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ArribaActo quinto


Escena I

 

ALI-BEK solo; trae una copa en la mano.

 
ALI-BEK
Cierta es mi muerte: de mi acerba herida
los agudos dolores mal resisto.

 (Pone la copa sobre la mesa.) 

No me faltes, valor, cuando tu ayuda
para ver mi venganza necesito.
Mortífera cicuta, tu violencia 5
cese algunos momentos. Sólo aspiro
a morir, y que al golpe de mi muerte
el traidor caiga en mi sepulcro frío:
quizá me esfuerzo en vano... procuremos
prolongar algún tiempo mis martirios. 10

 (Sacando el pomo del veneno del tercer acto.) 

Fiel compañero, tú, cuya fiereza
para salvar mi afrenta se previno,
sirve para vengarme de un malvado,
y será más glorioso tu destino.
Este licor, que a reparar mis fuerzas 15
dispuso de un perverso el artificio,
será el medio que deje eternizado
con horrible escarmiento su castigo.

 (Echa el veneno en la copa, y se sienta en los almohadones.) 

¡Oh corona! ¡oh grandeza! ¿qué se hicieron
las pompas seductoras de tu brillo? 20
Como la niebla, al rayo luminoso
del sol brillante, se han desvanecido:
fugaces, como el sueño, ya volaron,
dejando en este pecho dolorido
hondamente gravada su memoria 25
para ver mi poder envilecido.
Pérfido Hassan, Mahomad abominable,
todo por vuestra causa lo he perdido.
Vosotros gozaréis de mi fortuna,
y yo, que a tanta costa abrí el camino, 30
recibiré por premio la vergüenza
de que ocupe un tirano mi dominio.
¡Oh Amalia! ¡oh cara esposa! tu memoria,
tu doloroso llanto, y tus gemidos
en vano me recuerdan tu abandono: 35
para calmar mis iras, es preciso
olvidar que es tu padre el inhumano
que me arranca la vida, y tu cariño.

 (Mirando adentro.) 

Él viene; moderemos mi despecho,
o al menos procuremos encubrirlo. 40


Escena II

 

ALI-BEK y HASSAN. Los dos versos primeros aparte al salir.

 
HASSAN
Si sabrán mi maldad: disimulemos
las dudas, y el temor con que vacilo.
Morad me manda venga a tu presencia:
yo obedezco, aunque ignoro los motivos,
y al verte en tal estado, mi deseo 45
es servir ciegamente a tus designios.
ALI-BEK
Aunque por tanto tiempo retirado,
huyendo los favores con que quiso
honrarte mi poder, te has ocultado,
Amalia te disculpa: ella me dijo 50
los socorros que debo a tu cuidado;
pero aún sabiendo que por ti respiro,
se atreve la malicia a denigrarte

 (HASSAN se sobresalta.) 

con voces que profanan mis oídos.
En esa copa, que a mis secos labios 55
presentaron tus manos por alivio,
dicen que hay un veneno; no lo creo:

 (HASSAN más tranquilo.) 

conozco que tú debes en mi auxilio
emplear el remedio, no la muerte.
Mas para confundir al atrevido 60
que formó tal calumnia, en mi presencia
el resto del licor bebe tranquilo.

 (Aparte volviendo sobre sí.) 

HASSAN
Respiremos.
ALI-BEK
¿Qué dudas? ¿por qué temes?
HASSAN
Nada temo, Ali-Bek; pero me admiro
de que puedas creer a quien me acusa 65
por medio de tan viles artificios.
Aunque estoy agraviado, y tú lo sabes,
yo respeto en tu vida el fiel asilo
de mi querida Amalia, ya que el cielo
te hizo dueño feliz de su albedrío. 70
Dime, ¿cómo pudiera su presencia
soportar sin rubor? Yo que he vendido
mi religión, mi sangre, ¿por qué extrañas
que me oculte, viviendo fugitivo?
Manchado con el crimen horroroso 75
de un negro sacrilegio, alzaba el grito
contra mí la virtud, y ante su trono
la inocencia clamó por mi castigo,
¡ah! que el remordimiento del culpado
jamás pudo acallar el poderío: 80
jamás el criminal halló en el lecho
el descanso a los justos concedido.
Pero no es mi deseo con razones
desvanecer tus dudas: no resisto
apurar el licor, para que veas 85
a los que me acusaron desmentidos.

 (Toma la copa, y bebe.) 

 (Levantándose con dificultad.) 

ALI-BEK
Sí, te verán, traidor, en breve espacio
sepultado en los senos del abismo.
HASSAN
¿Qué dices, Ali-Bek?
ALI-BEK
Que ya tu muerte
no puedes evitar. ¿Pensaste, inicuo, 90
gozar impunemente tu venganza?
No: mas pronta es la mía, y más activo
el tósigo, que corre por tus venas,
asegura mi triunfo, y tu exterminio.
HASSAN
¿Qué has hecho, hombre cruel? ¡Oh Dios eterno! 95
suspended un momento mi castigo.

 (Llorando.) 

Pueda mi llanto en mi postrera hora
acordaros que sois un ser benigno.
¡Oh Amalia!
ALI-BEK
No la nombres.
HASSAN
¿Qué, tirano?...
¿pretendes que mis últimos suspiros 100
no exhale entre sus brazos? Hija mía.

 (Llamándola.) 



Escena III

 

Dichos y AMALIA. Al tiempo de salir.

 
AMALIA
¡Qué lamentable voz! ¡Oh padre mío!

 (Sobresaltada, observando a su padre.) 

¿Por qué tembláis? ¿qué horror os sobresalta?

 (A ALI-BEK.

¿qué es esto, amado esposo? ¿Confundido

 (ALI-BEK vuelve el rostro.) 

de mí apartas los ojos?
HASSAN
Ven, Amalia:
105

 (AMALIA se acerca, y le toma la mano.) 

ven por la última vez a dar auxilio
a tu infelice padre: huye ese tigre;
por su cruel astucia yo he recibido
la muerte en esa copa.
ALI-BEK
¿Y tú qué has hecho?
No ocultes tu perfidia.
AMALIA
¡Oh Dios, qué he oído!
110
ALI-BEK
No, no lo compadezcas: de su mano
recibí el mismo don. En vez de alivio
a mi herida aplico mortal veneno.
Sábelo todo, pues; él te ha vendido:
reconozcan tus ojos el contrato, 115
 

(Sacando un papel, y dándoselo a AMALIA: ella lo lee sobresaltada, mientras los versos de HASSAN, hasta que empieza a hablar.)

 
HASSAN
¿Cómo, impío,
te atreves a ocultar que tus cautelas
fueron causa fatal de mis delitos?
¿Quién me llevó al Harem del Bey tu dueño?
¿quién, por su misma guardia sorprehendido, 120
me obligó con la fuerza a que vendiese
a mi Dios, y a mi hija?
AMALIA
¡Oh asesinos
de toda mi terneza! basta, basta;
no destrocéis mi corazón unidos
por medio de tan bárbaros tormentos: 125

 (A ALI-BEK.

y tú, esposo cruel, que vengativo
no pensaste que si era delincuente,
era mi padre al fin, ¿así has podido
pagar mi fe, y mi amor?

 (Llorando.) 

ALI-BEK
¡Y tú te olvidas
de que él es mi verdugo!
AMALIA
No me olvido.
130

 (Con la mayor desesperación. A los dos.) 

¡ah! ¡bárbaros! Gozad de mis angustias:
gozad de mis tormentos; mis martirios
sacien vuestro furor.
HASSAN
Amada prenda...
por mis miembros se esparce un sudor frío...
que me anuncia la muerte... Sí: la muerte... 135

 (Lo siguiente en la mayor agitación.) 

estos son sus dolores...¿Qué improviso
ardor siento en el pecho? No me huyas
 

(AMALIA quiere retirarse horrorizada: él la detiene, y se apoya en sus brazos. AMALIA, mientras habla, tiembla.)

 
en tan terrible trance... yo te pido
perdón de mis ofensas; por borrarlas
el último atentado he cometido... 140
Penas sin fin... eternas maldiciones...
mi nombre cubrirán.
AMALIA
Yo me horrorizo.
HASSAN
Sí... llénate de horror... mira el tirano...
en mis ansias atroces complacido...
Qué fuego intenso... qué mortal congoja... 145
devora mis entrañas... qué delirio...
perturba mi razón...

 (Alzando la voz.) 

AMALIA
¡Oh Dios eterno!
Piedad, clemencia.


Escena IV

 

Dichos, MORAD, ISMAEL, y comparsa.

 
MORAD

 (Al entrar a los suyos.) 

Entremos... ¿Mas qué miro?

 (Reparando en HASSAN, apoyado en los brazos de su hija.) 

ALI-BEK
Tu venganza y la mía.
AMALIA
Tu fiereza
dirás, hombre cruel... ¡Oh! qué oprimido 150
siento mi corazón... Qué negras sombras...
me privan de la luz... cielos... yo expiro.
 

(Cae desmayada en los almohadones, y deja caer el papel que tenía en la mano. HASSAN queda apoyado en ISMAEL, y un comparsa que llega a sostenerle.)

 
ALI-BEK
Esposa.

 (Acercándose a ella con trabajo.) 

 

(HASSAN no queriendo que ALI-BEK se acerque a ella.)

 
HASSAN
No la insultes.
 

(MORAD impide que se acerquen, e incorpora a AMALIA mientras dice los versos siguientes.)

 
MORAD
Deteneos,
hombres abominables; no permito
la deis socorro alguno, yo soy sólo 155
quien debe procurarla algún alivio.
HASSAN
Hija mía... tu padre entre sus brazos...

 (A ALI-BEK.

no volverá a estrecharte... Monstruo digno...
de toda execración... la voz me falta...
pronto al sepulcro... bajarás conmigo. 160
 

(Queda sin poder hablar, con ansias de morir, en brazos de ISMAEL y el comparsa.)

 
ALI-BEK
Sí, yo descenderé; pero vengado.

 (Acercándose más a AMALIA, y quedando arrodillado inmediato a ella.) 

Sólo, adorada Amalia, tu cariño
me hizo amable la vida; este consuelo
en breve perderé.

 (MORAD , que con algunos comparsas retiran a HASSAN.) 

MORAD
Retira, amigo,
este objeto infeliz, y no su vista 165
vuelva a excitar de nuevo sus gemidos.

 (Cogiendo el papel que dejó caer AMALIA, y pasando la vista por él con precipitación.) 

Quizá en este papel... ¿Pero qué veo?
Ya está todo el misterio conocido.

 (Habiéndola observado.) 

ALI-BEK
Ya se cobra; ya abrió los bellos ojos.

 (Todo esto fuera de conocimiento.) 

AMALIA
¡Mísera! ¿dónde estoy? ¿Por qué respiro? 170
¿A dónde fue mi padre? ¿Qué letargo
abate y enajena mis sentidos?
¿Qué, no me respondéis? ¿Quién sois vosotros?
¿A dónde está mi esposo?
ALI-BEK
Aquí, bien mío.
 

(A la voz de ALI-BEK, AMALIA se levanta, y se retira horrorizada: ALI-BEK queda apoyado en los almohadones con el mayor abatimiento.)

 
AMALIA
¡Ay! sí: te reconozco; de mi padre 175
la sombra ensangrentada está contigo.
Él te arrastra a la tumba. Horrible imagen,
cesa de atormentarme. Yo te sigo
a la mansión del llanto...

 (Con desesperación.) 

ALI-BEK
Sus dolores
nuevo rigor añaden a los míos. 180
¿Por qué tardo en morir?

 (Tomándola la mano.) 

MORAD
Sensible Amalia,
no cedas a la fuerza de un delirio,
que aumenta mis pesares.

 (Volviendo sobre sí, y llorando.) 

AMALIA
Tú no sabes
cuál es mi desventura, hombre benigno.
Contempla mis tormentos... Pero en vano 185
para explicarte mi dolor me animo.
¡Oh, cuánta es mi desgracia! Yo inocente,
soy causa de tan bárbaros delitos.
Sólo, Morad, en tu piedad espero;

 (Arrodillándose con la mayor aflicción.) 

mis lágrimas la imploran: yo te pido 190
a tus plantas postrada, me concedas
la libertad, que nunca he conocido.
Y si puede moverte la memoria
de mi madre infeliz, enternecido
premia con esta gracia las virtudes, 195
las tiernas esperanzas con que hizo
feliz nuestra niñez: conozca al menos
la patria, donde el cielo compasivo
departe de la paz los sacros dones;
sacame de estos climas enemigos, 200
de esta mansión de fieras, cuya sangre
daña el trono feroz del despotismo.

 (Levantándola.) 

MORAD
Alza del suelo, Amalia: ¿qué pudiera
tu llanto suplicar, que el pecho mío
se negara a cumplir? Mi amor, mi gloria, 205
todo se humilla a tu adorable hechizo,
todo te lo concedo; que tu esposo,
antes que muera, sea fiel testigo
de mi oferta inviolable: cuanto logre
volver Alejandría, tus suspiros 210
aliviará la libertad amada;
y olvidando mi amante desvarío,
te ofrezco que mi amparo y mis riquezas,
te lleven hasta el Sena sin peligro.
ALI-BEK
¡Oh generosidad que me confunde! 215
AMALIA
Morad, que tu virtud quede a los siglos
por monumento eterno de tu gloria,
y publicando yo tus beneficios
en la región de Europa, que tu nombre
sea por las naciones bendecido. 220


Escena V

 

Dichos, ISMAEL y comparsas.

 
MORAD
Señor, expiró Hassan; y temeroso
Mahomad de vuestras iras, ha partido
precipitadamente con sus tropas,
abandonando el campo a nuestro arbitrio.
MORAD
Con razón teme el premio que prepara 225
a su traición mi brazo vengativo.
Huya esta vez; mas tiemble de mi pecho
el furor irritado: si escondido
en el profundo seno de los mares,
en el desierto inmenso, en el abismo 230
se oculta a mi rencor, en parte alguna
se podrá libertar de mi castigo.
ALI-BEK
¡Ojalá que mi mano en su vil sangre
se pudiera bañar!... Desfallecido
me siento por instantes. Cara esposa, 235

 (A AMALIA lo que sigue.) 

no me prives, cruel, en tal conflicto
de tus tiernos cariños, no: tu pecho
desconoce el rigor; yo te he perdido...
Pero yo te he vengado... Aquel infame,
del nombre de tu padre no era digno. 240
Ven, adorada Amalia, que tu mano
estreche la expirar.
 

(AMALIA compadecida, se acerca y le da la mano. Sus movimientos, mientras habla ALI-BEK, indican el terror y la compasión sucesivamente.)

 
AMALIA
Yo no resisto
a su mortal congoja este consuelo.

 (Besándola.) 

ALI-BEK
¡Oh mano deliciosa; ya no aspiro
a gozar otro bien sobre la tierra! 245
Escúchame, Morad; de tu heroísmo,
de tu alma generosa las bondades
me tienen admirado y confundido.
Tú sabes mis hazañas... y cual era
la empresa que intentaron mis designios... 250
Tú puedes consumarla... de la gloria,
del esplendor del trono... los caminos
abrirá tu valor... Sí; tú mereces
el nombre regio de Sultán de Egipto.
Alivien tus piedades... la cadena 255
con que estos pueblos gimen oprimidos.
 

(Los cuatro versos siguientes los dice esforzándose todo cuanto le permite su estado moribundo.)

 
Tiemble Constantinopla, tiemble el orbe,
si intentase abatir con yugo impío
nuestra heroica nación, que del Caúcaso
descendió hasta las márgenes del Nilo. 260
Yo te dejo el ejemplo... El Cairo, el Delta,
la Siria toda fue mi señorío.
Todo te acordará la independencia
con que fue soberano mi dominio.
Síguelo derramando, no la sangre... 265
Sino el favor, que implora el afligido...
Nunca el rigor... conquista los afectos;
si pones esta máxima en olvido...
Quizá, corriendo el tiempo... en estos climas
serán los Mamelucos maldecidos... 270
Quizá de Europa... una nación guerrera
a exterminar vendrá su poderío...
Véngame de Mahomad... Colma de Amalia...
los votos suspirados... Compasivo...
llora mi muerte... mira mis congojas... 275
y siempre... en tu memoria... ¡Oh Dios!... expiro.
 

(Muere. Suelta la mano de AMALIA: ella se retira horrorizada: MORAD la sostiene, y hace señal a los comparsas de retirar a ALI-BEK.. Cae el telón.)

 




 
 
FIN