Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
 

291

Pausanias, Descripción de Grecia, trad. de Antonio Tovar, ed. cit., pp. 722-3 (sobre Sísifo y Tántalo).

 

292

Erwin Rohde, Psique. El culto de las almas y la creencia en la inmortalidad entre los griegos, trad. de S. Fernández Ramírez, Barcelona, Labor, 1973, t. I, pp. 299-300.

 

293

Agradezco al traductor Juan José del Solar su ayuda y amabilidad al traducir, expresamente para este trabajo, los pasajes que a continuación transcribo del ensayo de Goethe Polynots Gemälde in der Lesche zu Delphi. Asimismo aprovecho la oportunidad para agradecer a otro amigo, el joven helenista Francesc Casadesús, el interés con que revisó el contenido de estas páginas sobre el mito de Ocnos y su aportación de nuevos textos, y sugerencias de sumo interés, para mi trabajo.

 

294

Juan Gil-Albert ha contado tres veces esta confidencia que le hizo Cernuda: «Fecha conmemorativa», La Caña Gris, otoño 1962, pp. 26-7; Memorabilia, Barcelona, Tusquets, 1975, p. 233, y «Realidad y Deseo de Cernuda. Visión de un contemporáneo», en Luis Cernuda, Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 1977, p. 96.

 

295

Luis Cernuda, «Marsias», en Prosa Completa, ed. cit., pp. 1089-1093. El relato de Cernuda es una recreación a partir de las versiones tardías y más desarrolladas en la literatura clásica del tema, en especial las debidas a Diodoro Sículo (La biblioteca de la historia, libro II, 59) y Ovidio (Metamorfosis, libro VI, vv. 380-402), para lo referente a la disputa con Apolo y al desollamiento de Marsias, respectivamente.

 

296

J. Ortega y Gasset, «Oknos el soguero», Obras Completas, ed. cit., III, p. 598.

 

297

Edgar Wind, Los misterios paganos del renacimiento, trad. de J. Fernández de Castro y J. Bayón, Barcelona, Barral Editores, 1972, pp. 175 y 176. En Cernuda, no es el «amado laurel» prometido a Marsias sino un destino fatal lo que parece exigir del poeta su agonía y muerte. Tal vez sólo así se transmute en obra la experiencia biográfica, tosca materia en que se inspira aquélla. En virtud de un acto de renunciamiento el hombre extrae lo mejor de sí mismo, poniendo al descubierto la belleza interna que ya no le pertenece. Cernuda cobra plena conciencia de ello en poemas de Como quien espera el Alba. Él, que en su poesía hacía tiempo que había abandonado aquella pretensión y fe absoluta de los surrealistas de «changer la vie» por la poesía, siente, en el curso del diálogo interior del poema «Noche del hombre y su demonio», un amargo placer -expresivo oxímoron que produce el sacrificio de la vida y la entrega a la palabra-: «El amargo placer de transformar el gesto / En son, sustituyendo el verbo al acto». Sólo así en otro poema, el viejo monarca hipocondríaco puede contemplar con arrobamiento su obra, ya desprendida de sí y próximo a la muerte, una obra que es interior aunque se plasme y exprese en las piedras escurialenses («Silla de Rey»).

 

298

J. Valender, Cernuda y el poema en prosa, London, Tamesis Books Limited, 1984, p. 57.

 

299

Prosa Completa, pp. 873-4.

 

300

Las citas corresponden, en el tomo de Prosa Completa, a las pp. 728-9 y 1342.