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Al margen de Lucas Fernández

Alonso Zamora Vicente

María Josefa Canellada (coautora)





Llevamos ya largos años haciendo ediciones de textos clásicos. La rutina unas veces o la precipitación otras, la inadvertencia en las más de las ocasiones están produciendo un evidente descuido en la preparación de esos textos. Por todas partes va afluyendo una serie de libros que dejan al lector en una zona de imprecisa erudición, donde el autor tratado se queda un poco al margen, y solamente la personal actitud del editor o erudito que pone sus afanes en el texto es lo que sobrenada. Nos permitimos dar un toquecillo de atención sobre tales circunstancias. Todos somos (y nos incluimos), empezamos por afirmar, un poco culpables de esta naciente tradición. Pero creemos que debemos llamar al orden sobre lo que puede ser una verdadera y catastrófica plaga. Para preparar un texto antiguo con seriedad, y ponerle al alcance de la sensibilidad actual, hay que tocar muchos palillos, para los que, por lo general, no suele estar preparado el editor, un hombre que suele ser víctima de la rabiosa especialización de nuestro tiempo1.

A manera de pretexto sobre el que forjar nuestras pequeñas observaciones, hemos tomado algunas notas sobre ediciones y comentarios relacionados con Lucas Fernández, escritor plagado de dificultades, y, por lo tanto, muy necesitado de una edición que le ponga en nuestras manos sin tropiezos. Repetimos: nuestras observaciones no van destinadas contra esto o aquello, ni muchísimo menos contra este o aquel editor. Valen simplemente como medida de orden general, de toque de alarma contra editores desaliñados, que van llenando nuestras librerías de textos donde las notas bailan su personal y a veces ridícula contradanza, y donde obras capitales de nuestro teatro, por ejemplo, son dadas sin el menor respeto a su arquitectura métrica. No deben interpretarse estas líneas como una censura, sino, estrictamente, como una llamada -insistimos: autollamada- a la atenta vigilancia. Las líneas que vienen a continuación no van contra los libros comentados, sino que son de carácter general, se orientan a «una manera» amplia, que se va propagando e infiltrando por descuido.

A veces, existe una tradición textual en lo que pretendemos editar. Así, en lo que se refiere a Lucas Fernández, existen: la edición princeps, y una edición del siglo XIX, llevada a término por Manuel Cañete en 1867. Hemos venido leyendo a Lucas Fernández en la edición del famoso erudito hasta la aparición, en 1929, de la facsimilar de la princeps, realizada por la Real Academia Española. Con posterioridad, y aparte de algunas ediciones fragmentarias de algunos textos, sin mayores pretensiones, han salido dos íntegras: la de John Lihani2 y la de A. Hermenegildo3. Por si fuera, poco, Lucas Fernández ha provocado, como no podía ser menos, meditaciones sobre su lengua, que, también de forma naturalísima, inciden especialmente sobre el aire dialectal que la rodea. Ya había sido este autor aprovechado por Menéndez Pidal en su patriarcal y lejano Dialecto Leonés (1906) y también en algunos otros trabajos dialectales. (En especial en los que tratan sobre el sayagués, cliché literario salido de Lucas y Encina, y Utilizado impávidamente por todos los dramaturgos en multitud de ocasiones y con intensidad diferente4. De estas meditaciones, en uno u otro sentido, son buena prueba trabajos de empeño, valiosos en términos generales, como los de López Morales5, y, en especial, el recién aparecido de Lihani6). Pero nos vemos en la necesidad de insistir. La erudición llevada descarnadamente a sus extremos conduce a una interpretación del texto, a una exagerada lejanía (cuando no a una total vuelta de espaldas) de muchos de los problemas que el escritor se ha planteado. Un texto literario no creemos que esté concebido para la simple manifestación más o menos brillante de la sapiencia de un editor, sino para que este, con la máxima humildad posible, ponga la melodía que le haga cercano, vuelva a hacerle sonar casi virginalmente, con el impulso y la voz calurosa que el escritor quiso depositar en su trabajo.

Veamos, pues, si hemos sido (volvemos a insistir, aun a riesgo de resultar demasiado machacones: todos estamos dentro de este universal riesgo, a veces motivado por el entusiasmo que se siente por el autor tratado) fieles a esta trayectoria. Los textos que analizamos nos sirven tan solo de apoyo, de testigo para esta meditación sobre la tarea del comentarista7.

Lo primero que nos salta a la vista es la manera de interpretar las erratas, y cómo, sin querer, aumentamos las que existen8.


Erratas

En una edición de Lucas Fernández que reúna los requisitos exigibles es indudable que se debe partir de la edición princeps. El investigador tiene que echar mano de la producción facsimilar publicada por la Real Academia Española. Dicha edición, abundante hasta hace muy poco tiempo, suple con eficacia la ausencia de la auténtica. Pero todos sabemos ya cuántas erratas tiene y cuántas dificultades ofrece su lectura. He aquí algunos ejemplos:


Folios A

  • verso 113: LLF, 596 dice, No estamos más aquí yuntos. La errata está añadida por Lihani; el texto dice estemos.
  • v. 131: H, porque san' el coraçón. Es indudable que ese porque debe ser por que, con valor final.
  • v. 271: H, Dime si te sabojó. Es equivocación manifiesta por sobajó.
  • v. 278: F, dice tabra, que hace muy buen sentido. C, y le sigue L, corrige cabra, lo que es excesivo.
  • v. 374: abrando. H lee bien en el texto oportuno, pero, en cambio, al anotarlo (p. 95) explica aprando lo que aumenta la desorientación.
  • vv. 430-431: C, por falla de buena acentuación, estropea todo el trozo:

    Más debemos de hacer
    como aquí los desposemos.



    La buena lectura es:


    mas debemos de hacer
    cómo aquí los desposemos.



  • El verso 431 en L aparece también mal puntuado. (También están mal numerados los versos en L).
  • v. 461: H lee madre señora, lo que no está mal desde el punto de vista de una tarea uniformadora del texto. Pero afirma que todas las formas señor-señora aparecen en el texto fuente sin tilde. Basta con mirar el B 5 donde se lee: al mi señor que te halle.
  • v. 536; H, lee su mantón y aljuba y hoja. Debe decir: su mantón y aljuba y hopa.
  • v. 572: H, verá cómo combate. Evidentemente falta algo, que está bien en F: verá cómo me combate.



Folios A (Diálogo para cantar)

En la Introducción del Dialogo y en el verso 32, L separa Juan, Pastor sin darse cuenta de que son la misma cosa. Sobran las comas. H lee: Entrodúzense en el mesmo Juan Pastor y otro llamado Bras. He ahí una buena muestra de esas erratas que vienen a estropear el texto y que apenas se notan. Debe leerse: Entrodúzense en él, el mesmo Juan Pastor, etc.

  • v. 100: Sobran las admiraciones en L y H.
  • v. 115: H lee, sin al suelo me caer. L percibe bien lo que debe leerse: sin [n]el suelo me caer. El error procede de C.



Folios B

  • v. 9: H, según tarde mi deseo. Léase tarda.
  • v. 74: H lee: este. Es error por estó.
  • vv. 145-46: H da la siguiente lectura:

    ¡Y veréys cómo os tornáys!
    ¿A dónde tenéys las mientes?



    L da otra aún más compleja:


    Y ¿veréys cómo os tornáys
    adonde tenéys las mientes;
    y por mi no sospiráys,
    ni penáys?



    En este caso habría sido prudente seguir el consejo del viejo C:


    ¡Y veréis cómo tornais
    A donde teneis las mientes,
    Y por mí no sospirais
    Ni penais!



    Habría bastado con la fidelidad gráfica a F y un cuidadoso mirar a la puntuación. Le sobra cualquier signo. Ocurre algo muy semejante en vv. 322-323; L, más fiel a C, lo da bien. H, en cambio, puntúa mal.

  • v. 163: En H palabra griega mal escrita. Mal acentuado en L y mal interpretado el personaje.
  • v. 179: H dice aluño lo que es evidentemente aliño. La errata procede de F.
  • v. 186: En H la puntuación revela que no ha reconocido que se trata de un viejo verso de cancionero tradicional. También C, lo avisa. Tampoco aparece claro en L aunque aluda a ello en la nota correspondiente.
  • vv. 197-198: La mala lectura, de C es seguida por L. En este caso, H acierta:

    Más. Mortal
    es, pues no hay quien me socorra.



  • v. 201: Buena que no parece variante de Buena fe (LLF, p. 384) sino simple errata.
  • v. 232: que os den tan gran desossiego. L y H siguen a H en este caso. Pero parece mejor que os dé [e]n tan grande sossiego. Algún texto subsiguiente (véase C 142-43) y el relativo rigor con que F presenta la ss autorizan tal lectura.
  • v. 239: L dice, la traya al dolorido. La lectura oportuna es: la traya el dolorido.
  • v. 276: L, siguiendo a C, lee sino ved, tentadme aquí.- La lectura buena sería: si no, ved... H acierta.
  • v. 392: No habría estado de más poner reqüesta y no requesta (L).
  • v. 438: La lectura de C es evidentemente disparatada. H y L han visto que estaba necesitada de corrección. H lee: Pues sabéys, os arrebato. L, en cambio: Pues, sabéys os arrebato. Pero la lectura más fiel al sentido y concorde con los hábitos de F sería: Pues, sabéys, [si] os arrebato. Comp. verso C 500.
  • v. 460: L, siguiendo a C, lee. Sino por no ensuziar. H ve más certeramente que ese sino es si no.
  • v. 493: L cuenta como un verso la voz del pastor Ha! que corresponde al verso anterior. El resultado es un trueque total de la numeración restante.
  • v. 504: H lee ya yo, ya no podré. Debe leerse: ya yo, ya yo no podré.
  • v. 574: H trae una redacción de la nota bastante equívoca, sobre todo si consideramos que acepta, como no podía ser menos, la corrección de C.
  • v. 584: L lee es red que llena a[ba]rrisco. F da aubrrisco. Ya fue corregida la errata (no la variante, como dice L) por G. Y también es aceptada por H. Convendría en L destacar de alguna manera la presencia de la b en el texto de F. Y desde luego, para una posible nota, revisar todo lo que se dice de abarrisco en el vocabulario de LLF. Abarrisco es adverbio que llega a la lengua clásica, y que aún recogen los diccionarios del s. XVIII. No veo la necesidad de inventarse un sustantivo. Una miradita a los Diccionarios históricos de la Real Academia Española le habría bastado. O al Corpus de Gili Gaya, por ejemplo. Tampoco habría estado mal seguir en algún problema etimológico a Corominas.
  • vv. 632-33: La corrección de Gallardo (seguida por C) requeriría algún comentario más amplio, ya que no es satisfactoria. Sigue su lectura H, no L. Pero, de todos modos, las erratas de distinto nivel que aparecen en esos dos versos exigen una notación más escrupulosa.



Folios C

  • v. 7: El facsímil dice terribre, y no terrible, como se lee en H.
  • vv. 17-18: H puntúa mal. Sobra el punto detrás del verso 17.
  • v. 23: F nos da afracasame. Se trata de una evidente errata por afrácaseme. La errata (afracásame, llevada adelante por G ha sido ya corregida por los editores posteriores. Se trata del rasgo dialectal leonés que trata de esa manera el grupo fr. Sin embargo, dicho error ha pasado al Diccionario histórico de la Real Academia Española, lo mismo en la ed. 1933 que en el actualmente en publicación (1966, aducción-aga).
  • v. 29: H rellenando. Es errata por rellanando.
  • v. 40: En su nota dice H, «La forma morrales no la encuentro en ningún repertorio consultado». Se trata de una evidente errata de F por mortales. Ya C había corregido el error.
  • v. 57: F y L debrocados. H desbrocados. Debe respetarse la lectura de F.
  • v. 62: H lee alborgues por albogues, que es lo real y lo que se lee en F.
  • v. 184: F hata que topo. H hasta que topó. Debió respetarse la lectura inicial.
  • v. 205: H Quinto más que. Es claro que ese quinto es quanto.
  • v. 284: C lee que me rebudia el pelsejo. En el glosario se aclara que pelsejo equivale a 'pellejo'. L corrige bien y lee pellejo, supliendo o rectificando la segunda l. H sigue en todo a G, incluso en la nota aclaratoria.
  • v. 285: En L se lee ¿Qué, qué, qué, qué dizes, qué? Ya C vio cómo se debía puntuar ese verso. También H habría hecho bien, en seguir en este caso a C, como hace otras veces: ¿Que qué, qué? ¿Qué dizes, qué? Todavía podría pulirse algo más, y leer: ¿Que qué? ¿Qué? ¿Qué dizes, qué?
  • v. 287: L, por errata, lee Ñunca le falta ruindá. Debe leerse te falta r.
  • v. 289: Vésolo tú a preguntar (F). Ya C daba: Véselo tú..., corrección acertada. LLF (p. 221) se extiende en una larga serie de explicaciones inútiles. La construcción es normal.
  • v. 305: H lee ¿Qué hablar, auillanado? Es clara errata por ¿Qué hablas...?
  • vv. 309-310: L puntúa, ¡Tal cuydado¡ / ¿También vos a mí sañudo? H puntúa el mismo lugar así: ¡Tal cuydado! / También vos a mí sañudo. Esta última es la lección de C. Es evidentemente más acertada la segunda (H y C). Podría perfeccionarse de la siguiente manera: ¿Tal cuydado? / ¡También vos a mi sañudo!
  • v. 313: F da aqueso, con una sola s. H lee aquesso. La puntuación es algo engorrosa. C. dice: Pues dime aqueso... ¿qué hu? L repite esta puntuación. H acierta más: Pues dime, ¿aquesso qué hu?
  • v. 352: H lee morcila por morcilla.
  • v. 360: H lee rellenado por rellanado. También el mismo H lee, inmediatamente después de ese verso, definición. Habría sido mejor conservar la diffinición del texto de F.
  • v. 395: L puntúa ¿Qué concierto? Es claro que estaría mejor con simples admiraciones. H es más atinado.
  • v. 416: L lee oportunamente sabéys, senor, qué decrina? H, siguiendo a C, da: sabéys, señor, que decrina. Le faltan, pues, algunos detalles. La cosa se agrava más cuando en la nota correspondiente, p. 194, encontramos como explicación de decrina algo tan inexpresivo como 'ceclina'. Es una errata torpe que no sirve más ente para aumentar la confusión.
  • v. 513: H puntúa ¡Ay! ¿Qué cosa es chirlos? ¿Mirlos? Esta puntuación revela que el editor no ha entendido el texto, que, por otro lado, podría haber aclarado simplemente con mirar el Diccionario académico. L, que puntúa algo mejor, aclara (LLF, p. 414) que puede ser chirlos mirlos, corrección burlesca de birlos, que dice el Soldado tres versos antes. Nadie ha visto que chirlos mirlos pertenece al estribillo de un juego infantil, en el que, como en tantos otros, el puro valor sonoro de la expresión desempeña el papel más importante.
  • v. 586: En L sobran las interrogaciones y falta un acento. Debe leerse: Más garrote de recuero; en paralelismo con el verso 588. Está dentro del sistema total de Lucas Fernández, que alguna vez más se repite. H. puntúa bien.
  • v. 597: F dice, por errata evidente, aluiadas, lo que está por aliuiadas. H, en su texto, corrige la errata sin mayor dificultad. Pero, por descuido, atribuye al facsímil equivocado su evidente acierto al corregir, y dice en la nota oportuna: aliuiadas en 1514.
  • v. 599: F dice qualquier. H qualquiel.
  • v. 610: L Quiero queriendo querella. / La muerte... El sentido es muy claro, y la sintaxis también. La puntuación más acertada sería la de H: Quiero, queriendo querella, / la muerte... O bien: Quiero, queriendo, querella, / la muerte...
  • vv. 614-616: H lee el trozo de la siguiente manera: Esfuerça y mira, moçuelo / a Matihuelo / cómo fue tan efforçado. Es evidente que la lectura de F, en la que aparece ff, debe ser corregida y restituir la s (Como hace H en el primer caso del trozo que nos ocupa.). Pero lo verdaderamente extraño es que después nos encontremos en la nota oportuna (p. 196): «effuerça y efforçado. Lo transcribo así, a pesar de la lectura de Cañete esfuerça y esfarçado». Después de esta aclaración nos quedamos con el texto erróneo y sin saber qué ha querido decir H. En L falta el acento del cómo.
  • v. 665: H lee y del delgreñado. Es errata disparatada por y desgreñado. La errata es de H.
  • vv. 672-673: H lee sobrecejos, respelluzios / qu'es amorío, remota. Indudablemente, la puntuación necesaria es: sobrecejos, respelluzios, quies amorío remota. También L ha puesto coma detrás de amorío. Las puntuaciones de I, y H revelan que no han entendido el valor exacto de remota, verbo, 'observa, nota'. Ambos, en la nota, cada cual a su manera, se alejan considerablemente de la verdad. La posible explicación sería un remota, distorsión rústica por denota.
  • v. 700: H Anda trefe y trasijado. L, Anda, trefe y trafijado. C ya explicaba que debía interpretarse trasijado por trafijado (en el vocabulario). Ninguno ha visto que es el propio hablante quien alude a sí mismo, y que habría que corregir Ando en lugar de Anda. Y en lo que se refiere a trasijado es la eterna confusión entre la f y la s alta. Y no variante de la palabra, como sostiene L en la nota correspondiente (y repite en LLF). Debe leerse, pues, Ando trefe y trasijado.
  • v. 708: H se olvida de un verso, de sentillo. Debe ser errata de ajuste, ya que no se altera la numeración.
  • v. 727: L da Lleuarme as tú allá a la ver. Habría sido prudente poner este verso entre interrogaciones.
  • v. 751: Fata en L un acento, ¿Tú ño vees quál has parado...?
  • v. 769: H Ay, que me muero por te ver. Sobra el me.
  • vv. 798-779: H puntúa mal, y lo mismo L, Y si la cruz me jurasses, / y me tomasses, / por tu esposa me daría. Indudablemente, está mejor la coma detrás de esposa: Y si la cruz me jurasses, / y me tomasses / por tu esposa, me daría.
  • v. 480: L puntúa con cierta ligereza Bien sabes ya como dixe, / qu'el amor... Puede ponerse de dos maneras. O Bien sabes, como dixe, haciendo un inciso explicativo, o: Bien sabes cómo dixe, ciando a ese cómo el valor que necesita, pero no lo que L nos da. H tiene aquí más tino.
  • v. 860: L Mas como me rebolcaua. Falla acento en como. Fallan admiraciones. También H es poco escrupuloso en la puntuación.
  • v. 904: H lee mal, disuie por desuie.



Folios D

  • v. 36: Villoria. LLF acentúa mal, Villoría (p. 585).
  • v. 77: L interpreta mal, ¿Oyxte, necio? con lo que parece una forma del verbo oir. Se trata de la interjección recogida así en multitud de sitios (oxte es lo corriente): ¡Oyxte, necio! 'lárgate de ahí, vete, necio'. Llama la atención que L en la nota correspondiente dé el sentido oportuno, que, luego, no aparece reflejado en la puntuación del texto.
  • v. 81: H acentúa mal. Debe leerse ¡Más, tirte allá! y no ¡Mas tirte a!
  • v. 92: El que [a] Anteo destripó. Es necesaria la a. H no la pone, siguiendo a C. La errata cambia el sentido gravemente.
  • v. 153 H lee generació en vez de gerenacio.
  • v. 215: L, siguiendo a C, lee al cuño. Es mala lectura por alcuño, 'alcurnia, abolengo'. En LLF (p. 329) los datos son confusos.
  • v. 290: en vuestra obra mesurada. C, L y H leen de la manera señalada, siguiendo la errata de F. Es claro que hay que leer en vuestra abra mesurada, 'en vuestra manera de hablar, tan medida'. Es lo que el sentido exige.
  • v. 335: F, tereste 'terrestre'. H lee terestre. Aunque diga, a manera de exculpación, que C corrige, la verdad es que H corrige aún más, y no con acierto, ya que mete una r donde no la hay. Es verdaderamente deliciosa la explicación que sobre estas grafías da LLF, p. 174.
  • vv. 436-437: H y L, siguiendo a C, interpretan Buéluase mi voz de hierro / y de pregón. H es más fiel a C, incluso en la puntuación. Parece más oportuno interpretar de pregón como dé pregón / que se destierre...
  • v. 451: H añade una -s que es innecesaria. Léase: Mucho estays...
  • v. 454: L Yo vos juro, a Santillana. Sobra la coma.
  • v. 455: En H falta el acento en percundió.
  • v. 497: H lee de consumo lo que debe ser de consuno.



Folios F

  • vv. 26-27: H puntúa mal: Lee comer, beber de contino / tassajo, soma... Debe leerse comer, beber) de contino, / tassajo, soma... Ya C acertaba más.
  • v. 34: Debe leerse corderitos / mielgos. C y L enuncian los mielgos como si se tratase de un animal aparte, y, por lo tanto, distinto. H, mielgos chibos, lo que no parece acertado.
  • v. 93: L puntúa mal. Ora, juro, hago a ños. Sobra la coma entre juro y hago.
  • v. 96: H Dame acá, dame acá essa mano. Sobra el primer acá.
  • v. 135: F dice especialmente. H corrige la d en n, pero la e por c, también corregida, no parece haber sido observada. Y, de añadidura, en el mismo verso, H lee an auiento, lo que debe de ser en auiento. Ya C ofrecía lección bastante atinada.
  • v. 144: En la nota correspondiente, H explica Lloryente en donde debe ser Lloreynte.
  • v. 155: H lee mal, El crego ños lo dirá / o si no el saluador. Es errata por saludador.
  • v. 195: L puntúa mal, ¿Quién es quién, quién ha llamado? Ya C atinaba, y H le sigue, aunque ambos pongan las interrogaciones de diverso modo. Pero lo importante es separar el segundo quien del verbo que le precede.
  • v. 202: Sobra en L el acento en escúchame. Se trata del plural escuchame.
  • v. 331: F dice Y di quien di. Debe de ser una errata por de quién. L corrige de esta manera. C y H respetan la lectura de F, lo que no es atinado.
  • vv. 342-343: L, siguiendo a C, puntúa. Do su madre lo parió. Ese punto final sobra, como ha visto bien H.
  • v. 363: LLF, en su explicación sobre consonantes finales, da (p. 180) vanidá como rima de trinidá en este verso, cuando, en realidad, lo que rima es unidá.
  • v. 370: F, por errata, dice El profeta... pero el sentido pide con toda precisión Al profeta. Ya lo vio así C, que acertó en la enmienda. L y H siguen fieles a la errata.
  • v. 408: F, C y L leen grolifiquemos, oportunamente. H da glorifiquemos.
  • v. 450: H lee ¡quien te ancançará a loar! Está claro que debe ser ¡quién te alcançara a loar!
  • v. 494: H Vamos ¡sus! tocos a vella. Es errata clara el tocos por todos.
  • v. 618: H un' asna y un buey. Sobra la comilla alta en el artículo.



Folios A

  • v. 25: H trae, por errata indudable, De mis graues pecados. Debe decir: De mis muy graues pecados.
  • v. 70: L, en la nota correspondiente, dice, «F quc. qu' [e] a 'que he a'». La consecuencia de esta nota, no es precisamente la claridad, sino todo lo contrario. La cosa se complica aún más cuando, a renglón seguido, L nos da una explicación geoastronómica de un pasaje diferente (vv. 76-90).
  • v. 90: H da torromoto como errata, o, por lo menos, así lo considera. No hay tal errata. Torromoto está atestiguado suficientemente.
  • v. 95: H lee que aquesto Dios padescía. Ese aquesto es aqueste.
  • v. 163: Debe leerse Muy ardid y muy artero. Ya C se equivocó, pero los editores modernos han restituido la buena lectura. Sin embargo, nos asaltan dudas sobre la interpretación que se le ha dado por alguno, ya que se lee en H, en la nota oportuna al citado verso: ardid, 'muñoso, astuto, sagaz'. Puede que todo figure así en el Diccionario académico, pero la errata es de su cosecha (muñoso, por mañoso).
  • v. 227: H da, en la nota, oportunas y acertadas observaciones para justificar el uso de n por ñ (que en la mayor parte de los casos no es otra cosa que la caída de la tilde). Así, el texto dice tanían por tañían. Muy bien, eso es exacto. Pero, después de tan agudas observaciones, el texto de H dice: le tenían por detrás. La errata es particularmente grave.
  • v. 373: verle bien como leproso (Lecturas de G y L, aunque con puntuación discutible). H lee bien como leproso. Falta el verle.
  • v. 478: embrios. L dice embríos, aunque en la nota aclara embrios (Creernos que debería haber sido palabra estudiada en LLF).
  • v. 580 (en H, 585): F destryda 'destruida'; no puede ser contracción, síncopa del participio, tomo se dice en LLF (p. 75). De ser así, faltaría una sílaba para el verso.
  • v. 631: H espirando. Hay que leer espirado.





Descuidos métricos


Folios A

  • vv. 455-456: La rima es Lloreynte-Bicente. LLF (p. 82) dice: «En Lloreynte, la y no se pronunciaba, porque dos veces rima con -ente: buenamiente (fiv r 58), Bicente (Avi v 66). (Esta localización es errónea, por añadidura. Debe leerse Aiv. El sistema de numerar los versos como se hace, en este libro conduce a confusiones.) No creemos que sea necesario llamar la atención sobre estos casos. Una ojeada a cualquier manual de métrica le habría servido para aclarar cómo funciona la rima en las voces con diptongo.



Folios B

  • v. 50: Falta diéresis en confiança (L y H). Podían haber seguido al venerable C.
  • v. 103: Falta también diéresis en fiel. (La nota aclaratoria de L no tiene en cuenta que la composición viene empleando pentasílabos ya en una buena tirada.) Falta en C, H y L.
  • v. 351: Falta diéresis en süabes (en C, L, H).



Folios C

  • v. 80: L pone diéresis en pïornados, lo cual está muy bien. (No en H.) Pero esto mismo nos ayuda a exigir su aparición en otros muchos casos donde no ha sido puesta.
  • v. 622: L y H no ponen diéresis en confiança. Poco más adelante, trayción (v. 634), tampoco la lleva. Este último verso aparece con ella en C.
  • v. 663: L y M leen te traye a ti aborrido. Podían haber hecho caso de C, que, en este caso, acierta plenamente. No es traye, presente, sino traye, imperfecto con lo que el verso se logra9.
  • v. 688: Falta diéresis en candïal en H.
  • v. 742: L y H no ponen diéresis en enterrïada. C fue más cuidadoso esta ocasión.



Folios f

  • v. 246: L y H no han puesto diéresis en dïabro. Tampoco la había puesto C.





Cuestiones de léxico


Folios A

  • v. 73 y ss.: En L domina una fuerte confusión al interpretarlos. El juego entre voluntad y amor no queda, ni mucho menos, aclarado.
  • v. 82: Echa acá el rabo del ojo. LLF (p. 557) aclara: 'mirar'. No es exactamente eso, sino más bien 'mirar con el rabillo del ojo', 'dígnate echarme una miradita'.
  • v. 85: F ¿Y aun habras, vera, vera? L interpreta verá por 'verdad' lo que no tiene sentido.
  • v. 111: Ñunca tal adameyo. H puntúa adamé. El error sale de C.
  • v. 112: cuchar debería haber merecido una anotación. Sobre todo después de las variadas explicaciones de C. No hay nada en L. H se limita a decir 'cuohara'.
  • v. 138: botón de llumbre. H recoge la interpretación de Morel-Fatio («Notes sur la langue des Farsas y Églogas», Ro [1881], 242-243) que es evidentemente inútil y pintoresca. Se trata, como el propio H dice, de 'una forma de cauterio'. LLF se desvía totalmente de la sana interpretación, incluso en la etimología (p. 484).
  • v. 266: C lee ¿O filetes, o manija? Debe ser ¿O filet'es o manija? L acierta esta vez. Pero, en cambio, nos regala con un valor salmantino de manija que, aunque exacto y puesto en su límite, es absolutamente innecesario para la comprensión del texto (LLF, p. 488).
  • v. 199: Boballa es de amarillo. L interpreta Boballá y aclara: «Término compuesto de bobo y allá». Ya C interpretó con mejor sentido boballa 'bobo'. Correas recoge ya un bobalias. Se trata de esas formas despectivas de bobo, tan abundantes en las hablas leonesas.
  • v. 275: sobollona. LLF trae una explicación, 'llena de bultos', que parece sencillamente delirante. Ya C acertaba con la idea de 'sobona.'. Aún hay formas vivas en las áreas dialectales leonesas con igual sentido. (Comp. sobayona en Cabranes, por ejemplo.)
  • v. 303: F nos da megue, clara errata por mengüe, al no haber puesto la tilde de la nasalidad. L corrige bien, pero poniendo mal los corchetes, ya que lo que falta es la n y no la e. La corrección fue ya vista por C. H respeta la errata y la interpreta, por unos complicados caminos que no llegan a hacer sentido alguno, como un derivado de magicus. No cabe mayor lejanía de la realidad.
  • v. 360: Atentayuos en la llengua / si no, daros he una mengua / que no la vistes mejor. No se trata, como supone LLF, de 'golpe, sacudida'. Es muy abundante el valor de mengua como 'deshonra, descrédito', etc., dentro de la lengua antigua. Del valor medieval de 'pobreza' se pasó fácilmente a esos valores de índole espiritual. La equivalencia exacta en nuestro pasaje es la de 'acción o dicho injurioso', y, por añadidura, 'vencedor de posible interlocutor'.
  • v. 372: Parece que saxum ha provocado dudas y complicaciones. Se deducen del comentario a este verso que aparece en H. Sin embargo, dudas de este tipo hacen sospechar muy acusadamente el desconocimiento, por parte de los editores, de la parcela de idioma sobre la que están trabajando. Los varios derivados de saxum están vigentes y son conocidos desde hace mucho tiempo.
  • v. 461: L considera que madre señora es 'abuela'. En este caso, aún podría aceptarse esa interpretación, pero ya no es tan exacta en Diirll (verso D. 161). Es evidente que madre señora tiene diversos valores según las comarcas españolas (tía, madrastra, abuela, jefe de familia, sin más). En algún caso habremos de pensar en el valor de madre como tratamiento de respeto (el que encontramos en La Celestina), y lo mismo tiene, por su parte, señora.
  • v. 505: y el buy vermejo bragado. H corrige buey, olvidándose de que buy existe en el habla dialectal.
  • v. 506: Muchas veces intentamos decir cómo el comentarista y editor no tiene sentido de la medida, y cae en ingenuidades inadmisibles de todo punto. No creemos que la voz vasar deba ser aclarada. Un vasar debe estar dentro del patrimonio léxico de cualquier hispanohablante. ¡Oh divino vasar en donde posa / sus dulces ojos verdes Melibea!, decía Machado. Pero aún es más ingenuo que H, para comentar esta voz, copie integralmente al vapuleado Diccionario académico, solamente que con una ligera errata que estropea la intelección (errata de H, claro). El Dicc. dice: «...de ladrillo y yeso u otra materia» y H cambia: «...de ladrillo y yeso y otra materia».
  • v. 511: barreñas. Para LLF barreña es de origen incierto (aunque expíese la posibilidad del lat. barrum). Creemos que no hay incertidumbre posible.
  • v. 537: faxa y mangaz colloradas. Es claro que mangaz es una errata por mangas. No hace falta perderse en esas elucubraciones que LLF nos proporciona (pp. 199, 206 y 488). Una mirada más atenta, incluso al español empleado para explicar el texto, le habría demostrado la imposibilidad de ese mangaz.
  • v. 538: LLF explica texillo como 'tejido'. Parece que se trata de un ceñidor, cinturón o prenda análoga. Los mismos ejemplos que LLF proporciona ayudan a verlo así. Figura en el Diccionario general.
  • v. 552: H, a propósito de scurece, cita una forma usada hoy (no dice dónde), que nos parece excesivamente extraña. ¿No será una errata más? Por lo menos, tal comentario es innecesario.



Folios B

  • v. 71: engrillarse no debe considerarse nunca como 'entallecerse'. Es uno de esos errores causados por el desconocimiento de la lengua general. Tanto C como L se equivocan al estudiar esta voz. Tampoco parece manera de resolver la duda amontonar los significados posibles. Creemos que basta con el de 'envanecerse, engreírse'.
  • v. 104: maña equivale a 'astucia, habilidad'. No a 'rostro' (LLF).
  • v. 137: reguillar. No creo que haga falta dar el valor 'alegrar' (LLF) sino seguir fiel al inicial de 'brillar, titilar'. Es decir, el verso ya el ojo se me reguilla, significa sin más: 'ya me brilla el ojo' (o 'ya me baila' o 'me tiembla'). Lo que no se puede decir es alegrar sin más ni más. El valor 'rehilar', local salmantino, apoyaría la idea de 'temblar'. También, como tantas veces, es superfluo el recuerdo de un valor 'estrabismo', que no hace sentido alguno. En todo caso (estamos hablando de un verbo) sería 'padecer estrabismo', que no es lo misino. Este segundo valor, en el área lateral del dialecto, apoya también un posible valor 'temblar, bizquear', etc. (LLF, p. 541).
  • v. 140: quillotrar, tan característico del habla sayaguesa, no creemos que necesite ser explicado etimológicamente con tan detallada minucia: eccum illumi alterare se. ¿No es un poco excesivo?
  • v. 190: Resulta admirable que haya podido darse la duda o confusión con el nombre del posible árbol. Se trata, sin más, de quejido. Y, por si no fuera bastante, la quejumbre del verso subsiguiente parece estar puesta a la añadida para evitar cualquier confusión. Sobran, pues, las prolongadas meditaciones de H, y más todavía la desolada afirmación de LLF: «de origen incierto».
  • v. 391: aynada. La lección aynada 'angustiada, apremiada', es, sin duda, la mejor. No hace falta suponer ayunada, como quiere L (e insiste en LLF). Es totalmente ingenua la suposición de que la pastora no entiende al pastor.
  • v. 440: L interpreta el verso así: ¿Oyste, asnejón? Parece claro desprenderse de esta puntuación, que oyste es del verbo oír y que el pastor continúa incansable la polémica. Sin embargo, parece más convincente interpretar de la siguiente manera: ¡Oyste, asnejón!, donde oyste es la interjección de repulsa, como oxte. Véase también el comentario al verso D. 77, en la pág. 460.
  • v. 449: Sobre la dificultad que supone encontrar una justa medida para el alcance de las notaciones, tenemos en este verso una clara prueba: L explica quién es San Juan. Verdaderamente, no se puede discutir nada de cuanto allí se dice, pero nos permitimos insinuar que no habría estado de más, entre tanta noticia biográfica del Apóstol, recordar que es uno de los Evangelistas. Pero aún queda otro extremo por aclarar: el texto se limita a dar Juri a San Juan. Aparte de que podría referirse a otro san Juan distinto al que L explica en su nota, está claro que no es más que una de esas invocaciones a santos sin trascendencia alguna. Algo parecido sobre estas dificultades en la medida o en la oportunidad, nos plantea el caso del verso 558, donde el mismo L explica: dame 'me da'.



Folios C

  • v. 12: debrocado. A pesar del valor que proponen H y L, no hay duda de que se trata del occidentalismo debruçar, portugués, y gallego debruzar (para la etimología de esta palatal véase el artículo de Antonio Tovar en BF, VIII [1945], 267 ss.) 'estar abatido, caído'. El testimonio de Curros citado por LLF, a través de Lamano, demuestra con toda diafanidad el valor 'caído de bruces, de pechos'.
  • v. 40: terrerías. Está claro que significa 'terrores'. Es, pues, inútil el étimo terram, y más aún el valor Ofensa, bajeza'. Ya el Diccionario de Autoridades traía terrería 'amenaza o terror con que se infunde miedo'. También el Diccionario usual podía haber servido para aclarar con rigor esa voz. No vemos por qué los Diccionarios se han equivocado, como quiere LLF. Más bien la confusión está en la ligereza gramatical y lexicográfica que LLF acusa a veces. Igual desliz se ofrece en v. 239.
  • v. 74: H lee ñunda asmado sin dudar. / Qu' estos males... Y explica: «C supone que osmar es sinónimo de asmar 'desear con ansia, procurar con impaciencia'». LLF llega a la idea del general aestimare 'pensar', que es lo que C proponía. Pero nadie ha visto que la forma correcta sería nunca [he] asmado, sin dudar. / qu' estos... (El qu' estos separado con coma, no con punto, de lo anterior).
  • v. 134: tempero. Es excesivo interpretar 'diversión, buena fortuna', como se lee en LLF. Es, simplemente, el uso de tempero 'sazón, ocasión para algo, especialmente labores, sementera', etc. De ahí el buen tempero y mal tempero. La lengua del pastor está así reflejando una especie de conceptismo interior muy oportuno.
  • v. 267: H ha confundido gravemente melena 'pieza del yugo, protección para uncir', y melena 'enfermedad'. Errores de este tipo revelan el gran mal que pretendemos destacar en lo que a los comentaristas de los viejos textos se refiere: una falta bastante notable de familiaridad con el idioma y con la realidad cultural que expresa. Aquí H se fio excesivamente de C, que tampoco acertó.
  • v. 293: No entendemos qué quiere decir LLF cuando s. v. Sampego añade: «Se oye Sampedro en el dialecto montañés». Es un rictus estilístico de LLF añadir al final de las palabras estudiadas una apostilla, dialectal o no, que viene muy raras veces a aclarar algo.
  • v. 439: L, en el comentario a güero, dice «güerro 'huero'». Suponemos que se trata de una errata. De todos modos, ¿qué se pretendía decir?
  • v. 519: L interpreta ño habrés de dedo, y comenta 'no tendréis ni una parte del dedo'. Se trata de la expresión hablar de dedo, 'hablar amenazando con el dedo; hablar con demasiada autoridad o pedantería', etc.
  • v. 666: que ño decrinauas tú. L interpreta 'no declinabas tú, no te parecías'. Habría sido mucho más claro y más fácil decir: 'no estabas en tus cabales'. Es posible que sea eso lo que ha querido decir L, pero ha salido otra cosa muy distinta. Tampoco ha estado muy atinado H, quien aclara: 'ir perdiendo en salud y lozanía'. Eso sería un valor recto de declinar, 'ir a menos', que no tiene su por qué en este verso.
  • v. 688: candeal. Esta palabra no ha sido muy afortunada. Después de la disparatadísima interpretación de C, hay otras que rodean lo exacto, pero sin acabar de dar en el clavo. L dice candial 'blanco'. Lo que, contendiendo, podría valer para el trigo, no hace sentido en el caso del verso. Tampoco vale la explicación de H, quien aplica un valor del territorio salmantino, ya recogido en el Diccionario académico: 'noble, leal, franco'. Pero este valor ya queda señalado que es aplicable a personas. Ningún comentarista parece haberse molestado en hablar español del campo y de la era. Si lo hubiese hecho, habría oído más de dos veces emplear candeal como comparación de 'excelente, bueno', 'lo que es de mejor calidad', basada precisamente en la condición del trigo. Eso es lo que ha querido decir Lucas Fernández: 'Tu gesto da señales excelentes'.
  • v. 763: estorcijan. L apostilla 'desvían', lo que no es muy atinado. ¿De dónde le desvían? En LLF parece acercarse más, pero mezclando valores un tanto lejanos 'desviar' y 'causar retortijones'. Es simplemente 'retorcer': 'Tus amores me torturan, me causan grandes dolores', etc. Tampoco H es muy expresivo en el comentario. Es claro que en el lenguaje rústico, estorcijar sería verbo apropiado para torzón, torozón, 'cólico fuerte', 'retortijón' hablando de las caballerías (como aparece en el verso 819). Pero habría sido prudente explicarlo de modo más claro y certero.
  • v. 767: L lee Anda para engañador. H, Anda, para engañador. Al primero le habría hecho falta, una coma detrás de Anda, y al segundo le sobra la segunda coma, que convierte en verbo la preposición.
  • vv. 812-813: atollar. LLF ve él sentido, pero, como parece su costumbre, se empeña en buscar étimos y razones que 'acaban por ser laberínticas. Se trata de una voz rústica, familiar al labriego, con la que pretende sustituir, desde su incultura, la voz cargada de prestigio, y que no figura en su patrimonio idiomático. Casos como este son frecuentísimos, y constituyen la base de numerosos chistes, etc. Atollar le recuerda al ignaro otorgar. Y ya está. En H, una errata propia, atribuida a C (torgar) estropea considerablemente la explicación
  • v. 869: son tañe hazia el llugar. LLF da como valor de tañer el de 'ir'. Que el sentido pueda acoplarse no autoriza semejante acepción. Se trata de 'tocar', que es mucho más sencillo y directo: 'toca un son hacia el lugar'. Es decir, como siempre que se va a acabar la obra surge una música. Y, efectivamente, esta llega al poco con el villancico final. Versos después, se repite la idea (pues cantemos repicado y entonado... y varias veces más). Pero todo sería disculpable, si no fuese por esa verdadera obsesión de acopiar datos, que LLF presenta. A renglón seguido de esta dudosa interpretación, nos enteramos de que esa voz en Aragón significa 'afeitarse'. A pesar de la autoridad que los dialectólogos españoles concedemos de siempre al venerable léxico de Borao, esta vez resulta superfluo.



Folios D

  • v. 12: dentro acá en las intenciones. L traduce intenciones por 'intestinos'. Quizá sea esta una de las equivocaciones que pueden desautorizar todo un texto.
  • v. 18: LLF, p. 210 dice, «...en el gerundio encontramos cierta vacilación: sabionda, sabiendo. No conocemos otros autores que utilicen esta palabra con la terminación -iendo en función adjetival». Es una pena que L haya perdido tiempo buscando lo inencontrable, Sabiendo del verso 18 (folio Djr) es una errata muy clara por sabiondo. La vecindad abrumadora de otros términos de idéntica función no tolera interpretación diferente. Y en cuanto a sabionda (verso 47 del folio Cjr), hace falta una laboriosa interpretación gramatical para incluirlo entre los gerundios. También H se pierde entre gerundios. Lo peor es que ve el problema y no se decide a arreglarlo. Sin duda le pareció demasiado sencillo de resultados.
  • v. 29: y con gran muedo se arrean / por sobarme la pelleja. L interpreta arrearse como 'apresurarse'. Es más justa la interpretación de H: 'engalanarse, hermosearse'. Quizá L ha pensado que las zagalas se precipitan sobre el indefenso pastor (¡en la iglesia!) anhelantes de acariciarle. ¿No es un tantico excesivo? Es más fácil, como siempre, olvidarse de etimologías y vocabularios y leer llanamente: 'Las zagalas que me ven llegar a la iglesia, te aseguro, todas me desean, y con gran tacto (modo) se engalanan para ablandarme'. Con lo cual quedamos todos contentos: el texto, las notas y el propio Lucas Fernández. E incluso el pastor.
  • v. 35: soy el más auentajado. L traduce auentajado por 'preferido'. No. Aventajado es de la lengua viva, correntísimo, y no es menester complicar sus sentidos.
  • v. 36: No hemos hecho intención de detenernos en la interpretación de los nombres geográficos que Lucas Fernández emplea. Son todos, como era de esperar, de la cercanía rústica del campo salmantino, o, todo lo más, de su contorno sayagués (que no es lo misino que dialectal). Pero, en alguna ocasión, el disparatarlo colma las medidas. Así L ve, y bien, que Val de Villoría remite a la actual Villoría. Pero, en cambio, a renglón seguido leemos esta joya: «Almuña: lugar agregado al municipio de Valdés (Oviedo)». No hace falta tan largo y trasmontano viaje. Almuña no es otra cosa que Armuña, nombre de la tierra que rodea la capital salmantina, especialmente hacia el norte. Un salmantino es un armuñés. He ahí otro de esos fallos motivados por el desconocimiento de la realidad cultural y humana del escritor. No todo puede sacarse de léxicos.
  • v. 72: ¿Otro ruyn, cuydo, tenemos? Así en L, H, igual, pero sin comas. Otro ruyn tenemos es una frase proverbial, documentada, y no necesita interrogaciones. Por cierto que LLF ha encontrado suficiente personalidad entre cudar y cuydar para hacer dos artículos diferentes en su glosario. También es algo exagerado. H tuerce todo al valorar cuydo inexactamente.
  • v. 101: embiso 'avisado, despejado, sagaz'. H llega a la conclusión de que se trata de un lugar alto, desde el que se ve mucho terreno. H es particularmente aficionado a manejar el Diccionario académico. Lástima que no lo haya hecho en esta ocasión, s. v. enviso. LLF esta vez ha acertado plenamente.
  • v. 117: llosa. LLF piensa que esta llosa es la actual, en zonas leonesas, josa 'terreno labrantío'. Es la muy fácil de encontrar losa, 'trampa para cazar aves, ratones, etc.'. El no haber caído en este valor hace sospechar que tampoco han entendido (tampoco H) las costillas del v. 119. Esta palabra se ha quedado sin aclaración quizá por el peso del ortodoxo costilla, pero habría sido muy oportuno aclarar que todavía en amplia zona del dialecto leonés se usa normalmente esta voz con el valor 'ballestilla para cazar pájaros, ratones, etc.'. Si se anotan expresiones realmente innecesarias por su abrumadora claridad, esta lo habría necesitado, ya que no es general en la lengua y, de añadidura, matiza de leonesismo el texto.
  • v. 125: que ño sabéys dó va tabra ( necesita un acento que no han puesto ni C, ni L, ni H). Esa tabra ha dado muchos vaivenes. Es evidente que es 'tabla', y también es evidente que tabla ha significado en la vieja lengua muchas cosas, varias de las cuales aparecen en LLF muy empeñosamente entrecruzadas, y ninguna, por cierto, con lo que aquí se discute, H, también perdido, no entiende el texto, y lo reconoce, lo que, al fin y al cabo, es más honesto que abrumar con copiosa sapiencia. LLF podría haber leído despacio algunos textos viejos y habría visto que en ninguno de los que él cita se trata' de la expresión dó va tabla, no saber dó van tablas 'ignorar aquello de que se trata'. La frase, usual y jugosísima, figura en el azacaneado Diccionario de la Real Academia Española. Verdaderamente, es un consuelo conocer tanto ataque al Diccionario y comprobar que, en último término, con sus numerosos defectos, ayuda bastante más de lo que parece.
  • v. 460: En el trozo latino que sigue al verso 460, L traduce, y no se ha molestado en buscar alguna traducción hecha, los trozos del Credo que allí figuran. Incluso con el recuerdo de la manifestación litúrgica de arrodillarse cuando se recita homo factus est, ceremonia desaparecida después de las reformas. Si no fuese algo fuera de lugar, habría que hacer alguna apostilla a la traducción, ya que, aparte de no decirse (quizá por muy conocido, que se trata del Credo, aunque no suponemos que entre estudiantes americanos sea tan familiar, y menos en latín), no parece muy acertada la versión bienestar por salutem. Debe haber algunas diferencias. Pero, en fin, esto es cosa extraliteraria. Más grave es lo del canto de órgano 'cantar con acompañamiento de órgano'. Este canto de órgano no tiene nada que ver con lo que la nota dice. Cada vez se hace más necesaria la marcha colateral de un conocimiento de la música para estudiar los hechos literarios. El Canto de órgano, según el Diccionario de Anglés es «Denominación usada en España desde el siglo XIII o XIV hasta el XVIII para expresar la polifonía, en contraposición al canto llano (canto gregoriano), que era simplemente monódico. También se usó en España el término canto figurado paria expresar la polifonía, pero los tratados teóricos emplean generalmente canto de órgano...».
  • v. 135: a pospelo y redopelo son mal interpretados, y esta vez la causa ha estado en el error que el Diccionario académico recoge (quizá por algunas autoridades también equívocas). A pospelo es 'a favor del pelo', 'en el sentido que lleva el pelo'. Y rodopelo es 'a retro-pelo', lo contrario. En este caso L ha visto bien el problema. H ha sido fiel al Diccionario.
  • v. 139: si es mantilla o si es rendajo. H confunde mamilla con mamella 'apéndices colgantes en el cuello de las cabras', es decir, lo que en muchos sitios se llama perendengues, especialmente en Asturias, zona de habla leonesa. Al hablar luego de rendija y caer sobra los arreos y atalajes de las cabalgaduras, resulta que no sabe el pastor si habla de cabras o de caballerías. Es una confusión poco frecuente, reconozcámoslo. L no dice nada de mamilla, que identifica bien en LLF, pero al encontrarse con rendaja se oprime contra el valor 'rendija', que, la verdad, no veo cómo asociar a una res de leche. A si es mamilla o una rendija no le encuentro asidero alguno. Ese rendaja hay que ponerlo en relación con algo de las cabras u ovejas, y, al hablar del ordeño, nada más sugerente y claro que pensar en algo relacionado con ren, 'riñón, costado', etc. Puede ser muy bien un estado especial de la cabra o de la oveja en el cual las ubres no funcionen bien (comp. rencoyu, rencallo, rango, etc., donde siempre destaca el valor de 'falta de algo en lo que son dos, lesión o imperfección de esa parte del cuerpo', etc.).
  • v. 141: piquixuelo. LLP considera incierto su origen. Es 'jugar al pie cojuelo'. Ahí tiene su origen L. Es curioso que en L traduzca 'pata coja', nombre más general del mismo juego.
  • v. 175: traque 'ventosidad ruidosa' ha sido mal interpretado por L. H acierta.
  • v. 239: Yergue di ño te leuantas. Con diversa puntuación, C, H y L separan yergue de di, lo que convierte a en imperativo de decir. No han caído en la cuenta de que ese di es d[e]í, derivado de ibi, 'levántale de ahí'.
  • v. 291: fray Zorrón no tiene nada que ver con zurrón (L). Es simplemente aumentativo despectivo de zorro 'taimado, astuto' y también 'gandul'.
  • v. 486: más hallaras, a la llana. L explica a la llana 'en la página, escrito', sin duda por dejarse llevar del aire semierudito que el interlocutor, Macario, viene desplegando. Creemos que no hace falta remontarse tanto, y que a la llana significa 'en conclusión, simplemente, para decirlo de una vez'.
  • v. 504: o de Asser cay a punto (L); o de Asser: ¿C'ay a punto? (H) Seguramente las dos interpretaciones son erróneas. Ni el 'desciende' de L, ni el '¿Qué hay a punto?' de H parecen decir nada. Más bien cabría un '¿caí a punto?' '¿acerté?' El verso deberá puntuarse así: ...según varrunto / ¿o de Asser? ¿Cay a punto? Es el valor vigente de 'caer en una cosa' 'dar con ella, con su sentido, con su verdad; acertar'. El error de H proviene de C.



Folios f

  • v. 14: El carro ya va somero. Carro es traducido por L como 'sol'. Suponemos que se refiere al Sol. Y creemos que no es acertada tal interpretación. El carro es el Carro, 'constelación', es decir, la Osa mayor o menor. Es costumbre rural leer la hora de la alborada (y muchas horas más) en la altura de las estrellas. Decir que el Carro va somero quiere decir, exclusivamente, que ya está amaneciendo. Somero es 'próximo al sucio', es decir, a la línea del horizonte. Ya C lo daba a entender en su vocabulario, que, por cierto, es recogido en LLF y no aprovechado (s. v. somero).
  • v. 46: reholgar. No puede valorarse como 'alegría' (L). Reholgar sigue siendo el mismo infinitivo de otros casos, 'alegrarse'. Se trata de un infinitivo sustantivado en este caso, de gran expresividad dentro del español, 'el alegrarse, el disfrutar'.
  • v. 59: dende no es 'de allí' (L) sino 'de ahí', de inde.
  • v. 112: H traduce gesta por 'jeta'. Sobra tal valor. Bastaría con los que añade a continuación, 'cara, gesto'.
  • v. 122: rabaz. L se inclina en este caso por 'lobo'. No creemos que sea menester llegar a tal compromiso. Significa inocentemente 'animal rapaz'. Puede ser un ave, otro mamífero carnicero, incluso un hombre. Claro está que, al hablar de la intranquilidad del ganado, quiere decir que es un animal, pero no hay afán particularizador.
  • v. 154: La explicación de crego (L: «mención anacrónica del clero») no parece iluminar precisamente el texto. Crego es 'clérigo', como el mismo L anota en varios sitios. Y nada más. Aún es la forma usual en gallego, por ejemplo. El texto refleja admirablemente el sentido casi mágico que la persona inculta coloca en el sacerdote.
  • v. 164: L explica la interjección hau 'jau', como '¿qué, qué te parece, eh?' Claro está que, en una interjección, cabe todo. Pero aquí es simplemente una interjección que se destina a animar a algunos animales, especialmente bovinos. Figura en el Diccionario académico. El valor exhortativo del ejemplo, animador, es muy claro. Por otro lado, las exigencias de la runa con el verso siguiente ponen de manifiesto la ironía o exceso de ruralismo o de candor del pastor. Desde luego no se trata de una onomatopeya. No es el animal el que dice jau y luego le imita el pastor. Y ya que tan aficionado es LLF a las excursiones por los vocabularios dialectales, una cita con Borao (¡otra vez!) le habría ayudado para encontrar el buen camino. Aparece en Torres Naharro, Comedia Aquilana, jorn. II, y en Encina, Teatro Compl., p. 241.
  • v. 300: No creemos que haga falta pensar en Juana la Loca. Se trata de una Juana, 'cualquiera otra mujer'.



Folios a

  • v. 233: sierua. L aclara: 'malvada, tentación'. Indudablemente debe de haber algún tipo de errata que no acertamos a ver con precisión. Pero de todos modos, el verso no queda aclarado ni mucho menos. Si no hay errata, la confusión es verdaderamente ejemplar.
  • v. 269: trato. LLF lo valora como 'abuso'. Es curioso este valor, ya que a renglón seguido LLF recoge el de 'tormento' al recordar trato de cuerda. El afán de amontonar erudición y expediciones por los vocabularios conduce a dejar en una atmósfera turbia lo que está muy claro. Trato es 'tormento', 'azotes'. En realidad, 'mal trato'.





Otros errores de tipo fonético o gramática


Folios A

En la Introducción, F dice: y reñe con el Bras Gil. C sigue esta lectura, según la cual el es artículo. H y L han pensado que no debe ser artículo, sino pronombre, él. No es, sin embargo, el único caso de uso del artículo ante nombre propio, sino que hay otro en el mismo texto (folio f I, Introducción): «...entra Pedro Picado, y el Juan los lieua a Bethlen a adorar». Por otra parte, habría sido muy prudente tener en cuenta el uso vulgar (y casi general) del artículo en esa situación.

  • v. 241: Ño speremos / sino darnos ha mal mes. Todo el verso ha sido muy desgraciado. L puntúa como queda atrás. Le falta una coma detrás de su sino, que no es tal. Debe ser si no. Y H, que separa bien esas dos palabras, con lo que parece haberlo entendido, no pone la coma, con lo que seguimos un poco menos mal.
  • v. 257: Hay evidente error de puntuación en este caso. Ya C puntuó: Nadie ño me quitará / por agora aquesta vez. / ¿Qué ramo de cachondiez / entre vosotros ño está? Sobran las interrogaciones, seguidas fielmente por L; sobra el punto en aquesta vez. También está, mal interpretado ramo 'negocio, arreglo' en L. Ramo es 'ramalazo', algo que comienza aludiendo especialmente a situaciones físicas o espirituales. Todavía la lengua clásica lo empleaba como 'enfermedad que se manifiesta de alguna manera'.

Folio F

  • v. 520: No vemos muy bien las razones del influjo francés para el español gulpeja (LLF, p. 328). En general, no vemos la razón para esta voz ni para ninguna otra de las que se citan. Tal como se dice allí, parecería que Lucas Fernández es particularmente amigo de lo francés, en líneas generales, o que se ha dejado influir pollos motivos que fueren. Y no es así, sino que se traía de voces generales en el caudal de la lengua y cuyo estudio desde ese punto de vista es aquí completamente innecesario. Tanto por lo menos como el delicado recuerdo que se dedica a los turistas. Suponemos que L ha repasado detenidamente las estadísticas de los copiosos viajeros que caen sobre Salamanca, cuando afirma tan rotundamente la predilección de los franceses por la ciudad. Por lo menos, podría decir en la página pertinente cuáles han sido sus fuentes de información.
  • LLF, p. XVIII, dice: «/x/: velar, fricativa, oral, sorda: jota o el alemán Ich. ¿No se tratará de una errata por el alemán ach?
  • L, p. 51 dice: «Otras consonantes dobles, como la ff (en Diffinición, [sic]), ofrecen diferencias de pronunciación». Habría sido particularmente importante una explicación sobre cuáles eran esas diferencias.
  • L, p. 53, dice: «el adjetivo posesivo mía, cuando precede a un sustantivo, aparece tan sólo en una sílaba, perdiendo su vocal final en la pronunciación». Es demasiado categórica tal afirmación. También LLF, p. 181, al hablar de la asimilación de la -r final del infinitivo al pronombre enclítico se expresa de un modo un tanto inesperado o confuso. ¿Qué es eso de que la r era fuerte en cualquier posición? En cuanto a la asimilación verla-verta creemos que se trata de algo que debe ser familiar a cualquier persona que se acerque a la lengua española antigua, y debería ser explicado con mayor soltura.
  • LLF, p. 167-168: Todo lo relativo a la x (grafía, pronunciación, etc.), debería ser repasado cuidadosamente. Lo mismo ocurre con lo que se refiere a la s sorda y sonora (p. 115 de LLF). Es posible que muchas de estas confusiones obedezcan a un mal manejo del español, pero es la erudición no bien ordenada lo que más contribuye a la distorsión. Verdaderamente extraordinario resulta el comentario a Esfuerça en ti, ... (LLF, pp. 284-285). La construcción no requiere explicación alguna.
  • v. 584: LLF, s. v. viuistes. LLF, en el glosario, no encabeza nunca por el infinitivo en estos casos, sino que prefiere comenzar por la forma verbal que estudia, lo que puede acarrear la desorientación del lector10, mezcla perfectos fuertes con perfectos débiles. Tratándose de un verbo como vesquir habría convenido no citarle siquiera, si no está en Lucas Fernández.
  • LLF, pp. 137-138, hablando de f- y h- iniciales, sufre una evidente desorientación. Esas formas coexistían y no es menester buscar intrincadas resoluciones a un problema inexistente. Tanto fecha como fincar o como fe, pueden vivir al lado de las formas con la f perdida.
  • LLF, p. 142 nos regala una interpretación muy personal: «Hydeputa < filium de putida. Bajo su forma despectiva, la palabra regularmente se deletrea con y griega, lo cual no implica una pronunciación diferente. Solo parece reflejar un consciente esfuerzo del autor para diferenciar entre la forma despectiva y la normal de esta palabra en cuanto a la grafía (compárese hidalgo Cii v 77, y el peyorativo hydalgote Biii v 32)». Creemos que no vale la pena detenerse a meditar sobre estas sutilezas, pero habría sido muy útil hacer este examen antes de escribirlas.
  • LLF, p. 236 explica, a propósito del verso A 570, no me queras vergoñar, la forma queras como occidentalismo, incluso lusismo, basándose en la falta de diptongo. «El portugués no diptagaba la e en querer como la hacía el castellano». Probablemente sería mejor pensar en un querás, lo que dejaría todo más claro. También H ha pensado en querás. El propio LLF explica querás en el vocabulario final, olvidándose del anterior comentario.
  • LLF, p. 234: «La preposición latina ex, hecha es-... hace las veces de in en estentinos (Ciii 12)». Esta afirmación, como todo el párrafo donde está incluida, debería meditarse algo más. Parecida meditación requeriría lo relativo al uso de la u, v, en embiso, enuiso, y a su modo de articulación (p. 172). Igual prudencia habría requerido la difusa afirmación sobre las oclusivas b y g en sangre, callambre (L, p. 187, nota a vv. 285-288).
  • LLF, p. 99, a propósito de torromoto, no parece estar muy acertado. Ha seguido sin vacilaciones a Corominas, que, en este caso, está algo falto de información. Terremoto aparece ya en el Vocabulario de Palencia, y figura en textos anteriores. Y en cuanto a torromoto, no creemos de ninguna manera necesario el influjo de toro.
  • L llama salmantinismo a lo que es, por lo menos, leonesismo: labrios, perfición, huego, siguían (pp. 217-218).
  • También L habla de «A personal», para designar la preposición a ante nombres propios (passim).
  • L en la p. 186, en el comentario al verso B. 142. (si este sospiro oyesse / el que yo ando buscar) aclara: «el complemento a quien está sobrentendido». Sería más fácil decir que lo que falta es el antecedente expreso a que.
  • L, en el comentario a versos 509 y 532 de los folios a, explica que començar es verbo incoativo. También parece afirmar algo semejante en el comentario a voyme hazer (a, 236) sobre el verbo ir, donde nos dice que «la a se embebe tras un verbo incoativo». Nada más claro que ver ahí la construcción leonesa sin la preposición, como hoy ocurre en gallego y portugués, autorizada además en Lucas Fernández por algún otro caso. Comp. vamos vella en F. 504.
  • LLF, en p. 354 dice: «Pidal (Manual, sec. 114) nota que desde tiempos antiguos, la o y la u intercambiaban».
  • LLF, p. 76: «El lenguaje de las Farsas difiere del castellano de la misma época en la retención del diptongo en muedo. Esta voz fue común en el español antiguo y se ve en Juan Ruiz (verso 1001 b) y en Berceo (Milagros, núm. 29, edición de Lanchetas)». «El lenguaje popular de Salamanca conserva la forma arcaica». Una revisión sosegada quitaría a este trozo, y a otros muchos como éste, la tolvanera de imprecisiones que le daña. ¿Qué es eso de retención del diptongo? ¿Qué edición de Lanchetas? ¿De dónde esa afirmación sobre el lenguaje popular salmantino? ¿Desde cuándo hay en el norte de España confusión entre la h, p, y b? (LLF, p. 464). Las explicaciones de LLF (p. 302), ¿no sobrepasan el marco adecuado, sobre todo si lo que se discute está previamente claro?11.

También en Humberto López Morales existen unos cuantos deslices referentes a Lucas Fernández que habría que subsanar.

Erratas como: p. 59, «desde dijo Zacarías» por deste. Lloriente en vez de Lloreynte en las pp. 144, 145, 160. En la p. 145 sincas por soncas; Barué por Baruc (también en la p. 59 n.). En la p. 168 «doite a rabia y doite a huego» por doyle en ambos casos. En la p. 199 n. la explicación de Cañete «torreznear 'ir á caza de torreznos'» se ha convertido en «ir a casa de Torreznos». El «zagal tal quellotrido» de la p. 170 debe ser tan quellotrido. El avillandado de la p. 191 debe corregirse en avillanado. En la p. 172, la ermitaña de San Brido no es la madre de Bonifacio, sino su «madre-señora», que no es lo mismo. Y finalmente, entre los ejemplos de palatalización leonesa de la p. 178 no debe citarse llana 'plana', que tiene otro tipo de palatalización.









Estas notas marginales se han prolongado ya con exceso. Recapitulando, ha de sobrenadar de ellas un carácter común: la extraordinaria dificultad que encierra el texto de Lucas Fernández, tan pobremente transmitido. Se trata de una obra que, en relación con su corta extensión, plantea problemas desusados, que requieren, ante todo, para ser resuellos, una gran familiaridad con la lengua y la sociedad que representan las Farsas. Muchos de estos problemas, digámoslo de una vez, han sido encarados y solucionados con acierto por L y por H, cada cual a su manera. Nuestras observaciones han pretendido solamente colaborar, en la medida de lo posible, a la mayor intelección de una obra delicada, exquisita y maltratada por el tiempo. Pero nos complace sobremanera reconocer la dedicación, el tino, el esfuerzo que han puesto sobre el viejo escritor tanto el Sr. Lihani como el Sr. Hermenegildo. Cada vez estamos mis convencidos de que todo lo hacemos entre todos, y de que no hay nada más inoperante que el andar buscando la paja en el ojo ajeno. Los dos editores de Lucas Fernández merecen nuestra gratitud por el esfuerzo empleado.

Madrid, setiembre de 1973.





 
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