41
Arturo Uslar Pietri, «La historia en la novela», en Cuarenta ensayos, Caracas, Monte Ávila Editores, 1985, p. 119.
42
Pons, Memorias del olvido, op. cit., p. 30.
43
Ibid., p. 72.
44
Que observamos
incluso en trabajos relativamente recientes como el de Seymour Menton (La nueva
novela histórica de la América Latina, 1992),
quien acude todavía a la insuficiente definición que
realizara en 1952 Anderson Imbert: «llamamos "novelas históricas" a las que
cuentan una acción ocurrida en una época anterior a
la del novelista»
(Enrique Anderson Imbert, «Notas
sobre la novela histórica en el siglo XIX», en Arturo
Torres Rioseco, La novela iberoamericana, Albuquerque,
University of New Mexico Press,
1952, p. 3;
cf. Menton, op. cit., p. 33.
45
Véase Jitrik, Historia e imaginación literaria, op. cit.
46
Véase Fernández Prieto, Historia y novela, op. cit., pp. 169-217.
47
Ibid., p. 74.
48
Véase Jitrik, Historia e imaginación literaria, op. cit., pp. 9-11.
49
De hecho, la
incorporación de la historia en la ficción
sólo puede realizarse a partir de lo que denominamos el
«pacto de lectura»: en la novela histórica, como
ha explicado Fernández Prieto, «la referencialidad histórica funciona
como soporte para la coherencia del mundo narrativo»
. En
este sentido, el lector debe aceptar el pacto, admitir que un texto
literario incluya «citas de realidad», mientras que el
escritor tendrá que establecer los límites de ese
pacto, el «compromiso de historicidad» que quiere
establecer en la novela (véase Fernández Prieto,
Historia y novela, op.
cit., pp. 199-201).
50
Pons, Memorias del olvido, op. cit., p. 56.