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Aire sobre el aire

Juan Sánchez Peláez





  —218→  


I


Un caballo redondo entra a
mi casa luego de dar muchas vueltas
en la pradera

un caballo pardote y borracho con
muchas manchas en la sombra
y con qué vozarrón, Dios mío.

Yo le dije: no vas a lamer mi mano,
estrella errante de las ánimas.

Y esto bastó. No lo vi más. Él
se había ido. Porque al
caballo no se le pueden nombrar
las ánimas ni siquiera lo que dura
un breve, vertiginoso relámpago.

  —219→  


II


Yo voy a cerrar con una piedra
tus arcanos y colibríes y a ponerlos en la misma
puerta

yo los voy a cerrar con una piedra
porque están presentes esta noche y hacen
ruido

porque también duermen en algún regazo de
mis tardes y ponientes

porque también soñaron y actuaron en el nombre de
todos nosotros
los años que se agrupan y caracolean, y los días que
están presentes esta noche, y hacen ruido y jamás
permanecen inmóviles.

  —220→  


III


César Moro, hermoso y humillado
tocando un arpa en las afueras de Lima
me dijo: entra a mi casa, poeta
pide siempre aire, cielo claro
porque hay que morir algún día, está entendido
hay que nacer, y estás ya muerto
el suelo se quedará aquí siempre, ancho y mudo
pero morir de la misma familia es haber nacido.

  —221→  


IV


Mañana libará qué sabor crudo, denso
la noche

ya mira adentro, sin poner ninguna distancia

cómo suena y sueña aquel trueno

y prueba la tierra de nuestro abismo

y pregunta:

¿qué queda hacia el norte, hacia el sur

lo oscuro o bien lo luminoso

o tal vez nuestro amparo

tal vez la desdicha

¿qué armadura

dura, liviana sobre los hombros

hoy nos sostiene y lleva?

  —222→  


V


Quédense tranquilos si doy con un paso hacía el
jardín y el desierto

y quédense tranquilas nuestra vida y muerte

los trémolos de la brisa fresca y enorme así llaman

¿respondo?
¿me permites?

yendo lejos nuestro árbol de pan es el espíritu

-de acuerdo

los trémolos trémulos que arrullan

silencio y silencio
-en ellos confío.

  —223→  


VI


Ezra Pound quizás tenga un taller literario en el más
allá o sonría frecuentemente por la inmensa ternura
de Gerard de Neval. Ha de expresar el americano
universal cuando mire a las nubes: «estos perros
lanudos son nuestros». Pero entonces verán los ángeles
su corazón marino y de almendra. Y atisbarán en lo
oscuro, más abajo, como surgiendo de la tierra,
estallando en el aire, un abanico fino de resplandor.
La boca de Ezra Pound probará otra vez aquel fruto
dulce (la mora), aquel pedazo mordido con las mujeres
que amó; y abrirá sacos que contienen avena, pasto,
mucha avena, mucho pasto y mañanas sin fin para
mantenernos alimentados y despiertos a todos nosotros.

  —224→  


VII


a Malena
Yo no soy hombre ni mujer
yo sólo tengo resplandor propio
cuando no pierdo el curso de río
cuando no pierdo su verdadero sol
y puedo alejarme libre, girar, bogar,
navegar dentro de lo absoluto y el
mar blanco

entonces sí soy
el hombre rojo lleno de sangre

y sí soy la mujer: una flor límpida, un
lirio grande

y también soy el alma

y clarean los valles hondos
en nuestro mudo abrazo eterno,
amor frío

-y qué más
qué más por ahora
piragua azul
piragüita.

  —225→  


VIII


Por nuestra hora
que ríe y llora
ahora es la hora

por la nada y el todo
ahora es nuestra hora

repasándonos de frente y de perfil
ahora es nuestra hora

yo escucho
un primero y segundo movimiento de timbales

¿los oyes, sí o no?
-vienen y vuelan

de tres en tres con sus horas
tocando el tambor mayor vienen las olas
uno las oye y siente al tacto:
llaman, rugen, crujen
sobre valles y cordilleras

blanco y nítido tiempo
tibia y desnuda nada
se vuelven también holgura
-agua pura y mundo extraño es nuestro mundo
y la otra esfera.

  —226→  


IX


Y sé de mis límites
-poseo morada, mi morada es
la ironía,
a lechuza viva, no
embalsamada

¿pastorean ese ganado?
-a la lechuza, nunca

ella vibra, respira libre
y si esto fuera posible,
de súbito, en el alto reloj
no da ninguna hora

pero se halla aquí de nuevo, entre florestas
y frutos granados
a los que pinta ojos morados
sin interesarle lo más mínimo nuestro vano ajetreo
frente a lo ilimitado inmenso

o bien nos tira el portón a la cara
con su silencio

la lechuza que está en el pozo de la luna

a la una muy sola de la
madrugada.

  —227→  


X


Por los ritmos primordiales de
nuestra tierra
que es dura y suave

por los cinco sentidos
y nuestro abismo

por querer paladear la luz
nos arrodillamos y lloramos así:

si tu boca está en lo infinito y tu espina es mi pan

ya debes tener dos piedras sobre cada
mano del desierto

ya no posees abejas dentro del panal
ni manantiales sino montañas elevadas

y continúas dormido en los páramos
que no son albergue de nadie

y es inútil que hagamos frente a ti
salvas de aplausos o disparos con fusiles

y no te importa el grito demasiado audible
entre nosotros

y no te repones del sueño
ni de tus páramos que sueñan también
ni de la claridad eterna

jamás.

  —228→  


XI


Si hay distancias que
recorrer
madura la terrible,
grave incógnita
-pequeño pájaro

al irnos a dormir te posas en
ventanas de distintos colores

al despertarnos están ahí, en una sola
los pasos que son tuyos y nuestros
-medidos, desbordados
por el gesto ciego, la premura, huella levísima
de una boca que picotea y picotea
las selvas originales donde cuecen cebada

o miras hacia arriba, hacia abajo
en medio de altivez y holgura

nosotros, divertidos, compulsivos, trágicos
somos crisol puro

palabra y entendimiento
-el corazón de nadie

y la preñez muelle, voluptuosa
tintinea, tararea melodías
nos rebasa los ojos y el cautiverio

aire sobre el aire

donde canta un pájaro.

  —229→  


XII


a Álvaro Mutis


Ápice y cima
a ras de nuestro fin primero

procúranos refugio

y que nutridos por la piel del otoño
se vayan entibiando nuestras casas y animales

y que no haya sino diafanidad
de parte nuestra respecto al hombre o la mujer

ora pro nobis ave de buen augurio, ora
pro nobis en tu niebla finísima y fija

ruega por nosotros
mientras llegan las tardes sin color
y abundan los inviemos.

  —230→  


XIII


Yo puedo quizás
y tú puedes

nos es urgente
eso sí
un barco velero

y esperar serenos
en nuestras costas y confines

nos es urgente
no vivir engañados
soplando y resoplando
llanuras y horizontes
por el ojo de buey
-de cara a la pared
hasta que amanezca

persona indivisible que nos unes a la vida
nos es urgente
tu anillo nupcial, tu esmeralda en nuestro dedo
y que distribuyas entre nosotros
albas o penumbras
y una rosa húmeda
con numen y sílabas de tus vergeles y praderas
amén y amén
al avistar nuestros puertos.





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