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El título completo del primer tomo de dicha serie es el siguiente: Zumbas con que el famoso Juan de Espera en Dios, hijo de Millán y sobrino de Juan de Buen Alma, acude a dar vayas, bregas y chascos con los alegres gracejos y salados periodos de la divertida serie de su graciosa vida a la melancolía y de sus macilentos contertulios en los desvanes de los desairados aprensivos donde intentan anidarse; las que traducidos del español al castellano irá dando a luz los jueves de cada semana Don Joseph de Santos Capuano, según se las deparó la feliz casualidad a su hermano Don Santiago y éste se las vaya remitiendo a Madrid, en gracia, obsequio y para honesto recreo de los sencillos y claros labradores y de los muy honrados y prudentes comerciantes, fabricantes, artesanos, menestrales, etc., aplicados y leales vasallos de S.M., a quienes se las dedica. Con licencia. Madrid: En la Imprenta de González, MDCCLXXXVIII. Utilizo la reedición de 1799 (Madrid, Imprenta de Villalpando).

 

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Además de la serie que acabo de citar, José de Santos Capuano escribió o editó numerosas obras, cuya relación elaboro con los datos que aparecen en la pág. 336 del tomo de Archi-zumbas y en la pág. 441 de la edición de 1799 de las Zumbas, y con los que proporciona Aguilar Piñal en las entradas correspondientes a José Santos y a José Santiago de Santos Capuano (sic). Creo que José Santos es nuestro José de Santos Capuano, ya que publica libros sobre Feijoo y sobre Isla, autores a los que cita en Zumbas, como veremos. He aquí sus otras obras: Índice general alfabético de las cosas notables que contienen todas las obras del muy ilustre señor D. Fr. Benito Gerónimo Feijoo... (Madrid, Antonio de Sancha, 1774; y Pamplona, Benito Cosculluela, 1787); Cartas morales consolatorias de un anciano a su sobrina... (Madrid, 1786; «se darán sueltas o en un tomito en octavo», se dice en la pág. 336 de Archi-zumbas); Ayo de lo juventud cristiana (Madrid, Blas Román, 1789; Aguilar Piñal señala que es traducción de Regnault); Convite cortesano de la fama a los fieles y nobles españoles... (Madrid, Blas Román, 1789); Tertulia indicativa de los males... (Madrid, s.i., 1792); Tragi-comedia nueva. La virtud, aun entre persas, lauros y honores grangea (Alcalá, Isidro López, s.a.); Sumario de la Historia eclesiástica en verso. Por el P. Isla, de la extinguida Compañía. Concluido hasta el presente año por Don Joseph de Santos. A que sigue el sumario de la Historia de España del mismo Padre Isla (Madrid, González. 1788; Barcelona, Viuda de Piferrer, 1788; y Zaragoza, 1789. En la información que aparece sobre esta obra en el Memorial Literario, III, 1788, pág. 401, se dice se dice que los siglos XVII y XVIII «están trabajados por el editor, que ha procurado imitar en lo posible al P. Isla»); Portal de mauleros... (Madrid, s.i.. 1789. Aguilar Piñal cita un tomo, pero en Archi-zumbas se anuncian dos. Además, en Zumbas se da como obra independiente de ésta a Representación que los asnos de Madrid hicieron a la diosa Cibeles del Prado, que en Aguilar Piñal figura como «texto» de Portal de mauleros); Romance historial de la Sagrada Pasión (¿?); Colación y cena a un tiempo (¿?; «a dos reales»); El pelele siempre vivo, que todos los años muere (¿?; «a 2 reales»); Anteojo de larga vista para ver las ferias (¿?; «a 12 cuartos»); Gracias pedidas y negadas con gracia (¿?; «a 6 cuartos»); Despedidas de los forasteros (¿?; «a 5 cuartos»); e Introducción reverente a las Sagradas Misiones... (¿?; «un tomito en dozavo»). De todos modos, algunas de las atribuciones quizá sean dudosas.

 

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Señalemos a título de curiosidad que en la pág. 112 del último tomo de la serie, el de las Archi-zumbas, el autor ironiza sobre aquéllos que escriben «todo género de amenas tipográficas y sazonadas frutas literario-viajísticas» pero ello no es obstáculo para que posteriormente se dediquen más de cien páginas a describir la China y las andanzas del protagonista por aquellas tierras, desde las cuales regresa a España, vía Nápoles, para morir loco a la edad de veintinueve años. Otro espacio exótico que se suma a los señalados por el profesor Francisco Latarga en su documentado artículo «Territorios de lo exótico en las letras españolas del siglo XVIII», Anales de Literatura Española (Universidad de Alicante), n.º 10, 1994. págs. 173-192.

 

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Se trata del romance «A mis soledades voy, / ... de mis soledades vengo», y de los sonetos «Mucha hebilla, poquísimo zapato, /... es petimetre quien le da la gana» y «Sobre la ceja el erizón batido, /... es grande petimetra la más loca». En nota (pág. XV), se dice que fueron publicados en el Diario de 7 de Mayo de 1787), 11 de Enero de 1788. Aguilar Piñal localiza los dos sonetos con las mismas referencias bibliográficas, añadiendo las respectivas páginas y con una variante (escribe «rizón» en vez de «erizón», término este último que me parece más correcto, pues significa, en su acepción segunda en el DRAE, «peinado femenino del siglo XVIII, con aspecto de erizo»). El romance, que es una sátira basada en el tópico del mundo al revés, lo documenta Aguilar Piñal no en el Diario Curioso de Madrid, donde he comprobado aparece anónimo el 7 de Mayo de 1787 (por error, ese número, el 311, figura como de «Abril»), sino en el Diario de Valencia, de fecha 17-II-1795, atribuyéndolo a un inidentificado D.P., aunque, en teoría, puede tratarse de otro poema de similar y «tradicionalizado» incipit (el gran dieciochista no reproduce el verso final).

 

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Era frecuente que los editores o autores del siglo XVIII aludieran en sus obras a otras que habían publicado con anterioridad. Esto es lo que hace el propio José de Santos Capuano en la nota que aparece en la página 198 del tomo de las ...Tarara-zumbas, donde hace propaganda de El ayo de la juventud cristiana de ambos sexos, de la que se dice que ya lleva tres impresiones y que ha sido elogiada por el P. Don Fernando Scio, maestro de las infantas de España; además se señala que la condesa de Montijo la usa para sus hijos «en el idioma original, como la dama que le trajo de Francia para sí y fue el que se tradujo y usa de ambos».

 

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Hay un tercer modo de incorporar un cuento tradicional al relato novelesco: ponerlo en boca de un personaje para que éste demuestre su ingenio o alguna otra habilidad o mérito. No encuentro ningún ejemplo en el tomo de Zumbas pero sí en el de Tatara-zumbas (Madrid, Blas Román, 1794, pp. 65-69), donde el pupilo Juanito de Espera en Dios demuestra su ingenio (aunque también, en parte, su necedad) con el relato del cuento tradicional de la discusión entre un pastor cristiano y un moro acerca del número de santos de sus respectivas religiones. Con un cristiano y un hebreo como protagonistas y en una formulación más breve, aparece documentado en la Floresta española de agudezas de Francisco Asensio (pág. 144: VI, I, XII).

 

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En el tomo IV o Archi-zumbas (pp. 86-91) se narra la experiencia de acostumbrar a un asno a no comer, con lo que dicho animal fallece cuando estaba «acostumbrándose» a vivir sin tomar alimento. Aplicado a un estudiante que pasa dichas privaciones, aparece un relato similar en la Floresta española de agudezas de Asensio (pp. 90-91, III, VIII, XII).

 

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La elección de Virgilio para ponderar por comparación los méritos de Richardson no es casual. Hay que recordar que la inexistencia de la novela en las poéticas llevaba a novelistas y preceptistas a asimilarla al género narrativo que consideraban más cercano, el poema épico. De hecho, en este prólogo, Valladares precede a esa comparación señalando que no hay más diferencia entre novela y poema épico que el estar escrita aquélla en prosa y éste en verso (I, pág. 6)

 

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En adelante, las citas de La Leandra se harán entre paréntesis, indicando únicamente el volumen, en números romanos, seguido de la página. En todas las citas mantengo la grafía del original.

 

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De la novela como género. Valladares no se refiere sólo a su novela: está haciendo en este prólogo un intento de definición del género, una poética, lo que, independientemente de los valores de su propia obra y de la falta de ajuste manifiesta entre sus propósitos teóricos y sus resultados prácticos, no deja de tener su interés y su mérito dada la desorientación en la que se encontraban los novelistas en estos años ante la ausencia de pautas para crear sus obras.