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11

Maza: el palo, hueso u otra cosa que por diversión se suele poner atada a la cola de los perros por Carnestolendas (vid. v. 55). También se llamaba así el trapo sucio que se prendía con un alfiler a la espalda como burla.

 

12

Era costumbre en el tiempo de regocijo que precedía a la Cuaresma la elección en las escuelas de un niño como «Rey de gallos» que, acaudillando a los demás, «corrían» al gallo hasta matarlo con un instrumento punzante (vid. vv. 272-274 de este entremés y acotación final). La referencia literaria más famosa es quizá la de Quevedo en La vida del buscón don Pablos (ed. F. Lázado Carreter, Salamanca, 1980, pp. 26-27). Vid. otros ejemplos y explicación exhaustiva de las variantes de este uso en J. Caro Baroja, op. cit., pp. 77 y ss.

 

13

Esta costumbre carnavalesca está íntimamente relacionada con la práctica violenta de los «palos» entremesiles. E. Asensio (op. cit., pp. 20-22) analiza la evolución y permanencia de este instrumento en forma de látigo, bastón, «matapecados» o «hisopo» sacristanil (en este último caso inequívoca muestra de la hermandad entre lo sacro y lo profano), como atuendo del simple loco, de los «zani» de la «commedia dell'arte». Como se evidencia en la lectura de numerosas piezas cortas, «se trataba de un accesorio y un acto poco menos que ritual». Vid. nota al v. 143 de El Convidado.

 

14

Sobre el apelativo «hijitas rollonas», cf. nota a la acotación tras el v. 277 de El pésame de la viuda. La «rapidez» del género no impide introducir a Calderón, como en otras ocasiones, una apretada teorización: en este caso sobre la función enmascaradora, diríamos que alienante, del teatro frente a la contradictoria realidad social (vid. sobre todo vv, 65-70). Teatro, vida cotidiana y carnaval, como intuyó Deleito y Piñuela (op. cit., p. 19), se superponen.

 

15

Iglesia me llamo: frase que usan los delincuentes cuando se niegan a declarar. Indica firme obstinación (DA).

 

16

(Vv. 71-74) Pasaje idéntico aparece en los vv. 1-8 del entremés La maestra de gracias, de Luis Belmonte (Ramillete, p, 155), pieza que H. E. Bergman fecha sobre 1635.

 

17

(Vv. 72-74) Frecuente en la literatura satírico-costumbrista del XVII es la crítica a las pretensiones arribistas de las fregonas y criadas. Vid. vg. el delicioso capítulo de F. Santos, «Escala por donde sube a ser dama la fregona», en Día y noche de Madrid, Discurso III (BAE, t. XXXIII, pp. 387 y ss.).

 

18

La relación maza-mona no es gratuita. El DA recoge la expresión «la maza y la mona» para indicar las personas que andan siempre juntas. Hacer la mamola es engañar (DA). Correas, p. 758, recoge «hacer la mamona» con idéntico significado. Vid. también la nota sobre las «mamolas y mamonas» de F. Rodríguez Marín en su ed. del Quijote, Madrid, 1948, I, X, pp. 122-131.

 

19

Llevar cola o ser cola era obtener el último lugar en el juicio de exámenes u oposiciones públicas. Se usaba sobre todo en los ejercicios literarios de la Universidad de Alcalá. Para las diversas costumbres de graduación académica, vid. J. García Mercadal, Estudiantes, sopistas y pícaros, Madrid, 1954, páginas 123-135.

 

20

Cf. vv. 11-12 de El sacristán mujer.