Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Indice
Abajo

Amor que dilata y traspasa el corazón [fragmento]

Sor Josefa María García





Fue mi amor Jesús servido retirarse de mí por un tiempo, y enviarme unas sequedades y desamparos tan grandes, que me parecía no haber ya Dios para mi remedio. Con todo eso, clamaba a mi amor Jesús, y le decía en lo más profundo de mi alma: ¡Dios de amor!, no me desamparéis; mirad, que soy obra de vuestras manos. No permita vuestra infinita misericordia que esta criatura vuestra se malogre. Estas, y semejantes exclamaciones, hacía a mi amor Jesús, mi afligido corazón. Y un día, estando en la oración, poco antes de comulgar, le pedí a su Majestad, hallándome entre tantas amarguras, que me diera qué padecer por amor suyo, y que ése sería mi descanso mayor. Sintiéndome, pues, con unas ansias y deseos vivísimos, tanto que yo no puedo explicarlo, de amar intensamente a mi Jesús, y padecer por su Majestad los más crueles martirios, sentí un ímpetu de amor tan vehemente, que, o se me rompieron, o se me ampliaron las costillas; y me parece que me pasaron el corazón de parte a parte, como si me arrancasen las entrañas. El dolor fue tanto, que a no haberme asistido el que todo lo puede, hubiera muerto indefectiblemente allí; pero no deseaba que se acabase aquel padecer; porque al mismo tiempo que el cuerpo padecía la mayor pena, la alma se hallaba con un gozo indecible y celestial: yo estaba engolfada entre pena increíble, y regocijo como inmenso.

Las costillas me han quedado, yo no sé si rompidas, o cómo ello es. Sólo sé que padezco un continuado martirio. No puedo tocar la carne, que corresponde sobre el corazón, porque está sumamente sensible. Es tanto el exceso de ardor que tengo en el mismo corazón, que para lograr algún alivio, muchas veces me veo precisada a ponerme yerbas friísimas sobre el pecho. Mi Confesor me hará caridad de traérmelas, cuando pueda. El mismo Señor me ha dado a entender que así me conviene, para que padezca por su santo amor. Yo lo tengo bien experimentado; pues creo que mi vivir es como de milagro; teniendo las costillas en gran de alto en la correspondencia del pecho, y a la parte de las espaldas se eleva más de una mano, según me dicen. Si estoy arrodillada, o me inclino, como los huesos salen de sus lugares, no puedo explicar el dolor que padezco. Gracias a mi amor Jesús, que me ha dado para siempre un recuerdo tan firme y eficaz de su amor santísimo.





Indice