Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
 

231

El Diario de Barcelona, dirigido en aquel período por Juan Mañé y Flaquer, católico conservador, moderado en sus posturas, que se enfrenta, después de 1875, con la prensa carlista e integrista. Este enfrentamiento es particularmente violento en 1881 cuando Mañé y Flaquer elogia, aunque prudentemente, la Unión Católica de Pidal.

 

232

Numerosos laicos católicos, y eclesiásticos dedican opúsculos, sermones o artículos en la prens a a esta cuestión. En Barcelona, los eclesiásticos más activos son Idelfonso Gatell, Eduardo Vilarrasa y Félix Sardá y Salvany. También cabe subrayar el papel de la jerarquía católica. El obispo Pantaleón Montserrat apoya la creación del Apostolado de la Prensa en 1871. En otro artículo tendremos ocasión de analizar el papel de eclesiásticos catalanes tan conocidos como Eduardo Llanas, director de El Criterio Católico desde 1884, de Jaume Collell y de Torras y Bages. Estas iniciativas se extienden hasta finales del siglo XIX. En 1876, el Arzobispo de Barcelona funda la Revista Cristiana.

 

233

La Familia Cristiana que empieza a publicarse en 1876, anuncia que está decidida a «combatir, pues, la negación de creencias que embrutece al hombre; [...] aquélla es la misión que ha de desempeñar la prensa religiosa y que a aquel objetivo responde la misión que se han impuesto los redactores de La Familia Cristiana».

Es interesante notar que, incluso revistas católicas como la Ciencia Católica, de publicación más tardía, que se pretenden alejadas de todo compromiso político y que quieren ser informativas, dedican mucho espacio al papel militante de la prensa católica. Esta revista mensual publicada bajo los auspicios del obispo José María de Urquinaona salió a la luz en diciembre de 1881.

 

234

Esta revista quincenal es dirigida por el eclesiástico Martí y Cantó que colaboró, a partir de 1890, en el Boletín de la Obra de Buenas Lecturas.

 

235

En su trabajo La cuestión religiosa en la Restauración, Santander, Soc. Menéndez Pelayo, 1984, Marta Campomar Fornieles subraya, al analizar el periódico católico de Nocedal, El Siglo Futuro, las características de la prensa católica del siglo XIX y recalca la contribución de la mayor parte de las publicaciones católicas, y especialmente tradicionalistas, a la organización religiosa y política de las masas católicas.

 

236

A partir de su publicación, la Revista Popular constituye una verdadera plataforma desde la que se organizan las principales manifestaciones religiosas para movilizar a los católicos: misas colectivas, peregrinaciones, celebración de varios centenarios. Esta publicación permitirá al integrismo, que no está representado por ningún partido, disponer desde 1875 hasta 1888 de un formidable instrumento de presión político e ideológico.

 

237

La Convicción sólo se publicó hasta el año 1873 y fue sustituido por el Correo Catalán. La Convicción incluye una «crónica local», una «crónica religiosa», un «correo nacional», un «correo extranjero» y, en la edición de la tarde, una «sección política» a cargo de Llauder. Cabe subrayar la gran vitalidad de la prensa carlista en Barcelona, donde se publican el Correo Catalán, 1876, y a partir de 1884 La Hormiga de Oro, también dirigida por Llauder. En 1880-1881 el Correo Catalán era el periódico católico barcelonés que más importante tirada tenía después del Diario de Barcelona. Los derechos de timbre eran de 1534,49 pesetas. Citado por Pere Voltes i Bou en Barcelona i la seva premsa al segle XIX, Barcelona, Asociación de la Prensa, 1977.

 

238

En una serie de artículos publicados bajo el título «Los malos periódicos» y «El peor de nuestros males» desde el año 1871, Sardá y Salvany define la nueva prensa católica.

 

239

En el año 1872, la Revista Popular alcanzaba una tirada de 30.000 ejemplares. Esta revista, que llegó a publicarse hasta 1928, contaba con la colaboración de personalidades católicas importantes: el jesuita Celestí Matas, amigo íntimo de Salvany, autor de las cartas: «Al obrero católico»; Milá i Fontanals, que firmaba las «parábolas de Krummacher». Antes de lanzar esta revista en 1871, Sardá y Salvany había publicado, a partir de 1869, una serie de opúsculos, Propaganda Católica, en los que colaboraron los mismos que vuelven a encontrarse más tarde en la Revista Popular. Sardá y Salvany colaboró al principio de su publicación, de manera anónima en el Correo Catalán. Empezó a publicar, por partes, El liberalismo es pecado en 1884, en La Hormiga de Oro.

 

240

El Almanaque de los Amigos del Papa, publicado en 1872 hasta 1928, reivindica su finalidad de propaganda político-religiosa y refleja la devoción y la adhesión del sector tradicionalista a Pío IX: «Más que un almanaque es éste un libro de propaganda y de lucha destinado a popularizar y fomentar en la familia española el amor a nuestro inmortal Pontífice».