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La Galatea (Madrid, Imp. De Bernardo Rodríguez, 1914) ocupa los vols. I y II de los 19 que alcanzaron esas Obras completas. Los criterios de la edición se detallan en el vol. I, p. XXXIII.

 

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La edición se contiene en los vols. I (los cuatro primeros libros) y II (los dos últimos) de las Obras completas de Cervantes promovidas por Juan E. Hartzenbusch (Madrid, Manuel Rivadeneyra, 1863). Como se explica en una «Advertencia del editor» (o sea, Hartzenbusch), el ejemplar de la príncipe compulsado fue el de don Pedro Salva (hoy en la Hispanic Society of America).

 

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Aunque sabemos por el testimonio de César Oudin que los ejemplares accesibles de la princeps ya eran sumamente raros a la altura de 1610, algunas de sus piezas preliminares quedaron reproducidas en la edición de Valladolid, Francisco Fernández de Córdoba, 1617; de aquí, la aprobación original, firmada por Lucas Gracián Dantisco «...en Madrid a primero de Hebrero» de 1584, pasó a la impresión de Barcelona, Sebastián de Cormellas, 1618. A partir de este y otros indicios, Gregorio Mayans propuso la fecha de 1584 para la príncipe de La Galatea en su Vida de Miguel de Cervantes Saavedra (ed. Antonio Mestre, Madrid, Espasa-Calpe, 1972, p. 16). La idea perduró hasta que Pedro Salva la rechazó en el Catálogo de la biblioteca de Salva (Valencia, Ferrer de Orga, 1872), n. 1740. Tras Salvá, fue Leopoldo Rius quien hizo suya la noticia Bibliografía crítica de las obras de Miguel de Cervantes Saavedra, Madrid, Lib. Murillo, 1895-1905, vol. I, n. 199). Y luego James Fitzmaurice-Kelly, en su Miguel de Cervantes Saavedra. A memoir, Oxford, Clarendon Press, 1913, pp. 66-68.

 

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Sobre el primer punto, véase lo dicho en la n. 3. Cristóbal Pérez Pastor localizó y dio a conocer el contrato por el que Cervantes vendió el privilegio al librero Blas de Robles en junio de 1584 (Documentos cervantinos hasta ahora inéditos, Madrid, Est. Tip. de Fortanet, 1897-1902, vol. II, pp. 87-92; hay reproducción facsímil en Luis Astrana Marín, Vida ejemplar y heroica de Miguel de Cervantes Saavedra, Madrid, Instituto Editorial Reus, 1951, vol. III, pp. 376 y 378). El primer facsímil de La Galatea se publicó en Nueva York, s.n., pero DeVinne Press, 1904], 2 vols.; se hizo sobre el ejemplar ex Salva, ex Heredia, entonces propiedad de Archer M. Huntington, antes de engrosar los fondos de la Hispanic Society of America.

 

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Entre esos editores recientes los más relevantes son: Juan B. Avalle-Arce (Madrid, Clásicos Castellanos, 1961, 2 vols.; y Madrid, Espasa-Calpe, 1987); Domingo Ynduráin (Madrid, Turner, 1993: Obras completas de Cervantes, vol. IV, con el Persiles); Florecio Sevilla y Antonio Rey Hazas (Alcalá de Henares, Centro de Estudios Cervantinos, 1994: Obra completa de Cervantes, vol. II, con las Ejemplares y el Persiles; y luego en Madrid, Alianza, 1996, como vol. I de una Obra completa, y en las Obras completas. Todo Cervantes en un volumen, Madrid, Castalia, 1999). Aunque sus resultados distan de ser idénticos, todos comparten, con leves matices, la dependencia de la princeps a la manera de Schevill y Bonilla.

 

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El único de esos editores que ha dado una justificación teórica de sus criterios textuales ha sido Florencio Sevilla, «La edición de las obras de Miguel de Cervantes» (I y II),

 

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La historia textual de La Galatea se trata más por extenso en la contribución que hemos entregado para el volumen monográfico sobre Los textos de Cervantes que prepara el Centro para la Edición de los Clásicos Españoles, bajo la dirección de Francisco Rico.

 

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En cuanto a Gli Asolani, bastará recordar aquí que la primera edición es la de Venecia, Aldo Romano, 1505, y que el texto conoció una intensa revisión, sobre todo en el libro I, para la impresión de Venecia, Giouantonio & i fratelli da Sabbio, 1530, así como otra de menor entidad para la postuma de Venecia, Gualtero Scotto, 1553. Equicola (1470-1525), por su parte, escribió su tratado enciclopédico, al parecer, entre los años que van de 1494-1495 a 1509. La primera edición apareció en Venecia, Lorenzo Lorio de Portes, 1525, aunque la más divulgada fue seguramente la de Venecia, Giolito, 1554, con una revisión de L. Dolce para adaptar el texto a la norma lingüística florentina. Véase I. Rocchi, «Per una nuova cronologia e valutazione del Libro de natura de amore di Mario Equicola», en Giornale storico della letteratura italiana, 153, 1976, pp. 566-585; y La redazione manoscritta del «Libro de natura de amore» di Mario Equicola, ed. Laura Ricci, Roma, Bulzoni, 1999. No estará de más recordar que la condición de Bembo y Equicola como maestros por excelencia de la teoría amorosa fue reconocida (aunque fuese para rechazarla) por Michel de Montaigne en fecha próxima a La Galatea: «Les sciences traitent les choses trop finement, d'une mode trop artificielle et différente à la commune et naturelle. Mon page fait l'amour et l'entend. Lisez lui Léon Hébreu et Ficin: on parle de lui, de ses pensées et de ses actions, et si, il n'y entend rien. Je ne recognais pas chez Aristote la plus part de mes mouvements ordinaires; on les a couverts et revêtus d'une autre robe pour l'usage de l'école. Dieu leur doit bien faire! Si j'étais du métier, je naturaliserais l'art autant comme ils artialisent la nature. Laissons là Bembo et Equicola» Essais, 3.5; en Oeuvres completes, eds. A. Thibaudet et M. Rat, París, Gallimard, 1962, p. 852).

 

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Francisco López Estrada, Estudio crítico de «La Galatea» de Miguel de Cervantes, La Laguna, Universidad de La Laguna, 1948, pp. 89-92 (Bembo) y 92-95 (Equicola); y Geoffrey L. Stagg, «Plagiarism in La Galatea», en Filologia Romanza, 6, 1959, pp. 255-276. Stagg aporta algunas precisiones y añadidos a lo dicho por López Estrada, al tiempo que hace un útil recorrido por algunos trabajos previos que ya habían señalado la deuda de La Galatea para con Gli Asolani, con indicación en algún caso de pasajes paralelos entre ambos textos: Paolo Savj-Lopez, Cervantes, Nápoles, Ricardo Ricciardi, 1913, p. 51; Aristide Raimondi, Cervantes minore, Catania, Crescenzio Galàtola, 1914, pp. 71-76; y Cesare de Lollis, Cervantes reazionario, Roma, Publicazioni dell'Istituto Cristoforo Colombo, 1924, pp. 18-20. Además, los pasajes en cuestión aparecen anotados en los lugares correspondientes de la ed. de La Galatea por Francisco López Estrada y María Teresa López García Berdoy, Madrid, Cátedra, 1995, pp. 416-430 y 434-448. En el caso de Gli Asolani las citas se hacen por la versión castellana de Salamanca, 1551, lo que es de lamentar doblemente, ya que, como ha mostrado Stagg, art. cit., pp. 257-258, esa traslación toma como modelo la primera edición italiana (la de 1505), mientras que Cervantes utilizó alguna impresión, italiana desde luego, de una de las dos versiones revisadas.

 

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Art. cit., p. 264. Las palabras citadas se refieren a la adaptación cervantina de Gli Asolani, pero luego añade esta observación: «Cervantes seems to have exploited Bembo and Equicola in like fashion» (p. 269).