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ArribaAbajo Una nueva edición de La lozana andaluza

Francisco Delicado, La lozana andaluza. Ed. de Giovanni Allegra, Madrid, Taurus, 1985


Miguel A. Lozano Marco


Universidad de Alicante

Nos encontramos ante la última edición anotada de una obra singular, el Retrato de la lozana andaluza, libro escrito en su casi totalidad en Roma, en 1524, y publicado de manera anónima, con interpolaciones y añadidos, en Venecia, hacia 1530. Extraño Retrato del que no se conserva mención alguna entre sus contemporáneos (aunque se haya aventurado que pudiera ser conocido por el autor de La pícara Justina, señalándose probables coincidencias) y que ha llegado hasta nosotros en un único ejemplar conservado en la Österreichische Nationalbibliothek de Viena, dado a conocer por Ferdinand Wolf a mediados del pasado siglo. Este texto fue utilizado para la edición crítica de Bruno M. Damiani y Giovanni Allegra (1975) y fijado por el profesor Damiani. En esta edición se ha actualizado la transcripción de algunas palabras, se han unificado transcripciones oscilantes, se han aportado nuevas correcciones a las erratas, y, en algunos pasajes, se ha modificado la puntuación.

El autor de esta edición, el conocido hispanista Giovanni Allegra, profesor de la Universidad de Perugia, había aportado ya sustanciosos trabajos sobre La lozana andaluza, y resume en el estudio preliminar y en las abundantes notas explicativas de carácter histórico y filológico, un dilatado saber aportando preciosos y precisos datos para la adecuada comprensión de la obra.

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Identifica al destinatario de la dedicatoria, el «Ilustre Señor», en la persona de Filiberto de Chalôns, príncipe de Orange, quien asume el mando de las tropas imperiales después del Saco de Roma, una vez muerto en dicha acción el Duque de Borbón. De esa manera se explica que el único ejemplar -«quizás el mismo poseído por el capitán»- se encuentre en Viena, a donde iría a parar junto con otros papeles del Príncipe.

Obra escrita con el propósito de «dar solaçio y plazer a letores y audientes», se caracteriza por ser un documento de la lengua hablada de su tiempo: «conformaba mi hablar al sonido de mis orejas», confiesa el escritor; pero también en la «Dedicatoria» afirma: «Y mire vuestra señoría que solamente diré lo que oí y vi». Así pues, a su tarea de transcriptor fiel de una lengua viva, del habla popular, con esa mezcla de lenguas y dialectos (castellano, italiano, catalán...), se suma lo aportado por sus dotes observadoras: la animada vida de Roma, costumbres, lugares (calles, plazas, interiores), personajes, curiosidades... Francisco Delicado es, según el profesor Allegra, un «conocedor minucioso de la toponimia romana [...] testigo fehaciente de usanzas que dentro de poco iban a desaparecer». Pero junto al Delicado observador atento del mundo que hay a su alrededor, de la vida cotidiana, se encuentra el conocedor de una literatura de cuentecillos, novelle y materiales folklóricos con los que, en buena parte, construye su Retrato: funde, pues, lo observado con lo recordado de una literatura de relatos y proverbios.

No es, desde luego, una obra de propósitos moralizadores, aunque su autor aproveche las referencias al Saco de Roma en interpolaciones y añadidos posteriores al hecho. Giovanni Allegra define certeramente la verdadera dote del escritor: la de «folklorista y hablista nato», y ello, «contradice toda intención que no sea puramente lúdica. La vocación burlesca, cómica, “carnavalesca” lo es casi todo en un libro en que los supuestos intentos didácticos se desmienten con una constancia que hace de él una obra maestra del sentido antifrástico». Del mismo modo, se nos muestra la protagonista en actuaciones de apariencia desinteresada, desvirtuadas por sus mismas palabras; ambigüedad que también se refleja en su físico: «lozana», mujer con hermosura y encanto, pero que muestra evidentes señales del mal francés.

Es interesante observar el trasfondo literario de este libro, las relaciones que puede presentar con otras obras de su época. Destaca, ante todo, la genial obra de Rojas, mencionada desde la misma portada. La protagonista muestra en un pasaje su interés por escuchar tres obras: las Coplas de Fajardo, la comedia Tinellaria y la Celestina. La obra de Torres Naharro, representada en Roma en los años en que allí vivió Delicado, se puede contar entre los antecedentes de La lozana «por el mundo que en ella se representa, por el teatro de la acción, y sobre todo por el empleo sagaz de la contaminación lingüística». Las Coplas de Fajardo, más conocidas como Carajicomedia, forman parte del Cancionero de obras de burlas provocantes a risa (Valencia, 1519), y vienen   —489→   a ser una parodia del Laberinto de Fortuna. El profesor Allegra encuentra también huellas de las comedias Seraphina y Thebayda, y añade los nombres de Rodrigo de Reinosa y de Antón Montoro, el Ropero de Córdoba, ejemplos de una literatura «alimentada de savia popular y burlesca que aspiró a divertir y entretener con notas costumbristas más que a cosechar elementos realmente satíricos».

Giovanni Allegra nos traza una semblanza biográfica de Francisco Delicado valiéndose de los documentos y fuentes de información disponibles: algunas páginas de La lozana, los prólogos de los libros editados por él en Venecia, y lo contenido en dos obritas del propio Delicado, de muy distinta índole: Spechio vulgare per li sacerdoti y El modo de adoperare el legno de India occidentale, realizando una sagaz interpretación del grabado que figura en la portada de esta última obra, pues pudiera hacer referencia a una vuelta a España del entonces vicario del Valle de Cabezuela, haciendo una visita al apóstol Santiago, en Compostela.

Viene esta edición notablemente enriquecida por un apéndice, obra de Lucrecia Porto Bucciarelli, que versa sobre los «Aspectos paremiológicos del Retrato de la lozana andaluza», y un «Índice paremiológico de citas y de frases latinas», de la misma autora; trabajo de interés teniendo en cuenta la índole del Retrato, saturado de habla popular y espontánea. El uso de los refranes está en consonancia con el tono del libro: no cumplen aquí una función moral o didáctica; su utilización es «simplemente a título jocoso y se armoniza perfectamente con el ludus creativo que la identifica», puesto que la estudiosa de la paremiología define este libro «como un ludus lingüístico creado con la mirada puesta en una realidad versátil de la cual el andaluz recoge y copia los rasgos más íntimos».

Es, pues, una edición muy recomendable por el tratamiento que se le ha dado al texto, por lo clarificador del prólogo, por la información que proporcionan las notas y la utilidad de su glosario. Y muy recomendable no solamente para un público universitario, sino también para el curioso lector que quiera acceder al conocimiento de esta singular obra de nuestra literatura.