Alonso de Montalvo y San Ignacio de Loyola
Fidel Fita Colomé (S.I.)
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Los puntos por comprobar que ofrecía la relación de Alonso de Montalvo1, lo han sido ya por varios documentos que ha descubierto el Excmo. Sr. D. Telesforo Gómez Rodríguez, y me comunica en cartas recientes2.
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Libro de defunciones de la parroquia de San Miguel de Arévalo, que empieza en 1549 y termina en 1649. (Fol. 11v., 13) «Dia de Pascua florida3 de 1577, murió Doña María Gutiérrez, mujer de Alonso de Montalvo. Enterróse en su capilla de San Francisco.» «En honce de Agosto de 1578, murió Alonso de Montalvo. Enterróse en su Capilla de San Francisco; hizo testamento; recibió los sacramentos.» |
La capilla á la que se refieren ambas partidas de defunción, es indudablemente aquella de que hizo mención la Historia del Colegio4, hablando de Montalvo: «Era este caballero muy rico; y el fundó la capilla principal de San Francisco en esta villa, que —76→ está ahora debajo del altar mayor.» Llámala principal, porque debía estar al lado del evangelio; y en efecto la otra capilla, á mano derecha de quien miraba al altar, contuvo los enterramientos de otros Montalvos5. El tarjetón ó letrero, propio de esta capilla, existe. Oigase al Sr. Gómez Rodríguez6:
«He hallado en el terreno que es ahora hortal ó huerta y antes constituyó el convento de la Encarnación, y en los peldaños de una escalera de piedra, hecha hace poco tiempo para bajar á un estanque, cuatro fragmentos de la gran piedra que sirvió de dintel á la entrada de la capilla. Subrayaré los fragmentos de la inscripción, que no aparecen, ó se han perdido:
Las letras miden de alto siete centímetros, y debieron formar la orla de un escudo de familia. Es de advertir que esa piedra fué traída del convento de San Francisco, porque después de la desamortización el dueño de la Encarnación y San Francisco era el mismo; y en aquel, después que se vendió parte de este, hizo el almacén de piedra y maderos para la venta. El segundo fragmento, donde se lee (en)trada de la capilla, ocupa por sí solo la cuarta grada en descenso de la escalera. Mide 97 centímetros de largo por 21 de ancho.»
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Diario del Colegio de Arévalo. Introducción A principios del año 1577, el P. Antonio Láriz y su compañero el P. Agustín de Santisteban dieron ó predicaron un mes de misión en Arévalo. Concluída la misión, regresaron á la ciudad de Ávila para predicar allí la Cuaresma (20 Febrero-6 Abril). Después «entre Pascua (7 Abril) y Pascua (26 Mayo) volvió á salir (de Ávila) el P. Láriz á otra misión á Martín Muñoz de las Posadas7, y estando (él) en aquel lugar sucedió en Arévalo una gran desgracia, y fué que un sobrino del Sr. Hernando Tello mató á un caballero de esta villa; y sabido esto por el P. Láriz, vino y estuvo con otro hermano más de tres meses procurando aplacar el negocio con unos y otros, y predicando y confesando, con lo cual se iba aficionando cada día más el dicho Hernando Tello, y se determinó á hacer testamento y dejar heredero á la Compañía.» De lo referido se deduce cuán fundado en la verdad estuvo el autor de la frase histórica8: «Todo esto9 lo contó Alonso de Montalvo10, como testigo de vista al P. Antonio Láriz.» |
El testamento que hicieron D. Juan Velazquez y su esposa Doña María de Velasco en Valladolid (22 Diciembre 1514) ante el notario Gonzalo Vázquez11, no se encuentra en el archivo de —78→ protocolos de aquella ciudad, por haberse perdido el libro que lo contenía12. Sin embargo, espero por otro lado poder hallar copia del documento, y con ella nuevos é importantes datos acerca de la posición ó empleo que tuvieron Alonso de Montalvo y San Ignacio de Loyola en casa de Juan Velázquez.
Los quinientos escudos y el par de caballos, que entregó á San Ignacio Doña María de Velasco ¿representan una manda testamentaria del difunto D. Juan, cumplida religiosamente? En medio de tan graves apuros pecuniarios, ó deudas como dejó el finado, que subieron á diez y seis millones13, tuvo Doña María precisión de desamparar su casa14 de Arévalo y acogerse á la protección de la marquesa de Denia, poniéndose al servicio de la infanta Doña Catalina, sin que durante siete años lograra rehacer sus negocios, queriendo pagar religiosamente el dote asignado por su marido á sus hijas y satisfacer á sus acreedores, conforme lo deja entender15 un escritor (Diciembre 1524, Enero 1525) contemporáneo y compañero de su viaje desde Tordesillas, Medina del Campo y Madrigal hasta Badajoz y la frontera hispanoportuguesa.
Madrid, 12 de Enero de 1891.