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181

Véase Colón, Textos y documentos..., op. cit., p. 314.

 

182

Los perros del Paraíso, p. 164.

 

183

Pulgarín, La novela histórica en la narrativa hispánica..., op. cit., pp. 93-94.

 

184

Véase ibid., p. 86.

 

185

Posse, «La novela como nueva crónica de América: historia y mito», op. cit., p. 253.

 

186

Sklodowska, La parodia en la nueva novela..., op. cit., pp. 41-42.

 

187

Ibid., p. 42.

 

188

Sobre todo este planteamiento véase ibid., pp. 37-43.

 

189

A este respecto es significativo que, en el caso de la evocación de los Comentarios, ésta se realice además desde el ámbito en el que debió generarse la crónica, centrado no en la escritura sino en la oralidad: si los Comentarios aparecieron publicados como «escritos por Pero Hernández, escribano y secretario» de Álvar Núñez y, por tanto, probablemente dictados por el autor, el protagonista de El largo atardecer del caminante transcribe en su nuevo texto lo narrado oralmente (igual que, se supone, hizo con su escribano), esta vez a sus amigos de Sevilla (cf. como muestra pp. 191-192, en las que se hace referencia a la mordedura de un vampiro, y 203, sobre el descubrimiento de las cataratas de Iguazú).

 

190

Así, por ejemplo, el protagonista de la novela recuerda que la llegada a la isla de Malhado fue narrada en los Naufragios «sin vergüenza ni jactancia» (p. 63), aclara que relató en la crónica «su iniciación como brujo o curandero [...] en forma muy oblicua y evasiva para no alentar el siempre bien dispuesto fuego inquisitorial» (p. 107) o, a propósito de las breves referencias a su estancia de seis años con una tribu indígena, se justifica diciendo: «No mentí demasiado en mis Naufragios cuando reduje todo a un par de carillas: ¿Cómo explicar los contenidos de un mundo que no se comprende?» (pp. 139-140).

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