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31

Ibid, 453-460. (N. del A.)

 

32

Daydí, 450; Rovira, 20. Debicki estudia extensamente cómo los elementos orales y escritos se modifican en la obra de Gil de Biedma, mientras que John Ellis rechaza en toda la literatura la diferencia entre un estilo «literario» y otro que no lo es, en The Theory of Literary Criticism: A Logical Analysis (Berkeley, University of California, 1974), págs. 12-27 y 173-176. Y Ángel González respondió a la pregunta «¿Hay una diferencia entre fuentes literarias y fuentes orales cuando Ud. desarrolla sus temas y estructuras poéticas? de esta manera: «Ninguna». (Entrevista, Lawrence, Kansas, 2 de abril de 1987). (N. del A.)

 

33

Persin, «Intertextual Strategies». Véase la nota 7 de su artículo, donde se cita a Jonathan Culler al delinear éste la misma conexión cultural de la intertextualidad que comento a continuación en Ellis. (N. del A.)

 

34

Ellis, 140-142. (N. del A.)

 

35

Daydí, 460. (N. del A.)

 

36

Rovira, 33-40. (N. del A.)

 

37

Mangini González, 42-47 y 62-67; Rovira, 76-79. Rovira nota que esta voz personalizada en función dramática, lo que los poetas ingleses denominan «poesía de experiencia» (Wordsworth, Coleridge), es para Gil «la genuina y característica poesía moderna» (pág. 63). (N. del A.)

 

38

Rovira, 37-43, 78, 96 y 138-139. Este crítico nota que en los poemas sociales deliberados de Gil este tono de una voz en lucha consigo misma se traiciona, y son por lo tanto muy inferiores a sus poemas más característicos (135). (N. del A.)

 

39

González Muela, 102-103. (N. del A.)

 

40

Masoliver, Giménez, Rovira, Debicki y Mangini González son los críticos que con más esmero se han preocupado por esas voces y tonos. (N. del A.)