«En Sevilla dicen que hay cofradia de ladrones con su
prior y cónsules como mercaderes; hay depositario entre ellos, en cuya
casa se recojen los hurtos, y arca de tres llaves, donde se echa lo que se
hurta y lo que se vende, y sacan de allí para el gasto y para cohechar
los que pueden para su remedio, cuando se ven en aprieto. Son muy recatados en
reçibir que sean hombres esforçados y ligeros, cristianos viejos;
no acojen sino a criados de hombres poderosos y favoreçidos en la
ciudad, ministros de justicia; y lo primero que juran es esto: que, aunque los
hagan cuartos, pasarán su trabajo, mas no descubrirán los
compañeros; y ansi, cuando entre gente honrada de una casa falta algo,
que dicen que el diablo lo llevó, levántanselo al diablo, que no
lo llevó, sino alguno de éstos; y de haber cofradía es
cierto, y durará mucho más que la señoría de
Veneçia; porque, aunque la justiçia entresaca algunos
desdichados, nunca ha llegado al cabo de la hebra.»
|