   (A VICTORIA.)  ¿Has visto?...

VICTORIA.-  ¡Malo!... ¡Me la vas a pagar!...

PEÓN 2.º.-  Y... ¿se corta o no se corta?...

DON NICOLA.-  ¡Métanle serrucho y déjense de zoncerías!... ¡Caramba!... ¿E don Cantalicio... se ha ido ya?... Parece que está más mansito ahora... Tenía un poco de mal genio antes... Era medio peleador...

 

(Se oyen los ruidos de un automóvil que detiene su marcha.)

 

HORACIO.-  No crea, viejo... Se fue empacao...

DON NICOLA.-  Es una lástima... El hijo no era malo. Mas se metió a enamorársela a ésta... y tuve que echarlo de casa...

HORACIO.-   (Jovial.)  ¡Ah!... ¡Ah!... ¡Ya comprendo!... Conque el ombú, ¿no?... ¡Te ajustaré las cuentas!... ¡Picarona!...

 

(Suena más intensamente el motor.)

 

PEÓN 2.º.-  Aistá la máquina...

PEÓN 1.º.-  ¿Qué trae, che? ¿Qué pasa?

HORACIO.-  Ahora veremos quién tenía razón, viejo. ¿Cuánto jugarías vos, Victoria, a mis manos?...

VICTORIA.-  ¡Yo qué entiendo de eso!...

DON NICOLA.-  Jugale la herencia a las mías y vas a ver cómo la práctica le gana... ¿Se han creído que porque han estado en la Universidad van a saber más que un viejo que se pasó la vida sobre la tierra y el arado?...



Escena VIII

 

DON NICOLA, HORACIO, VICTORIA, PEONES 1.º y 2.º, ALBAÑIL y CONSTRUCTOR.

 

EL CONSTRUCTOR.-   (Apresurado.)  ¡Hagan el favor!... ¡Don Nicola!... ¡Horacio!... ¡Vengan un momento!...

VOCES.-  ¿Qué pasa?... ¿Qué ocurre?...

EL CONSTRUCTOR.-  ¡Traigo un herido!... ¡Un paisano viejo!...

VICTORIA.-   (Muy alarmada.)  ¿Cómo?... ¿Quién?...

EL CONSTRUCTOR.-  No sé!... ¡Vengan, señores, un momento!...

 

(VICTORIA corre adelante.)

 

HORACIO.-   (Deteniéndola.)  Quedate vos... ¡Nada tenés que ver!...

VICTORIA.-  ¡Oh!... ¡Yo voy!...

 

(Vanse VICTORIA, HORACIO, DON NICOLA y EL CONSTRUCTOR.)

 


Escena IX

 

PEONES 1.º y 2.º y ALBAÑIL.

 

PEÓN 2.º.-    (Observando, como los demás trabajadores.)  ¡Che!... ¡Fijate!... ¡Si parece don Cantalicio!...

PEÓN 1.º.-  ¡Sí, es él mismo!...

ALBAÑIL.-  No ha de venir muy mal herido cuando corcovea tanto.

PEÓN 1.º.-  ¿Qué le habrá pasao?

PEÓN 2.º.-  Dejuro que tu patrón lo ha llevao por delante con el aparato... Son piores que el ferrocarril esas máquinas...

 

(Pausa.)

 

PEÓN 1.º.-  ¡Mirá, che!... Se apea solo...

 

(Pausa.)

 

PEÓN 2.º.-  ¡Oh!... ¿Y por qué esos gringos lo quedrán atajar?...

 

(Pausa.)

 

ALBAÑIL.-  Y porfía pa venirse...

 

(Pausa.)

 

PEÓN 1.º.-  Ahí le sacan el poncho...

 

(Pausa.)

 

PEÓN 2.º.-  ¡Dejuramente!... ¡Un cristiano no camina así!...

PEÓN 1.º.-  ¡Caray!... ¿Qué le habrá pasao?...

ALBAÑIL.-  Lo que sea... Pero métanle, muchachos, al trabajo, si no quieren llevarse un café. A nosotros... ¿qué nos importa?...

 

(Actividad afectada de los Peones.)

 


Escena X

 

CANTALICIO, VICTORIA, HORACIO, DON NICOLA, CONSTRUCTOR, PEONES 1.º y 2.º y ALBAÑIL.

 

CANTALICIO.-   (Desde fuera aún.) ¿Por qué no me han dejao?...

 

(Rumor de voces.)

 

PEÓN 2.º.-  ¡Mírenlo!... ¡Pobre hombre, cómo viene!...

CANTALICIO.-    (Apareciendo sin poncho, tambaleante, sostenido por VICTORIA y con el brazo derecho ensangrentado.)  ¿No están conformes con haberme molestado en vida?... Déjenme morir en paz... y ande se me antoje...

VICTORIA.-  ¿Por qué es tan caprichoso?... ¡Aquí no tenemos nada para curarlo!... ¡Venga a casa!...

CANTALICIO.-  No preciso que me curen. ¡Me via morir!... ¡Se acabó!... El criollo viejo ya no los incomodará más... ¡Nunca más!...

DON NICOLA.-  Atienda, don Cantalicio... La muchacha tiene razón... ¡Nosotros no queremos dejar que un criollo se muera como un perro!...

VICTORIA.-   (Alterada.) ¡Cállese, tata!... ¡Déjelo en paz!...

CANTALICIO.-  Déjalo... déjalo, muchacha... Puede decir lo que quiera... ¡Es dueño del campo!... ¡Está en su casa!...  (Quejándose.)  No puedo más... Llévame, m'hijita... Sos la única gringa buena... Allí... al ombú. Si lo voltean antes que me muera, dejen no mas que me caiga encima...

 

(VICTORIA lo conduce lentamente hacia el ombú.)

 

HORACIO.-    (Al CONSTRUCTOR.)  ¿Y cómo fue eso?

EL CONSTRUCTOR.-  Iba a todo galope, y al pasar junto a la máquina, el caballo dio una espantada y lo arrojó lejos... Le recogimos desmayado. Cuando volvió en sí...

HORACIO.-  ¿Por qué no lo llevó a la chacra, amigo?...

EL CONSTRUCTOR.-  Si se quería tirar del automóvil al pasar por acá... Por eso me detuve...

HORACIO.-  ¡Qué desgracia!... Pero no ha de ser grave, ¿verdad?

CONSTRUCTOR.-  ¡Cuando menos, algo roto! Dio contra un poste...

CANTALICIO.-   (Acomodándose entre las raíces del ombú.)  ¡Dejame aquí no más m'hijita!... Entre estas raíces que parecen brazos... Era destino de Dios que había de morir en mi mesma tapera...

DON NICOLA.-  ¡Caramba, don Cantalicio!... ¡Usted hace mal en ser tan porfiado!...

CANTALICIO.-   (Irguiéndose.)  Retirate... ¡gringo!...