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Agustín Fernández Paz: «El hombre que bebe sueños». (Análisis de su obra literaria)

Anabel Sáiz Ripoll





«Lo que está claro es que en la vida hay que tomar decisiones arriesgadas; de lo contrario, no se va a ninguna parte»1.




ArribaAbajoAlgunas referencias personales

Agustín Fernández Paz nació en Vilalba (Lugo) el 29 de mayo de 1947. En la actualidad reside en Vigo. «Tuve la suerte -nos dice- de nacer en una familia en la que la lectura era una práctica habitual, sobre todo por parte de mi padre, algo bien raro en un pueblo de la Galicia de los años 50. Mi padre era carpintero, músico, y tenía, como alguno de sus hermanos, el vicio de la lectura»2. Su formación académica fue dispar ya que es Perito Industrial Mecánico, Maestro de Enseñanza Primaria, Licenciado en Ciencias de la Educación y Diplomado en Lengua Gallega. «He estudiado cosas muy distintas -concede el autor-, es verdad, la vida puede dar muchas vueltas hasta que encontramos nuestro camino. Llegué al mundo de la LIJ cuando comencé los estudios de Magisterio, a los 25 años, y, sobre todo, cuando empecé a dar clases»3. Trabajó, primero como profesor de EGB y, más tarde, de Enseñanza Media, en diferentes centros escolares. Durante varios años, ejerció de Coordinador Docente de Galego. En la actualidad es profesor de Enseñanza Secundaria (Lengua y Literatura Gallegas) en el IES «Os Rosais 2», de Vigo.

Agustín Fernández Paz se define a sí mismo como: «... una persona que encuentra placer en inventar historias y contarlas por medio de la escritura. Un contador de historias, aunque esto siempre debería colocarlo en segundo lugar, porque lo que a mí de verdad me gusta es leer lo que escriben otras personas. Leer. Y leer y escribir, ya se sabe, son como las dos caras de una misma moneda»4.

Pertenece a los colectivos pedagógicos «Avantar» y «Nova Escola Galega», de los que fue cofundador. Ha impartido numerosos cursos sobre diferentes temas, la mayoría relacionados con la didáctica de la lengua, la normalización lingüística y los medios de comunicación. Escribe en revistas sobre esos mismos temas. Es coautor de numerosos materiales didácticos, la gran mayoría dirigidos a la enseñanza de la lengua, y de diferentes libros de lecturas. Como bien dice él: «Yo formo parte de una generación que, como son los dinosaurios, será pronto una especie extinguida: la generación de los que vivimos la infancia sin la presencia de la televisión, y crecimos con las narraciones orales que se contaban alrededor de la cocina en el tiempo de invierno, o en el exterior de las casas en las noches de verano»5.

Hace crítica de literatura infantil-juvenil y de cómics; codirige la colección «Merlín» de Edicións Xerais. Cabe señalar que Agustín Fernández Paz escribe en gallego, aunque nosotros, para este trabajo, en la mayoría de libros, manejemos las traducciones al castellano e, incluso, al valenciano ya que es un autor bien conocido dentro y fuera del ámbito gallego.

Agustín Fernández Paz, por otra parte, se lamenta de la poca importancia que se le da a la literatura Infantil y Juvenil en España y dice: «Es vergonzoso que las reseñas y la crítica sólo aparezcan en revistas que tienen una difusión limitada al gueto de las personas específicamente interesadas»6.

Además de los correspondientes a su labor literaria, hay otros trabajos suyos que merecieron diferentes galardones. Entre ellos, cabe destacar el 1.º Premio del «Concurso de guións de vídeos didácticos», con el trabajo: «Xan de Xenaro: memoria de 32 años», sobre la vida de un guerrillero del maquis gallego, escrito en colaboración con el historiador Bernardo Maiz. Por el conjunto de sus escritos sobre cómics se le concedió, en 1992, el «Premio Ourense de Banda Deseñada». El libro CANLES 5, del que es co-autor, recibió el «Premio Emilia Pardo Bazán», del Ministerio de Educación, para libros de texto no sexistas.

En cuanto a sus premios dentro de la literatura infantil y juvenil podemos citar:

  • -Premio Merlín de Literatura Infantil 1989 por As flores radiactivas (Las flores radioactivas).
  • -Premio Lazarillo 1990 y Lista de Honor del IBBY en 1992 por Contos por palabras (Cuentos por palabras).
  • -Lista de Honor de la CCEI 1995 por As tundas do corredor (Las sombras del pasillo).
  • -Premio Edebé de Literatura Juvenil en el año 1994 por Trece anos de Branca (Trece años de Blanca).
  • -Premio Rañolas del año 1995 al mejor libro editado por Cartas de inverno (Cartas de invierno).
  • -Finalista del Premio Nacional de LIJ en 1998 por O centro do labirinto (El centro del laberinto).
  • -Premio «Raíña Lupa» de la Deputación de A Coruña y finalista del Premio Nacional de LIJ en el 2000 por Cos pés no aire (Con los pies en el aire).
  • -Lista de Honor del IBBY en el año 2001 por Aire negro.

Agustín Fernández Paz es autor de una obra atractiva de más de 30 títulos. Él no entiende de clasificaciones a la hora de escribir porque «intento -nos dice- que mi novela funcione como un iceberg, del cual el texto es sólo la parte visible. Siempre son historias dirigidas a todas las edades, porque tengo muy claro que un libro, aunque se dirija en primer lugar a un lector infantil o juvenil, debe de interesarle también a un lector adulto. No conseguir esto es un signo de fracaso, lo digo como lector y como escritor»7. En una obra tan vasta es lógico que la temática sea dispar, como iremos viendo y aborde la novela de terror, la de compromiso, la intimista, la de anticipación y la de humor, entre otros aspectos.

Este autor gallego es optimista cuando habla de la lectura y se muestra muy franco al aseverar: «El mejor elogio es la práctica lectora, porque la lectura se contagia. Los jóvenes se sienten atraídos por los buenos libros, yo no creo que exista esa aversión a la lectura de la que a veces se habla. Lo que no soportan es la hipocresía de los adultos o los textos fríos que no les dicen nada»8. Sin duda, eso no le ocurrirá a él puesto que sus textos están llenos de vida y, a veces, nos sorprenden con algunas escenas como la que leemos en El laboratorio del Dr. Nogueira en donde aparece el propio autor y se refleja a sí mismo de esta manera: «Se llamaba Agustín Fernández Paz. Había nacido en Vilalba, en el 47, y después había residido en muchos sitios diferentes; ahora llevaba varios años en Vigo, que le parecía una buena ciudad para vivir. También me contó que daba clases de lengua gallega y que, además, escribía libros para la gente joven. Parece ser que tiene publicados bastantes títulos. Se notaba que tenía ganas de darle a la lengua, porque estuvo tiempo y tiempo hablándome de todo lo que le gustaba: la lectura, el cine, los cómics, pasear por el campo, la música, andar en bicicleta, escribir cartas, mirar cómo pasan las nubes..., qué sé yo todo lo que allí me dijo» (pp. 152-153).




ArribaAbajoRealismo y misterio

En líneas generales, la obra de Agustín Fernández Paz puede calificarse de realista. Él mismo es consciente de que muchas de sus historias arrancan de su propia vida: «Las historias que escribo son siempre una extensión de mí mismo» aunque lo vive como una riqueza porque «se trata de lo único original que yo puedo aportar a las personas que viven conmigo y a las que vivirán cuando yo ya no esté...»9.

Conforme leemos y conocemos la manera de escribir de este autor gallego nos damos cuenta de una característica singular y es que la realidad se ve, a menudo, rota por el misterio, por el asombro o por el pasmo ante fuerzas o elementos que no pueden ser entendidas por la razón: «El procedimiento que más me gusta es imaginar historias que suceden en un contexto realista pero en las que, de un modo u otro, irrumpe algún elemento fantástico. Esa presencia de lo inexplicable es, paradójicamente, la que me sirve para ensanchar los límites y hablar de un modo más verdadero de la realidad»10.

Agustín Fernández Paz se sirve de yacimientos gallegos, llenos de luces y sombras, para crear esta sensación de misterio y aun de miedo. Así rinde homenaje a la civilización de los dólmenes, que entronca con la cultura celta y con secretos todavía ignotos.

En Cartas de invierno el miedo se puede casi masticar. Lo que, para Adrián, el comprador de una casa colonial, parecía ser el inicio de una nueva vida se convierte en un horror. Es algo extraño: en un cuadro que reproduce una misma habitación de la casa, una chica parece estar viviendo una pesadilla y le pide ayuda a Adrián, quien cree enloquecer: «Miedo, sí, ahora estoy seguro de que en esta casa pasa algo raro, de que quizá haya algo más que supersticiones e ignorancia detrás de esas historias de las que nos hemos reído tantas veces» (p. 51). En Avenida del Parque, 17, Fan le cuenta a la niña protagonista un cuento similar al que vive Adrián, aunque de manera menos dramática.

El misterio también aparece de manera más cotidiana, por decirlo así, en manos de algún familiar difunto o en algún secreto familiar, con Corredores de sombra. En Noche de voraces sombras el misterio irrumpe en la vida de Sara de manera insólita, como la llamada de lo sobrenatural, como si una fuerza la empujase a desvelar qué se oculta en la habitación de su tío Moncho.




ArribaAbajoMuertos y aparecidos

Las historias de aparecidos, muy relacionadas con el anterior punto, también le gustan a nuestro autor, aunque no escribe cuentos de fantasmas, no, va mucho más lejos y hace que los difuntos vuelvan de alguna manera, que se hagan visibles a los vivos, que regresen para traer algún mensaje o dejar constancia de algo que aún les atormenta.

Un muerto que no descansa en paz y que aparece para remover las conciencias es Rafael, el emparedado del Pazo de los Soutelo que cambia la vida de Clara Soutelo porque descubre que, detrás de lo que ella imaginaba que era una familia sin secretos, se esconde el más atroz, el de la muerte, el del asesinato.

En el anterior punto ya habíamos hecho referencia a Moncho, el tío de Sara, en Noche de voraces sombras quien, después de muerto, aún lanza mensajes a su sobrina-nieta para que rescate su memoria y sepa qué fue de su vida: «Había alguien sentado en mi cama, podía notar la presión que ejercía su cuerpo sobre el colchón, a escasos centímetros de mi mano izquierda» (p. 40).

A Carmen, en «Dos rosas marchitas», relato incluido en Muchachas, la vida también le cambiará un verano en que, por culpa de unos suspensos, tuvo que ir al pueblo a estudiar. El año antes había muerto ahogado un buen amigo suyo, Pablo, quien de nuevo, de manera mágica y para nada terrible, se aparece de nuevo a la chica, quien se da cuenta que: «Vivir es más complicado, o más sencillo, y cada pieza de lo que nos sucede solo cobra sentido cuando se encaja con las anteriores» (p. 11). En «La vieja foto de las estrellas», relato también incluido en Muchachas, es otro chico muerto en terribles circunstancias, quien se aparece a Blanca para traerle un mensaje del más allá, lleno de esperanza.




ArribaAbajoSeres legendarios o mitológicos

No es infrecuente que Agustín Fernández Paz maneje personajes legendarios propios del mundo gallego, aunque, a veces, también les da una nueva proyección. Es lo que ocurre con la Gran Bestia, en Aire negro, que, «aunque en el libro se da a entender que la de la Gran Bestia es una leyenda gallega, lo cierto es que no es así. Es un juego mío, creo la leyenda como si fuese real, aprovechándome de que la dualidad humana es un mito universal, no hay más que leer a Jung»11. En el libro, Laura Novo parece haber enloquecido, pero, en realidad, ha vivido una experiencia tan terrible que teme volver a despertar a la Gran Bestia que se nos define como la maldad absoluta: «... llegó a ver un bulto negro, alto, muy alto, en el que destacaban unos ojos llenos de maldad que parecían brillar con luz propia» (p. 116).

Otro ser estremecedor es la enorme serpiente en el cuento «La serp de pedra», incluido en Tres passes pel misteri. Este ser responde a la ofiolatría, es decir, al culto a la serpiente que es, por así decirlo, una fuerza maléfica que amenaza a la humanidad y que el protagonista del relato ha despertado sin querer.

No pensemos que siempre se trata de figuras terroríficas, en absoluto. Así, en Las hadas verdes son, como indica el título, las hadas las guardianas del bosque que ayudan a que todo permanezca en su sitio, aunque no siempre lo consiguen porque el influjo de los humanos en la naturaleza es devastador y ahí está la crítica del autor. No reviste a las hadas de elementos propios de los cuentos, sino que las hace más cercanas y más vulnerables también: «las hadas vivimos muchos años, pero también nos hacemos viejas. Llega un momento en que el cuerpo se nos pone rugoso y seco, como si la vida quisiera abandonarnos. Y entonces, un día nos deshacemos sin más. Nuestro cuerpo se vuelve polvo. Ese polvo lo ponemos en cajas llenas de tierra, en una estancia que tenemos en el interior del palacio. Y de ahí, al poco tiempo, nacen nuevas hadas» (p. 63.)

Una especie de fantasma es la presencia que habita en la casa que los padres de Marta acaban de comprar en Avenida del parque, 17. Este ser, al que ella llama Fan, se comunica con ella a través del ordenador y la ayuda, en algún momento, a acostumbrase a su nuevo colegio. Es una presencia benéfica, aunque las gentes del lugar digan que la casa está hechizada. Sea como sea, cuando se derruye la casa, el fantasma desaparece o se traslada de lugar, no sin antes despedirse a lo grande de la niña. Muy distintos son los fantasmas que atormentan a la pequeña Marina en Fantasmes al passadís a los que ella llama «tundas» y que desaparecen cuando comienza a crecer.

Raquel, en En el corazón del bosque, no da crédito a sus ojos cuando descubre que se ha traído, en la mochilla, desde la fraga del río Eume a un trasgo llamado Derdrín, con el que vivirá múltiples aventuras y aprenderá a ganar confianza y autoestima, hasta que pueda devolverlo al bosque. Derdrín se sentía solo y ha querido ir hasta la civilización para ver cómo viven los hombres, aunque mucho no le gusta.




ArribaAbajoLa Guerra Civil y sus consecuencias

«Las sombras del faro» es un relato espléndido, incluido en Tres pasos polo misterio que habla de un episodio doloroso de la Guerra Civil y que ha sido sepultado en la memoria colectiva del pueblo de Pontebranca. Lo que parece ser una historia de aparecidos, es una denuncia a «los paseos» que se hicieron a principios de la Guerra Civil y a todas las venganzas y rencillas que se pusieron en evidencia. Agustín Fernández Paz quiere oxigenar nuestras mentes y arrojar luz a episodios que quizá no han quedado tan transparentes como nos hubiera gustado.

En Corredores de sombra se ponen de manifiesto las secuelas de la Guerra Civil que han perpetuado un sistema de clases y han silenciado la memoria y el nombre de los que lucharon en el otro bando. A Clara alguien, por primera vez, le habla con claridad de la Guerra Civil y eso a ella la conmociona porque entiende que su familia tuvo mucho que ver en los desmanes que se realizaron en la zona: «Pero aquella era la primera vez que alguien me hablaba de la guerra desde la memoria familiar, de la guerra en carne viva» (p. 51).

A Moncho, en Noche de voraces sombras, la Guerra lo cambió para siempre. Él era un maestro de la república que sufrió cárcel en la isla de San Simón y fue represaliado toda su vida, tanto que ya nunca pudo dedicarse a la docencia y trabajó, hasta el final de su vida, en la carpintería, en un homenaje que el autor brinda a su padre.

Insiste mucho en la Guerra Civil y en su recuerdo porque no quiere que se olvide, no quiere que nadie utilice el dolor en provecho propio: «Debes conocer qué pasó en aquellos años para que nunca se repita, y también para honrar la memoria de tantos sueños rotos» (Noche de voraces sombras, p. 79). Agustín Fernández Paz se sabe fruto de una generación silenciada y no quiere que ese silencio llegue a los jóvenes, al relevo generacional.




ArribaAbajoEl amor

Clara Soutelo, un tanto escéptica, dice que «no existen amores eternos» (Corredores de sombra, p. 11). Y, sin embargo, recuerda aquel verano de su adolescencia en que, aparte de descubrir secretos de familia, encontró el amor en Miguel, uno de los chicos del pueblo, tan distinto a ella y, a la vez, tan cercano. Otro Miguel halló el amor en Marta, en el relato «Las sombras del faro» y también aquí las procedencias eran distintas y los separó la diferencia de ideologías, ya que la familia de Marta procedía de los represores y no admitían que Miguel se «metiera en sus asuntos».

Otro amor reprimido por culpa de la Guerra Civil es el de Moncho y Sara quienes se amaron apasionadamente, pero la Guerra y sus sinrazones puso el final a la historia. La Sara adolescente también vive, ese verano, una historia de amor con Daniel, aunque se termina al volver a la vida rutinaria. Un nuevo amor truncado, pero no por la guerra, sino por el misterio, es el que se profesan Carlos y Sara Novo, en Aire negro y el que, después sentirá Víctor, el psiquiatra que se enamora de su paciente en un amor inútil y baldío. Parece como si en los amores, el autor nos dijese que o no tienen futuro por la excesiva juventud o han sido truncados por hechos ajenos, como puede ser la guerra. Eso ocurre también con la amistad que es otro sentimiento poderoso hermanado con el amor. Sara sabe bien que: «... todas teníamos miedo a que no hubiese en el futuro más veranos como aquel, miedo a hacernos mayores y que la vida acabase por separarnos y hacernos ir a cada una por un camino diferente» (p. 101).

En Un radiante silencio, Sara está a punto de hallar el amor en Pablo, un librero que le desliza notas entre las páginas de los libros que ella compra, pero no acaba de aceptarlo y tiene miedo. Ninguno de los dos se ha atrevido a declararse su amor y eso los ha separado antes de unirlos. Es una historia muy triste, pero bellísima, de las más hermosas del autor. Como él dice, en la entrevista que cierra el libro, en Un radiante silencio: «está mi homenaje explícito a la literatura, en especial a la poesía, y a los libros y autores que fueron muy importantes para mí. Y está también mi mirada sobre el amor, esa fuerza poderosa capaz de transformarnos por entero y hacernos ver la vida de otra forma» (p. 59).

Blanca, en Tretze anys de Blanca, habla también de su recién descubierto amor hacia Luis, un chico difícil, al que tampoco se le permite salir adelante ya que pesa más su «ficha escolar» por así decirlo, que sus ganas de enmendarse. Marta es una adolescente, que empieza a encontrar en Miguel, otro compañero de clase, a alguien más que un amigo. Eso sucede en Avenida del Parque, 17.

No obstante, en una de sus últimas novelas, El Rayo Veloz, el amor se impone con toda su fuerza y puede manifestarse y llevarse a término entre Adrián y Rosa.




ArribaAbajoPersonajes adultos

A menudo, en las historias que escribe Agustín Fernández Paz, el protagonista no es un chico ni un adolescente, sino un adulto, quien, recuerda, eso sí, algún episodio del pasado. Lo que está claro es que «Siempre intento que mi novela funcione como un iceberg, del cual el texto es sólo la parte visible. Siempre son historias dirigidas a todas las edades, porque tengo muy claro que un libro, aunque se dirija en primer lugar a un lector infantil o juvenil, debe de interesarle también a un lector adulto. No conseguir eso es un signo de fracaso, lo digo como lector y como escritor»12.

Clara Soutelo en Corredores de sombra recuerda algo que ocurrió en un verano de su adolescencia, en 1995 y que cambió su vida. Ahora, cuando lo revive, ella tiene casi 30 años: «No puedo cambiar mi pasado -dice-, es cierto, pero tampoco puedo dejar que ese pasado acabe por condicionar toda la vida que tengo por delante» (p. 10).

Sara, en Un radiante silencio, vive una vida que no le gusta, aunque tiene un buen trabajo y gana dinero, pero no es eso lo que ella quiere, ya que intuye que «la vida, la vida de verdad, seguía fluyendo incontenible más allá de las paredes de cristal» (p. 9).

Muchos de los adultos que protagonizan las narraciones de nuestro autor están marcados por un hecho misterioso, dramático que les ha cambiado la vida y les ha producido una honda conmoción que los ha llevado a la locura o a la obsesión, aunque ellos, en su fuero interno, sigan sintiéndose cuerdos, ya que lo que les pasa es tan enorme que escapa a los planteamientos normales y lógicos y nadie puede entenderlo ni médicos ni psicólogos. Es lo que le ocurre al protagonista de «La serp de pedra» en Tres pasos por el misterio. Este hombre sabe que la humanidad está amenazada y, lo que es peor, es consciente de que nadie creerá su historia porque resulta tan estremecedora que no parece real.

Estos personajes que, de alguna manera, se curan, al menos para el mundo normal, de enfermedades mentales suelen estar internos en una clínica a la que Agustín Fernández Paz alude con frecuencia: la clínica Beira Verde, en la que está recluida, por ejemplo, Laura Novo, en Aire negro, la paciente de un buen psiquiatra, Víctor, quien, tres años después de que desapareciera la mujer en circunstancias extrañas, escribe lo que pasó, aunque sabe que nadie va a creerlo. Él prometió guardar silencio, pero le pesa tanto que necesita dejarlo por escrito porque: «¿Cómo dormir, cómo tener sosiego, sabiendo lo que hay debajo de la tranquilizadora superficie en la que se desenvuelve nuestra vida?» (p. 174).

Miguel, en «Las sombras del faro», en Tres pasos por el misterio, es un adulto que recuerda, a la muerte de su padre, su primer amor y un episodio que marcaría toda su vida y que, con el paso de los años, él trata de cerrar de una manera simbólica: llevará 15 rosas rojas al faro en donde fueron asesinados quince inocentes del pueblo cuando estalló la Guerra Civil.




ArribaAbajoInfancia

«Aunque cuando escribo -dice el autor- trato todos los temas que me interesan o me preocupan, aunque construyo mis historias con materiales tomados de lo que pasa a mi alrededor, no puedo olvidar que todos los hilos con los que acabo componiendo mis relatos tienen su origen en mi infancia. En los cuentos que escuché, en los libros y tebeos que leí, en las películas que vi en unas salas de cine que ya no existen, en los juegos de las tardes de invierno y en todas las aventuras de aquellos veranos luminosos y eternos. Todo está allí, en los paisajes encerrados en mi memoria»13.

Los niños protagonistas de las historias de este escritor gallego suelen ser niñas, muy curiosas y vitales, que observan su mundo con atención y que intentan entender lo que ocurre a su alrededor, aunque no siempre lo consiguen. Es el caso de la pequeña Diana en Las hadas verdes quien, de repente, se ve convertida en la cuidadora de la última hada del monte, Goewín.

Sara, en Noche de voraces sombras, está creciendo y madurando y entiende que: «Cuando somos niños, tendemos a creer que el mundo empezó en nuestro nacimiento, y que nuestros padres, y todos los demás, estaban allí, invisibles, esperando nuestra llegada al mundo para echar a andar en la rueda de la vida. Sabía que no era así, sabía que ellos también habían sido jóvenes y habían tenido una vida anterior a la mía» (p. 73).

También encontramos niños más pequeños, que protagonizan los libros infantiles y que suelen aprender a crecer y a superar sus miedos.




ArribaAbajoLibros y literatura

A Agustín Fernández Paz, como ya hemos dicho, le gusta, por encima de todo leer y sus libros son una muestra de esas aficiones que él constata. Valente es un poeta al que acude con frecuencia y también otros libros que fueron pilares en su vida como La peste, de Camus o las novelas de Kafka, sin olvidar a Cunqueiro14, Celso Emilio Ferreiro, James Joyce, Valle-Inclán o los más clásicos de su infancia como Verne, Poe o Salgari. No son infrecuentes en sus libros las alusiones a Ray Bradbury o a H. P. Lovecraft. Por lo tanto, el personaje lector es asiduo en su producción. El autor siempre defiende una misma idea, a la que acude repetidamente, porque la cree y la proyecta en sus personajes: «Ya sabes lo que se dice: que es un vicio que te tiene que contagiar alguien» (Corredores de sombra, p. 49). Hay más, en Noche de voraces sombras, otro personaje asevera: «Mi padre dice que se puede conocer cómo es una persona examinando su biblioteca» (p. 20). El mismo padre al que alude la cita recoge, sin duda, otra idea del autor: «Mi vocación secreta es la de ser lector, así de sencillo» (p. 77).

A Agustín Fernández Paz le gusta la poesía de José Ángel Valente en la que encuentra inspiración para muchos de sus libros y relatos. «Una historia de fantasmas», en Muchachas, por ejemplo, tiene mucho que ver con uno de los poemas póstumos del autor, incluido en Punto Cero. Acude de nuevo al poeta Valente y a un verso suyo, que gusta especialmente a uno de los personajes del libro y que da título al mismo: «La memoria nos abre luminosos corredores de sombras».

Los libros son el material del que se nutre Sara en Un radiante silencio, donde de nuevo, como un motivo ya recurrente en la obra de Agustín Fernández Paz, el libro Punto Cero, de José Ángel Valente tiene una importancia capital, aunque también lo son otros libros que, juntos, trazan el paisaje sentimental de Sara.

En El centro del laberinto, David, antes de que se produzca su evolución personal habla de que los libros han pasado de moda y eso desazona profundamente al autor: «Nunca he visto a ningún joven con un libro, vaya atraso, eso es cosa del siglo pasado» (p. 69). Sin embargo este chico, tras vivir una experiencia con Brenda que cambiará sus valores, acaba reconociendo la importancia de la cultura «tradicional». En resumidas cuentas, los libros nos pueden sacar de pozos insondables como le ocurre a Laura Novo, en Aire negro, quien, poco a poco, regresa a la cordura, gracias a los libros que le lee su psiquiatra como terapia.

También, a veces, algunos de los personajes son escritores, sean los protagonistas o no. Xavier en Cartas de invierno es un autor de éxito que defiende, quizá como el propio Agustín, la necesidad de escribir en gallego: «Como si yo no supiese bien que el valor de una obra nada tiene que ver con la lengua en la que está escrita, y que el éxito de un libro es algo que depende más de los canales de distribución que del idioma en que se escribe» (pp. 16-17). Es más, nuestro autor es sabedor de la gran responsabilidad que tiene como escritor porque sabe que «... sé bien de qué manera se puede manipular la credibilidad del lector cuando se domina el oficio» (Aire negro, p. 142).

La presencia de libros y lectores en la novelística de nuestro autor es deliberada, él lo llama «marca de la casa». Agustín Fernández Paz defiende con pasión la literatura porque «... las palabras poseen la fuerza necesaria para ayudarnos a cambiar la vida»15.




ArribaAbajoFotografías

La fotografía parece ser una pasión del autor quien encuentra material narrativo en la contemplación de viejas fotos. Así sucede en «Las sombras del faro» donde Miguel recuerda su primer amor, Marta, gracias a las fotos que él mismo le sacó en uno de los veranos de su adolescencia y que irrumpen, de repente, en su vida para poner reabrir viejas algunas heridas que aún no tenía cerradas. No es extraño encontrar aficionados a la fotografía entre los personajes, como el caso de la madre de Diana en Las hadas verdes.

Las fotografías tienen mucho que ver con los secretos y aparecen envueltas en misterios. Sus propietarios las han ocultado durante mucho tiempo hasta que alguien, de la propia familia, pero con mirada limpia, las rescata y les da el valor que tuvieron. Así ocurre con las fotos de la abuela Rosalía que Clara descubre y que le permiten ver que ella es igual que su abuela. También ocurre con el tío Moncho, quien tenía sus papeles muy bien guardados y sólo permite, de manera póstuma, que su sobrina-nieta Sara los descubra porque ella es quien lleva el nombre de la persona que él más amó y ella debe conocer todos los secretos. Las fotografías son una pieza más para reconstruir el rompecabezas de la vida de este hombre.

Las fotografías, unidas a los recuerdos, son el eje argumental de Tretze anys de Blanca. Blanca, enferma de hepatitis, recibe un álbum de regalo el día de su 13 aniversario y la idea de su madre de organizar las fotos. Así lo hace y descubre los principales hitos de su vida a la vez que recuerda los momentos especiales.

Otras fotografías son más inquietantes como las de Cartas de invierno que muestran el progresivo deterioro de Adrián y la terrible experiencia psicológica que está viviendo y que acabará con su vida.

En suma, el propio autor afirma: «La fotografía me parece fascinante. A veces, después de fotos y más fotos rutinarias, aparece una en la que nuestra mirada parece haber encerrado la esencia de la vida»16.




ArribaAbajoÚnicos e irrepetibles

Agustín Fernández Paz defiende a su obra las diferencias, la singularidad que nos define, que nos hace especiales e irrepetibles. Ahí está, sin duda, el mendigo de Mi nombre es Skywalker al que parece que solo ve la pequeña Raquel, por lo que ella deduce que es invisible y el mendigo, llevado de la ternura de la niña, inventa para ella toda una historia en la que él es el enviado de las estrellas.

Daniel, en Con los pies en el aire, descubre, perplejo que puede volar y eso la acarrea serias dificultades en una sociedad como la nuestra en que lo distinto es rechazado. No obstante, el libro es un canto a la autoestima y a los valores que nos hacen únicos e irrepetibles que es algo que fascina al autor.

L'escola dels pirates es un libro distinto a los que escribe Agustín Fernández Paz ya que el personaje es coral, aunque domina Marta, una de las niñas de la clase que, llevada de una poderosa fantasía, transforman su colegio en un barco pirata que se va a navegar por los océanos. Es un canto a la libertad y a la imaginación.




ArribaAbajoNoticias en los periódicos

Las noticias en los periódicos o los simples anuncios por palabras son material importante para Agustín Fernández Paz quien no lee con ojos distraídos, sino que posa su mirada y halla el embrión de nuevos relatos o la solución de otros, como en «Las sombras del faro» donde una noticia aparecida en La Voz de Galicia pone al protagonista en contacto con la realidad que le atormentó de adolescente.

Todos los cuentos de Cuentos por palabras forman un ejercicio de estilo singular puesto que surgieron todos de anuncios por palabras. Retoma de nuevo el mismo recurso en el conjunto de relatos Amor de los quince años, Marilyn, que, entre otros aspectos, es un homenaje a los sueños y a la ilusión que produce el cine.

De nuevo el periódico y sus anuncios son la fuente de inspiración, no para Agustín directamente, sino para el Dr. Nogueira, en El laboratorio del Doctor Nogueira.

En Las flores radioactivas el periódico vuelve a ser importante porque es el medio que sirve para informar acerca de qué está ocurriendo en la fosa atlántica, un caso extrañísimo, puesto que de los residuos radioactivos han nacido unas flores distintas que tienen una virtud: insuflan el espíritu pacifista en aquellos que las huelen.

Todo el drama de Cartas de invierno está ya latente en el anuncio que los dos amigos, Xavier y Adrián, leen en la prensa y que supone un reclamo para comprar una casa que se presenta como extraña y enigmática.

A Adrián la vida le empieza a cambiar cuando lee en un periódico que necesitan urgentemente un mensajero. Ocurre en El Rayo Veloz.




ArribaAbajoMemoria y recuerdo

Muchas de las historias de Agustín Fernández Paz, las más intimistas, tienden puentes con el pasado y tratan de reflotar recuerdos de la infancia y la adolescencia que son cruciales para los personajes que, en ese momento, recuerdan episodios de sus vidas, que creían ya cerrados o que, simplemente, realizan un ejercicio higiénico de memoria y tratan de poner las cosas en su sitio porque, como escribe Clara, en Corredores de sombra: «La memoria es poderosa, pero también es frágil y nos tiende trampas para que vayamos por donde a ella le conviene» (p. 10).

Sara, en Noche de voraces sombras, se dispone a recordar algo que le cambió la vida, aunque sólo han transcurrido unos meses: «Ya había oído decir que hay hechos que te cambian la vida, experiencias que marcan una frontera dentro de ti, un antes y un después que en nada se parecen» (p. 9).

Rosa Novoa, en El laboratorio del Doctor Nogueira, acude a la memoria no para desvelar ningún hecho familiar, no, sino para tratar la disparatada aventura del Dr. Nogueira, empeñado en lograr la felicidad de todo el mundo y que, sin embargo, sólo logra el disparate con tan extraños experimentos. En este libro, Agustín Fernández Paz nos demuestra que él también puede echar mano del humor más esperpéntico si así lo desea.




ArribaAbajoLocalización geográfica y compromiso

La mayor parte de la obra de Agustín Fernández Paz, por no decir toda, se centra en Galicia, en su Galicia natal, ya que: «Elijo siempre escenarios que conozco bien, posiblemente porque me gusta dar un aire de realidad que sólo puedes conseguir si conoces a la perfección los lugares en los que sitúas la acción. Por otra parte, esto también responde al hecho de que, en una novela, todos los lugares son universales, si el autor sabe hacer que lo parezcan [...]. Una historia sólo puede aspirar a tener alcance universal si está encarnada en una realidad concreta. La dificultad, claro, está en conseguir universalizar esa realidad, pero esta es la tarea de todo escritor»17. Potebranca, Vilalba, A Terra Cha o A Coruña son escenarios repetidos en sus novelas. «La serp de pedra» es un relato que transcurre en Lugo y le da una categoría, como acabamos de leer, de ciudad universal porque lo que en su Museo ocurre supera cualquier localismo.

A Agustín Fernández Paz le gusta también centrar algunas de sus historias en casas de turismo rural, de las muchas que se extienden por Galicia. «Una historia de fantasmas» se desenvuelve en «El Descanso», un local de estas características. Gran parte de Aire negro también transcurre en una casa de turismo rural.

No es raro tampoco que algunas de sus acciones se desarrollen en un pazo o en casas coloniales, como si esas grandes construcciones encerrasen un misterio. En Corredores de sombra el Pazo de Soutelo, en Vilarelle, es el desencadenante de la peripecia puesto que, a raíz de unas obras, se descubre un cadáver emparedado en una habitación y que da pie a que Clara, la hija de los Soutelo, investigue y descubra que no todo está claro en su familia. La casa familiar de Marta, en Viveiro, supone un reencuentro con el pasado inmediato de la familia. En Cartas de invierno la casa colonial que compra Adrián, un pintor de éxito, es casi el personaje principal porque en esa casa se encuentra el terrible enigma que terminará con la vida del pintor.




ArribaAbajoCompromiso con la realidad

Agustín Fernández Paz es un humanista y defiende sus ideas siempre que puede en sus libros. En En el corazón del bosque muestra sus temores ante la desaparición de un mundo lleno de símbolos míticos y mágicos, que tienen que ver con la Galicia profunda. También manifiesta su conciencia ecológica en las diversas historias que narra como puede ser «Visitante de las estrellas», en Muchachas, o en Las flores radioactivas, que cuestiona los vertidos realizados en la llamada fosa atlántica. A praia da esperanza es un relato escrito durante los meses en que Galicia vivió la catástrofe del Prestige y contiene un relato lleno de magia y también de denuncia que no hay que soslayar.

Esta conciencia se extiende mucho más allá de lo ecológico y llega a lo social, ya que no es extraño que aborde también los problemas de los inmigrantes, como podemos leer en El sueño del mirlo blanco, donde a través de los ojos de una merla, vemos cómo es rechazada y condenada una familia de origen africano quien no encuentra nada más que problemas.

Otro de los libros emblemáticos de Agustín es El centro del laberinto, que reflexiona sobre el futuro de la humanidad y sobre algunas de las cuestiones que más interesan al escritor como los modos de vida tradicional o la importancia de las lengua vernáculas.

El contacto con la naturaleza es positivo en los libros de Agustín Fernández Paz quien parece defender una especie de panteísmo, aunque, a veces, cuando se quiere saber demasiado, incurrimos en errores y podemos causar más estragos que beneficios, como ocurre en Aire negro.




ArribaAbajoAbuelas

Las figuras de los abuelos, de las abuelas en particular son esenciales en la novelística de este autor. Las abuelas, las «mamás» son muy frecuentes y vienen a colmar de afecto y ternura a sus nietas quienes, sin embargo, un buen día descubren que sus abuelas han sido -porque muchas ya han muerto- o son personas con un pasado y una serie de cargas que las hacen vulnerables y, a la vez, más apreciadas. Marta, en «Querida abuela», incluido en Muchachas, tiene a su abuela en un pedestal hasta que descubre que es racista y, pese a todo, gracias a lo que habla con sus padres, aún la quiere más porque la comprende, aunque no comparte con ella las mismas ideas: «Quizá querer de verdad a una persona significaba aceptar también los defectos que tuviera, conocer su lado oscuro, casi siempre oculto en la vida cotidiana» (p. 102).

Clara Soutelo, en Corredores de sombra, sin ir más lejos, averigua que su abuela Rosalía tuvo una historia de amor hermosísima con un maestro republicano que murió de una manera horrible por culpa del que luego sería su propio marido, el abuelo de Clara.

La abuela de Blanca, en Tretze anys de Blanca, Raquel, es otro de los personajes que han influido en la infancia de la niña, ya que la niña pasó los mejores veranos de su infancia con la abuela, en el pueblo. La abuela de Diana en Las hadas verdes es su cómplice y quien la protege y la ayuda en todo momento. Esta abuela es quien le da una gran lección cuando habla de la muerte a la niña: «Sólo morimos cuando nadie se acuerda de nosotros» (p. 64). La «mamá Laura», la abuela de Marta en Avenida del Parque, 17 vuelve a ser su enlace con la infancia y con el paraíso soñado.

Otra abuela Laura, en Noche de voraces sombras, ya difunta, es el hilo conductor que lleva a su nieta, Sara, a reencontrarse con su pasado.

Muchas de las familias, ampliando un poco el tema, que rodean a los personajes adolescentes o niños de Agustín Fernández Paz se organizan de una manera que trata de romper tópicos porque no es nada raro que sea el padre quien lleve la casa (porque está en el paro o porque así se ha decidido) y la madre quien trabaje.

Los padres de Diana en Las hadas verdes han dejado su vida atrás y han puesto en marcha una granja, aunque Diana detecta que tienen problemas y que las cosas no van como debieran. En este caso ha sido la madre quien la ha dejado todo para seguir a su marido.




ArribaAbajoMaestros y profesores

La figura del maestro vocacional, aquel que vive sus ideales y que trata de insuflar un poco de aliento y vida en un sistema caduco es alabada por Agustín Fernández Paz: Rafael, en Corredores de sombra o Moncho en Noche de voraces sombras. También son maestros los padres de Miguel en «Las sombras del faro». La madre de Blanca, en Tretze anys de Blanca, es también profesora.

Carlos, en Aire negro, es el profesor de historia de Laura, de quien ella se enamora perdidamente y a quien vuelve a encontrar muchos años después para seguir una historia de, por desgracia, no pudo ser.

No obstante, trata con manifiesta antipatía a aquellos profesionales que, usando su autoridad, someten a los alumnos a cambio de nada. La «Serpiente» es la profesora de matemáticas en Tretze anys de Blanca, una mujer antipática y venenosa, de ahí su apodo que canaliza su frustración atacando a los alumnos. Otro de los profesores odiosos es el de Avenida del Parque, 17: «El profesor aprovechaba cada error para burlarse del chico y, dirigiéndose a todo el grupo, dejó traslucir veladas amenazas acerca de las clases que ahora comenzaban» (p. 76).




ArribaAbajoElementos narrativos

El autor nos dice: «Antes, yo era más inconsciente; mis primeros libros eran más descuidados, aunque quizá eso lo compensaba una cierta frescura, como en los relatos de Cuentos por palabras. Ahora me preocupa cada vez más la estructura y la forma, y reviso una y otra vez los textos antes de publicarlos»18.

A Agustín Fernández Paz lo que menos le gusta de su oficio es, precisamente, la revisión y la continua corrección de los textos, aunque disfruta enormemente concibiendo nuevas historias: «Lo que más me gusta es, sin duda, ese entusiasmo enfebrecido que siento cuando imagino una nueva historia, y cuando escribo la primera redacción (a mano, en mi caso) y compruebo que, para mi sorpresa, la historia va creciendo tomando forma, casi siempre muy distinta de la del pobre esquema inicial»19. Encontramos, entre las páginas de sus novelas, referencias a la historia y al hecho de escribir y de recrear sucesos reales o no. Agustín Fernández Paz pone esas reflexiones en boca de sus personajes, pero no es osado imaginar que es él mismo quien hace metaliteratura y aprovecha la ocasión para comentarnos sus ideas: «Sé muy bien que una historia nunca tiene un comienzo concreto, que todas vienen de muy atrás y con más razón esta que ahora inicio» (Corredores de sombra, p. 16).

La primera persona es bastante usual en la obra de este escritor y acude a ella siempre que puede, sólo cuando le resulta poco verosímil, va a la tercera persona. Eso ocurre en Un radiante silencio, en donde la tercera persona nos distancia de la protagonista y nos permite entender mejor su peripecia existencial. También emplea mucho el recurso del diario, que es la base de Tretze anys de Blanca, por poner solo un ejemplo y que también tiene importancia para Alba, en Las flores radioactivas. Las cartas son también un buen recurso para ponernos en contacto directo con los personajes (vivos o ya fallecidos). En Cartas de invierno, precisamente, el material epistolar es el que sirve de andamiaje para toda la obra. Las cartas de Adrián a Xavier y la de Xavier a su hermana Teresa nos presentan un conflicto que, progresivamente, va desencadenando en tragedia. Agustín Fernández Paz va todavía más lejos, como hemos visto, y emplea también, como elemento narrativo, los mensajes de un ordenador, en Avenida del Parque, 17.




ArribaAbajoAlgunas conclusiones

Los libros de Agustín Fernández Paz invitan a la lectura porque cuentan historias que «enganchan desde el principio». Son historias llenas de sugerencias, dispares, como uno de esos tapices de muchos colores, cada libro de Agustín contiene una sorpresa. Como él bien dice, «Sólo hay que abrir un libro que contenga un texto poderoso y leer en voz alta. No se precisa nada más, todo es tan sencillo como beber agua» y añade, en un hermoso texto que apela a la importancia de la lectura, «Este diálogo infinito que propicia la lectura es una vía esencial para irnos formando como personas. La lectura nos ayuda a entender el mundo y a entendernos a nosotros mismos. A enraizarnos en el país en el que vivimos y a abrirnos al variado mosaico de las culturas. Nos ayuda a ser personas más tolerantes y solidarias. Y también más críticas, más auténticas, más libres»20.

Sus personajes viven, muchos de ellos, en el abismo, volcados hacia sus propios miedos y en contacto con fuerzas superiores, ancestrales o telúricas que no pueden vencer, aunque lo intenten. Son hombres y mujeres que se mueven en un mundo que podría ser muy hermoso, pero que, en cambio, es hostil porque se ha roto el delicado equilibrio en el paisaje. Los niños y niñas o adolescentes que protagonizan las historias de Agustín presentan otra cara de la moneda, ya que están empezando a vivir y siente ilusión y para ellos es posible la esperanza porque no tienen aún pasado y el libro de su vida está por escribir, aunque suelen encontrarse con algún enigma, algún detalle de la familia, algún secreto que los hace crecer y madurar y aprender a valorarse a sí mismos y, de paso, a perdonar que es un valor importante en la literatura de Agustín Fernández Paz. No hay que olvidar el pasado, nos dice, pero sí perdonar, saber entender las debilidades de los demás y aprender a quererlos porque todos somos «únicos e irrepetibles» y eso no deja de pasmar al autor.

Hemos descubierto que su obra, sus temas, sus ejes narrativos se organizan en torno a las dicotomías, al blanco y al negro. Por ejemplo, los personajes legendarios o son negativos o son positivos; el amor o está terminado o acaba de iniciarse; la realidad se enfrenta al misterio, el humor con la denuncia social, la vida con la muerte... Agustín Fernández Paz es un escritor que maneja un universo real, al que dota de una serie de elementos misteriosos y sorpresivos que lo hacen especial, universal y único.

Son muchos los aspectos que aún podríamos tratar como la afición que muestra este autor por las estrellas, la alegría que sienten sus personajes cuando van por el monte y recogen castañas o el elemento recurrente del palomar que es como esa botella que el náufrago lanza al mar. E, incluso, podríamos hablar de la preferencia por el personaje femenino como protagonista y el gusto por nombres que se repiten como son Miguel, Daniel, Laura, Blanca, Raquel...

Como dice el autor, y con esto ya cerramos, en El Rayo Veloz: «Cada persona tiene una vida distinta, llena de historias que me encantaría descubrir. Historias tristes o alegres, pero siempre tan fascinantes como la mejor de las novelas» (p. 5).




ArribaLibros leídos

  • Les flors radioactives, Alzira, Bromera, 1991, (El Micalet Galàctic, 6).
  • El laboratorio del Dr. Nogueira, Madrid, SM, 1999, (El Navegante, 7).
  • El sueño del mirlo blanco, León, Everest, 2000, (Pájaros de Cuento).
  • Con los pies en el aire, Madrid, Anaya, 2001, (Sopa de libros, 62).
  • En el corazón del bosque, Madrid, Anaya, 2001, (Sopa de libros, 48).
  • O centro do labirinto, Vigo, Xerais, (8 2003).
  • A praia da esperanza, Vigo, Xerais, 2003, (Merlín, 140).
  • Laura i els ratolins, Alzira, Bromera, 2004, (Lletra màgica, 4).
  • Raquel té por, Alzira, Bromera, 2004 (Lletra màgica, 17).
  • La fugida del mar, Alzira, Bromera, 2005, (Maleta màgica, 7).
  • Tres passes pel misteri: La serp de pedra, Una història de fantasmes, Les ombres del far, Alzira, Bromera, 2004, (Espurna).
  • A Serea da Illa Negra, Zaragoza, Luis Vives, 2004, (Ala Delta. Tambre, 5).
  • Fantasmes al passadís, Alzira, Bromera, 2005, (El Micalet Galàctic, 118).
  • L'escola de pirates, Barcelona, Edebé, 2005, (Tucán, 10).
  • Mi nombre es Skywalker, Madrid, Anaya, (2 2005), (El Barco de Vapor, 164)
  • Amor de los quince años, Marilyn, Madrid, SM, (4 2005), (El Barco de Vapor, 96).
  • Noche de voraces sombras, Madrid, SM, (2 2005), (Gran Angular, 247).
  • Avenida del Parque, 17, Madrid, SM, 2005, (El Barco de Vapor, 144).
  • ¡Que medo, mamá Raquel!, Vigo, Xerais, 2005.
  • Cartas de invierno, Madrid, SM, 2006, (Los Libros de Agustín).
  • Aire Negro, Madrid, SM, 2006, (Los Libros de Agustín).
  • Muchachas, Madrid, Anaya, 2006, (Espacio Abierto, 117).
  • Corredores de sombra Madrid, SM, 2006. (Los libros de Agustín, 1).
  • Tretze anys de Blanca, Barcelona, Edebé, (7 2006).
  • Un radiante silencio, Madrid, Anaya, 2006, (Espacio de la Lectura, 6).
  • Las hadas verdes, Madrid, SM, (11 2006), (El Barco de Vapor, 94).
  • Cuentos por palabras, Madrid, SM, (10 2006), (El Barco de Vapor, 108).
  • Els guardians del bosc, Alzira, Bromera, 2006, (Cartera de Valors).
  • Querido inimigo, Rodeira-Edebé, 2006, (Tucán, 11).
  • El Rayo Veloz, Barcelona, Planeta-Oxord, 2007, (Camaleón, 23).

Nota: agradezco a Agustín Fernández Paz su buena disposición a la hora de hacerle preguntas y de facilitarme datos. También a Carmen Palomino de SM, a Josep A. Fluixà y Joan Carles Girbés, de Bromera y, por supuesto, a Edicións Xerais, a Anaya, a Edebé y a Planeta.





 
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