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Ofrece aquí Calderón, en estructura de mojiganga, un desfile de personajes folklóricos o «de capricho» que han hecho a los críticos (especialmente Cotarelo, p. LXXXIII) relacionar este entremés con el de Las sombras atribuido erróneamente a Quevedo (OCFQ, II, pp. 573 y ss.), hábil refundición de los caracteres delineados por él mismo en el Sueño de la Muerte y que vuelve a retomar en el Entremés de los refranes del viejo celoso. En todo caso, la razón de aparecer en escena tales «sombras» o entelequias de refranero obedecen, tanto en Quevedo como en Calderón, tal vez al deseo de poner en evidencia la fosilización o lexicalización de los dichos sin sentido (vid. nuestra Introducción, 5.1). En cuanto al «Rey que rabió», vid. Correas, p. 10: Para decir que una cosa es muy vieja. Aparece en el Sueño de la Muerte (SQD, pp. 204-205) y en el entremés mencionado (OPCFQ, IV, p. 145).

 

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Correas, p. 527: «Marta, la que los pollos harta: a desdén de la impertinente.» Aparece en el Sueño de la Muerte (loc. cit., p. 232) y en el entremés mencionado (loc. cit., p. 145).

 

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Correas, p. 71: apodo de bobo o necio, Vid. Sueño de la Muerte, loc. cit., p. 234, y Entremés del viejo celoso, loc. cit., pp. 143-144.

 

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Correas, p. 133: «En tiempo de Maricastaña: tiempo antiguo de inocencia y patraña.» F. Buendía (Antología, p. 682, n. 1) especula sobre el origen del personaje recordando a una tal Mari Castaña que en el siglo XIV resistió el pago de tributos que el obispo, como señor, imponía. Citada en El viejo celoso (loc. cit., p. 144).

 

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Sobre el tema del «mundo al revés» en sus orígenes clásicos, vid. E. R. Curtius, Literatura europea y Edad Media latina, México, 1976, pp. 143-149; J. A. Maravall, La cultura del Barraco, Barcelona, Ariel, 1975, pp. 307 y ss., lo observa como un síntoma más de la conciencia de crisis del seiscientos. Por su parte, Helen F. Grant relaciona con precisión las representaciones gráficas del tema y sus correspondencias literarias en «Images et gravures du monde à l´envers dans les relations avec la pensée et la littérature espagnoles», en L´image du monde renversé...., citada, pp. 17-33, así como en «The world upside-down», en Studies in Spanish Literature of the Golden Age, Londres, Tamesis Books, 1973, pp. 103-135. Es evidente que el personaje ilustra muy bien el sentido de inversión o «introyección» transgresiva del carnaval que, como advierte Caro Baroja (op. cit., p. 50), se observa ya en viejos entremeses (citemos, vg., los de Quiñones, El mundo al revés y Baile de la casa al revés y los vocablos) (Cotarelo, t. II, pp. 746-748 y 828-829, respectivamente).

 

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También aparece en el entremés citado, loc. cit., p. 144, con el precedente inequívoco de El sueño de la Muerte (loc. cit., pp. 223-226). Fue la dueña que actuó como mediadora entre Lanzarote del Lago y la reina Ginebra. Cf. Quijote, 11, 23.

 

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(Vv. 278-279) Estribillo usual en el entremés para zaherir al Vejete. Así, en el Entremés cantado: el Tiempo, de Quiñones: «A los viejos engreídos / de caducos alborozos, / ¡uchoho!, que los corren los mozos; / ¡uchoho!, que van corridos» (Cotarelo, t. II, p. 507b). En cuanto a la voz uchóo o ¡Hucho ho! es un grito que se empleaba para provocar a halcones o toros (DA). Aparece asimismo en El retablo de las maravillas, de Cervantes, cuya edición a cargo de E. Asensio (Madrid, Castalia, 1970, p. 177, o. 10) aclara algunos aspectos remitiendo a bibliografía especializada. La literatura de la época empleó la expresión tanto para referirse al ave de rapiña: «él hacía el huchoho a estos gavilanes de Corte» (A. Liñán y Verdugo, Guía y Avisos de Forasteros que vienen a la Corte, Madrid, Editora Nacional, 1980, p. 69), o al toro: «convirtiose en Hucho-ho / el mismo dios por Europa», en Quevedo, OPCFQ, t. II, p. 247.

 

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Pandorga: variedad de instrumentos de la que resulta mucho ruido (DA). De ahí que Hartzenbusch añada «tocan, cantan y bailan».