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ArribaAbajoActo cuarto


Escena I

 

HASSAN solo.

 
HASSAN
¡Con cuánta agitación, con qué temores
me halaga, y me atormenta este momento!
¡Oh lo que puede la cruel fortuna!
Yo, que tanto anhelaba en otro tiempo
la vista de mi Amalia, y mis placeres, 5
mis únicos placeres sólo fueron
escuchar de sus labios cariñosos
de padre el dulce nombre lisonjero,
ahora ¡infeliz! Su vista y su inocencia
me llenarán de atroz remordimiento. 10
¿Qué la puedo decir que me disculpe?
¿cómo podré ocultarle de mi pecho
los bárbaros delitos, que insensato
cometí para horror del universo?
No; nada la diré: nada hay que baste 15
a hacerme ante sus ojos menos reo.
Mi Dios, mi religión, mi propia sangre
claman por mi castigo; el rostro bello
de la virtud me oprime, me confunde,
y en esta vida empiezan mis tormentos. 20

 (Mirando adentro.) 

Mas ya viene, ¿cuál es mi sobresalto,
cuál es mi agitación? Yo me estremezco.


Escena II

 

HASSAN y AMALIA. Reconociendo a HASSAN, y acercándose precipitadamente.

 
AMALIA
Él es ¡Oh padre mío! compasivo
abridme vuestros brazos, que mi seno
de alegría palpite, cuando sienta 25
mi corazón unirse con el vuestro.

 (Se abrazan.) 

HASSAN
¡Oh cara prenda, que a mi desventura
sin duda concedió piadoso el cielo!
en vano tu placer y tu cariño
quiere borrar la angustia de mi pecho. 30
¡Ah! yo te vuelvo a ver, ¡pero en qué estado!
privada de tu amante, a un yugo fiero
unida con violencia, abandonada
aún de tu propio padre...
AMALIA
¡Qué recuerdos
hacéis a mi ternura! Qué ¿vos mismo 35
acusáis vuestro olvido? Yo os encuentro
de verme temeroso, y en un traje
que me anuncia... ¡Gran Dios! Yo no lo creo.
No; tú mi desamparo has permitido,
mas no permitirás, que cuando vuelvo 40
a cobrar a mi padre, esté su vida
manchada con delito tan horrendo.
HASSAN
¡Oh hija mía! tu padre es delincuente;
tu padre es infeliz.
AMALIA
¿Qué, será cierto?...
HASSAN
Sí, Amalia; soy culpado, aunque estoy libre, 45
falté a mi religión: ese perverso,
que se nombra tu esposo, con su astucia
sorprehendió mi deber, y en el sendero
del crimen conducido por su mano,
añadí la perfidia al sacrilegio. 50
AMALIA
¿Cómo?
HASSAN
No es ocasión de revelarte
la serie abominable de mis yerros.
Él va a morir: su muerte de mis labios
romperá los candados.
AMALIA
¡Dios! yo tiemblo
Él va a morir... os hizo delincuente... 55
¿tranquilo me anunciáis su fin funesto,
a mí, que soy su esposa? Vos... mi padre...
que sabéis con qué amor su noble pecho
se complace en hacerme venturosa,
¿seréis de la traición el instrumento? 60
¡Ah! por piedad, decidme, qué os obliga
a tanta crueldad, y si mis ruegos
pueden mover vuestra alma endurecida,
no me ocultéis tan bárbaro secreto.
HASSAN
Tú le amas, hija mía, porque ignoras; 65
cómo logró tu mano, y a qué precio;
por más que sus victorias del Egipto
el vergonzoso yugo sacudieron;
por más que su poder y su grandeza
se humille a tu virtud, está muy lejos 70
de merecer el nombre de tu esposo,
que supo conseguir por viles medios.
Es al fin un esclavo, que elevaron
de la sangrienta guerra los sucesos;
y a pesar de su gloria sólo puede 75
envilecer tu noble nacimiento.
AMALIA
Mi nacimiento ignoro: mas vos mismo
desde mis tiernos años me habéis hecho
conocer los deberes de una esposa.
Yo los amo, señor, yo los respeto, 80
como mi religión me los impone.
Entre vos, y mi esposo, sus afectos
divide mi ternura: ¡ah! padre mío,
no me ocultéis mi suerte: que a lo menos
logre saber el verdadero nombre 85
de quien me ha dado el ser.
HASSAN
Ese consuelo
no te puedo negar. Oye, hija mía,
lo que esperas de mí. Yo soy Roberto,
Conde de Basancur: fui venturoso
en la corte de Francia: el himeneo 90
de tu madre Adelaida de Vandoma
coronó mi fortuna en otro tiempo.
Amado de mi Rey, y de mi patria,
la envidia, que excitó mi valimiento,
consiguió mi ruina, y desterrado 95
por la intriga cruel del ministerio,
pensé hallar un asilo a mi desgracia
en un clima ignorado y extranjero;
pero apenas contigo, y con mi esposa
surque el mar los anchurosos senos, 100
cuando de unos piratas la fiereza
nos redujo a terrible cautiverio.
Tu corta edad, Amalia, te hizo amable
la misma esclavitud, y yo temiendo
que mi nobleza hiciera más difícil 105
el rescate anhelado, oculté cuerdo
el nombre desdichado de mi clase;
y de la medicina el arte incierto,
que elegí por alivio de mis penas,
es el fatal origen de mis yerros. 110
AMALIA
Lo es de vuestras virtudes, padre mío:
yo os he visto hacer de ella digno empleo,
socorriendo la vida de mi esposo.
Si él viviese, señor, de vos espero
que olvidéis vuestras quejas, vuestras iras, 115
y adjurando del crimen los excesos,
ante un Dios de bondad, menos culpable
seréis de sus piedades el objeto.

 (HASSAN se enternece.) 

¿Mi llanto os enternece? mis suspiros,
de la naturaleza el lazo estrecho 120

 (Tomándole afectuosamente la mano.) 

que nos une, reclaman: vanamente
oponéis a sus voces los esfuerzos
de un odio sanguinario: nada importa
el lustre de mi sangre, si no puedo
conseguir que cediendo a mi ternura, 125
feliz os haga el arrepentimiento.
HASSAN
Sí, yo seré feliz, querida Amalia:
mis delitos borrar en breve espero.
Tú en tanto de Mahomad contemplar debes
el antiguo rencor: no tu desprecio 130
extienda hasta nosotros su ojeriza.
De mis penas ha sido el compañero:
él te vuelve a mis brazos cariñosos,
cuando no lo esperabas.
AMALIA
El perverso
a su venganza solamente aspira. 135
Jamás en sus oídos el lamento
del infeliz halló piedad, ni gracia.
HASSAN
Procura reprimir tus sentimientos...

 (Mirando adentro.) 

 (AMALIA quiere irse, y HASSAN la detiene.) 

él viene: no, no huyas.
AMALIA
¿Hasta dónde
queréis, señor, probar mi sufrimiento? 140


Escena III

 

Dichos y MAHOMAD.

 
MAHOMAD
Mi presencia es odiosa a vuestros ojos:
vos ignoráis, señora, por qué medios
pretendo asegurar vuestra ventura.
Si Ali-Bek violentó vuestro deseos,
yo procuro romper el triste yugo 145
que os impuso la fuerza, y sólo quiero
que veáis en Mahomad, no un vil tirano,
sino un libertador.
AMALIA
Yo sólo veo
en ti un traidor infame, cuya vista,
cuyo artificio soportar no puedo. 150
Dime, ¿qué libertad; di, que ventura
por ti recibiré, si acaso el cielo
me priva se un esposo que idolatro?
Gemir en tu poder, y en llanto eterno
vivir esclava la que fue adorada 155
del corazón ilustre de un guerrero.
MAHOMA
Jamás yo por esclava recibiera
mujer tan orgullosa. Ese altanero
lenguaje no conviene al abatido.
¿Cómo vos, que olvidando a vuestro dueño, 160
a Morad, que os colmó de beneficios,
habéis a su amores antepuestos
la fortuna, y la mano de un rebelde,
de ultrajarme tenéis atrevimiento?
¿sabéis lo que me debe vuestro padre? 165
¿sabéis que me acusáis, sin conocerlo,
de una traición, formada por mi astucia,
más que va a resultar en favor vuestro?
Vos ignoráis que ha sido vuestro amante
el que unió su venganza a mis deseos, 170
aspirando a cobraros por la muerte
de quien os ha robado a su despecho:
y en fin, que le ofrecí vuestra hermosura,
y ayudó mi rencor sólo a este precio.
AMALIA
¡Yo precio de la sangre de mi esposo! 175
¡execrable maldad! ¡contrato horrendo!
pero digno de ti, digno de un monstruo,
formado por la cólera del cielo,
para sembrar el crimen en la tierra.
Gran Dios, arroja de tu trono excelso 180
el rayo abrasador, que lo sepulte
del hondo abismo en el obscuro centro.

 (Vase.) 



Escena IV

 

MAHOMAD y HASSAN. MAHOMAD quiere seguirla, y HASSAN lo detiene.

 
MAHOMAD
Temeraria...
HASSAN
Mahomad, calma tu enojo:
compadece la angustia de su pecho.
Al nombre del delito la inocencia 185
se asusta fácilmente. ¡Oh! cuanto temo
su desesperación.
MAHOMA
De mis furores
todos pueden temblar: cada momento
se atreven a insultarme los que deben 190
respetar de mis iras el incendio.
La rabia me consume y me devora:
la muerte de Ali-Bek sólo es el medio
de aplacar mi rencor; pero aún respira:
¿por qué tarda en morir? ¿cómo el veneno, 195
que corre por sus venas, no ha sellado
mi anhelada venganza?
HASSAN
En breve espero
que lograda será. Mortal cicuta
he aplicado a su herida; mas su esfuerzo,
con un licor benéfico animado, 200
que bebió de mi mano, te dio tiempo
para justificarte ante las tropas,
y te libra también de los recelos
que su improvisa muerte en contra tuya
pudiera fomentar.
MAHOMAD
¡Oh! cuánto debo,
205
Hassan, a tu amistad. Si yo tuviera
el poder de Morad, por otros medios
de una vez acabara con la vida
de mi odioso contrario: mas lo espero
todo de la cautela.

 (Mirando adentro.) 

HASSAN
Morad viene.
210


Escena V

 

Dichos y MORAD.

 
MORAD
Hassan, Mahomad, en el instante quiero
hablar con Ali-Bek, y dar respuesta
a los cargos que me hace, convirtiendo
en infame baldón nuestra alianza.
MAHOMAD
No te humilles, Morad, hasta ese extremo. 215
La ponzoña, que corre por sus venas,
asegura la muerte del soberbio:
ya pocas horas de vivir le restan.
MORAD
¿Qué escuchó? Dime, Hassan, ¿qué? será cierto...
HASSAN
Sí; cierta es la venganza. Tú no sabes 220
nada de mis agravios; pero luego
que expire, te diré...
MORAD
Nada me digas:
no quiero saber más. Todo el ministerio
que has hecho de tus quejas, no te salva
de ser un asesino, que ha cubierto 225
de oprobio y de vergüenza mi memoria.

 (A MAHOMAD lo que sigue.) 

Y tú, que has engañado mis deseos
para hacerme testigo delincuente
de tu horrible perfidia, vete luego,
huye de mi presencia.
MAHOMAD
¿Por qué causa
230
te irritas contra mí, cuando pretendo
coronar tu esperanza y tus amores?
HASSAN
Y yo lavar mi afrenta.
MORAD
Lo comprehendo;
pero Ali-Bek sabrá vuestras maldades.
MAHOMAD
¿Qué vas a hacer, Morad?
MORAD
Salvar, si puedo,
235
o su vida, o mi fama.
MAHOMAD
¿Qué he escuchado?
Sígueme, Hassan; sus iras frustraremos.

 (Se van los dos.) 



Escena VI

 

MORAD y ALI-BEK.

 
MORAD

 (Llamándole.) 

Ali-Bek.

 (Al tiempo de salir.) 

ALI-BEK
¿Quién me nombra?
MORAD
Tu contrario:
el que venció tu ebrio en campo abierto,
y el que se avergonzara si murieses 240
al rigor simulado de un veneno.
El corre por tus venas, y a tu herida
lo aplicó la traición; pero aún es tiempo
de atajar su violencia, si permites
que mi piedad te libre de este riesgo, 245
quitándote las plantas ponzoñosas
que al sepulcro te arrastran. Yo pretendo
hacerte conocer, cuando me infamas,
porque a Mahomad amparo, que mi esfuerzo
abomina su astucia, y mis agravios 250
satisfago lidiando cuerpo a cuerpo.
ALI-BEK
Generoso Morad, deja que admire
tu noble proceder; pero no creo
que el padre de mi esposa haya querido
acabar con mi vida. Ella me ha hecho 255
la tierna relación de los socorros
que a sus cuidados oficiosos debo.
Yo respiro por él; ¿y qué pudiera
moverle a cometer crimen tan feo?
MORAD
Ignoro los motivos: ¿mas recuerda 260
si enmedio de su largo cautiverio
le hiciste algún agravio? Sobre todo,
piensa que quien negó con juramento
su Dios y religión, nunca perdona,
ni olvida las injurias que le hicieron. 265
ALI-BEK
Yo nunca le agravié: si sus temores,
adjurando su ley, le condujeron
hasta vender infiel su propia sangre:
si por cobardía me hice dueño
de la preciosa Amalia, ¿qué le obliga 270
a procurar mi muerte? ¿cuál intento
oculta, despreciando mis favores,
cuando esperar pudiera de mi pecho
más noble recompensa, que la infamia
con que Mahomad le brindará por premio? 275
MORAD
Tú me llenas de horror. ¿Será posible
que Hassan cause atentados tan funestos?
ALI-BEK
Hazle venir aquí: yo de su boca
procuraré indagar este secreto.
MORAD
Vendrá: te lo aseguro; pero en tanto 280
tu herida y tu peligro no olvidemos.
ALI-BEK
Tu generosidad, que por dos veces
quiere darme una vida que aborrezco,
es mi mayor peligro; si muriese,
de una vez acabarán mis tormentos. 285
Detesto tu piedad; y de obtenerla
por mano de un contrario me avergüenzo.

 (Vase.) 

MORAD
¿Por qué odias el vivir? ¿tú que has logrado
la posesión feliz de mis deseos?
Amalia, por tu llanto, por tus quejas 290
defiendo a mi enemigo; mas busquemos
a tu pérfido padre, porque muera,
o revele sus bárbaros intentos.

 (Vase.)