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  —13→     -fol. 1r-  


Capitvlo primero del Viage del Parnaso
    Vn quidam Caporal italiano,
de patria perusino (a lo que entiendo),
de ingenio griego, y de valor romano8,
    lleuado de vn capricho reuerendo,
le vino en voluntad de yr a Parnaso,  5
por huyr de la corte el varío estruendo.
    Solo, y a pie, partiose, y, passo a passo,
llegó donde compró vna mula antigua,
de color parda y tartamudo passo.
    Nunca a medroso parecio estantigua  10
mayor, ni menos buena para carga,
grande en los huessos, y en la fuerça exigua,
    corta de vista, aunque de cola larga,
estrecha en los hijares, y, en el cuero,
mas dura que lo son los de vna adarga.  15
-fol. 1v-
    Era de ingenio cabalmente entero;
caía en qualquíer cosa facílmente,
assi en abril, como en el mes de enero.
    En fin, sobre ella el poeton valiente
llegó al Parnaso, y fue del rubio Apolo  20
agasajado con serena frente.
    Conto quando boluio el poeta, solo
y sin blanca, a su patria, lo que en buelo
—14→
lleuó la fama deste al otro polo.
    Yo, que siempre trabaxo y me desuelo  25
por parecer que tengo de poeta
la gracia que no quiso darme el cielo,
    quisiera despachar a la estafeta
mi alma, o por los ayres, y ponella
sobre las cumbres del nombrado Oeta;  30
    pues, descubriendo desde alli la bella
corriente de Aganipe, en vn saltico
pudiera el labio remojar en ella,
    y quedar del licor, suaue y rico,
el pancho lleno, y ser de alli adelante  35
poeta ilustre, o al menos magnifico.
    Mas mil inconuenientes al instante
se me ofrecieron, y quedó el desseo
en cierne, desualido e ignorante,
-fol. 2r-
    porque [en] la piedra que en mis ombros veo,  40
que la fortuna me cargó pesada,
mis mal logradas esperanças leo.
    Las muchas leguas de la gran jornada
se me representaron, que pudieran
torzer la voluntad aficionada,  45
    si en aquel mesmo instante no acudieran
los humos de la fama a socorrerme,
y corto y facil el camino hizieran.
    Dixe entre mi: si yo viniesse a verme
en la dificil cumbre deste monte,  50
y vna guirnalda de laurel ponerme,
    no embidiaría el bien dezir de Aponte9,
ni del muerto Galarza10 la agudeza,
en manos blando, en lengua Rodomonte.
    Mas como de vn error otro se empieça,  55
—15→
creyendo a mi desseo, di al camino
los pies, porque di al viento la cabeça.
    En fin, sobre las ancas del destino,
lleuando a la eleccion puesta en la silla,
hazer el gran viage determino.  60
    Si esta caualgadura marauilla,
sepa, el que no lo sabe, que se vsa
por todo el mundo, no solo en Castilla.
-fol. 2v-
    Ninguno tiene, o puede dar escusa
de no oprimir desta gran bestía el lomo,  65
ni mortal caminante lo reusa.
    Suele tal vez ser tan ligera como
va por el ayre el aguila o saeta,
y tal vez anda con los pies de plomo.
    Pero, para la carga de vn poeta,  70
siempre ligera, qualquier bestía puede
lleuarla, pues carece de maleta;
    que es caso ya infalible que, aunque herede
riquezas vn poeta, en poder suyo,
no aumentarlas, perderlas le sucede.  75
    Desta verdad ser la ocasion arguyo,
que tu, ¡o gran padre Apolo!, les infundes
en sus intentos el intento tuyo,
    y, como no le mezclas ni confundes
en cosas de agibilibus11rateras,  80
ni en el mar de ganancia vil le hundes,
   ellos, o traten burlas, o sean veras,
sin aspirar a la ganancia en cosa,
sobre el conuexo van de las esferas,
    pintando en la palestra rigurosa  85
las acciones de Marte, o entre (las) flores
las de Venus mas blanda y amorosa,
—16→
-fol. 3r-
    llorando guerras, o cantando amores,
la vida como en sueño se les passa,
o como suele el tiempo a jugadores.  90
    Son hechos los poetas de vna massa
dulce, suaue, correosa y tierna,
y amiga del hogar de agena casa.
    El poeta mas cuerdo se gouierna
por su antojo valdio y regalado,  95
de traças lleno y de ignorancia eterna.
    Absorto en sus quimeras, y admirado
de sus mismas acciones, no procura
llegar a rico, como a honroso estado.
    Vayan pues los leyentes con letura12,  100
qual dize el vulgo mal limado y bronco,
que yo soy vn poeta desta hechura,
    cisne en las canas, y en la voz vn ronco
y negro cueruo, sin que el tiempo pueda
desbastar de mi ingenio el duro tronco;  105
    y que en la cumbre de la varia rueda
iamas me pude ver solo vn momento,
pues, quando subir quiero, se está queda.
    Pero, por ver si vn alto pensamiento
se puede prometer feliz sucesso,  110
segui el viaje a passo tardo y lento.
-fol. 3v-
    Vn candeal con ocho mís13 de queso,
fue en mis alforjas mi reposteria,
vtil al que camina y leue peso.
    «A Dios, dixe a la humilde choça mía,  115
a Dios Madrid, a Dios tu Prado y fuentes,
que manan nectar, llueuen ambrosia.
    »A Dios, conuersaciones sufícientes
a entretener vn pecho cuydadoso,
—17→
y a dos mil desualidos pretendientes.  120
    »A Dios, sitio agradable y mentiroso,
do fueron dos gigantes abrassados
con el rayo de Iupiter fogoso14.
    »A Dios, teatros publicos, honrados
por la ignorancia, que ensalzada veo  125
en cien mil disparates recitados.
   »A Dios, de San Felipe el gran passeo,
donde si baxa o sube el turco galgo,
como en gazeta de Venecia15 leo.
    »A Dios, hambre sotil de algun hidalgo,  130
que, por no verme ante tus puertas muerto,
oy de mi patria y de mi mismo salgo.»
    Con esto, poco a poco llegué al puerto
a quien los de Cartago dieron nombre,
cerrado a todos vientos y encubierto.  135
-fol. 4r-
    A cuyo claro y sin ygual renombre
se postran quantos puertos el mar baña,
descubre el sol y a nauegado el hombre.
    Arrojose mi vista a la campaña
rasa del mar, que truxo a mi memoria  140
del heroyco don Iuan la heroyca hazaña,
    donde, con alta de soldados gloria,
y con propio valor y ayrado pecho,
tuue, aunque humilde, parte en la vitoria.
    Alli, con rabia y con mortal despecho,  145
el otomano orgullo vio su brio
hollado y reduzido a pobre estrecho.
    Lleno, pues, de esperanças, y vazio
de temor, busqué luego vna fragata
que efetuasse el alto intento mio,  150
    quando por la, aunque azul, liquida plata,
—18→
vi venir vn baxel a vela y remo,
que tomar tierra en el gran puerto trata,
    del mas gallardo y mas vistoso estremo
de quantos las espaldas de Neptuno  155
oprimieron jamas, ni mas supremo.
    Qual este, nunca vio baxel alguno
el mar, ni pudo verse en el armada
que destruyó la vengatiua Iuno.
-fol. 4v-
    No fue del vellozino a la jornada  160
Argos tan bien compuesta y tan pomposa,
ni de tantas riquezas adornada.
    Quando entraua en el puerto la hermosa
aurora por las puertas del oriente,
salia en trença blanda y amorosa.  165
    Oyose vn estampido de repente,
haziendo salua la real galera,
que despertó y alborotó la gente.
    El son de los clarines, la ribera
llenaua de dulcissima armonia,  170
y el de la chusma alegre y placentera.
    Entrauanse las horas por el dia,
a cuya luz, con distincion mas clara,
se vio del gran baxel la bizarria.
    Ancoras echa, y en el puerto para,  175
y arroja vn ancho esquife al mar tranquilo,
con musica, con grita y algaçara.
    Vsan los marineros de su estilo;
cubren la popa con tapetes tales,
que es oro y sirgo de su trama el hilo.  180
    Tocan de la ribera los vmbrales,
sale del rico esquife vn cauallero,
en ombros de otros quatro principales.
—19→
-fol. 5r-
    En cuyo trage y ademan seuero,
vi de Mercurio al viuo la figura,  185
de los fingidos dioses mensagero.
    En el gallardo talle y compostura,
en los alados pies y el caduzeo,
simbolo de prudencia y de cordura,
    digo que al mismo paraninfo veo  190
que truxo mentirosas embaxadas
a la tierra del alto Coliseo.
    Vile, y a penas puso las aladas
plantas en las arenas, venturosas
por verse de diuinos pies tocadas,  195
    quando yo, reboluiendo cien mil cosas
en la imaginacion, llegué a postrarme
ante las plantas por adorno hermosas.
    Mandome el dios parlero luego alçarme,
y, con medidos versos y sonantes,  200
desta manera començo a hablarme:
    «¡O Adan de los poetas, o Ceruantes!
¿que alforjas y que traje es este, amigo,
que assi muestra discursos ignorantes?»
    Yo, respondiendo a su demanda, digo:  205
«señor, voy al Parnaso, y, como pobre,
con este aliño mi jornada sigo.»
-fol. 5v-
    Y el a mi dixo: «¡o sobre humano y sobre
espiritu cilenio16 leuantado!
¡toda abundancia y todo honor te sobre!  210
    »Que, en fin, has respondido a ser soldado
antiguo y valeroso, qual lo muestra
la mano de que estas estropeado.
    »Bien se que en la Naual dura palestra
perdiste el mouimiento de la mano  215
—20→
yzquierda, para gloria de la diestra.
    »Y se que aquel instinto sobre humano,
que de raro inuentor tu pecho encierra,
no te le ha dado el padre Apolo en vano.
    »Tus obras los rincones de la tierra,  220
lleuandola[s] en grupa Rozinante,
descubren, y a la embidia mueuen guerra.
    »Passa, raro inuentor, passa adelante
con tu sotil disinio, y presta ayuda
a Apolo, que la tuya es importante,  225
    »antes que el esquadron vulgar acuda
de mas de veynte mil sietemesinos
poetas, que de serlo estan en duda.
    »Llenas van ya las sendas y caminos
desta canalla inutil contra el monte,  230
que aun de estar a su sombra no son dignos.
-fol. 6r-
    »Armate de tus versos luego, y ponte
a punto de seguir este viage
conmigo, y a la gran obra disponte.
    »Conmigo, segurissimo passage  235
tendras, sin que te enpaches, ni procures
lo que suelen llamar matalotage.
    »Y por que esta verdad que digo apures,
entra conmigo en mi galera, y mira
cosas con que te assombres y assegures.»  240
    Yo, aunque pense que todo era mentira,
entré con el en la galera hermosa,
y vi lo que pensar en ello admira.
    De la quilla a la gauia, ¡o extraña cosa!,
toda de versos era fabricada,  245
sin que se entremetiesse alguna prosa.
    Las ballesteras eran de ensalada
—21→
de glossas, todas hechas a la boda
de la que se llamó mal maridada17.
    Era la chusma de romances toda,  250
gente atreuida, enpero necessaria,
pues a todas acciones se acomoda.
    La popa, de materia estraordinaria,
bastarda, y de legitimos sonetos,
de labor peregrina en todo y varia.  255
-fol. 6v-
    Eran dos valentissimos tercetos
los espalderes de la yzquierda y diestra,
para dar boga larga muy perfectos.
    Hecha ser la cruxia se me muestra
de vna luenga y tristissima elegia,  260
que no en cantar, sino en llorar es diestra.
    Por esta entiendo yo que se diría
lo que suele dezirse a vn desdichado
quando lo passa mal: «passó cruxia.»
    El arbol, hasta el cielo leuantado,  265
de vna dura cancion prolixa estaua
de canto de seys dedos embreado.
    El y la entena, que por el cruzaua,
de duros estrambotes la madera
de que eran hechos claro se mostraua.  270
   La racamenta, que es siempre parlera,
toda la componian redondillas,
con que ella se mostraua mas ligera.
    Las xarcias parecian seguidillas,
de disparates mil y mas compuestas,  275
que suelen en el alma hazer cosquillas.
    Las rumbadas fortissimas y honestas
estancias, eran tablas poderosas,
que lleuan vn poema y otro a cuestas.
—22→
-fol. 7r-
    Era cosa de ver las bulliciosas  280
vanderillas que al ayre tremolauan
de varias rimas, algo licenciosas.
    Los grumetes que aqui y alli cruzauan,
de encadenados versos parecian,
puesto que como libres trabaxaban.  285
    Todas las obras muertas componian,
o versos sueltos, o sestinas graues,
que a la galera mas gallarda hazian.
    En fin, con modos blandos y suaues,
viendo Mercurio que yo visto auia  290
el baxel, que es razon, lector, que alabes,
    iunto a si me sento, y su voz embia
a mis oydos, en razones claras,
y llenas de suauissima armonia,
    diziendo: «entre las cosas que son raras  295
y nueuas en el mundo, y peregrinas,
veras, si en ello aduiertes y reparas,
    »que es vna este baxel de las mas dignas
de admiracion, que llegue a ser espanto
a naciones remotas y vezinas.  300
    »No le18 formaron maquinas de encanto,
sino el ingenio del diuino Apolo,
que puede, quiere, y llega y sube a tanto.
-fol. 7v-
    »Formole, ¡o nueuo caso!, para solo
que yo lleuasse en el quantos poetas  305
ay desde el claro Tajo hasta Pactolo.
    »De Malta el gran Maestre, a quien secretas
espias dan auiso que en oriente
se aperciben las barbaras saetas,
    »teme, y embia a conuocar la gente  310
que sella con la blanca cruz el pecho,
—23→
porque en su fuerça su valor se aumente;
    »a cuya imitacion Apolo ha hecho
que los famosos vates al Parnaso
acudan, que está puesto en duro estrecho.  315
    »Yo, condolido del doliente caso,
en el ligero casco, ya instruydo
de lo que he de hazer, aguijo el passo.
    »De Italia las riberas he barrido,
he visto las de Francia y no tocado,  320
por venir solo a España dirigido.
    »Aqui, con dulce y con felice agrado,
hara fin mi camino a lo que creo,
y sere facilmente despachado.
    »Tu, aunque en tus canas tu pereza veo,  325
seras el paraninfo de mi assumpto
y el solicitador de mi desseo.
-fol. 8r-
    »Parte, y no te detengas solo vn punto,
y, a los que en esta lista van escritos,
diras de Apolo quanto aqui yo apunto.»  330
    Sacó vn papel, y en el casi infinitos
nombres vi de poetas, en que auia
yangueses, vizcaynos, y coritos.
    Alli famosos vi de Andaluzia,
y entre los castellanos vi vnos hombres  335
en quien viue de assiento la poesia.
    Dixo Mercurio: «quiero que me nombres
desta turba gentil, pues tu lo sabes,
la alteza de su ingenio con los nombres.»
    Yo respondi: «de los que son mas graues  340
dire lo que supiere, por mouerte
a que ante Apolo su valor alabes.»
El escuchó, yo dixe desta suerte:
—24→


Del Viage del Parnaso. Capitvlo segvndo19
    Colgado estaua de mi antigua boca
el dios hablante20, pero entonces mudo
(que, al que escucha, el guardar silencio toca),
-fol. 8v-
    quando di de improuiso vn estornudo,
y, haziendo cruzes por el mal aguero,  5
del gran Mercurio al mandamiento acudo.
    Miré la lista, y vi que era el primero
el licenciado Iuan de Ochoa21 amigo,
por poeta y christiano verdadero.
    Deste varon en su alabança dígo,  10
que puede azelerar y dar la muerte
con su claro discurso al enemigo,
    y que, si no se aparta y se diuierte
su ingenio en la gramatica española,
sera de Apolo sin ygual la suerte,  15
    pues de su poesia al mundo sola,
puede esperar poner el pie en la cumbre
de la inconstante rueda o varia bola.
    Este que de los comicos es lumbre,
que el licenciado Poyo22 es su apellido,  20
no hay nuue que a su sol claro deslumbre;
    pero, como está siempre entretenido
en traças, en quimeras e inuenciones,
—25→
no ha de acudir a este marcial ruydo.
    Este que en lista por tercero pones,  25
que Hipolito se llama de Vergara23,
si lleuarle al Parnaso te dispones,
-fol. 9r-
    haz quenta que en el lleuas vna xara,
vna saeta, vn arcabuz, vn rayo,
que contra la ignorancia se dispara.  30
    Este que tiene como mes de mayo
florido ingenio, y que comiença aora
a hazer de sus comedias nueuo ensayo,
    Godinez24es; y estotro que enamora
las almas con sus versos regalados,  35
quando de amor ternezas canta, o llora,
    es vno que valdra por mil soldados,
quando a la estraña y nunca vista empressa
fueren los escogidos y llamados;
    digo que es don Francisco, el que professa  40
las armas y las letras, con tal nombre,
que por su ygual Apolo le confíessa.
    Es de Calatayud25 su sobrenombre;
con esto queda dicho todo quanto
puedo dezir con que a la ínuidia assombre.  45
    Este que sigue es vn poeta santo,
digo famoso, Miguel Cid26 se llama,
que al coro de las musas pone espanto.
    Estotro que sus versos encarama
sobre los mismos ombros de Calisto,  50
tan celebrado siempre de la fama,
-fol. 9v-
    es aquel agradable, aquel bien quisto,
aquel agudo, aquel sonoro y graue
sobre quantos poetas Febo ha visto,
   aquel que tiene de escriuir la llaue,  55
—26→
con gracia y agudeza en tanto estremo,
que su ygual en el orbe no se sabe;
    es don Luys de Gongora27, a quien temo
agrauiar en mis cortas alabanças,
aunque las suba al grado mas supremo.  60
    ¡O tu, diuino espiritu, que alcanças
ya el premio merecido a tus desseos,
y a tus bien colocadas esperanças,
    ya en nueuos y justissimos empleos,
diuino Herrera28, tu caudal se aplica,  65
aspirando del cielo a los trofeos!
    Ya de tu hermosa Luz, y clara y rica,
el bello resplandor miras seguro,
en la que [el] alma tuya beatifica;
    y arrimada tu yedra al fuerte muro  70
de la inmortalidad, no estimas quanto
mora en las sombras deste mundo escuro.
    Y tu, don Iuan de Xaurigui29, que a tanto
el sabio curso de tu pluma aspira,
que sobre las esferas le leuanto,  75
-fol. 10r-
    aunque Lucano por tu voz respira,
dexale vn rato y, con piadosos ojos,
a la necessidad de Apolo míra,
    que te estan esperando mil despojos
de otros mil atreuidos, que procuran  80
fertíles campos ser, siendo rastrojos.
    Y tu, por quien las musas asseguran
su partido, don Felix Arias30, siente
que por su gentileza te conjuran
    y ruegan que defiendas desta gente  85
non sancta su hermosura, y de Aganipe
y de Hipocrene la inmortal corriente.
—27→
    ¿Consentiras tu a dicha participe
del licor suauissimo vn poeta
que al hazer de sus versos sude y hipe?  90
    No lo consentiras, pues tu discreta
vena, abundante y rica, no permite
cosa que sombra tenga de imperfecta.
    Señor: este que aqui viene se quite,
dixe a Mercurio, que es vn chacho necio,  95
que juega y es de satiras su embite.
    Este si que podras tener en precio,
que es Alonso de Salas Barbadillo31,
a quíen me inclino, y sin medida aprecio.
-fol. 10v-
    Este que viene aqui, si he de dezirlo,  100
no ay para que le embarques, y assi puedes
borrarle. Dixo el dios: «gusto de oyllo.»
    Es vn cierto rapaz que a Ganimedes
quiere imitar, vistiendose a lo godo,
y assi aconsejo que sin el te quedes.  105
    No lo haras con este desse modo,
que es el gran Luys Cabrera32, que, pequeño,
todo lo alcança, pues lo sabe todo.
    Es de la historia conocido dueño,
y en discursos discretos tan discreto,  110
que a Tacito veras si te le enseño.
    Este que viene, es vn galan, sugeto
de la varia fortuna a los baybenes,
y del mudable tiempo al duro aprieto;
    vn tiempo rico de caducos bienes,  115
y aora de los firmes e inmudables
mas rico, a tu mandar firme le tienes.
    Pueden los altos riscos siempre estables
ser tocados del mar, mas no mouidos
—28→
de sus ondas en cursos variables;  120
    ni menos a la tierra trae rendidos
los altos cedros Boreas, quando ayrado
quiere humillar los mas fortalecidos33.
-fol. 11r-
    Y este que viuo exemplo nos ha dado
desta verdad con tal filosofia,  125
don Lorenço Ramirez es de Prado34.
    Deste que se le sigue aqui, diria
que es don Antonio de Monrroy35, que veo
en ello que es ingenio y cortesia;
    satisfacion al mas alto desseo,  130
puede dar de valor heroyco y ciencia,
pues mil descubro en el, y otras mil creo.
    Este es vn cauallero de presencia
agradable, y que tiene de Torcato36
el alma sin alguna diferencia;  135
    de don Antonio de Paredes37 trato,
a quien dieron las Musas sus amigas,
en tierna edad, anciano ingenio y trato.
    Este que por lleuarle te fatigas,
es don Antonio de Mendoça38, y veo  140
quanto en lleuarle al sacro Apolo obligas.
    Este que de las Musas es recreo,
la gracia, y el donayre y la cordura,
que de la discrecion lleua el trofeo,
    es Pedro de Morales39, propria hechura  145
del gusto cortesano, y es asilo
adonde se repara mi ventura.
-fol. 11v-
    Este, aunque tiene parte de Zoylo,
es el grande Espinel40, que en la guitarra
tiene la prima, y en el raro estilo.  150
    Este, que tanto alla tira la barra,
—29→
que las cumbres se dexa atras de Pindo,
que jura, que vozea, y que desgarra,
    tiene mas de poeta que de lindo,
y es Iusepe de Vargas41, cuyo astuto  155
ingenio y rara condicion deslindo.
    Este, a quien pueden dar justo tributo
la gala, y el ingenio que mas pueda
ofrecer a las musas flor y fruto,
    es el famoso Andres de Balmaseda42,  160
de cuyo graue y dulce entendimiento
el magno Apolo satisfecho queda.
    Este es Enciso43, gloria y ornamento
del Tajo, y claro honor de Mançanares,
que con tal hijo aumenta su contento.  165
    Este, que es escogido entre millares,
de Gueuara Luys Velez44 es el brauo,
que se puede llamar quitapesares;
    es poeta gigante, en quien alauo
el verso numeroso, el peregrino  170
ingenio, si vn Gnaton nos pinta, o vn Dauo45.
-fol. 12r-
    Este es don Iuan de España46, que es mas digno
de alabanças diuinas que de humanas,
pues en todos sus versos es diuino.
    Este por quien de Lugo47 estan vfanas  175
las musas, es Silueyra48, aquel famoso,
que por lleuarle con razon te afanas.
    Este que se le sigue, es el curioso
gran don Pedro de Herrera49, conocido
por de ingenio eleuado en punto honroso.  180
    Este, que de la carzel del oluido
sacó otra vez a Proserpina hermosa,
con que a España y al Dauro ha enrriquezido,
—30→
    verasle en la contienda rigurosa
que se teme y se espera en nuestros dias  185
(culpa de nuestra edad poco dichosa),
    mostrar de su valor las loçanias;
pero ¿que mucho, si es aqueste el docto
y graue don Francisco de Farias50?
    Este de quien yo fuy siempre deuoto,  190
oraculo y Apolo de Granada,
y aun deste clima nuestro y del remoto,
    Pedro Rodriguez es51. Este es Tejada52,
de altitonantes versos y sonoros,
con magestad en todo leuantada.  195
-fol. 12v-
    Este que brota versos por los poros,
y halla patria y amigos donde quiera,
y tiene en los agenos sus tesoros,
    es Medinilla53, el que la vez primera
cantó el romance de la tumba escura,  200
entre cipreses puestos en hilera.
    Este, que en verdes años se apressura
y corre al sacro lauro, es don Fernando
Bermudez54, donde viue la cordura.
    Este es aquel poeta memorando,  205
que mostro de su ingenio la agudeza
en las Seluas de Erifile cantando55.
    Este que la coluna nueua empieça
con estos dos, que con su ser conuienen,
nombrarlos aun lo tengo por baxeza:  210
    Miguel Cejudo56, y Miguel Sanchez57 vienen
iuntos aqui ¡o par sin par!; en estos
las sacras Musas fuerte amparo tienen,
    que, en los pies de sus versos bien conpuestos
llenos de erudicion rara y dotrina,  215
—31→
al yr al graue caso seran prestos.
    Este gran cauallero, que se inclina
a la leccion de los poetas buenos,
y al sacro monte con su luz camina,
-fol. 13r-
    don Francisco de Silua58 es por lo menos;  220
¿qué será por lo mas? ¡O edad madura,
en verdes años de cordura llenos!
    Don Gabriel Gomez59 viene aqui; segura
tiene con el Apolo la vitoria
de la canalla siempre necia y dura.  225
    Para onor de su ingenio, para gloria
de su florida edad, para que admire
siempre de siglo en siglo su memoria,
    en este gran sugeto se retire
y abreuie la esperança deste hecho60,  230
y Febo al gran Baldes61 atento mire.
   Vera en el vn gallardo y sabio pecho,
vn ingenio sutil y leuantado,
con que le dexe en todo satisfecho.
    Figueroa62 es estotro el doctorado,  235
que cantó de Amarili la costancia
en dulce prosa y verso regalado.
    Quatro vienen aquí en poca distancia,
con mayusculas letras de oro escritos,
que son del alto asumpto la importancia.  240
    De tales quatro, siglos infinitos
durará la memoria, sustentada
en la alta grauedad de sus escritos;
-fol. 13v-
    del claro Apolo la real morada,
si viniere a caer de su grandeza,  245
sera por estos quatro leuantada;
    en ellos nos cifró Naturaleza
—32→
el todo de las partes, que son dignas
de gozar celsitud, que es mas que alteza.
    Esta verdad, gran Conde de Salinas63,  250
bien la acreditas con tus raras obras,
que en los terminos tocan de diuinas.
    Tu, el de Esquilache principe64, que cobras
de dia en dia credito tamaño,
que te adelantas a ti mismo y sobras,  255
    seras escudo fuerte al graue daño
que teme Apolo, con ventajas tantas,
que no te espere el esquadron tacaño.
    Tu, Conde de Saldaña65, que con plantas
tiernas pisas de Pindo la alta cumbre,  260
y en alas de tu ingenio te leuantas,
    hacha has de ser, de inestinguible lumbre,
que guie al sacro monte al desseoso
de verse en el, sin que la luz deslumbre.
    Tu, el de Villamediana66, el mas famoso  265
de quantos entre griegos y latinos
alcançaron el lauro venturoso,
-fol. 14r-
    cruzaras por las sendas y caminos
que al monte guian, porque mas seguros
lleguen a el los simples peregrinos,  270
    a cuya vista destos quatro muros
de Parnaso, caeran las arrogancias
de los mancebos, sobre necios, duros.
    ¡O quantas, y quan graues circustancias
dixera destos quatro, que felizes  275
asseguran de Apolo las ganancías!
    Y mas si se les llega el de Alcañizes67
marques insigne, haran (puesto que ay vna
en el mundo no mas) cinco fenizes;
—33→
    cada qual de por si sera coluna  280
que sustente y leuante el idificio
de Febo sobre el cerco de la luna.
    Este, puesto que acude al graue oficio
en que se ocupa, el lauro [y] palma lleua
que Apolo da por honra y beneficio.  285
    En esta ciencia es marauilla nueua,
y en la jurispericia vnico y raro;
su nombre es don Francisco de la Cueua68.
    Este, que con Homero le comparo,
es el gran don Rodrigo de Herrera69,  290
insigne en letras, y en virtudes raro.
-fol. 14v-
    Este que se le sigue, es el de Vera
don Iuan70, que, por su espada y por su pluma,
le honran en la quinta y quarta esfera.
    Este, que el cuerpo y aun el alma bruma  295
de mil, aunque no muestra ser christiano,
sus escritos el tiempo no consuma.
    Cayoseme la lista de la mano
en este punto, y dixo el dios:«con estos
que has referido, está el negocio llano;  300
    haz que con pies y pensamientos prestos
vengan aqui, donde aguardando quedo
la fuerça de tan validos supuestos.»
    «Mal podra don Francisco de Queuedo71
venir», dixe yo entonces, y el me dixo:  305
»pues partirme sin el de aqui no puedo.
    »Esse es hijo de Apolo, esse es hijo
de Caliope Musa; no podemos
yrnos sin el, y en esto estare fijo;
    »es el flajelo de poetas memos,  310
y echará a puntillazos del Parnaso
—34→
los malos que esperamos y tenemos»72.
    «¡O señor, repliqué, que tiene el passo
corto, y no llegara en vn siglo entero!»
«Desso, dixo Mercurio, no hago caso,  315
-fol. 15r-
    que, el73 poeta que fuere cauallero,
sobre vna nuue, entre pardilla y clara,
vendra muy a su gusto cauallero.»
    «Y el que no, pregunté, ¿qué le prepara
Apolo? ¿qué carroças? o ¿qué nuues?  320
¿qué dromerio74 o alfana en passo rara?»
    «Mucho, me respondio, mucho te subes
en tus preguntas; calla, y obedece.»
«Si hare, pues no es infando lo que jubes»75.
    Esto le respondi, y el me parece  325
que se turbó algun tanto, y en vn punto
el mar se turba, el viento sopla y crece.
    Mi rostro entonces, como el de vn difunto
se deuio de poner, y si haria,
que soy medroso, a lo que yo barrunto.  330
    Vi la noche mezclarse con el dia,
las arenas del hondo mar alçarse
a la region del ayre, entonces fria.
    Todos los elementos vi turbarse,
la tierra, el agua, el ayre, y aun el fuego  335
vi entre rompidas nuues azorarse,
    y, en medio deste gran desassossiego,
llouian nuues de poetas llenas
sobre el baxel, que se anegara luego,
-fol. 15v-
    si no acudieran mas de mil sirenas  340
a dar de azotes a la gran borrasca,
que hazia el saltarel76 por las entenas.
    Vna, que ser pense Iuana la Chasca,
—35→
de dilatado vientre y luengo cuello,
pintiparado a aquel de la tarasca,  345
    se llegó a mi, y me dixo: «de vn cabello
deste baxel estaua la esperança
colgada, a no venir a socorrello.
   »Traemos (y no es burla) a la bonança,
que estaua descuydada, oyendo atenta  350
los discursos de vn cierto Sancho Pança.»
    En esto, sossegose la tormenta,
boluio tranquilo el mar, sereno el cielo,
que al regañon el zefiro le ahuyenta.
    Bolui la vista, y vi en ligero buelo  355
vna nuue romper el ayre claro,
de la color del condensado yelo.
    ¡O marauilla nueua, o caso raro!
Vilo, y he de dezillo, aunque se dude
del hecho que por bruxula declaro.  360
    Lo que yo pude ver, lo que yo pude
notar, fue que la nuue, diuidida
en dos mitades, a llouer acude.
-fol. 16r-
    Quien ha visto la tierra preuenida
con tal disposicion que, quando llueue  365
(cosa ya aueriguada y conocida),
    de cada gota, en vn instante breue,
del poluo se leuanta o sapo, o rana,
que a saltos, o despacio, el passo mueue.
    Tal se imagine ver, ¡o soberana  370
virtud!, de cada gota de la nuue
saltar vn bulto, aunque con forma humana.
    Por no creer esta verdad estuue
mil vezes, pero vila con la vista,
que entonces clara y sin legañas tuue.  375
—36→
    Eran aquestos bultos, de la lista
passada los poetas referidos,
a cuya fuerça no ay quien la resista.
    Vnos por hombres buenos conocidos,
otros de rumbo y hampo77 y Dios es Christo,  380
poquitos bien, y muchos mal vestidos.
    Entre ellos pareciome de auer visto
a don Antonio de Galarza78 el brauo,
gentilhombre de Apolo, y muy bien quisto.
    El baxel se llenó de cabo a cabo,  385
y su capacidad a nadie niega
copioso assiento, que es lo mas que alabo.
-fol. 16v-
    Llouio otra nuue al gran Lope de Vega79,
poeta insigne, a cuyo verso o prosa,
ninguno le auentaja, ni aun le llega.  390
    Era cosa de ver, marauillosa,
de los poetas la apretada enjambre,
en recitar sus versos muy melosa.
    Este muerto de sed, aquel de hambre,
yo dixe, viendo tantos, con boz alta:  395
«¡cuerpo de mi con tanta poetambre!»
    Por tantas sobras, conocio vna falta
Mercurio, y, acudiendo a remedialla,
ligero en la mitad del baxel salta,
    y con vna zaranda que alli halla,  400
no se sí antígua, o sí de nueuo hecha,
zarandó mil poetas de gramalla.
    Los de capa y espada no desecha,
y destos zarandó dos mil y tantos,
que fue neguilla entonces la cosecha.  405
    Colauanse los buenos y los santos,
y quedauanse arriba los granzones,
—37→
mas duros en sus versos que los cantos.
    Y, sin que les valiessen las razones
que en su disculpa dauan, daua luego  410
Mercurio al mar con ellos a montones.
-fol. 7r [17r]-
    Entre los arrojados, se oyo vn ciego,
que murmurando entre las hondas yua
de Apolo con vn pesete y reniego.
    Vn sastre, aunque en sus pies floxos estriua,  415
abriendo con los braços el camino,
dixo: «¡Suzio es Apolo, assi yo viua!»
    Otro, que al parecer yua mohino,
con ser vn zapatero de obra prima,
dixo dos mil, no vn solo dessatino.  420
    Trabaxa vn tundidor, suda, y se anima
por verse a la ribera conduzido,
que mas la vida que la honra estima.
    El esquadron nadante, reduzido
a la marina, buelue a la galera  425
el rostro, con señales de ofendido;
    y [v]no por todos dixo: «Bien pudiera
esse chocante80 embaxador de Febo
tratarnos bien, y no desta manera;
    »mas oygan lo que digo: yo me atreuo  430
a profanar del monte la grandeza
con libros nueuos y en estilo nueuo».
    Calló Mercurio, y a poner empieça,
con gran curiosidad, seys camarines,
dando a la gracia ilustre rancho y pieça.  435
-fol. 7v [17v]-
    De nueuo resonaron los clarines,
y assi Mercurio, lleno de contento,
sin darle mal aguero los delfines81,
remos al agua dio, velas al viento.
—38→


Del Viage del Parnaso. Capitvlo tercero
    Eran los remos de la real galera
de esdruxulos, y, dellos compelida,
se deslizaua por el mar ligera.
    Hasta el tope la vela yua tendida,
hecha de muy delgados pensamíentos,  5
de varios lizos, por amor texida.
    Soplauan dulces y amorosos víentos,
todos en popa, y todos se mostrauan
al gran viage solamente atentos.
    Las sirenas en torno nauegauan,  10
dando empellones al baxel loçano,
con cuya ayuda en buelo le lleuauan.
    Semejauan las aguas del mar cano
colchas encarrujadas, y hazian
azules visos por el verde llano.  15
-fol. 18r-
    Todos los del baxel se entretenian,
vnos glossando pies dificultosos,
otros cantauan, otros componian.
    Otros de los tenidos por curiosos,
referian sonetos, muchos82 hechos  20
a diferentes casos amorosos.
    Otros alfeñicados y deshechos
en puro açucar, con la voz suaue,
—39→
de su melifluydad muy satisfechos,
    en tono blando, sossegado y graue,  25
eglogas pastorales recitauan,
en quien la gala y la agudeza cabe.
    Otros de sus señoras celebrauan,
en dulzes versos, de la amada boca
los escrementos que por ella echauan.  30
    Tal huuo a quien amor assi le toca,
que alabó los riñones de su dama
con gusto grande, y no elegancia poca.
    Vno cantó que la amorosa llama
en mitad de las aguas le encendía,  35
y como toro agarrochado brama.
    Desta manera andaua la Poesia
de en vno en otro, haziendo que hablasse
este latin, aquel algarauia.
-fol. 18v-
    En esto, sesga la galera, vase  40
rompiendo el mar, con tanta ligereza,
que el viento aun no consiente que la passe.
    Y en esto descubriose la grandeza
de la escombrada playa de Valencia,
por arte hermosa y por naturaleza.  45
    Hizo luego de si grata presencia
el gran don Luis Ferrer83, marcado el pecho
de honor, y el alma de diuina ciencia.
    Desembarcose el dios, y fue derecho
a darle quatro mil y mas abraços,  50
de su vista y su ayuda satisfecho.
    Boluio la vista, y reyteró los lazos
en don Guillen de Castro84, que venia
desseoso de verse en tales braços.
    Christoual de Virues85 se le seguía,  55
—40→
con Pedro de Aguilar86, junta famosa
de las que Turia en sus riberas cria.
    No le pudo llegar más valerosa
esquadra al gran Mercurio, ni el pudiera
dessearla mejor, ni mas honrosa.  60
    Luego se descubrio por la ribera
vn tropel de gallardos valencianos,
que a uer venian la sin par galera,
-fol. 19r-
    todos con instrumentos en las manos,
de estilos y librillos de memoria  65
por bizarria y por ingenio vfanos,
    codiciosos de hallarse en la vitoria,
que ya tenian por segura y cierta,
de las hezes del mundo y de la escoria.
    Pero Mercurio les cerro la puerta,  70
digo, no consintio que se embarcassen,
y el porque no lo dixo, aunque se acierta:
    y fue, porque temio que no se alçassen,
siendo tantos y tales, con Parnaso,
y nuevo imperio y mando en el fundassen.  75
    En esto viose con brioso passo
venir al magno Andres Rey de Artieda87,
no por la edad descaecido o lasso;
    hizieron todos espaciosa rueda,
y, cogiendole en medio, le embarcaron,  80
mas rico de valor que de moneda.
    Al momento las ancoras alçaron,
y las velas, ligadas a la entena,
los grumetes apriessa dessataron.
    De nueuo por el ayre claro suena  85
el son de los clarines, y de nueuo
buelue a su oficio cada qual sirena.
—41→
-fol. 19v-
    Miró el baxel por entre nubes Febo,
y dixo, en voz que pudo ser oyda:
«aqui mi gusto y mi esperança lleuo.»  90
    De remos y sirenas impelida
la galera, se dexa atras el viento,
con milagrosa y prospera corrida.
    Leyase en los rostros el contento
que lleuauan los sabios passageros,  95
durable por no ser nada violento.
    Vnos por el calor yuan en cueros,
otros, por no tener godescas galas,
en traje se vistieron de romeros.
    Hendia en tanto las neptuneas salas  100
la galera, del modo como hiende
la grulla el ayre con tendidas alas.
    En fin, llegamos donde el mar se estiende
y ensancha, y forma el golfo de Narbona,
que de ningunos vientos se defiende.  105
    Del gran Mercurio la cabal persona,
sobre seys rezmas de papel sentada,
yua con cetro y con real corona,
    quando vna nuue, al parecer preñada,
pario quatro poetas en cruxia,  110
o los llouio, razon mas concertada.
-fol. 20r-
    Fue el vno, aquel de quien Apolo fia
su honra, Iuan Luis de Casanate88,
poeta insigne de mayor quantia;
    el mismo Apolo de su ingenio trate;  115
el le alabe, el le premie y recompense,
que el alabarle yo seria dislate.
    Al segundo llouido, el vticense
Caton no le igualó ni tiene Febo
—42→
que tanto por el mire, ni en el piense.  120
    Del contador Gaspar de Bar[r]ionueuo89
mal podra el corto flaco ingenio mio
loar el suyo, assi como yo deuo.
    Llenó del gran baxel el gran vazio
el gran Francisco de Rioja90, al punto  125
que saltó de la nuue en el nauio.
    A Christoual de Mesa91 vi allí junto
a los pies de Mercurio, dando fama
a Apolo, siendo del propio trasumpto.
    A la gauia vn grumete se encarama,  130
y dixo a bozes: «la ciudad se muestra,
que Genoua del dios Iano se llama.»
    «Dexese la ciudad a la siniestra
mano, dixo Mercurio, el baxel vaya,
y siga su derrota por la diestra.»  135
-fol. 20v-
    Hazer al Tiber vimos blanca raya
dentro del mar, auiendo ya passado
la ancha romana y peligrosa playa.
    De lexos viose el ayre condensado
del humo que el Estrombalo92vomita,  140
de azufre y llamas, y de horror formado.
    Huyen la isla infame, y solicita
el suaue poniente assi el viage,
que lo acorta, lo allana y facilita.
    Vimonos en vn punto en el paraje,  145
do la nutriz de Eneas piadoso
hizo el forçoso y vltimo passaje93.
    Vimos desde alli a poco el mas famoso
monte que encierra en si nuestro emisfero,
mas gallardo a la vista y mas hermoso.  150
    Las zenizas de Titiro y Sinzero
—43→
estan en el, y puede ser por esto
nombrado entre los montes por primero94.
    Luego se descubrio donde echó el resto
de su poder Naturaleza, amiga  155
de formar de otros muchos vn compuesto.
    Viose la pesadumbre sin fatiga
de la bella Partenope95, sentada
a la orilla del mar, que sus pies liga,
-21r-
    de castillos y torres coronada,  160
por fuerte y por hermosa en igual grado
tenida, conocida y estimada.
    Mandome el del aligero calçado,
que me aprestasse y fuesse luego a tìerra
a dar a los Lupercios96 vn recado,  165
    en que les diesse cuenta de la guerra
temida, y que a venir les persuadiesse
al duro y fiero assalto, al cierra, cierra.
    «Señor, le respondi, si a caso huuiesse
otro que la embaxada les lleuasse,  170
que mas grato a los dos hermanos fuesse
    »que yo no soy, se bien que negociasse
mejor». Dixo Mercurio: «no te entiendo,
y has de yr antes que el tiempo mas se passe.»
    «Que no me han de escuchar estoy temiendo,  175
le repliqué, y asi97 el yr yo no importa,
puesto que en todo obedecer pretendo,
    »que no se quien me dize y quien me exorta,
que tienen para mí, a lo que imagino,
la voluntad, como la vista, corta;  180
    »que si esto assi no fuera, este camino
con tan pobre recamara no hiziera,
ni diera en vn tan hondo dessatino,
—44→
-fol. 21v-
    »pues si alguna promessa se cumpliera
de aquellas muchas que al partir me hizieron,  185
lleueme Dios si entrara en tu galera.
    »Mucho esperé, si mucho prometieron,
mas podia ser que ocupaciones nueuas
les obligue a oluidar lo que dixeron.
    »Muchos, señor, en la galera lleuas  190
que te podran sacar el pie del lodo.
Parte, y escusa de hazer mas prueuas.»
    »Ninguno, dixo, me hable desse modo,
que, si me desembarco y los enuisto,
boto a Dios, que me trayga al conde98 y todo.  195
    »Con estos dos famosos me enemisto,
que, auiendo leuantado a la Poesía
al buen punto en que está, como se ha visto,
    »quieren, con perezosa tirania,
alçarse, como dizen, a su mano  200
con la ciencia que a ser diuinos guia.
    »¡Por el solio de Apolo soberano,
iuro!... y no digo mas»; y, ardiendo en ira,
se echó a las barbas vna y otra mano.
    Y prosiguio diziendo: «el dotor Mira99,  205
apostaré, si no lo manda el conde,
que tambien en sus puntos se retira.
-fol. 22r-
    »Señor galan, parezca, ¿a que se asconde?
¡Pues a fee, por lleuarle, si el no gusta,
que ni le busque, asseche, ni le ronde!  210
    »¿Es esta empresa a caso tan injusta,
que se esquiuen de hallar en ella quantos
tienen conciencia limitada y justa?
    »¿Carece el cíelo de poetas santos,
puesto que brote a cada passo el suelo  215
—45→
poetas, que lo son tantos y tantos?
    »¿No se oyen sacros himnos en el cielo?
¿La harpa de Dauid alla no suena,
causando nueuo acidental consuelo?
    »Fuera melíndres, y cesse la entena,  220
que llegue al tope»; y luego obedecido
fue de la chusma, sobre buenas buena.
    Poco tiempo passó, quando vn ruydo
se oyo, que los oydos atronaua,
y era de perros aspero ladrido.  225
    Mercurio se turbó, la gente estaua
suspensa al triste son, y en cada pecho
el coraçon mas valido temblaua.
    En esto descubriose el corto estrecho,
que Scila y que Caribdis espantosas,  230
tan temeroso con su furia han hecho.
-fol. 22v-
    «Estas olas que veys presuntosas
en visitar las nuues de contino,
y aun de tocar el cielo codiciosas,
    »venciolas el prudente peregrino,  235
amante de Calipso, al tiempo quando
hizo, dixo Mercurio, este camino.
    «Su prudencia nosotros imitando,
echaremos al mar en que se ocupen,
en tanto que el baxel passa bolando,  240
    »que, en tanto que ellas tasquen, roan, chupen
el misero que al mar ha de entregarse,
seguro estoy que el passo dessocupen.
    »Miren si puede en la galera hallarse
algun poeta desdichado, acaso,  245
que a las fieras gargantas pueda darse.»
    Buscaronle, y hallaron a Lofraso100,
—46→
poeta militar, sardo, que estaua
desmayado a vn rincon, marchito y laso,
    que a sus Diez libros de fortuna, andaua  250
añadiendo otros diez, y el tiempo escoge
que mas desocupado se mostraua.
    Gritó la chusma toda: «¡al mar se arroge;
vaya Lofraso al mar sin resistencia!»
«Por Dios, dixo Mercurio, que me enoge;  255
-fol. 23r-
    »¿como y101 no sera cargo de conciencia,
y grande, echar al mar tanta poesia,
puesto que aqui nos hunda su inclemencia?
    »Viua Lofraso, en tanto que de al dia
Apolo luz, y en tanto que los hombres  260
tengan discreta, alegre fantasia.
    »Tocante a ti, ¡o Lofraso!, los renombres
y epitetos de agudo y de sinzero,
y gusto que mi comitre te nombres.»
    Esto dixo Mercurio al cauallero,  265
el qual, en la cruxia en pie se puso,
con vn rebenque despiadado y fiero.
    Creo que de sus versos le compuso,
y no se como fue que, en vn momento,
(o ya el cielo, o Lofraso lo dispuso)  270
    salimos del estrecho a saluamento,
sin arrojar al mar poeta alguno,
¡tanto del sardo fue el merecimiento!
    Mas luego otro peligro, otro importuno
temor, amenazó, si no gritara  275
Mercurio, qual jamas gritó ninguno,
    diziendo al timonero: «¡a orza, para,
amaynese de golpe!»; y todo a vn punto
se hizo, y el peligro se repara.
—47→
-fol. 23v-
    «Estos montes que veys, que estan tan junto,  280
son los que Acroceraunos son llamados,
de infame nombre102, como yo barrunto.»
   Asieron de los remos los honrados,
los tiernos, los melifluos, los godescos,
y los de a cantimplora acostumbrados.  285
    Los frios los asieron y los frescos;
asieronlos tambien los calurosos,
y los de calças largas y greguescos.
    Del sopraestante daño temerosos,
todos a vna la galera empujan,  290
con flacos y con braços poderosos.
    Debaxo del baxel se somurmujan,
las sirenas que del no se apartaron,
y a ssi mismas en fuerças sobrepujan,
    y en vn pequeño espacio, la lleuaron  295
a vista de Corfu y, a mano diestra,
la isla inexpugnable se dexaron.
    Y dando la galera a la siniestra,
discurria de Grecia las riberas,
adonde el cielo su hermosura muestra.  300
    Mostrauanse las olas lisongeras,
impeliendo el baxel suauemente,
como burlando con alegres veras.
-fol. 24r-
    Y luego, al parecer por el oriente
rayando el rubio sol nuestro orizonte  305
con rayas rojas, hebras de su frente,
    gritó vn grumete, y dixo: «el monte, el monte,
el monte se descubre, donde tiene
su buen rozin el gran Belorofonte.
    »Por el monte se arroja, y a pie viene  310
Apolo a recebirnos.» «Yo lo creo,
—48→
dixo Lofraso, y llega a la Hipocrene.
    »Yo desde aqui columbro, miro y veo,
que se andan solazando entre vnas matas
las Musas con dulcissimo recreo.  315
    »Vnas antiguas son, otras nouatas,
y todas con ligero passo, y tardo,
andan las cinco en pie, las quatro a gatas.»
    «Si tu tal ves, dixo Mercurio, ¡o sardo
poeta!, que me corten las orejas,  320
o me tengan los hombres por bastardo.
    »Dime, ¿porqué algun tanto no te alexas
de la ignorancia, pobreton, y aduiertes
lo que cantan tus rimas en tus quexas?
    »¿Porque con tus mentiras nos diuiertes  325
de recebir a Apolo qual se deue,
por auer mejorado vuestras suertes?»
-fol. 24v-
    En esto, mucho mas que el viento leue,
baxó el luzido Apolo a la marina
a pie, porque en su carro no se atreue.  330
    Quitó los rayos de la faz diuina,
mostrose en calças y en jubon vistoso,
porque dar gusto a todos determina.
    Seguiale detras vn numeroso
esquadron de donzellas bayladoras,  335
aunque pequeñas, de ademan brioso.
    Supe, poco despues, que estas señoras,
sanas las mas, las menos mal paradas,
las del tiempo y del sol eran las horas.
    Las medio rotas eran las menguadas;  340
las sanas, las felizes, y con esto
eran todas en todo apresuradas.
    Apolo luego, con alegre gesto,
—49→
abraçó a los soldados que esperaua
para la alta ocasion que se ha propuesto,  345
    y no de vn mismo modo acariciaua
a todos, porque alguna diferencia
hazia con los que el mas se alegraua.
    Que a los de señoria y excelencia
nueuos abraços dio, razones dixo,  350
en que guardó decoro y preeminencia.
-fol. 25r-
    Entre ellos abraçó a don Iuan de Arguixo103,
que no se en qué, o cómo, o quándo hizo
tan aspero viage y tan prolixo.
    Con el a su desseo satisfizo  355
Apolo, y confirmó su pensamiento,
mandó, vedó, quitó, hizo y deshizo.
    Hecho, pues, el sin par recebimiento,
do se halló don Luys de Barahona104,
lleuado alli por su merecimiento,  360
    del siempre verde lauro vna corona
le ofrece Apolo en su intencion, y vn vaso
del agua de Castalia y de Elicona;
    y luego buelue el magestoso passo,
y el esquadron pensado y de repente  365
le sigue por las faldas del Parnaso.
    Llegose en fin a la Castalia fuente,
y, en viendola, infinitos se arrojaron,
sedientos, al cristal de su corriente.
    Vnos, no solamente se hartaron,  370
sino que pies y manos y otras cosas
algo mas indecentes se lauaron.
    Otros, mas aduertidos, las sabrosas
aguas gustaron poco a poco, dando
espacio al gusto, a pausas melindrosas.  375
—50→
-fol. 25v-
    El brindez y el caraos105 se puso en vando,
porque los mas, de bruzes, y no a sorbos,
el suaue licor fueron gustando.
    De ambas manos hazian vasos corbos
otros, y algunos de la boca al agua  380
temian de hallar cien mil estorbos.
    Poco a poco la fuente se desagua,
y passa en los estomagos beuientes,
y aun no se apaga de su sed la fragua.
    Mas dixoles Apolo: «otras dos fuentes,  385
aun quedan: Aganipe e Ipocrene,
ambas sabrosas, ambas excelentes.
    »Cada qual de licor dulze y perene,
todas de calidad aumentatiua
del alto ingenio que a gustarlas viene.»  390
    Beuen, y suben por el monte arriba,
por entre palmas y entre cedros altos,
y entre arboles pacificos de oliua.
    De gusto llenos, y de angustia faltos,
siguiendo a Apolo el esquadron camina,  395
vnos a pedicox, otros a saltos.
    Al pie sentado de vna antigua enzina
vi a Alonso de Ledesma106 componiendo
vna cancion angelica y diuina.
-fol. 26r-
    Conocile, y a el me fuy corriendo,  400
con los braços abiertos como amigo;
pero no se mouio con el estruendo.
    «¿No ves, me dixo Apolo, que consigo
no está Ledesma agora? ¿no ves claro,
que está fuera de si, y está conmigo?»  405
    A la sombra de vn mirto, al verde amparo,
Geronimo de Castro107 sesteaua,
—51→
varon de ingenio peregrino y raro.
    Vn motete imagino que cantaua,
con voz suaue; yo quedé admirado  410
de verle alli, porque en Madríd quedaua.
   Apolo me entendio, y dixo: «vn soldado
como este, no era bien que se quedara
entre el ocio y el sueño sepultado108.
    »Yo le truxe, y se como, que a mi rara  415
potencia no la impide otra ninguna,
ni inconuiniente alguno la repara.»
    En esto se llegaua la oportuna
hora, a mi parecer, de dar sustento
al estomago pobre, y mas si ayuna.  420
    Pero no le passó por pensamiento
a Delio, que el exercito conduze,
satisfazer al misero hambriento.
-fol. 26v-
    Primero a vn jardin rico nos reduze,
donde el poder de la Naturaleza  425
y el de la industria mas campea y luze.
    Tuuieron los Esperides belleza
menor; no le ygualaron los Pensiles
en sitio, en hermosura y en grandeza.
    En su comparacion, se muestran viles  430
los de Alcinoo, en cuyas alabanças
se han ocupado ingenios bien sotiles.
    No sugeto del tiempo a las mudanças,
que todo el año primauera ofrece
frutos en possession, no en esperanças.  435
    Naturaleza y arte alli parece
andar en competencia, y está en duda
qual vence de las dos, qual mas merece.
    Muestrase balbuciente y casi muda,
—52→
si le alaba, la lengua mas experta,  440
de adulacion, y de mentir desnuda109.
    Iunto con ser jardin, era vna huerta,
vn soto, vn bosque, vn prado, vn valle ameno,
que en todos estos titulos concierta,
    de tanta gracia y hermosura lleno,  445
que vna parte del cielo parecia
el todo del bellissimo terreno.
-fol. 27r-
    Alto en el sitio alegre Apolo hazia,
y alli mandó que todos se sentassen
a tres horas despues de medio dia.  450
    Y porque los assientos señalassen
el ingenio y valor de cada vno,
y vnos con otros no se embaraçassen,
    a despecho y pesar del importuno
ambicioso desseo, les dio assiento  455
en el sitio y lugar mas oportuno.
    Llegauan los laureles casi a ciento,
a cuya sombra y troncos se sentaron
algunos de aquel numero contento.
    Otros los de las palmas ocuparon;  460
de los mirtos y yedras y los robles,
tambien varios poetas aluergaron.
    Puesto que humildes, eran de los nobles
los assientos, qual tronos leuantados,
porque tu, ¡o110 embidia! aqui tu rabia dobles.  465
    En fin, primero fueron ocupados
los troncos de aquel ancho circuyto,
para honrar a poetas dedicados,
    antes que yo en el numero infinito
hallasse assiento, y assi en pie quedeme,  470
despechado, colerico y marchito,
—53→
-fol. 27v-
    dixe entre mi: «¿es possible que se estreme
en perseguirme la fortuna aírada,
que ofende a muchos, y a ninguno teme?»
    Y, boluiendome a Apolo, con turbada  475
lengua, le dixe lo que oyra el que gusta
saber, pues la tercera es acabada,
la quarta parte desta empresa justa.
—54→


Del Viage del Parnaso. Capitvlo qvarto
    Svele la indignacion componer versos111,
pero si el indignado es algun tonto,
ellos tendran su todo de peruersos.
    De mi yo no se mas, sino que prompto
me hallé para dezir en tercia rima,  5
lo que no dixo el desterrado a Ponto.
    Y assi le dixe a Delio: «no se estima,
señor, del vulgo vano el que te sigue
y al arbol sacro del laurel se arrima.
-fol. 28r-
    »La embidia y la ignorancia le persigue,  10
y assi, embidiado siempre y perseguido,
el bien que espera por jamas consigue.
    »Yo corté con mi ingenio aquel vestido,
con que al mundo la hermosa Galatea
salio para librarse del oluido.  15
    »Soy por quien La Confusa, nada fea,
parecio en los teatros admirable,
si esto a su fama es justo se le crea.
    »Yo, con estilo en parte razonable,
he compuesto comedias que, en su tiempo,  20
tuuieron de lo graue y de lo afable.
    »Yo he dado en Don Quixote passatiempo
al pecho melancolico y mohino,
—55→
en qualquiera sazon, en todo tiempo.
    »Yo he abierto en mis Nouelas vn camino,  25
por do la lengua castellana puede
mostrar con propíedad vn desatino.
    »Yo soy aquel que en la inuencion excede
a muchos, y, al que falta en esta parte,
es fuerça que su fama falta quede.  30
    »Desde mis tiernos años amé el arte
dulce de la agradable poesia,
y en ella procuré siempre agradarte.
-fol. 28v-
    »Nunca voló la pluma humílde mía
por la region satirica, baxeza  35
que a infames premios y desgracias guia.
    »Yo el soneto compuse que assi empieça,
por honra principal de mis escritos:
Boto a Dios que me espanta esta grandeza.
    »Yo he compuesto romanzes infinitos,  40
y el de los zelos es aquel que estimo,
entre otros, que los tengo por malditos.
    »Por esto me congoxo, y me lastimo
de verme solo en pie, sin que se aplique
arbol que me conceda algun arrimo.  45
    »Yo estoy, qual dezir suelen, puesto a pique
para dar a la estampa al gran Persiles112,
con que mi nombre y obras multiplique.
    »Yo, en pensamientos castos y sotiles,
dispuestos en soneto de a dozena,  50
he honrado tres sugetos fregoniles.
    »Tambíen al par de Filis mi Filena
resonó por las seluas, que escucharon
mas de vna y otra alegre cantilena,
   »y en dulzes varias rimas se lleuaron  55
—56→
mis esperanças los ligeros vientos,
que en ellos y en la arena se sembraron.
-fol. 29r-
    »Tuue, tengo, y tendre los pensamientos
merced al cielo que a tal bien me inclina,
de toda adulacion libres y essentos.  60
    »Nunca pongo los pies por do camina
la mentira, la fraude y el engaño,
de la santa virtud total ruyna.
    »Con mi corta fortuna no me ensaño,
aunque, por verme en pie como me veo,  65
y en tal lugar, pondero assi mi daño.
    »Con poco me contento, aunque desseo
mucho.» A cuyas razones enojadas,
con estas blandas respondió Timbreo113:
    «vienen las malas suertes atrassadas,  70
y toman tan de lexos la corriente,
que son temidas, pero no escusadas.
    »El bien les viene a algunos de repente,
a otros poco a poco y sin pensallo,
y el mal no guarda estilo diferente.  75
    »El bien que está adquerido, conseruallo
con maña, diligencia, y con cordura,
es no menor virtud que el grangeallo114.
    »Tu mismo te has forjado tu ventura,
y yo te he visto alguna vez con ella;  80
pero en el imprudente poco dura;
-fol. 29v-
    »mas si quieres salir de tu querella
alegre, y no confuso, y consolado,
dobla tu capa y sientate sobre ella;
    »que tal vez suele vn venturoso estado,  85
quando le niega sin razon la suerte,
honrar mas merecido que alcançado.»
—57→
    «Bien parece, señor, que no se aduierte,
le respondi, que yo no tengo capa»;
el dixo: «aunque sea assi, gusto de verte.  90
    »La virtud es vn manto con que tapa
y cubre su indecencia la115 estrecheza,
que essenta y libre de la embidia escapa».
    Incliné al gran consejo la cabeza;
quedeme en pie, que no ay assiento bueno,  95
si el fauor no le labra o la riqueza.
    Alguno murmuró, viendome ageno
del honor que pensó se me deuia
del planeta de luz y virtud lleno.
    En esto parecio que cobró el dia  100
vn nueuo resplandor, y el ayre oyose
herir de vna dulcissima armonia.
    Y en esto por vn lado descubriose
del sitio vn esquadron de ninfas bellas,
con que infinito el rubio Dios holgose.  105
-fol. 30r-
    Venia, en fin, y por remate dellas,
vna resplandeciendo, como haze
el sol ante la luz de las estrellas.
    La mayor hermosura se deshaze
ante ella, y ella sola resplandeze  110
sobre todas, y alegra y satisfaze.
    Bien assi semejaua, qual se ofrece
entre liquidas perlas, y entre rosas,
la aurora que despunta y amanece.
    La rica vestidura, las preciosas  115
ioyas que la adornauan, competian
con las que suelen ser marauillosas.
    Las ninfas que al querer suyo assistian,
en el gallardo brio y bello aspecto,
—58→
las artes liberales parecian.  120
   Todas, con amoroso y tierno afecto,
con las ciencias mas claras y escondidas
le guardauan santissimo respecto.
    Mostrauan que en seruirla eran seruidas,
y que por su ocasion de todas gentes  125
en mas veneracion eran tenidas.
    Su influxo y su refluxo las corrientes
del mar, y su profundo le mostrauan,
y el ser padre de rios y de fuentes.
-fol. 30v-
   Las yeruas su virtud la presentauan,  130
los arboles sus frutos y sus flores,
las piedras el valor que en si encerrauan,
    el santo Amor, castissimos amores,
la dulce paz, su quietud sabrosa,
la guerra amarga, todos sus rigores.  135
    Mostrauasele clara la espaciosa
via por donde el sol haze contino
su natural carrera y la forçosa.
    La inclinacion o fuerça del destino,
y de qué estrellas consta y se compone,  140
y cómo influye este planeta o signo,
    todo lo sabe, todo lo dispone
la santa y hermosissima donzella,
que admiracion como alegria pone.
    Preguntele al parlero si en la bella  145
ninfa alguna deydad se disfraçaua,
que fuesse justo el adorar en ella,
    porque, en el rico adorno que mostraua,
y en el gallardo ser que descubria,
del cielo, y no del suelo, semejaua.  150
   «Descubres, respondio, tu boberia,
—59→
que ha que la tratas infinitos años,
y no conoces que es la Poesia.»
-fol. 31r-
    «Siempre la he visto embuelta en pobres paños,
le repliqué; jamas la vi compuesta  155
con adornos tan ricos y tamaños.
    »Parece que la he visto descompuesta,
vestida de color de primauera
en los dias de cutio y los de fiesta.»
    «Esta, que es la Poesia verdadera,  160
la graue, la discreta, la elegante,
dixo Mercurio, la alta y la sincera,
    »siempre con vestidura rozagante
se muestra en qualquier acto que se halla,
quando a su profession es importante.  165
   »Nunca se inclina o sirue a la canalla
trouadora, maligna y trafalmeja,
que en lo que mas ignora menos calla.
    »Ay otra falsa, ansiosa, torpe y vieja,
amiga de sonaja y morteruelo,  170
que ni tabanco, ni taberna dexa.
    »No se alça dos, ni aun vn coto116 del suelo,
grande amiga de bodas y bautismos,
larga de manos, corta de cerbelo.
    »Tomanla por momentos parasismos,  175
no acierta a pronunciar, y, si pronuncia,
absurdos haze, y forma solecismos.
-fol. 31v-
    »Baco donde ella está su gusto anuncia,
y ella derrama en coplas el poleo,
compa y vereda117, y el mastranço y juncia.  180
    »Pero aquesta que ves, es el asseo,
la [g]ala de los cielos y la tierra,
con quien tienen las musas su bureo.
—60→
    »Ella abre los secretos y los cierra,
toca y apunta, de qualquiera ciencia,  185
la superficie y lo mejor que encierra.
    »Mira con mas ahinco su presencia:
veras cifrada en ella la abundancia
de lo que en bueno tiene la excelencia.
   »Moran con ella, en una misma estancia,  190
la diuina y moral filosofia,
el estilo mas puro y la elegancia.
    »Puede118 pintar en la mitad del dia
la noche, y, en la noche mas escura,
el alua bella que las perlas cria.  195
    »El curso de los rios apressura,
y le detiene, el pecho a furia incita,
y le reduze luego a mas blandura.
    »Por mitad del rigor se precipita
de las luzientes armas contrapuestas,  200
y da vitorias, y vitorias quita.
-fol. 32r-
    »Veras como le prestan las florestas
sus sombras, y sus cantos los pastores,
el mal sus lutos y el plazer sus fiestas,
    »perlas el sur, Sabea sus olores,  205
el oro Tibar119, Hibla su dulçura,
galas Milan, y Lusitania amores.
    »En fin, ella es la cifra do se apura
lo prouechoso, honesto, y deleytable,
partes con quien se aumenta la ventura.  210
    »Es de ingenio tan viuo y admirable,
que a vezes toca en puntos que suspenden,
por tener no se qué de inescrutable.
    »Alabanse los buenos y se ofenden
los malos con su voz, y destos tales,  215
—61→
vnos la adoran, otros no la entienden.
    »Son sus obras heroycas inmortales,
las liricas suaues, de manera
que bueluen en dìuinas las mortales.
    »Si alguna vez se muestra lisongera,  220
es con tanta elegancia y artificio,
que no castigo, sino premio espera.
    »Gloria de la virtud, pena del vicio
son sus acciones, dando al mundo en ellas
de su alto ingenio y su bondad indicio.»  225
-fol. 32v-
    En esto estaua, quando por las bellas
ventanas de xazmines y de rosas
(que amor estaua a lo que entiendo en ellas),
    diuisé seys personas religiosas,
al parecer de honroso y graue aspecto,  230
de luengas togas, limpias y pomposas.
    Preguntele a Mercurio: «¿por qué efecto
aquellos no parecen y se encubren,
y muestran ser personas de respecto?»
    A lo que el respondio: «no se descubren,  235
por guardar el decoro al alto estado
que tienen, y assi el rostro todos cubren.»
    «¿Quién son, le repliqué, si es que te es dado
dizirlo?» Respondiome: «no por cierto,
porque Apolo lo tiene assi mandado.»  240
    «¿No son poetas?» «Si.» «Pues yo no acierto
a pensar porqué causa se desprecian
de salir con su ingenio a campo abierto.
    »¿Para qué se embobecen y se anecian,
escondiendo el talento que da el cielo  245
a los que mas de ser suyos se precian?
    »¡Aqui del rey! ¿Qué es esto? ¿Qué rezelo,
—62→
o zelo, les impele a no mostrarse
sin miedo ante la turba vil del suelo?
-fol. 33r-
    »¿Puede ninguna ciencia compararse  250
con esta vniuersal de la Poesia,
que limites no tiene do encerrarse?
    »Pues siendo esto verdad, saber querria,
entre los de la carda cómo se vsa
este miedo, o melindre, o hipocresia.  255
    »Haze monseñor versos, y reusa
que no se sepan, y el los comunica
con muchos, y a la lengua agena acusa.
    »Y mas, que siendo buenos, multiplica
la fama su valor, y al dueño canta  260
con voz de gloria y de alabança rica.
    »¿Qué mucho, pues, si no se le leuanta
testimonio a vn pontifice poeta,
que digan que lo es? Por Dios que espanta.
    »Por vida de Lanfusa120, la discreta,  265
que, si no se me dize quién son estos
togados de bonete y de muzeta,
    »que, con traças y modos descompuestos,
tengo de reduzir a behetria
estos tan sossegados y compuestos.»  270
    «¡Por Dios!, dixo Mercurio, y, a fee mia,
que no puedo dezirlo, y, si lo digo,
tengo de dar la culpa a tu porfia.»
-fol. 33v-
    «Dilo, señor, que desde aqui me obligo
de no dezir que tu me lo dixiste,  275
le dixe, por la fe de buen amigo.»
    El dixo: «no nos cayan en el chiste,
llegate a mi, diretelo al oydo;
pero creo que ay mas de los que viste.
—63→
    »Aquel que has visto alli del cuello erguido,  280
loçano, rozagante y de buen talle,
de honestidad y de valor vestido,
    »es el doctor Francisco Sanchez121; dalle
puede, qual deue, Apolo la alabança
que pueda sobre el cielo leuantalle;  285
    »y aun a mas su famoso ingenio alcança,
pues, en las verdes hojas de sus dias,
nos da de santos frutos esperança.
    »Aquel que en eleuadas fantasias
y en estasis sabrosos se regala,  290
y tanto imita las acciones mias,
    »es el maestro Orense122, que la gala
se lleua de la mas rara eloquencia
que en las aulas de Atenas se señala.
    »Su natural ingenio, con la ciencia  295
y ciencias aprendidas, le leuanta
al grado que le nombra la excelencia.
-fol. 24r [34r]-
    »Aquel de amarillez marchita y santa,
que le encubre de lauro aquella rama
y aquella hojosa y acopada planta,  300
   »fray Iuan Baptista Capataz123 se llama;
descalço y pobre, pero bien vestido
con el adorno que le da la fama.
    »Aquel que del rigor fiero de oluido
libra su nombre con eterno gozo,  305
y es de Apolo y las Musas bien querido,
    »anciano en el ingenio y nunca moço,
humanista diuino, es, segun pienso,
el insigne doctor Andres del Pozo124.
    »Vn licenciado de vn ingenio inmenso  310
es aquel, y, aunque en trage mercenario,
—64→
como a señor le dan las Musas censo;
    »Ramon125, se llama; auxilio necessario
con que Delio se esfuerça y ve rendidas
las obstinadas fuerças del contrario.  315
    »El otro, cuyas sienes ves ceñidas
con los braços de Daphne en triumpho honroso,
sus glorias tiene en Alcala esculpidas;
    »en su ilustre theatro vitorioso
le nombra el cisne, en canto no funesto,  320
siempre el primero, como a mas famoso.
-fol. 24v [34v]-
    »A los donayres suyos echó el resto
con propriedades al gorron deuidas,
por auerlos compuesto o descompuesto126.
    »Aquestas seys personas referidas,  325
como estan en diuinos puestos puestas,
y en sacra religion constituydas,
    »tienen las alabanças por molestas
que les dan por poetas, y holgarian
lleuar la loa sin el nombre a cuestas.»  330
    «¿Por qué, le pregunté, señor, porfian
los tales a escriuir y dar noticia
de los versos que paren y que crian?
    »Tambien tiene el ingenio su codicia,
y nunca la alabança se desprecia,  335
que al bueno se le deue de justicia.
    »Aquel que de poeta no se precia,
¿para qué escriue versos y los dize?
¿por qué desdeña lo que mas aprecia?
    »Jamas me contenté ni satisfize  340
de hipocritos melindres. Llanamente
quise alabanças de lo que bien hize.»
    «Con todo, quiere Apolo que esta gente
—65→
religiosa se tenga aqui secreta»,
dixo el dios que presume de elocuente.  345
-fol. 35r-
    Oyose en esto el son de vna corneta,
y vn «trapa, trapa, aparta, afuera, afuera,
que viene vn gallardissimo poeta».
    Bolui la vista, y vi, por la ladera
del monte vn postillon, y vn cauallero  350
correr, como se dize, a la ligera.
    Seruia el postillon de pregonero,
mucho mas que de guia, a cuyas vozes
en pie se puso el esquadron entero.
    Preguntome Mercurio: «¿no conoces  355
quien es este gallardo, este brioso?
Imagino que ya le reconoces.»
    «Bien se, le respondi, que es el famoso
gran don Sancho de Leyua127, cuya espada
y pluma haran a Delio venturoso.  360
    »Vencerase sin duda esta jornada
con tal socorro», y, en el mismo instante,
cosa que parecia imaginada
    otro fauor, no menos importante
para el caso temido se nos muestra,  365
de ingenio, y fuerças, y valor bastante.
    Vna tropa gentil por la siniestra
parte del monte se descubre, ¡o cielos,
que days de vuestra prouidencia muestra!
-fol. 35v-
    Aquel discreto Iuan de Vazconzelos128  370
venia delante en vn cauallo vayo,
dando a las musas lusitanas zelos.
    Tras el, el capitan Pedro Tamayo129
venia, y, aunque enfermo de la gota,
fue al enemigo assombro, fue desmayo,  375
—66→
    que por el se vio en fuga y puesto en rota,
que, en los dudosos trances de la guerra,
su ingenio admira y su valor se nota.
    Tambien llegaron a la rica tierra,
puestos debaxo de vna blanca seña,  380
por la parte derecha de la sierra,
    otros, de quien tomó luego reseña
Apolo, y era dellos el primero
el jouen don Fernando de Lodeña130,
   Poeta primerizo, insigne empero,  385
en cuyo ingenio Apolo deposita
sus glorias para el tiempo venidero.
    Con magestad real, con inaudita
pompa llegó, y al pie del monte para
quien los bienes del monte solicita.  390
    El licenciado fue Iuan de Vergara131
el que llegó, con quien la turba ilustre
en sus vezinos miedos se repara.
-fol. 36r-
    De Esculapio y de Apolo gloria ilustre,
si no digalo el santo bien partido132,  395
y su fama la misma embidia ilustre.
    Con el fue con aplauso recebido
el docto Iuan Antonio de Herrera133,
que puso en fil el desigual partido.
    ¡O quien con lengua en nada lisongera,  400
sino con puro afecto, en grande excesso,
dos que llegaron alabar pudiera!
    Pero no es de mis ombros este peso;
fueron los que llegaron, los famosos,
los dos maestros Caluo134 y Valdiuiesso135.  405
    Luego se descubrio por los vndosos
llanos del mar una pequeña barca,
—67→
impelida de remos pressurosos.
    Llegó, y al punto della desembarca
el gran don Iuan de Argote y de Gamboa136,  410
en compañia de don Diego Abarca137,
   sugetos dignos de incessable loa,
y don Diego Gimenez y de Anciso138
dio vn salto a tierra desde la alta proa.
    En estos tres la gala y el auiso  415
cifró quanto de gusto en si contienen,
como su ingenio y obras dan auiso.
-fol. 36v-
    Con Iuan Lopez del Valle139 otros dos vienen
iuntos alli, y es Pamonês140 el vno,
con quien las musas ogeriza tienen,  420
    porque pone sus pies por do ninguno
los puso, y, con sus nueuas fantasias,
mucho mas que agradable es importuno.
    De lexas tierras, por incultas vias,
llegó el brauo irlandes don Iuan Bateo141,  425
Xerges nueuo en memoria en nuestros dias.
    Bueluo la vista, a Mantuano142 veo,
que tiene al gran Velasco por Mecenas,
y ha sido acertadissimo su empleo.
    Dexarán estos dos en las agenas  430
tierras, como en las proprias, dilatados
sus nombres, que tu, Apolo, assi lo ordenas.
    Por entre dos fructiferos collados
(¿aura quien esto crea, aunque lo entienda?)
de palmas y laureles coronados,  435
    el graue aspecto del abad Maluenda143
parecio, dando al monte luz y gloria,
y esperanças de triunfo en la contienda.
    Pero, ¿de que enemigos la144 vitoria
—68→
no alcançara vn ingenio tan florido  440
y vna bondad tan digna de memoria?
-fol. 37r-
    Don Antonio Gentil de Vargas145, pido,
espacio para verte, que llegaste
de gala y arte, y de valor vestido.
    Y aunque de patria ginoues, mostraste  445
ser en las musas castellanas docto,
tanto que al esquadron todo admiraste.
    Desde el indio apartado, del remoto
mundo llegó mi amigo Montesdoca146,
y el que anudó de Arauco el nudo roto147.  450
    Dixo Apolo a los dos: «a entrambos toca
defender esta vuestra rica estancia
de la canalla de verguença poca,
    »la qual, de error armada y de arrogancia,
quiere canonizar y dar renombre  455
inmortal y diuino a la ìgnorancia,
    »que tanto puede la aficion que vn hombre
tiene a ssi mismo, que, ignorante siendo,
de buen poeta quiere alcançar nombre.»
    En esto, otro milagro, otro estupendo  460
prodigio se descubre en la marina,
que en pocos versos declarar pretendo.
    Vna naue a la tierra tan vezina
llegó, que, desde el sitio donde estaua,
se ve quanto ay en ella y determina.  465
-fol. 37v-
    De mas de quatro mil salmas passaua
(que otros suelen llamarlas toneladas),
ancho de vientre y de estatura braua.
    Assi como las naues, que, cargadas
llegan de la oriental India a Lisboa,  470
que son por las mayores estimadas,
—69→
    ésta llegó desde la popa a proa
cubierta de poetas, mercancia
de quíen ay saca en Calicut y en Goa.
    Tomole al roxo dios alferecia,  475
por ver la muchedumbre impertinente
que en socorro del monte le venia,
    y en silencio rogo, deuotamente,
que el vaso naufragasse en vn momento,
al que gouierna el humido tridente.  480
    Vno de los del numero hambriento
se puso en esto al borde de la naue,
al parecer mohino y mal contento,
    y en voz que, ni de tierna, ni suaue
tenia vn solo adarame, gritando,  485
dixo, tal vez colerico, y tal graue,
    lo que impaciente estuue yo escuchando,
porque vi sus razones ser saetas,
que yuan mi alma y coraçon clauando.
-fol. 38r-
    «¡O tu, dixo, traydor, que los poetas  490
canonizaste de la larga lísta,
por causas y por vias indirectas!
    »¿Donde tenías, Magançes, la vista
aguda de tu ingenio, que assi ciego
fuíste tan mentiroso148 coronista?  495
    »Yo te confiesso, ¡o Barbaro!, y no niego,
que algunos de los muchos que escogiste
sin que el respeto te forçasse, o el ruego,
    »en el deuido punto los pusiste,
pero con los demas, sin duda alguna,  500
prodigo de alabanças anduuiste.
    »Has alçado a los cielos la fortuna
de muchos que en el centro del oluido,
—70→
sin ver la luz del sol ni de la luna,
    »yazìan; ni llamado, ni escogido,  505
fue el gran Pastor de Yberia, el gran Bernardo,
que de la Vega149 tiene el apellido.
    »Fuiste embidioso, descuydado y tardo,
y a las Ninfas de Henares y pastores150,
como a enemigos les tiraste vn dardo,  510
    »y tienes tu poetas tan peores
que estos en tu rebaño, que imagino
que han de sudar, si quieren ser mejores.
-fol. 38v-
    »Que si este agrauio no me turba el tino,
siete trouistas desde aqui diuiso,  515
a quien suelen llamar de torbellino,
    »con quien la gala, discrecion y auiso
tienen poco que ver, y tu los pones
dos leguas mas alla del parayso.
    »Estas quimeras, estas inuenciones  520
tuyas, te han de salir al rostro vn dia,
si mas no te mesuras y compones.»
    Esta amenaza y gran descortesia
mi blando coraçon llenó de miedo,
y dio al traues con la paciencia mia,  525
    y boluiendome a Apolo, con denuedo
mayor del que esperaua de mis años,
con voz turbada, y con semblante azedo,
    le dixe: «con bien claros desengaños
descubro que el seruirte me grangea  530
presentes mìedos de futuros daños.
    »Haz, ¡o señor!, que en publico se lea
la lista que Cilenio lleuó a España,
porque mi culpa poca aqui se vea.
   »Si tu deydad en escoger se engaña,  535
—71→
y yo solo aproue lo que el me dixo,
¿porque este simple contra mi se ensaña?
-fol. 39r-
    »Con justa causa y con razon me aflixo
de ver cómo estos barbaros se inclinan
a tenerme en temor duro y prolixo;  540
    »vnos, porque los puse, me abominan;
otros, porque he dexado de ponellos,
de darme pesadumbre determinan.
    »Yo no se cómo me auendre con ellos;
los puestos se lamentan, los no puestos  545
gritan, yo tiemblo destos y de aquellos.
    »Tu señor, que eres dios, dales los puestos
que piden sus ingenios: llama y nombra
los que fueren mas abiles y prestos.
    »Y, porque el turbio miedo que me assombra,  550
no me acabe, acabada esta contienda,
cubreme con tu mano y con tu sombra,
    »o ponme vna señal por do se entienda
que soy hechura tuya y de tu casa,
y assi no aura ninguno que me ofenda.»  555
    «Buelue la vista, y mira lo que passa»;
fue de Apolo enojado la respuesta,
que, ardiendo en ira, el coraçon se abrasa.
    Boluíla, y ví la mas alegre fiesta,
y la mas desdichada y compassiua  560
que el mundo vio, ni aun la vera qual ésta.
-fol. 39v-
    Mas no se espere que yo aqui la escriua,
sino en la parte quinta, en quien espero
cantar con voz tan entonada y víua,
que piensen que soy cisne y que me muero.  565
—72→


Del Viage del Parnaso. Capitvlo qvinto
    Oyo el señor del humido tridente
las plegarias de Apolo, y escucholas
con alma tierna y coraçon clemente.
    Hizo de ojo y dio del pie a las olas,
y, sin que lo entendiessen los poetas,  5
en vn punto hasta el cielo leuantolas.
    Y el, por ocultas vias y secretas,
se agaçapo debaxo del nauio,
y vsó con el de sus traydoras tretas.
    Hirio con el tridente en lo vazio  10
del buco, y el estomago le llena
de vn copioso corriente amargo rio.
-fol. 40r-
    Aduertido el peligro, al ayre suena
vna confusa voz, la qual resulta
de otras mil que el temor forma y la pena.  15
    Poco a poco el baxel pobre se oculta
en las entrañas del ceruleo y cano
vientre, que tantas animas sepulta.
    Suben los llantos por el ayre vano
de aquellos miserables, que suspiran  20
por ver su irreparable fin cercano.
    Trepan y suben por las xarcias; miran
qual del nauio es el lugar mas alto,
—73→
y en el muchos se apiñan y retiran.
    La confusion, el miedo, el sobresalto  25
les turba los sentidos, que imaginan
que desta a la otra vida es grande el salto.
    Con ningun medio ni remedio atinan,
pero, creyendo dilatar su muerte,
algun tanto a nadar se determinan.  30
    Saltan muchos al mar de aquella suerte
que al charco de la orilla saltan ranas,
quando el miedo o el ruydo las aduierte.
    Hienden las olas del romperse canas,
menudean las piernas y los braços,  35
aunque enfermos estan, y ellas no sanas,
-fol. 40v-
    y, en medio de tan grandes embaraços,
la vista ponen en la amada orilla,
desseosos de darla mil abraços.
    Y se yo bien que la fatal quadrilla,  40
antes que alli, holgara de hallarse
en el Compas151 famoso de Sevilla.
    Que no tienen por gusto el ahogarse
(discreta gente al parecer en esto);
pero valioles poco el esforçarse,  45
    que el padre de las aguas echó el resto
de su rigor, mostrandose en su carro
con rostro ayrado y ademan funesto.
    Quatro delfines, cada qual bizarro,
con cuerdas hechas de texidas obas  50
le tiraban con furia y con desgarro.
    Las ninfas en sus vmidas alcobas
sienten tu rabia, ¡o vengatiuo nume!,
y de sus rostros la color les robas.
    El nadante poeta, que presume  55
—74→
llegar a la ribera defendida,
sus ayes pierde y su teson consume;
    que su corta carrera es impedida
de las agudas puntas del tridente,
entonces fiero y aspero omicida.  60
-fol. 41r-
    Quien ha visto muchacho diligente,
que en goloso a ssi mesmo sobrepuja
(que no ay comparacion mas conueniente),
   picar en el sombrero la granuja
que el hallazgo le puso alli, o la sissa,  65
con punta alfileresca, o ya de aguja,
    pues no con menor gana o menor prissa,
poetas ensartaua el nume ayrado,
con gusto infame, y con dudosa rissa.
    En carro de cristal venia sentado,  70
la barba luenga y llena de marisco,
con dos gruessas lampreas coronado.
    Hazian de sus barbas firme aprisco
la almeja, el morsillon152, pulpo y cangrejo,
qual le suelen hazer en peña o risco.  75
    Era de aspecto venerable y viejo,
de verde, azul, y plata era el vestido,
robusto al parecer y de buen rejo,
    aunque, como enojado, denegrido
se mostraua en el rostro, que la saña  80
assi turba el color como el sentido.
    Ayrado contra aquellos mas se ensaña
que nadan mas, y saleles al passo,
iuzgando a gloria tan cobarde hazaña.
-fol. 41v-
    En esto, (¡o nueuo, y milagroso caso!,  85
digno de que se quente poco a poco,
y con los versos de Torcato Taso.
—75→
    Hasta aqui no he inuocado, aora inuoco,
vuestro fauor, ¡o Musas!, necessario
para los altos puntos en que toco.  90
    Descerrajad vuestro mas rico almario,
y el aliento me dad que el caso pide,
no humilde, no ratero ni ordinario)
    las nuues hiende, el ayre153 pisa y mide
la hermosa Venus Accidalia154, y baxa  95
del cielo, que ninguno se lo impide.
    Traia vestida, de pardilla raxa
vna gran saya entera hecha al vso,
que le dize muy bien, quadra y encaxa,
    luto que por su Adonis se le puso,  100
luego que el gran colmillo del berraco
a atrauessar sus ingles se dispuso.
    A fe que si el mocito fuera maco,
que el guardara la cara al colmilludo,
que dio a su vida y su belleza saco.  105
    ¡O valiente garçon, mas que sesudo!,
¿cómo estando auisado tu mal tomas,
entrando en trance tan horrendo y crudo?
-fol. 42r-
    En esto, las mansissimas palomas
que el carro de la diosa conduzian  110
por el llano del mar y por las lomas,
    por vnas y otras partes discurrian,
hasta que con Neptuno se encontraron,
que era lo que buscaban y querian.
   Los dioses que se ven, se respetaron,  115
y haziendo sus zalemas a lo moro,
de verse juntos en extremo holgaron.
    Guardaronse real graue decoro,
y procuró Ciprinia, en aquel punto,
—76→
mostrar de su belleza el gran tesoro.  120
    Ensanchó el verdugado, y diole el punto
con ciertos puntapies, que fueron cozes
para el dios que las vio, y quedó difunto.
    Vn poeta, llamado don Quincozes155,
andaua semiuiuo en las saladas  125
ondas, dando gemidos, y no vozes.
    Con todo, dixo en mal articuladas
palabras: «¡o señora, la de Pafo,
y de las otras dos islas nombradas156:
    »mueuate a compassion el verme gafo  130
de pies y manos, y que ya me ahogo
en otras linfas que las del garrafo!157
-fol. 42v-
    »Aqui sera mi pira, aqui mi rogo,
aqui sera Quincozes sepultado,
que tuuo en su criança pedagogo»158.  135
    Esto dixo el mezquino, esto escuchado
fue de la diosa con ternura tanta,
que boluio a componer el verdugado,
    y luego en pie y piadosa se leuanta,
y, poniendo los ojos en el viejo,  140
desembudó la boz de la garganta,
    y, con cierto desden y sobrecejo,
entre enojada, y graue, y dulce, dixo
lo que al humido dios tuuo perplexo.
    Y, aunque no fue su razonar prolixo,  145
todavia le truxo a la memoria
hermano de quien era, y de quien hijo.
    Representole quan pequeña gloria
era lleuar de aquellos miserables
el triunfo infausto y la cruel vitoria.  150
    El dixo: «si los hados inmudables
—77→
no huuieran dado la fatal sentencia
destos en su ignorancia siempre estables,
    »vna brizna no mas de tu presencia
que viera yo, bellissima señora,  155
fuera de mi rigor la resistencia;
-fol. 43r-
    »mas ya no puede ser, que ya la hora
llegó donde mi blanda y mansa mano
ha de mostrar que es dura y vencedora;
    »que estos, de proceder siempre inhumano,  160
en sus versos han dicho cien mil vezes
"açotando las aguas del mar cano"»159.
    «Ni açotado, ni viejo me pareces»,
replicó Venus, y el le dixo a ella:
«puesto que me enamoras, no enterneces,  165
    »que de tal modo la fatal estrella
influye destos tristes, que no puedo
dar felize despacho a tu querella.
    »Del querer de los hados solo vn dedo
no me puede apartar, ya tu lo sabes:  170
ellos han de acabar, y ha de ser cedo.»
    «Primero acabaras que los acabes,
le respondio madama, la que tiene
de tantas voluntades puerta y llaues,
    »que, aunque el hado feroz su muerte ordene,  175
el modo no ha de ser a tu contento,
que muchas muertes el morir contiene».
    Turbose en esto el liquido elemento;
de nueuo renouose la tormenta,
sopló mas viuo y mas apriessa el viento;  180
-fol. 43v-
   La hambrienta mesnada, y no sedienta,
se rinde al huracan rezien venido,
y, por mas no penar, muere contenta.
—78→
    ¡O raro caso y por jamas oydo
ni visto! ¡o nueuas y admirables traças  185
de la gran reyna obedecida en Nido!160.
    En vn instante el mar de calabaças
se vio quajado, algunas tan potentes,
que passauan de dos y aun de tres braças.
    Tambien hinchados odres y valientes,  190
sin deshazer del mar la blanca espuma,
nadauan de mil talles diferentes.
    Esta trasmutación fue hecha, en suma,
por Venus de los languidos poetas,
porque Neptuno hundirlos no presuma;  195
    el qual le pidio a Febo sus saetas,
cuya arma arrojadiza desde aparte
a Venus defraudara de sus tretas.
    Negoselas Apolo, y veys do parte
enojado el vejon, con su tridente  200
pensandolos passar de parte a parte.
    Mas este se resbala, aquel no siente
la herida, y dando esguinze se desliza,
y el queda de la colera impaciente.
-fol. 44r-
    En esto Boreas su furor atiza,  205
y lleua antecogida la manada,
que con la de los Cerdas simboliza.
    Pidioselo la diosa, aficionada
a que viuan poetas zarabandos,
de aquellos de la seta almidonada;  210
    de aquellos blancos, tiernos, dulzes, blandos,
de los que por momentos se diuiden
en varias setas y en contrarios vandos.
    Los contrapuestos vientos se comiden
a complazer la bella rogadora,  215
—79→
y con vn, solo aliento la mar miden,
    lleuando a la piara gruñidora,
en calabaças y odres conuertida,
a los reynos contrarios del aurora.
    Desta dulze semilla referida,  220
España (verdad cierta) tanto abunda,
que es por ella estimada y conocida.
   Que, aunque en armas y en letras es fecunda,
mas que quantas prouincias tiene el suelo,
su gusto en parte en tal semilla funda.  225
    Despues desta mudança que hizo el cielo,
o Venus, o quien fuesse, que no importa
guardar puntualidad como yo suelo,
-fol. 44v-
    no veo calabaça, o luenga o corta,
que no imagine que es algun poeta  230
que alli se estrecha, encubre, encoge, acorta.
    ¿Pues qué quando veo vn cuero? ¡o mal discreta
y vana fantasia, assi engañada,
que a tanta liuiandad estás sujeta!
    Pienso que el piezgo de la boca atada,  235
es la faz del poeta, transformado
en aquella figura mal hinchada.
    Y quando encuentro algun poeta honrado
(digo poeta firme y valedero,
hombre vestido bien, y bien calçado),  240
    luego se me figura ver vn cuero
o alguna calabaça, y desta suerte,
entre contrarios pensamientos muero.
   Y no se si lo yerre o si lo acierte
en que a las calabaças y a los cueros  245
y a los poetas trate de vna suerte.
    Cernicalos que son lagartijeros,
—80→
no esperen de gozar las preeminencias
que gozan gauilanes no pecheros.
    Puestas en paz, pues, ya las diferencias  250
de Delio y los poetas, transformados
en tan vanas y huecas aparíencias;
-fol. 45r-
    los mares y los vientos sossegados,
sumergiose Neptuno mal contento
en sus palacios de cristal labrados;  255
    las mansissimas aues por el viento
volaron, y a la vella Cipriana
pusieron en su reyno a saluamento,
    y, en señal que del triunfo quedó vfana
(lo que hasta alli nadie acabó con ella),  260
del luto se quitó la saboyana,
    quedando en cuezo161, tan briosa y bella,
que se supo despues que Marte anduuo
todo aquel dia y otros dos tras ella;
    todo el qual tiempo el escuadron estuuo  265
mirando atento la fatal ruyna,
que la canalla transformada tuuo;
    y, viendo despejada la marina,
Apolo, del socorro mal venido,
de dar fin al gran caso determina.  270
    Pero, en aquel instante, vn gran ruydo
se oyo, con que la turba se alboroza,
y pone vista alerta y presto oydo;
    y era quien le formaua vna carroza
rica, sobre la qual venia sentado  275
el graue don Lorenço de Mendoza162,
-fol. 45v-
   de su felice ingenio acompañado,
de su mucho valor y cortesia,
ioyas inestimables, adornado.
—81→
    Pedro Iuan de Rejaule163 le seguia  280
en otro coche, insigne valenciano
y grande164 defensor de la Poesia.
    Sentado viene a su derecha mano
Iuan de Solis165, mancebo generoso,
de raro ingenio, en verdes años cano,  285
    y Iuan de Caruajal166, doctor famoso,
les haze tercio, y, no por ser pesado,
dexan de hazer su curso pressuroso,
    porque el diuino ingenio, al leuantado
valor de aquestos tres, que el coche encierra,  290
no ay impedirle monte ni collado.
    Passan volando la empinada sierra,
las nuues tocan, llegan casi al cielo,
y alegres pisan la famosa tierra.
    Con este mismo honroso y graue zelo,  295
Bartolome de Mola167 y Gabriel Laso168
llegaron a tocar del monte el suelo.
    Honra las altas cimas de Parnaso
don Diego, que de Silua169 tiene él nombre,
y por ellas alegre tiende el passo;  300
-fol. 46r-
    a cuyo ingenio y sin igual renombre
toda ciencia se inclina y le obedece,
y le leuanta a ser mas que de hombre.
    Dilatanse las sombras y decrece
el dia, y de la noche el negro manto  305
guarnecido de estrellas aparece,
    y el esquadron, que auia esperado tanto,
en pie se rinde al sueño perezoso,
de hambre y sed, y de mortal quebranto.
    Apolo, entonces, poco luminoso,  310
dando hasta los antipodas vn brinco,
—82→
siguio su occidental170 curso forçoso;
    pero primero licenció a los cinco
poetas titulados a su ruego,
que lo pidieron con estraño ahinco,  315
    por parecerles risa, burla y juego,
empresas semejantes, y assí Apolo
condecendio con sus desseos luego;
    que es el galan de Daphne vníco y solo
en vsar cortesia sobre quantos  320
descubre el nuestro y el contrario polo.
    Del lobrego lugar de los espantos
sacó su hisopo el languido Morfeo,
con que ha rendido y embocado a tantos,
-fol. 46v-
    y del licor que dizen que es Leteo,  325
que mana de la fuente del oluido,
los parpados bañó a todos arreo.
    El mas hambriento se quedó dormido;
dos cosas repugnantes, hambre y sueño,
priuilegio a poetas concedido.  330
    Yo quedé, en fin, dormido como vn leño,
llena la fantasia de mil cosas,
que de contallas mi palabra empeño,
por mas que sean en si dificultosas.
—83→


Del Viage del Parnaso. Capitvlo sexto

    De vna de tres causas los ensueños
se causan, o los sueños, que este nombre
les dan los que del bien hablar son dueños171:
    primera, de las cosas de que el hombre
trata mas de ordinario; la segunda,  5
quiere la medicina que se nombre,
    del humor que en nosotros mas abunda;
toca en reuelaciones la tercera,
que en nuestro bien mas que las dos redunda.
-fol. 47r-
    Dormi, y soñe, y el sueño la tercera  10
causa le dio principio suficiente
a mezclar el ahito y la dentera.
    Sueña el enfermo, a quien la fiebre ardiente
abrasa las entrañas, que en la boca
tiene de las que ha visto alguna fuente,  15
    y el labio al fugitiuo cristal toca,
y el dormido consuelo imaginado
crece el desseo, y no la sed apoca.
    Pelea el valentissimo soldado,
dormido casi al modo que despierto  20
se mostro en el combate fiero armado.
    Acude el tierno amante a su concierto,
y en la imaginacion dormido llega,
—84→
sin padecer borrasca, a dulce puerto.
    El coraçon el auariento entrega  25
en la mitad del sueño a su tesoro,
que el alma en todo tiempo no le niega.
    Yo, que siempre guardé el comun decoro
en las cosas dormidas y despiertas,
pues no soy troglodita, ni soy moro,  30
    de par en par del alma abri las puertas,
y dexé entrar al sueño por los ojos,
con premissas de gloria y gusto ciertas.
-fol. 47v-
    Gozé durmiendo quatro mil despojos
(que los conté sin que faltasse alguno)  35
de gustos que acudieron a manojos.
    El tiempo, la ocasion, el oportuno
lugar correspondían al efecto,
iuntos y por si solo cada vno.
    Dos horas dormi y mas a lo discreto  40
sin que imaginaciones ni vapores
el celebro tuuiessen inquieto.
    La suelta fantasía entre mil flores
me puso de vn pradillo, que exhalaua
de Pancaya y Sabea los olores.  45
    El agradable sitio se lleuaua
tras si la vista, que, durmiendo, viua
mucho mas que despierta se mostraua.
    Palpable vi... mas no se si lo escriua,
que a las cosas que tienen de impossibles  50
siempre mi pluma se ha mostrado esquiua;
    las que tienen vislumbre de possibles,
de dulces, de suaues y de ciertas,
esplican mis borrones apazibles.
    Nunca a disparidad abre las puertas  55
—85→
mi corto ingenio, y hallalas contino
de par en par la consonancia abiertas.
-fol. 48r-
    ¿Cómo pueda agradar vn desatino,
si no es que de proposito se haze,
mostrandole el donayre su camino?  60
    Que entonces la mentira satisfaze,
quando verdad parece, y está escrita
con gracia, que al discreto y simple aplaze.
    Digo, boluiendo al quento, que infinita
gente vi discurrir por aquel llano  65
con algazara plazentera y grita;
    con abito decente y cortesano,
algunos a quien dio la hipocresia
vestido pobre, pero limpio y sano;
    otros, de la color que tiene el dia  70
quando la luz primera se aparece
entre las trenças de la aurora fria.
    La variada primauera ofrece
de sus varias colores la abundancia,
con que a la vista el gusto alegre crece.  75
    La prodigalidad, la exorbitancia
campean juntas por el verde prado,
con galas que descubren su ignorancia.
    En vn trono, del suelo leuantado,
do el arte a la materia se adelanta,  80
puesto que de oro y de marfil labrado,
-fol. 48v-
    vna donzella vi, desde la planta
del pie hasta la cabeça assi adornada,
que el verla admira y el oyrla encanta.
    Estaua en el con magestad sentada,  85
giganta al parecer en la estatura,
pero, aunque grande, bien proporcionada.
—86→
    Parecia mayor su hermosura
mirada desde lexos, y no tanto,
si de cerca se ve su compostura.  90
    Lleno de admiracion, colmo de espanto,
puse en ella los ojos, y vi en ella
lo que en mis versos desmayados canto.
    Yo no sabre afirmar si era donzella,
aunque he dicho que si, que, en estos casos,  95
la vista mas aguda se atropella.
    Son, por la mayor parte, siempre escasos
de razon los juyzios maliciosos
en juzgar rotos los enteros vasos.
    Altaneros sus ojos y amorosos  100
se mostrauan con cierta mansedumbre,
que los hazia en todo extremo hermosos.
    Ora fuesse artificio, ora costumbre,
los rayos de su luz tal vez crecian,
y tal vez dauan encogida lumbre.  105
-fol. 49r-
    Dos ninfas a sus lados assistian,
de tan gentil donayre y apariencia,
que, miradas, las almas suspendian.
De la del alto trono en la presencia
desplegauan sus labios en razones,  110
ricas en suauidad, pobres en ciencia.
    Leuantauan al cielo sus blasones,
que estauan, por ser pocos, o ningunos,
escritos del oluido en los borrones.
    Al dulce murmurar, al oportuno  115
razonar de las dos, la del assiento,
que en belleza jamas le ygualó alguno,
    luego se puso en pie y, en vn momento,
me parecio que dio con la cabeça
—87→
mas alla de las nubes, y no miento.  120
    Y no perdio por esto su belleza,
antes, mientras mas grande, se mostraua
ygual su perfeccion a su grandeza.
    Los braços de tal modo dilataua,
que, de do nace a donde muere el dia,  125
los opuestos estremos alcançaua.
    La enfermedad llamada hydropesia,
assi le hincha el vientre, que parece
que todo el mar caber en el podia.
-fol. 49v-
    Al modo destas partes, assi crece  130
toda su compostura, y no por esto,
qual dixe, su hermosura desfallece.
   Yo, atonito, esperaua ver el resto
de tan grande prodigio, y diera vn dedo
por saber la verdad segura, y presto.  135
    Vno, y no sabre quién, bien claro y quedo
al oydo me habló, y me dixo: «espera,
que yo dezirte lo que quieres puedo.
    Esta que vees, que crece de manera
que apenas tiene ya lugar do quepa,  140
y aspira en la grandeza a ser primera:
    esta que por las nubes sube y trepa
hasta llegar al cerco de la luna,
puesto que el modo de subir no sepa,
    es la que, confiada en su fortuna,  145
piensa tener de la inconstante rueda
el exe quedo y sin mudança alguna.
    Esta, que no halla mal que le suceda,
ni le teme, atreuida y arrogante,
prodiga siempre, venturosa y leda,  150
    es la que, con disignio extrauagante,
—88→
dio en crecer poco a poco hasta ponerse
qual ves en estatura de gigante.
-fol. 50r-
    No dexa de crecer por no atreuerse
a emprender las hazañas mas notables,  155
a donde puedan sus estremos verse.
    ¿No has oydo dezir los memorables
arcos, anfiteatros, templos, baños,
termas, porticos, muros admirables,
    que, a pesar y despecho de los años,  160
aun duran sus reliquias y entereza,
haciendo al tiempo y a la muerte engaños?»
    «Yo, respondi por mi, ninguna pieça
de essas que has dicho dexo de tenella
clauada y remachada en la cabeça.  165
    »Tengo el sepulcro de la viuda bella,
y el Coloso de Rodas alli junto,
y la lanterna que siruio de estrella172.
    »Pero vengamos de quién es al punto
esta, que lo desseo»; «harase luego»,  170
me respondio la voz en baxo punto,
    y prosiguio diziendo: «a no estar ciego,
huuieras visto ya quién es la dama;
pero, en fin, tienes el ingenio lego.
    »Esta que hasta los cielos se encarama  175
preñada, sin saber cómo, del viento,
es hija del desseo y de la fama;
-fol. 50v-
    »esta fue la ocasion y el instrumento,
el todo y parte de que el mundo viesse,
no siete marauillas, sino ciento.  180
    »Corto numero es ciento: aunque dixesse
cien mil y mas millones, no imagines
que en la cuenta del numero excediesse.
—89→
    »Esta conduxo a memorables fines
edificios que assientan en la tierra,  185
y tocan de las nuues los confines.
    »Esta, tal vez, ha leuantado guerra
donde la paz suaue reposaua,
que en limites estrechos no se encierra.
    »Quando Mucio173 en las llamas abrasaua  190
el atreuido fuerte braço y fiero,
esta el incendio horrible resfriaua.
    »Esta arrojó al romano cauallero
en el abismo de la ardiente cueua,
de limpio armado y de luziente azero174.  195
    »Esta tal vez, con marauilla nueua,
de su ambiciosa condicion lleuada,
mil impossibles atreuida prueua.
    »Desde la ardiente Libia175 hasta la elada
Citia176, lleua la fama su memoria,  200
en grandiosas obras dilatada.
-fol. 51r-
    »En fin, ella es la altiua vanagloria,
que en aquellas hazañas se entremete
que lleuan de los siglos la vitoria.
    »Ella misma a si misma se promete  205
triunfos y gustos, sin tener asida
a la calua ocasion por el copete.
    »Su natural sustento, su beuida,
es ayre, y assi crece en vn instante
tanto, que no ay medida a su medida.  210
    »Aquellas dos del placido semblante
que tiene a sus dos lados, son aquellas
que siruen a su maquina de Atlante.
    »Su delicada voz, sus luzes bellas,
su humildad aparente y las loçanas  215
—90→
razones, que el amor se cifra en ellas,
    »Las hazen mas diuinas que no humanas,
y son (con paz escucha y con paciencia)
la adulacion y la mentira, hermanas.
    »Estas estan contino en su presencia  220
palabras ministrandola al oydo,
que tienen de prudentes apariencia,
    »y ella, qual ciega del mejor sentido,
no ve que, entre las flores de aquel gusto,
el aspid ponçoñoso está escondido,  225
-fol. 51v-
    »y assi, arrojada, con desseo injusto,
en cristalino vaso prueua y beue
el veneno mortal, sin ningun susto.
    »Quien mas presume de aduertido, pr[u]eue
a dexarse adular, vera quan presto  230
passa su gloria como el viento leue.»
    Esto escuché y, en escuchando aquesto,
dio vn estampido tal la gloria vana,
que dio a mi sueño fin dulce y molesto.
    Y en esto descubriose la mañana,  235
vertiendo perlas y esparziendo flores,
loçana en vista y en virtud loçana.
    Los dulzes pequeñuelos ruyseñores,
con cantos no aprendidos, le dezian,
enamorados della, mil amores.  240
    Los silgueros el canto repetian,
y las diestras calandrias entonauan
la musica que todos componian.
    Vnos del esquadron priessa se dauan
porque no los hallasse el dios del dia  245
en los forçosos actos en que estauan;
    y luego se assomó su señoria,
—91→
con vna cara de tudesco roxa,
por los valcones de la aurora fria,
-fol. 52r-
    en parte gorda, en parte flaca y floxa,  250
como quien teme el esperado trance
donde verse vencido se le antoja.
    En propio toledano y buen romance177,
les dio los buenos dias cortesmente,
y luego se aprestó al forçoso lance.  255
    Y, encima de vn peñasco, puesto enfrente
del esquadron, con voz sonora y graue,
esta oracion les hizo de repente:
    «¡O espiritus felizes, donde cabe
la gala del dezir, la sutileza  260
de la ciencia mas docta que se sabe,
    »donde en su propia natural belleza
assiste la hermosa Poesia,
entera de los pies a la cabeza!
    »No consintais, por vida vuestra y mia  265
(mirad con qué llaneza Apolo os habla),
que triunfe esta canalla que porfia.
    »Esta canalla, digo, que se endiabla,
que, por darles calor su muchedumbre,
ya su ruyna o ya la nuestra entabla.  270
    »Vosotros, de mis ojos gloria y lumbre,
faroles do mi luz de assiento mora,
ya por naturaleza, o por costumbre,
-fol. 52v-
    »¿aueys de consentir que esta embaydora,
hipocrita gentalla se me atreua,  275
de tantas necedades inuentora?
    »Hazed famosa y memorable prueua
de vuestro gran valor en este hecho,
que a su castigo y vuestra gloria os lleua.
—92→
    »De justa indignacion armad el pecho,  280
acometed intrepidos la turba
ociosa, vagamunda, y sin prouecho.
    »No se os de nada, no se os de vna burba178
(moneda berberisca, vil y baxa)
de aquesta gente que la paz nos turba.  285
    »El son de mas de vna templada caxa,
y el del pifaro triste y la trompeta,
que la colera sube y flema abaxa,
    »assi os incite con virtud secreta,
que despierte los animos dormidos  290
en la facion que tanto nos apríeta.
    »Ya retumba, ya llega a mis oydos
del esquadron contrario el rumor grande,
formado de confusos alaridos.
    »Ya es menester, sin que os lo ruegue o mande,  295
que cada qual, como guerrero experto,
sin que por su capricho se desmande,
-fol. 53r-
    »la orden guarde y militar concierto,
y acuda a su deuer como valiente,
hasta quedar, o vencedor, o muerto.»  300
    En esto, por la parte de poniente,
parecio el esquadron casi infinito
de la barbara, ciega y pobre gente.
    Alçan los nuestros al momento vn grito
alegre y no medroso, y gritan: «¡arma!»  305
«¡Arma!» resuena todo aquel distrito,
y, aunque mueran, correr quieren al arma.
—93→


Del Viage del Parnaso. Capitvlo setimo
    Tv, beligera Musa, tu que tienes
la voz de bronze y de metal la lengua,
quando a cantar del fiero Marte vienes,
    tu, por quien se aniquila siempre y mengua
el gran genero humano; tu, que puedes  5
sacar mi pluma de ignorancia y mengua,
-fol. 53v-
   tu, mano rota y larga de mercedes,
digo en hazellas, vna aqui te pido,
que no hara que menos rica quedes.
    La soberuia y maldad, el atreuido  10
intento de vna gente malmirada179,
ya se descubre con mortal ruydo.
    Dame vna voz al caso acomodada,
vna sutil y bien cortada pluma,
no de aficion ni de passion lleuada,  15
    para que pueda referir, en suma,
con purissimo y nueuo sentimiento,
con verdad clara y entereza suma,
    el contrapuesto y desygual intento
de vno y otro esquadron, que, ardiendo en ira,  20
sus vanderas descoge al vago viento.
    El del vando catolico, que mira
al falso y grande al pie del monte puesto,
—94→
que de subir al alta cumbre aspira,
    con passo largo y ademan compuesto,  25
todo el monte coronan, y se ponen
a la furia, que en loca a echado el resto.
    Las ventajas tantean, y disponen
los animos valientes al assalto,
en quien su gloria y su vengança ponen.  30
-fol. 54r-
    De rabia lleno, y de paciencia falto,
Apolo su bellissimo estandarte
mandó al momento leuantar en alto.
    Arbolole vn marques180, que el proprio Marte
su briosa presencia representa,  35
naturalmente, sin índustria y arte;
    poeta celeberrimo y de cuenta,
por quien y en quíen Apolo soberano
su gloria y gusto y su valor aumenta.
    Era la insinia vn cisne hermoso y cano,  40
tan al viuo pintado, que dixeras
la voz despide, alegre, al ayre vano.
    Siguen al estandarte sus vanderas,
de gallardos alferezes lleuadas,
honrosas por no estar todas enteras.  45
    Las caxas, a lo belico templadas,
al milite mas tardo bueluen presto
de vozes de metal acompañadas.
    Geronimo de Mora181 llegó en esto,
pintor excelentissimo y poeta,  50
Apeles y Virgilio en vn supuesto,
-fol. 54v-
    y, con la autoridad de vna gineta,
que de ser capitan le daua nombre,
al caso acude y a la turba aprieta.
    Y porque mas se turbe y mas se assombre  55
—95→
el enemigo desygual y fiero,
llegó el gran Biedma182, de inmortal renombre.
    Y con el Gaspar de Auila183, primero
sequaz de Apolo, a cuyo verso y pluma
Yziar184 puede embidiar, temer Sincero185.  60
    Llegó Iuan de Meztança186, cifra y suma
de tanta erudicion, donayre y gala,
que no ay muerte ni edad que la consuma.
    Apolo le arrancó de Guatimala,
y le truxo en su ayuda para ofensa  65
de la canalla, en todo estremo mala.
   Hazer milagros en el trance piensa
Cepeda187, y acompañale Mexia188,
poetas dignos de alabança inmensa.
    Clarissimo esplendor de Andaluzia  70
y de la Mancha, el sin ygual Galindo189
llegó con magestad y bizarria.
    De la alta cumbre del famoso Pindo
baxaron tres bizarros lusitanos,
a quien mis alabanças todas rindo.  75
-fol. 55r-
    Con prestos pies y con valientes manos,
con Fernando Correa de la Cerda190,
pisó Rodriguez Lobo191 monte y llanos,
    y, porque Febo su razon no pierda,
el grande don Antonio de Atayde192  80
llegó con furia alborotada y cuerda.
    Las fuerças del contrario ajusta y mide
con las suyas Apolo, y determina
dar la batalla, y la batalla pide.
    El ronco son de mas de vna vozina  85
(instrumento de caça y de la guerra),
de Febo a los oydos se auezina.
—96→
    Tiembla debaxo de los pies la tierra,
de infinitos poetas oprimida,
que dan assalto a la sagrada sierra.  90
    El fiero general de la atreuida
gente, que trae vn cuerbo en su estandarte,
es Arbolanchez193, muso por la vida.
    Puestos estauan en la baxa parte
y en la cima del monte, frente a frente,  95
los campos de quien tiembla el mismo Marte,
    quando vna, al parecer, discreta gente
del catolico vando, al enemigo
se passó, como en numero de veinte.
-fol. 55v-
   Yo con los ojos su carrera sigo,  100
y, viendo el paradero de su intento,
con voz turbada al sacro Apolo digo:
    «¿Qué prodigio es aqueste, qué portento,
o por mejor dezir, qué mal aguero,
que assi me corta el brio y el aliento?  105
    »Aquel transfuga, que partio primero,
no solo por poeta le tenía,
pero tambien por brauo churrullero194.
    »Aquel ligero, que tras el corria,
en mil corrillos en Madrid le he visto  110
tiernamente hablar en la poesia.
    »Aquel tercero que partio tan listo,
por satirico, necio, y por pesado,
se que de todos fue siempre mal quisto.
    »No puedo imaginar cómo ha lleuado  115
Mercurio estos poetas en su lista.»
«Yo fuy, respondio Apolo, el engañado,
    »que, de su ingenio, la primera vista
indicios descubrio, que serian buenos
—97→
para facilitar esta conquista.»  120
    «Señor, repliqué yo, crei que agenos
eran de las deidades los engaños,
digo, engañarse en poco mas ni menos.
-fol. 56r-
    »La prudencia que nace de los años,
y tiene por maestra a la esperiencia,  125
es la deidad que aduierte destos daños.»
    Apolo respondio: «Por mi conciencia,
que no te entiendo» (algo turbado y triste,
por ver de aquellos veinte la insolencia).
    Tu, sardo militar Lofraso195, fuiste  130
vno de aquellos barbaros corrientes
que del contrario el numero creciste.
    Mas no por esta mengua los valientes
del esquadron catolico temieron,
poetas madrigados y excelentes;  135
    antes tanto corage concibieron
contra los fugitiuos corredores,
que riça en ellos y matança hizieron.
    ¡O falsos y malditos trobadores,
que passays plaça de poetas sabios,  140
siendo la hez de los que son peores!
    Entre la lengua, paladar y labios,
anda contino vuestra poesia
haziendo a la virtud cien mil agrauios.
    Poetas de atreuida hipocresia,  145
esperad, que de vuestro acabamiento
ya se ha llegado el temeroso dia.
-fol. 56v-
    De las confusas vozes el concento
confuso por el ayre resonaua,
de espessas nubes condensando el viento.  150
    Por la falda del monte gateaua
—98→
vna tropa poetica, aspirando
a la cumbre, que bien guardada estaua.
    Hazian hincapie de quando en quando,
y con ondas de estallo y con ballestas,  155
yuan libros enteros disparando.
    No del plomo encendido las funestas
balas pudieran ser dañosas tanto,
ni al disparar pudieran ser mas prestas.
    Vn libro, mucho mas duro que vn canto,  160
a Iusepe de Vargas dio en las sienes,
causandole terror, grima y espanto.
    Gritó, y dixo a vn Soneto: «Tu, que vienes
de satirica pluma disparado,
¿por qué el infame curso no detienes?»  165
    Y qual perro con piedras irritado,
que dexa al que las tira, y va tras ellas,
qual si fueran la causa del pecado,
    entre los dedos de sus manos bellas,
hizo pedaços al soneto altiuo,  170
que amenazaua al sol y a las estrellas.
-fol. 57r-
    Y dixole Cilenio: «¡O rayo viuo,
donde la justa indignacion se muestra
en vn grado y valor superlatiuo,
    »la espada toma en la temida diestra,  175
y arrojate valiente y temerario
por esta parte que el peligro adiestra.»
    En esto, del tamaño de un Breuiario,
volando vn libro por el ayre vino,
de prosa y verso, que arrojó el contrario.  180
    De verso y prosa el puro desatino
nos dio a entender que de Arbolanches eran
las Auidas pesadas de contino.
—99→
    Vnas Rimas llegaron, que pudieran
desbararatar el esquadron christiano,  185
si acaso vez segunda se imprimieran.
    Diole a Mercurio en la derecha mano
vna satira antigua licenciosa,
de estilo agudo, pero no muy sano.
    De vna intricada y mal compuesta prosa,  190
de vn assumpto sin jugo y sin donayre,
quatro nouelas disparó Pedrosa196.
    Siluando rezio y desgarrando el ayre,
otro libro llegó de Rimas solas,
hechas al parecer como al desgayre.  195
-fol. 57v-
    Violas Apolo, y dixo quando violas:
«Dios perdone a su autor, y a mi me guarde
de algunas Rimas sueltas españolas.»
    Llegó El Pastor de Iberia, aunque algo tarde,
y derribó catorze de los nuestros,  200
haziendo de su ingenio y fuerça alarde.
    Pero dos valerosos, dos maestros,
dos lumbreras de Apolo, dos soldados,
vnicos en hablar, y en obrar diestros,
    del monte puestos en opuestos lados,  205
tanto apretaron a la turbamulta,
que boluieron atras los encumbrados.
    Es Gregorio de Angulo197, el que sepulta
la cañalla, y con el, Pedro de Soto198,
de prodigioso ingenio y vena culta;  210
    doctor aquel, estotro vnico y docto
licenciado de Apolo, ambos sequazes,
con raras obras y animo deuoto.
    Las dos contrarias indignadas hazes,
ya miden las espadas, ya se cierran,  215
—100→
duras en su teson y pertinazes.
    Con los dientes se muerden, y se aferran
con las garras, las fieras imitando,
que toda piedad de si destierran.
-fol. 58r-
   Haldeando venia y trasudando  220
el autor de La Picara Iustina199,
capellan lego del contrario vando,
    y, qual si fuera de vna culebrina,
disparó de sus manos su libraço,
que fue de nuestro campo la ruyna.  225
    Al buen Tomas Gracian200 mancó de vn braço;
a Medinilla derribó vna muela
y le lleuó de vn muslo vn gran pedaço.
    Vna despierta, nuestra centinela,
gritó: «Todos abaxen la cabeza,  230
que dispara el contrario otra nouela.»
    Dos pelearon vna larga pieza,
y el vno al otro, con instancia loca,
de vn embion, con arte y con destreza,
    seys seguidillas le encaxó en la voca,  235
con que le hizo bomitar el alma,
que salio libre de su estrecha roca.
    De la furia el ardor; del sol la calma,
tenia en duda de vna y otra parte
la vencedora y pretendida palma.  240
    Del cuerbo en esto el lobrego estandarte
cede al del cisne, porque vino al suelo,
passado el coraçon de parte a parte,201
-fol. 58v-
    su202 alferez, que era vn andaluz moçuelo,
trobador repentista, que subia  245
con la soberuia mas alla del cielo;203
    elosele la sangre que tenia;
—101→
muriose,204 quando vio que muerto estaua,205
la206 turba, pertinaz en su porfia.207
    Puesto208 que ausente el gran Lupercio estaua,  250
con vn solo soneto suyo209 hizo
lo que de su grandeza se esperaua.
    Desquadernó, desencaxó, deshizo
del opuesto esquadron catorze hileras;
dos criollos mató; hirio vn mestizo.  255
    De sus sabrosas burlas y sus veras,
el magno cordoues vn cartapacio
disparó, y aterró quatro vanderas.
    Daua ya indicios de cansado y lacio
el brio de la barbara canalla,  260
peleando mas floxo y mas despacio;
    mas renouose la fatal batalla,
mezclandose los vnos con los otros;
ni vale arnes, ni presta dura malla.
    Cinco melifluos, sobre cinco potros  265
llegaron y embistieron por vn lado,
y lleuaronse cinco de nosotros,
-fol. 59r-
    cada qual como moro atauiado,
con mas letras y cifras que vna carta
de principe enemigo y recatado.  270
    De romances moriscos vna sarta,
qual si fuera de balas enramadas,
llega con furia y con malicia harta;
    y, a no estar dos esquadras auisadas
de las nuestras del rezio tiro y presto,  275
era fuerça quedar desbaratadas.
    Quiso Apolo, indignado, echar el resto
de su poder y de su fuerça sola,
y dar al enemigo fin molesto.
—102→
    Y vna sacra cancion210, donde acrisola  280
su ingenio, gala, estilo y bizarria
Bartolome Leonardo de Argensola,
    qual sí fuera vn petrarte211, Apolo embia
adonde está el teson mas apretado,
mas dura y mas furiosa la porfia.  285
   «Quando me paro a contemplar mi estado»,
comiença la cancion que Apolo pone
en el lugar mas noble y leuantado.
    Todo lo mira, todo lo dispone
con ojos de Argos; manda, quita y veda,  290
y del contrario a todo ardid se opone.
-fol. 59v-
    Tan mezclados estan, que no hay quien pueda
discernir qual es malo, o qual es bueno,
qual es garcilasista, o Timoneda212.
    Pero un mancebo, de ignorancia ageno,  295
grande escudriñador de toda historia,
rayo en la pluma y en la voz vn trueno,
    llegó, tan rica el alma de memoria,
de sana voluntad y entendimiento,
que fue de Febo y de las Musas gloria.  300
    Con este azelerose el vencimiento,
porque supo dezir: «Este merece
gloria, pero aquel no, sino tormento.»
    Y como ya con distincion parece
el justo y el injusto conbatiente,  305
el gusto al peso de la pena crece.
    Tu, Pedro Mantuano el excelente,
fuyste quien distinguio, de la confusa
maquina, el que es cobarde del valiente.
    Iulian de Almendarez213 no reusa,  310
puesto que llegó tarde, en dar socorro
—103→
al rubio Delio con su ilustre musa.
    Por las ruzias que peyno, que me corro
de ver que las comedias endiabladas,
por diuinas se pongan en el corro.  315
-fol. 60r-
    Y, a pessar de las limpias y atildadas
del comico mejor de nuestra Esperia,
quieren ser conocidas y pagadas.
    Mas no ganaron mucho en esta feria,
porque es discreto el vulgo de la corte,  320
aunque le toca la comun miseria.
    De llano no le deys, dadle de corte
estancias polifemas214 al poeta
que no os tuuiere por su guia y norte.
    Inimitables soys, y a la discreta  325
gala que descubris en lo escondido,
toda elegancia puede estar sugeta.
    Con estas municiones, el partido
nuestro se mejoró de tal manera,
que el contrario se tuuo por vencido.  330
    Cayo su presuncion soberbia y fiera,
derrumbanse del monte abaxo, quantos
presumieron subir por la ladera;
    la voz prolixa de sus roncos cantos,
el mal sucesso con rigor la buelue  335
en interrotos y funestos llantos.
    Tal huuo que, cayendo, se resuelve
de assirse de vna çarça o cabrahigo,
y en llanto, a lo de Ouidio, se disuelue.
-fol. 60v-
    Quatro se arracimaron a vn quexigo,  340
como enxambre de auejas desmandada,
y le estimaron por el lauro amigo.
    Otra quadrilla, virgen por la espada
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y adultera de lengua, dio la cura
a sus pies de su vida almidonada.  345
    Bartolome, llamado de Segura215,
el toque casi fue del vencimiento;
tal es su ingenio y tal es su cordura.
    Resono en esto por el vago viento
la voz de la vitoria, repetida  350
del numero escogido en claro acento.
    La miserable, la fatal cayda
de las Musas del limpio tagarete,
fue largos siglos con dolor plañida.
    A la parte del llanto, ¡ay, me!, se mete  355
Zapardiel, famoso por su pesca,
sin que vn pequeño instante se quiete.
    La voz de la vitoria se refresca,
«¡vitoria!» suena aqui y alli, vitoria
adquirida por nuestra soldadesca,  360
que canta alegre la alcançada gloria.