La única
obra de teatro escrita por María de Zayas que conocemos es
la Traición en la amistad, publicada primero por
Serrano y Sanz635,
y editada recientemente por Alessandra Melloni636.
Advierte Melloni que, contrariamente a lo afirmado por Paz y
Meliá de que la obra era «autógrafa y
firmada» parece ser, como hizo notar primero Serrano y Sanz,
«un manuscrito de mediados del siglo XVII; es copia bastante
defectuosa; parece ser que el amanuense era andaluz, por la
frecuente conversión de la c en s»637.
La edición de Melloni corrige algunos de los errores de
transcripción hechos por Serrano y Sanz, y también
aclara dudosas atribuciones del diálogo así como
cuestionables interpolaciones de versos o de fragmentos de versos
que faltan.
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––––––––
Melloni fecha la
obra entre 1618 y 1620, basándose en dos hechos. En primer
lugar, es posible que Traición en la amistad sea la
«comedia de excelentes coplas» a la que se
refería Montalbán en Para todos; de ser a
sí, ésta se habría completado necesariamente
antes de 1632, cuando apareció Para todos. En
segundo lugar, Melloni advierte la presencia de versos sueltos en
la comedia de Zayas, que para ella parece indicar una fecha
más cercana a 1620 como el terminus ad quem: «Como è noto,
grazie a una serie di studi, i sueltos spessiggiano nel teatro del
Seicento fino alla prima decade del secolo, per poi diminuire e
scomparire quasi totalmente dopo el 1620»638.
Encuentro un tanto dudosa la fecha propuesta por Melloni por varias
razones. Primero, volviendo a la referencia de Montalbán, me
parece significativo que diga que María de Zayas
«tiene acabada [el subrayado es mío] una
comedia...». Para mí esto sugiere una fecha de
conclusión de Traición en la amistad
más cercana a la de Para todos (1632). Las primeras
noticias que tenemos de la carrera literaria de María de
Zayas son hacia 1621, cuando contribuye con un soneto a los poemas
laudatorios preliminares en la obra de Miguel Botello, La
fábula de Piramo y Tisbe. Podemos estar completamente
seguros de que por aquella fecha estaba escribiendo poesía
activamente, pero no hay ninguna mención de que Zayas
escribiese comedias hasta que lo menciona Montalbán once
años más tarde.
De modo semejante,
si seguimos el criterio de Morley y Bruerton para fechar las obras
de Lope y se lo aplicamos a Zayas, nos inclinaremos también
a buscar una fecha más tardía639.
Después de examinar los tipos de versos usados por Zayas,
hallaremos, entre otros, romances (52,2%), redondillas (10,1%),
sonetos (3,4%), silvas, tipo 2 (5,4%), quintillas (3,3%), tercetos
(1,1%) y décimas (1,3%).
Algunos de
éstos no nos sirven para determinar la cronología
mientras que otros indican el periodo de 1630 a 1635 como muy
probable. Un porcentaje de romances similarmente alto se da en las
obras de Lope de Vega entre 1630 y 1635 (49%-55%) y silvas del tipo
2 (5%-10% entre 1627?-1635). Sin embargo hay unos porcentajes
comparables de quintillas y tercetos entre 1588 y 1635, lo cual no
nos ayuda mucho a fijar una fecha probable. Naturalmente, es
arriesgado
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aplicar a otro autor datos válidos para Lope de Vega, a
pesar del hecho de que María de Zayas fue de la
«escuela de Lope». Sin embargo parece tan válido
como la conclusión de Melloni, si no más
convincente.
La comedia
española del siglo XVII tenía unas
características básicas que fueron observadas por
todos los que trataron de escribirlas: tres actos,
polimetría, un elenco de personajes fijos y, con frecuencia,
un argumento secundario. Lope convirtió estas
características en normas que rigieron hasta bien entrado el
siglo XVIII640.
Traición en la amistad está dividida en tres
jornadas: la primera tiene 862 versos y 10 cambios de metro, la
segunda 935 versos y 14 cambios, y la tercera 1.117 versos y 17
cambios de metro641.
De acuerdo con las convenciones del género, la primera
jornada presenta el conflicto, la segunda el enredo y la tercera el
desenlace.
Traición en la amistad podría clasificarse
como una comedia de enredo o de capa y espada642.
El argumento principal gira en torno al amor, o de modo más
específico, al amor frente a la amistad. Pero es
difícil determinar donde acaba el argumento principal y
donde comienzan los secundarios, ya que los conflictos se
entrecruzan a lo largo de la obra.
El engaño
causado por el amor y sus efectos sobre la amistad sostienen la
intriga de la comedia de Zayas. El amor es el tema o motivo
principal, y su manifestación dramática puede
expresarse en términos de oposición: amor frente a
amistad, y amor frente a honor. Naturalmente, el amor va
acompañado por los celos643
y la acción avanza a través del engaño. Lo
interesante de esta comedia es que estos temas se manifiestan en el
ámbito de los personajes femeninos, es decir, la amistad
entre las damas y el honor de las damas.
La estructura de
la comedia incluye cuatro damas, cuatro galanes -todos nobles-
además de un gracioso y de una criada. Se van
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––––––––
añadiendo otros personajes para hacer avanzar la
acción, aclarar la intriga o proporcionar
música644.
Los personajes, tal y como esperaríamos hallarlos
emparejados al final, son:
Damas
Galanes
Gracioso/Criada
Marcia
Gerardo
Belisa
D. Juan
Laura
Liseo
León
=Lucía
Fenisa
Lauro
Los restantes personajes son Felis,
el paje de Laura, y Antonio y Fabio, músicos. Aunque se
menciona a Leonardo, el anciano guardián de Laura (verso
1043), éste no aparece nunca en escena.
En el acto I se
presentan unos problemas, y las complicaciones continúan
hasta llegar al clímax, muy avanzada ya la tercera jornada.
Entonces se produce un alto -una serie de comentarios, una
fábula y una escena de amor- antes del desenlace. Aunque al
final quedarán reunidas, las parejas comienzan el primer
acto en una situación caótica, separadas por el
enamoramiento de la dama o el galán de una tercera persona;
la acción va encaminada a emparejar a cada uno con quien le
corresponde y a castigar a los causantes del caos645.
Estos
últimos son Liseo y Fenisa. Liseo ya ha gozado los favores
de Laura bajo promesa de casarse con ella pero es un inconstante, y
cuando se alza el telón está cortejando a Marcia.
Desde el principio no solamente rechaza a su prometida sino que
impide a Gerardo alcanzar sus deseos. Por su lado Fenisa, al ver el
retrato de Liseo, se enamora de él, y así nace un
conflicto entre su amor por el galán y su amistad con
Marcia. Pero el amor puede más, y Fenisa intenta persuadir a
Marcia de que renuncie a Liseo. La rabia de Marcia al reconocer las
estratagemas de Fenisa efectivamente rompe la amistad entre las
dos.
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Según se
desarrolla la obra es evidente que Liseo y Fenisa se revuelven cada
vez más en el fango del engaño. Al verse forzada a
escoger entre amistad y amor, Fenisa apenas vacila. Decide
conquistar a Liseo, y descubrimos que ya lo hizo con el don Juan de
Belisa; y luego trata de añadir a Gerardo y a Lauro a su
grupo de admiradores. Cambia de amantes con la misma facilidad con
que cambia de ropa, y con todos se muestra enamorada y
cariñosa. Los engaña porque no le queda otro remedio;
los quiere a todos pero como la sociedad no permite tal cosa,
Fenisa tiene que engañar. Para ella, el amor es un deseo
irresistible de controlar y de poseer a los hombres, sin que
favorezca a ninguno en particular.
¿En qué
parará, amor, tan loco embuste?
Diez amantes me adoran y yo a
todos
los adoro, los quiero, los
estimo,
y todos juntos en mi alma
caven,
aunque Liseo como rey preside.
Estos llamen desde oy, quien lo
supiere,
los mandamientos de la gran
Fenissa,
tan vien guardados que en ninguno
peca,
pues a todos los ama y los
adora.
(1517-26)
Por otra parte,
Liseo se daría tan solo a una mujer, pero no tiene
escrúpulos en engañar a otra para pasar el rato. Su
mayor pecado ha sido abandonar a Laura. Sabe que está mal
«que tú eres la causa desto / y de que yo mi palabra /
quiebre a Dios, a Laura, al mundo» (1381-83), pero no puede o
no quiere arrepentirse. Aunque le gusta compartir el lecho de
Laura, le molestan y cansan los celos y las importunidades de
ésta, lo que acaba beneficiando a Marcia. Dice que ha
terminado con Laura pero no cambia de conducta. Cuando Fenisa le
declara su amor, Liseo decide coquetear con ella aunque no deja de
cortejar «seriamente» a Marcia: «Divina Marcia,
perdona / si en no ser leal te ofendo, / que a Fenisa boi a ver, /
y aun a engañarla, si puedo». (610-13).
Ni Fenisa ni Liseo
hallan ventajas en limitar sus amores y no quieren o no son capaces
de hacerlo. Según las normas de la comedia, estos personajes
tendrán que cambiar o serán castigados, pues son
malos ejemplos que representan una conducta reprensible.
Con ellos
contrastan otros personajes que son paradigma del amor y de la
amistad. Gerardo es un amante fiel y ejemplar que no ceja en su
empeño a pesar de que pretende sin esperanzas desde hace
siete años: «Qual Jacob querré otros siete, /
si he de gozar a Raquel»
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(644-45). Continúa fiel e incluso se enfada cuando se le
acerca Fenisa con proposiciones deshonestas:
¡Calla, lengua de
serpiente,
calla, amiga destos tienpos!
Calla, desleal, y advierte
que he de adorar aquel
ángel:
jamas mi fe se arrepiente
de un ángel, de un
serafín.
¿Con aquesa lengua
aleve
osas hablar y yo escucho
tal, sin cortarla mil vezes?
Por ser mujer Marçia
bella
y dever a las mugeres
sólo por ella respeto,
será mejor que te deje.
(1570-82)
Marcia es la dama
ejemplar y aunque está prendada de Liseo, renuncia a
él por completo cuando se entera de que está ya
comprometido con otra (994-1006). Marcia valora la amistad y el
honor de una mujer más que la atracción que siente
por Liseo. Es, sin duda, la que mayor fuerza moral tiene de todos
los personajes. A ella se debe la idea del engaño-venganza
armado para castigar a Liseo y devolver a Laura su honor; tercia en
una disputa entre Belisa y Fenisa; y pronuncia la sentencia final
contra ésta última.
La mayor parte del
diálogo amoroso no tiene lugar, sin embargo, entre ninguno
de estos personajes, sino entre Belisa y don Juan. Aunque
éste estuvo por un tiempo encaprichado de Fenisa, Belisa le
reprende y le hace cambiar de conducta. Su enojo reaviva el amor de
don Juan y a esta pareja se deben algunas de las mejores escenas
amorosas de la comedia.
Laura, la dama
restante, sirve de «castigo» a Liseo, y la demanda y
reivindicación final de su honor vuelven a poner las cosas
en su sitio. De manera semejante, Lauro, el último
galán, «castiga» a Fenisa. Al final de la obra
todos quedan emparejados con excepción de Lauro, a quien
debería haber correspondido Fenisa. Al fin, él
reconoce sus engaños y aunque ama a Fenisa, acaba por
rechazarla: «...yo te amaba, / no te aborrezco, mas al fin te
dexo» (2448-49).
Todas estas damas
son muy resueltas cuando es necesario aun que hayan sido incapaces
de resistirla subyugadora fuerza del amor. Laura lo fue tanto que
perdió la virginidad y, en consecuencia, el honor. El
matrimonio con el que podría recobrarlo es impedido por
Marcia y Fenisa, sus sucesoras en el corazón de Liseo. Como
sus ruegos
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no causan mella en el ánimo del galán, Laura presenta
su caso a la dama: «Marçia, dame tu consejo, / que si
Liseo se cassa, / vien bes quan perdida quedo» (1028-30),
Marcia renuncia a Liseo de inmediato, generosamente y sin vacilar
pues para ella están primero el honor y la amistad.
Las damas se
solidarizan en su deseo de venganza; Belisa lo hará por
sí sola mientras Marcia y Laura se vengarán juntas.
Marcia ha vuelto a la cordura y puede así proporcionar la
inspiración y los medios para resolver el conflicto y cuando
hable su voz será la de la razón. De hecho, su
función es la misma que la de la figura del rey en la
comedia: ser árbitro, juez, restaurador del honor y del
orden. En comparación con ella, Laura es débil,
desvalida y desorientada. Como infinidad de las
víctimas/heroínas de las Novelas amorosas y
ejemplares y los Desengaños amorosos, es joven
y huérfana:
Mis padres, que el cielo
goçan,
me faltaron a tal tiempo
que cassi no conozí
a los que vida me dieron;
quedé niña, sola y
rica,
con un noble caballero
que tubo gusto en criarme,
por ser de mi madre deudo.
(959-65)
Ha permitido que
se aprovechen de ella y continúa haciéndolo hasta
llegar a punto de perderse para siempre. La restauración de
su honor exige el matrimonio con el que se lo quitó. Al
principio le ayuda Felis, quien sigue a Liseo y descubre así
quien es Marcia y donde vive. Sin embargo, Marcia es quien salva a
Laura, y Marcia es quien discurre el plan para engañar a
Liseo. El plan funciona porque éste piensa que corteja a
Marcia cuando es Laura quien está detrás de la reja.
Una y otra vez Laura teme hablar y tomar determinaciones y
solamente en el último acto recrimina vehementemente a
Liseo, enloquecida por la desesperación: «Cierra essa
ynfame boca, / que no es quimera, no, traydor, mi queja»
(2046-47). Incluso entonces habla amparándose en un
disfraz.
Pero la
envalentona Marcia y es evidente que todas las mujeres
deberían tomar a Marcia como ejemplo. De manera semejante
Belisa decide recobrar a su galán después de que
Marcia declara que Fenisa ha de ser castigada por su
Traición en la amistad. Todas determinan volver por
lo suyo y a la vez defender su amistad.
Fenisa es la
única dama que ni evoluciona ni cambia. Desde el
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––––––––
principio reconoce sus errores pero gusta de ellos: «Aunque a
don Juan digo amores / el alma en Liseo está, / que en ella
posada abrá / para un millón de amadores»
(189-92). Es evidente que las «leyes» del amor no
admiten al corazón una pluralidad de amantes y en eso Fenisa
va en contra de ellas. Pero por otra parte, cuando sus
pretendientes dan señales de abandonar sus galanteos, los
celos de Fenisa dan fe a la sinceridad de sus sentimientos. Es una
egoísta impúdica; no respeta ni los derechos de
posesión previa de sus amigas ni observa las obligaciones
que crean tales amistades. No quiere ser de otra manera; rechaza
consejos y persiste en sus intrigas aun a sabiendas de que todos
conocen ya sus artimañas:
FENISA
No hay que dudar, mi
Luçia,
ya pareçe que Cupido
ofendido de mi está,
y a todos mandando ba
que me traten con olvido.
870
...............................................
LUCIA
........................ Casso
pessado,
de tu condiçión
castigo,
pues del amor te burlabas
y a tu serviçio
admitías
a todos quantos
querías,
875
puesto que a ninguno amava[s].
FENISA
¿A ninguno? Por los
çielos,
que a todos quiero,
Luçía,
a todos juntos quería;
si no, míralo en mis
çelos.
880
(2296-2300, 2307-16)
Con
resolución y en repetidas ocasiones rechaza someterse a las
normas establecidas y por ello ha de ser castigada.
Al comenzar la
obra, los galanes aparecen como más débiles y, con
excepción de Gerardo, todos están enamorados de
Fenisa, signo de vulnerabilidad y falta de sentido. Se diría
que no son capaces de resistir a sus encantos a pesar de la fe
debida a las propias damas de cada uno. Don Juan resulta cansino en
su celosa sumisión a Fenisa, y más tarde Lauro cae
también en sus redes. Pero ambos galanes recobrarán
la razón: Don Juan reconoce que su verdadero amor es Belisa
y aun restaura su honor; Lauro ama a Fenisa pero también
vuelve en sí y la rechaza por obrar de modo tan
engañoso.
Liseo es algo
más complejo. Aunque en el pasado amó a Laura, se
cansó de ella y su hastío ha llegado a borrar su
sentido del deber
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––––––––
aunque egoístamente ha mantenido sus relaciones con Laura
para gozarla por las noches. Tan censurable actitud empeora cuando
decide compartir sus atenciones amorosas con Marcia, y luego para
entretenerse, con Fenisa. En el tercer acto, cuando las cosas
comienzan a ponerse mal, da muestras de arrepentirse e incluso de
anhelar a Laura:
Oh, Laura, tus
maldiçiones
me alcançen, pues sin
razón
traté tan mal tu
afición,
olvidando obligaçiones.
.....................................
si Laura no hubiera dado
santo fin a su
afiçión,
cumpliera mi
obligaçión
a su firmeza obligado
(1957-60, 1969-72)
Es claro que el
«castigo» de reunirse con su prometida no le
resultará severo; es más, el engaño que Marcia
y Laura llevan a cabo resulta irónicamente innecesario.
El único
personaje, masculino o femenino, que es constantemente positivo es
Gerardo. Tiene una constancia bíblica, resiste indignado a
Fenisa, y su premio es la ejemplar Marcia.
León y
Lucía son personajes secundarios que sirven como figuras de
donaire y para aconsejar a sus amos. Lucía ayuda a Fenisa en
sus campañas amorosas aunque no está de acuerdo con
ellas. León, el gracioso típico, está
más delineado y hace gala de humor basto a lo largo de la
obra. Los intrincados enredos tienen como contrapartida el humor
indecente, los porrazos bufonescos, las borracheras e incluso la
sátira política que ofrece el gracioso. Algunas
escenas son francamente divertidas. El panegírico que hace
León de las fregatices gallegas (303-349), además de
tener gracia, es todo lo opuesto a la idea caballeresca que tiene
Lisardo de la mujer ideal:
Pareçe que estás
loco;
¿para qué quieres
castas ni Dianas?
Anda, señor, parezes
boquirrubio;
¿para qué quiero yo
mugeres castas?
Mejor me hallara si castiza
fuera
(357-61)
En algunas
ocasiones las muelas del gracioso pagan las iras ajenas
(1309-1463). Con León, la acción desciende a su nivel
más bajo y su franqueza contrasta humorísticamente
con los engaños y las tretas de los personajes nobles. No
solamente critica a su amo sino a la clase
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––––––––
a la que pertenece, sus maneras de cortejar (288-299) o su modo de
vestir cortesano (2533-2628). Al concluir la obra, él tiene
la última palabra.
Si la
acción determina el carácter, de manera semejante el
tema da forma a la acción. En Traición en la
amistad se da, naturalmente, el anunciado tema de la amistad
frente al amor. El conflicto entre ambos lleva al engaño, no
solo por parte de Fenisa sino por la de Laura y Marcia
también. El engaño de Fenisa se presenta de modo
negativo pues ésta es una especie de don Juan femenino para
quien el amor y el engaño van entrelazados646.
Con ayuda de Marcia, a Laura no le queda otro remedio que mentir
para recuperar su honor ya que su sinceridad tan sólo ha
intensificado sus problemas con Liseo. Marcia prepara el
engaño en parte para defender la justa causa de Laura pero
también para vengar la traición de su falsa amiga
Fenisa. Al parecer, los hombres engañan porque ese es su
modo de ser. Son inconstantes pero luego vuelven a su primer amor,
con más o menos entusiasmo.
Al amor y la
amistad corresponden otros temas secundarios en esta obra. Las
damas conciben el amor como una fuerza platónica y
ennoblecedora. En la escena inicial, Marcia describe el
enamoramiento como un proceso en el que el amor llegase al alma a
través de los ojos, ennobleciéndola:
Puso los ojos en mí
y en ellos mismos me
ynbía
aquel beneno que dizen
que se bebe por la vista;
fueron los míos las
puertas,
pues con notable
ossadía
se entró por ellos al
alma,
sin respetar a sus
niñas.
Siguió me y supo mi
cassa,
y por la nobleza mía
apareçió el
çiego lazo
que sólo la muerte
quita;
soliçitóme
amoroso,
hizo de sus ojos çifras
de las finezas del alma,
ya por mil partes perdida.
(5-20)
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––––––––
Al mismo tiempo,
los ojos de Liseo tienen para Fenisa no una fuerza ennoblecedora
sino un poder irresistible y hechicero, peligro del cual se da
cuenta:
¡Ay, Dios! ¿Qué
he visto?
¿Qué miras, alma,
qué miras?
¿Qué amor es
éste? ¡Oh, qué echizo!
Tente, loca fantassía,
¡qué máquina,
qué ylusión!
Marçia y yo somos
amigas,
fuerça es morir, ¡ay,
amor!
¿Por qué pides que te
siga?
¡Ay, ojos de hechizos
llenos!
(99-107)
El amor en el
sentido de amistad también penetra por los ojos. Laura, al
conocer a Marcia y a Belisa, queda subyugada por la belleza de su
rival. Su intercambio de lisonjas deja ver que la belleza hace en
ellas el mismo efecto que en los hombres (915-20). Además,
el amor -es decir, la amistad- entre mujeres tiene sus propias
obligaciones, que la nobleza les obliga a cumplir (936-40).
Consecuentemente el tema de la amistad está relacionado con
el del honor y la venganza. Las mujeres ven el honor como la virtud
o su apariencia. Laura es la única que ha perdido el honor,
pero como nadie lo sabe ella tiene buen cuidado de guardar las
apariencias:
Sí, amiga, porque no
quiero
vida, haçienda y gusto,
onor
si a mi dueño yngrato
pierdo;
mas para que con mi onrra
pueda cunplir, Marçia,
quiero
que digas que eres mi deuda
y que en ese monesterio
me has conoçido, y
Leonardo,
creyendo ser parentesco,
me dejará que contigo
viba, señora, algún
tienpo.
(1036-46)
Belisa y Marcia
quieren vengarse principalmente porque Fenisa las ha puesto en
ridículo y lo hacen conquistando de nuevo a don Juan y a
Liseo (Marcia obra por Laura). Fenisa abusa de todos de un modo tan
desconsiderado que está a punto de perder el respeto debido
a una dama. Gerardo, el caballero ejemplar (véase 1576-82),
mantiene el decorum pero don Juan no; para vengar la falsía
de Fenisa está a punto de sacar la daga (1736-75). No lo
hace porque la sangre habría dignificado las faltas de
ésta. Le da una bofetada para ultrajar
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––––––––
su honor: «Así se castiga / a las mugeres que yntentan
/ desatinos semejantes / y que a los hombres enredan»
(1748-51). Irónicamente, la misma Fenisa pide venganza al
darse cuenta de que todos sus pretendientes la han abandonado:
«Yo he de bengarme, / Luçía, no hay que tratar;
/ yo los tengo de matar, / no tienes que aconsejarme»
(2325-29).
De hecho, la
ironía se usa en toda la obra. Ya en la primera escena,
Fenisa da consejos a Marcia que ella misma debería seguir
(44-58). Laura piensa que Liseo tan sólo coquetea con Marcia
pero que ama a Fenisa cuando en realidad ocurre todo lo contrario
(1023-30). Liseo se lamenta de que Laura haya entrado en un
convento y así no pueda casarse con ella, como
debería haberlo hecho antes, sin saber que Laura no ha
tomado los votos y que acabará siendo su esposa. Y al final,
Fenisa pide justicia sin darse cuenta de cuán justiciero ha
sido su castigo.
El
propósito moral de esta obra, coronado por la justicia
poética del desenlace, es prevenir a las mujeres contra el
comportamiento de gentes como Fenisa. Zayas alcanzará fama
por su defensa de la mujer contra los engaños de los
hombres, pero en esta obra aconseja a las de su propio sexo que no
tendrán motivos para quejarse si ellas usan de los mismos
ardides. Incluso Lucía, la criada, se dirige así al
público:
Señoras, las que
entretienen
tomen ejenplo en Fenissa,
huyan destos pisaverdes.
...............................................
Digan, señoras, ¿no
miente,
en dezir que quiere a todos?
Cossa ynpussible pareze,
mas no quiera una muger
que bive mintiendo sienpre
pedir verdad a los honbres;
neçias serán, si lo
creen.
(2473-75, 2480-87)
Indudablemente,
Marcia es la figura ejemplar con mayor fuerza moral, y como tal es
digna de imitación: «Pues para que egenplo tengas, /
mira cómo doi mi mano / a Gerardo porque sea / premiada su
boluntad» (2848-51). Y es Marcia quien pronuncia la sentencia
final (2897-2904).
Unos cuantos
comentarios morales a lo largo de la comedia se refieren a los
engaños de los hombres (1637-8, 2066-7). Pero
bastantes
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––––––––
más tienen que ver con el triste estado del mundo o
«los malos tiempos»: «¿Qué piensas
sacar de amar, / en tienpo que no se mira / ni belleza ni birtudes,
/ sólo la hazienda se estima» (55-58)647.
Y al final, una larga conversación entre Belisa y
León, en la que éste hace comentarios sobre los
tiempos que corren, ofrece un intervalo humorístico poco
antes del desenlace (2545-52).
Aunque la obra
trata temas propios de una sociedad de caballeros e hidalgos, no
faltan algunos que corresponden a las clases populares,
principalmente a través de los criados. León relata
anécdotas de mujeres lascivas (388-403) y clérigos
licenciosos (558-605), y Lucía cuenta cómo su abuela
comparaba a los hombres con los ajos en el mortero:
Así deçía mi
agüela, que Dios haya,
que avía de ser en
número ynfinitos,
tantos como los ajos que,
puniendo
muchos en un mortero
[arracimados],
salte aquel que saltare, que otros
quedan,
que si se ha o se muere nunca
falte.
(1508-1513)
De carácter
menos casero y más literario es la receta de un filtro
amoroso, en forma de soneto, que recita León (2224-2237). Y
la versión de Belisa de la fábula esópica del
león con cuartanas es una réplica al gracioso cuando
éste critica la Corte, previniéndole así de
modo humorístico y de una forma que pueda comprender y
apreciar. Traición en la amistad es la única obra
teatral que conocemos de María de Zayas y por ello no
podemos comparar esta comedia con otras suyas. Entre sus elementos
positivos están el rápido desarrollo de la
acción y, especialmente, los personajes León y
Fenisa. El primero muestra que Zayas tenía buen sentido de
lo cómico (como puede apreciarse más tarde en novelas
como El castigo de la miseria, El prevenido
engañado, y Al fin se paga todo) y que
sabía manejar las réplicas agudas y los apartes.
Fenisa es un personaje con garra, obviamente despreciable pero no
odiosa del todo. Aunque sus reacciones son cada vez más
extremadas y estridentes, nunca llega a ser una caricatura como el
don Marcos o la doña Inés en El castigo de la
miseria. De
–––––––– 390
––––––––
manera semejante, la ejemplar Marcia tampoco es perfecta ni
empalagosa.
Con todo, la
Comedia famossa de la traición en la amistad no es
obra de un maestro. Tiene muchas faltas, empezando con el
tratamiento difuso del tema moral a lo largo de la comedia. Si el
propósito didáctico es prevenir a las mujeres contra
procederes como el de Fenisa, entonces los engaños de Liseo
tan solo desvían el enfoque de un tema principal a otro
secundario: los engaños de los hombres. Además hay
complicaciones innecesarias; así, ¿por qué
cuenta Felis a Laura que Liseo se ha casado con Fenisa cuando no es
necesario reiterar o establecer de nuevo que Laura está
celosa? (1837-1868). También hay pausas abruptas en la
acción, como el desmesurado diálogo entre León
y Belisa a fines del acto III, inmediatamente antes del desenlace.
Las escenas amorosas son pedestres y carecen de la chispa que
tienen las de Lope. Sin embargo, Traición en la
amistad podría representarse muy bien, sobre todo si se
eliminasen o acortasen algunas de las escenas más lentas,
como probablemente habría hecho un buen autor de
entonces.
No hay evidencia
de que la comedia de María de Zayas se llegase a representar
nunca en público o en privado. Es posible que hubiese
pensado incluirla en las Novelas amorosas y exemplares. El
tema habría reforzado el del marco narrativo, en el que
Lisarda traiciona la amistad de Lisis al apropiarse las atenciones
de don Juan. Es posible que Zayas hubiese hecho circular el
manuscrito entre sus amigos literarios, quizás en una
academia. Aunque la poesía era el género más
leído y más comentado, como el drama se consideraba
una extensión del verso, solía comentarse
también en las reuniones de aquellos grupos. Sabemos que
Montalbán se refirió a una «comedia de
excelentes versos» escrita por Zayas pero no podemos dar por
sentado que ésta fuese Traición en la
amistad. No obstante, la referencia de Montalbán prueba
que María de Zayas y Sotomayor no fue escritora que
trabajaba en secreto sin darse a conocer. Al contrario, daba a leer
sus obras a sus colegas y, animada por sus elogios las llevó
a la imprenta. Entonces, ¿por qué no hizo ésto
con su comedia, la cual no era peor ciertamente que muchas de las
representadas por entonces? Quizás sus contemporáneos
la animaron a preferir la prosa. En cualquier caso, no tenemos otra
alternativa que la muy poco satisfactoria de la suposición y
la conjetura.