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Ali-Bek

Tragedia original en cinco actos

María Rosa Gálvez



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¡Ah! Que el remordimiento del culpado
jamás pudo acallar el poderío;
jamás el criminal halló en su lecho
el descanso a los justos concedido.


Hassan. Acto quinto, escena segunda.                




PERSONAJES
 
ACTORES
 
AMALIA,   cautiva cristiana, esposa de Ali-Bek. SEÑORA MARÍA GARCÍA.
ALI-BEK,   Bey de Egipto. SEÑOR BERNARDO GIL.
MAHOMAD,    esclavo de Ali-Bek.SEÑOR RAFAEL PÉREZ.
MORAD,    Bey de Alejandría. SEÑOR JUAN CARRETERO.
ROBERTO,   Conde de Bassancur, bajo el nombre de Hassan. SEÑOR VICENTE GARCÍA.
ISMAEL,   esclavo de Morad. SEÑOR AGUSTÍN ROLDÁN.
COMPARSA DE MAMELUCOS.
 

La escena es en las alturas de Saldeik, en lo interior de la tienda de Mahomad, magníficamente adornada al uso oriental.

   

Habrá hacia el foro una mesa al gusto asiático, y varios almohadones para sentarse.

 


ArribaAbajoAdvertencia

La presente tragedia es enteramente original. Su acción está sacada de la historia de Egipto, y de la rebelión, sorpresa y muerte de Ali-Bek acaecida en aquel país a mediados del siglo último. Lo estéril del asunto, y el poco interés que podría causar su representación, si nada se hubiese añadido a los hechos históricos, han movido a la Autora a inventar algunos, que con sólo recorrer la relación del suceso sobre que se funda este drama, podrán ser fácilmente conocidos. La novedad de ser esta composición obra de una señora española, la del asunto mismo, no tratado hasta ahora por otro, y la indulgencia que debe esperarse de un público civilizado, dan a la Autora fundadas esperanzas de que la crítica de este drama será juiciosa y urbana. Con estas calidades admitirá gustosa cualquiera advertencia razonable; y ofrece, con tal que lo sea, aprovecharse de ella para corregirse en otras composiciones en que actualmente trabaja.






ArribaAbajoActo primero


Escena I

 

MORAD e ISMAEL.

 
ISMAEL
Ya estáis obedecido: nuestras tropas
quedan en las alturas apostadas;
y en la llanura inmensa del desierto,
que al Egipto se extiende desde Gaza,
descubrirán la marcha presurosa 5
del rebelde Ali-Bek: su confianza,
ignorando el peligro que le espera,
un sangriento destino le prepara.
Su esposa Amalia, que en la obscura noche
ha sido por mi esfuerzo aprisionada, 10
destrozando, a favor de las tinieblas,
las tropas con que Omar la custodiaba,
rendida a su dolor yace en mi tienda;
lamenta de su suerte la desgracia:
y cuando de Ali-Bek pronuncia el nombre, 15
vuelve a correr su llanto en abundancia.
ISMAEL
Pronto serán sus lágrimas preciosas
enjutas por mi mano; y mi venganza
romperá para siempre la cadena,
que a un tirano la tiene esclavizada. 20
Luego, Ismael, que su pequeña escolta
se anuncie por el polvo que levanta
la arena abrasadora del desierto,
ordena que se formen en batalla
los bravos Mamelucos que me siguen, 25
y a darme aviso vuelve sin tardanza.
El Árabe Daher espera en vano,
que jurada en el Cairo su alianza,
permanezca en Egipto bajo el yugo
que ignominiosamente lo avasalla. 30
MORAD
Permitiré, señor, a vuestro esclavo
que preguntaros pueda, ¿por qué causa,
si el valor de Ali-Bek, y sus victorias
un tiempo mereció vuestra alabanza,
ahora en contra suya armáis el brazo, 35
protegiendo la pérfida arrogancia,
la ambición de Mahomad y sus rencores?
El nombre de Morad los Mamelucos,
por su valor y sus piedades aman:
nunca le vieron oprimir tirano 40
las márgenes del Nilo desoladas;
y cuando habéis llamado sus esfuerzos
para el marcial combate, no esperaban
que en favor de un traidor aborrecido
pudierais conducirlos a campaña. 45
MORAD
Ismael, la amistad que te dispenso
disculpa la osadía con que tratas
penetrar los secretos de mi pecho.
Tu celo y tu valor, que de mis armas
dirigen el esfuerzo y la obediencia, 50
te llegó a merecer mi confianza.
No pienses, no, que de Morad la gloria
manchará la ambición; mas noble causa
me obliga a combatir contra un guerrero,
que temblaron las huestes otomanas. 55
El amor me declara su enemigo:

 (MORAD hace un movimiento de admiración.) 

amor arma mi brazo. ¿Por qué extrañas,
si generoso soy, si soy sensible,
que ame mi corazón? Cuando la fama
celebra de los héroes las virtudes, 60
son obra del amor las más sagradas.
Ali-Bek me ha robado mis placeres
valido del poder de su privanza
con el Bey Ibrahim; él me ha ultrajado;
laque nombra su esposa, era mi esclava. 65
Yo la amaba, Ismael; los tiernos años,
los inocentes juegos de la infancia,
mis primero ardores juveniles,
en dulce paz volaron con Amalia.
Sus padres, que de un largo cautiverio 70
lamentaban la suerte desgraciada,
con placer vieron los amantes votos
que hizo mi corazón por libertarla.
Su madre virtuosa, al tiempo mismo
que aplaudía la unión de nuestras almas, 75
víctima fue de la implacable muerte,
que sepultó con ella mi esperanza.
Su padre, de allí a poco, fugitivo
abandonó esta hija desdichada;
y cuando yo con amorosa mano 80
iba a enjugar el llanto de mi amada,
ambicioso Ali-Bek, a mi despecho,
de entre mis brazos con furor la arranca.
Vanamente después, por largo tiempo,
reclamé mi cautiva; desposada 85
con este revelado victorioso,
mi funesta pasión desesperada
se redujo al silencio, y en secreto
devoré mis tormentos y mis ansias.
Mas ahora que Mahomad contra el rebelde 90
invoca mi valor; cuando mi espada
puede quitarle con honor la esposa
que el cielo destinaba a mi constancia,
me verás darle muerte, y victorioso
unirme para siempre con Amalia. 95
MORAD
Yo a vuestro lado derramar ofrezco
toda mi sangre por tan justa causa.
Mas si triunfáis, decid, ¿estáis seguro
de volver a ser dueño de la esclava?
Mahomad a su rencor inmolar puede 100
la esposa de Ali-Bek.
MORAD
No: su palabra
me dio de conservarme mi cautiva,
si logro la victoria deseada.
Sólo a este precio pudo de mi brazo
obtener el socorro de la patria. 105
Ya es tiempo que el Egipto desolado
cobre la libertad, y que mis armas
venguen su afrenta, y mi amoroso ultraje.
Sobre todo, te encargo que mi guardia,
empezado el combate, aquí conduzca 110
la esposa de Ali-Bek, mientras mi saña,
destruyendo al soberbio cuerpo a cuerpo,
logra darle la muerte en la batalla,
y ornado del laurel de la victoria,
vuelvo a ofrecer mi corazón a Amalia. 115

 (Mirando adentro.) 

MORAD
Mahomad aquí se acerca.
MORAD
Parte, amigo;
confío en tu valor y vigilancia.

 (MORAD se va.) 



Escena II

 

MORAD y MAHOMAD.

 
MAHOMAD
¡Con cuánta lentitud, Morad valiente,
los instantes inciertos que preparan
la ruina de un tirano se aproximan! 120
¡qué perezosa llega la venganza,
y qué pronto el ultraje se recibe!
Mil recelos me cuesta la tardanza
del infame Ali-Bek; si la fortuna
su vida ha libertado de las tramas 125
con que el Diván político ha intentado
destruir un rebelde; si fue vana
la ponzoña mortífera, el acero,
y el funesto cordón, quizá burladas
serán tus esperanzas, y mis iras. 130
MORAD
No receles, Mahomad: está cansada
de servir la fortuna a un ambicioso;
y aunque merece su soberbia osada
perecer con oprobio, brazo a brazo
espero darle muerte en la campaña. 135
Tú no olvides en tanto que a mi esfuerzo
deberás este triunfo; que tu rabia
se consumiera en vergonzosa envidia,
si yo no te ayudase; en fin, que nada
sino el amor pudiera violentarme 140
a ser aliado tuyo.
MAHOMAD
Esta alianza
traerá la paz al afligido Egipto.
Tú, ocultando también tu ardiente llama,
puedes dar una causa decorosa
al celo que te anima. ¿Qué? ¿la patria, 145
la Siria, el Delta, el África oprimida,
no excita tu valor a libertarla?
¿No lidiarás, Morad, con mayor gloria
por tan noble motivo, y que la infausta
guerra civil, del Nilo destructora, 150
quede por tu heroísmo aniquilada?
¿qué es el amor, al fin, en nuestro clima?
Una sombra fugaz, una voz vaga,
que en el Harem gozamos sin peligro,
sin susto, ni temor; allí humilladas 155
de Mingrelia y Georgia las bellezas
disputan de su dueño una mirada.
Soberanos del sexo, a nuestro arbitrio
gozamos el deleite, y...
MORAD
Mahomad, basta.
¿Presumes tú que puedes tus rencores 160
cubrir del nombre sacro de la patria?
¿Tú, comprado a la falda del Caúcaso,
como lo fue Ali-Bek; a su privanza
elevado por él, ingrato luego,
y a tu dueño traidor, tienes la audacia, 165
de ennoblecer tus quejas y tu envidia
en favor del Egipto? ¡Tú comparas
el tierno amor con el brutal deleite;
el amor, que en Europa ofrece el alma
en voluntario don a quien adora, 170
con las caricias tristes y forzadas
que hace la esclavitud a sus tiranos!
A ti no corresponden las sagradas
prendas de libertad y de albedrío,
porque no las conoces: la inhumana 175
ambición de mandar estos países
abrigas en tu seno; si lograrla
esperas por mi medio, no compares
el tierno amor a una pasión tan baja.


Escena III

 

MORAD, MAHOMAD e ISMAEL.

 
MORAD
Venid, señor, venid: se ha descubierto 180
la escolta de Ali-Bek, y de su marcha
no permite dudar el polvo denso,
que la brillante luz del sol empaña.
Si esperamos se acerque, más segura
tenemos la victoria; descuidada 185
su gente, cuando llegue a estas alturas,
puede ser destruida con ventaja.
MORAD
No con ventaja infame; en campo abierto
hemos de combatir sin emboscadas.
Nuestra caballería a rienda suelta, 190
como suelen volar esas montañas
de arenas encendidas, que sepultan
ejércitos enteros, arrastradas
por un viento de fuego, así impelida
de mi valor sepultará su audacia. 195
Tú, Mahomad, con los tuyos este sitio
puedes guardar tranquilo; a ti te basta
gozar de la opulencia sin peligro;
y si has de coronar tus esperanzas,
respetar en Amalia la belleza, 200
que conduce mi brazo a la venganza.
 

(Vase con ISMAEL.)

 


Escena IV

 

MAHOMAD solo.

 
MAHOMAD
Soberbio, tú me insultas; pero teme
que se llegue a lograr: teme la saña
de mi rencor, si llego a coronarme
como supremo Bey: cada palabra, 205
cada voz injuriosa, cada acento
te costará un suplicio: en ti mi rabia
desplegará el furor de los tiranos
inventando tormentos. Poco falta,
si logras la victoria y tus amores, 210
para que yo castigue tu arrogancia.

 (Llamándole.) 

Hassan.


Escena V

 

MAHOMAD y HASSAN.

 
MAHOMAD
Ya llegó el momento
que anhelamos los dos: ya en la campaña
Ali-Bek y Morad, fieros y altivos,
combaten por vengarnos. Pero acaba 215
de confiar la causa de tus quejas
a un amigo leal; yo sé que guardas
en tu pecho el dolor; sé que a mi lado,
despreciando el poder y la privanza
que te ofreció Ali-Bek, vives oculto: 220
tú me has seguido en medio de las varias
fortunas de mi vida, abandonando
tu antigua religión, y esta mudanza,
llenándote de honor entre nosotros,
te dio la libertad, que deseabas. 225
HASSAN
¡Ay Mahomad! No pretendas que renueve
la memoria fatal de mis desgracias,
derramando las penas, que me afligen
en tu seno amistoso: la constancia
con que sufro mi larga desventura 230
pudiera vacilar, si la explicara.
Goza de tu opulencia, fiel amigo,
y no examines la funesta llaga
que oculta un corazón desesperado.
¡Ah! Déjame morir.
MAHOMAD
Cuando me llamas
235
amigo fiel, pretendes ocultarme
tu profundo tormento; en vano tratas
mantener el silencio: si deseas
la libertad de tu querida Amalia,
habla, o teme que ofenda tu secreto 240
mi poder y amistad.
HASSAN
Si tu amenaza
fuera contra mí solo, inútilmente
pudieras obligarme; pero el alma
me penetra el peligro de una hija
que puede en este día ser tu esclava. 245
Este nombre afrentoso, que ha sufrido
desde los tiernos años de su infancia,
yo le fijé por siempre: he profanado
de la naturaleza las sagradas
leyes consoladoras: poseído 250
de un pánico terror, mi mano ingrata
vendió su propia sangre... Tú no ignoras
que arrancado del seno de la Francia,
cautivo con mi esposa, y con mi hija,
que dos años tenía, fue comprada 255
por Morad y su padre la existencia
de mi triste familia: que lograra
mi libertad, si esta querida esposa
no falleciera del dolor postrada.
Inútil fue la sabia medicina, 260
que en África aprendí, para librarla
de la espantosa muerte, y esta ciencia
de mis negros delitos es la causa.
MAHOMAD
¿Cómo?
HASSAN
Escucha, Mahomad: yo fui llamado,
poco tiempo después de esta desgracia 265
al Harem de Ibrahim: en él doliente
una belleza enferma deseaba
los socorros del arte: sorprehendido
en su recinto por su misma guardia,
no sólo fue preciso que abjurase 270
mi antigua religión; pero forzada
firmó mi mano trémula el contrato
que a esclavitud eterna condenaba
la vida de mi hija; y a este precio
pude salvar la mía; autorizada 275
de Ali-Bek la pasión con tal derecho,
el Bey le concedió su nueva esclava.
¡Ay! No la he vuelto a ver; sé que es su esposa;
sé que amante la sirve, la idolatra;
ha querido con toda su grandeza 280
borrar esta violencia; pero nada
puede acallar el cruel remordimiento,
que el corazón me oprime: si mi Amalia
supiera que este padre, que ella llora
perdido y fugitivo, es quien la arranca 285
a su primer amante; que la vende
este bárbaro padre... ¡Suerte infausta!
Aleja para siempre este momento
de llanto y de dolor: que horrorizada,
sabiendo mis delitos, no maldiga 290
al execrable autor de su desgracia.
MAHOMAD
Modera tu aflicción: hoy es el día
de romper su cadena, de librarla,
de volverla a Morad, y que en sus brazos

 (Tiros a lo lejos.) 

olvide... Pero escucha: ya trabada 295
está la acción sangrienta... Oye el terrible
estruendo de la muerte... Mas la guardia
de Morad no le sigue en el combate:
el pérfido Ismael, ¡oh suerte airada!
tampoco fue con él. ¡Oh! ¡vil fortuna! 300
 

(Todos lo versos desde «Mas la guardia» hasta «fue con él», debe decirlos mirando adentro.)

 


Escena VI

 

MORAD, MAHOMAD y HASSAN.

 
MAHOMAD
¡Ah, cobarde! ¿pues cómo desamparas
a tu señor, cuando al peligro corre?
¿Cómo así te detienes? Traidor...
MORAD
Calla:
no injuries mi valor. Aquí conducen
la esposa de Ali-Bek, que arrebatada 305
fue por mi brazo al despuntar el día
venciendo, a los que osados la escoltaban;
respeta su dolor, mientras yo vuelo
al campo de la gloria. Allí mi espada

 (Saca el sable.) 

al lado de Morad, y en su defensa 310
hará inmortal mi nombre, y mis hazañas.

 (Vase.) 

 

(Estos versos debe decirlos como fuera de sí, y al irse manifestarse agitado del miedo, de que AMALIA le alcance a ver.)

 
HASSAN
¡Oh maldad! ¡oh hija mía! Yo no puedo
soportar tu presencia: yo soy causa
de tu doliente llanto. ¡Oh si la tierra
esconderme pudiese en sus entrañas! 315

 (Vase.) 



Escena VII

 

MAHOMAD y AMALIA: ésta es conducida con violencia por los Mamelucos: trae rasgado el velo, con que debiera tener cubierto el rostro.

 
AMALIA
¿Adonde me arrastráis, hombres crueles,
cuando Ali-Bek peligra? ¿Así ultrajada
me arranca vuestra bárbara violencia
a la muerte que invoco? ¿Así profana
vuestro furor la esposa miserable 320
de un ilustre guerrero? Separada
de su lado, la vida me es odiosa.
¡Ah! Volvedme a la escena sanguinaria
que forjó la traición y la perfidia;
que yo espire con él; que mi constancia 325
pueda añadir, si muere en el combate,
una víctima más a vuestra rabia.

 (A los Guardias.) 

MAHOMAD
Apartáos. Señora, vuestro llanto

 (A ella.) 

enternece mi pecho: a vuestras plantas

 (Arrodillándose.) 

humillado tenéis, a quien procura 330
libraros del horror que os sobresalta.

 (Se levanta.) 

En este pabellón podéis segura
esperar, que la suerte de las armas
cambie vuestro destino.
AMALIA
Y tú, ¿quién eres?

 (Inclinándose profundamente.) 

MAHOMAD
Vuestro esclavo: Mahomad.
AMALIA
¿Y respetada
335
en tu tienda seré? ¡Tú, cuyo nombre
lleva tras sí la vergonzosa infamia,
el llanto de los pueblos, las traiciones,
tú que dejas tus huellas señaladas
con sangre de inocencia, tú me ofreces 340
compasión y respeto! No me engañan
ni tus humillaciones despreciables,
ni el artificio vil de tus palabras.
MAHOMAD
Pensad lo que gustéis; pero no es tiempo,
si receláis la suerte que os aguarda, 345
de insultar un poder, que puede daros,
o la vida, o la muerte. Custodiadla.

 (A los Guardias, y se va.) 

AMALIA
La muerte: yo la imploro. ¡Dios eterno!
Fortaleced piadoso mi constancia;
libertadme de un monstruo aborrecido, 350
o terminad mi vida desgraciada.
 

(Se va acompañada de los Guardias, de los cuales quedan dos a la puerta por donde entra.)

 



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