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171

Poesías, pp. 165-166.

 

172

Francisco Blanco García, La literatura española en el siglo XIX, I, Madrid, 1891, pp. 190-191.

 

173

M. Menéndez Pelayo, op. cit., p. 396.

 

174

Op. cit., p. 223.

 

175

Ibíd., p. 282.

 

176

Dice refiriéndose a Lañuela que parece «visión de sonámbulo, con chispazos de ingenio, en medio de un diluvio de arcaísmos, neologismos y retorceduras de frase». El juicio, exacto, es extensible a toda la obra de Ros, y particularmente a sus poemas. M. Menéndez Pelayo, Estudios y discursos de crítica histórica y literaria, VII, Obras completas, XII, Santander, 1942, p. 281.

 

177

Poesías, p. 141.

 

178

C. Pitollet, La querelle caldéronienne..., París, Alcan, 1909, pp. VII y ss. Véase también, sobre el episodio, V. Lloréns, El Romanticismo español, Madrid, Fund. J. March-Castalia, 1979, p. 23.

 

179

Acerca de la fortuna de Calderón, nos brinda Gil y Zárate un dato interesante, al afirmar en 1844: «[Calderón] nunca ha dejado de ser aplaudido por el pueblo, hasta ahora en que, por el contrario, los literatos le ensalzan, y el público no asiste a la representación de sus dramas» (cit. en B. A. E., VII, p. LXX).

 

180

La tibieza de los españoles es atestiguada por la polémica Böhl-Mora, que vio muy pocos campeones en las filas del primero; se desprende también de los juicios sobre Calderón que recogió diligentemente Hartzenbusch en el tomo VII de la B. A. E.; encontramos reservas y perplejidades en casi todos los críticos, hasta en Javier de Burgos y el propio Hartzenbusch.