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Universidad Complutense
Este trabajo está dedicado a la presentación de tres poemas olvidados de don Ramón Pérez de Ayala: La mandolinata (1903), La diosa locura (1903), y La bella Lucerito (1911). Tres nuevas aportaciones que engrosarán la que esperamos, algún día, poder llamar obra completa del creador asturiano. Y que para intentar llegar a dicho momento resta trabajar, sobre todo, la faceta menos investigada de nuestro gran autor: las publicaciones periódicas.
Pérez de
Ayala comenzó muy tempranamente su colaboración en
distintos medios escritos de su ciudad natal; según
Ángeles Prado «inicia su vida periodística en
Oviedo escribiendo revistas de las riñas de gallos, a las
que asistía con su padre. Estos artículos, que iban
en prosa y en verso, aparecieron en El correo de Asturias
bajo el nombre de Torquemada»73.
Jesús Andrés Solís nos confirma en otra
información, que «existía por entonces en
Oviedo un periódico que se publicaba dos veces por semana.
Se había fundado en el año 1883, titulado El
porvenir de Asturias... El trabajo titulado El milagro del
padre Padial y una novela corta que tituló Trece
Dioses, publicados en este periódico, fueron los
primeros pasos dados en firme en el campo de las
letras...»74;
en cambio Lozano Marco, refiriéndose a la obrita
Trece
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Mas estos primeros
escarceos todavía no han sido publicados; y aquellos que
versan sobre peleas de gallos, que con seguridad han de ser
anteriores a 1900, tampoco hemos podido verlos (todo se
andará). Por tanto debemos -de momento- ceñirnos,
respecto a sus primeras colaboraciones, a aquellas revistas y
periódicos que, a su llegada a Madrid, le ofrecieron sus
páginas para estampar sus ideas y frescos conocimientos. Una
vez instalado en Madrid76,
revistas como Alma española, La revista
ibérica, La lectura,
Helios...77
plasmaron su firma; y periódicos, destacando su
colaboración en El imparcial78
dirigido por Ortega y Munilla, padre de su gran amigo José
Ortega y Gasset. Es el comienzo de lo que se puede llamar una
duradera relación intelectual y de información con el
público, cuyo mediador fue la prensa escrita. Al respecto
señala Fernández Avello que «la trayectoria
vital del escritor Pérez de Ayala se halla vinculada a los
periódicos, a la servidumbre de la colaboración en
las revistas»79.
Si bien es incuestionable que nuestro autor mantuvo una
relación simbiótica con la prensa a causa de
imperiosas necesidades económicas que le atribularon la
mayor parte de su vida, no es cierto que el inicio de esta su
relación con las publicaciones periódicas esté
marcado por el mismo signo, muy al contrario, el joven Ayala,
recién llegado a Madrid, necesita publicar aquello que, bien
trae confeccionado en su maleta, bien porta en su mente despejada y
clarividente, con el indeleble fin de adquirir fama ante el
público y los editores, y sirva para ello la noticia
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Como es natural, me encuentro en perfecta tranquilidad de espíritu... Espero hacer acopio de energías y ponerme pronto a trabajar, no con noble ahínco y desinteresado fin de arte, sino en coña y buscando por todos los medios lícitos o ilícitos estéticamente el halago fácil de esas malas bestias -los editores y directores de periódicos- y ese animal inmundo -el público-80. |
Muy distinta se presenta la vida del joven Ayala con posterioridad al fatídico fallecimiento de su padre -febrero 1908-. Ahora sí necesitará de la colaboraciones periodísticas para poder desempeñar con decoro económico el ejercicio literario, como demuestra una carta -con fecha 23.09.1910- dirigida al «venerable y amado maestro», que así era su tratamiento hacia don Benito Pérez Galdós:
Necesito que Vd. escriba a D. Miguel Moya81 algunas líneas en favor mío: quiero comenzar... a hacer impresiones críticas... Se lo suplico a Vd. con particular instancia porque mi situación económica es muy apurada82. |
Deducimos dos etapas en la trayectoria de colaborador periodístico de don Ramón: a) Primeros trabajos en publicaciones de su ciudad natal. Llegada a Madrid e iniciales contactos; búsqueda de la fama y despreocupación económica; b) Desde la muerte de su padre hasta, casi, los últimos momentos. Imperiosa necesidad de colaborar para con ello subsanar su tan mal traída economía, puesto que la publicación de nuevas obras y la reedición de otras no reportaban suficientes emolumentos.
Pérez de
Ayala, en su dilatada carrera de colaboración en diferentes
medios de letra impresa, publicó -mayoritariamente-
artículos, de diversa índole temática, todos
impregnados de ese tan peculiar estilo que le caracterizaba,
además de ser portadores de la formidable cultura que su
ejecutor poseía; y textos estrictamente literarios: cuentos
y poemas. A estos últimos me referiré posteriormente.
Antes un inciso, y mencionar la teoría de Pierre Sallenave
con respecto
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No es muy convincente tal teoría, ni aquella que defienda otra parcela genérica, en concreto, del escritor asturiano. Creo, ante todo, que Pérez de Ayala es un «creador», y que como una totalidad de pensamiento y humanismo, y sólo como tal, se entenderá su obra completa, cuando se estudien los grandes vínculos existentes en la estructura profunda de los géneros por él practicados. La comprensión y entendimiento del pensamiento y teoría de don Ramón Pérez de Ayala será el resultado de la investigación conjunta de su total producción literaria.
Aunque
cuantitativamente representan una minoría con respecto a sus
artículos-ensayos, las publicaciones periodísticas de
cuentos y poesías son de un enorme valor. En relación
a la cuentística poseemos hoy en día, un
pormenorizado y exhaustivo estudio de Miguel Ángel Lozano
Marco84
donde clasifica e investiga el contenido y forma del texto para su
mayor comprensión. Mas falta el riguroso estudio que
obtendríamos si tuviésemos todas las versiones (en
este caso periodísticas) de cada uno de los textos; trabajo
que se realiza con otros autores y del que nuestro insigne autor
hállase abandonado -objetivo impuesto y en el que estoy
trabajando-. Sirvan de ejemplo, para demostrar la importancia del
mencionado trabajo, los datos que, a continuación expongo.
El relato El último vástago, hasta el
momento, puede estudiarse manejando dos versiones: a) el manuscrito
del texto que es del que se sirvió García Mercadal
para introducirlo en la segunda edición del tomo I de las
Obras Completas85;
b) una versión hallada por Joaquín
Forradellas86
en la revista barcelonesa Hojas selectas (junio-septiembre
de 1905, el texto abarca las páginas 535-542, 626-632,
721-727, 825-832, 921-928 y 1015-1022); y una tercera
versión -en este caso segunda periodística- que doy a
conocer, ahora, en
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Otro caso, hasta hoy desconocido, nos lo ofrece el cuento La prueba, escrito, según aparece en la tabla cronológica realizada por Lozano Marco (Del relato modernista..., 1983; p. 39), en el año 1905; que aparece en la segunda edición del tomo I de las Obras completas, p. 1100, con el día y el mes -24 de junio- de su escritura o publicación; y escribo publicación porque efectivamente la fecha -24.06.1905- se corresponde con la datación que poseo del texto, tras haberlo hallado publicado en la revista Blanco y negro, con la misma fecha de 24.06.1905. Pues bien, de este mismo texto he encontrado una nueva versión, que es de gran interés, publicada en la revista madrileña La semana, en el número 23, correspondiente al día 21.10.1916, páginas 6 y 7. Es inconcuso que un trabajo realizado con estas garantías, manejando siempre que sea posible la mayoría de versiones existentes o la totalidad de ellas, dará como resultado un positivo fruto a nuestra investigación.
Análoga
situación tenemos con la poesía. El único
estudio serio, sobre la poesía de nuestro autor es el
realizado por Víctor García de la Concha88;
contiene un análisis profuso de las fuentes, acercamiento al
texto, evolución de la poética ayalina y algo que se
debe destacar: la confección de una tabla cronológica
de los poemas. Aunque, eso sí, en numerosos casos se
desconoce la primera publicación de esos textos, por lo que
el estudio adolece de un verdadero análisis crítico
de las variantes. Algo similar defiende Elías García
Domínguez refiriéndose al trabajo de García de
la Concha a propósito de las variantes existentes entre el
texto de Obras completas y el de las primeras ediciones.
García Domínguez cree que «una
confrontación cuidadosa habrá de dar, sin duda, una
cosecha nutridísima, a juzgar
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Efectivamente estas variantes se dan en los poemas de Pérez de Ayala; veamos algunos casos:
a) El poema Dame mi premio que forma parte de la novela Troteras y danzaderas, se publicó por vez primera el 03.04.1911 en Los lunes de «El imparcial»90. Este presenta diversas variantes entre las tres versiones que he cotejado: El imparcial, Troteras y danzaderas91, Obras completas92. En principio advertir que, tras la comparación efectuada, la noticia ofrecida por García Domínguez en su trabajo, y que dice: «El texto de Dame mi premio (O.C., 55-56) se aparta también del poema correspondiente publicado en Troteras y danzaderas (O.C., 501-562) en no menos de ocho versos»93, no puedo ratificarla porque tras su comprobación resulta que varían en un verso. Me explico. Los textos de El imparcial y el de O.C. II, p. 55-56, ofrecen el siguiente texto:
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(versos 13, 14, 15) |
Mientras que en Troteras y danzaderas (tanto en O.C.I, 1.ª edición, 1963; pp. 561-562, como en la edición de Andrés Amorós, Castalia, 1984) los versos se distribuyen así:
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(versos 13, 14) |
Esta es
la verdadera diferencia entre los textos que he comprobado.
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El
imparcial O.C.II |
Troteras y danzaderas |
V.4: «y he bebido de
mi vino agrio y acedo;...» |
V.4: «y he bebido mi vino acedo...» |
V.6: «...y crímenes confusos del antaño..» | V.6: «...delitos arrastrados del antaño...» |
V.26: «...un
albergue, no más, de rústica esquiveza...» |
V.25: «una casa no
más, de aldeana esquiveza...» |
El imparcialTroteras y danzaderas | O.C. II |
V.1: «Señor:
yo que he sufrido tanto, tanto» |
V.1: «Señor:
yo he sufrido tanto, tanto» |
V.23:«...que allí nuestra oración» | V.23: «...que allí nuestra canción» |
b) El poema Figuras elegíacas se publicó el 21.11.1910 en Los lunes de «El imparcial»94, y corresponde al texto que comienza con el verso Cerrar los ojos... que aparece en la tabla cronológica ofrecida por García de la Concha en su trabajo95, aunque en éste se fecha, junto con el resto de los poemas de La pata de la raposa, en el año 1911.
Cotejadas distintas versiones del poema -El imparcial,
Obras completas96,
La pata de la raposa97
-he observado, así mismo, ciertas variantes en el
número de versos98
y en el léxico utilizado. El texto de El imparcial
y el de O.C. II (pp. 62-63) poseen el mismo número
de versos: veinticuatro; difiere del texto de
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El texto de O.C. II (pp. 62-63) es idéntico al aparecido en El imparcial -primera versión periodística del poema- por lo que no cabe duda que García Mercadal se sirvió de una copia manuscrita de éste para fijar su contenido en las O. C. II.
Variantes léxicas:
El
imparcial O.C. II |
La pata de la raposa |
V.2: «...ciega, sagaz y cauta, asirte...» | V.2: «-aunque ciega,
sagaz y cauta sirte...» |
V.3: «...las tuyas, breves...» | V.3: «...la tuya breve...» |
V.8: «,..de joven pulcritud...» | V.8: «...de infantil pulcritud...» |
Y por último, respecto a este texto, señalar que en la primera edición de La pata de la raposa el verso séptimo aparece como sigue: «tu aroma sin aroma, que dimana», mientras en la excelente edición realizada por el profesor Andrés Amorós (La pata de la raposa, Labor, 1970) este verso queda de la siguiente forma: «tu aroma, que dimana».
c) La danza universal se publicó el 26.04.1915 -asimismo-en Los lunes de «El imparcial»99, y posteriormente sería incorporado al libro de poemas El sendero andante100. Además de las versiones de El imparcial y la primera edición de El sendero andante, he utilizado la edición de éste en Obras completas II (1963); a partir de ahora citaré por el año de la edición, según corresponda: 1915, 1921, 1963.
En la
versión de 1915 el poema consta de sesenta y nueve ver sos,
mientras que las de 1921 y 1963 están formadas por
tres
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Este texto presenta menos variantes, pero es relevante que algunas de ellas difieran en las tres versiones. Veámoslas:
1915: V.2: «y fabulosa-mirra y sol-;» |
V.65: «y es superfluo añadir qué tal» |
1921: V.2: «y fabulosa -mirra y sal-;» |
V.68: «yo no digo si bien o mal» |
1963: V.2: «y fabulosa -sol y sal-;» |
V.68: «sólo Él sabe si bien o mal» |
Ha sido empeño demostrativo el ejemplificar con estos casos minoritarios parte de la abundante colaboración de Pérez de Ayala en la prensa escrita, en su activa vida profesional. Y ratificar la necesidad de estudiar esta parcela tan olvidada en el escritor asturiano; pues, aunque meritorio, es insuficiente lo llevado a cabo por el erudito José García Mercadal. Primero, porque son muchos los artículos que restan por recuperar; segundo, porque no existe una investigación crítica que abarque la ensayística ayalina101. Además de lo ya consignado sobre su narrativa corta y poesía.
Ramón
Pérez de Ayala accedió a la consagración en el
agreste mundo literario mediante la publicación de un libro
de poemas titulado La paz del sendero en 1904102.
La poesía es el género en el que se inicia con
ahínco y predilección, y del que se
acompañará en los últimos días de su
existencia. Ya desde el inicio de su labor creadora, con el libro
señalado, se vislumbran en esencia las
características
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La teoría omnicomprensiva y universal sobre la poesía nos la expresa el creador asturiano en los siguientes términos: «La poesía... se reduce a una visión íntegra de la vida»105; pero, además se refiere a una reflexión individualizada subjetiva, la cual, solidarizándose, se convierte en algo superior y colectivo; como el mismo autor nos comunica, «el semblante auténtico del alma de cada pueblo se retrata en su poesía»106.
Desde los primeros
inicios don Ramón fue excelentemente considerado por la
crítica, tanto militante como académica, que no vio
en él esterilidad de contenidos ni ornamentación
excesiva en lo formal. Así, Pedro González Blanco nos
advirtió que «y bien superficial será quien vea
en él un retórico decadente, inclinado a los
concetti, por
esa su distinción, correcta y encerrada en el ideal
clásico del estilo»107.
Y este su estilo no es reflejo de superficialidad, mas al
contrario, es un conjunto de excelencias personalísimas
reflejadas en su poética, al ser el joven autor asturiano,
como advierte el anterior crítico, «uno de los pocos
jóvenes que tienen en España la enfermedad de la
perfección y la cultura suficiente para
tenerla»108.
Y refiriéndose, en concreto, a La paz del sendero,
considera la poesía contenida en él como «lenta
y enervador a evocación de espectáculos en claro
obscuro
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Ángel Guerra es más tajante y sagaz, llega a declarar que «La paz del sendero, libro de poeta, me reconcilia un tanto con la lírica española moderna»110, y ello es debido a que «pocos como él saben y pueden sentir el alma de las cosas»111, puesto que, en opinión del crítico, en la poesía española respíranse aires poco favorables:
La lírica se halla en plena crisis, por no decir irremediable decadencia112. |
Y es en Pérez de Ayala donde encuentra el crudo sabor de lo terreno y el alto vuelo del espíritu, y por ello advierte dos orientaciones definidas en nuestro creador:
De pronto remóntase idealista, con aliento místico... mientras que en otras ocasiones, arraiga en la tierra con marcado sabor panteísta, y a los seres inanimados les da alma y vida113. |
Crítico inteligente e inmenso poeta, Rubén Darío expresó en breves y precisas palabras sus primeras impresiones sobre un joven poeta que había dado a la luz su primer libro La paz del sendero; tras la lectura de la obra manifiesta Darío que «tiene el autor demasiado talento para que sonriamos ante la premura de un dolor fatal apenas entrevisto. Desde esos primaverales años clama una voz de hondo y meditabundo poeta, animado por el mismo saber, amargo don del destino»114. Y subraya algo que será característica inconcusa e indeleble a lo largo de su vida como creador y estilista, acaparando no menos adversidades de lectura ante el gran público que ante la crítica: su intelectualismo estructural y racional. Comenta el maestro, sobre el futuro gran maestro:
Pérez de Ayala, de abolengo literario que obliga, es, en la generación a que pertenece, de los poetas que piensan115. |
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Me refiero a La mandolinata -07.02.1903-; La diosa locura -22.02.1903-, ambos publicados en la revista El álbum Ibero-americano; y La bella Lucerito, aparecido en enero de 1911 en la publicación Comedias y comediantes; las dos, revistas madrileñas.
El álbum Ibero-americano, de aparición quincenal, es una revista de formato grande, ilustrada en blanco y negro. El director era Francisco de Paula Flaquer. El contenido era muy diverso, aunque predominaba el carácter aleccionador y didáctico; así, se encuentran análisis sobre temas sociales, arte, publicación de cuentos y poesías de jóvenes autores, y otras secciones variadas de gran actualidad en su momento. Sobresale la dirigida por Concepción Gimeno de Flaquer, de marcado signo feminista, con artículos como el titulado ¿Mujer o hembra?; colaboraron también en esta sección Carolina Coronado y Carmen de Burgos Seguí (Colombine). En el terreno crítico-artístico nombres como el de Rubén Darío -La gitanilla, poema, 22.08.1903-, Enrique Díez-Canedo, Pedro de Répide, Eugenio Sellés, Pedro González Blanco, José Nogales, Maurice Leblanc, Maeterlink, D' Annunzio, Eça de Queiroz, y el ensayo del eminente Premio Nobel de medicina -además de gran humanista- Ramón y Cajal: Sobre el Quijote, 07.03.1903.
Comedias y comediantes se publicó desde el año 1909 hasta 1912; desde el n.º 1 -01.11.1909- hasta el n.º 23, octubre de 1910, su aparición fue quincenal; y desde el n.º 24, octubre de 1910, hasta el n.º 43, mayo de 1912, mensual. El contenido, como nos sugiere el título de la misma, versa sobre el mundo del teatro: entrevistas a los actores, actrices y autores del momento; crónicas de importantísimos críticos del momento como Alejandro Miquis, José Alsina, Antonio Asenjo; publicación de obras teatrales de escritores de la época, destacando por su influjo Jacinto Benavente; un apartado final sobre el cotilleo que este mundo del teatro, tan particular, lleva consigo. Y por último, una sección encabezada por el epígrafe «Las mujeres del teatro», donde apareció el poema La bella Lucerito de Pérez de Ayala; colaboraron asimismo en este apartado, prolíficamente, Julio Hoyos, González Pastor y Emilio Carrere.
Igual que ocurre
con la colección de El álbum
Ibero-americano, la de Comedias y comediantes se
encuentra (después de haber comprobado
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A) La mandolinata está formada por cincuenta y seis versos, distribuidos en catorce cuartetos, cuyos versos, dodecasílabos, riman en consonante ABAB. Es, sin lugar a dudas, la elevación de la forma métrica, tan patente en el modernismo, o como Navarro Tomás afirma en su ejemplar obra:
La armonía de vocablos, acentos, sonidos y rimas entraba en el propósito renovador que aspiraba juntamente a la depuración y enriquecimiento del verso, de los temas y del lenguaje poético117. |
La mejor definición de este texto es la belleza del contenido, por lo surreal e idealista. Seis personajes, que son seis idílicas imágenes femeninas, contienen en sus gracias y movimientos el embrujo de una sensualidad espiritualizada, acorde con el perfecto trazado formal que este texto presenta, mas no con vaciedad sino, al contrario, con sugerencias musicales y elegancia léxica unidas a un ritmo austero. La riqueza ornamental no sólo se advierte en la ejecución métrico-formal, sino en el vocabulario rico y copioso tan característico en el maestro Pérez de Ayala:
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B) La diosa locura posee gran similitud formal con el texto anterior: la belleza de las imágenes que provoca el lenguaje tan colorista, rítmico e indeleblemente estilizado, propio y fruto de una imaginación tan copiosamente clarividente. El poema es una crítica al mundo elegante madrileño, tan bellamente estampado que parecen adquirir movimientos reales sus personajes; ofreciéndonos en un cuadro tan común en la época nuevas sensaciones, percepciones y un fino humorismo e ironía, anticipo estilístico de su característica original en la narrativa: lo grotesco. A este respecto, nada mejor que aplicarle al autor asturiano unas frases por él escritas:
Un artista es un hombre que ha consagrado su vida a ver las cosas por primera vez119. |
Y para ello ha de servirse de «el orfebre más sutil y que nunca tuvo ni tendrá quien lo emule...: la imaginación»120.
El texto se
compone, también, de cincuenta y seis versos, asimismo
dodecasílabos. El poema está dedicado al
Marqués de Valero de Urría. Hasta el momento se
conocían dos trabajos también dedicados a dicha
persona: «Carta particular» y «En el homenaje al
Marqués de Valero de Urría»121.
Sobre él nos comenta el biógrafo Jesús
Andrés Solís
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Al Marqués de Valero de Urría
La diosa
locura...
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Estudio al pastel
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C) La bella Lucerito se publicó en 1911, en él el verso ya no transcurre equilibrado, con la majestuosidad del dodecasílabo, sino resquebrajado, inquieto, en plena alteración como los pasos y ademanes gesticulantes de las actrices en el espectáculo. Consta de treinta y siete versos: un quinteto de gran originalidad por el emplazamiento del heptasílabo respecto a los endecasílabos: 7a 11B 11B 11A 11A y ocho cuartetos entre los cuales el verso fluctúa entre el heptasílabo en combinación con el endecasílabo, el eneasílabo y en mínima cuantía el dodecasílabo y alejandrino.
La bella
Lucerito
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(Esbozo de sentimientos que provoca la
danza)
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