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ArribaAbajo La literatura infantil en Nicaragua

Vidaluz Meneses


Al abordar este aspecto dentro de la literatura de Nicaragua, comenzamos a considerar todas las posibles definiciones de literatura infantil que podrían surgir, por ejemplo, aquella producción verbal que, adaptando diversos géneros (lírico, narrativo o dramático), está dirigida específicamente a los niños, obras que deben cumplir una función didáctica, trasmitir valores éticos, sociales, estimular la imaginación y lograr la comunicación a través de un lenguaje claro y sencillo, pero no exento de alegorías, imágenes y fábulas con él y su mundo.

Pensamos también en todo lo que ha sido escrito por niños, pese a la relativa naturaleza literaria que puedan concretar; o aquella producción que no pretendiendo dirigirse a la niñez es capaz de involucrarlo en su radio de interés, de atracción.

Todas estas apreciaciones nos daban un marco demasiado formal que nos hubiese llevado a afirmar categóricamente la inexistencia de la literatura infantil en Nicaragua, afirmación sorprendente en un país donde se ha dado una de las mejores literaturas del continente y de la lengua española.

Ante lo expuesto se nos volvió imprescindible tomar en cuenta causalidades de orden político y social que han impedido el desarrollo formal, por así decirlo, de literatura infantil en Nicaragua, pero que a la vez han sido determinantes para que surja alguna producción marginal y desarticulada.

En un país donde a escasos cuatro años, en 1979, triunfó una insurrección popular que liquidó una dictadura de medio siglo, necesariamente habremos de remitirnos al sombrío panorama educativo y cultural de los años de opresión para explicarnos mucho más que la inexistencia de una literatura infantil propiamente dicha.

El 53 % de la población analfabeta es parte del saldo   —32→   dramático que enfrentó con decisión el Gobierno revolucionario inmediatamente después del triunfo, impulsando dentro de las urgencias nacionales de reconstrucción, la campaña de alfabetización que redujo al 12’9 % el alfabetismo. El reto que como consecuencia inmediata surge es el seguimiento que habría que darles a los neo–lectores.

No podemos hablar, por lo tanto, de una demanda nacional de lectura en el pasado. Y si vamos a referirnos a minorías, en este ámbito, la penetración cultural hizo de las suyas imponiendo ideología, valores extraños a nuestras costumbres y llenando la imaginación infantil de los consabidos superhéroes: Superman, Batman, Pato Donald, etc.

Los escritores, poetas, narradores nacionales sumergidos en tan angustiosa realidad, tenían una concepción de la literatura grave, que no alcanzaba la diáfana y festiva atmósfera de la literatura infantil. Otras eran sus demandas y urgencias, tales como la fundación de la literatura nacional, la expresión del ser nicaragüense, la renovación de la poesía después de la aparición de Rubén Darío y la transformación de un sistema alineado y alienante.

No obstante todo lo descrito, será conveniente referirnos a lo que se ha producido de esa forma marginal y desarticulada que hace pensar en una tradición descontinuada y en un potencial alto y fuerte.

Esfuerzos aislados de uno que otro maestro por superar las deficiencias de material bibliográfico docente; o producción marginal que, sin propósito, llega a los niños, ya sea porque sus propósitos epocales hoy han sido superados y porque conserva elementos lúdicos: tradición oral, mezcla de folklore y de literatura. El mestizaje lingüístico, las creencias míticas y religiosas, la fauna, como rápida caracterización de lo que encontramos.

Ordenando esta aproximación a Literatura Infantil, pudiésemos señalar dos vertientes: una fuente popular y otra culta.

Leyendas, cuentos de camino, adivinanzas y villancicos   —33→   anónimos del pasado colonial que han sido recopilados y publicados por algunos autores contemporáneos; pero como aportes al rescate de nuestras raíces culturales, más que como valoración de literatura infantil.

El tío coyote y el tío conejo, cuento de la serie Las pasadas del tío conejo, fue publicado por el Ministerio de Cultura en 1981. Versión recogida de una empleada doméstica, por los poetas Francisco Pérez Estrada y Pablo Antonio Cuadra, coautores a su vez de un Muestrario del folklore nicaragüense. Esta serie, como otros cuentos, escuchados por diversas generaciones se inscriben dentro de la narrativa picaresca: tipos cínicos, marrulleros, pero con una relativa función educativa.

Las adivinanzas también han sido recopiladas y fijadas; merece ser destacado un trabajo de la Profesora María Berros Mayorga, movida por la preocupación y por «la actitud laboriosa y constante frente a la tragedia escolar», como ha dicho el poeta Guillermo Rostchuh Tablada.

En 1966, la autora entregó al Ministerio de Educación una recopilación de adivinanzas que fue publicada en homenaje al I Centenario del Nacimiento de Rubén Darío, con el título La adivinanza en Nicaragua. En 1979, la autora hizo otra edición personal del mismo título. Precedida de una introducción clara, didáctica, que reseña brevemente los orígenes de la adivinanza y su aparición en América en general y en Nicaragua en particular, el material y el índice son temáticos.

Otra obra de la autora es Juegos nicaragüenses de ayer y de hoy (1960), aporte inapreciable que nuestros educadores han valorado, dentro de los avances del conocimiento del niño, para quien los elementos lúdicos contribuyen a su desarrollo psicomotor.

Esta recopilación incluye también un breve análisis y clasificación de los juegos nicaragüenses descritos.

En lo que se refiere al género dramático, el poeta Octavio Robleto es autor de una trilogía publicada en separata de «Cuadernos Universitarios» (León, UNAN): La gallina ciega,   —34→   El tío coyote y el tío conejo y Un jardín para ser feliz. Las tres obras basadas en cuentos populares fueron montadas por Socorro Bonilla Castellón, actual Directora del Teatro Popular Rubén Darío, quien a su vez impulsó la publicación de una revista infantil, Zelmira, que no logró sobrevivir los dos números iniciales; el terremoto de 1972 que destruyó gran parte de nuestra capital cerró toda posibilidad de apoyo financiero.

En lo que se refiere a «Villancicos o Canciones de Cuna», «Arrurú», etc., Octavio Robleto es considerado el máximo cultivador de ese género, logrando conjugar la tradición religiosa de origen hispánico con rasgos propios de nuestro pueblo. Estos villancicos han sido publicados en suplementos culturales de los diarios nacionales e incluidos algunos en poemarios del autor: El día y sus laberintos (León, UNAN, 1976) y Antología (MED, 1982).

En cuanto a la vertiente culta, detectamos una producción que, como decíamos anteriormente, llega sin propósito a los niños, ya sea porque sus efectos epocales ya no los cumple ahora; pero donde la rima y los juegos de palabra son elementos lúdicos que despiertan el interés y gozo del niño.

Ejemplo de estos casos los encontraremos en alguna de la poesía y teatro de «vanguardia», escritos irónicos y burlescos de los años treinta contra la burguesía de la época y poesía que, específicamente, los miembros de ese movimiento llaman «lúdica y experimental». Dice José Coronel Urtecho por ejemplo:


Alta
Alba
Alada
Garza



Para describir garza. Igual que para hacer el «Plenilunio» enumera muy originalmente:


Una gallina en un arado
puso un huevo colorado
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puso 1
puso 2
puso 3
puso 4
puso 5
puso 6
puso 7
puso 8
puso 9
puso 10
Puso ¡Puaff!
La luna.



En nuestra literatura, siendo la tradición poética el género predominante, no podía faltar el verso como recurso y tenía que ser nuestra voz más alta, Rubén Darío, (1867, 1916), quien dejara muestras magistrales del cuento versificado: Margarita, poema predilecto de veladas escolares, fantasía feliz de nuestra niñez; Sonatina, La cabeza de Raví. Estrofas moralistas en la abundante obra de Darío, como La Caridad; un prólogo versificado al libro de Salvador Calderón Ramírez, Cuentos para Carmencita (del autor a su hija). Darío titula el prólogo Pequeño poema infantil para Carmencita Calderón Gomar.

Edición efímera de un libro de cuentos de hadas como el de Agenor Argüello, poeta modernista, leonés, cuya conservación la debemos a la biblioteca particular del bibliógrafo Dariano José Jirón.

Otros aportes han provenido, como decíamos, de la preocupación de maestros, son los de Azucena Quintanilla, Luz Daniela Talavera, Adelina Rosales y Aula Lina Salazar, coautoras de libros de lectura de primaria: Casita, Caracolitos, Alas y otros.

Poemas para sus hijos y sobre los animales de la fauna nacional encontramos en la obra de Luis Rocha (Premio Rubén   —36→   Darío, 1983) y en algunos poetas.

Gioconda Belli, poeta (Premios Mariano Fiallos Gil y Casa de las Américas), ha incursionado un poco en el cuento infantil, como vehículo de comunicación para transmitir a nuestros niños los valores revolucionarios.

Ernesto Cardenal, nuestro actual Ministro de Cultura ha recurrido también al verso libre para realizar el cuento de carácter histórico, por así decirlo: Las loras, El chancho que no se comió Rigoberto, El cuento de los garrobos.

Uno de los fundadores del Frente Sandinista de Liberación Nacional, el hoy Comandante de la Revolución, Tomás Borge, se ha caracterizado por su especial interés en los niños nicaragüenses a quienes ha definido como los «mimados de la revolución».

Este mimo del que constantemente da testimonio personal impulsando y apoyando proyectos para la niñez lo lleva a transformar sus discursos para los niños en cuentos originales, narrados en voz alta en plazas, parábolas imaginativas de la historia, forjadoras de la conciencia crítica del hombre nuevo.

Vale citar El macho malo, alegoría del dictador derrocado y que fue narrado por el Dirigente en el evento de conmemoración de la caída del héroe de once años, Luis Alfonso Velázquez Flores.

El relato a campo abierto en medio del parque Luis Alfonso Velázquez frente a la Biblioteca Infantil de su mismo nombre constituyó una verdadera muestra para los bibliotecarios del arte de narrar. El Dirigente decía la primera parte, sugiriendo la continuación, que era coreada con entusiasmo por los niños.

Para concluir diremos que esta producción dispersa y discontinua es lo que constituye hasta la fecha la literatura infantil en Nicaragua.

Es ya en el marco de nuestra revolución sandinista que el Gobierno Revolucionario impulsa y desarrolla proyectos que garanticen la coherencia de acciones para el rescate de nuestras   —37→   raíces culturales, la defensa de nuestro patrimonio y la democratización de la cultura.

El departamento de Preescolar de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNAN trabaja actualmente en la selección de bibliografía infantil, tanto a nivel nacional folklórica y general, como latinoamericana, desde un punto de vista didáctico, clasificando de acuerdo la temática su correspondencia con las dimensiones de la personalidad del niño: socio–afectiva, psicomotora (lúdica) y producción sobre flora y fauna.

También merece destacarse iniciativa como la del colectivo docente del Departamento de Preescolar del Ministerio de Educación, maestros que de su propia inspiración han escrito cuentos que son reproducidos modestamente en mimeógrafo y que además de ser utilizada; en los programas educativos regulares, han pasado a formar parte del fondo bibliográfico de la «Biblioteca Infantil Luis Alfonso Velázquez».

Esta biblioteca, proyecto piloto de la Dirección General de Bibliotecas y Archivos del Ministerio de Cultura, tiene como objetivo fundamental el fomento de la lectura en los niños y funciona como núcleo coordinador de otros programas que se desarrollan en las salas infantiles de la red de 43 bibliotecas públicas con que ya cuenta nuestro país,

La creación de la primera editorial del país, formalmente hablando, Editorial Nueva Nicaragua, que no obstante sus capacidades aún están muy por debajo de las totales demandas de lectura de nuestro pueblo, ha firmado convenios de coedición de libros infantiles con varios países de Sudamérica y también ha iniciado proyectos de edición con algunos comités de solidaridad.

Cuentos inéditos de concursos infantiles, en los que nuestros niños, maestros y algunos escritores han volcado su imaginación, se encuentran a la espera de salir a la luz en un país que día a día se ve obligado a sacrificar sus incipientes recursos en la defensa de su soberanía, pero que va encontrando creativamente, formas para superar las limitaciones.

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Podemos asegurar al mundo que así como nuestro pueblo empuña el fusil contra el imperialismo, estrecha así mismo las manos de la solidaridad de pueblos hermanos que nos permitan evitar la marginación en el desarrollo de los programas sociales.

Colaboración de:

Poeta Julio Valle Castillo

Departamento de Literatura

Ministerio de Cultura

Comité Técnico Asesor de la Biblioteca Infantil Luis Alfonso Velázquez.