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1

Testigos los estudiantes de la Universidad Autónoma de Madrid ante quienes expuse lo sustancial del presente volumen, atendiendo a la gentil invitación de don Fernando Lázaro Carreter.

 

2

Debo agradecer a Diego Catalán una atenta lectura de mi original (ya en prensa), de la que resultó buen número de valiosas correcciones y sugerencias.

 

3

R. G. Collingwood, The Idea of History, Oxford, 1946, página 41. Las páginas que Collingwood dedica a la historiografía cristiana de los orígenes y la Edad Media (46-56) contienen todavía interpretaciones acertadísimas. A mi propósito actual, puede verse también, por ejemplo, É. Gilson, El espíritu de la filosofía medieval, Buenos Aires, 1952, págs. 352-368, cap. XIX; C. A. Patrides, The Phoenix and the Ladder, Berkeley y Los Ángeles, 1964, y K. Löwith, Weltgeschichte und Heilsgeschehen, Stuttgart, 1953, passim; J. Taylor, The «Universal Chronicle» of Ranulf Higden, Oxford, 1966, págs. 33-50. Para la etapa posterior, con buenas indicaciones sobre la Edad Media, A. Klemp, Die Säkularisierung der universalhistorischen Auffassung, Gotinga, 1960.

 

4

Cf. M. L. W. Laistner, The Greater Roman Historians, Berkeley y Los Ángeles, 1947, págs. 19-20. Vid. también J. S. Lasso de la Vega, en M. F. Galiano et al., El concepto del hombre en la antigua Grecia, Madrid, 1951, págs. 102 sigs. Casi es inútil advertir que atiendo sólo a algunos rasgos intelectuales especialmente significativos y perdurables en la trayectoria de la historiografía universal; un estudio monográfico (aún por realizar) debiera tomar en cuenta muchos otros factores: v. gr., habría que insistir en cómo la vocación cosmopolita del estoicismo y el cristianismo hallaba terreno abonado en la coyuntura política y social del mundo helenístico.

 

5

Véanse las importantes observaciones de J. A. Maravall, Antiguos y modernos. La idea de progreso en el desarrollo inicial de una sociedad, Madrid, 1966, págs. 139, 158-160, etc.

 

6

Cf. R. G. Collingwood, op. cit., pág. 50.

 

7

No se olvide, por otra parte, el importante papel desempeñado por el milenarismo en el pensamiento cristiano primitivo; Creación, Redención y Fin del mundo eran los jalones esenciales en el curso de la humanidad: jalones bien relacionados entre sí, que daban a la cronología una importancia capital. Vid. además A. Momigliano, «Pagan and Christian Historiography in the Fourth Century A. D.», en The Conflict between Paganism and Christianity in the Fourth Century, Oxford, 1963, págs. 83-87; R. A. Markus, Saeculum: History and Society in the Theology of Saint Augustine, Cambridge, 1970, págs. 1-21.

 

8

Cf. F. Finegan, Handbook of Biblical Chronology. Principles of Time Reckoning in the Ancient World, etc., Princeton, 1964, págs. 147-187. Para la tradición de los cánones es básico Giuseppe Billanovich, Un nuovo esempio delle scoperte e delle letture del Petrarca: L'«Eusebio-Girolamo-Pseudoprospero», Krefeld, 1954.

 

9

La mejor presentación breve del origen y resonancia del evemerismo sigue hallándose en J. Seznec, The Survival of the Pagan Gods, Nueva York, 1961, págs. 11-15; últimamente, debe verse D. Cameron Allen, Misteriously Meant. The Rediscovery of Pagan Symbolism and Allegorical Interpretation in the Renaissance, Baltimore, 1970, págs. 53-61.

 

10

Insiste en ello ahora E. A. Thompson, Los godos en España, Madrid, 1971, pág. 34.