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Novela del Licenciado Vidriera

Miguel de Cervantes Saavedra





  -fol. 111r-     —73→  

Passeandose dos caualleros estudiantes por las riberas de1 Tormes, hallaron en ellas, debaxo de vn arbol, durmiendo, a vn muchacho de hasta edad de onze años, vestido como labrador; mandaron a vn criado que le despertasse; desperto, y preguntaronle de adonde2 era, y que hazia   -fol. 111v-   durmiendo en aquella soledad.

A lo qual el muchacho respondio que el nombre de su tierra se le auia oluidado, y que yua a la ciudad de Salamanca a buscar vn amo a quien seruir, por solo que le diesse estudio.

Preguntaronle, si sabia leer; respondio que si, y escriuir3 tambien.

«Dessa manera», dixo vno de los caualleros, «no es por falta de memoria auersete oluidado el nombre de tu patria.»

«Sea por lo que fuere», respondio el muchacho, «que ni el della, ni del4 de mis padres sabra ninguno, hasta que yo pueda honrarlos a ellos y a ella.»

  —74→  

«¿Pues de que suerte los piensas honrar?» preguntó el otro cauallero.

«Con mis estudios», respondio el muchacho, «siendo famoso por ellos; porque yo he oydo dezir, que de los hombres se hazen los obispos.»

Esta respuesta mouio a los dos caualleros a que le recibiessen y lleuassen consigo, como lo hizieron, dandole estudio de la manera que se vsa dar en aquella vniuersidad a los criados que siruen.

Dixo el muchacho que se llamaua Tomas Rodaja, de donde infirieron sus amos, por el nombre y por el vestido, que deuia de ser hijo de algun labrador pobre. A pocos dias le vistieron de negro, y a pocas semanas dio Tomas muestras de tener raro ingenio, siruiendo a sus amos con tanta fidelidad, puntualidad y diligencia, que, con no faltar vn punto a sus estudios, parecia que solo se ocupaua en seruirlos. Y como el buen seruir del sieruo mueue la voluntad del señor a tratarle bien, ya Tomas Rodaja no era criado de sus amos, sino su5 compañero. Finalmente, en ocho años que estuuo con ellos, se hizo tan famoso en la vniversidad por su buen ingenio y notable habilidad, que de todo genero de gentes era estimado y querido. Su principal estudio fue de leyes; pero en lo que mas se mostraua, era en letras humanas; y tenia tan felize memoria, que era cosa de espanto; e illustrauala6 tanto con su buen entendimiento,   —75→   que no era menos famoso   -fol. 112r-   por el que por ella.

Sucedio, que se llegó el tiempo que sus amos acabaron sus estudios y se fueron a su lugar, que era vna de las mejores ciudades de la Andaluzia. Lleuaronse consigo a Tomas, y estuuo con ellos algunos dias; pero como le fatigassen los desseos de boluer a sus estudios y a Salamanca, que enhechiza la voluntad de boluer a ella a todos los que de la apazibilidad de su lo viuienda han gustado, pidio a sus amos licencia para boluerse. Ellos, corteses y liberales, se la dieron, acomodandole de suerte que, con lo que le dieron, se pudiera sustentar tres años. Despidiose dellos, mostrando en sus palabras su agradecimiento, y salio de Malaga, que esta era la patria de sus señores, y, al baxar de la cuesta de la Zambra, camino de Antequera, se topó con vn gentilhombre a cauallo, vestido vizarramente de camino7, con dos criados tambien a cauallo. Iuntose con el, y supo como lleuaua su mismo viage; hizieron camarada, departieron de diuersas cosas, y a pocos lances dio Tomas muestras de su raro ingenio y el cauallero las dio de su vizarria8 y cortesano trato, y dixo que era capitan de infanteria por su Magestad, y que su alferez estaua haziendo la compañia en tierra de Salamanca. Alabó la vida de la soldadesca; pintole muy al viuo la belleza de la ciudad de Napoles, las holguras de Palermo, la abundancia de Milan, los festines de   —76→   Lombardia, las esplendidas comidas de las hosterias; dibuxole dulce y puntualmente el aconcha, patron; passa aca, manigoldo; venga la macarela, li polastri e li macarroni9. Puso las alabanças en el cielo de la vida libre del soldado y de la libertad de Italia. Pero no le dixo nada del frio de las centinelas, del peligro de los assaltos, del espanto de las batallas, de la hambre de los cercos, de la ruyna de las minas, con otras cosas deste jaez, que algunos las toman y tienen por añadiduras del peso de la soldadesca, y son la carga principal della. En resolucion,   -fol. 112v-   tantas cosas le dixo y tan bien dichas, que la discrecion de nuestro Tomas Rodaja començo a titubear, y la voluntad a aficionarse a aquella vida, tan cerca tiene la muerte.

El capitan, que D. Diego de Valdiuia10 se llamaua, contentissimo de la buena presencia, desemboltura de Tomas, le rogo que se fuesse con el a Italia, si queria por curiosidad de11 verla, que el le ofrecia su mesa, y aun si fuesse necessario, su vandera, porque su alferez la auia de dexar presto.

Poco fue menester para que Tomas tuuiesse el embite, haziendo consigo en vn instante vn breue discurso de que seria bueno ver a Italia y Flandes y otras diuersas tierras y payses, pues las luengas peregrinaciones hazen a los hombres discretos, y que en esto a lo mas largo podia gastar tres o quatro años, que, añadidos   —77→   a los pocos que el tenia, no serian tantos que impidiessen boluer a sus estudios.

Y como si todo huuiera de suceder a la medida de su gusto, dixo al capitan que era contento de yrse con el a Italia, pero auia de ser12 condicion que no se auia de sentar debaxo de vandera, ni poner13 - 14 en lista de soldado, por no obligarse a seguir su vandera.

Y aunque el capitan le dixo que no importaua ponerse en lista, que ansi15 gozaria de los socorros y pagas que a la compañia se diessen, porque el le daria licencia todas las vezes que se la pidiesse, «esso seria», dixo Tomas, «yr contra mi conciencia y contra la del señor capitan, y assi mas quiero yr suelto que obligado.»

«Conciencia tan escrupulosa», dixo D. Diego, «mas es de religioso que de soldado; pero como quiera que sea, ya somos camaradas.»

Llegaron aquella noche a Antequera, y en pocos dias y grandes jornadas se pusieron donde estaua la compañia, ya acabada de hazer, y que començaua a marchar la buelta de Cartagena, aloxandose ellas16 y otras quatro por los lugares que le venian a mano.

Alli notó Tomas la autoridad   -fol. 113r-   de los comissarios, la incomodidad de algunos capitanes, la solicitud de los aposentadores, la industria y cuenta de los pagadores17, las quexas de los pueblos, el rescatar de las boletas, las insolencias   —78→   de los visoños, las pendencias de los huespedes, el pedir vagages mas de los necessarios y, finalmente, la necessidad casi precisa de hazer todo aquello que notaua y mal le parecia.

Auiase vestido Tomas de papagayo, renunciando los habitos de estudiante, y pusose a lo de Dios es Christo18, como se suele dezir. Los muchos libros que tenia, los reduxo a vnas horas de nuestra Señora y vn Garcilasso, sin comento19, que en las dos faldriqueras lleuaua.

Llegaron mas presto de lo que quisieran a Cartagena, porque la vida de los aloxamientos es ancha y varia, y cada dia se topan cosas nueuas y gustosas. Alli se embarcaron en quatro galeras de Napoles, y alli notó tambien Tomas Rodaja la estraña vida de aquellas maritimas casas, adonde lo mas del tiempo maltratan las chinches, roban los forçados, enfadan los marineros, destruyen los ratones y fatigan las maretas. Pusieronle temor las grandes borrascas y tormentas, especialmente en el golfo de Leon, que tuuieron dos: que la vna los echó en Corcega, y la otra los boluio a Tolon, en Francia. En fin, trasnochados, mojados, y con ojeras, llegaron a la hermosa y bellissima ciudad de Genoua, y desembarcandose en su recogido Mandrache20, despues de auer visitado vna yglesia, dio el capitan con todas sus camaradas en vna hosteria, donde pusieron en oluido todas las borrascas passadas, con el presente gaudeamus. Alli conocieron la suauidad del Treuiano,   —79→   el valor21 del Monte Frascon, la [uiueça]22 - 23 del Asperino, la generosidad de los dos griegos, Candia24 y Soma, la grandeza del de las Cinco Viñas, la dulçura y apazibilidad   -fol. 113v-   de la señora Guarnacha, la rustizidad25 de la Chentola, sin que entre todos estos señores osasse parecer la baxeza del Romanesco26.

Y auiendo hecho el huesped la reseña de tantos y tan diferentes vinos, se ofrezio de hazer parecer alli, sin vsar de tropelia, ni como pintados en mapa, sino real y verdaderamente, a Madrigal, Coca, Alaexos, y a la imperial, mas que real ciudad, recamara del dios de la risa; ofrecio a Esquiuias, a Alanis, a Caçalla, Guadalcanal y la Membrilla, sin que se le oluidasse de Ribadauia y de Descargamaria27. Finalmente, mas vinos nombró el huesped, y mas les dio, que pudo tener en sus bodegas el mismo Baco.

Admiraronle tambien al buen Tomas los rubios cabellos de las ginouessas, y la gentileza y gallarda disposicion de los hombres, la admirable belleza de la ciudad, que en aquellas peñas parece que tiene las casas engastadas, como diamantes en oro.

Otro dia se desembarcaron todas las compañias, que auian de yr al Piamonte; pero no quiso Tomas hazer este viage, sino yrse desde alli por tierra a Roma y a Napoles, como lo hizo, quedando de boluer por la gran Venecia, y por   —80→   Loreto a Milan y al Piamonte, donde dixo don Diego de Valdiuia que le hallaria, si ya no los huuiessen lleuado a Flandes, segun se dezia.

Despidiose Tomas del capitan de alli a dos dias, y en cinco llegó a Florencia, auiendo visto primero a Luca, ciudad pequeña, pero muy bien hecha, y en la que mejor que en otras partes de Italia son bien vistos y agasajados los españoles. Contentole Florencia en estremo, assi por su agradable assiento, como por su limpieza, sumptuosos edificios, fresco rio y apazibles calles. Estuuo en ella quatro dias, y luego se partio a Roma, reyna de las ciudades y señora del mundo. Visitó sus templos, adoró sus   -fol. 114r-   reliquias y admiró su grandeza, y assi como por las vñas del leon se viene en conocimiento de su grandeza y ferocidad, assi el sacó la de Roma por sus despedaçados marmoles, medias y enteras estatuas, por sus rotos arcos y derribadas termas, por sus magnificos porticos y anphiteatros grandes28, por su famoso y santo rio, que siempre llena sus margenes29 de agua, y las beatifica con las infinitas reliquias de cuerpos de martires, que en ellas tuuieron sepultura; por sus puentes, que parece que se estan mirando vnas a otras, y por sus calles, que con solo el nombre cobran autoridad sobre todas las30 de las otras ciudades del mundo: la via Apia, la Flaminia, la Iulia, con otras deste jaez.   —81→   Pues no le admiraua menos la diuision de sus montes dentro de si misma: el Celio, el Quirinal y el Vaticano, con los otros quatro31, cuyos nombres manifiestan la grandeza y magestad romana. Notó tambien la autoridad del Colegio de los Cardenales, la magestad del Sumo Pontifice, el concurso y variedad de gentes y naciones. Todo lo miró y notó, y puso en su punto. Y auiendo andado la estacion de las siete yglesias32, y confessadose con vn penitenciario, y besado el pie a su Santidad, lleno de agnusdeis y cuentas, determinó yrse a Napoles; y por ser tiempo de mutacion, malo y dañoso para todos los que en el entran, o salen de Roma, como ayan caminado por tierra, se fue por mar a Napoles, donde a la admiracion que traia de auer visto a Roma, añadio la que le causó ver a Napoles, ciudad a su parecer, y al de todos quantos la han visto, la mejor de Europa, y aun de todo el mundo.

Desde alli se fue a Sicilia, y vio a Palermo, y despues a Micina33; de Palermo le parecio   -fol. 114v-   bien el assiento y belleza, y de Micina el puerto, y de toda la isla la abundancia, por quien propiamente34, y con verdad, es llamada granero de Italia.

Boluiose a Napoles, y a Roma, y de alli fue a nuestra Señora de Loreto, en cuyo santo templo no vio paredes, ni murallas, porque todas estauan cubiertas de muletas, de mortajas, de cadenas, de grillos, de esposas, de cabelleras,   —82→   de medios bultos de cera, y de pinturas y retablos, que dauan manifiesto indicio de las inumerables35 mercedes que muchos auian recebido36 de la mano de Dios, por intercession de su diuina Madre, que aquella sacrosanta imagen suya quiso engrandecer y autorizar con muchedumbre de milagros, en recompensa de la deuocion que le tienen aquellos que con semejantes doseles tienen adornados los muros de su casa. Vio el mismo aposento y estancia donde se relató la mas alta embaxada, y de mas importancia, que vieron, y no entendieron, todos los cielos, y todos los angeles, y todos los moradores de las moradas sempiternas37.

Desde alli, embarcandose en Ancona, fue a Venecia, ciudad que, a no auer nacido Colon en el mundo, no tuuiera en el semejante; merced al cielo, y al gran Hernando Cortes, que conquistó la gran Mexico, para que la gran Venecia tuuiesse en alguna manera quien se le opusiesse. Estas dos famosas ciudades se parecen en las calles, que son todas de agua: la de Europa, admiracion del mundo antiguo; la de America, espanto del mundo nueuo38. Pareciole que su riqueza era infinita; su gouierno, prudente; su sitio, inexpugnable; su abundancia, mucha; sus contornos, alegres, y, finalmente, toda ella en si, y en sus partes, digna de la fama que de su valor por todas las partes del orbe se estiende, dando causa de acreditar mas esta   —83→   verdad la maquina de su famoso arsenal, que es el lugar donde se   -fol. 115r-   fabrican las galeras, con otros baxeles, que no tienen numero. Por poco fueran los de Calipso los regalos y passatiempos que halló nuestro curioso en Venecia, pues casi le hazian oluidar de su primer intento.

Pero auiendo estado vn mes en ella, por Ferrara, Parma y Plasencia, boluio a Milan, oficina de Vulcano39, ogeriza del reyno de Francia40, ciudad, en fin, de quien se dize que puede dezir y hazer, haziendola magnifica la grandeza suya y de su templo, y su marauillosa abundancia de todas las cosas a la vida humana necessarias.

Desde alli se fue a Aste, y llegó a tiempo que otro dia marchaua el tercio a Flandes. Fue muy bien recebido de su amigo el capitan, y en su compañia y camarada passó a Flandes y llegó a Amberes, ciudad no menos para marauillar que las que auia visto en Italia.

Vio a Gante y a Bruselas, y vio que todo el pays se disponia a tomar las armas para salir en campaña el verano siguiente.

Y auiendo cumplido con el desseo que le mouio a ver lo que auia visto, determinó boluerse a España y a Salamanca a acabar sus estudios; y como lo penso, lo puso luego por obra, con pesar grandissimo de su camarada, que le rogo, al tiempo del despedirse, le auisasse de su salud, llegada y sucesso.

Prometioselo ansi41 como lo pedia, y por Francia boluio a España, sin auer visto a Paris,   —84→   por estar puesta en armas. En fin, llegó a Salamanca, donde fue bien recebido de sus amigos, y con la comodidad que ellos le hizieron, prosiguio sus estudios, hasta graduarse de licenciado en leyes.

Sucedio que en este tiempo llegó a aquella ciudad vna dama de todo rumbo y manejo. Acudieron luego a la añagaza y reclamo todos los paxaros del lugar, sin quedar vademecum42 que no la visitasse. Dixeronle a Tomas que aquella dama dezia que auia   -fol. 115v-   estado en Italia y en Flandes, y por ver si la conocia, fue a visitarla, de cuya visita y vista quedó ella enamorada de Tomas; y el, sin echar de ver en ello, si no era por fuerça y lleuado de otros, no queria entrar en su casa. Finalmente, ella le descubrio su voluntad y le ofrecio su hazienda.

Pero como el atendia mas a sus libros que a otros passatiempos, en ninguna43 manera respondia al gusto de la señora, la qual, viendose desdeñada y a su parecer aborrecida, y que por medios ordinarios y comunes no podia conquistar la roca de la voluntad de Tomas, acordo de buscar otros modos, a su parecer mas eficazes y bastantes para salir con el cumplimiento de sus desseos. Y assi, aconsejada de vna morisca, en vn membrillo toledano44 dio a Tomas vnos destos que llaman hechiços, creyendo que le daua cosa que le forçasse la voluntad a quererla, como si huuiesse en el mundo yeruas, encantos ni palabras suficientes a forçar el libre aluedrio; y assi las que dan estas beuidas o comidas   —85→   amatorias, se llaman veneficios45, porque no es otra cosa lo que hazen sino dar veneno a quien las toma, como lo tiene mostrado la experiencia46 en muchas y diuersas ocasiones.

Comio en tan mal punto Tomas el membrillo, que al momento començo a herir de pie y de mano como si tuuiera alferezia, y sin boluer en si estuuo muchas horas, al cabo de las quales boluio como atontado y dixo con lengua turbada y tartamuda que vn membrillo que auia comido le auia muerto, y declaró quien se le auia dado. La justicia, que tuuo noticia del caso, fue a buscar la malhechora, pero ya ella, viendo el mal sucesso, se auia puesto en cobro, y no parecio jamas.

Seys meses estuuo en la cama Tomas, en los quales se secó y se puso, como suele dezirse, en los huesos, y mostraua tener turbados todos los sentidos. Y aunque le hizieron los remedios possibles, solo le sanaron la enfermedad del cuerpo, pero no de lo   -fol. 116r-   del entendimiento, porque quedó sano, y loco de la mas estraña locura que entre las locuras hasta entonces se auia visto. Imaginose el desdichado que era todo hecho de vidrio, y con esta imaginacion, quando alguno se llegaua a el, daua terribles vozes, pidiendo y suplicando con palabras y razones concertadas que no se le acercassen, porque le quebrarian, que real y verdaderamente el no   —86→   era como los otros hombres, que todo era de vidrio de pies a cabeça.

Para sacarle desta estraña imaginacion, muchos, sin atender a sus vozes y rogatiuas, arremetieron a el y le abraçaron, diziendole que aduirtiesse y mirasse como no se quebraua. Pero lo que se grangeaua en esto era que el pobre se echaua en el suelo dando mil gritos, y luego le tomaua vn desmayo, del qual no boluia en si en quatro horas, y quando boluia, era renouando las plegarias y rogatiuas de que otra vez no le llegassen. Dezia que le hablassen desde lexos y le preguntassen lo que quisiessen, porque a todo les responderia con mas entendimiento, por ser hombre de vidrio y no de carne, que el vidrio, por ser de materia sutil y delicada, obraua por ella el alma con mas promptitud y eficacia que no por la del cuerpo, pesada y terrestre.

Quisieron algunos experimentar si era verdad lo que dezia, y assi le preguntaron muchas y dificiles cosas, a las quales respondio espontaneamente con grandissima agudeza de ingenio, cosa que causó admiracion a los mas letrados de la vniuersidad y a los professores de la medicina y filosofia, viendo que en vn sujeto, donde se contenia tan extraordinaria locura como era el pensar que fuesse de vidrio, se encerrasse tan grande entendimiento, que respondiesse a toda pregunta con propiedad y agudeza.

Pidio Tomas le diessen alguna funda donde pusiesse aquel vaso quebradizo de su cuerpo,   —87→   porque al vestirse algun vestido estrecho, no se quebrasse; y   -fol. 116v-   assi le dieron vna ropa parda y vna camisa muy ancha, que el se vistio con mucho tiento y se ciñó con vna cuerda de algodon. No quiso calçarse çapatos en ninguna manera, y el orden que tuuo para que le diessen de comer, sin que a el47 llegassen, fue poner en la punta de vna vara vna vasera de orinal48, en la qual le ponian alguna cosa de fruta de las que la sazon del tiempo ofrecia. Carne ni pescado, no lo queria; no beuia sino en fuente o en rio, y esto con las manos. Quando andaua por las calles, yua por la mitad dellas, mirando a los tejados, temeroso no le cayesse alguna teja encima y le quebrasse. Los veranos dormia en el campo al cielo abierto, y los inuiernos se metia en algun meson, y en el pajar se enterraua hasta la garganta, diziendo que aquella era la mas propia y mas segura cama que podian tener los hombres de vidrio. Quando tronaua, temblaua como vn azogado y se salia al campo, y no entraua en poblado hasta auer passado la tempestad.

Tuuieronle encerrado sus amigos mucho tiempo; pero viendo que su desgracia passaua adelante, determinaron de condecender con lo que el les pedia, que era le dexassen andar libre, y assi le dexaron, y el salio por la ciudad, causando49 admiracion y lastima a todos los que le conocian. Cercaronle luego los muchachos;   —88→   pero el con la vara los detenia, y les rogaua le hablassen apartados, porque no se quebrasse, que, por ser hombre de vidrio, era muy tierno y quebradizo.

Los muchachos, que son la mas trauiessa generacion del mundo, a despecho de sus ruegos y vozes, le començaron a tirar trapos y aun piedras, por ver si era de vidrio, como el dezia. Pero el daua tantas vozes y hazia tales estremos, que mouia a los hombres a que riñessen y castigassen a los muchachos por que no le tirassen.

Mas vn dia que le fatigaron mucho, se boluio a ellos, diziendo: «¿Que me quereys, muchachos, porfiados   -fol. 117r-   como moscas, suzios como chinches, atreuidos como pulgas: soy yo por ventura el monte Testacho de Roma50, para que me tireys tantos tiestos y tejas?»

Por oyrle reñir y responder a todos, le seguian siempre muchos, y los muchachos tomaron y tuuieron por mejor partido, antes oylle que tiralle51.

Passando, pues, vna vez por la roperia de Salamanca, le dixo vna ropera: «En mi anima, señor licenciado, que me pesa de su desgracia; pero, ¿que haré, que no puedo llorar?»

El se boluio a ella, y, muy mesurado, le dixo: «Filiae Hierusalem: plorate super vos & super filios vestros»52.

Entendio el marido de la ropera la malicia   —89→   del dicho, y dixole: «Hermano licenciado Vidriera», que assi dezia el que se llamaua, «mas teneys de vellaco que de loco.»

«No se me53 da vn ardite», respondio el, «como no tenga nada de necio.»

Passando vn dia por la casa llana y venta comun54, vio que estauan a la puerta della muchas de sus moradoras, y dixo que eran bagajes del exercito de Sathanas, que estauan aloxados en el meson del infierno.

Preguntole vno que que consejo o55 consuelo daria a vn amigo suyo, que estaua muy triste porque su muger se le auia ydo con otro.

A lo qual respondio: «Dile que de gracias a Dios por auer permitido le56 lleuassen de casa a su enemigo.»

«¿Luego no yra a buscarla?» dixo el otro.

«Ni por pienso» replicó Vidriera, «porque seria el hallarla, hallar vn perpetuo y verdadero testigo de su deshonra.»

«Ya que esso sea assi», dixo el mismo, «¿que hare yo para tener paz con mi muger?»

Respondiole: «Dale lo que huuiere menester, dexala que mande a todos los de su casa, pero no sufras que ella te mande a ti.»

Dixole vn muchacho: «Señor licenciado Vidriera, yo me quiero desgarrar de mi padre, porque me açota muchas vezes.»

  —90→  

Y respondiole: «Aduierte, niño, que los açotes que los padres dan a los hijos, honran, y los del verdugo afrentan.»

Estando a la puerta de vna yglesia, vio que entraua   -fol. 117v-   en ella vn labrador de los que siempre blasonan de christianos viejos, y detras del venia vno, que no estaua en tan buena opinion como el primero, y el licenciado dio grandes vozes al labrador, diziendo: «Esperad, domingo, a que passe el sabado.»

De los maestros de escuela dezia que eran dichosos, pues tratauan siempre con angeles, y que fueran dichosissimos, si los angelitos no fueran mocosos.

Otro le preguntó que que le parecia de las alcahuetas57.

Respondio que no lo eran las apartadas, sino las vezinas.

Las nueuas de su locura y de sus respuestas y dichos se estendio por toda Castilla, y llegando a noticia de vn principe o señor, que estaua en la corte, quiso embiar por el, y encargoselo a vn cauallero amigo suyo, que estaua en Salamanca, que se lo embiasse.

Y topandole el cauallero vn dia, le dixo: «Sepa el señor licenciado Vidriera, que vn gran personage de la corte le quiere ver y embia por el.»

A lo qual respondio: «Vuessa merced me escuse con esse señor, que yo58 no soy bueno   —91→   para palacio, porque tengo verguença y no se lisongear.»

Con todo esto, el cauallero le embió a la corte, y para traerle vsaron con el desta inuencion: pusieronle en vnas argenas59 - 60 de paja, como aquellas donde lleuan el vidrio, ygualando los tercios61 con piedras, y entre paja puestos algunos vidrios, porque se diesse a entender que como vaso de vidrio le lleuauan.

Llegó a Valladolid; entró de noche, y desembanastaronle en la casa del señor que auia embiado por el, de quien fue muy bien recebido, diziendole: «Sea muy bien venido el señor licenciado Vidriera; ¿como ha ydo en el camino? ¿Como va de salud?»

A lo qual respondio: «Ningun camino ay malo, como se acabe, si no es el que va a la horca. De salud estoy neutral, porque estan encontrados mis pulsos con mi celebro.»

Otro dia, auiendo visto en muchas alcandaras muchos neblies y açores, y   -fol. 118r-   otros paxaros de bolateria, dixo que la caça de altaneria era digna de principes y de62 grandes señores; pero que aduirtiessen que con ella echaua el gusto censo sobre el prouecho a mas de dos mil por vno. La caça de liebres dixo que era muy gustosa, y mas quando se caçaua con galgos prestados.

El cauallero gustó de su locura, y dexole salir   —92→   por la ciudad, debaxo del amparo y guarda de vn hombre que tuuiesse cuenta que los muchachos no le hiziessen mal, de los quales, y de toda la corte, fue conocido en seys dias, y a cada paso, en cada calle, y en qualquiera esquina, respondia a todas las preguntas que le hazian. Entre las quales le preguntó vn estudiante si era poeta, porque le parecia que tenia ingenio para todo.

A lo qual respondio: «Hasta aora no he sido tan necio, ni tan venturoso.»

«No entiendo esso de necio y venturoso», dixo el estudiante, y respondio Vidriera: «No he sido tan necio que diesse en poeta malo, ni tan venturoso que aya merecido serlo bueno.»

Preguntole otro estudiante que en que estimacion tenia a los poetas.

Respondio que a la ciencia en mucha; pero que a los poetas en ninguna.

Replicaronle que por que dezia aquello.

Respondio que, del infinito numero de poetas que auia, eran tan pocos los buenos, que casi no hazian numero; y assi, como si no huuiesse poetas, no los estimaua. Pero que admiraua y reuerenciaua la ciencia de la poesia, porque encerraua en si todas las demas ciencias, porque de todas se sirue, de todas se adorna y pule, y saca a luz sus marauillosas obras, con que llena el mundo de prouecho, de deleyte y de marauilla.

Añadio mas: «Yo bien se en lo que se deue   —93→   estimar vn buen poeta, porque se me acuerda de aquellos versos de Ouidio, que dizen:

  -fol. 118v-  

»Cum ducum fuerant olim regnumquè poeta,
»praemiaquè antiqui magna tulere chori,
»sanctaque maiestas, & erat venerabile nomen
»vatibus, & largè sapè dabantur opes63.



»Y menos se me oluida la alta calidad de los poetas, pues los llama Platon interpretes de los dioses, y dellos dize Ouidio:

»Est Deus in nobis; agitante calescimus illo64.



»Y tambien dize:

»At sacri vates, & diuum cura vocamus65.



»Esto se dize de los buenos poetas, que de los malos, de los churrulleros66, ¿que se ha de dezir, sino que son la idiotez y la arrogancia del mundo?»

Y añadio mas: «¿Que es ver a vn poeta destos de67 la primera impression, quando quiere dezir vn soneto a otros que le rodean, las saluas que les haze, diziendo: “Vuessas mercedes escuchen vn sonetillo, que anoche a cierta ocasion hize, que a mi parecer, aunque no vale nada, tiene vn no se que de bonito”?; y en esto tuerce los labios, pone en arco las cejas y se rasca la faldriquera, y de entre otros mil papeles mugrientos y medio rotos, donde queda otro millar de sonetos, saca el que quiere relatar, y al fin le dize con tono   -fol. 119r-   melifluo y alfeñicado.   —94→   Y si acaso los que le escuchan, de socarrones o de ignorantes, no se le alaban, dize: “O vuessas mercedes no han entendido el soneto, o yo no le he sabido dezir, y assi sera bien recitarle otra vez y que vuessas mercedes le presten mas atencion, porque en verdad en verdad que el soneto lo merece”, y buelue como primero a recitarle, con nueuos ademanes y nueuas pausas. ¿Pues que es verlos censurar los vnos a los otros? ¿Que dire del ladrar que hazen los cachorros y modernos a los mastinazos antiguos y graues? Y ¿que de los que murmuran de algunos illustres y excelentes sujetos, donde resplandeze la verdadera luz de la poesia, que, tomandola por aliuio y entretenimiento de sus muchas y graues ocupaciones, muestran la diuinidad de sus ingenios y la alteza de sus conceptos, a despecho y pesar del circunspecto68 ignorante, que juzga de lo que no sabe y aborrece lo que no entiende? ¿Y del que quiere que se estime y tenga en precio la necedad que se sienta debaxo de doseles y la ignorancia que se arrima a los sitiales?»

Otra vez le preguntaron que era la causa de que los poetas por la mayor parte eran pobres.

Respondio que porque ellos querian, pues estaua en su mano ser ricos si se sabian aprouechar de la ocasion que por momentos traian entre las manos, que eran las de sus damas, que todas eran riquissimas en estremo, pues tenian los cabellos de oro, la frente de plata bruñida, los ojos de verdes esmeraldas, los   —95→   dientes de marfil, los labios de coral, y la garganta de cristal transparente, y que lo que llorauan eran liquidas perlas, y mas, que lo que sus plantas pisauan, por dura y esteril tierra que fuesse, al momento produzia jazmines y rosas, y que su aliento era de puro ambar, almizcle y algalia, y que todas estas cosas eran señales y muestras de su mucha riqueza. Estas y otras cosas dezia de los malos poetas, que de los buenos siempre dixo bien y los leuantó sobre el cuerno de la Luna.

Vio vn dia en la azera de San Francisco vnas figuras pintadas de   -fol. 119v-   mala mano, y dixo que los buenos pintores imitauan a naturaleza, pero que los malos la vomitauan.

Arrimose vn dia con grandissimo tiento, porque no se quebrasse, a la tienda de vn librero, y dixole: «Este oficio me contentara mucho, si no fuera por vna falta que tiene.»

Preguntole el librero se la dixesse.

Respondiole69: «Los melindres que hazen quando compran vn priuilegio70 de vn libro, y de la burla que hazen a71 su autor si acaso le imprime a su costa, pues en lugar de mil y quinientos, imprimen tres mil libros, y quando el autor piensa que se venden los suyos, se despachan los agenos.»

Acaecio este mismo dia que passaron por la plaça seys açotados, y diziendo el pregon: «Al   —96→   primero por ladron», dio grandes vozes a los que estauan delante del, diziendoles: «Apartaos, hermanos, no comience aquella cuenta por alguno de vosotros.»

Y quando el pregonero llegó a dezir «al trasero», dixo: «Aquel deue de ser el fiador de los muchachos.»

Vn muchacho le dixo: «Hermano Vidriera, mañana sacan a açotar a vna alcagueta.»

Respondiole: «Si dixeras que sacauan a açotar a72 vn alcaguete, entendiera que sacauan a açotar vn coche»73.

Hallose alli vno destos que lleuan sillas de manos, y dixole: «De nosotros, licenciado, ¿no teneys que dezir?»

«No», respondio Vidriera, «sino que sabe cada vno de vosotros mas pecados que vn confessor; mas es con esta diferencia: que el confessor los sabe para tenerlos secretos, y vosotros para publicarlos por las tabernas.»

Oyo esto vn moço de mulas, porque de todo genero de gente le estaua escuchando contino, y dixole: «De nosotros, señor redoma, poco o nada ay que dezir, porque somos gente de bien y necessaria en la republica.»

A lo qual respondio Vidriera: «La honra del amo descubre la del criado; segun esto, mira a quien sirues, y veras quan honrado eres. Moços soys vosotros de la mas ruyn canalla que sustenta la tierra. Vna   -fol. 120r-   vez, quando no era de vidrio, caminé vna jornada en vna mula de alquiler   —97→   tal, que le conte ciento y veynte y vna tachas, todas capitales y enemigas del genero humano. Todos los moços de mulas tienen su punta de rufianes, su punta de cacos y su es no es de truhanes. Si sus amos, que assi llaman ellos a los que lleuan en sus mulas, son boquimuelles, hazen mas suertes en ellos que las que echaron en esta ciudad los años passados74. Si son estrangeros, los roban; si estudiantes, los maldizen, y si religiosos, los reniegan, y si soldados, los tiemblan. Estos y los marineros y carreteros y harrieros tienen vn modo de viuir extraordinario y solo para ellos. El carretero passa lo mas de la vida en espacio de vara y media de lugar, que poco mas deue de auer del yugo de las mulas a la boca del carro. Canta la mitad del tiempo, y la otra mitad reniega, y en dezir: «Haganse a çaga», se les passa otra parte. Y si acaso les queda por sacar alguna rueda de algun atolladero, mas se ayudan de dos pesetes que de tres mulas. Los marineros son gente gentil, inurbana, que no sabe otro lenguaje que el que se vsa en los nauios. En la75 bonança son diligentes, y en la borrasca pereçosos. En la tormenta mandan muchos y obedecen pocos. Su Dios es su arca y su rancho, y su passatiempo ver mareados a los passageros. Los harrieros son gente que ha hecho diuorcio con las sabanas y se ha casado con las enxalmas. Son tan diligentes y presurosos, que, a trueco de no perder la jornada, perderan el alma. Su musica   —98→   es la del mortero, su salsa la hambre, sus maytines leuantarse a dar sus piensos, y sus missas no oyr ninguna.»

Quando esto dezia, estaua a la puerta de vn boticario, y boluiendose al dueño, le dixo: «Vuessa merced tiene vn saludable oficio, si no fuesse tan enemigo de sus candiles.»

«¿En que modo soy enemigo de mis candiles?», preguntó el boticario.

Y respondio Vidriera:   -fol. 120v-   «Esto digo, porque en faltando qualquiera azeyte, la suple la del candil, que esta mas a mano; y aun tiene otra cosa este oficio, bastante a quitar el credito al mas acertado medico del mundo.»

Preguntandole76 por que, respondio que auia boticario que, por no dezir que faltaua en su botica lo que recetaua77 el medico, por las cosas que le faltauan ponia otras, que a su parecer tenian la misma virtud y calidad, no siendo assi, y con esto la medicina mal compuesta78 obraua al reues de lo que auia de obrar la bien ordenada79.

Preguntole entonces vno que que sentia de los medicos, y respondio esto: «Honora medicum propter necessitatem, etenim creauit eum altissimus: a Deo enim est omnis medela, & a rege accipiet donationem. Disciplina medici exaltauit caput illius, & in conspectu magnatum collaudabitur. Altissimus de terra creauit   —99→   medicinam, & vir prudens non aborrebit illam80. Esto dize», dixo, «el Eclesiastico de la medicina y de los buenos medicos, y de los malos se podria dezir todo al reues, porque no ay gente mas dañosa a la republica que ellos. El juez nos puede torcer o dilatar la justicia; el letrado sustentar por su interes nuestra injusta demanda; el mercader chuparnos la hazienda; finalmente, todas las personas con quien de necessidad tratamos, nos pueden hazer algun daño; pero quitarnos la vida sin quedar sujetos al temor del castigo, ninguno. Solo81 los medicos nos pueden matar y nos matan sin temor y a pie quedo, sin desembaynar otra espada que la de vn recipe; y no ay descubrirse sus delictos82, porque al momento los meten debaxo de la tierra. Acuerdaseme que, quando yo era hombre de carne y no de vidrio como agora soy, que a vn medico destos de segunda clase le despidio vn enfermo por curarse con otro, y el primero, de alli a quatro dias, acerto a passar por la botica donde receptaua el segundo, y preguntó   -fol. 121r-   al boticario que como le yua al enfermo que el auia dexado, y que si le auia receptado alguna purga el otro medico. El boticario le respondio que alli tenia vna recepta83 de purga que el dia siguiente auia de tomar el enfermo; dixo que se la mostrasse, y vio que al fin della estaua escrito: Sumat diluculo84, y dixo: “Todo lo que lleua esta purga me contenta,   —100→   si no es este diluculo, porque es humido demasiadamente ”.»

Por estas y otras cosas que dezia de todos los oficios, se andauan tras el, sin hazerle mal y sin dexarle sossegar. Pero, con todo esto, no se pudiera defender de los muchachos, si su guardian no le defendiera.

Preguntole vno que haria para no tener embidia a nadie.

Respondiole: «Duerme, que todo el tiempo que durmieres, seras ygual al que embidias.»

Otro le preguntó que remedio tendria para salir con vna comission, que auia dos años que la pretendia.

Y dixole: «Parte a cauallo, y a la mira de quien la lleua, y acompañale hasta salir de la ciudad, y assi saldras con ella.»

Passó acaso vna vez por delante donde el estaua vn juez de comission, que yua de camino a vna causa criminal, y lleuaua mucha gente consigo y dos alguaziles.

Preguntó quien era, y como se lo dixeron, dixo: «Yo apostaré, que lleua aquel juez viuoras en el seno, pistoletes en la tinta85 y rayos en las manos, para destruyr todo lo que alcançare su comission. Yo me acuerdo auer tenido vn amigo, que en vna comission criminal que tuuo, dio vna sentencia tan exorbitante, que excedia en muchos quilates a la culpa de los delinquentes. Preguntele que por que auia dado aquella tan cruel sentencia, y hecho tan manifiesta   —101→   injusticia. Respondiome que pensaua otorgar la apelacion, y que con esto dexaua campo abierto a los señores del Consejo, para mostrar su misericordia, moderando y poniendo aquella su rigurosa sentencia en su punto y deuida proporcion. Yo le respondi que mejor fuera auerla dado de manera que les quitara de aquel trabajo,   -fol. 121v-   pues con esto le tuuieran a el por juez recto y acertado.»

En la rueda de la mucha gente, que, como se lo ha dicho, siempre le estaua oyendo, estaua vn conocido suyo, en habito de letrado, al qual otro le llamó señor licenciado, y sabiendo Vidriera que el tal a quien llamaron licenciado no tenia ni aun titulo de bachiller, le dixo: «Guardaos, compadre, no encuentren con vuestro titulo los frayles de la redempcion de cautiuos, que os le86 lleuarán por mostrenco»87.

A lo qual dixo el amigo: «Tratemonos bien, señor Vidriera, pues ya sabeys vos que soy hombre de altas y de profundas letras.»

Respondiole Vidriera: «Ya yo se que soys vn Tantalo en ellas, porque se os van por altas, y no las alcançays de profundas.»

Estando vna vez arrimado a la tienda de vn sastre, viole que estaua mano sobre mano, y dixole: «Sin duda, señor maesso, que estays en camino de saluacion.»

«¿En que lo veys?» preguntó el sastre.

«¿En que lo veo?», respondio Vidriera; «veolo en que, pues no teneys que hazer, no tendreys   —102→   ocasion de mentir»; y añadio: «Desdichado del sastre que no miente y cose las fiestas; cosa marauillosa es, que casi en todos los deste oficio apenas se hallará vno que haga vn vestido justo, auiendo tantos que los hagan pecadores.»

De los çapateros dezia que jamas hazian, conforme a su parecer, çapato malo: porque si al que se le calçauan venia estrecho y apretado, le dezian que assi auia de ser, por ser de lo galanes calçar justo; y que, en trayendolos dos horas, vendrian mas anchos que alpargates; y88 si le venian anchos, dezian que assi auian de venir, por amor de la gota.

Vn muchacho agudo, que escriuia en vn oficio de prouincia89, le apretaua mucho con preguntas y demandas, y le traia nueuas de lo que en la ciudad passaua, porque sobre todo discantaua, y a todo respondia.

Este le dixo vna vez: «Vidriera, esta noche se murio en la carcel vn vanco90 que estaua condenado ahorcar.»

A lo qual respondio: «El hizo bien a darse priessa a morir, antes que el verdugo se sentara sobre el.»

En la hazera de S. Francisco estaua   -fol. 122r-   vn corro de ginouesses y, passando por alli, vno dellos le llamó, diziendole91: «Lleguese aca el señor Vidriera y cuentenos vn cuento.»

El respondio: «No quiero, por que no me le passeys a Genoua.»

  —103→  

Topó vna vez a vna tendera, que lleuaua delante de si vna hija suya muy fea, pero muy llena de dixes, de galas y de perlas, y dixole a la madre: «Muy bien aueys hecho en empedralla92, porque se pueda passear.»

De los pasteleros dixo que auia muchos años que jugauan a la dobladilla, sin que les lleuassen la pena, porque auian hecho el pastel de a dos de a quatro, el de a quatro de a ocho, y el de a ocho de a medio real, por solo su aluedrio y beneplacito.

De los titereros dezia mil males; dezia que era gente vagamunda, y que trataua con indecencia de las cosas diuinas, porque con las figuras, que mostrauan en sus retratos93, boluian la deuocion en risa, y que les acontezia embasar en vn costal todas o las mas figuras del Testamento viejo y nueuo, y sentarse sobre el a comer y beuer en los bodegones y tabernas. En resolucion, dezia que se marauillaua de como quien podia no les ponia perpetuo silencio en sus retablos, o los desterraua del reyno.

Acerto a passar vna vez por donde el estaua vn comediante vestido como vn principe, y en viendole, dixo: «Yo me acuerdo auer visto a este salir al teatro enharinado el rostro y vestido vn çamarro del reues, y con todo esto, a cada paso, fuera del tablado, jura a fe de hijodalgo.»

«Deuelo de ser», respondio vno, «porque ay   —104→   muchos comediantes que son muy bien nacidos y hijosdalgo.»

«Assi sera verdad», replicó Vidriera, «pero lo que menos ha menester la farsa es personas bien nacidas; galanes, si, gentileshombres y de espeditas lenguas. Tambien se dezir dellos que en el sudor de su cara ganan su pan, con inlleuable trabajo, tomando contino de memoria, hechos perpetuos gitanos de lugar en lugar, y de meson en venta94, desuelandose en contentar a otros, porque en el gusto   -fol. 122v-   ageno consiste su bien propio. Tienen mas, que con su oficio no engañan a nadie, pues por momentos sacan su mercaduria a publica plaça, al juyzio y a la vista de todos95. El trabajo de los autores es increyble, y su cuydado extraordinario, y han de ganar mucho para que al cabo del año no salgan tan empeñados, que les sea forçoso hazer pleyto de acreedores; y con todo esto, son necessarios en la republica96, como lo son las florestas, las alamedas y las vistas de recreacion, y como lo son las cosas que honestamente recrean. Dezia que auia sido opinion de vn amigo suyo, que, el que seruia a vna comedianta, en sola vna seruia a muchas damas juntas, como era a vna reyna, a vna ninfa, a vna diosa, a vna fregona, a vna pastora, y muchas vezes caia la suerte en que seruiesse97 en ella a vn paje y a vn lacayo,   —105→   que todas estas y mas figuras suele hazer vna farsanta.»

Preguntole vno que qual auia sido el mas dichoso del mundo.

Respondio que Nemo, porque nemo nouit patrem, nemo sine crimine viuit, nemo sua sorte contentus, nemo ascendit in coelum98.

De los diestros dixo vna vez que eran maestros de vna ciencia o arte, que, quando la auian menester, no la sabian, y que tocauan algo en presumptuosos, pues querian reduzir a demostraciones99 matematicas, que son infalibles, los mouimientos y pensamientos100 colericos de sus contrarios.

Con los que se teñian las barbas, tenia particular enemistad, y riñendo vna vez delante del dos hombres, que el vno era portugues, este dixo al castellano, assiendose de las barbas, que tenia muy teñidas: «¡Por istas barbas que teño no rostro!»101.

A lo qual acudio Vidriera: «Ollay, home, naon102 digays teño, sino tiño.»

Otro traia las barbas jaspeadas y de muchas colores, culpa de la mala tinta, a quien dixo Vidriera que tenia las barbas de muladar ouero.

A otro, que traia las barbas por mitad blancas y negras, por auerse descuydado, y los cañones crecidos, le dixo que procurasse de no porfiar ni reñir con nadie, porque estaua   —106→   aparejado a que le dixessen   -fol. 123r-   que mentia por la mitad de la barba.

Vna vez conto que vna donzella, discreta y bien entendida, por acudir a la voluntad de sus padres, dio el si de casarse con vn viejo todo cano, el qual, la noche antes del dia del desposorio, se fue, no al rio Iordan, como dizen las viejas103, sino a la redomilla del agua fuerte y plata104 con que renouo de manera su barba, que la acosto de nieue y la leuantó de pez. Llegose la hora de darse las manos, y la donzella conocio por la pinta y por la tinta la figura, y dixo a sus padres que le diessen el mismo esposo que ellos le auian mostrado, que no queria otro.

Ellos le dixeron que aquel que tenia delante era el mismo que le auian mostrado y dado por esposo.

Ella replicó que no era, y truxo testigos como el que sus padres le dieron era vn hombre grave y lleno de canas, y que pues el presente no las tenia, no era el, y se llamaua a engaño. Atubose a esto, corriose el teñido, y deshizose el casamiento.

Con las dueñas tenia la misma ojeriza que con los escauechados; dezia marauillas de su permafoy105, de las mortajas de sus tocas, de sus muchos melindres, de sus escrupulos, y de su extraordinaria miseria. Amohinauanle sus flaquezas de estomago, sus vaguidos de cabeça, su modo de hablar, con mas repulgos que sus tocas, y, finalmente, su inutilidad y sus vaynillas.

  —107→  

Vno le dixo: «¿Que es esto, señor licenciado, que os he oydo dezir mal de muchos oficios, y jamas lo aueys dicho de los escriuanos, auiendo tanto que dezir?»

A lo qual respondio: «Aunque de vidrio, no soy tan fragil que me dexe yr con la corriente del vulgo, las mas vezes engañado. Pareceme a mi que la gramatica de los murmuradores106, y el la, la, la, de los que cantan, son los escriuanos; porque assi como no se puede passar a otras ciencias, si no es por la puerta de la gramatica, y como el musico primero murmura que canta, assi los maldizientes, por donde comiençan a mostrar la malignidad de sus lenguas, es por dezir mal de los escriuanos y107   -fol. 123v-   alguaziles, y de los otros ministros de la justicia, siendo vn oficio el del escriuano, sin el qual andaria la verdad por108 el mundo a sombra de tejados, corrida y maltratada; y assi dize el Ecclesiastico: “In manu Dei potestas hominis est, & super faciem scribe109 imponet honorem110. Es el escriuano persona publica, y el oficio del juez no se puede exercitar comodamente111 sin el suyo. Los escriuanos han de ser libres, y no esclauos, ni hijos de esclauos112, legitimos, no bastardos, ni de ninguna mala raza nacidos113; juran de secreto, fidelidad, y que no haran escritura vsuraria;   —108→   que ni amistad ni114 enemistad, prouecho115 o daño116 les mouera a no hazer su oficio con buena y christiana conciencia. Pues si este oficio tantas buenas partes requiere, ¿por que se ha de pensar que, de mas de veynte mil escriuanos que ay en España, se lleue el diablo la cosecha, como si fuessen cepas de su majuelo?; no lo quiero creer, ni es bien que ninguno lo crea; porque, finalmente, digo que es la gente mas necessaria que auia en las republicas bien ordenadas; y que si lleuauan demasiados derechos, tambien hazian demasiados tuertos, y que destos dos estremos podia resultar vn medio que les hiziesse mirar por el virote.»

De los alguaziles dixo que no era mucho que tuuiessen algunos enemigos, siendo su oficio, o prenderte, o sacarte la hazienda de casa, o tenerte en la suya en guarda y comer a tu costa.

Tachaua la negligencia e ignorancia de los procuradores y solicitadores, comparandolos a los medicos, los quales, que sane o no sane el enfermo, ellos lleuan su propina; y los procuradores y solicitadores lo mismo, salgan o no salgan con el pleyto que ayudan.

Preguntole vno qual era la mejor tierra. Respondio que la temprana y agradecida.

Replicó el otro: «No pregunto esso, sino que qual es mejor lugar, ¿Valladolid o Madrid?»

  —109→  

Y respondio: «De Madrid, los estremos; de Valladolid, los medios.»

  -fol. 124r-  

«No lo entiendo», repitio el que se lo preguntaua, y dixo: «De Madrid, cielo y suelo; de Valladolid, los entresuelos»117.

Oyo Vidriera que dixo vn hombre a otro que, assi como auia entrado en Valladolid, auia caydo su muger muy enferma, porque la auia prouado118 la tierra.

A lo qual dixo Vidriera: «Mejor fuera que se la huuiera comido, si acaso es zelosa.»

De los musicos y de los correos de a pie, dezia que tenian las esperanças y las suertes limitadas, porque los vnos la acabauan con llegar a serlo de a cauallo, y los otros con alcançar a ser musicos del rey.

De las damas que llaman cortesanas, dezia que todas, o las mas, tenian mas de corteses que de sanas.

Estando vn dia en vna yglesia, vio que traian a enterrar a vn viejo, a bautizar a vn niño y a velar vna muger, todo a vn mismo tiempo, y dixo que los templos eran campos de batalla, donde los viejos acaban, los niños vencen y las mugeres triunfan.

Picauale vna vez vna abispa en el cuello, y no se la osaua sacudir por no quebrarse; pero con todo esso se quexaua.

Preguntole vno que como sentia aquella abispa, si era su119 cuerpo de vidrio.

Y respondio que aquella abispa deuia de ser   —110→   murmuradora, y que las lenguas y picos de los murmuradores, eran bastantes a desmoronar cuerpos de bronze, no que120 de vidrio.

Passando acaso vn religioso muy gordo por donde el estaua, dixo vno de sus oyentes: «De etico no se puede mouer el padre.»

Enojose Vidriera, y dixo: «Nadie se oluide de lo que dize el Espiritu Santo: “Nolite tangere christos meos”»121, y subiendose mas en colera, dixo que mirassen en ello y verian que de muchos santos que de pocos años a esta parte auia canonizado la yglesia, y puesto en el numero de los bienauenturados, ninguno se llamaua el capitan don fulano, ni el secretario don tal de don tales, ni el conde, marques o duque de tal parte, sino fray Diego, fray Iacinto, fray Raymundo;   -fol. 124v-   todos frayles y religiosos, porque las religiones son los aranjuezes del cielo, cuyos frutos de ordinario se ponen en la mesa de Dios.

Dezia que las lenguas de los murmuradores eran como las plumas del aguila, que roen y menoscaban todas las de las otras aues que a ellas se juntan122.

De los gariteros y tahures dezia milagros: dezia que los gariteros eran publicos preuaricadores, porque, en sacando el barato del que yua haziendo suertes, desseauan que perdiesse y123 passasse el naype adelante, porque el contrario las hiziesse y el cobrasse sus derechos. Alabaua mucho la paciencia de vn tahur, que estaua toda vna noche jugando y perdiendo,   —111→   y con ser de condicion colerico y endemoniado, a trueco de que su contrario no se alçasse, no descosia la boca, y sufria lo que vn martir de Barrabas. Alabaua tambien las conciencias de algunos honrados gariteros, que ni por imaginacion consentian que en su casa se jugasse otros juegos que polla y cientos124; y con esto a fuego lento, sin temor y nota de malsines, sacauan al cabo del mes mas barato que los que consentian los juegos de estocada, del reparolo, siete y lleuar125, y pinta en la del pu[n]to126 - 127.

En resolucion, el dezia tales cosas, que si no fuera por los grandes gritos que daua quando le tocauan o a el se arrimauan, por el habito que traia, por la estrecheza de su comida, por el modo con que beuia, por el no querer dormir sino al cielo abierto en el verano y el inuierno en los pajares, como queda dicho, con que daua tan claras señales de su locura, ninguno pudiera creer sino que era vno de los mas cuerdos del mundo. Dos años o poco mas duró en esta enfermedad, porque vn religioso de la orden de san Geronymo, que tenia gracia y ciencia particular en hazer que los mudos entendiessen y128 en cierta manera hablassen129, y en curar locos, tomó a su cargo de curar a Vidriera, mouido de caridad, y le curó   -fol. 125r-   y sanó y boluio a su primer juyzio, entendimiento y discurso.

  —112→  

Y assi como le vio sano, le vistio como letrado y le hizo boluer a la corte, adonde con dar tantas muestras de cuerdo, como las auia dado de loco, podia vsar su oficio y hazerse famoso por el. Hizolo assi, y llamandose el licenciado Rueda, y no Rodaja, boluio a la corte, donde apenas huuo entrado, quando fue conocido de los muchachos; mas como le vieron en tan diferente habito del que solia, no le osaron dar grita ni hazer preguntas; pero seguianle, y dezian vnos a otros: «¿Este no es el loco Vidriera?» «A fe que es el. Ya viene cuerdo; pero tambien puede ser loco bien vestido como mal vestido. Preguntemosle algo, y salgamos desta confussion.»

Todo esto ohia el licenciado y callaua, y yua mas confuso y mas corrido que quando estaua sin juyzio. Passó el conocimiento de los muchachos a los hombres, y antes que el licenciado llegasse al patio de los Consejos130, lleuaua tras de si mas de dozientas personas de todas suertes. Con este acompañamiento, que era mas que de vn cathedratico, llegó al patio, donde le acabaron de circundar quantos en el estauan.

El, viendose con tanta turba a la redonda, alçó la voz y dixo: «Señores, yo soy el licenciado Vidriera, pero no el que solia; soy ahora el licenciado Rueda; sucessos y desgracias que acontecen en el mundo por permission del cielo, me quitaron el juyzio, y las misericordias de Dios me le han buelto. Por las cosas que dizen   —113→   que dixe quando loco, podeys considerar las que dire y hare quando cuerdo. Yo soy graduado en leyes por Salamanca, adonde estudié con pobreza, y adonde lleué segundo en licencias, de do se puede inferir que mas la virtud que el fauor me dio el grado que tengo. Aqui he venido a este gran mar de la corte para abogar y ganar la vida; pero si no me dexays, aure venido a bogar y grangear la muerte. Por   -fol. 125v-   amor de Dios, que no131 hagays que el seguirme sea perseguirme, y que lo que alcancé por loco, que es el sustento, lo pierda por cuerdo. Lo que soliades preguntarme en las plaças, preguntadmelo aora en mi casa, y vereys que el que os respondia bien, segun dizen, de improuiso, os respondera mejor de pensado.»

Escucharonle todos, y dexaronle algunos. Boluiose a su posada con poco menos acompañamiento que auia lleuado. Salio otro dia, y fue lo mismo: hizo otro sermon, y no siruio de nada. Perdia mucho y no ganaua cosa, y viendose morir de hambre, determinó de dexar la corte y boluerse a Flandes, donde pensaua valerse de las fuerças de su braço, pues no se podia valer de las de su ingenio.

Y poniendolo en efeto, dixo al salir de la corte: «¡O corte, que alargas las esperanças de los atreuidos pretendientes, y acortas las de los virtuosos encogidos! ¡Sustentas abundantemente a los truhanes desuergonçados, y matas132 de hambre a los discretos vergonçosos!»

  —114→  

Esto dixo, y se fue a Flandes, donde la vida que auia començado a eternizar por las letras, la acabó de eternizar por las armas, en compañia de su buen amigo el capitan Valdiuia, dexando fama en su muerte de prudente y valentissimo soldado.





 
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