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Obra escrita en 1732, a pesar de que no se conocen ediciones anteriores a la de 1758.

 

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Aseveración realizada en una carta de 1766, según se reseña en el II Centenario de la muerte del Padre Isla (1981: 14).

 

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En la edición de Enrique RODRÍGUEZ CEPEDA (1995: 76) se expone la relación de este hecho con la aceptación de Isla de las doctrinas de Feijoo: «Para Feijoo -dirá R. Lapesa-, no es suficiente "para lograr un estilo bueno" el conocimiento de la retórica (y su ejercicio), ni de la imitación (y su práctica); para Feijoo el estilo cuenta con la participación del tipo de hombre que escribe y la naturalidad con la que se acerca a la escritura; pues, el estudio es una cosa y la disposición personal otra. Isla sin esta disposición personal no hubiera dado vida a su Gerundio, síntesis del lenguaje natural y agresivo».

 

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Así lo explicita Monlau (1945: XX): «No fueron pocos los que conocieron de cerca al PADRE ISLA, ni escasean los que solo le conocen por sus escritos, que creyeron ó creen descubrir en él un natural satírico, acre, malignante y propenso a ensangrentarse contra sus adversarios. Pero este descubrimiento es una ilusión: examinando detenidamente y á fondo el carácter de nuestro autor, se ve jovialidad y gracejo, propensión a la sátira festiva, pero inofensiva, y sacudiendo siempre su penca contra la ignorancia orgullosa, ó contra la ridiculez atrevida; mas nada de mala intención, nada de propósitos malignos, nada que se traslimite hasta el sagrado de la vida doméstica ó de la conciencia privada. Censor festivamente severísimo, juez delicadamente imparcial, ejecutor amenamente inexorable; pero todo esto en el campo literario, y nada más».

 

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Son innegables, ciertamente, los conocimientos que el Padre Isla tenía de las materias médicas de la época, como se refleja en los diversos estudios de Julio Gutiérrez Sesma.

 

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Para comprobarlo es suficiente leer sus magníficas Cartas familiares.

 

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De tal modo confirma MONLAU (1945: XXIX) que «se conocía claramente que la forma epistolar era la que mejor cuadraba con el modo de concebir y de expresarse que tenía nuestro autor, y que por lo mismo sus mas apreciables escritos debian tomar y tomaron la forma de Cartas».

 

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No se olvide que completó sus estudios de gramática y retórica con los estudios históricos, filosóficos, de leyes y con su práctica posterior de maestro en filosofía y teología, junto al ministerio de la predicación.

 

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Se puede recordar al respecto (II Centenario, 1981: 10) su estancia en Medina del Campo durante el curso 1728-29: «El contacto con los jóvenes religiosos -uno de ellos es el H. Bernardo de Hoyos, llamado a un singular destino espiritual-, aviva en Isla su gusto por la literatura festiva y familiar, como se acostumbraba a ejercitar en las veladas navideñas; y para la de aquel año redacta abundantes páginas».

 

10

La sátira se convierte en el elemento fundamental, tanto a nivel estructural como semántico, de las epístolas firmadas bajo el pseudónimo de Juan de la Encina. Es interesante al respecto el estudio de Jorge Chen, Fray Gerundio de Campazas o la corrupción del lenguaje, que analiza la sátira en la cultura dieciochesca y el proyecto satírico del Padre Isla en la más reconocida de sus obras.