Acto I |
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Tocan a guerra y salen peleando MENALIPE, MARTESIA y otras
amazonas. La primera con hacha de armas, la otra con un bastón
y todas con arcos y aljabas de flechas a las espaldas; y
contra ellas españoles bizarros, entre los cuales
salen FRANCISCO CARAVAJAL y GONZALO PIZARRO, llena éste
la rodela de flechas y retirando a MENALIPE sin sacar la
espada; van peleando, entrando y saliendo, hasta que quedando
solos don GONZALO y MENALIPE dicen:
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MENALIPE | Matadme
estas harpías | | que con presencia humana | | el privilegio a nuestra patria
quiebran, | | no pierdan nuestros días | | la integridad
antigua, aunque inhumana, | 5 | que ilustran tantos siglos
y celebran. | | No estas arenas pisen | | plantas lascivas
de hombres | | que, obscureciendo nuestros castos nombres,
| | cobardes por el mundo nos avisen | 10 | que no sabemos abatir
coronas. | | ¡A ellos, invencibles amazonas! | |
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MARTESIA | ¿Qué
importa el animarnos? | | ¿El dar voces qué importa,
| | si ni en ellos el hacha de armas corta, | 15 | ni las flechas
vitoria pueden darnos, | | pues con poblar esas regiones sumas,
| | temblando el sol de verlas, | | el ánimo perdemos
con perderlas | | y adornando sus galas, | 20 | en vez de darles
muerte les dan alas? | |
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(Éntranse todos si
no son DON GONZALO y MENALIPE.)
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GONZALO | ¡Oh región
belicosa! | | ¡Oh sol, que en el ocaso donde mueres | | por
guarda de tu pira luminosa | | influyes tal valor en las mujeres!
| 25 | ¿Qué prodigio, qué encanto | | en pechos
femeniles puede tanto? | | Las fábulas que en Grecia
| | Alejandro, por ser de Homero, precia, | | a Palas eternizan,
| 30 | a Tomiris pirámides levantan | | y a la madre
de Nino solemnizan, | | mienten, por más que sus historias
cantan, | | si con éstas se atreven | | a competir,
por más valor que prueben. | 35 | ¡Que en los límites
últimos del orbe, | | armada la hermosura, | | nuestro
valor estorbe | | y en trance de tan bélica fortuna
| | nos ponga una república que, sola, | 40 | sin admitir
varones, | | forma del sexo frágil escuadrones | | y
se atreve a sacar sangre española! | | Aquí
Naturaleza | | el orden ha alterado | 45 | que por el orbe todo
ha conservado, | | pues las hazañas junta a la belleza.
| | ¡Vive, pues, mi valor! ¡El cielo vive!, | | que aunque
a sus manos muera, | | no he de sacar la espada que apercibe
| 50 | a la infamia ocasión si sale fuera | | y en sangre
femenil su temple esmalta. | | ¡Supla el esfuerzo si el acero
falta! | |
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MENALIPE | Hombre, ¿por qué no miras | | mortales
amenazas de mis iras? | 55 | ¿Por qué si te defiendes,
| | la espada ociosa, mi valor no ofendes? | | A furia me provoco;
| | o me tienes en poco | | o ya desesperado | 60 | a mis manos
morir quieres honrado. | |
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GONZALO | Armígera Belona,
| | los que nacieron, como yo, al respeto | | que la fama corona
| | obligados, y estiman el conceto | 65 | en que el valor los
pone, | | adoran las bellezas; | | y por más que ocasione
| | el peligro su enojo, las noblezas | | en defender las damas
se ejercitan | 70 | y en fe desto su amparo solicitan. | | Amarlas
y servirías | | es sólo mi blasón, pero
no herirlas. | |
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MENALIPE | ¿Agora cortesías? | | ¡Qué
mal conoces presumpciones mías | 75 | si juzgas por
favor estos rigores! | | Aguarda y llenaréte de favores. | | (Dale
un golpe.) |
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GONZALO | Bizarro aliento, airosa valentía;
| | feliz región que prodigiosa cría | | en tan
remota parte | 80 | a Venus tierna transformada en Marte.
| | La industria, esta vez sola, | | sin armas ofensivas | |
acredite mi sangre que, española, | | refrenando las
manos vengativas | 85 | sabe sin ofender tales bellezas | |
vencer peligros y lograr destrezas. | |
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(Éntranse
retirando DON GONZALO a MENALIPE sin sacar la espada, y salen
CARAVAJAL y MARTESIA peleando.)
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MARTESIA | No tengo
de matarte aunque pudiera, | | que si lo apeteciera, | | aunque
su esfuerzo en ti depositara | 90 | cuanto vigor, aliento,
bizarría | | tu heroica sangre cría, | | aunque
Alcides en ti resucitara | | su espíritu gigante | | (aquél en cuyos hombros | 95 | eternizando asombros,
| | pedestal de los cielos como Atlante, | | fió su
alivio en ellos), | | hay más valor en mí que
en todos ellos. | |
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CARAVAJAL | ¿En qué anales, archivos
o memorias | 100 | has aprendido historias | | si en tan remoto
clima | | (¡oh bárbara arrogante toda enigma!) | | no
hay quien saber presuma | | los útiles desvelos de
la pluma? | 105 | ¿Cómo hablas el idioma | | que España
por sus minas ferió a Roma? | | ¿Quién te enseñó
el estilo | | de la elocuente lengua castellana?, | | que puesto
que hasta el Nilo | 110 | haya llegado y a la zona indiana
| | preceptos de elegantes, | | aquí no, que hasta agora
| | el mundo todo este jirón ignora. | |
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MARTESIA | Dudas
discreto, pero no te espantes, | 115 | que tal divinidad mi
pecho encierra | | que oráculo soy, pasmo desta tierra.
| | Los hombres y los brutos | | veneran mis preceptos absolutos;
| | los tigres, los leones, | 120 | sierpes y basiliscos, | | habitadores desos arduos riscos, | | vendrán, si los
convoco, en escuadrones; | | las islas animadas, | | promontorios
de escamas y de espinas | 125 | (ballenas digo), de mi voz
forzadas | | cubrirán esas olas cristalinas | | y desde
ellas poblando estas arenas | | alistaré caimanes y
ballenas. | | No están de mis conjuros | 130 | los astros,
los planetas, tan seguros | | que si los doy un grito | | no
truequen por mis plantas su distrito. | | Escalas pongo al
cielo, | | sobre los vientos vuelo | 135 | y a imitación
del sol que al indio admira, | | mi agilidad, como él,
los orbes gira. | | ¿Espantaráste agora | | (si esto
te certifica la experiencia) | | que quien registra cuanto
su luz dora | 140 | tenga noticia de cualquiera ciencia | |
y hablando en todas lenguas tus vocablos | | pronuncie? |
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CARAVAJAL | Calepino
sois de diablos. | | Mejor labráis en habas que en
la aguja, | | mas, ¿cómo no sois vieja siendo bruja?
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MARTESIA | Caravajal tu patria te intitula. | | Tu valor, pues, me hechiza: no te asombre | | si vieres que
mi amor por él te adula. | | Sé las hazañas
grandes | 150 | que en Navarra, Milán, Sajonia y Flandes
| | sirviendo al quinto Carlos te eternizan. | | Cuando lo
hechizo todo, éstas me hechizan. | | Las paces sé
de Europa | | y que por ser tu profesión la guerra,
| 155 | el mar del Norte favorable en popa, | | nuevos orbes
te ofrece, nueva tierra; | | y los sales del Sur atropellando,
| | fama, más que metales, vas buscando. | | Quédate
aquí, serás mi esposo y dueño, | 160 | haré por causa tuya | | que la ley rigurosa se destruya
| | desta región y su infecundo empeño. | | Gozarán
por mi amor las amazonas | | el tálamo hasta agora
aborrecido; | 165 | sepultará crueldades el olvido.
| | El cuello rendirán las amazonas | | al apacible
imperio | | de amor, que hasta aquí fue su vituperio.
| | Todo esto cesará si satisfaces | 170 | los castos
deseos míos; | | eterna paz tendrás si estimas
paces; | | si guerra anhelan tus bizarros bríos, | | canoas y piraguas | | te cubrirán las fugitivas aguas
| 175 | de ese jayán monarca de los ríos. | |
Conquistaránte en ellas | | provincias comarcanas,
| | ejércitos armados de doncellas | | tan esentas de
amor cuanto inhumanas. | 180 | La reina y yo, español,
somos hermanas; | | ella el título goza solamente,
| | yo el uso y el gobierno. | | Francisco, la ocasión
logra presente. | |
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CARAVAJAL | Señora comisaria del infierno,
| 185 | no acepto matrimonios | | en que entran a la parte los
demonios. | | Vuesa merced predique | | esa seta en Marruecos
o en Mastrique | | y defiéndase agora | 190 | trayendo
contra mí diablos de esgrima; | | veremos si con ellos
me enamora. | |
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MARTESIA | Pues guárdate de dar la vuelta
a Lima, | | que por crüel y a mis suspiros falso | | perderás
la cabeza en un cadahalso. | 195 |
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CARAVAJAL | Desdorara su fama
si no fuera | | su oficio bruja, fondo en agorera. | | Haga
para escaparse algún conjuro, | | que ni presagios
creo, | | ni me asombran peligros que no veo, | 200 | ni los
diablos alcanzan lo futuro. | |
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MARTESIA | ¡Oh loco presumido!
| | ¿Luego imaginas de la oferta mía | | que en lugar
de afición es cobardía? | | Aguarda pues, grosero,
inadvertido. | 205 |
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CARAVAJAL | Bruja tahúr con brindis
de marido, | | probad destos requiebros si soy tierno,
| |
(Pelean.)
| que yo os daré despachos al infierno. | |
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(Vanse.)
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(Salen DON GONZALO, defendiéndose con una
mano herida, y MENALIPE peleando con él.)
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MENALIPE | Acaba ya de rendirte | | pues rehúsas ofenderme.
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GONZALO | Ardides han de valerme | | cansado de resistirte.
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(La rodela al pecho cierra con MENALIPE y quítala
las armas.)
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GONZALO | Desarmarte
| | de superfluos instrumentos. | | ¿De qué sirven los
violentos | 215 | si puedes aprovecharte | | desos ojos soberanos
| | que, apacibles homicidas, | | abrasando quitan vidas,
| | vitoriosos atan manos? | 220 | ¿Hacha de armas para qué,
| | si en vez de hachas miro en ellos | | dos soles de incendios
bellos | | en que, fénix, me abrasé? | | Para
que triunfes de España | 225 | las flechas y el arco
deja. | | ¿No es arco en ti cada ceja? | | ¿No es arpón
cada pestaña? | | Ese de azabache bello | | monte que
mi asombro alaba, | 230 | ¿de rayos no es una aljaba? | | ¿No
es flecha cada cabello? | | ¿Pues qué más armas
pretendes | | si en fuego y nieve deshecho, | | lo que hielas
con el pecho | 235 | con las mejillas enciendes? | | Enfrena
severidades, | | pues que con armas prohibidas | | cuando das
al deseo vidas | | das muerte a las libertades. | 240 |
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MENALIPE |
Si supieras cuán de acero | | tengo el alma que hasta
agora | | mentiras de amor ignora, | | no engañaras
lisonjero. | | Palabras desaprovechas; | 245 | saca la macana
oculta | | y con ella me consulta | | tu amor, que si anda
con flechas | | el que vuestra España os pinta | | para
engañar simples damas, | 250 | sin que temamos sus llamas
| | nuestra profesión distinta | | por dios adora al
desdén. | | Pues si en contrarios estremos | | a los
hombres nos comemos, | 255 | ¿cómo los querremos bien?
| | Carne humana es el manjar | | que alimenta nuestra vida.
| | ¿Pero de sangre teñida | | la mano? Me haces dudar
| 260 | que estás herido. |
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GONZALO | El
amor, | | que en las venas predomina, | | por ésta al
alma encamina | | para admirar tu valor, | | y en fe de ser
más que humano | 265 | rindiéndote estos despojos,
| | no contenta con los ojos, | | te sale a ver por la mano.
| |
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MENALIPE | Ponte en ella este listón | | con que restañarla
puedas, | 270 | que a falta de vuestras sedas | | los teje acá
el algodón. | | (Dásele.) |
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GONZALO | Mucho
de mi tierra sabes. | |
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MENALIPE | Menos quisiera saber | | de
ti para no temer | 275 | la pérdida de las llaves | | de un pecho hasta aquí diamante. | | ¡Ay Gonzalo!,
meses ha | | que en él retratada está | | tu
imagen, tan semejante | 280 | en las llamas que encendí
| | que no añadió novedad | | tu vista en mi
voluntad | | cuando Amor te trujo aquí. | | Quise refrenar
ardores | 285 | de mis ciegos desatinos, | | tan nuevos y peregrinos
| | como lo son los temores; | | por eso salí a ofenderte,
| | si bien cuando peleaba | 290 | cada golpe que te daba | | era para mí de muerte. | | Defendístete sin
armas, | | ¿mas para qué las querías | | si hechiceras
cortesías | 295 | tienes con que me desarmas? | | Muda
el nombre a mi rigor: | | llámale amantes estremos
| | pues que los dos padecemos, | | tú la herida y yo
el dolor; | 300 | y escucha por que te asombre | | la noticia
que tu fama | | por estos orbes derrama. | | Sabrás
cómo sé tu nombre, | | tu patria, tu nacimiento,
| 305 | tus aventuras estrañas, | | el triunfo de tus
hazañas | | y valor. Estáme atento: | | más
ha de trecientos siglos | | que de las Scitias remotas,
| 310 | la asiática y la europea, | | salieron, dejada Europa,
| | a apoderarse de la Asia | | las naciones belicosas | | de
cuyos troncos y líneas, | 315 | si no ramos, somos hojas.
| | Despoblaron por la guerra | | los varones las montuosas
| | provincias que baña el Tanais | | y el Termodonte
corona. | 320 | Sin hombres, pues, nuestra patria, | | quedaron
en su custodia | | las mujeres bien seguras | | de que ajenas
plantas pongan | | en sus límites sus sellos, | 325 | porque a la fama le consta | | que sólo distinguió
el sexo | | sus hombres de sus matronas. | | Aquéllos,
pues, divididos | | por el Asia en varias copias, | 330 | sujetaron
desde Armenia | | hasta la India y sus aromas | | cuantas naciones
osaron | | resistirse a las heroicas | | violencias de su milicia
| 335 | tiranizando coronas | | y despoblando ciudades, | | siendo
contra sus vitorias | | lo que a las llamas la cera, | | las
Menfis y Babilonias. | 340 | Señores ya del Oriente,
| | pacíficos en su zona | | y felices sus conquistas,
| | quisieron que sus esposas | | presentes participasen
| 345 | delicias que no se gozan | | mientras distintas las almas
| | la unidad no las conforma. | | Enviaron a traerlas
| | un ejército en la flota | 350 | que al Arcipiélago
hurtaron | | llena de presas y joyas; | | y el mar, con ellos
humilde, | | que tal vez hacen lisonjas | | a la dicha y
la fortuna | 355 | como los hombres, las olas, | | tomaron tierra
en su patria, | | poblándose nuestras costas | | de
arrogancias y laureles | | al son de cajas y trompas.
| 360 | Pero como acostumbradas | | las mujeres por sí solas
| | al imperio de su gusto, | | esentas de las argollas
| | que anudó naturaleza | 365 | al cuello frágil
que doman | | opresiones varoniles, | | pues si alegran aprisionan,
| | por no asegundar coyundas | | rebeldes las armas toman,
| 370 | soberbias al campo salen, | | valientes el parche tocan,
| | horribles los arcos flechan, | | resueltas dardos arrojan,
| | ingratas su sangre asaltan, | 375 | bárbaras sus
dueños postran, | | crüeles escuadras turban,
| | diestras desbaratan tropas, | | hambrientas cuerpos derriban,
| | severas miembros destrozan. | 380 | Y en breve tiempo, verdugos
| | de su carne y gente propia, | | viudas por sus manos mesmas,
| | triunfando a su casa tornan. | | Erigen después
un templo | 385 | a la Crueldad, y por diosa | | (libando la
sangre humana | | con sacrificios) la adoran, | | estableciendo
preceptos | | que hasta hoy ninguna deroga | 390 | de no admitir
en sus tierras | | hombre que sus leyes rompa | | y su libertad
oprima. | | Sólo en los meses que adorna | | de flor
Amaltea los campos | 395 | y el sol al Géminis dora,
| | de la nación más cercana | | tantos varones
convocan | | cuantos basten a suplir | | las que la muerte
nos roba, | 400 | sucediéndolas fecundos | | individuos
que antepongan | | al gusto la libertad, | | siempre en los
nobles preciosa. | | Los que mujeres no nacen, | 405 | desde
el pecho a las congojas, | | desde la cuna a las aras, | |
desde la luz a las sombras, | | siendo su madre el ministro,
| | filos al acero embota | 410 | y al simulacro dedica | | blanca
sangre en leche roja. | | Pero la que sale a luz | | hembra
feliz, alboroza | | con regocijos el pueblo | 415 | conduciéndola
la pompa | | festiva al templo y sus aras, | | donde la queman
o cortan | | el pecho izquierdo que al arco | | el noble ejercicio
estorba. | 420 | Creció a número infinito | |
la república matrona, | | que la templanza en la Venus
| | más fértiles frutos logra, | | y conquistando
provincias | 425 | comarcanas, las remotas, | | siempre invencibles,
debelan | | hasta que el solio colocan | | de su imperio formidable
| | en la ciudad que ambiciosa | 430 | al orbe leyes impuso
| | y el cielo escalar blasona. | | Si antigüedades leíste,
| | ¡oh gran Pizarro!, no ignoras | | que ocuparon sus laureles
| 435 | tantos reinos como historias. | | Lampridia y Martesia,
reinas, | | hicieron temblar a Europa; | | Orisia y Pantasilea
| | aseguraron a Troya | 440 | que no llorara cenizas | | viviendo
ella, si patrona | | de Aquiles, que la dio muerte, | | no
fuera la ciega diosa. | | Ésta, que de la hacha de
armas | 445 | y la rodela inventora | | fue, vinculó
en Menalipe | | hazañas que a Grecia asombran, | | pues
abrasando el milagro | | que Éfeso a Cintia invoca,
| 450 | en oprobrio de los griegos, | | dio llantos al Asia
toda. | | Monarcas del orbe, en fin, | | triunfaban las amazonas
| | cuando en Atenas Teseo | 455 | les obscureció vitorias
| | venciéndolas su fortuna, | | no sus fuerzas, que
envidiosas | | hasta hoy tiemblan las esferas | | que en sus
luces los pies pongan. | 460 | Armáronse a la venganza
| | las que en Scitia belicosas | | quedaron, y al elemento
| | de sal una armada arrojan | | de innumerables preñeces;
| 465 | pero enojándose el Bóreas | | de que le
surquen sus quillas, | | riscos de cristal abordan | | por
todas partes los leños | | donde oprimidos zozobran,
| 470 | porque en túmulos de vidrio | | celebre el valor
sus honras. | | Las reliquias derrotadas, | | sin que aproveche
la sonda, | | sin que el timón obedezca | 475 | ni el
arte velas recoja, | | siguen incógnitos rumbos | |
y sin saber su derrota | | piélagos un mes naufragan
| | hasta que al fin los emboca | 480 | por ese monstruo de
ríos, | | ese hidrópico que agota | | pecheras
inmensidades | | que pródigo al mar otorga. | | Cincuenta
leguas de anchura | 485 | le miden entrambas costas | | cuando
besa los umbrales | | de las oceanas ondas. | | Venciendo,
pues, con la industria, | | las argonautas heroicas | 490 |
horribles dificultades, | | guían las brumadas proas
| | trecientas leguas arriba | | hasta la ribera hermosa | | desta provincia que oculta | 495 | les fería el puerto
que toman. | | Fundan pueblos, labran campos, | | república
y reino forman | | y prosiguiendo sus leyes, | | ínclitas
progenitoras | 500 | fueron nuestras conquistando | | sus decendientes
famosas | | cuantas naciones vecinas | | sus montes y valles
moran. | | Ésta es mi antigua ascendencia; | 505 | en
mis sienes su corona | | veneraciones conserva; | | quien a
Menalipe nombra, | | que es mi fatal apellido, | | la rodilla
al suelo postra | 510 | y como a casi deidad | | pone en la
arena su boca. | | Martesia, sacerdotisa | | y mi hermana,
prodigiosa | | en las armas y en las ciencias, | 515 | la diadema
destas goza | | tan sabia que si conjura | | esas aguas, esas
rocas, | | esos brutos, esas plantas, | | los fuerza a que
la respondan | 520 | y avisen de cuanto pasa | | desde la adusta
Etiopía | | hasta la helada Noruega | | que el sol seis
meses ignora. | | Ésta, pues, diversas veces | 525 |
de la nación española | | ponderándome
noticias | | y refiriéndome historias, | | me avisó
de tus hazañas, | | tu prosapia generosa, | 530 | el
valor de tus hermanos, | | las conquistas que los nombran,
| | si en guerras de Italia Aquiles, | | Alejandros de la zona
| | que dándoles otro mundo | 535 | su globo por medio
corta. | | Sé del marqués don Francisco | | las
hazañas peligrosas, | | la constancia en los trabajos,
| | el celo a la ley que adora, | 540 | la lealtad para sus
reyes, | | y que a sus plantas les postra | | mil leguas, todas
de plata, | | y un océano de aljófar. | | Sé
que en España la envidia | 545 | bárbaramente
aprisiona | | al ínclito don Fernando, | | que así
se premian vitorias | | después de haber defendido
| | seis meses de inmensas copias | 550 | la imperial ciudad
del Cuzco, | | a pesar de la ponzoña | | de la hidra
desleal | | cuyas cabezas destronca. | | Sé, en fin,
que buscando fama | 555 | vienes, español, agora | |
en nuestro descubrimiento | | y de las plantas preciosas
| | que la canela tributan | | y por estas sierras toscas
| 560 | a las que el maluco esquilma | | imitan en flor y en hojas.
| | Aquellos doce desvelos | | que las fábulas pregonan
| | de Alcides, son con los tuyos | 565 | lo que en el sol es
la sombra. | | Celebraránlos las plumas, | | serán
al mundo notorias | | y a eternas posteridades | | darán
materias gloriosas | 570 | si en esta región te quedas,
| | si el paso atrás no revocas, | | como a mi amor
satisfagas, | | como a mi fe correspondas. | | Pues si al Pirú
das la vuelta | 575 | riesgos mortales convocan | | la deslealtad
y la envidia | | que a tus virtudes se opongan. | | Llevóte
el falso pariente | | el bajel, tesoro y ropa. | 580 | ¿Sin
él cómo vencerás | | cuando por los montes
rompas | | imposibles formidables, | | ya en la tierra, ya
en las olas, | | dese casi mar inmenso? | 585 | Admíteme
por tu esposa; | | derogaránse mis leyes, | | juzgaránse
venturosas | | a tus pies estas provincias. | | Diamantes que
al sol se opongan | 590 | te rendirán esos cerros,
| | perlas (almas de sus conchas), | | a montes la plata pura,
| | el oro a cargas que brotan | | esos ríos, esas fuentes,
| 595 | esmeraldas, pluma, aromas, | | y un alma nunca rendida
| | que dueño te reconozca. | |
|
|
GONZALO | A la obligación
que labras | | en mi agradecido pecho | 600 | para quedar satisfecho
| | no he de pagarte en palabras. | | Querrá el cielo
que algún día | | me desempeñen las obras,
| | y entre tanto que no cobras | 605 | serás acreedora
mía. | | De los quinientos soldados | | que leales me
siguieron | | más de docientos murieron | | en guerras
y en despoblados. | 610 | De cuatro mil indios dejo | | cadáveres
la mitad, | | llámame la mucha edad | | del marqués
que solo y viejo, | | entre envidiosos y estraños,
| 615 | necesita mi presencia | | porque mal sin mi asistencia
| | podrá reprimir engaños | | de cudicias y
ambiciones, | | mi hermano en España preso, | 620 | si
sucede algún exceso | | culparán mis dilaciones.
| | El capitán Orellana | | con mi bergantín
se alzó | | y desnudos nos dejó: | 625 | deslealtad
torpe y villana. | | No llevará bien mi gente, | | si
tus finezas admito, | | el no dar la vuelta a Quito. | | Seis
meses he estado ausente; | 630 | dejaron sus prendas caras,
| | hijos y esposas, en ella. | | juzga tú, amazona
bella, | | cuando de mí te apartaras | | y mi amada
esposa fueras | 635 | para no volverme a ver, | | qué
estremos habías de hacer, | | qué pesares padecieras.
| | Para casarme contigo | | eres de contraria ley. | 640 | Vengo
en nombre de mi rey, | | leal sus órdenes sigo. | |
Esta bélica región | | por dueño suyo
te adora; | | si te doy la mano agora | 645 | tendrá
la envidia ocasión | | de afirmar que me levanto | | contra mi rey con la tierra. | | La lealtad que en mí
se encierra | | es de suerte, obliga a tanto, | 650 | que a
tu afición contradice, | | porque la honra y su interés
| | no estriba tanto en lo que es | | como en lo que el vulgo
dice. | | Yo voy tan enamorado | 655 | de ti y tan reconocido
| | que jamás podrá el olvido | | borrarte de
mi cuidado. | | Volveré, mi Menalipe, | | a tus ojos
brevemente | 660 | con armada y con más gente. | | Tendrán
Carlos y Felipe | | noticia de tu valor. | | Licencia les pediré
| | para que el alma te dé | 665 | con la mano, y el
amor | | uniéndonos en sus lazos | | hará mi
dicha inmortal. | | Admite agora en señal | | de mi
palabra estos brazos. | 670 | Adiós, que es fuerza el
volverme. | |
|
|
MENALIPE | Gonzalo, mira lo que haces. | | Goza
aquí seguras paces, | | que has de perderte y perderme.
| | Ya el marqués tu hermano...¡Ay cielo! | 675 | No
te quiero referir | | tragedias que has de sentir | | más
que la muerte. El recelo | | de tus pesares refrena | | con
el silencio mis labios, | 680 | que hace a quien te adora agravios
| | quien le antecede la pena. | | Dígatelos la fortuna
| | sin que yo los anticipe. | |
|
|
GONZALO | Bellísima Menalipe,
| 685 | no siento agora más de una, | | que es el partirme
y dejarte. | |
|
|
MENALIPE | Pues si mi vida deseas | | escucha avisos:
no creas | | los que lleguen a adularte | 690 | porque hallarás
infinitos | | que tus dádivas desfruten | | y en el
peligro te imputen | | sus traiciones a delitos. | | No todo
lo que es brillante | 695 | riqueza al avaro ofrece: | | oro
la alquimia parece, | | vidrio hay que imita al diamante.
| | La luz que una antorcha feria, | | al sol competir procura,
| 700 | mas sólo su llama dura | | lo que dura su materia.
| | Escarmientos te propone | | el sol, a quien salvas hace
| | el ruiseñor cuando nace | 705 | y huye dél
cuando se pone. | | Tal vez dora la experiencia | | un bronce,
una piedra, un leño, | | que engaña al que no
es su dueño, | | oro sólo en la apariencia.
| 710 | Huye amigos afectados | | cuando lisonjas te ofrezcan,
| | que aunque fieles te parezcan | | en vez de oro son dorados;
| | y mira que has de volver | 715 | a mis ojos brevemente.
| |
|
|
GONZALO | Discreta, hermosa, valiente: | | ¡y todo en una
mujer! | | Cuando sólo interesara | | esos divinos consejos
| 720 | de las escuelas espejos, | | reinos por ellos dejara.
| | Adiós, prodigioso estremo | | del orbe. |
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MENALIPE |
¡Adiós,
mi español! | | ¡Ah cielos! ¡Ah eterno sol, | 725 | desmiente
males que temo! | |
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(Vanse.)
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(Salen DON DIEGO
DE ALMAGRO y GARCÍA DE ALVARADO.)
|
DIEGO |
Quien el consejo y parecer que sigo | | contradijere, o envidioso
o loco | | busca mi mal con máscara de amigo, | | o
el bien que se me ofrece tiene en poco. | 730 | La fortuna
me llama, yo la sigo. | | Derecho al Pirú tengo; si
provoco | | a España y a su rey, España intente
| | quitarme la corona de la frente. | | Vengué a mi
padre con la justa muerte | 735 | del ingrato marqués
que no hizo estima | | del noble estado, la dichosa suerte
| | a que por él su nombre se sublima. | | Si en el
Cuzco imperial su hermano vierte | | sangre que me dio el
ser, yo vierto en Lima | 740 | la que apoyó su bárbaro
consejo. | | Fénix renazco de otro fénix viejo.
| | Cuatro pizarras pudo Estremadura | | hacer que en el Pirú
se atravesasen | | al paso del valor y la ventura | 745 | de
mi padre y al Cuzco le estorbasen. | | Consigo se llevó
la sepultura | | la pizarra mayor porque apoyasen | | pronósticos
del nombre sus sucesos: | | losas pizarras son, sepulten huesos.
| 750 | Ya estamos libres desta; Juan Pizarro, | | el menor
de los cuatro, en primavera | | cedió a la muerte el
ánimo bizarro, | | que a ser más cuerdo dilatar
pudiera. | | No siempre a sus coyundas ata el carro | 755 |
de Marte la osadía, ni muriera | | si al combatir la
máquina enriscada | | cubriera su cabeza la celada.
| | España al homicida oprime preso | | de mi padre
en la Mota de Medina. | 760 | Litigará el rigor contra
su exceso | | si el oro tribunales no arrüina, | | mientras
Gonzalo con fatal progreso | | las márgenes remotas
examina | | del Marañón, que al mar gigante
vuela, | 765 | y por sus riscos busca la canela. | | Si de cuatro
me mata la fortuna | | los dos hermanos Y los dos me ausenta,
| | ¿quién queda en el Pirú que a la oportuna
| | ocasión que me llama pida cuenta? | 770 | Destinóme
el valor desde la cuna | | al solio occidental; si en él
me asienta | | el cielo por monarca de los Andes, | | grandes
hazañas piden riesgos grandes. | | ¡Vive el cielo que
el que!... |
|
|
GARCÍA | Creo
| 775 | que soy a quien amenazas. | | Mal mis consejos abrazas,
| | peor pagas mi deseo. | | Nunca yo tuve por bien | | la torpe
conjuración | 780 | que contra el mayor varón
| | que todos los hombres ven | | hiciste, pues si su hermano,
| | tan experto en la milicia, | | le mató, fue por
justicia, | 785 | no a traición, no por su mano. | |
Preso en España defiende | | su causa contra fiscales
| | por la envidia criminales. | | El César Carlos pretende
| 790 | satisfacer agraviados, | | mas no oprimir inocentes.
| | Consejos y presidentes | | miran desapasionados | | culpas
que atentos castigan, | 795 | servicios que cuerdos premian.
| | Las armas, puesto que apremian, | | pocas veces sé
que sigan | | sin ímpetu la templanza, | | pues cobra
satisfación | 800 | la vara con la razón, | |
la espada con la venganza. | | Ya que ésta al marqués
mató | | y el más poderoso quedas | | con los
tesoros que heredas | 805 | de cuantos España vio,
| | templa, don Diego de Almagro, | | incendios que solicitas;
| | mira que te precipitas. | |
|
|
DIEGO | Tuviera yo por milagro
| 810 | que no fueras estremeño, | | como en la patria,
en querer | | el crédito defender | | de un... |
|
|
GARCÍA |
Paso,
que fue mi dueño, | | gobernador y caudillo | 815 | destos
reinos el marqués. | |
|
|
DIEGO | Di, no lo que fue, lo que
es. | |
|
|
GARCÍA | Pregúntaselo a Trujillo | | y en
ella a los nobles todos, | | pues los que valor profesan
| 820 | generalmente confiesan | | que desciende de los godos.
| | Italia, Francia, Navarra, | | de su padre el capitán
| | don Gonzalo te dirán | 825 | lo que es la sangre
Pizarra. | | Don Fernando y don Francisco, | | primero que
estos países | | conquistasen, flor de lises | | postraron.
Si el basilisco | 830 | de la envidia en su desdoro | | veneno
a verter empieza, | | advierte que no nobleza | | buscaron
aquí, sino oro, | | y que la que te dejó
| 835 | tu padre, el Adelantado, | | en el Pirú la ha medrado.
| |
|
|
|
GARCÍA |
No, | | que España ignora quién
es, | | pues a la puerta le echaron | 840 | los padres que le
engendraron | | de la iglesia, y fue después | | hijo
de la compasión | | de un sacerdote llamado | | Hernando
Luque, y criado | 845 | de limosna en Malagón. | | Ya
yo sé que estas verdades | | la vida me han de costar,
| | pero yo he de conservar, | | como noble, las lealtades
| 850 | que me han dejado en herencia | | mis padres y he de
imitarlos. | | No reina aquí sino Carlos; | | quien
se atreve a su obediencia | | mancha su fidelidad. | 855 | García
soy de Alvarado | | que sabré en el campo armado | | defender esta verdad. | | (Vase.) |
|
|
DIEGO | ¡Matalde! ¡Cerrad
las puertas! | | ¡Vive Dios que he de agotar | 860 | estos Pizarros
y dar | | a pasiones descubiertas | | castigo que al mundo
espante! | | ¿Con la hacienda que gastó | | mi padre
no se ganó | 865 | todo el Pirú? ¿Qué
ignorante | | esta verdad no confiesa? | | ¿Pues por qué
el emperador | | ha de ser usurpador | | de lo que sólo
interesa | 870 | quien su hacienda y sangre gasta? | | En vez
de mi padre quedo, | | su acción y derecho heredo.
| | Éste me sobra y me basta | | para el imperio que
busco | 875 | y el valor ha de adquirir. | | Pues, pensamientos,
morir | | o coronarme en el Cuzco.
| |
(Tocan a rebato.)
| ¿Pero qué rebato es este? | |
|
|
|
(Sale JUAN
BALSA, desnuda la espada.)
|
BALSA | ¡Ea, valiente
mancebo, | 880 | al arma!, que se avecina | | hoy o tu muerte
o tu imperio. | | El presidente y su campo, | | que consta
de setecientos | | y más hombres entre infantes,
| 885 | jinetes y arcabuceros, | | pasa de Jauja a Guamanga | | y
haciendo alto en el ameno | | valle que llaman de Chupas
| | viene animoso y resuelto | 890 | a presentar la batalla.
| | Los mejores caballeros | | del Pirú siguen su campo,
| | difícil será el romperlos. | | Garcilaso
de la Vega, | 895 | Pedro Anzures y otro Pedro | | de Vergara,
Holguín, Tordoya, | | Francisco Castro, Barrientos,
| | don Alonso de Alvarado, | | cuyo valeroso esfuerzo
| 900 | levantó en las Chachapoyas | | banderas por Carlo
excelso; | | general Vaca de Castro. | | Maese de campo diestro,
| | Francisco Caravajal | 905 | (que del Marañón
volviendo | | con don Gonzalo Pizarro, | | ya que éste
por el precepto | | del presidente en Trujillo | | se queda)
viene a su ruego | 910 | a gobernar todo el campo | | y tengo
dél más recelo | | que de todo lo restante.
| | Pero si destina el cielo | | que salgamos vencedores,
| 915 | ni el número ni el acero | | se oponen a la ventura,
| | no obstante que te aconsejo | | si desfalleces agora | | que te presentes con tiempo | 920 | a la piedad que te ofrece
| | Vaca de Castro. No demos | | ocasión a que te infame
| | por traidor la voz del pueblo. | |
|
|
DIEGO | (Saca la espada.) | Juan Balsa, sólo el vencido | 925 | es el traidor.
Los excesos | | del vencedor canonizan | | lealtades. ¡Al arma!
¡A ellos! | |
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BALSA | ¡Oh siempre merecedor | | del laurel! |
|
|
DIEGO | Ese
pretendo, | 930 | Juan Balsa. ¡O César o nada! | | ¡O
el cuchillo o el imperio! | |
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(Tocan y vanse.)
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